𝑪𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 13: 𝑯𝒊𝒑𝒆𝒓𝒔𝒆𝒏𝒔𝒊𝒃𝒍𝒆

Tan solo un par de días habían pasado desde que Gerard y Frank se habían confesado su mutuo amor de la manera más irreal y romántica que alguna vez hubiesen soñado.

Gerard se sentía más feliz que nunca, totalmente enamorado y complacido por estar viviendo su amor con Frank, aunque en algunas ocasiones volvían a su mente las ideas que aquello que estaba haciendo no estaba bien, pero para su fortuna tenía a Frank a su lado que lo ataba a la tierra junto a él y que volvía a hacer que su corazón se sintiera más seguro que nunca.

Por su parte, Frank se sentía como el tipo más afortunado en el mundo. Era como si le hubiesen dado el poder de ser omnipotente solo por saberse correspondido por su amor más grande y verdadero. Todavía seguía sin creer que había besado ya tantas veces esos labios que había estado añorando por tanto tiempo y por los cuales sus sentimientos le habían hecho muy vulnerable, pero ya nada importaba porque ambos sabían que todo en la vida ocurría por una razón y si vivir aquella angustia en esos días era para llenarlos de dicha en el presente, lo aceptaban con manos humildes.

Durante esos días habían compartido todos los besos que habían deseado pero sentían que aún no era suficiente. También habían hecho el amor todas las mañanas y Gerard ya se había mudado oficialmente a compartir la cama con Frank, dejando su habitación como set y resguardo de todo lo que tuviera que ver con el Onlyfans. Habían tenido una corta charla al respecto y los dos habían estado de acuerdo que no les molestaba en lo absoluto seguir con ese proyecto adelante, estaban muy seguros de aquella decisión.

Sin embargo, por el momento aún no hablaban de su relación como tal. La relación de Gerard y Frank. Se habían confesado que se amaban pero hasta ahí, y por el momento estaban bien con eso. Aunque Frank ya estaba ideando un plan con el escenario perfecto para pedirle a Gee que fuese su novio de manera oficial; no importaba que se tomara su tiempo, cuando fuese el momento sería perfecto.

Gerard dejó escapar un largo suspiro y rodó los ojos mientras Frank explotaba en carcajadas. Estaban sentados en el sofá de tres piezas y veían la película más tonta que habían podido escoger en Netflix. Gerard tenía largos minutos mordiéndose la lengua para no interrumpir y Frank lo sabía, así que había luchado por contenerse.

—¡Ya, Frankie! Eso es todo, no pienso seguir viendo esa cosa.

—Pero bebé, está entretenida. Además estoy viendo muchos juguetes que en mi vida había imaginado. ¿Acaso no te gustaría a ti tener uno de esos peluches de conejos?

—No, claro que no. Eso es demasiado creepy... masturbarte mientras sostienes un peluche en la mano no entra para nada en mis fantasías.

—¿Ah sí? —le preguntó Frank acercándose más a él y envolviéndolo con su brazo por la cintura. La charla estaba comenzando a ser más interesante—. ¿Y cuáles son tus fantasías? Tal vez yo pueda ayudarte a cumplirlas...

—Frankie, espera bebé. Tengo que sacar todo de mi pecho para poder pensar con claridad —expresó dramático y ofuscado, aquella película le había sacado de sus casillas.

Cuando comenzaron a verla Gerard imaginó que era la típica comedia que traía consigo algún drama demasiado estúpido y que al final habría un pequeño mensaje positivo, y que definitivamente esas casi dos horas sentados viendo la película valdrían la pena. Sin embargo todo el rumbo había cambiado cuando apareció una caja llena de juguetes sexuales que habían pasado a formar parte de la médula de la película.

Gerard no supo en qué momento el drama familiar se convirtió en una tienda sexual, gemidos fingidos y actuación sobre actuada; ni siquiera ellos siendo unos actores caseros de su propia porno se comportaban de aquella manera tan falsa.

—Entonces, ¿quieres decir que no te gustaría adquirir una caja así llena de todas esas cosas y probarlas todas? —preguntó Frank con ganas de avivar más la llama de Gerard, le encantaba verlo molesto. Se veía demasiado adorable con el ceño fruncido y los labios formando una línea recta, pero no por mucho pensó Frank mientras le acariciaba la cintura con suavidad.

—Si me gustaría... es solo que me molesta ver toda esa falsedad en la pantalla. No pueden darle al público esa cantidad ridícula de gemidos fingidos.

—Claro que no.

—Además los orgasmos no se experimentan de esa manera...

—Por supuesto que no. Tus orgasmos son los más dulces y me encantan como suenan tus gemidos, tan angelical —dijo y comenzó a besar la línea de la mandíbula de Gerard, toda su piel estaba comenzando a arder en deseo por él al igual que su polla ya medio dura.

—Frankie... —dijo Gerard dejándose llevar. Cerró sus ojos por un momento y la idea de mostrarle al público como eran los orgasmos en verdad le hizo sonreír con malicia, no dudó nada en decírselo a Frank—. Amor, quiero que grabemos.

—¿Ahorita?

—¡Sí! Quiero que me hagas correrme tan fuerte para demostrarle a esa perra un orgasmo de verdad.

Frank se había separado de él y le miraba el rostro con seriedad, buscando una pista duda o sarcasmo en él pero no había más que seguridad y eso logró calentarlo mucho más, si era posible. El rubio se levantó de un salto del sillón y apagó el televisor, su enorme polla se marcó perfectamente dentro de las bermudas que estaba usando y Gerard se mordió los labios.

—Fuera ropa entonces, te quiero aquí mismo sobre tu espalda y disponible para mi —ordenó y sin más se dirigió a la antigua habitación de Gerard.

Frank suspiró pesado al estar solo, un día de estos su mente y su cuerpo iban a explotar por culpa de Gerard y sus ideas, pero si moría follándolo entonces iba a ser la muerte perfecta. Sacudió su cabeza para alejar los pensamientos estúpidos y se dedicó a buscar el aro de luz y la cámara, sin embargo se topó con una foto impresa de Gerard, había sido de las que le tomó durante la primer sesión fotográfica que realizaron y a su mente volvió el recuerdo de esa vez, se había masturbado tan deliciosamente sobre su culo y le había dicho tantas obscenidades.

Una sonrisa amplia y socarrona se pintó en su rostro al recordar sus palabras exactas esa ocasión. Gerard era un caliente de lo peor, pero, él también lo era y lo iba a llevar al cielo muchas veces seguidas con tantos orgasmos como fuesen posibles. ¡Oh si!

La polla de Frank dio un delicioso tirón al volver a la sala y encontrar a Gerard acostado en el sofá con una pierna abierta en el aire y la otra sobre el respaldar mientras que con dos de sus dedos se acariaba. Lo continuó observando de reojo mientras se hincaba y conectaba los aparatos, había decidido poner una cámara en medio para tener una visión frontal y la otra la pondría en una esquina para poder captar la intimidad de ambos, revisó el acercamiento y sintió su boca hecha agua al apreciar el agujero de Gee así. Se puso en pie y se deshizo de su ropa completamente.

—¿Estás listo? He pensado en algo divertido para ti. Cumpliré tu capricho pero también una promesa que te hice —dijo y comenzó a grabar. 

Se situó de rodillas entre las piernas de Gerard y le dio un ligero golpe sobre su traviesa mano para que la alejara. Besó la parte interna de los muslos de Gerard y se fue acomodando muy despacio hasta tener frente a su rostro su entrada pequeña y húmeda, podía ver las bolas de Gerard y la curvatura de su polla mientras la propia yacía colgada pesada y dura entre sus piernas.

—Mjhm... ¿si? No puedo recordar —consiguió decir Gerard antes que la lengua plana de Frank se deslizase sobre su entrada y le hiciera arquear la espalda.

—Voy a hacerte hipersensible —murmuró y su aliento chocó contra el agujero de Gerard, lo tomó de la parte posterior de los glúteos y lo abrió un poco más con sus pulgares.

Gerard no pudo decir nada más, solo salían gemidos entrecortados de su garganta y palabras inentendibles. Frank le había hecho rimming una vez anteriormente pero este era un nuevo nivel, la lengua de Frank se sentía tan ágil, húmeda y rápida, recorriendo de arriba hacia abajo, jugando con su borde y después subiendo hasta el perineo donde mordió y después succionó haciendo que Gee contrajera sus dedos de los pies y gritara su nombre con fuerza.

Frank mordió el borde del agujero de Gerard y después repasó la zona afectada con su lengua, aprovechó que Gerard relajo sus músculos y se abrió para él y endureció su lengua para poder penetrarlo con ella. Sentía que la saliva se le escapaba a chorros por la comisura de los labios pero no importaba, de todas formas ese sería el único lubricante que Gee iba a recibir.

—¡Aaaah, Frankieeee! —gimió Gerad al sentir como su orgasmo lo golpeaba de pronto, rápido e inesperado pero es que Frank no le había dado tregua para respirar siquiera. Movía su lengua de una forma tan experta que Gerard no alcanza a seguir su ritmo, solo podía disfrutar y gemir, y vaya que ese primer orgasmo lo había mareado.

El pelinegro respiraba entrecortado para cuando su polla terminó de sacar las últimas gotas de semen sobre su vientre, no había tenido necesidad de tocarse con su  dedo tan siquiera. Se estremeció de placer y dejó caer su cabeza cuando Frank colocó sus labios abiertos sobre su entrada y le succiono a la misma vez que sus dientes raspaban el borde. No podía creer que con eso tan simple su polla dio un tirón y comenzó a ponerse medio dura de nuevo.

—Frankie —dijo al ver al rubio aparecer de entre sus piernas, con los labios rojos y llenos de saliva—. Bebé —consiguió suscitar antes que Frank se dejara caer sobre él, cubriéndolo con su cuerpo y besando sus labios con pasión, podía saborearse a si mismo y gimió en el beso por ello.

Era mucho más de lo que había imaginado y lejos de molestarlo solo podía calentarlo más y más, en definitiva era un pervertido que poco a poco iba saliendo del capullo. Y no había mejor compañero para disfrutar de todo eso que Frank.

—¿Te gusta? —preguntó Iero al incorporarse y tomar su polla, llevando la punta al agujero de gerard. Estaba lleno de pre semen y el dolor comenzaba a apoderarse de sus bolas, restregó la cabeza en el ano de Gee para lubricar un poco más y después la posicionó, llevó una de sus manos a la cadera contraria y con la otra tomó la polla de Gerard. Aprovechó las rastros de ssemen de Gerard y los usó para masturbarlo, haciendo que su mano se deslizara suavemente. No le costó mucho ponerlo complemente duro—. No me has respondido.

—Joder Fraankie... —dijo sin aliento y con la boca abierta cuando la cabeza de la polla lo traspasó—. ¡Ah! Dios mio... ¡Siiii! ¡Me encantaaa! —gritó al sentir como Frank lo abría centimetro a centimetro.

Con todo aquel tiempo viendo, tocando y siendo follado por esa polla, Gerard seguía sin creerlo. Era tan grande y dura, deliciosa cuando la tenía en la boca y perfecta cuando la recibía por el culo. Y se lo había dicho ya muchas veces a Frank; y estaba seguro que lo seguiría haciendo.

Los empujes de las caderas de Frank eran duros y profundos, cada vez que golpeaba el fondo en Gerard lo dejaba sin aliento y él gruñía desesperado por la sensación que lo tenía atrapado. Gerard era estrecho y cálido; y en verdad tenía los gemidos más angelicales. Estaba seguro que nadie se atrevería a cuestionar nunca que Gee podía fingir un orgasmo como en esa tonta película que estaban viendo.

Los golpes de la polla de Frank tocaron ese punto mágico dentro de Gee, sentía que su pierna que estaba en el aire estaba entumecida y Frank lo notó así que lo ayudó, subiéndola en su hombro y tomando para apoyarse de ella y tener más fuerza para embestir mejor. Gerard agarró el brazo de Frank con fuerza mientras su culo, sus piernas, su polla y todo en él se contraían. La mano de Frank que lo masturbaba no se había detenido ni un momento y eso sumado a los constantes golpes en su próstata lo enviaron al borde por segunda vez.

Las gotas de semen se regaron espesas en la mano de Frank mientras daba sus últimos empujes, pues el sentir las contracciones de Gerard aceleraron su propio orgasmo.

—Santa mierda, Frankie... ¡Ah! —gimió Gerard cansado y mareado, dos orgasmos seguidos eran un buen record.

—Sabes tan dulce, gatito —gruñó Frank lamiendo el semen de su mano, sintiendo como las últimas gotas de su liberación terminaban de llenar  a Gee.

Gerard no dijo nada, solo sonrió y se relajó sobre el sillón, estaba todo sudado y lleno de su propio semen y el de Frank. Respiraba pesadamente con la boca abierta y jadeó cuando Frank salió de él y lo dejó abierto y vacío. Sentía que su cuerpo estaba más despierto que nunca pues sentía el latir de su corazón por cada parte suya, sentía como se contraia su agujero para no dejar que el líquido de Frank se escurriera fuera y sentia tambien como su polla tenai pequeños espasmos; sonrió complacido con todo aquello.

No obstante la sonrisa desapareció de sus labios al sentir el movimiento de Frank contra su cuerpo. El rubio había tomado sus piernas y lo había girado de perfil casi al borde del sillón, Gerard abrió sus ojos alarmado y le buscó el rostro a Frank.

—¿Qué? —le preguntó a Frank al notar que se había acomodado detrás de él.

—¿Qué? —respondió distraído mientras le tomaba la pierna derecha y se la alzaba en el aire.

—¿Qué haces, cariño?

—Acomodándote mejor para continuar.

—Pero...

—¿Cuál es tu color? —preguntó de pronto y Gerard se echó hacia atrás para verle bien la cara. Frank aprovechó para cerrar la distancia y besarlo con pasión, su lengua cálida acarició la lengua de Gerard y la succiono un poco mientras sus dedos continuaban su labor abriéndose camino en el agujero de Gee.

—Mhjmmm... —gimió mientras los dígitos rozaban por encima—. Verde... —susurró contra los labios de Frank.

—Perfecto, bebé. Quiero que hagas lo que yo te diga, ¿de acuerdo?

Gerard asintió extasiado , los labios de Frank eran una tortura en ese momento por que estaban a pocos centímetros de distancia, podía sentir su aliento dulce y su respiración.

—Quiero que tus dedos índice y medio jueguen con tu agujero...

—Okay —suspiró y se mordió los labios.

La cámara que estaba en la esquina estaba captando perfectamente la forma en que los dedos de Gerard entraban en su agujero mientras los de Frank estaban quietos pero muy cerca de la zona.

—Eso es, mételos y sacalos muy despacio —susurró, su voz tan calmada. Era como la flauta de un encantador, pues Gerard solo podía pensar en obedecerlo—. ¿Sientes como todo está muy húmedo?

—Sii...

—Mi semen te cubrió tan bien, tan mojado y listo para ser follado por mis dedos ahora... solo que quiero que me ayudes a hacerlo.

Gerard sintió un escalofrío profundo recorrer su cuerpo cuando un dedo de Frank se unió a los suyos y entró en su agujero, se sentía un poco extraño pero no desagradable. El arrastre del dedo de Frank era gentil y mucho mejor que el de los suyos.

—Mhjm... se siente tan bien, Frankie...

—¿Quieres otro? ¿Puedes tomarlo? —preguntó después de besar su mejilla.

—S-si...

Ambos sacaron sus dedos hasta la punta para que Frank pudiese acomodar su dedo anular. Ejercieron un poco de presión hasta que Gerard los tuvo los cuatro adentro, gimió con la boca abierta y sintió como su polla estaba dura de nuevo, trató de tomarse pero la cabeza estaba tan sensible que prefirió dejarse así y aguantarse hasta que pudiera correrse, además no se sentía capaz de aguantar mucho.

—Piensa que es mi polla la que te está follando pero tú eres el que me guía...

—Quiero que me des más duro —pidió ido por el placer que se apoderaba cada vez más de él, esta vez más rápido que las anteriores—. ¡Aaah!

—Justo así, ¿eh? —se burló Frank al ver cómo Gerard abría los ojos al igual que la boca, como pez fuera del agua, y murmuraba más cosas sin sentido.

—Sigue, por f-favor... ¡Mhjm!

La mano de Frank se movía a una velocidad impresionante, de la misma manera que sus dedos y contagiaba a Gerard marcando el ritmo. Entraban y salían sin para y sin bajar el ritmo ni un momento, hasta que Gerard tocó nuevamente su punto dulce y dirigió sus caricias a ese lugar nada más, dejándose guiar por Frank.

Fueron los minutos más intensos de su vida, tuvo que sostenerse con su mano libre del sofá y continuar moviéndose mientras el remolino ya tan conocido para él se formaba en su vientre bajo. Sentía las gotas de pre semen resbalar por la punta y acabar en alguna parte del sillón, agradecía mucho que estos tuvieran protectores ya que de lo contrario tendrían unas muy bonitas manchas decorando.

—¡Aaaah! ¡Fraaannk! ¡Sii! ¡Aaaah! —gritó y todo su cuerpo se tensó de nuevo, sus pies u espalda estaban encorvados en una terrible posición mientras su polla escupía una menor cantidad de semen por tercera vez.

La pierna que tenía alzada le temblaba de manera terrible y sentía que la cadera le dolía como la mierda pero no se arrepentía en lo más mínimo. Él deslizó primero sus dedos seguido de los de Frank y suspiró totalmente deshecho cuando su cuerpo colapsó al fin, satisfecho como nunca.

Habían sido tres orgasmos gloriosos, llenos de gemidos desfrenados y sin ninguna pizca de fingidez. Gerard esperaba esperaba algún día aquella mujer lo viera y aprendiera lo que era subir en verdad en la montaña rusa del placer.

—¿Cuarta ronda? —preguntó Frank por molestar y depositó un par de besos en su cuello. Estaba muy orgulloso de su chico.

—Por hoy es suficiente, mi amor —dijo con sus ojos cerrados—. Me siento deshidratado y sucio.

—Bueno... yo también puedo arreglar eso. Después de haber sido tan bueno mereces ser recompensado.

—Eres lo mejor de mi vida.

—¿Baño de espumas y siesta por la tarde?

—Solo si tomas el baño conmigo y me abrazas mientras duermo.

—Para mi sería todo un placer —respondió Frank dejando un beso en la comisura de los labios ajenos.

El rubio se levantó con cuidado y después de mostrar su desnudez ante la cámara finalizó el video. Dejó todo hecho un desastre por el momento y se encargó de tomar a Gerard entre sus brazos para llevarlo a la tina.

No había nada como tener el equilibrio que habían conseguido formar en su nuevo estilo de vida.

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