O7
Ya había pasado una semana desde que Wooyoung renunció. Ambos seguían tristes, claro, pero ya comenzaban a acostumbrarse un poco a la situación. De todas formas, no había otra cosa que pudiesen hacer.
San había llegado hace pocos minutos al instituto cuando, sentado en su asiento, sintió su teléfono vibrando. Dudó un poco de verlo. No estaba seguro de qué tan dispuesto a hablar estaba, en el caso de que fuese un mensaje. Aún así, terminó viendo su teléfono.
Se llevó una pequeña sorpresa. Pensó que podrían haber sido Mingi o Jongho, pero en vez de eso le salía una notificación de mensajes de un número desconocido. Incluso se asustó un poco al principio, hasta que vio más mensajes de los que le habían llegado. Era Wooyoung. No pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa.
Estuvo mirando unos pocos segundos más la notificación hasta que desbloqueó su teléfono y fue al chat.
Ambos hablaron por mensaje un buen rato. Básicamente todo lo que se decían era lo mucho que se extrañaban junto con algunas otras cosas.
Acabaron de hablar cuando Wooyoung le dijo a San que sus clases ya iban a comenzar. Luego San guardó el número del menor y poco después, escuchó el sonido del timbre y guardó su teléfono.
San estuvo toda la primera hora de clases pensando en esa pequeña conversación que sostuvo con Wooyoung. No estaba muy seguro de si estaba feliz por saber que mantendrían el contacto o si seguía algo decaído al saber que ese contacto no podría ir más allá de mensajes, al menos por un buen tiempo. Intentó elevarse el ánimo pensando en que de cualquier forma lo volvería a ver, ya sea pronto o no.
Al acabar esa primera hora de clases, comenzó el primer receso, en el que estuvo con Hongjoong, Yeosang y Seonghwa, como siempre.
En un momento sintió que su teléfono vibró. Pensando que podría ser Wooyoung, no dudó en revisarlo, y, efectivamente, le había llegado un mensaje de él. No demoró en abrir la conversación y responder el mensaje.
Como estaba con sus otros tres amigos, intentaba prestarle atención tanto a la conversación que ellos estaban teniendo como a la que él tenía con el menor. De todas formas, inconscientemente, le prestó más atención a la conversación con el menor. Para su suerte sus otros tres amigos no lo notaron y no le preguntaron nada.
En el fin del receso acabó su conversación y San volvió al salón con una sonrisa casi invisible de la que no estaba al tanto.
Sonrisa que se hacía ligeramente más grande a medida que pasaban más recesos en los que hablaba por mensaje con Wooyoung sin ser descubierto por ninguno de sus otros tres amigos con los que se juntaba esos minutos sin clase.
Al llegar la hora de almuerzo, San no pudo hablar con Wooyoung porque sus tiempos libres no coincidieron para ese momento.
Estando sentado en una mesa del comedor del instituto, junto con el resto, comenzó a pensar en que podría contarles lo que pasó con Wooyoung, así no se quedaban con la duda de lo que pudo haber pasado para que su estado de ánimo no fuese de los mejores esos últimos días. Aunque no sólo eso. Quería aprovechar de contarles lo que pasó con su familia. Hace ya algún tiempo que tenía pensado hacerlo, pero no sabía cómo o cuándo, y creía que ese era un buen momento, porque con ellos sabiendo eso, podría hablar de lo de Wooyoung con más detalles en relación a qué tanto le afectó.
Esperó a que todos acabaran de almorzar para hablar de todo con más comodidad, en otro lugar. Quedaban unos cuarenta minutos para la siguiente clase, tiempo suficiente para lo que quería hacer. Pero sólo si inicaba pronto.
Muy poco después de salir del comedor, San le pidió al resto ir a un lugar algo escondido del patio para hablar de algo. Todos se veían algo confundidos, pero no hicieron preguntas y sólo fueron al lugar que había mencionado San.
—... Entonces...—dijo Seonghwa una vez estaban en el lugar—. ¿De qué querías hablar?
—Bueno... Quería hablarles de lo que me ha tenido triste estos días... Aunque debo contarles de otra cosa primero para hablar de eso con más detalles...
—Oh... En ese caso, te escuchamos.
Seonghwa, Hongjoong y Yeosang miraron atentos a San, esperando a que comenzara a hablar, cosa que hizo pocos segundos después de lo que el mayor dijo.
Inició hablando lo que ocurrió en su familia con la estafa y todos los cambios que eso provocó en su vida. Luego de hablarles sobre los cuatro trabajos que le ocupaban toda la semana, comenzó a hablar sobre todo lo que pasó con Wooyoung, desde que lo conoció hasta el momento en el que supo que lo dejaría de ver como antes y lo mucho que eso le afectó. Acabó diciendo que estaban manteniendo el contacto de todas formas.
Los tres de sus amigos expresaban una clara sorpresa, junto con preocupación. Ninguno era capaz de decir una sola palabra de lo inesperada que fue toda la información.
—Sé que no hay mucho que puedan decir, así que no es necesario que digan algo —dijo San rompiendo el pequeño silencio que se formó.
—... Oye, pero...—dijo Yeosang—. Hablando de la estafa; si saben que fue eso, ¿no hicieron nada en contra de quienes estafaron a tus padres?
—Mis papás lo intentaron, pero no sirvió. No tengo información muy detallada, pero quienes hicieron la estafa, la hicieron de tal forma que no pudiese haber nada en su contra, y sólo nos quedó aceptarlo.
—... Qué asco de gente...—dijo Hongjoong.
—Bastante, sí.
—¿Hay algo que podamos hacer para ayudar? —preguntó el mayor.
San sonrió ligeramente ante la pregunta—... No lo creo... Pero gracias, de todas formas.
—... Hey...—dijo Hongjoong—. ¿Qué tal si vamos todos hoy a la cafetería en la que trabaja San? Siempre y cuando no sea un problema, claro...
La pequeña sonrisa de San se amplió—. Claro que no es problema, pueden venir si quieren.
—¡Genial! Todos pueden, ¿no?
—Yo sí —dijo Yeosang.
—Yo también —le siguió Seonghwa.
Luego de eso, los cuatro continuaron hablando durante los pocos minutos que quedaban antes de la última hora de clases.
Al acabar el día en el instituto, San fue hacia la cafetería, como siempre, pero esta vez acompañado de sus tres amigos.
Ellos estuvieron acompañando a San durante todo su turno, intentando hablarle cada vez que podían sobre cualquier cosa que pudiese desviarlo aunque sea un poco de los temas que ahora sabían que además de pensarlos seguido, le bajaban el ánimo. Cosa que sirvió un poco. Claramente San se dio cuenta de las intenciones de sus amigos desde el primer momento, y no dudó en agradecerles antes de que se fueran cuando su turno acabó. Luego de eso, fue hacia su último trabajo del día, con un poco más de ánimo que los días anteriores, al recordar todo lo que había pasado ese día.
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