⠀𝟭𝟯. ❛ PRINCESS ❜


013. ╱ ✶⠀⠀ ❝ princesa. ❞


A ANGELINE LE ARDÍA LA CABEZA, LAS MUÑECAS Y LOS TOBILLOS. Un líquido caliente se deslizaba lentamente por el costado de su cabeza, el color carmesí le manchaba el pelo y se lo enredaba ligeramente en la mejilla. Se acercó a tocarse la herida y gruñó al darse cuenta de que tenía las manos atadas a la silla en la que estaba sentada.

⠀⠀Le dolía el cuello de haber permanecido colgando mientras estaba inconsciente, un doloroso crujido resonó en sus oídos cuando lo levantó para mirar alrededor de la habitación. Estaba en la sala de reuniones y la puerta estaba abierta, dejando ver todo el pasillo vacío. La casa estaba en un silencio sepulcral hasta que oyó unos pasos.

⠀⠀Las pesadas botas que subían por la escalera podían pertenecer a cualquiera: su padre, Elliot, Renolds, Winston o Mitch. Angeline rezó para que fuera el más joven de todos ellos, sin embargo, cuando el jefe de seguridad apareció a la vista, se dio cuenta de que no tenía la suerte de que Mitch la salvara pronto.

⠀⠀—Estás despierta —dijo Renolds al entrar en la habitación.

⠀⠀—Sí, no me jodas —se burló Angeline, mirándole fijamente—. ¿De verdad tenías que golpearme en la cabeza?

⠀⠀—Me apuñalaste en el estómago con unas tijeras, me clavaste ocho grapadoras en el brazo izquierdo y me fracturaste la rótula —dijo Renolds con tono inexpresivo, frunciendo el ceño al ver la leve sonrisa de orgullo que cruzó los labios de la adolescente.

⠀⠀—Vale, pero las heridas en la cabeza son mucho más peligrosas —Angeline se encogió de hombros—. ¡Y acabo de descubrir que mi familia son unos putos terroristas!

⠀⠀Renolds resopló.

⠀⠀—Tu padre está de camino a casa ahora mismo y créeme, si crees que le has visto enfadado, esto es otro nivel de furia.

⠀⠀El miedo se apoderó de la adolescente y la emoción se reflejó en su rostro.

⠀⠀—¿Qué va a hacer?

⠀⠀—Digamos que nadie puede conocer sus planes —sonrió Renolds—. Y tú, Angeline, eres casi la mayor bocazas que conoce.

⠀⠀Joder. Joder. Joder. JODER.

⠀⠀Echó la cabeza hacia atrás y gimió con fuerza, el ruido hizo que le doliera aún más la sensible cabeza. Sus delicados dedos intentaban juguetear con la cuerda que le rodeaba las muñecas por detrás de la silla, pero era inútil. Angeline apenas podía doblar la muñeca lo suficiente como para rozar el áspero material y sabía que, aunque pudiera alcanzarlo, no habría forma de librarse de él. En silencio, Angeline movió los tobillos para ver si podía aflojar las cuerdas. Era inútil... Renolds sabía claramente lo que hacía cuando ató los nudos.

⠀⠀Durante unos minutos, Renolds estuvo tecleando en el dispositivo que tenían todos los miembros de seguridad. Probablemente estaba informando al señor Lewis de que Angeline se había despertado, lo cual no era bueno. Supuso que estaba de camino, pero si no lo estaba y ahora sabía que ella estaba consciente, podría estarlo.

⠀⠀—¡Joder! —Renolds siseó de repente mientras seguía pulsando un botón.

⠀⠀Angeline estiró el cuello y consiguió ver lo que estaba haciendo. En la tableta había imágenes de seguridad de la puerta principal abierta y de una figura que subía por el camino de entrada. No sabía quién era, pero Angeline supuso que de algún modo se había permitido el acceso, a pesar de que Renolds había pulsado el botón para mantener la verja cerrada.

⠀⠀—¿Quién es? —preguntó, sin esperar respuesta alguna.

⠀⠀El portazo que se oyó en la planta baja hizo que ambos se sobresaltaran y Renolds sacó rápidamente la pistola de la cintura, haciendo que los ojos marrones de Angeline se abrieran de par en par. Ella guardó silencio, observando cómo él salía de la sala de reuniones y bajaba las escaleras.

⠀⠀—Joder —susurró, forcejeando aún más para conseguir que las cuerdas cedieran.

⠀⠀Todo quedó en silencio, salvo su respiración agitada y el roce de la silla, cuando se oyó un disparo en el piso de abajo. Angeline gimió cuando se oyeron varios disparos más. Pudo oír los gritos de dolor de Renolds, seguidos de otro disparo y luego el silencio.

⠀⠀Su primera sospecha fue que se trataba del hombre que se había presentado antes en la casa. Mitch había dicho que era la competencia de trabajo de su padre, y eso la aterrorizaba especialmente ahora que sabía qué tipo de trabajo hacía su padre. Tal vez era mejor que la matara su padre que el desconocido, al menos su padre probablemente se limitaría a darle unas pastillas en lugar de un tiro en la cabeza.

⠀⠀Cuando los pasos empezaron a subir las escaleras, Angeline empezó a despedirse de todos los que quería en su cabeza. Era una lista sorprendentemente corta: sólo Ciara, Paige y su madre. También se despidió un poco de Mitch, maldiciendo mentalmente no haber podido al menos besarlo antes de morir.

⠀⠀De repente, la puerta de la sala de reuniones se abrió de golpe y Angeline gritó, retrocediendo con los ojos entornados.

⠀⠀—¡No dispares, estoy embarazada! —soltó.

⠀⠀Cuando no llegó nada, Angeline abrió los ojos vacilante y se sintió más que aliviada al ver que era Mitch quien estaba allí de pie. Bajó la pistola que tenía en la mano y la miró con la confusión dibujada en el rostro, pero se dispuso a desatarle los tobillos de todos modos.

⠀⠀—Yo... Dios mío, no sabes cuánto me alegro de que estés aquí —admitió Angeline, con la voz llena de emoción, mientras lo veía coger un cuchillo de la cadera.

⠀⠀—Tengo una idea —murmuró Mitch, cortando las cuerdas tan rápido como podía—. Tenemos que salir de aquí en menos de doce minutos. Una vez fuera de aquí, vas a tu habitación, coges todo lo que puedas en una bolsa de lona, y eso no significa tu portátil o cualquier otra tecnología que puedas tener. ¿De acuerdo?

⠀⠀Angeline temblaba de miedo pero se obligó a asentir de todos modos.

⠀⠀—V-Vale.

⠀⠀Había tantas preguntas pululando dentro de su cabeza. Supuso que Mitch obviamente no estaba trabajando con su padre en ese momento, pero ¿sabía él lo que estaban haciendo todo este tiempo? ¿Era una especie de espía que intentaba detenerlos?

⠀⠀Cuando por fin le liberó las muñecas, la gran palma de su mano le apretó el hombro y Angeline se levantó rápidamente, arrepintiéndose cuando sintió un ligero mareo en la cabeza. Ignoró la sensación y salió de la habitación tambaleándose por el pasillo hasta llegar a su dormitorio.

⠀⠀Lo primero que hizo fue abrir de golpe el armario y coger una bolsa de lona, descolgando un puñado de ropa de los ganchos sin ni siquiera comprobarla. Metió un par de sujetadores y algo de ropa interior y cogió el marco de fotos que había junto a la cama, en el que aparecían Ciara y ella.

⠀⠀Por la urgencia de Mitch, tuvo la impresión de que no volvería pronto. Angeline sentía que el corazón se le aceleraba y era demasiado consciente de que los minutos se le escapaban mientras guardaba algunas cosas antes de que Mitch irrumpiera en la habitación.

⠀⠀—Tenemos que irnos. Ahora —ordenó, con la pistola aún levantada en la mano.

⠀⠀Angeline se tragó el miedo y le siguió, agarrando con fuerza la bolsa de viaje. Mitch los condujo hasta el vestíbulo y la morena se quedó helada al ver la sangre que salpicaba las paredes inmaculadas. En una esquina estaba el cadáver de Renolds, con un agujero de bala en el centro de la cabeza.

⠀⠀—¡Oh, Dios mío! —Angeline gritó, sus rodillas casi se doblaron debajo de ella.

⠀⠀—¡Eh! —gritó Mitch, agarrándola del brazo y sacándola por la puerta principal—. Oye, no mires esa mierda, ¿vale? Y no vuelvas a pararte así.

⠀⠀La voz de él le retumbaba en la cabeza y Angeline no sabía muy bien si era porque estaba literalmente al borde de un ataque de pánico o porque le habían dado un golpe en la sien. Tal vez fuera una mezcla de las dos cosas, pero ahora mismo no importaba. Sólo tenía que escuchar lo que Mitch decía y seguir sus rápidos pasos hacia el coche.

⠀⠀No era un coche que Angeline reconociera y, desde luego, no pertenecía a su padre. Era negro y las ventanillas estaban tan tintadas que no podía ver el interior. Mitch le quitó la bolsa de las manos y la metió en el maletero antes de subir al lado del conductor. Angeline estaba en el lado del copiloto, poniéndose el cinturón de seguridad con manos temblorosas.

⠀⠀—¿Qu-Qué está pasando? —susurró Angeline temblorosamente cuando empezó a salir de la calzada y a atravesar las puertas abiertas.

⠀⠀Miró hacia atrás, hacia la casa en la que vivía desde hacía tres o cuatro años. Era enorme y grandiosa, pero nunca la había sentido como un hogar. Pero ahora, mientras se alejaba sin intención de volver, deseaba que las cosas fueran como hace una semana, cuando era ajena a los malvados planes de su padre.

⠀⠀—Puedo explicarlo más tarde —dijo Mitch, con los ojos color avellana fijos en la carretera—. Déjame conducir.

⠀⠀El corazón de Angeline latía inestablemente y levantó la mano para apoyarla en su pecho, deseando que se calmara. Cerró los ojos y sintió cómo las lágrimas calientes se escapaban por sus párpados cerrados, recorriendo sus mejillas y su cuello.

⠀⠀La invadió una oleada de ira repentina. Su vida acababa de dar un vuelco y Mitch sabía lo que iba a pasar, pero ahora no estaba dispuesto a responder a sus preguntas. Su padre y su hermano eran terroristas, su "amiga" la había drogado, Mitch acababa de asesinar a alguien, casi le habían disparado y golpeado en la cabeza con una pistola...

⠀⠀Era raro pensar que ayer estaba jugando al balón prisionero en el gimnasio y que su mayor preocupación era cómo iba a borrar la sonrisa arrogante de la cara de satisfacción de Grace.

⠀⠀—Quiero saberlo ya —tragó Angeline, secándose las lágrimas con brusquedad—. ¿Qu-Qué demonios eran esas letras en el despacho de mi padre? ¿Eran reales?

⠀⠀Mitch prácticamente gruñó en voz baja cuando entraron en la autopista. Era evidente que estaba un poco estresado, con los nudillos blancos sobre el volante y la mandíbula apretada, la nariz ligeramente contraída mientras expulsaba aire por ella.

⠀⠀—Angeline, ahora no —exigió Mitch.

⠀⠀—Mitch...

⠀⠀—¡He dicho que ahora no, Angeline! —gritó de repente, haciendo que la chica se estremeciera.

⠀⠀Se hundió visiblemente en el asiento, le tembló el labio inferior, se cruzó de brazos y tragó saliva. Con la cabeza palpitante y el corazón roto, Angeline se apoyó en la ventanilla del coche y trató de dormirse, aceptando el destino al que Mitch estaba a punto de conducirla.

ANGELINE.

⠀⠀Angeline murmuró y abrió los ojos lentamente al despertarse. Tardó unos instantes en darse cuenta de que estaba en el asiento del copiloto del coche de Mitch y en recordar lo que había ocurrido. Parpadeó mientras se incorporaba y se crujía el cuello. Mitch la miraba desde el asiento del conductor y se dio cuenta de que estaban aparcados en un parking.

⠀⠀—Vamos a parar cinco minutos. Tengo que echarle un vistazo a tu cabeza —habló Mitch, pulsando el botón de su cinturón de seguridad para que se desabrochara y marchándose.

⠀⠀Angeline permaneció en su sitio durante un segundo, mirando fijamente hacia donde él acababa de estar mientras intentaba procesar sus confusos pensamientos. Decidida a no cabrear a Mitch más de lo que lo había hecho antes, Angeline se quitó el cinturón y salió del coche, cerrando la puerta tras de sí.

⠀⠀Sólo entonces se dio cuenta de que había caído la noche, así que debía de llevar dormida unas cuantas horas. Se sorprendió de haber podido dormir después de ver el agujero en la cabeza de Renolds y descubrir la verdad sobre su familia. El aire de la noche era fresco en su piel caliente, rozaba su larga melena oscura y la hacía sentirse un poco mejor.

⠀⠀—Espera junto a la puerta, voy a por la llave del baño —murmuró Mitch.

⠀⠀Angeline hizo lo que le decían, preguntándose por qué tenía que quedarse fuera hasta que se dio cuenta de que debía de estar hecha un desastre. Cuando se despertó atada a la silla podía sentir la sangre resbalándole por la cara, así que supuso que debía de habérsele secado en la piel. Jugó con el dobladillo de su camisa, viendo una mancha de sangre en la parte inferior de la misma... si era suya o de Renolds, no lo sabía.

⠀⠀—La tengo —dijo Mitch, mostrándole la llave mientras caminaba por el lateral de la gasolinera.

⠀⠀Una vez que abrió la puerta, Angeline entró primero e hizo una mueca al ver el estado del baño. Siempre evitaba los baños públicos, incluso los de la escuela, y ésta era la razón. Parecía que nadie lo había limpiado en un mes, pero al menos la luz funcionaba cuando Mitch la encendió.

⠀⠀—Siéntate en la encimera —dijo él, sacando algo de la bolsa de lona que ella acababa de darse cuenta de que se había echado al hombro.

⠀⠀La cara de Angeline se frunció.

⠀⠀—Eso es asqueroso...

⠀⠀—Vale, princesa, entiendo que esto es un inconveniente para ti, pero es lo mejor que puedo hacer ahora mismo, ¿vale? —Mitch frunció el ceño—. No planeé que fueras a husmear entre las cosas. ¿Recuerdas lo que te dije?

⠀⠀La morena guardó silencio ante sus palabras.

⠀⠀—Te dije que no te metieras en lo que no entendías, pero fuiste a buscar de todos modos —espetó Mitch—. Y mira dónde nos ha llevado. Tuve que disparar a ese bastardo de Renolds porque...

⠀⠀—Yo no te dije que asesinaras a Renolds —le cortó Angeline antes de que pudiera terminar la frase, con los ojos ardiendo en lágrimas ardientes—. No termines esa frase, Mitch... si es que ese es tu verdadero nombre.

⠀⠀Mitch apretó la mandíbula y la miró directamente a los ojos. Parecía estar debatiendo qué decir a continuación y se limitó a negar con la cabeza.

⠀⠀—Sólo siéntate en el mostrador, Angeline —habló mucho más calmado que antes—. Por favor, haz lo que te digo.

⠀⠀La morena vaciló antes de soltar un suspiro exagerado. Se dio la vuelta y se agarró a la encimera, levantándose para sentarse entre los dos lavabos. Al menos Mitch le había hecho coger ropa para que pudiera cambiarse al salir si lo necesitaba.

⠀⠀Que la llamaran princesa le había sentado muy mal. Frunció el ceño mientras cruzaba los brazos sobre el pecho y observaba cómo Mitch empezaba a sacar tiritas y alcohol. Su padre siempre le decía que era una llorona dramática, y las palabras de Mitch lo habían reflejado inquietantemente.

⠀⠀Una vez que tuvo un poco de alcohol en un algodón, Mitch se colocó entre las piernas de Angeline. Probablemente se habría sonrojado si no estuviera un poco molesta por la forma en que la había estado limpiando durante las últimas horas. Casi quería apartarlo y hacerlo ella misma.

⠀⠀—Esto va a doler un poco, ¿vale? —murmuró Mitch en voz baja, con los ojos avellana clavados en los suyos como si pidiera consentimiento para tocarla.

⠀⠀Angeline asintió con la cabeza y él le puso el algodón en el corte de la frente. Sus ojos se cerraron de golpe e inhaló bruscamente, alzando una de sus manos para agarrarle el hombro. Mitch apenas reaccionó cuando ella lo apretó, cada vez con más fuerza con cada pasada del algodón sobre su piel.

⠀⠀—Vale, ya está —dijo, dejando el algodón a su lado.

⠀⠀Angeline miró hacia abajo y se dio cuenta de que estaba empapado en sangre, sintiendo un ligero nudo en el estómago. Soltó el hombro de Mitch y colocó sus delicadas manos sobre el regazo, observando cómo él retiraba un esparadrapo del mismo tono que su piel. Lo ajustó para que quedara encima de la herida, presionando hacia abajo.

⠀⠀—No creo que sea lo bastante profunda como para ponerle puntos —dijo Mitch, limpiándole el resto de la piel con más agua y algodón, quitándole toda la sangre seca que le cubría la cara—. No me estás hablando —se dio cuenta.

⠀⠀Angeline no supo qué contestar. Parpadeó al verle coger por fin toda la basura y tirarla a la papelera que había debajo de los lavabos. Se mordió el labio inferior con los dientes.

⠀⠀—Por mí, perfecto —dijo Mitch con cierta amargura después de echarse la bolsa al hombro—. Hace mi trabajo mucho más fácil si no lo haces.

⠀⠀Cuando salió del baño, Angeline supo que le exigía en silencio que le siguiera. Deseaba poder tomar la dirección y volver directamente con Ciara, pero tenía la sensación de que lo único que impedía que su padre la encontrara y la matara por lo que ahora sabía era el propio Mitch.

⠀⠀Así que parecía que iban a estar los dos solos durante un tiempo.

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