⠀𝟭𝟱. ❛ BLOODY HELL ❜


CAPÍTULO 15⠀✶⠀maldita sea.


ANGELINE SINTIÓ QUE IRRADIABA PODER MIENTRAS SE ALEJABA DEL COCHE... LEJOR DE MITCH. Podía oírle abrir y cerrar de golpe la puerta del coche, sus pesados pasos venían tras ella, pero la morena fingió que no le oía, ni siquiera cuando siseó su nombre. Así es como debería ser, debería ser Mitch el que intentara perseguir a Angeline, y no al revés.

⠀⠀—Angeline —siseó Mitch una última vez antes de que su gran mano saliera disparada y la agarrara del brazo, tirando de ella para que se pusiera frente a él—. Lo que acabas de decir se pasó de la raya, y no podría estar más lejos de la verdad, por cierto. Tendrías que ser una completa ilusa para creer una mierda como esa.

⠀⠀—Llámame ilusa, entonces —Angeline levantó las manos en señal de defensa, apartando la mano de Mitch de ella en el proceso—. Me importa una mierda. Me han llamado cosas mucho peores.

⠀⠀Mitch se pasó la mano por la cara, sacudiendo la cabeza.

⠀⠀—Me pregunto por qué —murmuró.

⠀⠀—Porque digo las gilipolleces como las veo —Angeline frunció el ceño, empujándolo por el hombro, aunque el hombre de casi dos metros no se movió ni un milímetro.

⠀⠀Mitch la empujó hacia atrás con más ligereza, la morena tropezó un poco.

⠀⠀—No vuelvas a hacer eso —le espetó.

⠀⠀—¿O qué? —Angeline lo fulminó con la mirada.

⠀⠀Mitch se limitó a mirar. No era un hombre de palabras, Angeline se había dado cuenta. Lo más probable era que saliera airoso de peleas como ésta, pero obviamente no iba a noquearla, así que se conformó con miradas juiciosas y manos apretadas que pretendían parecer amenazadoras.

⠀⠀—Olvídalo —susurró Angeline, sacudiendo la cabeza—. Nada de eso importa. Cuanto menos nos peleemos, antes acabará todo esto. Así no tendremos que volver a vernos.

⠀⠀El moreno vio cómo ella lo empujaba y se dirigía al coche, abriendo el maletero para coger su bolsa de viaje. No quería admitir que las palabras de la mujer le habían dolido un poco, no mucho, pero sí un poco. Mitch consiguió convencerse de que sólo era una cuestión de ego mientras se acercaba a Angeline, cogía su propia bolsa y cerraba el maletero.

⠀⠀—¿Sabes poner acento americano? —Angeline arrugó la cara.

⠀⠀—Puedo hacer uno de Manchester bastante bien. Y soy algo decente con el australiano...

⠀⠀Mitch suspiró con fuerza.

⠀⠀—Eso no es lo que pregunté. Te pregunté si podías poner acento americano.

⠀⠀Se encogió de hombros.

⠀⠀—Supongo. ¿Por qué?

⠀⠀—Enséñamelo.

⠀⠀—¿Es esto una especie de cosa de reyes...?

⠀⠀—Angeline —le advirtió Mitch—. Lo digo en serio. Hablas alto y tu voz destaca demasiado.

⠀⠀Angeline trató de no ofenderse y arrugó un poco la nariz mientras cruzaba los brazos sobre el pecho. Abrió la boca para intentar poner un acento, pero en cuanto lo hizo, volvió a fruncir los labios, sin saber qué decir. La intensa mirada de Mitch era bastante desagradable, y si ella no era lo suficientemente buena, sin duda se lo haría saber.

⠀⠀—Bueno, ¿qué debo decir? —le preguntó Angeline.

⠀⠀—Preséntate —respondió Mitch—. Con un nombre falso.

⠀⠀—¿Qué nombre falso?

⠀⠀—¡Por el amor de Dios, Angeline! —Mitch gimió—. No sé... —sus ojos color avellana se desviaron hacia el suelo bajo él—. Sandy.

⠀⠀Angeline resopló y se tapó la boca con la mano.

⠀⠀—Oh, Dios mío —estalló en una carcajada, apoyándose en el coche y cerrando los ojos mientras Mitch parecía menos que divertido—. Oh... ¿Lo dices en serio?

⠀⠀—¿Cuándo he contado yo un chiste?

⠀⠀Un recuerdo de estar en el coche de camino a casa desde Starbucks con Mitch se repitió en la cabeza de Angeline. Recordó haber visto a Levi y Grace besándose a pocos metros de distancia y a Mitch fingiendo bajar la ventanilla para saludarles, donde procedió a llamarla "Angel", lo que provocó un zoo de mariposas en su estómago.

⠀⠀Se sonrojó un poco y negó con la cabeza.

⠀⠀—Ah, sí. Lo siento. Olvidé con quién estaba tratando.

⠀⠀—Vale, pon el acento —Mitch puso los ojos en blanco.

⠀⠀Angeline se aclaró la garganta e intentó imitar el dialecto al que se había acostumbrado en los últimos tres años. No era difícil imitar el acento americano, pero sintió la presión de que Mitch, obviamente americano, la mirara fijamente.

⠀⠀—De acuerdo, soy Sandy, acabo de cumplir dieciocho años y soy de California —dijo Angeline, observando cómo Mitch torcía los labios en señal de contemplación.

⠀⠀—Está bien.

⠀⠀Angeline frunció los labios antes de darle las gracias por costumbre, agarró su bolsa de viaje y se la echó al hombro. Mitch empezó a dirigirse hacia la entrada del motel sin decir palabra, dejando que Angeline lo siguiera en silencio. Empujó la puerta y el timbre sonó como si hubieran entrado en una tienda de barrio o algo así. Mitch parecía un poco nervioso mientras miraba a su alrededor, con los ojos color avellana observando todo lo que le rodeaba.

⠀⠀—Hola —les saludó una mujer mayor con marcado acento sureño—. ¿Qué puedo hacer por ustedes dos esta noche?

⠀⠀Mitch se apoyó en el mostrador.

⠀⠀—Sólo una habitación para esta noche, gracias.

⠀⠀—Por supuesto, cariño —la mujer introdujo unas cuantas cosas en la caja registradora que tenía delante—. ¿Una cama doble?

⠀⠀—Sí —refunfuñó el asesino, casi haciendo que a Angeline se le salieran los ojos de las órbitas—. ¿Cuánto va a ser? —preguntó mientras sacaba la cartera de la parte trasera de sus vaqueros oscuros.

⠀⠀—Ochenta por la noche, cariño —sonrió la mujer rubia, sacando una llave y entregándosela—. Voy a necesitar ver alguna identificación.

⠀⠀Mitch asintió, sacó una tarjeta de su cartera y la deslizó por el mostrador. La mujer sólo le echó un breve vistazo antes de que él se la devolviera y la pusiera donde correspondía. Angeline supuso que se trataba de un DNI falso.

⠀⠀—De acuerdo, Mike. Tu habitación tiene que estar lista mañana a esta hora —le explicó la recepcionista, devolviéndole a Mitch algo de cambio—. Y no hacemos servicio de habitaciones.

⠀⠀—Está bien, gracias —asintió Mitch y cogió todo lo que necesitaba antes de empezar a dirigirse hacia el ascensor.

⠀⠀—¿Una cama doble? —exclamó—. ¿No podías haber cogido dos separadas?

⠀⠀—Sin duda, alguno de los matones de tu padre estará siguiendo nuestras huellas —respondió Mitch—. Y ya sea mañana o la semana que viene por estas fechas, parece sospechoso que un hombre y una mujer vengan y duerman en dos camas separadas. Esa es la clase de mierda de la que se enterarán, y sabrán con seguridad que fuimos nosotros.

⠀⠀—Podría haber dicho que roncabas —Angeline puso los ojos en blanco.

⠀⠀—Dormiré en el suelo —resopló Mitch—. No te pongas así, prin...

⠀⠀—No termines esa frase —le espetó, señalándole con el dedo.

⠀⠀El ascensor se detuvo y Angeline se marchó en cuanto pudo pasar por el hueco de las puertas. Lo único que quería era dormir en una cama con almohada, sábanas y colchón. Sin embargo, al mirar el mugriento interior, la adolescente no tenía precisamente grandes expectativas.

⠀⠀Mitch encontró su puerta y la abrió, empujando la madera para revelar una habitación de hotel de aspecto normal. Era menos de lo que Angeline se había alojado en años, pero no iba a quejarse. Se dirigió directamente a la cama de matrimonio del centro de la habitación, dejó la bolsa de viaje encima y se tumbó a su lado. Tarareó con fuerza y cerró los ojos.

⠀⠀—¿Estás cómoda? —murmuró Mitch sarcásticamente al volver del baño tras comprobar que estaba definitivamente vacío.

⠀⠀Angeline entrecerró los ojos y vio cómo él se acercaba a la ventana, abría las persianas con los dedos y miraba el aparcamiento en el que acababa de estar. Se preguntó si ella también debía estar en ese estado de paranoia, si tal vez se sentía demasiado cómoda en ese momento. Quizá aún no se había dado cuenta de lo que realmente le estaba ocurriendo.

⠀⠀—Más o menos —respondió Angeline en voz baja, sin ganas de responder con un comentario ingenioso.

⠀⠀Vio cómo Mitch dejaba su propia bolsa sobre la pequeña mesa que tenían en el centro de la cocina americana, retiraba la silla y se acomodaba en ella. Empezó a rebuscar en su bolso, sacando un pequeño portátil que abrió y en el que tecleó la contraseña.

⠀⠀—¿Qué haces? —preguntó con curiosidad.

⠀⠀—Comprobando... cosas —respondió Mitch, claramente sin ganas de hablar demasiado con ella.

⠀⠀Desde su lugar en la cama, Angeline podía ver un montón de códigos y mapas con puntos rojos que parpadeaban y se movían. Supuso que Mitch probablemente estaba bien entrenado en lo que todo eso significaba, pero no podía entenderlo en absoluto.

⠀⠀—¿Cuánto va a durar esto? —preguntó Angeline, temiendo la respuesta que suponía que iba a recibir de Mitch—. Quiero decir... Mis amigos... ¿Cuándo volveré a verlos? Y se supone que dentro de unos meses iré a Harvard, para lo que, por cierto, me he dejado el pellejo trabajando, así que...

⠀⠀Los finos dedos de Mitch dejaron de deslizarse sobre el teclado y se volvió hacia ella, esta vez con una expresión ligeramente compasiva. Era la expresión más suave que Angeline le había visto en mucho tiempo. De hecho, una parte de ella esperaba que le arrancara la cabeza con la pregunta o que le dijera que Harvard era la menor de sus preocupaciones.

⠀⠀—No lo sé —admitió—. Todo depende de lo rápido que pueda llevarte a ese piso franco y de lo rápido que consigamos arrestar a tu padre, y a los Williams también.

⠀⠀Angeline sabía que estaba endulzando las cosas y se mordió el labio inferior con el ceño fruncido. Mitch reconoció la expresión y suspiró, sabiendo que Angeline era más lista de lo que recordaba.

⠀⠀—Puede que Harvard tenga que esperar —admitió —. Pero estoy seguro de que hay formas de que la CIA pueda evitarlo para asegurarse de que sigues entrando después de todo esto.

⠀⠀Sin embargo, la morena seguía frunciendo el ceño. Aquello no era lo que quería oír, aunque fuera la verdad.

⠀⠀—Vale —murmuró antes de sentarse—. Mmh, voy a darme una ducha.

⠀⠀—De acuerdo —contestó Mitch, con un ojo puesto en ella mientras la veía coger algo de ropa y una bolsa de aseo de entre sus pertenencias.

⠀⠀Se dirigió al cuarto de baño, haciendo una mueca ante la pequeña ducha que tendría que utilizar. Tardó un momento en descifrar el botón de plástico de la pared de azulejos, pero una vez lo hizo, abrió el grifo del agua caliente. La presión era ridículamente baja y no parecía querer salir más rápido, lo que hizo suspirar a Angeline.

⠀⠀—Joder —murmuró.

⠀⠀Se metió debajo de la ducha y dejó que el agua resbalara por su pelo. Le sentó bien quitarse todo el sudor y la suciedad de sus mechones castaños y cerró los ojos mientras intentaba imaginarse que estaba en casa, en su propia ducha.

⠀⠀Los recuerdos de su hogar sólo le traían recuerdos de la familia que se había visto obligada a dejar atrás. No había llorado mucho desde que se enteró de lo de su padre y su hermano, así que supuso que probablemente seguía en estado de shock. Le dolía el corazón por sus mejores amigas, por Paige y Ciara. Ya las echaba mucho de menos. Se preguntó si "Darcy" ya había dejado de actuar y se había deshecho de ellas o, para horror de Angeline, si seguía actuando como una inocente colegiala.

⠀⠀Angeline se lavó el pelo y se frotó el cuerpo. Empezó a depilarse las piernas, decidiendo que debía aprovechar al máximo el tiempo sin Mitch respirándole en la nuca. Sabía que formaba parte de su trabajo, pero era tan estirado, aburrido y grosero.

⠀⠀Sus pensamientos se desbocaron mientras se depilaba las piernas, cortándose accidentalmente el tobillo. Angeline se encogió al sentirlo, sabiendo que se había raspado una buena parte de la piel, y cuando miró hacia abajo, todo lo que vio fue rojo.

⠀⠀Rojo carmesí.

⠀⠀Estaba por todas partes, encharcándose ya en su pie y mezclándose con el lento escurrir del agua. Se pegaba a la superficie blanca y no dejaba de manar. Los latidos del corazón de Angeline se aceleraron. No vio sangre en su tobillo, sino en el cuerpo de Renold. El agujero que le atravesaba la cabeza mientras yacía sin vida en el vestíbulo de su casa.

⠀⠀Angeline gritó.

⠀⠀Al principio, no era consciente de que lo estaba haciendo y, cuando oyó su voz, pensó que era otra persona. Los golpes en la puerta del baño la sacaron de sus pensamientos. Abrió de un empujón la puerta de cristal y se envolvió frenéticamente en la toalla, con los labios llenos de sollozos secos, mientras miraba el suelo de la ducha, aún manchado de sangre.

⠀⠀—¡Angeline, abre la puerta! —Mitch gritó.

⠀⠀Antes de que pudiera alcanzarla con sus manos temblorosas, oyó un gruñido y una fuerte patada en la cerradura. La manilla de la puerta se desprendió y Mitch pudo abrirla de un tirón, con los ojos color avellana muy abiertos mientras observaba la habitación con la pistola en la mano. Cuando comprobó que sólo estaban ellos dos, suspiró y bajó el arma.

⠀⠀Angeline seguía temblando como una hoja, aferrándose a su toalla mientras luchaba por acordarse de parpadear.

⠀⠀—¿Qué demonios ha pasado? —Mitch exigió.

⠀⠀—Había mucha sangre —susurró Angeline—. Sobre él. Sobre mí.

⠀⠀Mitch, respectivamente, echó un vistazo a su cuerpo. Vio un charco de sangre en su pie izquierdo y frunció el ceño.

⠀⠀—¿De dónde ha salido eso? —dijo, volviendo a la habitación principal para coger un botiquín de primeros auxilios.

⠀⠀—Me corté mientras, cuando me depilaba —susurró Angeline temblorosamente.

⠀⠀—Cortarse es quedarse corto —murmuró Mitch, sacando un par de tiritas y entregándoselas—. Estás sangrando por todo el suelo.

⠀⠀Angeline cerró los ojos.

⠀⠀—Lo siento. Yo... No sé de dónde salió eso.

⠀⠀—Estás traumatizada —resopló el hombre de pelo desgreñado—. Bastante normal después de ver tu primer cadáver.

⠀⠀—Bueno, espero que sea mi último.

⠀⠀—Por tu bien, yo también, Angeline. Yo también.

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