┈─ 𝐜𝐡𝐚𝐩𝐭𝐞𝐫 𝐟𝐢𝐯𝐞
⊹ ‧₊˚ 𝐂𝐡𝐚𝐩𝐭𝐞𝐫 𝐅𝐢𝐯𝐞 ⊹ ‧₊˚
𝐞𝐧𝐢𝐠𝐦𝐚
Maya salió del tatami, con el eco de la derrota resonando en sus oídos. Cada paso que daba hacia el vestuario parecía más pesado que el anterior. Sus piernas temblaban. Aquel chico, había desmoronado todas sus certezas en cuestión de segundos.
Se detuvo frente a su casillero, mirando su reflejo en el espejo con una expresión vacía. El sudor empapaba su cabello, su rostro estaba marcado por la derrota, pero lo que más le dolía no era la fatiga física, sino la sensación de no ser lo suficientemente buena. Y esa mirada de él, ese brillo en sus ojos... era como si hubiera visto algo en ella, algo que Maya aún no era capaz de comprender.
Inhaló profundamente y, con un esfuerzo visible, comenzó a quitarse el gi, con la esperanza de liberar algo de la carga emocional que sentía. Pero, por mucho que intentara concentrarse en algo tan mundano, su mente seguía volviendo a él. Cada golpe, cada movimiento con una precisión imponente. Su cuerpo parecía moverse como si estuviera entrenado para anticipar cada acción, y, sin embargo, todo había sido tan rápido, tan imparable. No era solo la destreza, era la calma con la que enfrentaba todo.
"¿Qué clase de persona es él?", pensó Maya, mientras tomaba su teléfono, buscando distracción. Pero no podía dejar de pensar en sus ojos, en esa manera de observarla que la descolocaba. Nadie la había mirado así antes, con tanta atención, pero sin burlarse ni parecer superior, solo evaluando, observando, como si esperara algo más de ella. Y eso la irritaba más que cualquier otra cosa.
Decidió que necesitaba saber más, que no podía dejar que su curiosidad quedara sin respuesta. Pero cuando fue al registro para buscar información sobre él, se encontró con un obstáculo. La secretaria, la miró por encima de sus gafas cuando Maya preguntó por los integrantes de Iron Dragons.
- Lo siento, no puedo proporcionarle esa información. Los registros sobre los competidores son confidenciales -.
Maya frunció el ceño, tratando de ocultar su frustración.
- ¿Confidencial? Solo quiero saber más sobre uno de los competidores. Es... importante -.
La mujer la observó brevemente, pero no cedió.
- No es posible. Lo lamento, pero esas son las reglas -.
Después de un entrenamiento intenso, Maya decidió tomarse un descanso en su habitación. Mientras esperaba el ascensor para subir, se encontró con la capitana de Iron Dragons, quien estaba grabando un en vivo para sus seguidores. Zara, siempre tan exuberante y dominante, parecía estar disfrutando del momento, respondiendo a las preguntas de sus fans con esa mezcla de arrogancia y encanto que la hacía tan famosa.
Maya la observó durante un momento, insegura sobre cómo abordar el tema de Axel. Zara no era precisamente la persona más accesible, pero si alguien sabía algo, probablemente fuera ella. Se acercó y, después de un par de segundos de vacilación, decidió hablar.
- Oye, ¿puedo preguntarte algo? - Maya se acercó a ella con cautela.
Zara levantó una ceja, claramente distraída, pero sin dejar de mirar la pantalla de su teléfono. Después de unos segundos se despidió de sus seguidores apagando su teléfono y girandose hacia ti.
- Claro, ¿qué pasa? - dijo, como si estuviera más interesada en su audiencia virtual hace unos segundos que en la conversación real.
- El capitán de Iron Dragons, tu compañero... - preguntó Maya, su voz un poco vacilante.
Zara hizo una pausa y la miró con una ligera sonrisa en el rostro, pero su expresión no era tan cálida como de costumbre.
- Axel... - dijo su nombre de una manera casi desdeñosa, como si no le pareciera importante.
Axel. Cuando Maya escuchó por primera vez el nombre de Axel, una sensación extraña se apoderó de ella. Era como si el aire alrededor se hubiera vuelto más denso, como si ese nombre trajera consigo un peso invisible.
- ¿Por qué te interesa? - preguntó Zara, sin mucha emoción. Era claro que no se sentía obligada a compartir nada.
Maya frunció el ceño ante su respuesta. Zara, que normalmente era tan abierta y deslumbrante, de alguna manera se volvió más reservada cuando el nombre de Axel surgió. Había algo en su actitud que la hizo sentir que había más de lo que Zara quería dejar ver.
- Solo... ¿quiero saber quién es? - Maya trató de sonar casual, pero sus palabras estaban cargadas de una curiosidad que no podía disimular.
Zara miró a Maya fijamente, con una ligera risa burlona. Finalmente, habló, pero su tono fue frío y distante.
- Axel Kovacevic - dijo, casi como si se tratara de un simple dato de información. No había tono de admiración, solo una constatación. - No te metas con él, Maya. No es alguien con quien quieras lidiar -.
Maya, al ver la seriedad con la que Zara pronunció esas palabras, sintió una punzada de incomodidad. ¿Qué quería decir con eso? ¿Por qué se mostraba tan evasiva y poco receptiva? No era como Zara eludir cualquier tipo de conversación, especialmente sobre alguien como Axel, que parecía ser el centro de muchas miradas en ese momento.
- ¿Por qué? ¿Hay algo que deba saber? - Maya preguntó, incapaz de evitar la curiosidad. Pero Zara ya estaba ocupada ajustando su ángulo para otro video en vivo.
Zara no respondió de inmediato, solo la miró con una sonrisa sin compromiso. - No me hagas preguntas difíciles, Maya. No soy tu amiga. Y créeme, con Axel no tienes nada que hacer -.
Maya se quedó de pie, desconcertada por la respuesta y por la actitud de Zara. No le gustaba lo que estaba escuchando, pero en el fondo, algo en su interior le decía que había más en Axel de lo que podía ver a simple vista.
Después de un momento, Zara inició de nuevo su transmisión en vivo, ignorando por completo a Maya, lo que le dio la oportunidad de salir del ascensor sin más respuestas. Maya caminó hacia su habitación, su mente aún atrapada.
Mientras la puerta de su habitación se cerraba, Maya sacó su teléfono, decidida a buscar más información. Pero cuando comenzó a buscar en las redes sociales, no encontró nada. Ninguna cuenta, ningún perfil... nada que pudiera arrojar más luz sobre la persona que había dejado una marca tan profunda en ella.
Frustrada, volvió a mirar la pantalla de su teléfono. Axel Kovacevic seguía siendo un misterio. Un misterio al que estaba decidida a enfrentarse, aunque no sabía muy bien por qué.
La puerta del baño se abrió y Tory apareció, envuelta en una toalla. Se acercó a Maya, observando su expresión pensativa.
- ¿Qué haces? - le preguntó con su tono casual, mientras se secaba el cabello con otra toalla.
Maya levantó la vista, sin intentar ocultar el desconcierto que sentía.
- Nada, solo... buscando información - respondió de manera vaga, sin querer explicar demasiado.
Tory, al notar la actitud de Maya, se sentó en el borde de la cama, cruzando los brazos.
- ¿Sobre qué? ¿Estás investigando algo? - inquirió, con curiosidad evidente.
Maya dudó por un momento, pero al final decidió ser honesta, aunque no de la manera más directa.
- Axel Kovacevic - dijo, dejando que el nombre flotara en el aire como una pregunta sin respuesta.
Tory frunció el ceño al oír el nombre.
- ¿Axel? ¿Quién? - preguntó, levantando una ceja.
- El capitán de Iron Dragons - Maya respondió - No sé, es raro. Algo sobre él me tiene... intrigada. - Maya exhaló con frustración, lanzando su teléfono sobre la cama. - Pero no hay nada sobre él en internet, nada oficial. Es como si no existiera -.
Tory, al notar el aire tenso de la conversación, decidió dar un giro y hacer una broma para aligerar el ambiente.
- Maya, no puedo evitarlo, pero ese chico ... te tiene atrapada. - dijo con una sonrisa pícara, levantando una ceja y notando el leve rubor en el rostro de Maya.
Maya, sorprendida y algo incómoda, levantó las manos en señal de defensa.
- ¿Atrapada? - replicó, con tono sarcástico, claramente intentando restarle importancia. - ¿Y qué tal Robby? ¿Cómo va eso? -
Tory se quedó en silencio por un momento, su expresión cambiando ligeramente. Se sentó de nuevo en la cama, sus ojos fijos en el suelo como si estuviera evaluando cuidadosamente sus palabras.
- No quiero hablar de eso, Maya. - respondió finalmente, con un suspiro que denotaba algo más profundo, algo que Maya no había esperado. - Es complicado con Robby... en Miyagi-Do. Aunque todavía nos queremos, no es fácil -.
Maya la miró en silencio, sorprendida por la sinceridad de Tory. Después de un momento, Tory levantó la mirada, dejando escapar una pequeña sonrisa triste.
- ¿Sabes? Traicioné a Miyagi-Do, y eso... eso no se olvida tan fácil. - La confesión fue directa, sin adornos, y Maya sintió una punzada de dolor. Al fin y al cabo, ambas lo habían hecho.
Maya no sabía cómo responder. La tensión en la habitación se hizo palpable, y aunque Tory había intentado aliviarla con una broma, había algo más que quedaba flotando en el aire. Una historia no contada, un amor complicado, traiciones pasadas... Todo eso marcaba la diferencia en la dinámica entre ellas.
Maya, con una sonrisa casi imperceptible, rompió el silencio.
- Supongo que cada uno tiene su propia carga que llevar, ¿no? - dijo, intentando comprender, aunque no estaba segura de todo lo que implicaba.
Tory asintió lentamente, levantándose de la cama y caminando hacia la ventana.
Tory miró por la ventana, su reflejo apenas visible en el cristal empañado por la condensación. La ciudad afuera parecía inalcanzable, como si estuviera observando desde una distancia segura, como si su vida en ese momento también estuviera atrapada en una burbuja de decisiones no tomadas.
- Sí, todos tenemos nuestras cargas. - La voz de Tory estaba suavizada, casi melancólica. - Pero a veces las decisiones que tomamos no solo nos afectan a nosotros, sino a todos los que nos rodean. No sé si Robby alguna vez podrá perdonarme por lo que hice. Y no sé si yo misma podré perdonarme.
Maya se quedó en silencio, observando a Tory desde su posición en la cama. La luz tenue de la habitación iluminaba su rostro, mostrándole la otra faceta de ella. No era la chica arrogante que siempre tenía una respuesta rápida o la actitud desafiante que la caracterizaba, era una chica rota, luchando con sus propios demonios.
- A veces la gente te perdona... y a veces, solo tienes que aprender a perdonarte a ti misma. - Maya dijo, con una seriedad inesperada en su tono.
Tory giró lentamente hacia ella, sus ojos buscando alguna señal de entendimiento en los de Maya. Había algo en la forma en que Maya había dicho esas palabras que la hizo sentir que, tal vez, no estaba tan sola en sus pensamientos. Tal vez, Maya también había enfrentado la culpa, la traición, el peso de decisiones difíciles.
- ¿Sabes? Tal vez tienes razón... - Tory susurró, acercándose lentamente a la cama. - A veces creo que todo lo que hago es tratar de encontrar la forma correcta de arreglar lo que rompí, pero a veces no puedes... arreglar todo -.
Maya se levantó lentamente, acercándose a ella. Sin decir una palabra, tomó su teléfono y lo lanzó sobre la mesa de noche con un poco más de fuerza de la que había planeado. No era algo que necesitara pensar en ese momento. Había más en juego que solo Axel, Robby, o cualquier otro. Era el entendimiento de lo que realmente importaba: las decisiones y las consecuencias.
Tory se sentó de nuevo, mirando el teléfono, luego a Maya.
- ¿Te sientes mejor después de soltar todo eso? - preguntó, con una sonrisa leve, pero genuina.
Maya asintió, pero no fue una respuesta clara. No estaba completamente segura de lo que sentía, pero sí sabía que en ese momento algo se había aliviado. La verdad, aunque dolorosa, estaba flotando en el aire entre ellas. Y, por primera vez, Maya no sintió que estaba sola con sus pensamientos. Había algo reconfortante en compartir esa vulnerabilidad con alguien más.
- No lo sé, Tory... a veces las cosas no tienen respuestas fáciles. - Maya se acercó y se sentó en la cama, junto a ella. - Pero no estoy tan segura de que sea eso lo que busco ahora. Tal vez solo necesito encontrar lo que sigue. Lo que sea que venga después -.
Tory asintió, mirando las sombras que se alargaban en la habitación conforme la luz se desvanecía. Las preguntas aún rondaban en sus mentes, pero por un momento, el peso de las respuestas no era tan aplastante.
- Bueno, lo único que sé es que, por ahora, no tengo respuestas. Pero me alegra que estemos hablando, Maya -
Las dos se quedaron en silencio por un momento, escuchando el sonido suave de la ciudad afuera.
Finalmente, Tory se levantó y caminó hacia la puerta.
- Bueno, creo que por ahora lo único que podemos hacer es seguir adelante. Ver qué pasa -.
Maya la miró, asintiendo con una pequeña sonrisa.
- Sí... ver qué pasa. Pero, por si acaso, asegúrate de que no me estropees el próximo entrenamiento, ¿ok? -
Tory lanzó una sonrisa burlona antes de salir.
- No te preocupes. Si alguien lo va a estropear, no seré yo. - Y con eso, la puerta se cerró suavemente detrás de ella.
Maya se quedó allí, en la cama, mirando la puerta cerrada por un momento más largo de lo que había previsto. Algo había cambiado en ella. Algo había empezado a formarse, aunque aún no sabía qué exactamente. Como si, por fin, se hubiera permitido mirar hacia adelante, en lugar de quedarse atrapada en el pasado. Y eso, por ahora, era suficiente.
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