siete. inicio
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Le di una segunda oportunidad a cupido
Pero ahora me quedo aquí sintiéndome estúpida
Oh, la forma en que me hace sentir que el amor no es real
Cupido es tan tonto
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Me desperté y seguía con sueño, el reflejo del espejo que había colgado en la pared mostraba los fragmentos de maquillaje que aún tenía de ayer.
Nunca me maquillaba, por lo que tampoco tenía con qué sacarlo.
Mis párpados dolían del cansancio, casi me habían traído a mi casa después de las doce de la noche. Sí, "traído", Gojo y su chófer Choso Kamo se encargaron de dejarme acá, a pesar de que me negué varias veces. Casi como un secuestro.
Cerca, no en mi casa. Porque el conductor dijo que le daba miedo entrar a la zona, porque según él robaban.
u_u
—¡(n), a comer! —Salí de mi cuarto tras el grito de mi mamá. Arrastré los pies hasta la sala y me senté al lado de Yuji, que se veía más contento que yo.
—¿Por qué esa cara de sueño, hermanita? —Me sonrió pícaramente y yo fruncí el ceño —Ayer llovió bastante, pero llegaste casi seca. Lo raro es que no traías paraguas. ¿Alguien te trajo?
—N-no —si supieran que Gojo fue el que hizo conducir a su chófer hasta acá sacarían conclusiones falsas —, fue Utahime.
—Qué buena amiga, eh —. Respondió irónicamente.
Toqué los palillos dos veces sin mucho ánimo de rechistar y terminé de comer la pequeña ración de arroz que me habían dejado.
Sí, desde que empecé en Shibuya mi madre bajó la cantidad de mis comidas para que no subiera de peso y no tuviéramos que comprar otro uniforme.
Y lo comprendo, porque cuesta lo mismo que mis padres ganan en dos meses vendiendo comida.
Me arreglé físicamente, pero no mentalmente para ir a estudiar. Sin saber que, al llegar, tendría que enfrentar una nueva dinámica en la que yo estaría envuelta.
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Bienvenidas al séptimo capítulo de YOUNG LOVERS
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"Inicio"
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Buscaba con la mirada a Utahime antes de entrar a la construcción principal, pero lo único que podía encontrar era el odio en los ojos del resto de chicas que iban entrando al igual que yo.
¿Qué hice ahora? Lloriqueé internamente mientras un tumulto de alumnos se agrupaban en la gran pantalla que colgaba donde se enseñaban las noticias más importantes para el lugar.
Iba a hacer caso omiso hasta que vi a una de ellas señalarme y gritar.
—¡Ahí está! —Gritó, apuntando al nacimiento de las escaleras en el cual yo estaba pasando lentamente.
Sus ojos como de cazadores que habían encontrado a su presa se fijaron en mí, provocando que mi estómago se revolviera dolorosamente. ¿Qué estaba pasando?
—¡Síganla! —Escuché la voz de Mei Mei y como todas empezaron a avanzar a pasos grandes hacia mí. Por inercia empecé a correr y ellas también.
Mis piernas avanzaban quejándose por los zapatos con taco que llevaba, llegué hasta el segundo piso. Me detuve en el barandal, pero seguí avanzando con la respiración agitada por los pasillos al ver que estaban a unos cuantos pasos míos.
—¡¿Por qué siempre a mí?! —Farfullé, chocando con algunas personas en el camino. Giré la cabeza y jadeé notando que habían algunas que estaban demasiado cerca.
Las suelas de zapato contra el piso recién encerado era lo único que hacía eco en el lugar.
¡¿Es que acaso nunca había algún profesor o autoridad presente?!
—¡Agárrenla!
Doblé por el pasillo y agradecí al cielo cuando la puerta abierta de mi sala apareció ante mis ojos.
Reí victoriosa al acordarme de una regla que había en el recinto.
Solo los estudiantes que pertenezcan a la sala educativa pueden ingresar a esta, se sancionará si no se respeta.
Cuántas veces no me quejé de ella cuando Utahime estaba en otros cursos y quería entrar a verla.
Entré con la respiración agitada y me senté en la mesa al final de todas.
Crucé los brazos y me relajé al ver que se amontonaban en el marco de la puerta sin poder avanzar, alguna tuvo el valor de pisar más allá pero nada.
—¡Já, atrévanse! —Les saqué la lengua hasta que vi como eran empujadas y entraba Mei Mei con el resto de sus amigas. Ellas estaban en esa clase también —Mierda...
La de pelo azul claro caminó lentamente, a la vez que sacaba su celular y lo alzaba en el aire. Dudé si levantarme de mi puesto, estar así me pondría en desventaja.
Pero no tenía que demostrar miedo.
Aunque lo tuviera.
—Hola, ¿Qué pasa? —Intenté no reírme por mi falsa demencia a la hora que se acercaron.
—¿"Qué pasa"? —Me imitó, prendió su celular y lo acercó a mi rostro, demasiado. La punta de mi nariz chocó con la foto que había de mí agachada con un gato en la mano, Satoru estaba atrás mío con su chaqueta evitando la lluvia y Geto mirándonos a unos cuantos metros... ¡¿Geto?! ¡¿Mirándonos?!
Mi confusión se disipó cuando la chica de coleta pegó fuertemente la mesa en la que yo estaba, mi rostro se enrojeció.
¿Qué debía hacer? ¿Debía empezar otra pelea? Si ya le había pegado, ¿Aún no bastaba?
—No te hagas —frunció los labios y su cara disminuyó la privacidad que tenía. ¡Nadie respetaba límites en este lugar! —, te vieron junto a Gojo ayer en una cafetería. ¿Qué estaban haciendo juntos?
Mis ojos brillaron por la incertidumbre, ellas pensaban que él y yo tuvimos una cita. Bueno, fue una prácticamente.
Iba a desplegar mi lengua para responder, pero luego entendí que no tenía que darle explicaciones a ninguna de ellas.
—¿Por qué? ¿Es de tu incumbencia acaso? —le respondí, acercándome aún más. Se quedó callada, su respiración anormal chocaba contra mis ojos.
—¡Eres una simple pobre! ¡Te crees demasi-...! —Su chillón grito no me detuvo, lo que diría empezaría otra pelea.
—Te entiendo —susurré —, debe dolerte que, a pesar de ser mejor que yo, Satoru nunca se haya fijado en ti —. Fingí un puchero.
Pero abrí los ojos como plato cuando sentí como me jalaba del pelo. Gemí del dolor al sentir su agarre picoso, grité del enfado y también enredé mi mano en su cabello sedoso.
Empezamos a forcejear, provocando que me levantara de mi puesto. Todos farfullaban asustados, sin saber qué hacer.
—¡Suéltame! —La cara de Mei Mei tratando de alejarse.
—¡Tú primero!
Ninguna de las dos quería ceder, hasta que una gruesa voz se interpuso entre ambas.
—¿Qué? ¿Qué está pasando?
Gojo apareció en la puerta con las manos en los bolsillos, avanzó hacia nosotras sin importar el reclamo de uno de los estudiantes.
—¡Satoru, no puedes entrar! —La chica de cabello celeste y chasquilla asimétrica tembló —¡E-esta no es tu sala!
—¿Ah? —Se encorvó para quedar a su altura, la chica cerró los ojos —¡Ah, esa estúpida regla! —Se llevó la mano al mentón —¡Yo la cree! —Su rostro volvió a quedar estático.
Mei Mei había bajado la fuerza en sus manos, pero seguía sosteniendo mi pelo mientras ambas jadeabamos. El chico deslizó sus piernas largas hasta quedar a la par de ambas.
Observó nuestras cabezas y luego miró a la contraria, la mujer trató de hacer que la soltara, sin lograr nada.
—¿Por qué aún no quitas tu mano? —Su tono alto hizo que pegara mi oído al hombro. Lo único que sentí fue que su mano se fue desprendiendo de mi cabeza, dejando un fuerte dolor.
Cuando levanté el rostro, pude ver como Gojo afirmaba la muñeca de la chica. Su mano eran más grande que la de Mei Mei, por lo que cubría casi toda su extensión. Estaba asustada y se retorcía.
Mi mente vagaba de un lado a otro, hasta que finalmente la soltó.
La fémina se fue corriendo hasta esconderse detrás de sus amigas igual de asustadas.
—Sigo esperando que alguien me diga lo que está pasando acá —. Gojo pasó sus ojos por todos los presentes, pero ninguno habló.
—Se filtraron unas fotos —. Maki, la amiga de Mei que nunca había dicho ni hecho nada, se pronunció por primera vez.
—¿Qué fotos? —Levantó su ceja y me miró, no le devolví la mirada de la vergüenza e incomodidad.
La peli verde pasó su celular a quien estaba delante suyo y así fue de estudiante en estudiante hasta que el aparato llegó a las manos del blancuzco.
Tomó al teléfono y sonrió al ver el contenido, yo tirité:
—¡Diles que no es verdad lo que piens-...!
—Es verdad —afirmó y se acercó para tomarme de los hombros —, estamos saliendo —. Todos gritaron del asombro.
—¿Q-qué? —Traté de girarme para verlo, encontrando solo su sonrisa tonta.
—Pueden que la vean pobre, frágil, desprotegida, un poco tonta —fruncí la frente, a qué quería llegar —, pero está saliendo conmigo. Así que, cuando piensen que porque tienen dinero pueden meterse con ella, recuerden que yo tengo más, ¡Incluso más que todos ustedes reunidos! —Se burló —. Por lo que... Cualquiera que se atreva a meterse con ella se las verá conmigo, ¿Entendido?
No podía ver su rostro, pero creí que sería amenazante, porque ninguno habló e incluso pude escuchar como alguien se aguantaba las ganas de toser. Mei Mei volteó su cuerpo y se tapó los ojos, el incapié fue en especial para ella.
—¿Eso es cierto? —Vi como Utahime me miraba con decepción y también cierto rechazo, un nudo en la garganta se me formó por eso. No la había visto en todo el día y ayer había desaparecido sin decirme nada. Su actuar me parecía raro, capaz ella no me consideraba su amiga, como yo a ella.
—¡No! —Negué en un grito, pero todo fue en vano, porque el chico me levantó como un saco de papas a la vista de todos —¡Ayuda!
Pataleé pero fue imposible, ya ni traté de detenerlo. Nadie acataría por mí si se trata del chico.
—Siempre te metes en problemas —. Chasqueó la lengua, lo único que podía ver era el piso ir cambiando de cerámica mientras íbamos avanzando.
—¡Por tu culpa! —Rechisté, sentía que en cualquier momento perdería el equilibrio y caería, pero nunca ocurrió.
...
Cuando llegamos a la puerta de su salón de diversión, Gojo hizo que mis pies la empujaran, porque así era "más divertido".
—¿A qué mono traes ahí, Satoru? —Me sorprendí cuando esa despectiva frase salió de los labios de Geto.
Gojo en respuesta me soltó, mis pies se doblaron sin remedio, haciendo que desfalleciera, liberando una maldición de la vergüenza.
Nanami y Geto me miraban desde arriba, agradecí que ninguno se haya reído, porque no hubiese aguantado.
El chico de estatura alta y cabello sin color se acucliclló y me examinó, luego tomó mi brazo y me levantó. Agarró mis hombros, pegando mi mejilla a su torso.
—¿Por qué la trajiste? —Kento preguntó sin mucho interés en ello, se sentó en el sillón negro de cuero con las piernas abiertas.
—No lo creerán —se rió y me dirigió a un sofá frente al rubio —, (n) me confesó su amor y...
—¡Eso no es cierto! —Discrepé con las mejillas rojas —¡Estoy aquí en contra de mi voluntad!
Busqué los ojos intimidantes y casi negros del azabache, pero no ocurrió ningún roce ni de miradas. Estaba pegado en su celular, sin hacerle nada... Solo esperando algo.
Me deslicé por el respaldo frío, suspirando y pensando en mi vida.
La idea era estar lo más posible camuflada hasta que terminara el año, pero no ocurrió ¿Por qué tuve que responderle ese día? ¿Por qué Gojo parecía psicópata que se sentía atraído por sus víctimas?
El chico de a mi lado se paró para ir a traer algo y, con ello, me aseguré que no miraría más a Suguru. Seguramente él ya había notado mis miradas o mi respiración desigual cuando estaba cerca.
—Mira —. Un sonido frágil captó mi atención. Entre las manos de Satoru estaba la gatita que había visto ayer.
—Pensé que se había allá —. Respondí, a la par que estiraba mis dedos para alcanzar al animal blanco.
—¿Cómo la podría dejar? —Se cruzó de brazos y volvió a acomodarse junto a mí —¡En esa noche tan helada y sin el abrigo de su madre! ¡Si fuera por ti se hubiese quedado ahí!
—¡No la podía llevar! —La apegué a mi pecho, escuchando su ronroneo —¡Mi mamá no permite que lleve animales a la casa!
—¿Podrían callarse un rato? —Ahogué una lágrima cuando Geto nos calló.
—¡Oye, si te molesta te vas! —Gojo avisó, maldije cuando vi como se paraba de su lugar y se retiraba. Satoru solo rodó los ojos.
—Está esperando que Shoko lo llame —. Dijo Nanami.
—¿Otra vez? —Repuso el albino —¿Por qué no la llama él de una vez?
—Sabes como es Geto, ya debe saber sobre el compromiso, pero sigue negándolo.
¿Shoko?
¿Compromiso?
—¿Quién es Shoko? —Me metí en la conversación sin muchas esperanzas que Kento me respondiera.
—Es la novia de Geto —. Intervino Gojo, sentí como si un manto caliente se hubiese apoyado en mi pecho por unos segundos. Aplané los labios, era más que obvio que tendría pareja.
—No lo es —Nanami corrigió y la vida volvió a mí —, es la chica que le gusta desde hace un par de años.
—Ah...
Los segundos se convirtieron en minutos, y estos en horas. En una de ellas traté de irme con la excusa/verdad de que tenía clases, pero Gojo no me dejó ir.
Todo no fue tan malo, creí que Nanami me ignoraría, pero él y Satoru me incluían en las conversaciones cada vez que podía.
No tuvo efecto alguno, porque casi ni hablé. Solo me dedicaba a pasar mis dedos entre el pelo suave y el cuerpo cálido de la gata que estaba acostada en mi pecho.
Noté como la puerta se abrió y tragué saliva con la esperanza que fuera el pelinegro, pero volví a farfullar cuando entraron dos chicas bastante altas, bien maquilladas y con vestidos reveladores.
Una se sentó en el hueco que había entre Kento y su brazo extendido y otra quiso acercarse a Gojo. Con una sonrisa me alejé, pero él se aferró a mi hombro y negó con la cabeza.
Al final ambas terminaron sentándose con el chico de cabello dorado, había leído que estaba comprometido ¿Su novia sabía de esto?
Posiblemente me quedé boquiabierta admirando a las chicas que coqueteaban con el chico sin descaro, el muchacho de a mi lado lo notó y se apoyó en sus piernas para volver a estar en pie.
Se demoró unos segundos hasta que volvió y pude ver una gran caja dorada entre sus manos, encima de esta había una más pequeña.
—¿Qué es esto? —Inquirí cuando puso el peso sobre mis piernas.
—Ábrelo —. Dijo con emoción, entrecerré los párpados —¿Qué te pasa ahora?
—¿Es alguna broma, verdad? —En ese entonces las chicas que estaban con Kento tenían toda su atención en las cajas que tenía. Gracias a eso desaté el nudo y con ambas manos despegué la tapa de arriba con la parte inferior.
Me sorprendí cuando vi dentro de ella un montón de maquillaje.
—¿Qué es esto? —Le pregunté a Gojo. Él solo negó con la cabeza y cruzó sus brazos por detrás de esta.
—Ayer dijiste que una amiga era la que te había prestado maquillaje, así que te compré algo... Simple.
—No puedo aceptarlo —agradecí, empujando las cosas hacia él —, gracias, pero no.
—No te servirá de nada negarte —abrió la caja más pequeña que había olvidado y de ella sacó un celular rosado. Abrí los ojos más pasmada —, ya los compré y ahora son tuyos.
...
Moví la espalda, buscando algún tipo de recompensa por la tensión que sentí, con mi mano libre que no sostenía los regalos que me obligó a aceptar Gojo, abrí el paraguas ante el cambio de color del cielo.
Bostecé y reí con emoción al pensar que habría fideos esperándome en casa. Corrí por las frías construcciones del patio exterior, casi podía ver a mi bicicleta esperarme bajo el árbol donde solía dejarla.
Estaba sonriendo, hasta que vi a alguien sentado en el nacimiento del tronco. Incliné la cabeza, acercándome. Al lado de mi bicicleta estaba Suguru Geto.
Su presencia depresiva congenió con su cuerpo acurrucado. Su mentón estaba entre sus rodillas dobladas y, por un momento, creí haberme equivocado de persona.
Me agaché, haciendo doler mis rodillas y tobillos. Estiré el paraguas de ositos como decoración entre ambos.
Y ahí pude confirmar, el chico levantó el rostro. Las gotas de agua salada caían por sus cabellos, empapando su varonil rostro. Sus oscuros ojos ahora parecían ser totalmente rojos por su padecer.
—Geto —soné, mis mejillas quemaron por su nombre bailar entre mis labios —, ¿Estás bien?
Pestañeó y no me respondió por varios segundos. Pasé la saliva sin saber qué hacer, no podía dejarlo de esa forma. No sabía porqué estaba deshecho.
—¿Te pasó algo? —Tampoco obtuve palabras por parte del chico. Mi corazón latía fuertemente, casi podía salirse de mi pecho y yo seguiría anonadada.
Dejé el paraguas abierto, evitando que la lluvia siguiera corriendo por él. No podía tratar de levantarlo y llevarlo a algún lado, porque no nos conocíamos.
Así que, sentada sobre mis talones y, bajo su mirada silenciosa y atenta, me saqué la chaqueta de borrego que calentaba a mi cuerpo y la puse sobre sus hombros. Quedando solo en el uniforme frío.
Esperé unos segundos en un silencio prolongado y turbio. Sentí una parte de mi doler al verlo en ese estado y no poder decir nada ante mi cobardía.
Profané el ambiente acercando temblorosanente mi mano para apartar un pesado mechón de cabello que tapaba sus característicos ojos rasgados y hundidos, pero volteó toscamente su cara.
Sentí un pinchazo en mi pecho, me levanté. Preparé mi bicicleta, sintiendo sus lánguidas orbes perseguirme.
Antes de irme, giré la cabeza. Sin importar su menosprecio le dije:
—¡No sé por lo que estás pasando —avancé sobre los pedales —, pero esa chaqueta es la única que tengo, así que espero que valga la pena!
Me fui, apretando los labios y cerrando mi mirar ante la vergüenza que tenía. La lluvia fue cruel conmigo, pero espero que con Geto no.
Ya era demasiado lejos para escuchar sus palabras.
—Gracias.
Muy lejos estaba como para entender que esa simple e inocente acción fue el inicio.
El inicio de mi relación con Suguru Geto.
PRÓXIMA ACTUALIZACIÓN: +60 VOTOS Y +60 COMENTARIOS.
oli cómo están, espero les haya gustado. Son 3.000 palabras!!
Les gusta los capítulos cortos o largos? Estos últimos días no me he sentido muy bien anímicamente, por eso no actualicé seguido, pero aquí está!!
Gojo es un huerfanito q necesita una mamá 🙈🙈🔥 fjkfkfk
El maquillaje q le dio Satoru es Christian Dior 💋 una belleza, yo lo amo.
Gracias por leerme, nos vemos. Ah, siempre cambio de foto de perfil, pero nunca de user jckf
Las tqm
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