┈─ 𝐜𝐡𝐚𝐩𝐭𝐞𝐫 𝐞𝐥𝐞𝐯𝐞𝐧
⊹ ‧₊˚ 𝐂𝐡𝐚𝐩𝐭𝐞𝐫 𝐄𝐥𝐞𝐯𝐞𝐧 ⊹ ‧₊˚
𝐛𝐥𝐨𝐰𝐬 𝐨𝐟 𝐝𝐨𝐮𝐛𝐭
Maya se despertó con el sonido del ruido de su alarma. La semifinal del Sekai Taikai estaba a solo unas horas. A pesar de la emoción del torneo, Maya no podía apartar la incertidumbre que la envolvía.
Se levantó lentamente de la cama, con la mente llena de pensamientos contradictorios. ¿Qué estaba pasando con ella? ¿Con Axel? No entendía lo que había sucedido entre ellos durante el combate, pero había algo en él que la hacía sentirse atraída, confundida. Después de la forma en que él la había tocado, cómo se miraron antes de la pelea, el beso que casi fue un instante robado.
Se arreglo con ropa deportiva para ir a correr y entrenar un poco, abrió la puerta de su habitación y se dirigió al pasillo hacia el ascensor.
Mientras caminaba, vio una figura familiar salir de su respectiva habitación. Era Zara, con su típica expresión desafiante, como si el mundo entero estuviera a su merced.
Zara la vio al instante y la miró con una mezcla de indiferencia y curiosidad.
—¿Vas a entrenar o simplemente a perderte en tus pensamientos? —preguntó Zara con tono burlón, cruzándose de brazos.
Maya suspiró, algo irritada por la provocación pero también curiosa por lo que Zara pudiera tener que decir.
—Pensaba entrenar, pero quizás podría escuchar qué es lo que una persona como tú tiene que decir. —Maya se adelantó, dejando que sus pasos se dirigieran hacia el gimnasio mientras Zara la seguía.
Zara no pudo evitar sonreír ante la respuesta. Aunque su actitud solía ser desafiante y hasta cruel, en su interior, había algo más que Maya empezaba a comprender: Zara no era completamente insensible.
—Bueno, te lo diré de una vez: necesitas aclarar las cosas con Axel —dijo Zara sin rodeos.
Maya se detuvo en seco, mirando a Zara, sorprendida.
—¿Aclarar qué? —preguntó, sin saber si su respuesta era por genuina curiosidad o una defensa ante la posibilidad de que Zara estuviera en lo correcto.
Zara, como siempre, no perdió la oportunidad de ser directa.
—Nunca lo había visto tan perdido. Cuando me miró después de la pelea, podía ver que no tiene idea de qué está haciendo ni qué siente. —Zara encogió los hombros, sin inmutarse ante la confusión evidente de Maya—. Y si sigues ignorando lo que está pasando, las cosas solo van a empeorar—.
Maya no pudo evitar la avalancha de preguntas que se formaban en su mente. Axel perdido. Axel confundido. ¿De verdad? Por un momento, se sintió débil, vulnerable ante una revelación que no había esperado.
—¿Estás seguro de lo que dices? —preguntó, su tono cargado de duda.
Zara la observó con una mirada penetrante, evaluando sus palabras antes de hablar.
—Claro que estoy segura. He conocido a Axel mucho tiempo, y créeme, él nunca deja que nadie vea sus inseguridades. Pero cuando se trata de ti, se nota que no sabe qué hacer—.
Maya frunció el ceño, procesando las palabras de Zara.
—No entiendo. —El dolor de la confusión comenzó a apoderarse de ella, pero Zara, como siempre, parecía ser un enigma difícil de descifrar—. ¿Por qué me lo estás diciendo?—
Zara miró hacia a lo lejos, como si quisiera que la conversación terminara, pero sabía que no podía irse sin decir lo que tenía en mente.
—Porque no quiero que hagas lo mismo que él. Deja de dar vueltas y enfrenta lo que sientes. —Zara dio un paso hacia Maya, mirándola a los ojos—. No es que Axel sea el tipo de chico que te va a dar flores y promesas. Pero no lo subestimes, Maya. No está jugando contigo. Está tan perdido como tú—.
El impacto de las palabras de Zara golpeó a Maya como un torrente. ¿Perdido como ella? ¿Eso significaba que Axel también se sentía igual?
—¿Tú crees que yo no sé lo que siento? —Maya preguntó, buscando una forma de defenderse ante una verdad que comenzaba a tomar forma.
Zara asintió, con una expresión seria.
—No lo sé. Pero lo que está claro es que no tienes ni idea de lo que él siente. Y eso te está distrayendo. Te está haciendo dudar, ¿verdad?—
Maya asintió lentamente, reconociendo en silencio que Zara tenía razón.
—¿Y qué quieres que haga? —preguntó Maya, incapaz de evitar la sensación de vulnerabilidad que le invadía.
Zara, sin perder la calma, cruzó los brazos sobre su pecho.
—Aclarar las cosas con Axel. Hablar con él. Hacerle saber que no puedes seguir ignorando lo que está pasando entre ustedes. A mí no me importa lo que hagas, pero si sigues ignorando todo esto, no vas a poder enfocarte en la semifinal. Y el peor error sería seguir luchando en un terreno que no entiendes—.
Maya la miró fijamente, sus pensamientos girando en su cabeza. Ella había tratado de convencer a sí misma de que todo lo que había pasado entre ella y Axel era solo una distracción, que era un simple juego entre dos competidores. Pero las palabras de Zara le mostraban que, tal vez, había mucho más de lo que pensaba.
—¿Y tú qué sabes de eso? —preguntó Maya, sin querer ser cruel, pero sintiendo que necesitaba saber si Zara tenía alguna idea de lo que hablaba.
Zara la miró con dureza, sin inmutarse ante la pregunta.
—Lo sé porque soy su amiga. No soy tonta. Y tú tampoco lo eres. Así que hazte un favor a ti misma y aclara las cosas con él. —Zara hizo una pausa, como si estuviera a punto de añadir algo más, pero pensó mejor en no hacerlo. Finalmente, giró sobre sus talones y comenzó a caminar hacia el ascensor.
Maya se quedó allí, quieta, sumida en sus pensamientos. Zara se había ido, dejándola con más preguntas que respuestas.
¿Qué sentía ella por Axel? ¿Qué significaba todo lo que había pasado? ¿Y por qué su corazón latía tan fuerte cada vez que pensaba en él?
Los sentimientos de Maya se entrelazaban como un hilo retorcido que no podía deshacer. Todo lo que había vivido en Cobra Kai, todo lo que había pasado con Axel… no lo podía ignorar. Pero, ¿y si todo era una distracción? ¿Y si Axel no sentía lo mismo?
La incertidumbre la carcomía por dentro.
Después de correr y liberarse de sus pensamientos, Maya se arreglo para el torneo. La semifinal estaba a punto de comenzar, y solo los mejores dojos avanzarían al torneo de campeones.
A pesar de que Maya no estaría en la final de campeones tenía mucho que dar, por su equipo, por Tory. El bullicio del evento comenzaba a intensificarse a medida que los equipos se alineaban en el ring para la explicación de del combate de hoy.
Cuando el juez comenzó a explicar las reglas para la ronda de hoy, la concentración de Maya se rompió al sentir esa mirada. Sabía exactamente de quién era. Axel. Estaba observándola, y el simple hecho de saberlo hacía que Maya se sintiera aún más vulnerable.
Te obligaste a ignorarlo, a no darle más importancia de la que ya había tenido, pero sus ojos parecían perforar tu concentración. Eras consciente de cómo tu cuerpo reaccionaba, de cómo, incluso sin verlo, sentías el peso de su mirada.
Poco después de que el equipo de Cobra Kai estuviera en el tatami, Maya notó que la mirada de Axel no se había desvanecido.
Maya respiró hondo, tratando de calmarse, pero algo en su interior le decía que no podría dejar ir la sensación de esa mirada. Quiso gritarse a sí misma por sentirse así. ¿Por qué le importaba tanto lo que él pensara? Axel no debía ser una distracción. El entrenamiento, el torneo, el equipo, todo eso debía estar por encima de cualquier otra cosa.
— Vamos a hacerlo—, le dijo Maya a Tory, que estaba a su lado. La chica asintió con una sonrisa confiada, como siempre.
— Sí, tú y yo contra ellos —, respondió Tory, apretando los puños. —Nadie puede detenernos ahora—.
— Nos aseguraremos de que llegues a la final — hablo Maya
Maya respiró hondo, mirando al frente con determinación. Cuando el árbitro levantó la mano, la multitud se silenció por un segundo antes de que el combate comenzara. El sonido de los primeros golpes resonó por todo el lugar, y ella se sumergió en la pelea, dejando atrás cualquier pensamiento sobre Axel, cualquier incertidumbre.
Sus rivales eran fuertes, hábiles, pero Maya estaba decidida a no dejarlos ganar. Cada movimiento que hacía era preciso y calculado. El sudor empapaba su frente mientras intercambiaba golpes, esquivando los ataques con agilidad y respondiendo con una fuerza feroz. Había algo en su interior que la mantenía en pie, luchando con más energía de la que pensaba tener.
— ¡Maya, rápido!— La voz de Tory la sacó de sus pensamientos, y Maya reaccionó con rapidez, tomando su mano para que ella continuara.
Después de lo que pareció una eternidad, Kwon dio el tercer punto que necesitaban para ganar.
Tory y Mayan estaban celebrando con entusiasmo, abrazándose y bromeando entre ellas.
La semifinal estaba avanzando rápidamente, Iron Dragons estaba a punto de enfrentarse a otro equipo. Maya no podía evitar mirar de reojo hacia el área donde Axel y Zara se encontraban, listos para luchar.
"¡Vamos, chicos! ¡Vamos, Iron Dragons!" gritó alguien desde la zona de espectadores.
Maya observó con atención cómo Axel se movía con una precisión mortal. Cada golpe parecía calculado, perfecto. El poder que Axel transmitía en su pelea era impresionante.
El equipo contrario no pudo hacer mucho para detenerlos. La fuerza y la determinación de Iron Dragons eran inquebrantables. Axel derribó a su oponente con un rápido giro de muñeca y un movimiento fulminante. Zara, por su parte, utilizó su agilidad y precisión para neutralizar a su oponente. La pelea duró solo unos minutos antes de que los tres puntos fueran marcados.
El árbitro declaró a Iron Dragons como los ganadores. La multitud estalló en vítores, pero Maya solo podía ver a Axel.
Justo cuando pensaba en alejarse de sus pensamientos, otro combate comenzó. Esta vez era el turno de su antiguo dojo, Miyagi-Do. Maya no podía evitar sentirse dividida. Aunque ya no era parte de ese equipo, parte de ella aún sentía una conexión con sus antiguos compañeros. Ellos habían sido su familia antes de todo esto, especialmente Miguel, con quien habia empezado todo su camino por el karate. Pero ahora todo parecía diferente.
La pelea comenzó, y Maya se dio cuenta de inmediato de que algo no estaba bien. Miyagi-Do no parecía tan concentrado como en otros combates. Los movimientos no eran tan fluidos ni tan precisos como solían ser. Sus ex compañeros estaban cometiendo errores. No estaba claro si era por la presión del torneo o por alguna otra razón, pero la falta de sincronización era evidente.
Mientras observaba el desastre en el ring, una parte de Maya deseaba poder hacer algo, desearía poder ir allí y ayudarles, pero sabía que su tiempo en Miyagi-Do había terminado. Su lealtad ahora estaba con Cobra Kai, o eso queria creer.
El árbitro dio la señal de fin de combate, y Miyagi-Do fue derrotado. La decepción en sus rostros era notoria, y Maya pudo ver cómo Miguel bajaba la cabeza, frustrado por lo que había sucedido.
El rugido de la multitud resonaba mientras los equipos se preparaban para la siguiente ronda. El equipo de Cobra Kai había sido imbatible hasta el momento, pero el destino estaba por cambiar. Su siguiente enfrentamiento era contra Tiger Strike.
Maya observaba atentamente mientras Tory se preparaba para salir primero. Sabía que Tory era una luchadora fuerte, decidida, y capaz de llevar a su equipo a la victoria, pero algo en el aire parecía estar fuera de lugar. El enfoque de Tory no era el mismo que siempre. Había algo en su postura, una tensión en sus movimientos, como si estuviera distraída por algo más.
Tory peleaba, pero no con la misma intensidad que siempre. Sus movimientos eran más lentos, menos precisos, y eso le estaba costando caro.
Los luchadores de Tiger Strike aprovecharon cada error de Tory. Cada golpe que recibía la dejaba más vulnerable, y el dojo rival no dudaba en aprovechar su oportunidad. La lucha se volvía cada vez más desequilibrada, y pronto, Tory, fue derribada con un golpe certero de su oponente. La caída fue estrepitosa y un grito de frustración escapó de sus labios mientras tocaba el suelo.
La multitud estalló en una mezcla de sorpresas y murmullos, pero Maya no podía apartar la vista de su compañera caída. Sin pensarlo, corrió hacia ella. Su corazón latía rápido, acelerado por la preocupación y la urgencia. Llegó hasta Tory, quien intentaba levantarse, visiblemente adolorida y aturdida.
—Tory, ¿estás bien?— Maya se agachó junto a ella, extendiendo la mano para ayudarla a levantarse. El sudor cubría la frente de Tory, y sus ojos reflejaban una frustración que Maya reconoció al instante.
—Sí, estoy bien — dijo Tory, pero su voz sonaba vacía, como si estuviera más preocupada por algo fuera de lugar que por el dolor físico. No era la actitud habitual de Tory. Había algo que estaba afectando la concentración de su compañera.
Maya la levantó, ayudándola a estabilizarse mientras intentaba ver más allá de la situación. No importaba si Tory parecía tener dificultades; Maya no la dejaría caer.
— Lo siento —, murmuró Tory, con rabia, incapaz de levantar la vista.
La derrota ante Tiger Strike fue un golpe duro para Cobra Kai. El equipo entero sentía el peso de la caída, pero lo peor de todo era que su futuro en el torneo estaba en juego. Aunque Cobra Kai había perdido esta ronda, aún quedaba una oportunidad para avanzar, pero el desafío siguiente no sería fácil: tendrían que enfrentarse a Miyagi-Do, su viejo rival.
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