𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐝𝐨𝐬︱La princesa prometida
"Ella es fácil en los ojos pero su alma es negra y eso es un hecho que su sonrisa te comerá vivo."
SIRA estaba muy agradecida con la ayuda, pero, ahora mismo quería una toalla a su alrededor.
Había estado con su pijama durante quince días y, nadar entre las aguas con una tela tan ligera y transparente como aquella, solo le daba más frío; tomando en cuenta que casi era de noche, o eso creía por la neblina que les rodeaba. Tal vez estaba lo suficientemente loca como para no saber distinguir la realidad.
A su suerte, la peli naranja se fijó en su estado y fue corriendo en busca de una toalla para ayudarle.
─Déjeme ayudarle, su alteza.─dijo la pirata mientras le pasaba la toalla por los hombros.─A veces se me olvida que soy la única mujer entre hombres.
Sira subió la comisura de sus labios en una pequeña sonrisa. ─En serio no tienen que decirme así.─dijo Sira , o eso intentó por el castañeo de sus dientes. ─Muchas gracias, ... ─quedo a la espera de oír su nombre.
─Cierto, soy Nami.─sonrió la peli naranja. Sira asintió.─Ellos son, ...─Nami volteó y les regañó con la mirada para que digan sus nombres.
─Yo soy el Capitán Usopp.─dijo el moreno con una sonrisa ladina mientras le tendía la mano.
Sira la tomó y asintió nuevamente.─Encantada, capitán.
Luffy abrió los ojos confundidos. ─Espera, espera ... Yo soy el capitán, no él. Yo,─le tendió la mano a Sira.─Soy Monkey D. Luffy, capitán de este barco y seré, ¡el próximo rey de los piratas!
La pelirroja abrió los ojos levemente ante esa exclamación.
─Eres pequeño pero entusiasta.─Dijo la princesa sorprendida. Y observó al peliverde. ─¿Y usted?
─Zoro.─dijo secamente.
¿Para qué pregunté? Se dijo la princesa a sí misma. Entonces analizó el lugar. Era un hermoso barco.
Miró hacia la proa y visualizó la neblina que les rodeaba. Y, aun así le recordaba a su hogar; a su recamara en donde apenas podía visualizar las aguas chocar con las costas y sentir frío que traía consigo ese fenómeno natural.
─¿Hacia dónde se dirige esta tripulación?─preguntó la princesa.
Luffy sonrió emocionado, como si hablar del tema le encantaba. Tal vez no debí de preguntar, se dijo a sí misma la princesa.
─¡Iremos por el One Piece!─exclamó el capitán.
─¿El One Piece?─preguntó a nadie en particular.─Ese si es un sueño.─murmurró para ella misma y luego les miró esperanzada.─¿Sería posible ayudarme a llegar a tierra?
Todos le miraron ahora. ¿Acaso están sincronizados?
Sira quiso mostrar su cara de confusión, pero, una princesa no debe de pareces confundida; así que siguió con su cabeza alzada, su pecho hacia arriba, su estómago hacia dentro, espalda recta y una leve sonrisa que demostrada serenidad y estatus.
─Claro que sí, princesa.─dijo Luffy con su sonrisa.─Sería más que un honor llevar a salvo a la princesa de, ... bueno de, ...─se quedó sin palabras.
Sira quiso reír, pero se contuvo, porque tampoco podía hacerlo a menos que sea mandatoria la situación.
─De Dánaes.─terminó por decir Zoro con su seriedad. Él si daba miedo.
─No tienen que llevarme a Dánaes.─terminó por decir la pelirroja.─Puede ser a cualquier lugar y ya, a partir de ahí, puedo tomar un barco a mi isla. No quisiera interrumpirles en su camino al One Piece.
Zoro le miró curioso.─Pero, si le llevamos a Dánaes, ¿recibiríamos una recompensa?
Sira subió la guardia ante esa pregunta.─No veo por qué no.
─Yo digo que la llevemos a Dánaes.─dijo el peliverde ante esa respuesta.
Usopp asintió.─¡Apoyo la moción! Siempre he querido ir a Dánaes. Dicen que tienen la mejor comida en esa isla.
Luffy, ante esa declaración, puso sus brazos en su cintura y, aun sonriendo, asintió.─¡Listo! Llevaremos a la princesa a Dánaes, cobraremos la recompensa y comeremos de su comida.
─¡Luffy!─le reprendió Nami ante esa declaración.─Ella no es un premio que reclamar.─y luego miró a Sira.─Con gusto la llevaremos, su alteza.
Sira se aguantó las ganas de querer rodar los ojos ante el nombre.─Insisto, Sira; solo Sira.─todos quedaron en silencio unos segundos.─Veo que el barco sufrió algunos daños.
─Tuvimos problemas con La Marina.─dijo el moreno.
Sira abrió los ojos levemente tratando de ocultar su ligero temor. Si tuvieron problemas con La Marina, significan que son malos ¿no? Bueno, tampoco es que puede esperar muchos de unos piratas, pero ajá, era eso o morir. ¿O tal vez era morir en el naufragio o morir en manos de ellos?
─Entonces ustedes son malos.
─Somos piratas, ¿qué crees?─dijo el peliverde.
─¿No que no eras un pirata?─dijo Nami ahora.
Zoro subió la comisura divertido.─Déjame asustar a la princesa.
Sira entrecerró los ojos. ─Necesitará más que eso para poder asustarme.─y luego miró a Nami.─¿Será posible poder conseguir algo de ropa?
Nami asintió.─Sí, ven te daré algo para que uses.
Sira comenzó a seguirle y recordó el peso en su mano.─Creo que algo se salvó de la maleta que tengo. Si no, te puedo dejar saber.
Nami asintió.─Entonces le dejo para que se cambie. Hay un baño y creo que hay jabones, sino me deja saber y le traigo unos que tomé en nuestra última parada.
Una vez la pirata se fue, Sira abrió su maleta para ver qué tenía exactamente.
Bueno, solo tenía un vestido color blanco cremoso del largo de sus rodillas con escote de corazón, tirantes finos y zipper en el medio de su pecho; unas botas que le llegaban como una mano por debajo de las rodillas y un par de productos que su madrastra le empacó.
Cerró la maleta de golpe. Esta era la maleta para el viaje hacia la Cabaña a la que iba con su futuro esposo. Ella sabía muy bien que se hacía en ese viaje; era una tradición de Dánaes, una estúpida tradición.
Un mes antes de casarse, la pareja debía de hacer un viaje a una cabaña lejos de las personas en donde la futura esposa debía de someterse a su futuro esposo para demostrar lealtad en el matrimonio.
El escote era para tentar al futuro esposo; cosa en lo que salía ganando Sira ya que tenía un busto digno de admirar por los pervertidos. Las botas, por otro lado, eran largas y llenas de cinta para hacer ansiosa la espera.
Era una tradición machista y denigrante. Había escuchado las historias de las doncellas. Ninguna había corrido suerte en su ida a la Cabaña.
─Sale mejor morir a manos de los piratas que regresar a Dánaes.─murmuró Sira mientras investigaba el baño. Sí había jabón y una toalla, así que no perdió tiempo en darse un baño.
Luego de unos veinticinco minutos en el baño, tras lavarse la cabeza, el cuerpo y cepillarse los dientes, Sira se colocó su vestido y los zapatos. Sabía que esa fue la única vez en que agradeció a su madrastra por hacerle la maleta y colocarle desodorante y crema corporal. Había tenido mucha suerte.
Terminó de vestirse haciéndose dos trenzas pegadas a la cabeza dejando la parte de abajo suelta y trató de darle color a sus mejillas y labios pinchándose un poco con los dedos. Sin duda estaba muy pálida y con ojeras, pero, trató de verse lo mejor posible.
Porque las princesas no debían de verse desarregladas.
Salió del camarote y alzó la ceja al ver a Luffy arriba de la escultura que encabezaba el barco.
─¿Por qué está ahí?─preguntó Sira a los demás.
─Está oliendo comida.─dijo Zoro sin verle.─Espero que en Dánaes haya mucha comida por él come bastante y no se llena.
─No se supone que hayan islas cerca de por acá.─dijo Nami agarrando el timón.
Sira curveó sus labios hacia abajo esperando que la navegante estuviese equivocada. Realmente moría por comer algo.
Usopp entrecerró los ojos mirando al fondo.─¿Qué es un Baratie?
─Es un restaurante.─dijo la princesa reconociendo el lugar. Su padre le había mencionado varias cosas sobre ese lugar en los últimos años. Todos voltearon a verle y abrieron los ojos al ver su vestuario.─¿Qué?
Unos treinta minutos más tarde, la tripulación estuvo entrando al restaurante. Sira quedó embelesada con la estructura y decoración del lugar. Escuchó vagamente que el lugar no tenía espacio y, antes de que Nami le diera dinero al mesero para que nos dejaran pasar, el señor se fijó en ella.
─Claro que pueden pasar.─dijo conduciendolos hacia las escaleras.─Por acá, señoritas.
─Disculpe pero, ¿sería posible saber dónde está el baño?─preguntó Sira bajando las escaleras tras el señor quien, muy amablemente le señaló el cartel.─Muchas gracias.
Sira sentí la mirada de todos sobre ella. ¿Acaso todos sabían quién era ella? Ugh, odiaba eso, odiaba todo lo que tenía que ver con su vida de realeza. ¿Qué si le pasaba algo? ¿Y si alguien de Dánaes estaba acá? ¿Por qué le tenía miedo a que alguien de su isla supiera que estaba viva? Tal vez, y solo tal vez, estaba dispuesta a desaparecer con tal de no regresar a su vida de mierda.
Al llegar al baño se mojó la cara tratando de aliviar sus emociones. Sus respiraciones iban rápidas haciendo su pecho destacar más de la cuenta cosa que no debería de suceder porque, primero, eso es de prostitutas según su padre, y segundo, esa parte de su cuerpo solo le podía pertenecer a su futuro esposo según la tradición.
La maldita tradición. Si seguía así, iba a colapsar.
Sira se calmó a los segundos y salió del baño algo renovada.
Al llegar a la mesa se fijó que el mesero había llegado y estaba tomando la orden de los chicos.
─¿Qué creen que quiera la princesa?─preguntó Luffy.
─Ella puede decirlo.─señaló Usopp hacia ella mientras estaba comiendo un pan.
Entonces todos voltearon a verle, incluido el camarero. Sira les miró antes de tomar asiento a un lado de Luffy.
─¿Qué hay para ordenar?─preguntó ella a los demás.
─Luffy ordenó el menú entero. Puedes elegir una bebida mientras.─le respondió Nami algo tensa.
Entonces Sira volteó a ver al camarero para ordenar su bebida, pero Sanji había quedado pasmado ante la presencia de la princesa desde hace rato.
Él era coqueto, muy coqueto, pero se había quedado sin palabras al verle, literal. Tal vez era la forma en la que caminaba, o la elegancia en la que se sentó al lado del sombrero de paja, o la mirada que proyectó a los demás, pero no podía dejar de verle.
Hasta que cayó en la realidad.
─Entonces, ¿la princesa que desea?─preguntó tratando de sacar su mejor sonrisa encantadora. No entendió porque se refirieron a ella como una, pero era un lindo apodo que no podía dejar escapar.
Sira quiso rodar los ojos por el apodo pero se contuvo.
─Un jugo de limón con hielo triturado, por favor.─dijo ella sin dejar de verle con una expresión nula en la cara, y luego preguntó.─¿Si tienen jugo de limón con hielo triturado?
Y, aun con esa cara sin emociones, Sanji no dejó de sonreírle.
─Por usted, lo mando a fabricar, princesa.
Y, sin más, se retiró de la mesa. Todos miraron a Nami y luego a Sira.
─¿Qué?─preguntaron ambas a la vez.
─Nada, madame.─dijo Zoro divertido.
Usopp sonrió con la misma emoción de Zoro y miró a Sira.─Nada, princesa.
Y, por primera vez en su vida, Sira rodó los ojos.
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