𝑪𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 22: 𝑩𝒐𝒇𝒆𝒕𝒂𝒅𝒂𝒔, 𝒕𝒆𝒓𝒏𝒖𝒓𝒂 𝒚 𝒂𝒎𝒐𝒓
Poco más de una semana había transcurrido desde que un ramo de flores junto a una nota habían aparecido en la entrada del hogar de Frank y Gerard. Juntos decidieron no ponerle mente a ello pues seguramente debía ser una broma de mal gusto. El asunto terminó cuando tiraron a la basura el ramo junto a la nota, aunque solo por si acaso, Frank le tomó una fotografía a todo el conjunto.
Sin más percance que ese, habían vuelto a enfocarse en la rutina y comenzaron con nuevos horarios para crear más contenido y tener publicaciones de reserva. En casi seis meses con ese nuevo trabajo, estaban mejor que nunca, tanto económicamente como en el ámbito sentimental. Sabían que sin Frerard is Love, acercarse y amarse, hubiese sido un camino mucho más largo.
El archivo de respaldo de Frank tenía muchas carpetas con contenido preparado, ya había sido editado y estaba a la espera de ser publicado. Fotos individuales con lencería, juguetes o sin ropa, fotos en pareja, videos cortos y largos, y uno que otro solo de besos tímidos y roces, era un poco de lo que les esperaba a sus fans, que cada día seguían aumentando en el número de suscripciones. Incluso habían llegado al punto de tener un grupo premium, que pagaba mejor por contenido exclusivo y adelantado.
Gerard y Frank estaban cómodos con todo. Sin deudas ni preocupaciones por dinero.
Ese viernes no había sido la excepción para un día productivo. Por la mañana habían hecho una sesión de fotos en el auto, los vidrios habían sido polarizados y ahora no tenían que preocuparse de que alguien los viera ahí adentro. Las fotos que Frank le sacó a Gerard fueron muy sensuales con un corto vestido de enfermera que dejaba ver sus hermosas piernas cubiertas por unas medias de encaje y sobre su cabello un gorrito.
Por su parte, Frank había escogido una camisa blanca que dobló hasta sus codos y utilizó una corbata negra, con ella hizo unas buenas poses que Gerard no perdió tiempo en capturar; se había hecho muy bueno con la fotografía porque tenía a mejor de los maestros.
Grabaron también un pequeño corto con Frank masturbándose duramente en los asientos traseros, y para la toma se había abierto la camisa y los tatuajes de su pecho brillaban por el exceso de bronceador que Gee se había esmerado en aplicarle.
Después de ello, habían subido a preparar el almuerzo y a descansar un poco. Para ese día aún tenían planificado un video más; uno que iban a hacer sacando una tarjeta de la caja.
*
—Aaah, señor Iero… m-más rápido… —gimió Gerard con dificultad.
Los gemidos junto al choque frenético de pieles se escuchaban por toda la sala. El sol ya se había puesto y el cálido hogar estaba alumbrado por las lámparas de techo junto al aro de luz que, en ángulo perfecto, enfocaba a la pareja.
Gerard tenía la mitad superior de su cuerpo en el brazo del sofá mientras Frank estaba de rodillas entre sus piernas, totalmente desnudo penetrándole con ímpetu. Gerard estaba usando el traje de enfermera de la mañana pero Frank le había rasgado la parte del pecho para tener acceso a besarlo con toda la libertad, habían rastros de sus dientes e intensos chupetes hasta sus pezones rojizos mientras que las bragas habían sido removidas a un lado para poder follarle.
Una cámara les grababa desde el costado izquierdo mientras la otra había sido ubicada específicamente para captar las embestidas de Frank. Sus glúteos firmes y su polla follando sin descanso el pequeño agujero de Gee eran las estrellas en ese momento.
Frank deslizó su mano derecha sobre el pecho de Gerard y ejerció una leve presión al llegar a su cuello, sintiendo bajo su tacto el pulso acelerado del pelinegro. Él por su lado se estaba sujetando con fuerza de la parte superior de los glúteos de Frank, arañando cuando los empujes eran muy duros y rápidos, y empujándolo hacia él cuando la velocidad bajaba.
—N-necesito más… —musitó al sentir la fuerte mano de Frank sostenerlo de la mandíbula. Sentía el calor totalmente acumulado en la base de su polla, estaba a nada de correrse—. Frank…
Un golpe duro pero gentil impactó en su mejilla de pronto, mareándolo del placer más inimaginable. Sentía como el calor se irradiaba a todo su cuerpo al punto de querer suplicar por más. Se mordió los labios y vio directamente a los ojos lujuriosos de Iero.
—Eres un codicioso… y a los nenes codiciosos se les enseña educación —dijo con voz firme, sin aminorar la fuerza de sus embestidas. Pasó el dorso de sus dedos por dónde había dejado la marca rojiza de los mismos y se llenó de deleite ante el gemido profundo de Gerard.
—Lo siento mucho, señor Iero —jadeó casi llorando por el orgasmo que estaba consumiéndolo.
El rubio se inclinó sobre él y lo besó con pasión, succionando su labio inferior al mismo tiempo que golpeaba profundo contra él, robándole la respiración. Gerard se contrajo alrededor de la polla de Frank, lo apretó con sus piernas envueltas en blancas medias de encaje y se derramó entre sus vientres.
—¿Te gustó correrte, eh? —habló segundos después sobre los labios entreabiertos que tanto le gustaban.
—Si… —respondió Gerard en un hilo de voz.
—Muy bueno —musitó Frank alejándose un poco más, estaba tan cerca de llegar también—. Es una lástima que te guste que te enseñen las cosas de mala manera…
Tras eso último Frank volvió a impactar la palma de su mano en la mejilla contraria de Gee. El chasquido de sus dedos contra la piel suave hizo eco en los oídos de Gerard y su cuerpo tembló por completo, apretó con fuerza el culo de Frank entre sus manos y gimió audiblemente. Las piernas le temblaban por los embistes fuertes de Frank que mezclados junto con la ola del placer post orgásmica, lo tenían totalmente perdido.
Gerard juró que su polla dio un par de tirones después de sentir el calor que picaba en su rostro.
—Lo sien-nto… señor Iero —habló lo mejor que pudo y apretó los ojos haciendo una mueca de inocencia total.
—Modales —gruñó Frank, llevando sus dos manos a sostenerse de su pequeña cintura para continuar moviéndose.
—¡Oh, señor! M-muchas gra-gracias por dejarme correrme —gimió mientras acariciaba las nalgas ajenas—. Es usted tan bueno…
Frank sonrió complacido y empujó hasta el tope dentro de Gerard cuando sus bolas se contrajeron y su semen caliente inundó el interior de Gee. Gerard abrió la boca como pez fuera del agua y cerró sus ojos un largo rato, disfrutando de las dulces caricias que recibían sus muslos. El rubio se incorporó un poco luego de unos minutos y con la polla aún dura penetró unas cuantas veces más, el líquido salió conforme se movía y se escurrió por la raja de Gee, muy lentamente.
—Joder… me encanta… —susurró Frank luego de alejarse y ver como Gerard le miraba mientras apretaba su pequeño agujero y las gotas blanquecinas continuaban derramándose.
Mientras calmaban sus respiraciones, Frank le ayudó a bajar las piernas a Gerard y le dio un besó suave en los labios. Apagó las cámaras y fue a la cocina a buscar una bolsa térmica que había dejado en el freezer, tomó unas toallas de papel y dos botellas de jugo y volvió con Gee.
—¿Estás bien? —preguntó sentándose en el sillón. Le limpió el vientre y le pasó el jugo mientras con cuidado colocaba la bolsa sobre cada una de las mejillas enrojecidas de Gee—. ¿Te lastimé?
La preocupación estaba pintada en los ojos de Frank. Había sido así desde que Gerard había sacado la tarjeta que señalaba que la fantasía que debían hacer para ese video eran “Las Bofetadas”.
Desde ese momento el rubio había dudado, no quería lastimar a Gerard bajó ninguna circunstancia pero Gee le había asegurado que todo iba a estar bien, que él estaba emocionado porque era una de las cosas más calientes que podía imaginar. Que le abofetara el rostro mientras lo follaba duramente y que mejor manera que fuese espontáneo como cada cosa que habían hecho hasta el momento. Gerard entendía la preocupación de Frank y en verdad no quería obligarlo a hacer algo contra su voluntad sólo porque él lo quería.
Después de platicar casi veinte minutos sobre eso, Gee recordó el tema de la palabra segura. Sabía que mientras estuviera en brazos de Frank nunca iba a necesitar utilizarla pero le dijo que si él sentía que las cosas se estaban yendo demasiado lejos de sus manos, diría su palabra y todo acabaría ahí; simplemente sería un blooper y ya.
Con esa nueva perspectiva, Frank había sonreído y dijo que estaba bien; que grabarían el video y que trataría de ser lo más profesional posible. Y sentía que habían hecho muy buen trabajo pero aún así no se podía quitar la preocupación de encima.
—Frankie —le llamó Gerard con cariño y le tomó de la mano que sostenía la bolsa—. Estoy bien, cariño.
—¿Seguro? Y-yo…
—Tu nunca me lastimarías, bebé —dijo—. Te amo tanto, Frankie.
—Yo también te amo.
Gerard sonrió y atrajo a Frank sobre él, abrió un poco las piernas para que se acomodara entre ellas. Iero se dejó hacer, recostando su cabeza y cerrando sus ojos cuando sintió unas sutiles caricias en los mechones de su cabello.
—¿Sabes? —dijo Gee después de un largo silencio—. Yo no me siento suertudo de tenerte, así, a mi lado…
El corazón de Frank se aceleró ante las palabras de Gerard, su voz suave y dulce era una caricia directa a su alma. No obstante, aquella frase le causó un poco de pánico.
—Gee…
—Yo me siento muy bendecido —finalizó y depositó un beso sobre su cabello.
Una lágrima solitaria y traicionera resbaló del ojo derecho de Frank. Respiró un poco y se rió de sí mismo por lo cursi que podía llegar hacer.
—No, Gee. Él más afortunado, bendecido y dichoso del mundo, soy yo, por poder ver tu bonita sonrisa cada día al despertarme y antes de ir a dormir.
Gerrard lo tomó de la barbilla y le alzó el rostro. Su tierna mirada esmeralda estaba cubierta por una fina capa de lágrimas pero no dejó salir ninguna, le sonrió a Frank y llevó sus labios hasta los suyos, dándole un beso lleno de ternura y amor.
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