07 - Nervios

*• Just like the moon,
we go through phases
of emptiness to feel
full again •*

Después de la pequeña charla que tuvieron ambas princesas, siguieron la clase hasta que terminó. Liam se adelantó, pues Jay, le habló y ambos tuvieron que salir.

—Bien, te veo luego, y me dió gusto conocerte más. —sonrío la rubia mientras ambas se detenían el pasillo.

—El placer fue mío, princesa. —reconoció la peliazul, la cual aún miraba a la rubia con ojos de amor. —Yo... bueno, ahora mismo tengo química, pero, ¿te veo luego?

—Claro, te veré luego. —Allison se acercó a la hija de la Reina Malvada dándole un corto abrazo, cosa que para ella, era lo más normal, pues apenas agarraba cariño con alguien, y era lo primero que hacía. —Adiós.

Ambas se despidieron luego con la mano, mientras que una iba al lado izquierdo, la otra iba al lado derecho.

—Hola. —saludó alegremente el príncipe, la rubia miró a su lado para ver quién había llegado a ella.

—Hola, Ben. ¿Qué ocurre? —ambos caminaron juntos por el pasillo al ir a la misma clase.

—Yo... te vi conversando con el hijo de Madre Gothel. —una sonrisa se formó en los labios de la rubia sin saber porqué.

—Oh, si. Liam es agradable, y me ayudó a abrir mi casillero ya que mi candado se atoró. Y teníamos Matemáticas Encantadas, —el de cabellera miel escuchaba atentamente a su amiga mientras seguían caminado por los pasillos. —Así que fuimos juntos a la clase. También conversé con Evie, y de igual manera me agradó, es linda.

—Me alegra que se lleven bien. Es un avance, solo... ten cuidado, ¿si? Recuerda que son hijos de villanos. —Allison ladeó la cabeza, luego miró a su amigo.

—¿Chad y Audrey, son ustedes en el cuerpo de mi mejor amigo? —ambos pararon su caminata. La ojiazul levantó los cabellos de la frente de su amigo para después poner su mano ahí.

—¿Qué haces? —río nervioso.

—Mi mejor amigo no diría eso. Así que supongo que tu novia y tu amigo te metieron ideas en la cabeza.

—No, es solo que, lo pensé bien, y por una parte tienen razón, pero tranquila, no te pido que no hables con ellos o algo por el estilo. Solo cuídate.

{...}

La rubia solía salir a caminar por el grande bosque que había cerca del campo de Turney, caminar la tranquilizaba, y más el hecho de conectar con la naturaleza. Además de que le gustaba hablar sola, o más bien, le encantaba.

—¿Pero yo? ¿Reina del País de Las Maravillas? Eso apenas para Miranda, ella es tan... perfecta, simpática, dulce, y tiene un gran corazón. Lo malo es que ella tampoco quiere lidiar con algo tan grande y tan extraño...

Hablando con ella misma, logró divisar de ente los arbustos, a la hija de la Reina Malvada, y al hijo de Cenicienta, conversando animadamente, al otro lado del campo, cosa que le hizo rodar los ojos. Chad solo se aprovecharía de la peliazul y jugaría con ella, como lo hace con todas las chicas que conoce.

De repente, escuchó un grito de horror, como si esa persona hubiera visto al Bandersnach o al Jabberwocky. Volteó a todos lados buscando de dónde venía el grito, hasta que, a su izquierda, divisó al hijo de Cruella de Vil corriendo en su dirección.

Pasó por su lado y se subió a uno de los tantos árboles que había.

—¿¡Qué haces ahí parada!? ¡Vamos! ¡Sube rápido! —le tendió su mano asustado mientras su respiración era agitada y parecía que caería inconsciente en cualquier momento. —¡Esa bestia te comerá! ¡Ahí viene! —apuntó ahora en una dirección, Allison volteó rápidamente, pensando qué tal vez habría una criatura maligna, pero dejó escapar el aire acumulado al ver a la mascota de Ben y Maddy correr hacia ella.

Puso una mano en su pecho y volteó a ver a Carlos con una cara de, "hazme el favor".

—¿Crees que esto es una bestia? —preguntó con una sonrisa agachándose para acariciar al perrito. —Es solo Chico, no te hará daño. —tomó al pequeño animal en brazos acariciándolo mientras se ponía de pie.

—¡Carlos! —escuchó una voz a lo lejos girándose de nuevo para encontrar a su mejor amigo preocupado.

—¡Ben! ¡Ben, ayúdame! —pidió el villano aún asustado. —¡Quítalo de encima de Allison! ¡Va a comérsela! ¡Y a mi va a perseguirme y a morderme el cuello! Es un animal feroz, rabioso y salvaje.

—Carlos, tranquilo, Chico no nos hará daño. ¿Quién te dijo todas esas cosas? —sonrió la chica Kingsleigh.

—Mi madre. —respondió de manera obvia.

—¿Cruella? —interrogó el príncipe con una mirada divertida.

—Si, ella es experta. Es entrenadora. —mencionó el pelinegro/blanco antes de regresar a ver a la chica. —¿¡Aún lo tienes en los brazos!? ¡Te atacará seguro!

—Carlos, ¿nunca habías visto a un perro, cierto? —preguntó la princesa aún acariciando al animal.

—Claro que no. —respondió el descendiente seguro, ya que en la Isla no había ese tipo de animales, y solo conocía al gato Lucifer, además de él gato que había conocido un día atrás en los pasillos, Cheeshire.

—Chico, te presento a Carlos. —dijo Ben acariciando el mentón del perro. —Carlos, él es Chico... el perro de nuestra familia.

Carlos empezó a tranquilizarse al ver que el animal aún no había atacado. Parecía alguien amigable y sobre todo, tierno. Se bajó del árbol y se acercó lentamente al perro.

—Ahora ya no es un animal feroz, rabioso y salvaje. —Allison se acercó más al hijo de la villana para entregarle con cuidado al cachorro. —Eres un chico bueno...

Chico empezó a lamer el rostro pecoso de Carlos, haciendo que el corazón del peliblanco/negro diera un salto, como si eso que nunca tuvo ahora era parte de él, y sin saberlo, se sintió completo.

—Entendemos que fue duro vivir en la Isla. —comentó Ben.

—Si. —admitió el muchacho. —Las caricias en la barriga no eran habituales. —lo último causó una risa en ambos amigos.

—Está bien. —el heredero dió una palmada en el hombro del descendiente. —Se nota que eres buen corredor. —halagó el príncipe. —Eres rápido, ¿sabes?

Carlos sonrió ante el comentario.

—Les daremos algo de espacio. —le sonrió la princesa al hijo de Cruella De Vil.

—Vayan conociéndose y... ven a buscarme luego. —añadió Ben.

—Nos vemos pronto. —se despidió la ojiazul.

—Hasta luego. —les regalo una sonrisa Carlos a modo de agradecimiento.

Ambos amigos se alejaron de a poco, la rubia les dió una última mirada para seguir caminado.

—Siento que si pueden cambiar. —soltó juntando sus manos algo nerviosa.

—Siento lo mismo. —compartió el ojiverde dándole una sonrisa.

{...}

—¿Por qué no ha llegado? —preguntó el príncipe moviendo impaciéntame su pierna mientras estaba recargado en la barra.

—Apenas han pasado siete minutos princeso, cálmate. ¿Quieres? Allison llegará, tal vez si es un poco impuntual, pero llegará. —rodó los ojos su melliza viendo los ingredientes que tenía enfrente.

Ben ahora mordía una de sus uñas mirando un punto fijo, estaba nervioso.

—Basta. Tú algo tienes y me lo tienes que decir. —se cruzó de brazos la chica mientras se acercaba a su hermano. —Sea lo que sea no diré nada.

—¿Ni a Allison? —la heredera lo miró extrañada pero negó. —¿Promesa? —ella asintió segura. —Creo que... estoy empezando a sentir algo por Allison. —el muchacho habló tan rápido que su hermana casi no le entendió, luego su cabeza hizo un "clic".

La oji verde cubrió su boca sorprendida para no gritar, y las palabras de su mejor amiga vinieron como tornado a su cabeza.

"Ben siempre me verá como su hermana menor y mejor amiga, no como algo más, y eso apesta."

Pero tampoco le diría a su mellizo que su mejor amiga sentía algo por el, no podía, y no debía.

—Ay Dios mío, ¿Dónde quedó el rol de hermano mayor y sobreprotector? —soltó una pequeña risa la princesa. Hasta que la puerta de la cocina se abrió dejando ver a su mejor amiga.

—¡Allison! —exclamaron ambos amigos nerviosos.

—¿Por qué me ven así? Es como si tuvieran al Jabberwocky enfrente. —río nerviosa también.

—Pensamos que tardarías más.

—Solo buscaba brillantina para los cupcakes. —dejó las cosas encima de la mesa mientras los mellizos seguían nerviosos, compartiendo una mirada.

—¡Bien! ¡A trabajar! —dió un aplauso al aire la pelimiel. Haciendo reaccionar a su mellizo.

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