𝐜𝐡𝐚𝐩𝐭𝐞𝐫 𝐭𝐰𝐨

⊹ ‧₊˚ 𝐂𝐡𝐚𝐩𝐭𝐞𝐫 𝐓𝐰𝐨 ⊹ ‧₊˚

𝐚 𝐛𝐚𝐝 𝐬𝐭𝐚𝐫𝐭


El tatami del Sekai Taikai estaba teñido de adrenalina y frustración. Miyagi-Do no había logrado sumar los puntos suficientes en la primera ronda, y la presión se hacía cada vez más evidente. A pesar de sus esfuerzos, sus combates no habían sido perfectos. Alex, en especial, había conseguido varios puntos, pero su pelea contra Zara de Iron Dragons había sido la excepción. La arrogante peleadora había sido un muro difícil de superar.

Ahora, Alex estaba en el suelo, el eco del golpe resonando en sus oídos. Parpadeó, aturdida, y sus ojos recorrieron la arena. Primero, encontró a su padre, Johnny, quien la observaba con el ceño fruncido, su expresión entre preocupada y molesta. Luego, su mirada se dirigió a otro punto.

Wolf.

Él la observaba en silencio, con los brazos cruzados. Su mirada era inescrutable, pero algo en su postura hizo que un escalofrío recorriera la espalda de Alex.

Alrededor, el resto de sus compañeros de Miyagi-Do parecían estar igual de desconcentrados. Algo en su energía no encajaba; los errores se acumulaban y la confianza de la mañana se evaporaba con cada combate perdido.

Más tarde, en el lobby del hotel, el ambiente seguía cargado de tensión. Daniel LaRusso recorrió con la mirada a su equipo, notando la frustración en sus expresiones. Suspiró antes de hablar.

—El evento de esta mañana fue duro, pero no se desanimen. Aún quedan dos eventos más hoy, y las eliminaciones no empiezan hasta el segundo.

Dimitri, con su habitual dramatismo, levantó una mano.

—Si eso no era la ronda de eliminación, ¿qué era? ¿Nos cortarán la cabeza con espadas en la siguiente?

—No seas exagerado —murmuró Hawk, cruzado de brazos.

Daniel ignoró el comentario y prosiguió:

—Sabíamos que esto no sería fácil. Estamos enfrentando a los mejores dojos del mundo.

—Sí —intervino Johnny, cruzándose de brazos—, y mejor empiecen a pelear como tal.

Daniel le lanzó una mirada fulminante.

—¿En serio, Johnny?

—¿Qué? Solo digo la verdad. Si vamos a ganar, tienen que actuar como campeones.

Daniel suspiró con frustración antes de volverse de nuevo hacia los estudiantes.

—Lo mejor que pueden hacer ahora es despejar sus mentes, descansar y dejar esto atrás. No podemos permitir que un mal inicio defina el resto del torneo.

Los chicos asintieron lentamente. Uno a uno, comenzaron a dirigirse a sus habitaciones. Alex se quedó unos segundos más en el lobby, respirando hondo.

—¿Vamos? —preguntó Ivy a su lado.

—Sí.

Sin decir más, ambas se encaminaron hacia su habitación en silencio. Alex tenía muchas cosas en la cabeza, pero una en particular no dejaba de atormentarla.

El pasillo del hotel estaba en silencio, salvo por el eco de los pasos de Alex e Ivy sobre la alfombra. A pesar del cansancio que pesaba en sus músculos, Alex no podía dejar de pensar en lo ocurrido en la arena.

—¿Vas a decir algo o te quedarás con esa cara de funeral toda la noche? —preguntó Ivy, alzando una ceja mientras sacaba la llave de la habitación.

—Solo estoy… procesando —murmuró Alex.

Ivy bufó.

—¿Procesando que Zara te haya ganado unos puntos? No es el fin del mundo.

Alex apretó los labios. No era solo eso. La mirada de su padre, la de Wolf, la energía apagada de sus compañeros… Todo se mezclaba en su cabeza en un torbellino de frustración.

Entraron en la habitación, y Alex se dejó caer en la cama con un suspiro, cubriéndose el rostro con las manos.

—Dime qué pasa —insistió Ivy, sentándose a su lado.

Alex dudó por un momento antes de hablar.

—No es solo Zara. Es todo. Miyagi-Do no peleó bien hoy. Perdimos el ritmo, nos vimos débiles. Johnny tenía razón, si seguimos así, no vamos a llegar lejos.

—Mmm… —Ivy hizo una pausa—. ¿Y eso te molesta porque quieres ganar o porque alguien en particular lo vio?

Alex apartó las manos de su rostro y la fulminó con la mirada.

—¿Qué insinúas?

—Nada, nada —respondió Ivy con una sonrisa ladina—. Solo que te vi muy concentrada en cierta persona mientras estabas en el suelo.

Alex sintió un calor subirle al rostro.

—Eso no significa nada.

—Si tú lo dices…

Rodando los ojos, Alex se levantó de la cama y fue al baño. Se apoyó en el lavabo y se miró en el espejo.

Wolf había estado ahí. Había visto su caída. Y, lo peor, es que ella había buscado su mirada instintivamente.

¿Por qué?

Se obligó a sacudir la cabeza. No tenía tiempo para distracciones.

Alex volvió a salir del baño, tratando de despejar su mente, pero los pensamientos sobre Wolf no se desvanecían. Ivy la observaba desde la cama, todavía con una ligera sonrisa en el rostro, como si supiera exactamente lo que estaba pasando por la cabeza de Alex.

—Te está comiendo por dentro, ¿verdad? —comentó Ivy con tono juguetón.

Alex la miró y frunció el ceño.

—No sé de qué hablas —respondió, aunque su voz no sonó tan convincente.

Ivy se inclinó hacia adelante, dejando que su cabello cayera desordenado sobre su rostro.

—Está bien, no tienes que admitirlo. Pero cuando alguien te importa, es difícil ignorar que te miren, especialmente si esas miradas provienen de alguien como él.

Alex se dejó caer nuevamente sobre la cama, sintiendo el peso de la conversación. Ivy tenía razón en cierto sentido, pero no estaba lista para admitirlo. No podía permitir que nada, ni siquiera las distracciones emocionales, la apartaran de su objetivo.

—Lo único que quiero ahora es ganar. No me importa lo que piense nadie —dijo con una determinación que sonaba algo forzada.

Ivy la observó con una mezcla de simpatía y diversión, pero no dijo nada más. Ambas se quedaron en silencio durante unos minutos, el ruido lejano de la competencia en el hotel flotando en el aire. El ambiente estaba tenso, pero también cargado de una energía que sugería que algo importante estaba por ocurrir.

Finalmente, Ivy rompió el silencio.

—¿Sabes qué? Este torneo no se ganará solo con habilidades. Se trata de la mentalidad. Si no despejas tus pensamientos y te concentras, lo demás será en vano. Así que relájate un poco, Alex. Hay que pensar en grande, no solo en las peleas de hoy.

Alex miró a Ivy, considerando sus palabras. Al final, suspiró.

—Tienes razón. Pero ¿cómo se supone que relaje mi mente cuando todavía estoy pensando en mi caída?

Ivy se encogió de hombros, sonriendo.

—Con algo que te distraiga. Sal a caminar, habla con alguien que no sea yo o ponerte a pensar en algo más. Lo que sea que te haga salir del túnel mental.

Alex se quedó en silencio, considerando las opciones. Ivy tenía razón; necesitaba despejar su cabeza si quería mantenerse en forma para lo que venía.

—Tal vez… Tal vez debería ir a dar una vuelta por el hotel. Hablar con algunos de los chicos de Miyagi-Do. Quizás eso me ayude.

Ivy asintió.

—Eso suena como un buen plan. Pero, por favor, no te pases todo el día pensando en él. Ese chico, Wolf, no es el centro del universo.

Alex sonrió levemente, agradecida por el consejo, aunque no estaba del todo segura de cómo deshacerse de esos pensamientos. Pero decidió que por lo menos intentaría despejarse.

Salió de la habitación de Ivy y comenzó a caminar por el pasillo del hotel. Sus pasos resonaban en el suelo, y aunque estaba cansada, algo en su interior la impulsaba a mantenerse activa. El aire estaba cargado con una mezcla de ansiedad y emoción por lo que quedaba del torneo.

Mientras caminaba, se encontró con algunos de los chicos de Miyagi-Do, incluidos Dimitri y Hawk, quienes charlaban en voz baja sobre las peleas de la mañana.

—¿Cómo estás? —le preguntó Dimitri al verla acercarse.

Alex levantó las cejas, sorprendida por su pregunta. No estaba acostumbrada a que él se mostrara tan preocupado.

—Bien, solo necesito despejar mi cabeza. No es nada que no pueda manejar.

—Eso es lo que siempre dices —comentó Hawk con una sonrisa traviesa, pero su tono era amigable—. Si necesitas algo, sabes dónde encontrarme.

Alex le dedicó una ligera sonrisa antes de continuar su camino. A pesar de las bromas de Hawk, algo en su actitud le transmitió una sensación de camaradería que no había sentido en todo el día.

Se dirigió hacia el patio del hotel, el aire fresco de la noche ayudando a calmar sus pensamientos. El lugar estaba tranquilo, casi vacío, y la vista de las luces distantes de la ciudad le dio una sensación de paz momentánea.

Y entonces, sin quererlo, su mente volvió a él. ¿Qué pensaría de ella? ¿La veía como una amenaza, como una competidora digna de respeto? O tal vez, simplemente la veía como una más en un mar de peleadores.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de unos pasos detrás de ella. Al voltear, vio a Johnny acercándose con su usual actitud relajada.

—¿Todo bien? —le preguntó con un leve tono preocupado.

—Sí, solo pensaba en lo que dijo Daniel —respondió Alex, intentando no sonar tan tensa.

Johnny asintió, echando un vistazo a su alrededor antes de hablar nuevamente.

—Tienes talento, Alex. No te dejes atrapar por lo que pasó. Si te caes, te levantas.

Alex lo miró, agradecida por sus palabras, pero aún no del todo convencida.

—Lo sé. Es solo… que hay algo más en juego aquí. Alex se limitó a decir que, no podía decirle que no quería seguir bajo su sombra.

Johnny la observó en silencio, como si estuviera tratando de entender lo que decía.

—Sí, hay algo más en juego. Y ese algo eres tú, tu mentalidad. Si quieres ganar, tienes que dejar de lado las dudas y seguir adelante. Si no, no llegarás lejos.

Alex asintió lentamente, procesando sus palabras. Sabía que tenía razón, pero eso no hacía que fuera más fácil.

—Gracias, Papá.

Alex asintió lentamente, reconociendo la verdad en sus palabras. Sabía que tenía razón, pero eso no hacía que fuera más fácil. Sin embargo, antes de que pudiera decir algo más, Johnny sonrió de nuevo, cambiando el tono.

—De todos modos, no te preocupes demasiado. Iré al buffet. Te veré allí.

Alex lo miró confundida por un momento.

—¿El buffet? —preguntó, sin estar segura de si debía seguirlo o quedarse sola un rato más.

Johnny asintió con entusiasmo.

—Sí, vamos a comer algo, despejarnos un poco. Y no, no es una opción. Estaré esperando.

Con eso, Johnny le dio un golpe amistoso en el hombro y se dio la vuelta, encaminándose hacia el área del buffet.

Alex se quedó allí, observando su figura alejarse por unos momentos. A pesar de todo lo que estaba pasando, la idea de sentarse a comer con su padre le pareció tentadora. Necesitaba relajarse, aunque fuera solo un rato. Sin embargo, antes de seguirlo, sacó su teléfono móvil y envió un mensaje rápido a Ivy:

"Estoy yendo al buffet. No te quedes sola. Ven conmigo cuando puedas."

El sonido del teléfono vibrando en sus manos fue lo único que la sacó de sus pensamientos. Sabía que Ivy probablemente respondería rápidamente, como siempre lo hacía. En cuanto terminó de enviar el mensaje, se quedó unos momentos más, mirando el teléfono, esperando la respuesta. Cuando vio que su amiga había contestado con un emoticono divertido, sonrió brevemente, aliviada por la ligereza de Ivy.

Finalmente, se encaminó al buffet, sabiendo que aún no podría escapar de las tensiones que se habían generado en el dojo. Pero un respiro era necesario. Cuando llegó al comedor, la escena que se desarrollaba frente a ella la dejó desconcertada.

Johnny estaba de pie, con los brazos cruzados y una expresión de tensión. Wolf, el sensei rival, estaba a su lado, sus gestos indicaban una clara incomodidad. Alex pudo ver cómo la conversación entre ambos parecía subir de tono, lo que la hizo dudar por un momento en si acercarse o no.

Wolf estaba de pie con una postura desafiante, mientras Johnny, aunque parecía tranquilo por fuera, mostraba una ligera rigidez en su cuerpo. La tensión era palpable en el aire, y Alex, instintivamente, se quedó donde estaba, sin querer interferir demasiado.

De repente, alcanzó a escuchar a Wolf decir con tono cortante y casi burlón:

—Por suerte, tu dojo no nos hará perder el tiempo mucho más. Serán eliminados esta noche.

Alex no pudo evitar soltar una risa, aunque fue una risa interna, como si las palabras de Wolf fueran tan absurdas que no podía tomarlas en serio. Le pareció increíble lo estúpido que sonaba, lo mal que había estado interpretado la situación.

¿De verdad creesque vas a ganar solo por decir eso? pensó Alex, con un suspiro, sintiéndose al mismo tiempo irritada.

Este tipo, de verdad... pensó, mientras observaba desde la distancia, tratando de analizar la situación. Solo quiere hacer que su dojo gane, como cualquier otro sensei. ¿Por qué estaba dándole vueltas a las cosas?

Alex no tenía ni idea de cómo había llegado a sentirse tan preocupada por como la miraba. Al final, Wolf no era más que un sensei preocupado por su propio dojo, como todos los demás. No merecía que le prestara tanto interés.

A pesar de su deseo de no involucrarse, su cabeza ya había dado suficiente vuelta al asunto. Sabía que, al final, todo lo que tenía que hacer era concentrarse en lo que estaba bajo su control: su propio dojo, su propia técnica, y lo que podía hacer para mejorar y no quedarse atrás.

Decidió acercarse lentamente, sin hacer ruido. A medida que caminaba, su actitud se tornaba más desafiante, casi como si ya hubiera tomado una decisión interna. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, Johnny se dio cuenta de su presencia.

—¿Vas a quedarte ahí todo el día? —le preguntó con tono relajado, aunque algo más serio de lo habitual.

Alex le dio una sonrisa irónica, apenas capaz de disimular lo que acababa de escuchar.

—Nada, solo pensaba en lo que acabo de escuchar —respondió, mirando a Johnny y luego volviendo su atención a Wolf.

Wolf, al parecer sin preocuparse mucho por la presencia de Alex, continuó con su actitud, mientras Johnny la miraba con una mezcla de curiosidad y algo de preocupación.

—No te preocupes, todo está bajo control —dijo Johnny, como si todo fuera más simple de lo que parecía.

Alex asintió, pero sus ojos brillaron con una intensidad que solo los más cercanos a ella podían reconocer. Sabía que la batalla no estaba perdida, y mucho menos estaba dispuesta a dejarse intimidar por las palabras de Wolf.

Será una noche interesante pensó Alex, con una pequeña sonrisa en los labios.

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