12 - Hacer Daño
"We were never anything,
but there was always something"
—No hablaré contigo, sapo. —se quejó la pelimiel al escuchar a su hermano.
—Por favor Maddy. Es algo demasiado serio. —suplicó Ben, yendo detrás de ella.
—Habla ahora. —se cruzó de brazos mirándolo mal.
—Entiendo que estás algo molesta por lo que sucedió el jueves. De verdad lo entiendo. Es solo que... tenías razón. —ella enarcó una ceja al escucharlo.
—Yo siempre tengo razón, —canturreó— pero ¿específicamente en que la tenía?
—Sobre lo de Mal. Ella me hechizó. —los ojos de la princesa se abrieron como plato sorprendida.
—¡Lo sabía! —gritó después— Sabía que esa bruja te había hechizado. —sonrió victoriosa. —Espera, ¿cómo lo sabes?
—Hoy en el lago encantado mientras nadaba, me apreció su hechizo en el agua... —movió sus manos nervioso. —No entendía que hacía ahí, creo que al nadar en el lago el hechizo se rompió. Y por un momento... pensé que estaba ahí con Allison, pero luego recordé que le pedí una cita a Mal. Y luego como le declaré mi amor ridículo frente a toda la preparatoria. Frente a Allison.
Ambos guardaron silencio tras la confesión.
—Debo hablar con Allison, ella... —su hermana lo interrumpió antes de que siguiera.
—Ben. —negó— Allison te amaba. Pero jamás te dijo nada, porque tenía miedo de arruinar su amistad.
—¿Qué? —apenas logró decir el heredero.
—Le rompiste el corazón el día del partido, cuando confesaste tu falso amor a Mal. —el ojiverde negó sin creer lo que escuchaba. —Cuando dijiste que la amabas... Liam estuvo con ella. —el príncipe frunció el ceño.
—Necesito hablar con ella. —habló decidido.
—No. No lo harás. No dejaré que le hagas daño de nuevo, no ahora Ben. Ella parece estar feliz con Liam, y si le dices que todo fue falso la meterás en un huracán del que dudo que pueda salir. No le rompas el corazón de nuevo. Liam le ayudó bastante aunque no lo quieras aceptar.
—¿¡Ahora sale con el hijo de una villana!? —preguntó sin creerlo.
—¡No! Pero parecen gustarse, tú empezaste a salir con Mal, y ella decidió seguir adelante. —se acercó un poco más al pelimiel.— Por más que haya pasado toda la vida queriendo verlos juntos, no es el momento, y tal vez... tampoco la vida.
{...}
La rubia se encontraba en la cocina preparando pastelillos, ella aún seguía pensando en la confesión de su mejor amiga, aunque ya no quería hacerlo, porque sabía qué pensar en ello, le hacía daño.
Por más que dijera que estaba enamorada de Ben, tal vez no lo estaba, y solo fue amor de cuando ambos eran niños y fingían ser novios. Si, se ponía nerviosa cuando él la observaba por minutos, cuando la escuchaba leer algo para el, o incluso cuando ambos tocaban el piano. Eran momentos que sabía que guardaría en su corazón por siempre, y jamás los olvidaría.
Pero luego estaba Liam, el tipo de amor que le tenía a él era distinto, sentía las típicas mariposas en el estómago cuando lo veía o sonreía como una tonta con solo pensar en él, sus manos sudaban cuando lo tenía frente a ella, y amaba los abrazos que este le brindaba, le encantaba sentir sus fuertes brazos rodearla como un koala o incluso solo caminar con él sin decir algo. Todo de él villano le gustaba.
—Le faltan chispas de chocolate. —comentó el gato observando sonriente a su dueña.
—Pero casi le echo toda la olla. —miró extrañada la masa.
Por el pasillo pasaba una linda joven, que al escuchar la voz de la rubia, no tardó en buscarla y ponerse nerviosa. Esta se asomó por algunas puertas de salones, hasta que por fin logró divisar a la chica De Crims meneando alguna mezcla en la cocina.
Aclaró su garganta y acomodó su cabello antes de abrir la puerta y encontrarse con ella.
—¡Hola! —saludó sonriente la peliazul cerrando la puerta detrás de ella.
—¡Evie! ¡Hola! Me da mucho gusto verte. —respondió sincera mientras ambas se acercaban para darse un corto abrazo.
—¿Qué hacía, princesa? —preguntó viendo las tres mezclas que había en la mesa para luego regresar su mirada a la ojiazul.
—Estaba haciendo galletas y pastelillos, pero ya casi se acaban las chispas de chocolate. —frunció el ceño al ver la olla donde se encontraban estas algo vacía.
—¿Solo la usó para las galletas o para algo más? —preguntó intentado tener alguna idea de cómo se habían acabado tan rápido.
—Yo... no lo sé... estaba segura que cuando empecé la olla estaba arriba de la mitad. —se recargó un poco en la barra.
—La olla está casi vacía porque te comiste la chispas, Allison. —apareció el gato frente a ambas.
—¿Yo? —no lo creía, pues no lo recordaba.
—Las comes cuando estás ansiosa, y tú hoy estás que te comes las uñas. —Cheeshire negó con una sonrisa.
—Disculpe la pregunta princesa, pero ¿se encuentra bien? ¿Por qué está ansiosa? —preguntó preocupada la ojimiel.
—Háblame de "tú" Evie. Somos iguales, recuérdalo. —enarcó una ceja empezando a mezclar la masa de nuevo, eso hizo sonreír a la peliazul. —No es qué esté ansiosa o algo así. Bueno un poco. Lo que sucede es que... no sé controlar mis sentimientos, pensé que me gustaba alguien, pero luego conocí a otra persona. Y siento muchas cosas por ambos, pero todas son diferentes, no sé si ¿tal vez me gusten los dos...?
—Lizzie, si te hubiera gustado el primero, no te habrías enamorado del segundo. —informó algo nerviosa.
El gato y la ojiazul voltearon a ver a la villana algo sorprendidos, casi comprendiéndolo todo. Como si su cabeza hubiera hecho "clic".
—Creo que tienes razón. —sonrió la princesa viendo a su compañera. —Por cierto, me encanta tu vestido, es original. —alagó después de unos segundos.
—¿Esto? —tomó la falda— Yo lo hice. —anunció sonriente. Pues aunque no fuera su prenda favorita, le agradó saber que a la princesa le había gustado.
—¿¡Enserio!? —preguntó sorprendida. —Deberías ser diseñadora de modas, Evie. —agregó sin quitar la sonrisa de su rostro y dejar de verla.
—¿Lo dices de verdad? —balbuceó sin creerlo, pues nunca le habían dicho algo parecido.
—¡Si! Tienes muchísimo talento, y tus prendas son originales. —eso provocó una risa nerviosa en la descendiente.
—Gracias... —murmuró mientras sus mejillas se teñían de color rosa. —También quería agradecerte por lo de hace unos días. Estuviste increíble.
—Oh, ¿te refieres a lo del profesor de química? —esta asintió— No fue nada, el profesor a veces suele ser algo... odioso. —río levemente.
—Oh, y también quería pedirte algo. Solo si tu quieres, claro. —confesó volviéndose a poner nerviosa.
—Claro Evie, dime. —pidió prestándole atención.
—No sé si tal vez... te gustaría que yo... diseñara tu vestido para la coronación. —habló rápidamente, sorprendiendo a su amiga. —Si no quieres está bien, sé qué hay mejores personas para diseñar el atuendo de una princesa y... —esta la interrumpió.
—Me encantaría, Evie Queen. —los ojos la peliazul brillaron y se fue a los brazos de la chica Kingsleigh.
—¡Gracias, Lizzie! ¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias! —se separaron después de unos segundos. —No te arrepentirás, te lo aseguro. —guiñó un ojo para soltar un pequeño gritito emocionada.
—Y si te sientes más cómoda, puedes usar el taller de costura qué hay aquí. —ofreció vaciando la masa de los cupcakes en sus respectivos moldes.
—¿Hay un taller de costura? —soltó sorprendida pero sin quitar su rostro de felicidad.
—¡Claro! Solo que ya casi no se usa, a las princesas de aquí nos les llama la atención hacer atuendos o algo parecido. —siguió ahora poniendo los dos moldes en el horno. —Prefieren que un príncipe les regale uno. —rodó los ojos cerrando la tapa para luego girarse. —Pero tú eres especial y sin duda te gusta lo diferente. Si quieres vamos y te lo muestro. —ofreció.
—Eso me gustaría.
—Vamos entonces. —ambas enroscaron su brazo no sin antes soltar una pequeña risita. Salieron de la cocina caminando por los pasillos vacíos, pues ya pasaban de las seis de la tarde, aunque afuera estaba algo iluminado. —En lo que salen los pastelillos.
Las dos salieron de la escuela caminando por los jardines, el salón quedaba del lado derecho del reino, tal vez te tardabas unos cinco minutos en llegar.
—Bien, aquí es. —anunció abriendo la puerta soltándose del pequeño agarre con la peliazul.
Lo que había adentro dejó a la ojimiel sorprendida, entró al lugar observando todo detalladamente con una gran sonrisa y ojos luminosos.
El lugar era amplio y tenía cuatro maniquíes, además de un grande ventanal que se podía abrir y salir al patio, pues era en la primer planta. Había todo tipo de telas y de distintos colores. Un escritorio grande con una silla que daba vueltas, un estante donde había todo tipo de encajes y pedrería para vestidos. Además de una máquina de cocer blanca a una esquina, y sin olvidar unas cuentas flores que se encontraban en perfecto estado.
—Esto es... increíble. —expresó tocando las telas fascinada.
—Pues es todo tuyo, princesa. —río levemente la rubia viendo a la villana que estaba encantada con las telas. —Puedes cambiar algo si no te gusta, lo que sea. Y traer cosas que te sirvan o algo parecido.
—Gracias, por todo. —pronunció con sinceridad viendo a la rubia.
—No es nada, linda. Para eso estamos las amigas.
—Amigas... claro... —el término no le gustaba mucho a la peliazul, y aunque sabía que sus sentimientos no serían correspondidos, no tenía de otra. —Me alegra que seamos amigas.
—Pues déjame decirte que a mi mucho más. —re recargó en la puerta— Sabes, a Miranda también le encanta todo esto de los diseños y atuendos. Estoy segura que se llevarán muy bien cuando se conozcan.
—Miranda es...
La ojiazul la interrumpió. —Prima de Emma y mía, así es.
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