❥ 03. liam dunbar


capítulo tres: liam dunbar
te invitoaventura

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𝕯𝖊𝖘𝖕𝖚𝖊́𝖘 𝖉𝖊 𝖍𝖆𝖇𝖊𝖗𝖑𝖊 𝖆𝖛𝖎𝖘𝖆𝖉𝖔 que no asistiría a la clase de física avanzada, Carla se despidió de su mejor amiga y agarró su rumbo hacia la oficina del entrenador, lugar donde se encontró con su novio dando vueltas en la silla ortopédica de Bobby Finstock.

―¿Qué se supone que estás haciendo? ―Preguntó la pelinegra, aguantándose una carcajada.

―Estaba esperando a que llegaras ―Liam sonrió con picardía.

―No tuviste que esperar tanto, soy muy puntual ―Carla se acercó a su novio y se sentó en su regazo.

―Diosito, tú ya viste que ella es la provocadora ―Le habló al techo.

―Ay, ya cállate ―La chica rodó los ojos y chocó sus labios con los de Liam, comenzando un beso tranquilo que poco a poco se fue tornando fogoso.

El beta pasó las manos por la cintura de la pelinegra, mientras que ella le acariciaba el cabello y de vez en cuando se le escapaban pequeños gemidos cuando Liam le mordía el labio. 

De la silla ortopédica, pasaron al pupitre, y las prendas de ropa fueron desapareciendo poco a poco, hasta que ambos quedaron solo en ropa interior. Liam buscó los labios de Carla con desesperación y la agarró por el trasero, apretándola contra su erección. 

Ninguno decía nada, ya que lo único que salía de sus labios eran suspiros, gemidos y murmullos.

Carla se separó del rubio para buscar un preservativo en su bolsa, volvió la mirada hacia su novio y notó como los ojos le brillaban en lujuria. Tan pronto como encontró el preservativo, se lo pasó a Liam, quien al abrirlo con tanto desespero, salió volando fuera del empaque.

―Madre mía, tú eres bien... ―La pelinegra no pudo terminar el insulto, puesto que Liam le había tapado la boca.

Se quedaron en silencio, y al notar que alguien estaba forcejeando con la cerradura desde afuera, ambos comenzaron a vestirse rápidamente para luego buscar el condón extraviado.

―¿Por qué carajo se tranca esta maldita puerta? ―Se quejó el entrenador mientras intentaba entrar a su oficina.

―No encuentro el condón ―Susurró Liam encogiéndose de hombros, y Carla le dedicó una mirada acusatoria ―Perdón, no sé dónde cayó.

―¿Y ahora que chucha hacemos? ―Susurró la contraria.

―Escóndete bajo la mesa rápido.

Sin chistar, Carla hizo caso a las palabras de su novio y se metió debajo del pupitre. Liam se sentó en la silla ortopédica y se acercó al pupitre, con intenciones de que lo vieran solo a él y no a su acompañante.

―Greenberg como seas tú otra vez... Tendrás muchos problemas muchacho ―Amenazó antes de lograr abrir la puerta ―Dunbar, ¿Qué estás haciendo aquí? ―Preguntó confundido.

―Es que la vez pasada se me olvidó algo aquí, pero ahora no lo encuentro.

―Pues entonces no está aquí, si hubieras olvidado algo en mi oficina yo lo sabría.

Por los nervios que ambos sentían en ese momento, con suerte lograban respirar con tranquilidad. No era la primera vez que ellos iban esa oficina para tener intimidad, aunque sí era la primera vez que los descubrían. Pero algo era seguro, Liam iba a hacer pagar a Aiden por la mala información.

―Está bien entrenador, me atrapó ―El rubio soltó un suspiro y Carla hizo una mueca de sorpresa ―Mason y yo queríamos hacerle un arreglo sorpresa, pero pues... Ya no será una sorpresa.

―¿Dónde está Lestrange?

―¿Lestrange? ¿Qué Lestrange? ―Se hizo el desentendido.

―Tu novia, Dunbar ―El entrenador entrecerró los ojos, al ver que algo no estaba bien con el rubio.

―No lo sé, debe estar en clases ―Se encogió de hombros.

―Sal de ahí Carla, ya vi tus exageradas botas ―Bobby tocó la parte lateral izquierda del pupitre y la nombrada cerró los ojos, lamentando no haber asistido a la clase de física avanzada.

―Hola entrenador, ¿Qué tal todo? ―Sonrió mostrando los dientes, y Bobby comenzó a inspeccionar su oficina hasta que paró en seco, se agachó para tomar algo del suelo.

―¿Es en serio? ¡En mi sagrada oficina! ―Reclamó mostrando el condón perdido ―Los dos a dirección, ¡Ahora mismo!

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―Así que... La próxima vez que quieran tener sexo en el plantel educativo, considérenlo una expulsión segura. Ya pueden irse.

Carla le dedicó una sonrisa hipócrita al director, y ambos jóvenes salieron de la oficina.

―Lo siento, Aiden me dijo que el entrenador nunca entraba a su oficina a esa hora ―El rubio se excusó.

―Pues sigue haciéndole caso a las locuras de Aiden ―Rió.

―Vamos a almorzar, tengo mucha hambre ―Dijo Liam, tomando la mano de su novia para comenzar a caminar hacia la cafetería.

―María debe estar furiosa.

―O no ―Repuso el chico, viendo que María estaba muy tranquila en la mesa de su amor platónico.

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