𝖈𝖍𝖆𝖕𝖙𝖊𝖗 𝖝𝖛𝖎𝖎𝖎

𝔰𝔢𝔳𝔢𝔫𝔱𝔢𝔢𝔫

— Estamos dañados, muy dañados pero eso no nos hace sabios— la diosa comenzó a cantar aun mirando sus ojos celestes, y sin saber realmente por qué lo hacía—. No somos especiales, no somos diferentes, no elegimos quién vive o muere.

»Seamos normales, veamos películas malas, tomar una cerveza o ver la TV«

»Ornearemos brownies o iremos a los bolos, ¿no quieres una vida conmigo?«, Harry comenzó a sonreír al escucharla.

»¿Podemos tener diecisiete? Es lo único que quiero hacer, si me dejas entrar puedo ser mala contigo«

»La gente nos lastima«

— O desaparece— se sumó el pirata, mientras se levantaba de su posición agachada.

— Y tiene razón, eso realmente apesta—lo miró desde abajo caminar hasta detrás de su silla—. Pero lo dejamos ir.

— Tomamos un respiro— abrazó los hombros de la chica desde atrás, mientras ubicaba su cabeza en su pequeño hombro.

—Y vamos a comprar ropa de verano— comenzó a imaginar su vida fuera de la Isla—. Podemos ir a acampar.

— Jugar al poker.

— Y iremos a comer papas fritas. Tal vez la noche de graduación.

— Tal vez bailando.

— No dejes de mirarme a los ojos— de repente se giró arrodillándose en la silla, para mirarlo fijamente.

— Tus ojos.

"¿No podemos tener diecisiete? ¿Es tan difícil de hacer?

Si puedes dejarme entrar, puedo ser malo contigo

Déjenos tener diecisiete, si aún tenemos el derecho"

— Entonces, ¿qué va a ser?— cantó la diosa, mientras se tiraba para atrás y así sentarse sobre el escritorio—. Quiero estar contigo.

—  Quiero estar contigo— Harry corrió la silla frente a él, para poder acercarse al cuerpo de la peliazul, ubicándose entre sus piernas.

— Estar contigo.

"¡Esta noche!"

Ambos se quedaron callados con las respiraciones agitadas, antes de que Agnys cerrara los ojos y apoyara su frente contra la del pirata.

— Sí, estamos dañados— cantó por lo bajo la diosa.

— Muy dañados— le contestó de igual forma.

"Pero tu amor es muy bueno para perderlo"

— Sostenme fuerte— pasó sus brazos por su gran torso para abrazarlo.

— Aún más cerca— reciprocó el abrazo, mientras la pequeña figura de la diosa se escondía en su pecho.

— Me quedaré, si soy lo que eliges.

— ¿Podemos tener diecisiete?

— Si soy lo que eliges.

— Si todavía tenemos el derecho— el castaño comenzó a darle suaves caricias, las cuales la diosa empezó a disfrutar.

— Porque tu eres quién yo elijo.

— Tu eres quién yo elijo.

"Tu eres quien yo elijo"

https://youtu.be/9h80Sr15n4M