15

     Ya había comenzado la semana siguiente. San iba en camino al departamento de Wooyoung para pasar el rato. Habría ido el día anterior, pero quería dejarlo descansar después de tantas cosas que había hecho en tan poco tiempo.
     Una vez en frente de su puerta, tocó el timbre y no esperó mucho a que el menor la abriera. Ambos mostraron una sonrisa inmediatamente después de verse. San entró poco después.
     Luego de saludarse, ambos fueron a sentarse al sillón de la sala de estar.

     En ese sillón, ambos comenzaron a hablar de varias cosas. Nada muy relevante, pero todos los segundos que se pasaban hablando eran de lo mejor para ambos. Hacía muy poco que se les hizo posible verse tan seguido otra vez, y ninguno podía creerlo por completo aún.

     —Oh, oye, estaba pensando en algo —dijo San en un momento con una ligera sonrisa.

     —¿Qué cosa?

     —¿Qué te parece ir el fin de semana a mi casa? Así además conoces a mis papás.

     Wooyoung se quedó mirando a San por unos segundos, algo sorprendido, antes de responder. No se esperaba una propuesta como esa.

     —¿De...? ¿De verdad?

     —¡Claro! ¿Por qué te lo habría dicho si no?

     —... No lo sé... No se me había ocurrido algo así.

     —Y ¿entonces?

     —Uh... sí, si, claro.

     —¡Genial! Les he hablado mucho de ti y hace tiempo que te quieren conocer. Se van a alegrar cuando les diga.

     —Oh, ¿de verdad?... Qué bueno...

     Wooyoung por alguna razón se había puesto algo nervioso con la idea de conocer a los padres de San. Mucho más de lo que esperaría. Tal como le dijo al mayor, no se le había ocurrido hacer una cosa como esa y, por lo tanto, no se había dado el tiempo de pensar en esa situación. Ahora que lo estaba haciendo, cada vez era más la preocupación que tenía por lo que pudiese pasar.
     Intentó ignorarlo y seguir con la conversación con San, esperando que él no se diera cuenta de sus repentinos nervios.

     —... ¿Pasa algo?

     Pero, como se lo esperaba, lo notó en un instante.

     —No, nada...

     San sonrió levemente y se quedó callado por unos segundos antes de decir algo.

     —No son malas personas ni nada de eso, si eso es lo que te pone así.

     —No, no es eso...

     —¿Qué es, entonces? —la sonrisa de San aumentó ligeramente.

     En ese momento Wooyoung estaba algo más confundido. Cuando le dijo a San que no era eso lo que le preocupaba, era porque realmente no era eso. Al menos no lo sentía así. Pero tampoco sabía bien qué era lo que lo tenía así.
     Pero lo que menos sabía, y lo que más le gustaría saber, era una forma de contestar que lo sacara de esa situación.

    —Nada, no es nada, en serio...

     —... Bien...—continuaba con una pequeña sonrisa—. Cuando quieras decirme me dices, entonces —le dijo con tono juguetón.

     —¡San!

     Rió un poco—. Está bien, está bien. Cambiemos el tema.

     Incluso luego de que cambiaron el tema de la conversación, Wooyoung no podía dejar de pensar en lo que ya sabía que lo dejaría nervioso toda la semana. Sabía también que San estaba al tanto de eso. La expresión con la que lo miraba todo el rato le decía todo. Y eso lo hacía aún peor. De todas formas estuvo agradecido de que San no volviera a meter el tema.

     Cuando se fue, Wooyoung no tardó en recordar un pensamiento que tuvo hace un buen tiempo. Hizo lo posible, eso sí, por volver a ignorarlo. No quería estar acomplejado por otra cosa más.

- ✧ -

     Decir que la semana de Wooyoung fue como cualquiera sería una gran, gran mentira.
     No había segundo en el que no pensara en el fin de semana. Lo único que lo desvío del tema fue la respuesta que recibió por su postulación a la cafetería, la cual supo que fue aceptada el miércoles. Pero eso lo logró desconcentrar con suerte por una hora. Luego, todos los nervios que todavía no se explica por el fin de semana volvieron.

     Y para qué hablar del momento en el que estaba a punto de tocar el timbre.

     Estuvo quizás unos cinco minutos parado en frente de la puerta sin poder atreverse a tocar el timbre, hasta que un impulso le llegó de un momento a otro, haciendo que pudiera finalmente anunciar su llegada.
     Al segundo después, sintió cómo su corazón comenzó a acelerarse, aún más que antes.
     Cuando vio que la puerta se abría, no se desmayó de milagro. Pero, para su suerte, fue San quien lo recibió con una gran sonrisa. Wooyoung hizo su mejor esfuerzo para ocultar su nerviosismo e imitar el gesto de San, aún cuando sabía que el mayor se daría cuenta de todo. Sólo esperaba que no dijera nada.
     San le hizo espacio a Wooyoung para que pasara, cosa que hizo poco después.

     —Mis papás salieron a comprar hace un rato —dijo San luego de cerrar la puerta—. Hace unos minutos me llamaron para decirme que venían llegando, eso sí.

     —Oh... Está bien.

     Vio cómo a San se le hacía un poco más notoria su sonrisa.
     Se dio cuenta.
     Tampoco es que Wooyoung haya pensado que no pasaría, pero cierta esperanza tenía.

     —... Oye, tranquilo, ¿sí? —San sonrió.

     —Estoy tranquilo...

     —Ahá... Bueno, mientras esperamos podría enseñarte un poco de la casa.

     —Está bien.

     San no demoró mucho en enseñarle la casa a Wooyoung. No era tan grande, así que fueron pocos los minutos usados para eso. Poco después, se escuchó cómo la puerta comenzaba a abrirse.
     Wooyoung casi da un pequeño salto, pero casi ni se notó, para su suerte.
     En ese momento San y Wooyoung estaban sentados en un sillón de la sala de estar. Al escuchar la puerta abriéndose, ambos se pararon y fueron hacia esta.

     —¡Hola! —dijo San alegremente una vez vio a sus padres entrar. Ellos llevaban algunas bolsas en las manos. Su padre poco después respondió con lo mismo poco antes de cerrar la puerta.

     Wooyoung quería saludar, o hacer algo, pero lo único que le salía era estar ahí parado, a penas moviendo sus ojos.

     —Oh, tú debes ser Wooyoung —dijo la madre de San con una sonrisa.

     —Uh, sí... Buenos días —dijo el mencionado con una sonrisa tímida.

     A ese punto San estaba a punto de gritar de lo adorable que encontraba a Wooyoung.

     Poco después de saludarse todos, San fue a ayudar a sus padres con las bolsas. Wooyoung también se ofreció, pero le dijeron que no era necesario.

     Los padres de San fueron a la cocina a ordenar todo y también a preparar el almuerzo. Le dijeron a San que con Wooyoung podían hacer lo que quisieran en la espera. Luego de eso, ambos se fueron a la habitación de San.

     —... ¿Estás algo menos nervioso ahora? —San preguntó sonriendo una vez ya estaban dentro.

     —¡No lo estaba!

     San rió un poco—. Bien, bien, lo siento...

     Hubo unos segundos de silencio. San estaba mirando con una sonrisa inborrable a Wooyoung, quien estaba con la mirada un poco baja.
     En ese momento, San ya no se podía aguantar más.
     Sin decir nada, sólo se acercó a Wooyoung para darle un abrazo. Claramente, dejando al menor algo confundido.

     —... ¿Y esto por qué? —rió un poco.

     —¿Por qué no?

     Wooyoung sólo soltó una pequeña risa antes de aceptar el abrazo. Aún seguía algo confundido, pero no por eso iba a desaprovechar un abrazo de San.
     Poco después dejaron de abrazarse y comenzaron a hablar de varias cosas, como siempre.
     El tiempo se les pasó muy rápido, haciendo parecer que luego de sólo un par de frases, ya debían ir al primer piso a almorzar.

     Una vez abajo, ambos se sentaron al lado, y al frente de ellos estaban los padres de San.
     Al inicio, como Wooyoung se lo esperaba, los padres de San le hablaban bastante y le hacían varias preguntas. En un principio, él seguía contestanto con un tono algo tímido, pero cada vez era menos.
     Aparecieron muchos temas de conversación con todas esas preguntas. Wooyoung cada vez sentía el ambiente más agradable.
     Aunque en un momento, hablando de la cafetería en la que San, y ahora, nuevamente, Wooyoung, trabajaban, salió una pregunta que Wooyoung no se esperaba.

     —Pero habías renunciado hace un tiempo, ¿no? —dijo la madre de San—. ¿Por qué fue eso?

     Wooyoung no sabía muy bien qué responder. No estaba muy seguro de si hablar de todo en ese momento o inventarse algo.

     —Uh...—dijo para hacerse un poco de tiempo para pensar.

     San inmediatamente notó su incomodidad, e intentó hacer algo sin pensarlo dos veces.

     —Es una larga historia —dijo—, nada muy importante. Lo que importa ahora es que va a volver, ¿no? —dijo lo último mirando al menor con una leve sonrisa.

     —... Sí...—sonrió un poco también.

     Los padres de San no insistieron en saber más, y la conversación siguió sin ningún otro inconveniente.

     El almuerzo duró bastante rato. Todos la estaban pasando bastante bien, y se sorprendieron bastante al ver que ya eran las seis de la tarde.

     Poco después de que se hayan dado cuenta de eso, Wooyoung pensó que sería mejor irse. Antes de hacerlo, eso sí, los padres de San le dijeron que podía volver cuando quisiera, y que ni siquiera necesitaba avisar que venía. Wooyoung claramente agradeció, y cuando estaba por irse, San lo acompañó a la puerta para despedirse.

     —Y bueno —dijo el mayor, sonriendo—. ¿Qué tal todo?

     —La pasé muy bien —le sonrió de vuelta —, gracias por todo.

     —No agradezcas, fue genial finalmente tenerte aquí.

     Wooyoung respondió aumentando su sonrisa.

     —Bueno, te dejo ir... Hasta el lunes —sonrió más.

     La sonrisa de Wooyoung también se hizo más grande—. Hasta el lunes.

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