𝐜𝐮𝐚𝐭𝐫𝐨


~Hina, no seas ingenua~

.oOo.

👑Hinata Tachibana👑

¡¿QUE ANOCHE HICISTE QUÉ?!

Es el día siguiente; sábado para ser más precisa. Realizar llamadas por teléfono es algo que comúnmente suelo hacer cuando tengo algún chisme que contar. En esta ocasión, tuve que recurrir a los oídos de Mariana para ser conocedora de la situación. Le conté absolutamente todo. Desde mi inesperado e inoportuno encuentro con Hanagaki hasta nuestra pequeña huida de la escuela al restaurante de comida rápida y la parada en el parque. A fin de cuentas, jamás le conté la verdadera razón de mi escape. Es más que obvio que su reacción al enterarse de cada detalle, iba a ser así de intensa y pasmada como lo supuse. Apuesto que ahora mismo debe de estar en su recámara. Sabiendo la hora que es, recién debió arribar a su hogar después de su terapia de la marcha.

–Como que en tu casa pueden escuchar todo, ¿No? –le indago, indicándole a Mariana que baje el volumen de su voz. Siempre suele hacerlo cuando se shockea. Enrollo un trozo de mi cabello coral entre mi dedo índice, acomodando mi posición en la cama.

¡Con razón me pediste que te cubriera! ¡¿Cómo no lo pensé antes?! –ahogo la risa mientras la escucho gritar desde la línea. –¡¿Pero cómo?! ¡¿Literal te lo topaste en los pasillos así como así?! ¡¿Estuvieron solos pero sin ni una sola alma?! –vuelve a exclamar, pero ahora un poco más tranquila.

–Créeme, sigo sin creer que ese debilucho era él. –admito. –¡Pero eso no es el punto! –recalco. –Ay Mariana, no sabes lo nerviosa que me puse. –digo con angustia. Me acuesto, dejando caer mi cabeza en las almohadas. –Mis manos sudaban como un animal y mi corazón latió tan rápido que apenas podía respirar. –exhalo. –Fue tan lindo. Me habló sobre cosas suyas que no sabía; dijo que se alegró de haber desperdiciado su boleto... –sonrío, rememorando aquella mágica noche. –Se portó como si fuese otra persona. Como un verdadero príncipe.

Hina... –la peli castaña clara me nombra. –¿No crees que solo lo hizo por compromiso? –me cuestiona, dejándome un poco dudosa. Digo, no es por querer pincharte el globo. Pero se me hace insólito que Hanagaki actúe de esa forma con una chica; sobretodo contigo. Comparándote con las otras que usualmente convive y coquetea, quizás te esté tomando el pelo.

–¡Te juro que no me coqueteó en ningún instante! –recalco. –Yo no sabía que jugaba béisbol de pequeño.

¿Y eso que tiene que ver? –pregunta sacada de onda.

–¡Que soy la primera persona que lo sabe! ¡A ni una sola chica se lo ha confesado! –exclamo.

Amiga, que te comente algún dato insignificante del pasado no te hace la ganadora de la lotería. Quizás solo te lo contó porque no tenía nada mejor que decir. ¡¿Qué no ves su peinado de mango chupado?! ¡Literal es lo mejor que se le pudo haber ocurrido en su tiempo libre! –la oigo vociferar. Es la amiga que más me apoya con el tema de Takemichi Hanagaki, pero parece que ya está comenzando a cruzar sus límites. –Es como si yo te dijera que ayer me comí unos mochis de matcha y de fresa Hinata. Nada garantiza que lo haya dicho con la intención de querer compartir algo de su vida contigo.

–No lo sé Mar. –niego con las dudas hechas bola. –Igual tengo fe de que no es tan malo después de todo... –suspiro derrotada contemplando el techo de la habitación. –Quise disimular mis nervios. Era la primera vez que por fin me atreví a curarlo. No tienes idea de cuánto me asusté cuando lo vi todo golpeado.

Bueno, es obvio que cualquiera lo haría. –supone. –No comprendo por qué te shockeaste si sabes bien como es él de metiche con el peligro.

–¡Pero no de esa forma! –le corrijo, llevando la mano derecha a mi frente en lo que aparto mis flequillos. Vuelvo a exhalar. –Si hubieses visto su mirada... –expreso con cierta tonalidad de aflicción. –No lo manifestó totalmente, pero se veía triste.

¿A poco? –pregunta extrañada.

–Te lo juro. –murmuro con intención de convencerla. De solo acordarme del azul en sus ojos, algo dentro de mí se estremece. –Si no hubiese querido que lo atendiera, no me hubiera dejado que lo tocase. –reflexiono. –Tal cual agarró mi mano con la gaza y lo atrajo con delicadeza a su rostro. Aguantó con tal de ser sanado y no le importó que una chica le hiciera el favor en su lugar. –concluyo. –Mariana... –la llamo. –Alguien lo agarró desprevenido.

¿Qué? –la oigo reaccionar seria pero estupefacta.

–Una cosa es que él y sus amigos busquen a los bravucones. Pero otra muy distinta es que lo golpeen de sorpresa. –le implico, tratando de sonar congruente. Giro mi cuerpo a la izquierda para acostarme más cómoda.

Ahora que lo pienso, tienes razón. –concuerda empezando a convencerse. –¿No te dijo quién o quiénes fueron?

–Un imbécil. –entrecierro los ojos y aprieto el puño izquierdo.

No me digas. –responde con el mismo tono sarcástico.

–¡Así me lo dijo tal cual! –exclamo justificándome, pero oigo a Mariana reírse a través de la línea. –¡Bueno bueno ya! ¡Regresando al tema de la huida! –retomo la conversación previa para que cese su risa y esfumar la frustración. –Tampoco es normal que haya desperdiciado su boleto del baile. Prefirió irse a cenar hamburguesas conmigo que conocer a la amiga desconocida de Akkun.

Inesperadamente, la línea telefónica se torna en completo silencio. Creí que iba a quedar en derrota al estar agotando los argumentos para alegar mi silenciosa huída con Takemichi; mas creo que me salvé por esta ocasión. Si lo reflexiono, tengo razón al decir que pudo haber tomado la decisión de haberse quedado con sus amigos, y no lo hizo. Nadie lo obligó a mantenerse a mi lado. Él es de estar ligando con una chica y otra hasta que alguna le haga caso. Si parpadeas, al segundo ya lo ves con una tercera. Digo, igual ha sido una sola ocasión que obtuve la suerte de entablar una buena charla con él. Me pregunto si con las demás entabla conversaciones largas y formales como la que tuvimos anoche. Me cuestiono si las chicas conocen ese lado humano que mantiene oculto. De todos modos, hay un montón de cosas que desconozco de ese hermoso chico. Ya es imposible que no esté sobrepensando lo ocurrido.

De hecho...no hubiera pensado en eso si no lo hubieras dicho. –mis ojos levemente se agrandan por la suavidad en que lo mencionó. –Hanagaki en su vida se pierde una sola fiesta. No puedo creer que enserio echó a perder el boleto del baile para irse contigo.

Su realización provoca un cosquilleo en mi corazón y un revoloteo en mi estómago. Mi sonrisa se dibuja y mis mejillas se tiñen en carmín. Quizás es solo una fantasía y una ilusión más, pero me alegro que el cielo me haya dado la oportunidad de oro para estar a solas con él.

–Fue mejor de lo que imaginé Mariana. –digo con un aire enamoradizo. –No me arrepiento en lo absoluto haberme animado a sanarlo.

Me imagino... –la oigo contestar, imaginándome su sutil sonrisa. –Por lo que escucho, realmente hablaron de todo anoche.

–Y bastante. –enfatizo. –Es como si ya nos conocemos de toda una vida. No hubo nada de incomodidad entre los dos. –suspiro. –Lástima que no se acuerda de mí... –manifiesto afligida, agarrando uno de mis peluches para abrazarlo. –Me hubiese gustado que lo hiciera. Que al menos en lo más profundo de su corazón, aún vivo en sus recuerdos.

Ay Tachibana...eres una ingenua. –libera una bocanada de aire. –Pero cómo me haces sonreír cuando te oigo hablar con tanto amor.

–Lo sé... –brevemente río. –Pero tengo miedo de que nunca se vuelva a repetir. Ya sabes...por cómo es en la escuela.

Mira Hinata. Si quieres un consejo mío, lo que tienes que hacer es ser directa y buscarlo. –mi corazón da un fuerte vuelco cuando oigo su propuesta. –Hanagaki no va a adivinar si quieres seguir charlando con él o no. Debes demostrarle que a diferencia de las demás chicas, tú eres seria y vas por una relación duradera; no de solo tres días y se acabó.

–¡¿Cómo crees que voy a hacer eso?! –me exalto, levantándome de la cama para sentarme.

¡Tampoco le vas a proponer matrimonio ni nada por el estilo Tachibana! ¡Es solo buscar la manera de al menos aproximarte y buscar tener una buena amistad con Hanagaki! –me reprende. –Las relaciones no solo van enfocadas en el romance. Todo tiene su tiempo por si no lo recuerdas tonta.

–Lo sé, lo sé. –respondo con algo de impaciencia. –Ya sabes lo nerviosa que me pongo.

Fíjate que no me había dado cuenta después de tantas cartas que le has dedicado. –dice con ironía.

–¡Ya! –vocifero.

A lo que voy es que con solo comunicarte con él vía cartas anónimas no podrás tenerlo en la palma de la mano. Debes perder poco a poco el miedo porque si no, tarde o temprano te lo van a robar.

–"Todo tiene su tiempo por si no lo recuerdas tonta." –imito su voz con burla.

¡EYY! –la escucho reclamar. Ahora soy yo la que se ríe de ella. –¡No seas aprovechada! ¡Retira lo que dijiste!

El karma es tan delicioso.

.oOo.

Han pasado aproximadamente dos horas desde que concluí la llamada telefónica con mi mejor amiga. Estar pegada a mi escritorio mientras mi mente lucha por no rendirse ante el enemigo de la tarea es cansado. Pese a mi gran anhelo de seguir leyendo el libro que dejé en pausa, tan solo las palabras salen de la pluma. En lugar de estar escribiendo notas de la clase de inglés, estoy creando una nueva carta para mi príncipe azul. Aún y cuando me siento aterrada de que se harte de mis creaciones, hay algo que me dice que siga sin parar. Se ha vuelto una gran costumbre en mi rutina; quizás hasta ya se acostumbró de leerlas. Bueno, si leer cartas de sus pretendientes sería como leer el periódico del día con una taza de café en la mano esperando a que el desayuno esté listo.

"Te miro y me regocijo. Te contemplo y solo tiemblo. Llámame tonta, llámame idiota. Pero pensar en ti es un alivio que me deja sin aliento. Me pregunto qué es lo que estarás haciendo en estos momentos; me cuestiono qué es lo que tu corazón estará sintiendo mientras descifras lo que recito. Yo solo espero que la sonrisa que ilustren tus bellos labios, sea tan cálida como los rayos del sol.

Quizás no sea de mucha relevancia para ti, pero escribirte es mi mera procrastinación mientras ignoro la tarea de inglés. ¿Serás un experto en esa clase o se te dará mejor otra materia? Porque imaginarnos a ti y a mí charlar de las mismas cosas es un sueño, como la primera vez que te vi. Espero que hayas logrado disfrutar la noche anterior, si es que lograste acudir al baile. Pero te cuento, que hoy me di el lujo de recrear las galletas que trajeron para la mesa de bocadillos. Dicen que la cocina se me da bien, aunque reconozco que no es mi fuerte. Me gustaría tener el valor de darte algunas si es que me quedan deliciosas, pero no sé si a ti te gusta lo dulce o si pensaría en dejar la timidez atrás.

No me importan las eternidades que deban ocurrir para mirarte de frente y revelarte mi verdad. Por ahora, solo me conformo con tenerte de lejos y saber que mis palabras, siempre te hacen feliz."

–Hermana. –el llamado de mi hermano abriendo me espanta, haciendo que cubra de inmediato mis cartas con la tarea de matemáticas que acabé antes de avanzar con inglés.

–¡Cielos Naoto! ¡Toca la puerta antes de entrar! –reclamo con la voz espantada por su repentina apariencia.

–Ni que hubieras visto un fantasma Hina, no maches. –se adentra a mi habitación y exhalo.

–¿Ocupas algo? –pregunto en lo que detengo la música de mi reproductor.

–Vamos a salir a cenar. Para que dejes de pajarear en las nubes y te apures en acabar tu tarea en cuanto regresemos. –comenta, sentándose en mi cama mientras agarra uno de mis peluches.

–¿Y desde cuando vienes tú a darme órdenes? –pregunto volteando mi silla giratoria de brazos cruzados.

–Mamá dijo que no interrumpiera tus "sesiones". –cotiza con los dedos. –Pero me distraje jugando que se me olvidó decirte antes. –me ruborizo un poco por la veracidad en sus palabras. –Y por cierto, como que deberías bajarle a tu voz si no quieres que nadie en esta casa se entere de tu vida amorosa fallida.

–Bien, ya me avisaste. Ahora largo. –señalo la puerta molesta.

–Si quieres arreglarte como que pide las cosas bien, ¿No? –pone los ojos en blanco.

–Y como que deberías dejar de meterte en donde nadie te llama y aprender a tocar la puerta si quieres entrar a lugares ajenos. –le reclamo en un tono un poco más golpeado.

–Te voy a acusar con papá. –me arroja el peluche en la cara y se levanta. –Odiosa.

–¡A BARRY ME LO RESPETAS! –le exclamo enfurecida pero se retira sin decir nada. –¡Ash! –bufo, acariciando a mi osito marrón. –Sí lo sé. Naoto es un salvaje. –le digo al peluche entre mis manos y le beso su pequeña frente.

Sé perfectamente que mi hermano no me delatará con papá. Pero me molesta que se meta en mis conversaciones. Bueno, parte de la culpa es mía por emocionarme de más en cuestión a Hanagaki. Estoy segura que hasta los vecinos se percatan de mis escándalos de adolescente enamoradiza. Si mamá y papá se enteran de seguro será mi fin. Debo ser mucho más cautelosa y evitar que la más minima facción, reacción o comentario me delate. Reviso la hora en mi reloj. Son casi las siete de la noche y el cielo ya está oscureciendo. Cielos, Naoto tiene razón. Pierdo la noción del tiempo cuando me adentro en las nubes. Lo bueno es que conseguí adelantar gran parte de mi tarea. Quizás con solo acabar mis notas de inglés puedo dar por terminado el día para seguir con mi lectura.

Arreglo mis cuadernos y las hojas sueltas por todo mi escritorio para darle un poco de orden a mi espacio de trabajo. En cuanto a mis cartas, las escondo en medio de mi diario personal y lo pongo por debajo de mi libro de matemáticas. No es que me aterre que alguien pueda esculcar entre mis cosas, pero me doy una cachetada mental por el comentario que Naoto me restregó. Mi vida amorosa es un desastre, pero a veces se me olvida que soy muy chica ante los ojos de mis papás. De todos modos no tengo por qué dar explicación alguna acerca de mis sentimientos y de cómo estoy manejando mi situación. Mi hermano podrá ser molesto a veces, pero no es un idiota. Él sabe acerca de las cartas y de Hanagaki. Aunque me vio como si fuese una tonta, de todos modos agradezco que esté guardando el secreto del resto del universo. Mientras arreglo mi cabello y me doy el tiempo de maquillarme un poco, me pongo a pensar precisamente en eso. A veces doy por hecho algunas cosas, pero jamás a las personas que quiero. Solo espero que todo el embrollo de las cartas valga la pena, y no me haga sentir más estúpida de lo que ya me siento.

–¡Niños! ¡Ya vámonos! –oigo el clamor de mi mamá desde la sala de estar.

Rápidamente me echo un poco de perfume en el cuello y en las muñecas para darme una última revisada frente a mi espejo. No quise cambiarme de atuendo porque siento que voy sencilla pero presentable a la vez. Salgo de la habitación a paso medio apresurado con un par de botines marrones a la mano y me encuentro con toda mi familia reunida.

–Vaya, me sorprende que hayas salido a tiempo. –comenta la voz de mi papá detrás de mí, en lo que arribo al pasillo de la entrada para ponerme el calzado.

–De nada. –verbaliza mi hermano menor. –Agradézcanme que le avisé a tiempo.

–Fue casualidad. –me excuso mientras ajusto el cierre de los botines y me levanto.

–Es lo de menos. –sonríe mi mamá frotando mi espalda. –Lo que importa es que ya estamos todos. Ahora vamos, que no queremos que nos gane el tráfico.

Dicho esto, todos nos encaminamos hacia la puerta, donde papá sostiene la perilla y nos cede el paso a los demás. Saliendo al exterior, me abrazo un poco a mí misma por la ventisca que azota mi ser. En estos instantes, no hay nada más que anhele que la llegada de la primavera. No soy fanática del calor ni tampoco del frío; soy más bien una intermediaria. La ventaja es que estamos a mediados de Febrero, mientras que la desventaja es que estamos en la recta final del año escolar y en un abrir y cerrar de ojos pasaré a segundo año de secundaria. Lo cual equivale a la mitad del camino antes de la preparatoria.

El trayecto en el auto fue tranquilo, nada fuera de lo ordinario. Lo que sí me encanta hacer en paseos como estos es atisbar hacia la ventanilla y admirar el paisaje frente a mis ojos. Me maldigo a mí misma por no tener una cámara profesional para tomarle foto a este bello atardecer rosado. Normalmente las fotos las obtengo gracias a la cámara de Karen, ya que es ella a la que siempre acudimos para los recuerdos de nuestro grupo de amigas. Todas las fotografías en mi corcho se los gratifico a ella; mi interés por querer empezar a tomar fotografías de manera profesional, se lo debo a Karen.

Llegamos a un restaurante de comida japonesa, donde el sushi, el arroz y el ramen son los manjares estrella. De solo captar el olor de los platillos desde el estacionamiento del local ya me ruge la barriga como una feria. Al entrar, la mesera nos recibe con una linda sonrisa y nos guía a nuestra mesa. Usualmente no soy mucho de intervenir en las charlas familiares, y lo digo porque Naoto es el que tiende a iniciar con los temas de conversación y mi papá en procederlas. Aprovecho la distracción para leer el menu y pensar en qué es lo que voy a ordenar. El ambiente en el sitio es ameno y cálido. Hoy veo a muchas familias disfrutar juntos de un bello momento y puedo sentir el regocijo desde mi sitio. Después, mis pensamientos cesan en el instante en que me llega un mensaje de texto.

harunita:
estoy con tu galán y su mejor amigo en el boliche
me acaba de preguntar si te conozco, JAJAJA🤪

Paren con todo...

Mi corazón se detiene por un segundo y todo a mi alrededor deja de existir.

¡¿Cómo que Haru está con Hanagaki?! ¡En ningún momento me dijo que se iban a encontrar en el mismo lugar! ¡¿Qué están haciendo ahí?!

Me meto entre mis mensajes y busco el chat que tengo con ella en lo que uso mis pulgares para escribir más rápido que Flash.

yo:
CÁLLATE LOS OJOS!!
QUÉ ESTÁ PASANDOOO

–Hinata, ¿Todo en orden?

Y como si un solo infarto no fuese suficiente, la llamada seria de mi papá y su mirada extrañada hacia mí me obliga a esconder mi celular por debajo de la mesa con disimulo y mirarlo de reojo.

harunita:
tranquilaaa
Setsuna fue a una cita con su novio y fui a mal terciar
le pregunté a Akemi si me hacía compañía pero la traidora de último momento no pudo venir
me topé al Take y a Akkun de casualidad y raramente me reconocieron lol

Me muero ahora mismo.

–Sí, sí, todo bien. –afirmo lo más natural posible.

–No me obligues a quitarte el celular si lo sigues usando en la mesa. –reitera mi progenitor, lo cual maldigo para mis adentros.

–Lo siento. –me disculpo. –Haruna tiene unas dudas sobre la tarea. Nada más. –invento una excusa para zafar.

–Está bien. Pero respóndele rápido. –responde antes de beber su té helado. Lo cuál es raro estando todavía en invierno.

Con toda la velocidad del mundo reviso los nuevos mensajes que me fueron mandados al ser interrumpida por papá. Ahora la curiosidad me carcomerá por el resto de la cena.

harunita:
me preguntó Hanagaki si tú y yo éramos amigas y le dije que sí
luego me preguntó si tenías cuenta de Skype y se lo pasé
de nada😈😇❤️✨

¡AHORA SÍ ME MUERO!

TAKEMICHI HANAGAKI TIENE MI USUARIO DE SKYPE EN SUS MANOS. QUIERO GRITAR, SALTAR Y METER MI CABEZA EN UN HOYO PERO AL MISMO TIEMPO NO QUIERO. ¡AAAAHHHH!

yo:
ya te dije que te amo y te odio al mismo tiempo??🥲

harunita:
qué tieneeee?? es tu oportunidad para acercarte más a él!!
VE POR TU HOMBRE TIGRESA🔥

yo:
noooOooooOOOOOooo

Antes de que caiga en una crisis existencial, apago mi celular con tal de que no me lo quiten. No cabe duda que Haruna me contará todo el chisme por llamada. Por ahora, lo dejaré para cuando llegue a la casa. Una vez que terminamos de ordenar, la mesera nos retira las cartas de la mesa.

–Y cuéntanos Hina, ¿Cómo estuvo el baile de anoche? –pregunta mamá.

–¿Eh? –expreso algo perdida. –¡Ahhh! El baile, sí. –sonrío con algo de nervios pero inmediatamente me compongo. –Estuvo bien.

–¿Nada más? –le dedico una mirada amenazante a Naoto. –Si siempre te la pasas haciendo monólogos de tus fiestas y reuniones que terminas en arrullar a una cancha de fútbol entera.

–Pues no fue nada fuera de lo común. –comento con simpleza. –Y si te aburren mis anécdotas entonces quiere decir que tu vida social es igual de desabrida que tus onigiris. –mi comentario hace que Naoto jadee indignado.

–¡Mis onigiris son deliciosos! ¡Dile algo mamá! –le reprocha el peli azabache a mi progenitora quien ríe divertida.

–Vamos cariño, no tiene nada de malo que tu hermana no tenga mucho que decir de vez en cuando. –asiento con la cabeza para molestar a Naoto un poco más.

–Más les vale no discutir en la mesa si no quieren terminar castigados los dos. –el regaño de mi papá hace que tanto mi hermano como yo, nos quedemos callados. No sin antes dedicarnos una mirada de enojo sin que el adulto se percate.

–No...estábamos discutiendo. –vacilo un poco. –Es que no me gusta sentir que soy molesta cuando hablo.

–Ya sabes que tus anécdotas siempre son interesantes y divertidas, hija mía. –verbaliza mi madre estirando su brazo para sostener mi mano. –Ahora dinos, ¿Te sacó a bailar un chico? –al verla guiñarme el ojo, mis mejillas se calientan.

–¡Mamá! –bufo en lo que papá tose por la bebida.

–Esto se va a poner bueno. –dice Naoto frotando sus manos con malicia.

–No es como si estuviera prohibido hablar de chicos y de fiestas. Además... –dirige la mirada a mi progenitor. –Hinata ya está en edad, por si no lo recuerdas.

A veces es duro para mi papá estar con nosotros en casa debido a su trabajo. Debido a que la mudanza sigue en pleno proceso, se esmera bastante para pagar la casa lo más pronto posible. Aún no es un hecho que nos vayamos a cambiar pronto, pero sí que no estaremos en el apartamento por mucho tiempo. Será estricto algunas veces porque quiere lo mejor para todos, solo que a veces no me siento en mucha confianza para sentarme a platicarle mis cosas en comparación con mamá. Cuando saca su lado sutil y sonriente, suele desconcertarme un poco. Quizás mis recuerdos son algo distorsionados por las escasas veces que lo veo, porque ahora mismo siento su mano acariciar mi cabeza de una manera cálida y paternal.

–Estoy consciente de eso, Ryoko. –comenta mientras sus dedos peinan un poco mi cabellera castaña clara. –Hinata cada día se vuelve más en una señorita que me cuesta un poco asimilarlo.

Mis labios ilustran una diminuta sonrisa. Después de todo, mi papá no es tan malo como mi cabeza a veces suele hacerme creer.

–Tuve más ganas de estar con mis amigas por esta ocasión. –respondo ante la pregunta de mamá. –Mariana se sentía un poco exhausta y ni modo que la forcemos a estar de pie con muletas toda la noche.

–Es cierto. ¿Cómo sigue tu amiga Mariana? –cuestiona mi progenitor a mi costado derecho.

–Sigue yendo a rehabilitación. –contesto brevemente. –Ahora que hizo la transición de la silla de ruedas a las muletas le costó al principio el cambio, pero ha mejorado bastante. –digo, mientras que todos atisbamos a otro mesero traer los platillos que ordenamos previamente.

–No quisiera estar en su lugar, pero me sorprende lo positiva que es ella. –opina Naoto mientras acerca su plato de arroz con camarón y verduras.

–No creas que es fácil, pero admiro mucho su resiliencia y sus ganas de superar este gran obstáculo. –agrego mientras saboreo el sushi frente a mí.

–Me alegra mucho que te rodees de buenas amistades en tu vida. Así quiero que sea siempre contigo y con Naoto: Que se llenen de personas que los hagan aprender, crecer y evolucionar a mejores seres humanos. –dice mamá antes de darle la primera probada a su ramen.

–Eso sí, los bocadillos de la fiesta estuvieron deliciosos. –agrego para no desviar mucho el tema del baile y poder adornar con flores la mentira piadosa.

–Qué bueno que te la pasaste bien. Pero ojo con los chicos porque aunque esté trabajando te tengo en la mira, Hinata. –el comentario de papá me hace poner los ojos en blanco. –Y a ti Naoto, ¿Cómo te está yendo en el club?

Aquí es cuando opto por quedarme en silencio para concentrarme en comer mi sushi. Cuando se tratan de temas que le interesen, a Naoto es cuando se le da mucho conversar. Mientras le doy el espacio a él y a mis padres, me pongo a pensar en qué ocurrirá ahora que Hanagaki tiene mi número. Y es en este instante en que mis inseguridades me vuelven a domar.

¿Me escribirá de inmediato? ¿O solo lo tendrá entre su lista de contactos hasta que se acuerde de mí en medio año más?

Me pregunto con cuántas chicas se estará mandando mensajes.

¿Qué pasa si duda en contactarse conmigo?

¿Y si me habla pero en poco tiempo se aburre de mí?

¿Le agradaré? ¿Le disgustaré?

¿Haru hizo bien o mal en darle mi número?

¿Y si le pidió de favor a ella porque le dio pena pedírmelo cuando nos vimos?

¿Y si soy parte de su juego y solo me quiere escribir para ilusionarme y después botarme?

¿Pero qué tal si realmente le gusto?

¡No! ¡Basta Hina! ¡No seas ingenua!

Exhalo rendida. Podrá ser el chico quien sueño que sea mi príncipe azul, pero a Hanagaki siempre lo he sentido tan cerca y tan lejos a la vez. Gratifico internamente las intenciones de Haruna, pero esto me pone en una posición contraproducente. Puedo salir ganando o terminar en cavar mi propia tumba. Nunca en la vida he chateado con un chico en plan de entablar una relación con él. Normalmente suelo intercambiar una que otra cosa con algunos compañeros pero para temas escolares. Y si hablo con ellos en plan amistoso, eso ya sería en las reuniones que organizan los viernes o fines de semana.

El resto de la cena fluyó con normalidad hasta que llegó la hora de pedir la cuenta y retirarnos del restaurante. Durante el trayecto a casa no fue nada fuera de lo común. Naoto se la pasó hablando a cada rato que sentía que me iba a reventar los oídos con sus teorías conspirativas sobre el espacio y la historia. Agradecí al de arriba que llegamos más rápido de lo contemplado y que el elevador llegó en un abrir y cerrar de ojos. Entrando al apartamento, lo primero que hago es quitarme los zapatos de una sentada y correr hacia mi cuarto.

Abro la puerta, agarro mi computadora y me lanzo a la cama para prenderla y meterme rápidamente a la plataforma en la web. Entre mis mensajes hay unos que otros de mis amigas y del chat grupal que tenemos entre las seis. No obstante, entre todos los que tengo sin leer, está la solicitud de un contacto que llama inmediatamente mi atención; porque se trata de un usuario que no tengo registrado en mis contactos. Mi piel se estremece. Mis ojos se agrandan. Mi corazón da un fuerte brinco.

take_hanagaki25:
hola...Hinata verdad???
soy Takemichi
cómo estás??

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top