𝟎𝟓

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𝟎𝟏𝐗𝟎𝟑 ; 𝐋𝐚 𝐳𝐨𝐧𝐚 𝐏𝐫𝐨𝐡𝐢𝐛𝐢𝐝𝐚

Los chicos habían logrado conseguir el dron y la emoción era palpable. Sunny, quien se había unido a ellos, estaba disfrutando de cada momento. Aunque Sarah le había comentado sobre una fiesta, Sunny decidió no ir y solo le dijo que se cuidara. En lugar de eso, terminaron en The Wreck, el restaurante de los padres de Kiara, un lugar algo inesperado para un grupo de Pogues, dado el estatus económico de la familia de Kiara.

—Robar drones te da hambre —bromeó Kiara al descender del vehículo.

Sunny soltó una risa, bajándose del asiento del copiloto.

—Lo que daría por una cerveza con camarones y sémola —dijo JJ, soñando un poco.

—No sería lindo —replicó Pope, haciéndole frente.

Al ingresar al local, Kiara se dirigió a su padre con confianza.

—Hola, papá, ¿cómo les fue? —saludó.

—No tuvimos ganancias —respondió él, con un tono algo abatido.

—Probablemente sea mala suerte por la tormenta —intentó Kiara animarlo.

—Sí, pediré al banco —dijo él, abrazando a su hija.

—¿No es el mejor momento para pedir comida gratis para mis amigos y para mí? —comentó Kiara, sonriendo.

El padre de Kiara los observó. —Míralos, son como pelícanos —dijo, refiriéndose a los chicos hambrientos. Sunny, divertida, se había separado un poco del grupo, eligiendo una mesa en el fondo.

El señor Carrera agregó: —Te dije que no salieras con ellos, excepto Sunny. ¿Ahora se unió a ustedes?

—Todos en la Academia Kook me odian, papá —suspiró Kiara—... Sunny, ella es demasiado linda.

—Porque no les diste nunca la oportunidad —replicó el padre, sonriendo.

—Sí lo hice, —replicó Kiara—. Se pusieron presumidos y les importa más surfear. ¿Qué debo hacer con eso? La única que me entiende de ahí es Sunny. —Miró a los chicos, reafirmando—. Ellos son mis amigos.

El padre dirigió su mirada hacia los cuatro. Sunny, JJ, Pope y John B le devolvieron un cordial saludo.

—¿No se piensan sentar, ustedes tres? —preguntó Sunny a los chicos.

Ellos suspiraron de alivio cuando el padre dejó de mirar, ocupando los asientos de alrededor. Kiara volvió a unirse, sonriendo con complicidad. Sunny supo que eso significaba que habían conseguido comida gratis. Estar con los Pogues era divertido; JJ siempre tenía algo gracioso que decir y Pope lo corregía de manera amable. Sunny compartió algunas papas fritas de una cesta, disfrutando del momento.

Cuando comenzó a sonar una de las canciones que Sunny y Kiara amaban, Kiara hizo una señal, y ambas se levantaron para bailar divertidamente. John B, incapaz de apartar la mirada de Sunny mientras disfrutaban, sintió que su corazón latía más rápido.

Tras lo que parecía un día lleno de aventuras, John B se ofreció a llevar a Sunny a casa, algo que hizo más por presión de JJ que por su propia voluntad.

Una vez en la Twinkie, el ambiente se volvió más tenso; no había música y solo se escuchaba el ruido del motor. Sunny rompió el silencio.

—¿Por qué me odias? —preguntó con sinceridad.

La pregunta tomó desprevenido a John B. Miró rápidamente hacia ella antes de regresar la vista a la carretera. Se quedó sin palabras por un momento.

Sunny asintió, sintiendo un nudo en el estómago. —Yo no te odio, si es lo que te lo has preguntado alguna vez —dijo, mirando por la ventana.

—Tampoco te odio —dijo John B, nervioso—. Honestamente, me molesté mucho el otro día. Lo siento.

Sunny lo miró, sorprendida. —¿Te acabas de disculpar?

—No lo pienso volver a hacer —replicó John B, intentando mantener su postura.

Sunny sonrió, sintiéndose aliviada. Entonces, decidió abrirse.

—¿No has pensado que tu padre sigue vivo?

John B detuvo el carro cerca de la acera, mirando a lo lejos las mansiones de los Kook.

—¿Por qué dices eso?

—A mí me hubiese gustado que mis padres dieran una señal, o dejaran algo más que dinero —dijo Sunny, honestamente. —El año pasado fue horrible; un día los tenía y al otro habían tenido un accidente. Ellos solo iban de viaje y el barco se hundió. Yo obtuve cuerpos, pero tu padre no ha aparecido. ¿No has pensado que esto puede ser una señal? Que hay algo más de lo que vemos.

Mientras hablaba, Sunny sentía valentía al compartir sus pensamientos, y John B la escuchaba atentamente, observando su rostro. Sus ojos azules reflejaban su interés. Y en ese instante, John B se dio cuenta de que le agradaba Sunny más de lo que había considerado inicialmente.

—Tus ojos... —logró decir, aún un poco aturdido—. Son muy azules.

Sunny se rió.

—Eso no tenía nada que ver con lo que acabo de decirte.

—Gracias —dijo él en voz baja—. Por ayudarnos, aun cuando no debías. Y por creer que mi padre sigue vivo.

Sunny sonrió.

—¿Es una tregua?

John B asintió.

—Es una tregua.

Retomaron el camino y John B la dejó a una cuadra de la casa de los Cameron, ayudando a bajar su bicicleta de la parte trasera de la Twinkie. Se despidieron con una sensación positiva.

Al llegar a su casa, parecía que todos estaban dormidos. Sunny se dirigió a su habitación, se duchó y se puso su pijama. Pero justo cuando pensaba rendirse al sueño, Sarah llegó, algo ebria de la fiesta, y se acostó a su lado.

—Hola, ¿estás dormida? —preguntó Sarah, con un tono somnoliento.

Sunny abrió los ojos, ya no estaba cansada.

—¿Cómo te fue?

—Sunny, ¿por qué soy tan idiota? —dijo Sarah, con un suspiro pesado.

Sunny se preocupó.

—No eres idiota, Sarah. ¿Por qué dices eso? ¿Pasó algo en la fiesta? —preguntó Sunny, ahora completamente alerta.

—Sí... Bueno, es lo que no pasó —susurró Sarah, con la cabeza recostada en la almohada—. Le dije a Topper que estaba lista.

Sunny se sintió inquieta. —¿Lo estabas? ¿O lo estás? —susurró, casi temiendo la respuesta.

—Sí... Entonces, cuando llegó el momento, no lo sé, no pude hacerlo —confesó Sarah, visiblemente frustrada—. Todo fue tan extraño. Él se enojó, y yo... me siento como una idiota.

Sunny la miró con compasión. —No te sientas así. Es normal tener dudas. Pasar por cosas como esas no es fácil.

Sarah suspiró. —Pero él es tan... tan perfecto. ¿Por qué no puedo simplemente relajarme y disfrutar?

Sunny pensó un momento antes de responder. —A veces, lo que parece perfecto, no lo es. Puede que también estés buscando algo más que solo el momento. Lo que importa es cómo te sientes contigo misma y si realmente lo quieres.

—Quizás —respondió Sarah, dándole vueltas a la cabeza—. Pero me da miedo decepcionarlo.

Sunny se hizo más cómoda. —No puedes cambiar lo que sientes solo para complacer a alguien más. Si realmente te gusta, deberías ser honesta contigo misma y con él.

Las dos permanecieron en silencio un rato, procesando lo que se acababan de decir. Finalmente, Sunny rompió el silencio: —Lo importante es que estás aquí, hablándome de esto. Eso ya es un paso.

—Gracias, Sunny. A veces, solo necesito a alguien con quien hablar —dijo Sarah, sintiéndose un poco más aliviada.

Después de un rato hablando en voz baja, las chicas se acomodaron en la cama. Sunny sintiéndose agradecida de tener a Sarah a su lado, y no solo como prima, sino como amiga. Finalmente, se adormecieron, una al lado de la otra, disfrutando de la calma de la noche.














(...)
















Sunny amaneció con mensajes de Kiara diciéndole que iban a probar el submarino, pero Sunny no podía ir; estaba en una especie de desayuno familiar y, por ende, llegó mucho más tarde. Cuando finalmente llegó al punto de encuentro, solo encontró a John B sentado, enfocando su atención en el mapa y los equipos que tenían.

Sunny había optado por llevar su traje de baño y un vestido ligero encima. Al entrar en la escena, lo vio y dijo con un tono juguetón: —Ahora es tu turno.

John B la miró, dejando la tablet a un lado.

—¿Turno de qué?

—De que me preguntes qué hago aquí —respondió Sunny con una sonrisa. —Pensé que ya habíamos pasado la etapa de las preguntas incómodas.

John B frunció el ceño.

—¿Qué haces aquí? —preguntó.

—Esa es una buena pregunta, porque ni yo misma lo sé —dijo Sunny mientras se sentaba a su lado—. Pero decidí que quiero estar en esto de la búsqueda del tesoro. ¿Tienes algún problema con ello?

—¿No? —contestó John B, un poco confundido.

Sunny asintió, satisfecha con su respuesta.

—Eso está bien. ¿Averiguaron algo sobre el submarino? ¿Cómo funciona? Vi un tutorial en YouTube y no se veía difícil.

—¿Viste un tutorial? —frunció el ceño John B, sin entender por qué se sentía tan relajado hablando con ella. Después de lo que había ocurrido ayer, era como si sus defensas se hubieran derribado.

—Ajá —asintió Sunny, mientras sacaba una bolsa de snacks de su bolso—. Oh, mira, traje los mismos que tiraste el otro día. Como cuando actuaste como niño.

John B sonrió al recibir los snacks. Sunny se sentó junto a él, observando el mapa antes de desviar la mirada hacia la playa.

—¿Sabes qué es lo mejor en un día así? —preguntó Sunny, sintiendo el calor del sol en su piel.

—¿Qué cosa? —inquirió John B, intrigado.

—¡El surf! —exclamó Sunny, con los ojos brillantes de emoción—. ¡Vamos a surfear!

La chica lo jaló del brazo, y él se rió. —Está bien, está bien.

Sin embargo, apenas habló, Sunny recordó: —Pero no traje tabla, olvídalo mejor.

John B negó con la cabeza.

—Te presto una. Vamos —sonrió—. Dicen que es un deporte de Kook. ¿Lo sabes hacer bien?

Sunny exageró su ofensa, poniendo la mano en el pecho. —Sé hacerlo perfecto. ¿Quieres apostar?

—Si conseguimos el oro, podemos apostar —respondió John B, dispuesto.

Sunny sonrió al escuchar eso. Ambos terminaron en la playa, uno al lado del otro. Sunny se sintió tranquila y a gusto, y John B se dio cuenta de que el surf era también algo en lo que ella disfrutaba. Poco después se unieron Kiara, Pope y JJ. Juntos, comenzaron a surfear y disfrutar del mar.

Fue demasiada diversión. Kiara mostró sus trucos en la tabla, JJ hacía bromas mientras trataba de atrapar ola tras ola, y Pope se concentraba al máximo intentando recordar todo lo que había aprendido. Sunny y John B, en su propia mini competencia, se lanzaban sobre las olas y disfrutaban de la adrenalina que les ofrecía el océano. A menudo reían juntos, cayendo a la superficie del agua, y disfrutando del sol radiante. Era una conexión genuina que crecía con cada ola que surcaban.

En la noche, todos acabaron en las hamacas alrededor de la casa de John B, riendo y compartiendo historias. Fue entonces cuando Pope hizo una pregunta que resonó en el corazón del grupo.

—¿Crees que está ahí afuera? ¿O es mentira? —preguntó, mirando al horizonte oscuro.

—Mi padre así lo creía —respondió John B, mirando también hacia la distancia.

—Pero, ¿tú? —cuestionó Pope, queriendo saber lo que realmente pensaba su amigo.

—Después de oír su voz en esa cinta, creo que sí —dijo John B, con la mirada fija.

—Creo que solo hay una forma de saberlo —respondió Pope, lleno de determinación.

—Mira, vamos a encontrarlo —dijo Kiara—. Hasta JJ lo cree.

—Oh por Dios, JJ, ¿de verdad lo crees? —dijo Sunny, divertida ante la aparente locura de la situación.

—Totalmente. Espera, ¿hablamos de los cuatro millones? —preguntó JJ con un tono serio.

—Son 400 millones —dijeron los demás al mismo tiempo, dejando claro el error de JJ.

—Eso mismo —respondió JJ, sin perder el ritmo.

Al día siguiente, los cinco se embarcaron en el mini barco del papá de JJ, rumbo al destino que había marcado las coordenadas.

—Bien, JJ, quédate aquí —anunció Pope mientras entraban en la zona.

—La cruz marca el lugar —dijo, deteniéndose en su posición.

—Bien, damas y caballeros —anunció John B—. Muy bien, JJ, estamos arriba. Diez segundos al noroeste.

—Entendido. Diez segundos al noroeste —confirmó JJ.

—¡30 metros! —anunció Sunny, mirando atentamente a su alrededor mientras Kiara tachaba en una tiza para no perder la cuenta.

Los nervios estaban a flor de piel, la tensión palpable en el aire.

—Y cito a El Hobbit: "abajo, abajo, a la aldea goblin. Abajo, abajo, vas, chico mío" —bromeó John B, intentando relajar el ambiente.

—120 metros —dijo Kiara mientras tachaba—. ¡La marea está cambiando! —avisó a los chicos.

—Oye, JJ, diez segundos al sur, sudeste, ¿sí? —instruyó John B.

—¡Recibido! —respondió JJ, enfocándose en la dirección.

—JJ, 20 segundos a velocidad media, ¿sí? Sur —dijo John B, dándole nuevas instrucciones.

—¡Recibido! —dijo JJ, ajustando la dirección del timón.

—¡Mantén la correa lejos de la hélice! —gritó John B hacia Kiara y Sunny.

—¡Eso intentamos! —respondió Kiara, ajustando su agarre.

—213 metros —anunció Sunny, al observar cómo la longitud aumentaba.

Un trueno retumbó, y la tormenta comenzó a acercarse. El grupo empezó a discutir sobre si debían dar la vuelta y evitar la tormenta.

—Van 280 metros —avisó Sunny, inquieta.

—¡Gira al norte, al noroeste! ¡Diez segundos! —gritó Pope a JJ.

—Pope, ¿cómo estamos? —preguntó John B, sintiendo la presión.

—Casi ahí —respondió Pope percatándose de la urgencia.

—¡Hay demasiada corriente! ¡Lo perderemos! —dijo Sunny preocupada mientras, con Kiara, intentaban mantener firme la correa en sus manos.

Cuando finalmente lograron la posición que deseaban, John B miró a Pope, deseando descifrar lo que estaban a punto de descubrir.

—¿Qué ves?

—Un montón de nada —respondió Pope con una dosis de frustración, mirando hacia las chicas—. ¡Kiara!

—298 metros —exclamó la morena, adrenalina pulsando a través de ella—. ¡Ahí lo vimos!

—¡Estoy en el fondo! —gritó Pope, la emoción llenando su voz.

—Deberías ver algo viejo —habló John B, la expectativa incrementándose entre ellos.

—¡Lo sé! —gritó Pope al unísono con su emoción creciente.

Sunny y Kiara se acercaron a la pantalla, casi conteniendo la respiración. Cuando finalmente se asomaron, sus corazones latían al ritmo de su emoción.

—No puede ser —dijo Sunny, sus ojos brillando con entusiasmo.

Desde el adentro JJ, quien estaba distante en el control, preguntó impaciente: —¿Ven algo?

—Es el Royal Merchant —respondió John B, su voz apenas un susurro, aturdido por el hallazgo. La historia detrás de ese barco perdido resonaba en su mente, dándole aún más significado al momento.


Hola! Espero que te este gustando la historia si puedes VOTA y COMENTA, no sean lectores fantasmas, además, si gustan pueden SEGUIRME, y así verán más actualizaciones sobre todo.
Se vienen momentos románticos desde aquí.

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