┈─ 𝐜𝐡𝐚𝐩𝐭𝐞𝐫 𝐭𝐰𝐞𝐥𝐯𝐞
⊹ ‧₊˚ 𝐂𝐡𝐚𝐩𝐭𝐞𝐫 𝐓𝐰𝐞𝐥𝐯𝐞 ⊹ ‧₊˚
𝐝𝐮𝐞𝐥𝐬 𝐚𝐧𝐝 𝐫𝐞𝐜𝐨𝐧𝐜𝐢𝐥𝐢𝐚𝐭𝐢𝐨𝐧𝐬
Después de la derrota frente a Tiger Strike, Maya sentía un peso en el pecho, como si estuviera arrastrando una cadena invisible que la conectaba con algo que aún no podía comprender.
Cuando entró en el vestuario, vio a Tory, sentada en una esquina, mirando al vacío. Su expresión era distante, como si algo la estuviera consumiendo. Maya sabía que había algo más detrás de su amiga, algo que no estaba siendo dicho. Decidió acercarse, alzando la voz para romper el silencio.
—Tory… —dijo Maya suavemente, pero con determinación—. ¿Por qué estás tan distraída hoy? ¿Es por... Robby?—
Tory levantó la vista, pero no parecía sorprendida. Sabía que Maya la conocía bien, que no podía esconderle nada.
—Sí, es por él. —Tory suspiró, apretando los dedos de sus manos sobre su rodilla—. No sé qué está pasando entre nosotros —
Maya se sentó a su lado, mirando a su amiga con empatía. A veces la rivalidad, las tensiones y las emociones no eran fáciles de manejar, y aunque su amistad con Robby estaba lejos de ser tan compleja, entendía lo que Tory quería decir.
—¿Has hablado con él? —preguntó Maya, alzando una ceja.
Tory se encogió de hombros.
— No creo que sea lo que quiera —
Maya asintió, entendiendo el sentimiento. A veces las relaciones eran complicadas, especialmente cuando los sentimientos se mezclaban con la competencia.
—Es difícil, lo sé. Pero, sea lo que sea, no dejes que eso te haga perder la concentración. Hoy tenemos que darlo todo por el equipo—.
Tory suspiró, pero una pequeña sonrisa apareció en sus labios.
—Lo sé, Maya. Solo… no puedo dejar de pensar en ello—.
Maya la miró y la apoyó con una mirada comprensiva. Sabía que Tory era fuerte, y que podía superar cualquier obstáculo. Pero también entendía que, en ese momento, había algo más importante en juego: el torneo.
El sonido del micrófono resonó en el vestuario, y Maya se levantó con determinación. El combate contra Miyagi-Do estaba a punto de comenzar, y no podían permitirse más distracciones.
Cuando los dos dojos salieron a la plataforma, los ojos de todos estaban puestos en los combatientes. Los miembros de Cobra Kai se alinearon, pero el enfrentamiento más esperado estaba por llegar. Los dos dojos formaron un círculo.
Robhy posicionado al frente y entonces, antes de que Kwon pudiera dar un paso al frente, Tory se adelantó, posicionándose frente a Robby para enfrentarse a él directamente.
—Tory, ¿qué haces? —preguntó Robby, con el ceño fruncido.
Robby, de pie al frente de su equipo, respiraba con dificultad, como si el peso de lo que estaba por suceder lo estuviera superando. Era evidente que no quería pelear con Tory. La forma en que se miraban, la forma en que Robby no podía dejar de evitarla, solo confirmaba lo que Maya ya sabía. No era solo un combate de karate; había algo personal entre ellos.
Robby solamente esquivaba los golpes de Tory, y cuando Sam vio la oportunidad, le pidió que la dejara pelear con Tory.
—Robby, tócame —dijo Sam con determinación extendiendo su mano. Robby no lo pensó dos veces y dejó que Sam tomara su lugar en el combate.
Sam y Tory se enfrentaron durante unos minutos intensos. Cada golpe era preciso, cada movimiento estaba calculado, y las dos peleadoras luchaban con todo lo que tenían.
En un momento, Tory, agotada, tocó la mano de Maya, pidiéndole que la relevase. Maya no dudó ni un segundo, y se adentró.
El combate entre Maya y Sam fue feroz. Las dos chicas tenían estilos similares, pero Maya era más calculadora y agresiva. Con un rápido movimiento, Maya devolvió uno de los ataques de Sam, un giro que la dejó fuera de balance.
Sam cayó al suelo, pero rápidamente se levantó, sin mostrar signos de rendirse. Sin embargo, no pasó mucho tiempo hasta que Tory relevó a Maya y Sam derribara a Tory.
Kwon tocó la mano de Tory, y la batalla se intensificó.
Kwon y Sam se enfrentaron con brutalidad, y Kwon logró golpear el costado de Sam con una patada. Esto otorgó un punto a Cobra Kai.
—¡Uno a cero para Cobra Kai! —gritó el árbitro.
Miguel fue el siguiente. En cuanto el combate empezó, Miguel mostró por qué era uno de los luchadores más destacados del dojo. Se movió con velocidad y precisión, pero Kwon, con su estilo agresivo, consiguió anotar un punto más.
—¡Dos a uno para Miyagi-Do! —anunció el árbitro.
Ahora, la presión estaba sobre Cobra Kai. Hawk y Demetri sabían que tendrían que hacer algo impresionante si querían igualar las cosas. Se enfrentaron a Yoon. Pero Hawk y Demetri tenían un plan. Con ataques rápidos y bien coordinados, lograron hacer que Yoon se cansara rápidamente. Yoon, agotado, intentó un ataque final, pero Hawk aprovechó la oportunidad, pateando a Yoon con tal fuerza que el luchador perdió el equilibrio y no logró tocar a Maya, quien esperaba para relevarlo.
Hawk, sin perder tiempo, aprovechó la oportunidad para anotar un punto adicional, empatando el marcador.
—¡Dos a dos! —gritó el árbitro.
La tensión era insoportable. Todo estaba en juego. El combate final era entre Robby y Kwon. Ambos estaban llenos de emociones no solo por el torneo, sino también por todo lo que había ocurrido entre ellos. Desde que llegaron, Kwon no había dejado de molestar a Robby, y él sabía que debía acabar con esa rivalidad de una vez por todas.
La pelea comenzó con una intensidad increíble. Los dos estaban enfocados, pero la animosidad entre ellos solo aumentaba. Robby, en un momento de pura furia, le jaló el cabello a Kwon con fuerza, haciéndolo caer al suelo, lo que hizo que Kwon gritara de dolor. En un abrir y cerrar de ojos, Robby aprovechó la oportunidad y anotó el punto final.
—¡Punto para Miyagi-Do! ¡Victoria para Miyagi-Do! —gritó el árbitro.
Cobra Kai había perdido. A pesar de la increíble lucha de todos, Miyagi-Do se había llevado la victoria. El equipo de Cobra Kai se quedó en silencio, mientras la derrota les caía como una carga pesada. Maya miró a sus compañeros, habían luchado con todo lo que tenían, pero no había sido suficiente.
El torneo se había terminado para ellos, y aunque Cobra Kai había dado su máximo, los miembros de Miyagi-Do celebraban su victoria con una sonrisa victoriosa.
Cobra Kai, por otro lado, se encontraba en un silencio pesado mientras salían derrotados del tatami. Los miembros del equipo marchaban con la cabeza baja, sus cuerpos fatigados por la intensa competencia. El sentimiento de derrota estaba claro en el aire, y cada uno se sentía responsable, aunque el enfrentamiento con Miyagi-Do había sido uno de los más reñidos que habían tenido.
Tory y Maya caminaban hacia la salida del tatami, sin decirse una palabra, pero el ambiente entre ellas estaba cargado de una sensación incómoda, como si algo aún estuviera por resolverse. El equipo de Cobra Kai estaba dividido, y aunque todos sabían que aún quedaba mucho por luchar, el peso de la derrota era difícil de ignorar.
Mientras se retiraban, una voz los detuvo. Sam, sonriendo con una mezcla de felicidad y tristeza, se acercó a ellas. No era la primera vez que había compartido un espacio con las chicas de Cobra Kai, pero esta vez parecía que sus palabras llevaban un tono diferente.
—Oigan… —dijo Sam, buscando sus miradas—. Sé que es difícil, pero… me gustaría que celebraran con nosotros. Fue un gran combate, y aunque sé que estamos en lados opuestos, me gustaría compartir un momento de camaradería.
Tory la miró por un momento, su rostro sin expresión. No sabía qué pensar ni qué decir. Sam, al ver la falta de respuesta, trató de sonreír con más fuerza, pero sus ojos reflejaban una tristeza profunda, como si la derrota también la hubiese golpeado a ella.
Maya, al igual que Tory, no estaba segura de qué hacer. Sabía que Sam lo decía con buenas intenciones, pero el ambiente era tenso. Había demasiadas emociones sin resolver, demasiados conflictos no hablados, y Maya no estaba lista para celebrar con el equipo que acababa de derrotarlos.
—Gracias, Sam, pero… —dijo Maya finalmente, con voz suave—. No ahora.
Tory asintió, y las dos chicas comenzaron a caminar hacia el vestuario, dejando atrás a Sam, que las observaba con un leve suspiro. Mientras se alejaban, Maya podía sentir el peso de lo no dicho, las emociones acumulándose a cada paso.
El ambiente después de la derrota contra Miyagi-Do seguía pesado. Kreese, como siempre, fue el primero en dar la cara, y su mirada intensa recorrió a todos los miembros de su equipo mientras se reunían cerca del tatami.
—Esto no es lo que esperaba —dijo Kreese, su tono cortante. Su voz resonó, haciendo que todos se quedaran en silencio—. ¡Nos enfrentamos a Miyagi-Do, un dojo que ha sido históricamente débil, y ustedes permiten que nos derroten de esta manera! ¡Esto es inaceptable!—
Todos los ojos se dirigieron hacia él, aunque nadie se atrevió a mirarlo directamente. Sabían lo que venía. El entrenamiento de Kreese no tenía piedad, y sus regaños siempre iban al punto más doloroso.
Kim, la sensei, observaba todo en silencio, sin añadir nada, pero sus ojos fríos y calculadores mostraban que, a pesar de la derrota, no iba a mostrar compasión alguna.
Tras el regaño, Kreese les ordenó a todos que se prepararan para regresar al hotel. La sensación de derrota seguía ahogándolos.
Al dia siguiente Maya se encontraba en el vestibulo del hotel, esperando a Tory para ser recogidas y regresar a casa.
Maya se encontraba cerca de la ventana, mirando al vacío. A pesar de todo lo que había ocurrido, no podía dejar de pensar en todo lo que había pasado en el torneo.
Miguel se acercó a Maya con una sonrisa cálida, pero en su mirada había una cierta seriedad. A pesar de la tensión que aún se sentía en el aire después de la derrota, él no podía dejar de preocuparse por ella.
—Oye, Maya —dijo con voz suave, haciendo que ella lo mirara—Felicidades por llegar tan lejos, aunque sé que no fue lo que esperabas —.
—Gracias, Miguel. Pero… fue complicado. No era lo que quería —respondió, sus palabras vacías de la energía que usualmente las acompañaba.
Miguel notó la tristeza en su tono y, antes de hablar.
—¿Cómo está tu mamá?, supe que por eso ge fuiste —preguntó Maya.
—Está mucho mejor. Fue un susto, pero ya está en casa descansando. Me siento más tranquilo ahora —dijo Miguel sintiendo que el peso de su preocupación sobre su madre comenzaba a disiparse.
Maya sonrió, satisfecha por escuchar que su mamá estaba mejor.
—Maya, quiero que sepas algo. —Su tono cambió a uno más serio, y ella lo miró, preguntándose qué estaba por decir—. Desde el primer día en Cobra Kai, siempre estuve para ti. Eres como una hermanita para mí. Siempre te he apoyado y me preocupo por ti, pero no entiendo… ¿por qué te alejaste?—
Las palabras de Miguel fueron como un golpe directo en el corazón de Maya. No sabía qué responder. Durante tanto tiempo, había luchado con sus decisiones, con el miedo a hacer lo incorrecto y al mismo tiempo, temía perder lo que había construido. Pero ahora, al escuchar a Miguel hablar tan directamente, se dio cuenta de cuánto había cambiado la relación entre ellos.
—No quería alejarme… —Maya empezó, sintiendo cómo una mezcla de culpa y tristeza invadía su pecho—. Pero tuve que tomar decisiones difíciles, Miguel. Sentía que no podía quedarme en Miyagi-Do. Todo se volvió muy confuso... y quería que Tory no estuviera sola —
Miguel la miró fijamente, y sus ojos reflejaban comprensión. Su amistad había sido sólida desde el principio, y ahora no iba a dejar que las circunstancias o los malentendidos la destruyeran.
—Lo entiendo, Maya. Sé que todo esto no ha sido fácil. —Miguel la miró con sinceridad. — Pero quiero que sepas que nadie te culpa. Nadie te odia por lo que hiciste. Quizás no fuera la mejor decisión, pero todos sabemos que tomaste esa decisión porque pensaste que era lo mejor para ti en ese momento—.
Maya lo miró en silencio, procesando sus palabras. No había esperado escuchar algo así de él. Siempre pensó que Miguel se sentiría decepcionado, que lo perdería por completo, pero no fue así. En lugar de eso, él seguía allí, dispuesto a apoyarla, tal como siempre lo había hecho.
—Gracias, Miguel —respondió finalmente, su voz temblorosa— No sabía qué esperar, pero eso significa mucho para mí—.
Miguel sonrió, una sonrisa cálida y sincera. Acercándose un poco más, se inclinó ligeramente hacia ella y con una suavidad que solo él podía tener, la abrazó.
— Siempre estaré aquí para ti, Maya. No importa qué pasa entre nosotros, no importa en qué dojo estés —.
Las palabras de Miguel hicieron que Maya sintiera una mezcla de alivio y gratitud. Había estado tan atrapada en sus propios pensamientos y en sus miedos, que no se había dado cuenta de lo importante que era la amistad que compartía con él. A pesar de todo lo que había cambiado, a pesar de todo lo que los separaba, esa conexión seguía siendo inquebrantable.
Maya abrazó a Miguel con fuerza, agradecida por ese apoyo incondicional que siempre había tenido en él. Era algo que nunca había dejado de ser importante para ella.
—Te extrañé, Miguel —susurró ella, con los ojos cerrados mientras sentía su abrazo cálido.
—Yo también te extrañé —respondió Miguel, dándole un apretón más fuerte, como si quisiera asegurarle que, pase lo que pase, él siempre estaría allí para ella.
Después de que se separaron del abrazo, Maya sintió una extraña sensación de alivio, pero también de incomodidad, como si algo en el aire hubiera cambiado, pero no podía identificar qué. Mientras estaba perdida en sus pensamientos, notó que Miguel había vuelto la vista hacia el pasillo, donde Axel, con su rostro sombrío, estaba alejándose rápidamente.
Miguel frunció el ceño, observando a Axel con una expresión que reflejaba curiosidad y algo más. Se volvió hacia Maya, con una ligera sonrisa, aunque había algo en sus ojos que delataba que ya había notado lo que acababa de suceder.
—¿Problemas en el paraíso? —preguntó Miguel en tono de broma, pero su voz llevaba una sutil preocupación. No podía dejar de notar la tensión que había aparecido de la nada entre Maya y Axel. Algo no encajaba, y su instinto de hermano mayor no lo dejaba tranquilo.
Maya, al escuchar su pregunta, miró rápidamente a Axel alejarse. Su estómago dio un vuelco. Sabía lo que Miguel había notado, y no pudo evitar sentirse incómoda. No quería que Miguel estuviera involucrado en todo esto. No quería que nadie lo estuviera.
—Creo que lo mejor será que vaya con él —respondió Maya, con un suspiro que delataba su agotamiento emocional. Ya no sabía qué hacer con todo lo que sentía, y mucho menos cómo tratar a Axel en ese momento. Lo único que quería era aclarar las cosas, pero no sabía si estaba lista para hacerlo.
Miguel la miró con una mezcla de preocupación y comprensión. Sabía que Maya tenía un mundo complicado en su interior, y que Axel no era alguien fácil de entender. Aunque no entendía lo que estaba pasando entre ellos, podía ver lo difícil que había sido para ella.
—Maya, si necesitas hablar… ya sabes dónde encontrarme —dijo Miguel, sonriendo ligeramente, aunque su tono era serio. No quería presionarla, pero él siempre había estado para ella, y lo seguiría estando. De eso podía estar seguro.
Maya asintió, agradecida por sus palabras, aunque sabía que no estaba lista para hablar sobre todo lo que la atormentaba. Quería hacerlo, pero no era el momento. Ni siquiera ella misma entendía bien lo que sentía en ese instante.
—Lo sé, Miguel. Gracias. Nos veremos luego —respondió, con una ligera sonrisa, antes de caminar en dirección opuesta, hacia donde Axel estaba desapareciendo por el pasillo.
Miguel la observó irse, pero no pudo evitar una ligera mueca de preocupación.
Mientras tanto, Maya aceleró el paso, sus pensamientos enredados en el dolor y la confusión que la acompañaban. Podía sentir la presencia de Axel cerca, aunque aún no lo veía. Sabía que tenía que hablar con él, aclarar las cosas entre ellos, pero no sabía por dónde empezar. Sus emociones estaban demasiado revueltas para ponerlas en palabras.
Cuando finalmente lo alcanzó, Axel estaba de espaldas a ella, mirando hacia el final del pasillo. Maya se acercó lentamente, sintiendo cómo su cuerpo reaccionaba al hecho de estar tan cerca de él.
—Axel —dijo, apenas susurrando su nombre.
Axel se giró, y cuando sus ojos se encontraron, hubo un breve silencio entre ellos. Ninguno de los dos sabía cómo empezar.
Maya no pudo evitar notar la tensión en su rostro, como si estuviera sosteniendo algo dentro de él, algo que Maya no podía comprender.
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