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El príncipe sonrió mirando al mayor que había hecho una promesa encantadora por su profundo amor —¡Yo también prometo cuidarte, protegerte y amarte para siempre! —asintió antes de soltarse de sus brazos—. ¿Quieres ayudarme? Leí en un libro que debemos hacer huecos para las semillas de dos veces su tamaño.

—Te ayudaré —mencionó mirando como el príncipe realizaba los agujeros en la tierra fértil para copiar sus acciones.

El lacayo se había acercado a ellos y no pudo evitar sonreír, estaba aún conmocionado por la noticia que ni siquiera le importó que los príncipes estuvieran entre la tierra con sus trajes reales aún puestos.

Tae Hyung se había acostado más que cansado esa noche. Estuvo dedicado con las rosas todo el día, incluso cuando Seok Jin se tuvo que regresar a su reino, se quedó visualizando el jardín para estar seguro que su entorno fuera perfecto para sus nuevas amigas. Quería verlas crecer sanas y fuertes, él estaba seguro que pronto nacerían a pesar de que Min le explicó que tardarían más de tres horas en crecer, tenía esperanza de que mañana estuvieran ahí.

Todos los días sin falta el príncipe visitaba el tercer jardín y podía quedarse toda la mañana esperando que las rosas crecieran. Día tras día, pero Tae Hyung no se cansaba de anhelar. Min había llegado hasta él y se sentó sobre césped a su lado.

—¿Usted cree que florezcan las rosas?

—Solo han pasado dos semanas, príncipe Tae Hyung, tardan en crecer hasta cuarenta días más —sus ojitos se habían vuelto brillosos cuando los miró—. Florecerán incluso más hermosas que las rosas que plantaba su madre —el menor sonrió y lo abrazó fuerte.

—Lo amo mucho —Min le correspondió el abrazo con una sonrisa.

—También lo amo mucho, príncipe Tae Hyung.

Las semanas habían pasado y las rosas habían crecido tan sanas y fuertes como se podía, además de hermosas. Tae Hyung había llevado al jardín desde caballeros hasta criadas desde que comenzó el proceso para que todos en palacio aprecien las rosas que él y Seok Jin habían plantado con tanto cariño. Tan orgulloso de lo que había nacido.

Estuvo pintando sobre un lienzo sentado frente a los rosales, una hermosa rosa la cual tituló "Dulce Jinnie" en honor a su amado príncipe. Seok Jin se había pasado esa mañana al reino para ver cómo seguían las rosas y sonrió contento cuando las observó más florecidas que la última vez que los visitó.

—¡Príncipe Tae Hyung! —el menor se volteó enseguida que escuchó su voz—. ¡Las rosas han crecido!

—¡Hola! —saludó agitando el pincel—. Somos buenos jardineros, el señor Min me ha dicho que todas tuvieron suerte de florecer, que hay algunas que no lo logran y mira —dijo tomando el lienzo—. ¡Es para ti!

—Cielos —se hincó en el césped tomando el lienzo—. Es un hermoso dibujo.

—¡Cómo tú! Estas rosas se llaman Dulce Jinnie. Decreto real.

—¡Les has puesto mi nombre!

—¡Sí! Merecen llevar un nombre apuesto.

Era la tercera vez en esa conversación que Tae Hyung se quitaba los mechones de cabello de su rostro, el flequillo ya llegaba hasta la punta de sus labios y el largo rebasaba los hombros. Min se acercó a los príncipes ya que les enseñaría a cómo cortar correctamente una rosa sin lastimarse, Tae Hyung quería que Seok Jin se llevara un ramo de rosas para Hostelzen, además del hermoso dibujo que le había hecho.

—Huelen delicioso —mencionó Seok Jin al sostener la rosa recién cortada y sin ninguna espina.

—Huele como un dulce —mencionó emocionado el menor de los príncipes.

—En quince minutos estará la merienda —avisó Min—. Les he preparado algo especial. Los espero en el comedor, es mejor que se mantengan en la sombra, el sol está muy fuerte el día de hoy —ambos asintieron, pero se quedaron aún apreciando un poco más el rosal.

—Príncipe Tae Hyung ¿No has considerado cortarlo un poco? —mencionó apartando los mechones del rostro del menor.

—¿Mi cabello? —ladeó la cabeza—. No, me gusta mi cabello largo, papá dice que soy su pequeño león.

—Sí, eres un pequeño león, pero yo hablo de recortar el frente, además tienes algo de pintura verde por aquí —mencionó al tomarle el mechón—. Podrías recortar el frente, casi no puedo ver tus ojos y me gusta verlos.

—¿Aún ves mis ojos amarillos?

—No, creo que en esa ocasión fue por el efecto de la luz del sol —mintió.

—Bueno. Te doy permiso de cortar mi cabello —dijo de pronto—. Pero solo el frente —Seok Jin asintió mientras se pusieron de pie para ir a la recamara del príncipe. Al llegar, Tae Hyung se sentó sobre el banquillo y el príncipe se sentó sobre la cama con las tijeras que estaban en uno de los cajones del escritorio.

—Cuando vayas a pintar, hazte una coleta —tomó con ambas manos los rizos del menor y los ató con una cintilla que traía en su bolsillo—. Así no manchas tu cabello ni el lienzo —asintió obediente. Con sus manos peinó los rizos negros hasta que pasó la tijera a cuatro dedos por encima de la punta de sus labios. El menor cerró sus ojos para que los cabellos no le entraran y una vez listo, los abrió—. Ya puedo verte mejor.

—¡Yo también! —sonrió alegre al mirar la bonita cara del príncipe. Seok Jin pasó uno de los mechones detrás de la oreja del menor, además tomó la rosa que estaba sobre la cama a un lado del lienzo para colocarla sobre la oreja.

—Un nuevo peinado, combina bien con un accesorio.

—Pero es tu rosa.

—Podemos cortar otra. Quiero que la conserves —asintió feliz porque Seok Jin le había dejado su rosa.

Con las semanas, Tae Hyung había salido al jardín como todos los días para visitar a Dulce Jinnie, pero lo que miraron sus ojitos no fue lo que esperaban. Comenzó a llorar tan fuerte que Min dejó todo lo que hacía para ir a socorrerlo. Lo tomó entre sus brazos dándose cuenta de que había pasado.

—Mi príncipe, por favor respire —abanicaba con su mano el rostro enrojecido del menor por tanto llorar.

—Murieron como mamá —lloriqueó al abrazarlo fuerte.

—Vamos adentro, mi príncipe —lo tomó entre sus brazos hasta cargarlo, el menor lo abrazó por el cuello mientras lloraba totalmente desconsolado. Casi todas sus amigas Dulce Jinnie se habían marchitado. Estuvo sentado en la mesa de la cocina una vez cesó su llanto, ahora tomaba algo de jugo para recuperarse—. Es natural que marchiten, las rosas no duran para siempre, es su ciclo de vida. Por más que las cuidemos, por naturaleza marchitan con el tiempo

—Ohh... no lo sabía... me ha entristecido verlas como decayeron... Señor Min ¿usted por qué lloró sí sabía que las rosas se marchitan?

—No ha sido por eso. Me ha dolido verlo llorar.

—Señor Min... —murmuró con su mirada baja—. ¿Usted es cómo un papá? —sus ojos se encontraron y vio como las mejillas del menor se sonrojaron—, mi papá.

—Yo solo cuido de usted...

—Como un papá. Eso es usted para mí señor Min. Gracias por cuidarme —llevó el vaso a su boca una vez más. El corazón del lacayo latió fuerte, adoraba a su príncipe y lo amaba como un padre.

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Carta de realidad

Dulce Jinnie marchitó esta mañana, es normal, pero me duele que se hayan ido. Cultivaré más, soy el jardinero oficial de Dulce Jinnie y cada vez que se vayan... nacerán más.

Cuidaré más de ellas, porque las amo, a papá, al señor Min, a mi príncipe y a todas las personas que trabajan en el palacio, por ellos cultivaré más Dulce Jinnie.

Firma Kim Tae Hyungde Zelendia..

Muchas gracias por leer🥺💜

"Dulce Jinnie" es una referencia a Candy Candy c:

-: ✧ :-゜・.FairyWinB

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