⠀𝟭𝟳. ❛ THE RECEPTIONIST ❜
017. ╱ ᝰ⠀⠀ ❝ el recepcionista. ❞
ANGELINE SINTIÓ UN AMARGO RESENTIMIENTO HACIA MITCH CUANDO, diez minutos después, salió furiosa del cuarto de baño, con la barbilla alta, apagó la luz de la habitación y se tumbó en la cama, subiéndose las finas fundas del edredón hasta la barbilla. Mitch dejó de teclear durante un par de segundos y soltó un resoplido molesto por la nariz ante la repentina oscuridad, pero luego, para disgusto de Angeline, siguió tecleando.
⠀⠀No podía creer que, en ese momento, se hubiera dejado llevar por todo y hubiera acabado de rodillas delante de Mitch Rapp. Si Angeline hubiera podido, habría ido directamente a su teléfono y habría enviado un mensaje de texto a su chat de grupo sobre lo imbécil que era inmediatamente después, pero sus manos permanecían vacías y su cerebro se desviaba del hombre sentado a unos metros de distancia de vuelta a sus amigas.
⠀⠀Echaba de menos a Ciara y a Paige y se preguntaba si ellas también la echarían de menos. Sólo habían pasado unos días, pero se preguntaba si su padre estaba encubriendo su desaparición o si todo el colegio sabía que ya no iba a clase. Pensar en su falta de asistencia casi la hizo encogerse visiblemente contra la almohada aplastada bajo su cabeza. Era casi tan incómoda como el colchón bajo su cuerpo. Prefería dormir en el coche de Mitch.
⠀⠀Angeline se encogió cuando se giró sobre el colchón, oyendo crujir el desvencijado armazón de la cama debajo de ella. Ni siquiera quería que Mitch la mirara ahora mismo... no se lo merecía. Si pudiera no haberle chupado la polla, lo haría.
⠀⠀Ahora se alegraba de que durmiera en el lúgubre sillón. Esperaba que por la mañana le doliera la espalda y tuviera el cuello tan rígido que le crujiera cada vez que se movía.
⠀⠀Por pura mezquindad y amargo resentimiento hacia el hombre que prácticamente la había estado espiando desde septiembre, Angeline extendió la mano por la cama de matrimonio y cogió la almohada destinada a la segunda persona, poniéndola debajo de la suya para que él no tuviera ninguna. No era exactamente la dulce venganza que le gustaría conseguir, pero de momento serviría.
⠀⠀Pasó lo que debió de ser una hora mirando fijamente a la pared antes de que Angeline oyera cerrarse lentamente la tapa del portátil y la escasa luz que salía de su rincón disminuyera rápidamente. Le escuchó arrastrar los pies, mientras su silla se movía hacia atrás al levantarse de nuevo y dirigirse al cuarto de baño. Sólo pasó un par de minutos dentro antes de volver a salir, y Angeline cerró los ojos, a pesar de la oscuridad, con la esperanza de parecer dormida.
⠀⠀—Sé que estás despierta —dijo Mitch con tono inexpresivo mientras se quitaba la camisa y la hacía un ovillo, apoyándola detrás del cuello mientras se sentaba en la silla—. Y lo que ha pasado esta noche ha sido un error. No volverá a ocurrir.
⠀⠀—A mí no me ha pasado nada —dijo Angeline con desinterés.
⠀⠀Mitch permaneció en silencio, supuestamente ignorándola.
⠀⠀—Parecías estar bien por tu cuenta después.
⠀⠀Angeline se dio cuenta de que él debía de haberla oído en el baño, aunque estaba callada. No podía sentirse avergonzada, no cuando, literalmente, acababa de dejar que le escupiera en la boca. No es que fuera a volver a ocurrir.
⠀⠀—Sí, lo mejor de la semana, de hecho —soltó Angeline.
⠀⠀No se intercambiaron más palabras mientras Mitch se movía para ponerse más cómodo en el sillón. Angeline se giró de modo que ya no estaba frente a él, sus ojos se cerraron de golpe mientras todo parecía volver a ella en el silencio de la habitación. Su padre, su hermano...
⠀⠀Unas lágrimas se escaparon silenciosamente de sus ojos y cayeron en cascada sobre la almohada. Angeline no se atrevió a resoplar ni a secárselas, no quería que Mitch se diera cuenta de que por fin lo estaba asimilando todo y aceptando el hecho de que su vida había cambiado literalmente de la noche a la mañana.
⠀⠀Angeline no recordaba haberse dormido, lo único que sabía era que estaba agotada cuando una mano la agarró del brazo y la despertó de un tirón. Durante unos segundos, la chica se sintió desorientada, olvidando dónde estaba y con quién, pero todo volvió a su memoria en cuanto vio a Mitch. Puso los ojos en blanco y se dio la vuelta.
⠀⠀—Angeline —advirtió—, tenemos que salir en quince minutos.
⠀⠀Permaneció allí unos diez segundos. Cuando Angeline volvió a oírle abrir la boca, se quitó las sábanas de encima y se deslizó hacia el otro lado de la cama, sin mirarle siquiera mientras se dirigía al cuarto de baño. Una vez más, olvidó que no había cerradura, pero puso énfasis en cerrarla de todos modos para que Mitch la oyera y no se entrometiera.
⠀⠀Angeline se dio una ducha rápida, sin mojarse el pelo, y se cepilló los dientes antes de salir de la habitación y coger su bolsa llena de ropa. Mitch estaba metiendo el portátil en el maletín y la miraba mientras ella sacaba unos pantalones cortos y una camiseta holgada con estampado gráfico a un precio desorbitado en Urban Outfitters.
⠀⠀—Date prisa...
⠀⠀Angeline le lanzó una mirada tan dura que Mitch frunció los labios y la dejó en paz. Quizá estaba siendo un poco dura, pero la había cabreado mucho anoche. No sólo porque no había correspondido a sus acciones, sino porque la había rechazado después y ella ya se sentía sensible.
⠀⠀Se dirigió al cuarto de baño y se puso su nueva ropa, dándose cuenta de que era la última limpia antes de empezar a reciclar las demás. Se recogió el pelo de la coleta baja con la que había dormido y se lo pasó por las manos.
⠀⠀Mitch ya estaba junto a la puerta, con su bolsa de viaje en la mano. Se la tendió y ella la cogió, sin apenas mirarle a los ojos. Esperaba que él no pensara que era una adolescente fácil o algo así, como si se arrodillara ante cualquiera. Él ya pensaba que era una mocosa.
⠀⠀Bajaron sin mediar palabra al vestíbulo, donde estaba la mujer de ayer. Ella les sonrió mientras Mitch deslizaba las llaves por el mostrador y su mano arrugada las agarraba.
⠀⠀—Gracias, cariño —dijo, dejándolo caer en un recipiente de plástico a su lado—. Espero que disfrutarais vuestra estancia.
⠀⠀—Ha estado bien, gracias —dijo Mitch, dándose la vuelta para marcharse cuando Angeline se volvió hacia la mujer.
⠀⠀—Hay un muelle que sobresale del colchón —dijo, fingiendo a regañadientes el acento americano que Mitch le había dicho—. Y la presión del agua en la ducha era bastante baja, la verdad, creo que le pasa algo...
⠀⠀Mitch la agarró del brazo y tiró de ella hacia él.
⠀⠀—Lo siento por ella —esbozó una sonrisa de disculpa.
⠀⠀Angeline puso los ojos en blanco cuando fue apartada del mostrador y sacada del motel. La luz del sol caía a raudales sobre su cuerpo y Mitch dio un tirón extra fuerte hacia el coche.
⠀⠀—Mira, Señorita Niña Rica, siento que no fuera un casino o lo que sea, y que no tuvieras tu jacuzzi y tu baño turco, pero tienes que pasar desapercibida o nos van a pillar a los dos —le espetó Mitch, con la boca peligrosamente cerca de su oreja mientras la conducía hacia el lado del copiloto, mirando dentro antes de abrirle la puerta.
⠀⠀Angeline se metió dentro y le miró mal.
⠀⠀—Estaba siendo honesta para que pudiera mejorar su motel...
⠀⠀—Estás intentando presionarme —espetó Mitch.
⠀⠀—Parece que sufres el MCS, Mitch —le espetó Angeline, ganándose una mirada extraña del hombre—. Main Character Syndrome, síndrome del personaje principal.
⠀⠀La expresión de confusión de Mitch se desvaneció para revelar una de fastidio y cerró la puerta de un portazo, moviéndose hacia el lado del conductor.
HORAS Y HORAS DE SILENCIO ESTABAN VOLVIENDO LITERALMENTE LOCA A ANGELINE. Mitch no la dejaba encender la radio, y había terminado su libro en la primera media hora, no mentía al decir que ya lo había leído tres veces. Se acercó las rodillas al pecho, quemándose la mejilla con ellas y mirando por la ventanilla mientras pasaban carreteras de nada.
⠀⠀—¿Podemos parar en un garaje? —Angeline murmuró—. O gasolinera, como quieras llamarlo.
⠀⠀Los ojos avellana de Mitch parpadearon brevemente hacia ella.
⠀⠀—¿Por qué?
⠀⠀—Quiero comprar un libro nuevo.
⠀⠀—Claro. ¿Quieres que pare en Sephora de camino para que te compres un nuevo gloss o algo también? —Mitch respondió sarcásticamente y Angeline podría haberle dado un puñetazo.
⠀⠀—Sabes, entiendo que esto es sólo tu trabajo o lo que sea como dijiste antes, pero pensé que estábamos bien antes de esto. Nunca fuiste tan borde conmigo —dijo Angeline con amargura.
⠀⠀—¿Borde? —repitió Mitch con sorna, sacudiendo la cabeza mientras comprobaba los retrovisores, continuando por la carretera—. Perdona, ¿he herido tus sentimientos? Tú tampoco has sido precisamente agradable.
⠀⠀—Bueno, acabo de enterarme de que mi familia es terrorista —espetó Angeline—. Y me has manipulado psicológicamente en cuanto he empezado a enfadarme por ello.
⠀⠀—Es más fácil para los dos si no tenemos ningún vínculo —dijo Mitch—. Puede que pensaras que teníamos uno cuando fingía trabajar para tu padre, pero todo formaba parte de la actuación, Angeline.
⠀⠀—De alguna manera, dudo que esa sea toda la verdad.
⠀⠀Mitch no contestó y apretó con más fuerza el volante. Angeline no tenía nada mejor que hacer que echarse una siestecita, con la cabeza apoyada en el brazo mientras cerraba los ojos. Cuando volvió a abrirlos, se dio cuenta de que el coche había dejado de moverse y se encontraban delante de un garaje. Mitch le estaba echando gasolina al coche, sin darse cuenta aún de que estaba despierta.
⠀⠀Angeline agachó la cabeza mientras lo veía entrar y regresar con una bolsa llena de cosas. Le dio un codazo para que se despertara mientras volvía a ponerse en marcha. Angeline fingió una pequeña mirada.
⠀⠀—¿Qué quieres?
⠀⠀—Tengo comida —le dijo, lanzándole un sándwich y un paquete de patatas fritas.
⠀⠀Metió la mano en la bolsa que llevaba sobre el regazo y sacó también una botella de agua. Sacó otra y utilizó una mano para conducir mientras con la otra se llevaba la botella a los labios, dando generosos tragos mientras Angeline abría sus patatas fritas a su lado.
⠀⠀—Coge la bolsa —refunfuñó.
⠀⠀Angeline lo cogió y se sorprendió de su peso. Metió la mano dentro y descubrió que había un par de libros, ambos bastante gruesos y encuadernados para mantenerla entretenida durante un rato. El cuerpo de la morena se relajó y se mordió el interior de la mejilla, echando una mirada furtiva a Mitch y preguntándose si debía darle las gracias o no.
⠀⠀—¿Quieres una patata? —Preguntó en su lugar, vacilante.
⠀⠀Mitch sacudió la cabeza y no dijo nada, pero de alguna manera sentía que gran parte de la ira mutua ya se había desvanecido en el coche. Sus hombros no estaban tan tensos y siguió conduciendo hasta bien entrada la noche. Finalmente se detuvo en otro motel y Angeline tuvo que apretar los labios para evitar hacer un comentario sobre lo asqueroso que era.
⠀⠀—Estos lugares son los mejores para nosotros porque es probable que no tengan vigilancia, o al menos no buenas cámaras —dijo Mitch como si pudiera leer la expresión de su cara mientras sacaban las maletas del maletero del coche—. Y hay menos formalidades. No te interrogan sobre el DNI, a veces ni siquiera te lo piden.
⠀⠀Angeline frunció suavemente el ceño.
⠀⠀—Ya veo.
⠀⠀Y así, la pareja se trasladó a su segundo motel hasta el momento. Se preguntó cuántos más quedaban por llegar. Este motel tenía aire acondicionado cuando entraron en la pequeña zona del vestíbulo, el cual cepilló el pelo de Angeline hacia atrás mientras caminaban hacia la recepción. Detrás había un hombre joven, probablemente un año o dos mayor que Angeline y un año o dos menor que Mitch. Los miró a ambos, enarcando las cejas y levantando las piernas del escritorio.
⠀⠀Angeline se dio cuenta enseguida de que era atractivo. Pelo rubio desgreñado y ojos azul celeste, el chico hacía ejercicio, con una camiseta suelta sobre unos pantalones cortos. Su mirada se detuvo en Angeline unos instantes antes de que Mitch se aclarara la garganta con cierta agresividad.
⠀⠀—Mi novia y yo necesitamos una habitación para pasar la noche —exigió Mitch.
⠀⠀—Enseguida... —el chico esbozó despreocupadamente, sus manos tecleando lentamente algo en el ordenador que tenía a su lado como si dispusiera de todo el tiempo del mundo—. Habitación 7C.
⠀⠀Cogió las llaves y se las tendió a Mitch para que se las arrebatara. Angeline se dio cuenta de que no llevaba etiqueta ni nada y supuso que probablemente se trataba de un negocio familiar. También tenía Netflix en su teléfono junto al ordenador.
⠀⠀—Cincuenta pavos, tío —dijo—. No incluye servicio de habitaciones. Pero hay una máquina expendedora ahí mismo, funciona toda la noche.
⠀⠀Mitch sacó el dinero y lo arrojó sobre la encimera, sin esperar a que el chico lo contara antes de salir en dirección a todas las habitaciones del motel. Angeline lo siguió, sus ojos escudriñaron todas las puertas hasta que llegaron a la que decía "7C". Empujó la puerta para abrirla. Era exactamente igual a la del día anterior.
⠀⠀Mitch escudriñó la zona antes de permitir que Angeline cerrara la puerta de la habitación tras de sí. La encadenó para mayor precaución y se dirigió hacia la cama de matrimonio. Esta vez no había sillón extra. Ninguno de los dos dijo nada, pero sabían lo que significaba.
⠀⠀—Voy a ducharme.
⠀⠀Así que, por segunda vez en el día, Angeline se duchó. Una vez fuera, se recogió el pelo en trenzas francesas para apartarlo de la cara y se volvió a poner el pijama: otra camiseta extragrande y unos pantalones cortos de algodón.
⠀⠀Mitch estaba en la cama cuando ella salió, ya que no había mesa. Tenía la espalda apoyada en el cabecero y el portátil sobre el regazo.
⠀⠀—¿Qué haces siquiera en eso? —Preguntó Angeline mientras volvía a meter la ropa sucia en su bolsa de viaje en el suelo.
⠀⠀—Hablar.
⠀⠀—¿Con quién?
⠀⠀—Mi... jefe.
⠀⠀Angeline resopló y se sentó en la cama junto a él, pero se apartó para dejar cierta distancia. Se fijó en el pequeño televisor que había al final de la cama y cogió el mando a distancia. Se quejó al ver que no se encendía y tiró el mando a una esquina del colchón.
⠀⠀Angeline sacó sus libros nuevos, cualquier cosa para distraer su mente aburrida. Llevaba unas cincuenta páginas cuando oyó un ligero ronquido a su lado. Angeline dio un respingo y levantó las cejas al ver que Mitch se estaba quedando dormido, con la cabeza echada hacia atrás.
⠀⠀Lo miró fijamente hasta que sus ronquidos se hicieron más profundos y parejos, y una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro cuando se dio cuenta de que por fin estaba dormido. Angeline se levantó de la cama y se dirigió a la pequeña cocina, donde estaba el maletín de Mitch. Rebuscó en él hasta encontrar su cartera y sacó un par de dólares.
⠀⠀Sigilosamente, Angeline se acercó a la puerta y la desbloqueó antes de salir lentamente, cerrándola tras de sí con un pequeño chasquido. Recorrió el pasillo y regresó al vestíbulo, donde estaba la máquina expendedora que el chico había mencionado antes.
⠀⠀Angeline se detuvo frente a ella, inspeccionando las filas de dulces y bebidas gaseosas. Se decidió por una de las bebidas energéticas del fondo, introdujo el dólar de Mitch y marcó el código correcto.
⠀⠀Agarró la botella en cuanto cayó en la parte de abajo, y se dio la vuelta sólo para gritar de miedo al ver a alguien detrás de ella. Era el chico de recepción.
⠀⠀—Me has dado un susto de muerte —murmuró Angeline, poniéndose la mano en el pecho, donde su ritmo cardíaco empezó a disminuir.
⠀⠀—Lo siento —el chico rubio le dedicó una pequeña sonrisa, encogiéndose de hombros—. Soy Evan, por cierto.
⠀⠀—Angel —respondió la chica, antes de casi darse un golpe en la frente. No debería haberle dicho eso.
⠀⠀—¿Ese es tu verdadero nombre? —Preguntó Evan.
⠀⠀—Sí —mintió—. Así que... ¿negocio familiar?
⠀⠀—Lo has adivinado —resopló, poniendo los ojos en blanco—. Odio este lugar.
⠀⠀Angeline enarcó las cejas, pensando que darle la razón sería de muy mala educación. Aferró con fuerza su bebida energética y dio unos golpecitos con el pie.
⠀⠀—Me gusta el nombre Angel —dijo Evan, con unos ojos azules que prácticamente le decían todo lo que necesitaba saber sobre sus intenciones—. ¿Haces honor al nombre?
⠀⠀Angeline sonrió con satisfacción.
⠀⠀—¿De ser un ángel? No todo el tiempo.
⠀⠀Evan también sonrió, y su atractivo rostro hizo que Angeline se estremeciera. Parecía salido directamente de una playa californiana, hombros anchos y piel bronceada. Se acercó un paso a Angeline y ella hizo lo mismo, observando cómo su gran mano trataba de agarrar su bebida.
⠀⠀La arrojó sobre uno de los sofás destartalados que había en el vestíbulo y luego la agarró por la mandíbula y tiró de ella para besarla rápidamente. Angeline le devolvió el beso de inmediato, rodeando con sus brazos al chico, que debía medir más de dos metros. Las manos de él encontraron su culo con bastante rapidez.
⠀⠀Dios, necesitaba liberar parte de la ira, la frustración y la ansiedad acumuladas en su interior, y ¿quién mejor para hacerlo que un completo desconocido? Y además un tío bueno. Si Mitch no la ayudaba, lo haría en otra parte.
⠀⠀—¿Qué pasa con tu novio? —Susurró Evan contra sus labios, aunque sus manos no intentaban dejar de acariciarla.
⠀⠀Angeline puso los ojos en blanco ante el título que Mitch se había puesto a sí mismo.
⠀⠀—Está dormido —murmuró—. Vayamos a un sitio más privado, ¿vale?
⠀⠀Evan llevó a Angeline a la habitación de atrás donde, finalmente, gracias a los dedos más que hábiles del chico, ella pudo conseguir una liberación decente. Terminó relativamente rápido, ya que ninguno de los dos quería ser sorprendido por otras personas en el motel, pero fue bueno de todos modos.
⠀⠀Angeline jadeaba ligeramente, intentando recuperar el aliento mientras se subía las bragas y los pantalones cortos. Evan le sonrió, pasándose la lengua por los dientes.
⠀⠀—¿Eres de por aquí, Angel? —Preguntó.
⠀⠀—¿No te gustaría saberlo? —Murmuró—. No importa, de todos modos. Tengo novio.
⠀⠀Evan puso los ojos en blanco.
⠀⠀—Sí, no se lo dirás, ¿verdad? No me apetece que me peguen un puñetazo en la cara esta noche.
⠀⠀Angeline se burló.
⠀⠀—Mis labios están sellados.
⠀⠀Angeline retiró su bebida energética del sofá, saludó a Evan y se retiró a su habitación del motel. En cuanto metió la llave en la cerradura, abrieron la puerta de un tirón y le apuntaron a la cara con una pistola.
⠀⠀Su grito se quedó atascado en la garganta, sin que ningún sonido saliera de su boca, y sus ojos se desorbitaron, las manos se alzaron en señal de rendición y su bebida energética cayó al suelo. Mitch resopló y bajó el arma, la agarró por el hombro y la arrastró hacia el interior.
⠀⠀—¿Dónde coño has ido? —Siseó furioso.
⠀⠀—A por algo de beber, tranquilízate —le espetó Angeline, recogiendo entumecida la lata del suelo e intentando recuperar una sensación que no fuera de completo terror en su cuerpo.
⠀⠀—¡¿A por algo de beber?! —Balbuceó una risa burlona, pasándose una mano por el pelo—. ¿Podrías ser más estúpida?
⠀⠀Angeline tragó grueso.
⠀⠀—Estoy viva, ¿no? De hecho, el único peligro al que me he enfrentado hoy eres tú apuntándome a la cara con una maldita pistola.
⠀⠀—No me hables como si lo supieras todo —siseó Mitch—. Estaba a punto de ir a buscarte.
⠀⠀Angeline se imaginaba la cara de horror que pondría si la viera inclinada sobre un escritorio, con el chico recepcionista de antes haciendo de las suyas con ella. Puso los ojos en blanco e intentó pasar de largo.
⠀⠀—¿Entiendes lo peligroso que podría haber sido? —Él la detuvo.
⠀⠀Angeline abrió su bebida energética y dio un largo trago en respuesta. Suspiró satisfecha y se lamió los labios con una pequeña sonrisa.
⠀⠀—Sí. Mereció la pena —dijo.
⠀⠀Nunca había visto a Mitch tan furioso. Abrió la boca y la apuntó con un dedo, con las venas de las manos, los brazos y el cuello a punto de salírsele, pero se cortó y soltó un gruñido antes de entrar furioso en el baño y cerrar la puerta de un portazo antes de hacer algo de lo que se arrepintiera.
⠀⠀Angeline sonrió y se dejó caer en la cama, mirando al techo. Agarró de nuevo su libro y se puso a leer. Mitch salió unos diez minutos más tarde con la mandíbula apretada. No se percató de su presencia y se colocó a su lado, sacando de nuevo el portátil.
⠀⠀Se preguntaba si volverían a ser civilizados el uno con el otro.
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