Ese día que los chicos se encontraron con Meg, ella rápidamente se acercó a ellos preguntando que hacían ahí sin dejar de bromear sobre ellos, ya saben insinuando que ya son novios. Llegaron a un acuerdo que era no decir nada, seguir como si nadie hubiera hecho nada malo y continuar con su día.

Comieron un poco antes de que Jacob la llevara a su casa y trataron de no pensar en Meg que estaba sentada en la mesa de atrás haciéndoles carrilla sobre ser novios.

Ese día fue increíble para ambos, se gustaban y lo sabían pero ninguno se atrevía a dar otro paso, ni siquiera un beso, lo más cercano a ello fue el día en que Jacob movió sin querer la cabeza pero ni siquiera chocaron sus labios.

Seguían viéndose de vez en cuando, en la biblioteca, donde los habían echado pues Jacob no se callaba, en sus casas, en la escuela, a veces se veían para tratar de hacer la tarea.

Se hacían compañía mutuamente, una compañía que ambos disfrutaban y era todo lo contrario a tediosa.

Tener la presencia de Jacob la calmaba, la hacía sentir bien y segura.

Continuaban enviandose mensajes, a veces mencionando al otro Jacob que ni siquiera existía, o bueno, en realidad era Jacob, algo confuso pero igual entienden.

Pero saben que ponía demasiado nerviosa a ella, que Jacob y sus padres habían decidido tener una cena, y no cualquier cena, querían conocerla a ella.

Jacob también estaba nervioso, una cena con sus padres, no podría salir tan mal ¿o si?, trató de decirles a sus padres que no era el momento, que aún no eran novios, pero sus padres solamente querían conocerla. Algo extraño para Jacob ya que nunca se habían comportado así. Después de lo sucedido con el abuelo y el testamento ellos habían cambiado.

Cuando Jacob se lo había mencionado ella se puso completamente nerviosa y él lo había notado, quizo tratar de relajarla pero ambos sabían que no se le quitarían los nervios incluso después de la cena, la cual sería en dos días.