Market.

“A veces uno debe saldar cuentas para obtener mejores beneficios, en si para uno mismo”.

Luces que brillaban entre tanta oscuridad, aquella pasarela donde el observaba con atención a su próxima víctima.

El viejo recuerdo de viajes inolvidables, algo insólito pero soportable hasta que la negrura del bosque inundó tu alimento generando que el iris brillante de tus ojos dejara atónitos a los presentes.

Él estaba en tus ojos.

Observando como aquella tela que cubría tu desnudez fue la causante de tal acoso fue tu primera impresión cubrirte o intentar el poder quitarle de un manotazo aquel agarre que por alguna razón no deseabas apartar.

──Eres hermosa, ¿Te lo han dicho?

Sus labios gélidos, tez sumamente clara mientras que se mostraba tranquilo sin intimidar el interés que obtendría como ganancia de tu pequeña ofrenda hacia el. No era el indicado. Pero, ¿Qué importaba si solo la utilizaban como objeto sexual? ¿A quién le iba a importar? A nadie, era muy obvio.

──¡Aléjate! ── un grito ahogado de aquellos labios resistentes a cualquier onda de calor fueron los primeros que cayeron durante la pelea que obtenían de los contrarios.

No esperaba tal acto, deseando un poco más hasta sentirse abrumada entre tantas caricias dulces pero ariscas, besos sordos pero que anhelaba el contacto de su piel con el contrario, algo alocado pero tan adictivo.

──Tenlo por seguro, Amélie ── un susurro de aquel hombre impotente resonó en su oído izquierdo ──Te haré mía como no tienes idea, solo espero que seas capaz de aguantar ── Respondió con alegría el consejero del dios Infernal.

La hija del dios del sol tragó con desesperación, sabía muy bien algo, si su padre ──Helios── se enteraba de esto, la ira que desataría sería fatal.

──Thanatos ── Susurró la joven mientras observaba con atención los orbes ajenos, sus pupilas dilatas y un hombre lleno de poder le estaba a punto de quitar algo importante en su vida.

──Princesa del Sol ── Murmuró mientras besaba su frente colocándose a lo mejor en alguna especie de posición incómoda para ella ──Esto va en tu honor, ¿Ya no lo recuerdas a caso?

──Se gentil ── espeto ella.

──Lo lamento, eso no lograré cumplirlo ── se acercó hasta el inicio de sus senos para poder besarlos con lujuria observándole a los ojos.

El miedo se apoderaba de ella, pero sin embargo asustada de lo que pudiera pasar se atrevió a ver al lobo, desafiando con su mirada al depredador que solo río mostrándote con un ligero toque la realidad misma.

─Princesa, hoy serás mía.

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