𝟓𝟑 | 𝐋𝐄𝐕𝐈 𝐀𝐂𝐊𝐄𝐑𝐌𝐀𝐍 𝐏𝐭. 𝟐


levi ackerman; segunda parte


¿De qué vale pensar en los "y si hubiera hecho esto antes" si ya el tiempo ha realizado su trabajo y no se puede retroceder? Constantemente miro hacia atrás, solo para asegurarme de no volver a repetir los errores pasados; pero, al fin y al cabo, termino haciéndolos o algo parecido. Entonces, me pregunto que, si tal vez le hubiese hablado en los primeros días en que comencé a verlo dibujar, quizás todo hubiera resultado diferente. Quizás, seríamos tan amigos, quizás él y Gunther también se hubiesen llevado más que bien. Tal vez, no hubiésemos sufrido tantos estragos. Me puedo ver, en mi primer año de universidad, si tan solo hubiese tomado la iniciativa de hablarle, sentada cerca al gran ventanal, mientras él pinta algunas flores, intercambiando pocas palabras.

Y lo cierto es, que ya no vale pensar en eso, pero lo hago. Entonces llego a la conclusión de que hago cosas innecesarias, que no me sirven y no lo harán nunca. Que si quiero saber algo, y tengo la oportunidad, debo hacerlo y no solo contemplar. Oportunidades hubieron, tantas. ¿Qué es más triste que ser el personaje secundario de tu propia vida, en tu propio cuerpo? Miro a una de las mujeres pintadas en la gran pared, que mira hacia el suelo... ¿Por qué miras hacia el suelo, mujer, si arriba hay un hermoso cielo al que todos los hombres le claman? Es algo más allá de lo terrenal y todos los rostros de las pinturas parecen buscar algo y no parecen encontrarlo.

Levi Ackerman mira las pinturas que están en la cima, las que rozan el techo. Esas que están tan arriba y que estirar el brazo solo daría pena. Allí, están las palomas blancas de sueño celestial, durmientes sobre las nubes perladas donde los ángeles con sus rizos dorados rozan sus dedos en la suavidad de la pincelada, y sus liras bajo el brazo, sonriendo con los pies descalzos y medios rojizos.

Cualquier persona que llegase a la habitación y nos viese, pensaría que éramos completos extraños, sentados en un mismo sillón, observando las dos caras de la pintura. Levi el cielo y yo, la tierra, un humano que pronto echaría raíces.

Nos encontramos en un completo silencio y él puede entenderlo. Porque Levi quiere tiempo para pensar y yo ya soy silenciosa desde antes. La verdad, yo ya me doy cierta idea desde ese día en que fácilmente pudo dibujarme en aquella hoja. Pero, como siempre, no creí demasiado en ello y pensé que, indudablemente él ya es lo suficientemente bueno para esas cosas. Sin embargo, aquella revelación solo me hace pensar en lo que estuve haciendo todo este año y los anteriores. No me he considerado una chica tímida frente a otras personas. Normalmente, con mis amigos, siento que puedo hacer lo que sea y no avergonzarme, o no tanto. Hablo poco o lo necesario cuando son extraños y cuando escucho a alguien cercano hablar de un tema que me agrada o es de mis favoritos, suelo conversar hasta por demás... Tal vez es por eso que me resultaba acogedor, el escuchar a otras personas, ya sean cercanas o no, hablar de lo que les gusta.

Me es agradable escuchar a Farlan hablar de lo mucho que le gusta tocar el bajo y la guitarra eléctrica. Me es agradable escuchar a Jean hablando de sus tatuajes. Me es agradable escuchar a Petra sobre lo mucho que le gustan sus pendientes, su cabello y que seamos amigas. Ella siempre ha sido más cariñosa que yo, en ese ámbito. Me es agradable escuchar a Gunther hablar de lo genial que es jugar básquet hasta que comienza el ocaso...

Pero, sobre todo, me es agradable escuchar a Levi hablar sobre las pinturas y todo lo relacionado sobre el arte, en lo que respecta a hermosas obras que huelen a óleos, a veces acuarelas, a veces son acrílicos. Creo saber que es algo indescriptible, no puedo ponerlo en palabras sin confundirme yo misma, ni tampoco usar alguna metáfora. No obstante, me recuerda a los cuentos de los viejos marineros, quienes ya no podían navegar, hablando acerca del mar. Levi habla de sus pinturas, con cierta calidez desconocida, como si ya no fuese a pintar otra vez.

Su leve tos me saca de los pensamientos. Fue una tos vaga que me hace voltear a verlo y, aunque él sigue mirando al frente, mi boca se abre, comenzando así, una nueva conversación.

—Entonces, si llegaras a casa, ¿podrías dibujar una escena como esta? —pregunto mientras, al fin, me detengo a mirar la zona del Edén en la pintura.

—Te dibujaría sentada, viendo esta pintura, pero no podría dibujarme a mí.

—¿Por qué?

—No sé cómo hacerlo, y arruinaría un buen trabajo, dejando una gran mancha oscura al lado tuyo. —habló, y por más raro que suene, lo sentí tan apagado, que no quise preguntar más —Y tampoco me gusta dibujar varones. —agregó después con una posición más relajada.

La habitación es tan fría que me recuerda las salas de cine. Y, a su vez, recuerdo a Petra y Gunther, que de seguro ya se estarán preguntando en dónde estoy si es que no están tan ebrios. Entonces, como en los "viejos tiempos" Levi parece leer mi mente y, levantándose del sillón, me dice:

—Hay que regresar.

Me incorporo casi sin pensarlo mucho. Si regresar significa que él volverá hacia esa botella de vino blanco en aquel balcón, y que yo volveré a Petra y los hermanos Galliard, como si nunca nos hubiésemos encontrado hace como una hora... Entonces no quiero. Y si regresar, significa también que él se irá a casa y yo me quedaré aquí, comienzo a dudar.

—No quiero irme... —dije.

Cuán pesado a veces costaba el decir "no". Sin embargo, esta vez, nace de mi ser como si estos diálogos estuviesen planeados por algo más allá de lo real. Fuera de este pequeño mundo. Y temo haber sonado como una niña pequeña y berrinchuda, que le dice a sus padres que aún no se quiere ir de la feria cuando es más que previsible que se está acabando y que inevitablemente deben irse.

Lo veo sorprenderse un poco y luego, rozando con delicadeza sus nudillos cerca a su mandíbula y mirándome con esos ojos que brillan más que las escamas de los peces abisales, pronuncia las palabras que espero oír tras decir la última oración.

—Yo tampoco.

—Pero...

—Pero no has venido sola ¿verdad? Ya, no pongas esa cara.

Comienzo a reírme mientras llego a su lado, él apaga las grandes luces y abre aquella puerta que huele fuertemente a madera de roble, al igual que las de la biblioteca de la Universidad, pero por primera vez soy consciente de ello.

Otra vez en el pasillo, siento la tibieza del ambiente. Y el pasillo, largo y repleto de losetas blancas en el suelo. Mis zapatos de tacón ya no hacen tanto eco aquí. La voz de Levi tampoco lo hará.

—¿Quieres venir conmigo? —pregunta poco después. Aquella invitación me revuelva el corazón y, tocando el collar que llevo en el cuello, afirmo.

—No sería mala idea. Quisiera conocerte —confesé. Y aunque técnicamente nos "conocíamos" no creo tener otra oportunidad después de esta para poder al fin saber quién es Levi Ackerman.

—Eso suena muy sugerente ¿Qué parte de mi quieres conocer?

Tras su respuesta, mi rostro se calienta y, abriendo los ojos más de lo normal, lo veo aguantar una risa mientras mira hacia otro lado.

—¡Espero que sea una broma! Dios.

—Claro que lo es. Se la robé a Erwin. —se excusó.

—¿¡Erwin!? —exclamo. Pronto tapo mis labios creyendo que he hablado demasiado fuerte.

—No sé si la cuatro ojos te lo habrá dicho en algún momento, pero normalmente a la gente que recién conoce suele decir cosas como "no dejen a una chica sola con Erwin Smith"

Los recuerdos de la fiesta y el increíble vómito de Gunther en mí, llegan como destellos a mi mente. Claro que recordaba que dijo algo parecido cuando aún no sabía qué hacer.

—Sí, sí la escuché decir algo como eso en su fiesta... Aunque nunca llegué a pensarlo demasiado.

Y de pronto, el bullicio de la música y los gritos emocionados de las mujeres llegan a mis oídos. Estamos frente al gran salón donde se realiza la fiesta de bodas.

—Parece que ya va a acabar, veo menos gente —le escucho decir en voz alta, acercándose a mí, debido al volumen de la música.

—Por lo general los últimos que se quedan son los familiares y amigos cercanos. —digo, aunque, pensándolo mejor, parece una indirecta.

Desde donde me encuentro observo la razón de los anteriores gritos de las chicas. Historia resplandece entre ellas, sosteniendo el ramo de flores que una vez le perteneció a la recién casada. Así que... Ya han lanzado el ramo. Ella se ve feliz alzándolo como un trofeo y las chicas, entre ellas visualicé a Petra, la rodean para hablarle o felicitarle. Veo al chico que la acompañó la otra vez en la tienda de regalos, también siendo rodeado por los hombres del salón.

—Te espero por allá —. Escucho otra vez su voz muy cerca a mi oído, señalando sutilmente una de las puertas por donde finalmente se sale al pasillo principal y también donde se hallan las espaciosas escaleras—. Voy a despedirme de unos conocidos.

Asiento, sintiéndome cohibida tras escuchar su voz tan cerca y, una vez se hubo alejado, comienzo a caminar en dirección a la mesa donde están los hermanos Galliard y Petra. A ella, la veo llegar a la mesa, al igual que yo, después de hablar un rato con Historia.

—¿Dónde te habías metido? —me pregunta entre risas, acercándose a mí mientras acomoda la silla frente suyo para después sentarse.

Estaba por decirle dónde y con quién, pero ella vuelve a hablar.

—Ugh, hueles terriblemente a cigarro —Petra parece consternada mientras se abanicaba cerca de la nariz con las manos, como si eso fuese suficiente para que no le llegase el olor a las fosas nasales —Asi que por eso te tardaste eh, a fumar, sabes te vas a dañar los pulmones... Espera, ¡¿desde cuándo fumas?!

Petra, para mi suerte, se encuentra sobria. Agradezco que los Galliard no hayan permitido que ella tomara mucho. Ella sigue mirándome a los ojos, como pidiendo explicaciones y me siento en la silla, a su lado.

—Me perdí de regreso y me encontré con Levi Ackerman ¿Sabías que él estaba invitado a este lugar? Por qué yo no.

Mi amiga me mira boquiabierta mientras sostiene su copa de champagne sin terminar.

—¿Cómo?

—Estuvimos conversando, pero yo aún no había terminado cuando regresamos aquí.

—¡Espera! ¿Me estás diciendo que está aquí ahora mismo?

—¡Petra!

—Ya entendí, lo que no entiendo es por qué me hablas como si te estuvieras despidiendo de mí —menciona después, fingiendo tristeza. Suspiro y luego ella agregó—. Y te vas con él ¿Qué tiene que te atrae así?

Petra me golpea el hombro mientras se ríe.

—No tienes qué responderme, anda ve. Pero cuando llegues a casa, si es que llegas, te voy a lanzar la chancla. Si te lanzo este zapato de seguro te rompo la cabeza y eso no queremos.

—Cuánta violencia —pronuncio después, para besar su mejilla.

—Nunca me quieren decir de lo que tanto hablan —dijo Marcel, para luego tomarse un gran trago de su copa.

—Métete toda esa ensalada de papas en la boca mejor, Marcel.

Petra se despide de mí. Y a mí ya me empieza a doler los pies por los tacones. Yo no aguanto nada, por lo general. Miro por todos lados buscando a Gunther y lo veo bebiendo con Erd.

Detrás de ellos hay una mesa llena de los regalos de boda y esbozo una sonrisa de satisfacción al reconocer el lazo rosa y el papel floreado que envuelve aquella caja musical. Gracias a la ayuda de Petra, terminamos de pagarla. El regalo de los hermanos Galliard estaba justo al lado también.

—Hey Gun, ¡hola otra vez, Erd! —digo. De hecho, antes ya he hablado con él para felicitado.

—¿Vienes a beber con nosotros? —pregunta Gunther con una sonrisa.

¡Cómo se nota lo ebrio que se encuentra! Esto va a ser una bomba. Erd se ríe también.

—Oh no, voy a retirarme. —digo. Erd asiente despidiéndose de mí, mientras Gunther se echa sobre la mesa y, posiblemente, con todo el alcohol en la cabeza no me ha escuchado para nada.

—Cierto, mi esposa aún no ha repartido los pequeños recuerdos de boda. Anda ve y dile que te entregue uno. Muchas gracias por asistir. No te preocupes por este tonto —termina él, mirando a Gunther, quien ya está durmiendo con la boca abierta.

Le sonrío y me dirijo hacia Frieda, quien al parecer sale de la gran cocina acompañada de Nifa, una de sus damas de honor, conversando animadamente.

Lentamente me acerco, comentándole la situación y lo que me dijo Erd. Ella parece recordarlo. Con ambas manos en sus mejillas me invita a seguirle a la gran mesa decorativa. Esta llena de pequeñas luces y aquella fuente de chocolate, que ahora parece tener menos, y bandejas muy decorativas y elegantes. Incluso con pequeños globos de adorno, con miles de decoraciones plateadas de palomas y otras que asemejan piedras preciosas.

—Toma, es este —dice a la par que me entregaba una adorable canastilla revestida de papel dorado y que se siente un poco pesada—. Oh, y también llévate chocolates, y toma, otro pedazo de torta —menciona poco después, metiéndolo en otra canastilla vacía a falta de espacio.

Estas canastillas, tenían una bonita asa, por lo que pude llevar dos en una sola mano y ya no parecen pesar tanto.

—¡Muchas felicidades! —exclamo tras despedirme e irme a buscar a Levi Ackerman.

Otra vez, me encuentro con ese nerviosismo como si nunca antes lo hubiese visto o hablado con él. Pienso que esto me está manteniendo con vida y, justo antes de cruzar la puerta que me lleva a un pasillo diferente, recuerdo que no me he despedido de Historia Reiss. Aunque tampoco la he visto luego de despedirme de Petra, se me hizo extraño ver su bouquet en la mesa donde antes estuvo sentada con los miembros de su familia.

Aún tengo ciertas preguntas en mente cuando al fin visualizo a la pequeña chica rubia. Acaba de pegarle a Levi en el brazo y esa escena se me hizo tan graciosa que tuve que tapar mis labios con mi mano libre. Ella se ve muy menuda que dudé que aquel golpecito le haya provocado algo a Levi. Ella le dijo después algo que no escucho bien y camina en otra dirección.

—¿Qué sucedió? —pregunto al acercarme, aguantando lo mejor posible la carcajada que guardo dentro.

Levi vuelve a mirarme y siento mis piernas temblar. Dándose cuenta que yo he observado lo anterior, se revuelve el cabello y explica:

—Está enojada porque me voy.

—Y yo que justo quería decirle que ya me iba.

—No creo que alguien se enoje contigo. —bromea, para luego tomar las canastillas que llevo, rozando sus dedos con los míos. Agradezco que las tome y las lleve él.

Ahora solo estoy pensando en quitarme estos zapatos del demonio que ya empiezan a ser insoportables para mí. Esta zona del pasillo está increíblemente iluminada y las gigantes ventanas a nuestro lado izquierdo me hacen sentir pequeña... Vaya que parece un castillo.

—Voy a quitarme estos zapatos de tacón, no los aguanto. —. Agotada, me agarro de la baranda de la escalera, para proceder a quitarme la causa de mi cansancio. Son tacones ligeros, no son cerrados, los uso para ciertas ocasiones.

Estoy frente a esas hermosas escaleras que van en espiral hasta el primer piso, a las que llamo "escaleras de caracol"

Termino por sentarme en el primer escalón para bajar y Levi está de cuclillas a mi lado mientras tomo mis tacones en una mano, juntándolos y colocándolos a mi lado.

—Esto es el cielo.

—¿En el cielo andan descalzos?

—Posiblemente. Aunque aquí en la tierra será incómodo. —Solo basta observar las losas que recubrían la gran escalera para darse una idea de lo helado que está el suelo. Y aunque se ven relucientes y limpias, tengo mis dudas.

Sin embargo, miro a Levi cuando se escucha con eco la canción Dancing in the Dark del gran Bruce Springsteen. Y veo al pelinegro quitarse los zapatos que lucen nuevos, y sus medias grises se me hacen graciosas cuando de fondo Bruce canta justo la parte de "Quisiera cambiar mis ropas, mi cabello, mi rostro".

—Me trae recuerdos —Levi mira los siguientes escalones mientras se levanta. Habla haciendo referencia a la canción.

—Sí, a mí también, a mi padre le encanta esa canción.

—Es una de mis favoritas. —dice casi imperceptible, arrastrando sus zapatos hacia mis pies descalzos—. Me los compré hoy. No te quedaran exacto.

Me río contemplando esos zapatos negros y elegantes, y al meter mis pies en ellos, me quedan un poco grandes, pero no a tal punto de saber que me molestará caminar con ellos.

—Yo solo puedo darte mis tacones.

—Ojala supiera usar uno, pero seguramente me caeré. Yo te los llevo.

Muerdo levemente mis labios mientras bajo las escaleras. El baja con facilidad y en mi mente sólo pasa la idea de que ojalá no se caiga porque las losetas y las medias no se llevan bien y siempre uno termina resbalándose. Además, quiero morirme riendo y que él se riera conmigo. No sé por qué comienzo a sentirme mal, pero tengo una sonrisa en la cara. Quizás es la voz de Bruce, o Levi que baja con rapidez las escaleras mientras la canción suena y suena y yo voy allí, siguiéndole mientras pienso que quizás lo querré para siempre.

Es como un sentimiento de "Creo que recordaré esto en unos años".

No soy buena lidiando con mi corazón roto. Que a veces no parece roto, pero lo está. Y luego, de seguro Levi ha notado a alguien más en la fiesta, y está pensando lo mismo que yo. Él luce genuinamente más taciturno que de costumbre.

—Mi auto está estacionado afuera.

—Siempre quise saber cuándo te lo compraste.

—No podría comprar un auto. Era de mi tío y me lo entregó a mí cuando inicié la universidad. —responde.

—Ha pasado mucho tiempo —. Lo pienso un poco, cerca de hace cinco años. Lo he visto de espaldas muchas veces, y en su nuca hay un pequeñísimo lunar que ya he visto antes.

Él se detiene en un escalón, y entonces puedo llegar a su lado.

—Sí, y sigo siendo el mismo idiota. Los hombres como yo no cambian o lo hacen y no se dan cuenta.

—¿Por qué dices eso?

—Antes solía pensar que solo importaba yo. En la época secundaria. Es un poco raro saber que ya no soy un estudiante de secundaria y la universidad me abatió en el primer año ¿A ti no?

—Traté de adaptarme aunque fue un poco difícil.

—Soy arisco con las materias que me desagradan. Y verás, los primeros años de estudio, me fue del asco. Solo quería que hablasen del tema que yo quería, y de la carrera que yo escogí. Sin embargo, en mi círculo de estudio, conocí a personas que adoraban temas diferentes y quizás influenciado, comenzaron a interesarme también. —Al llegar al último escalón y con las puertas de la entrada completamente abiertas, terminé de bajar y miré su perfil de reojo, esperando inconscientemente que siguiera con lo que hablaba —. No es que sea especialmente malo, me desagradaba y no lo hacía. Una actitud de mierda.

Frunce el ceño cuando sale a la calle. Aunque primero me pregunté por qué las lujosas puertas están abiertas de par en par y luego recuerdo que todo alrededor está cercado.

—Parece que tengo que llevarte de la mano.

—¡Lo siento! Me distraigo viendo cada cosa.

Cuando salgo al fin, veo la gran pista adelante y la fuente de agua. Cerca, están los autos estacionados. Visualizo el auto de los Galliard cerca a la entrada de rejas.

—¿Estás acostumbrada a la vida bohemia?

—Me cuesta, pero me agrada el sentimiento. ¿A ti no te gusta?

—Prefiero mi casa, sinceramente. La música que quiero a la hora que quiera, comida, y lo que me gusta hacer al alcance. —Levi parece más suelto al hablar y entonces me siento más cómoda. Aunque aún me es gracioso verlo caminar en medias.

Quiero tomarle una foto.

—Pero, al fin y al cabo, las luces de noche se ven más bonitas que de día —dice en voz baja, y luego frunce el ceño y menciona: — Farlan es un cursi, a él si le gusta salir demasiado de noche.

Parece enojado y a la vez no, aunque él mismo menciona al chico rubio. Me sonrojo un poco tras escuchar su nombre.

—Oh, Farlan.

—¿Te llevas bien con él, no? Es buen chico, ahora estoy hablando como un viejo.

Me río cuando dice eso y luego, me siento en una extraña mezcla de felicidad y tristeza otra vez, cuando observo su auto, y recuerdo la cabaña, las mañanas frías, el lago, sus ojos mirándome a mí en vez de al lienzo y mi apartamento.

—¿No te ha contado ninguna cosa vergonzosa mía, verdad?

—Para nada. —respondo.

—He pensado muchas veces en remediar las cosas.

Abro la puerta del auto y una vez dentro, me quito sus zapatos. Sonrío tras verlo entrar. Hay otra pareja mayor entrando en el auto estacionado de en frente y tras prender sus luces traseras, me iluminan entre rojo y naranja, que rápidamente me recuerda a un sueño que hace tiempo ya no soñaba.

—Pon algo de música — digo acercándome un poco a él. Levi asiente mientras cierra la puerta, se pone los zapatos y se coloca el cinturón. Al verlo, recuerdo que también debo hacerlo, así que también me coloco el cinturón, acomodando mi cabello y viendo que el vestido no luzca arrugado.

Él me pasa mis zapatos y en medio de ambos coloca la canastilla, los recuerdos de boda. Sus dedos pasan a la radio del auto y al prenderla, una canción romántica comenzó a sonar y por primera vez, le escucho carcajear.

Inmediatamente, comienzo a reír también. Aquella canción clásica que me recordaba a los videos tributo a James Dean, Take muy breath Away, que recién comienza.

—¿Sabes qué? Me recordó a cuando Kenny tenía una radio vieja en su oficina y cada vez que la prendía sonaba está canción... ¡Él odia está canción!

—¿De verdad? A mi me recuerda a las películas románticas y clichés que veía con mi madre, también a un actor norteamericano.

—Siempre la usan en ese tipo de películas ¿no? La radio vieja se descompuso cuando tenía diecisiete años y ya no volví a escuchar esta canción tampoco. Así que esos tiempos no volverán.

De forma evidente, extraño algunas cosas. Ya no vivía con mi poca familia y ya no veía películas junto con ellos. Me preguntó si Levi también extraña a aquel Kenny del que nunca oí antes. Hay algo más que simples corazones rotos por desamor.

—A veces, te miro y me recuerdo a mí mismo. —dice recostándose en el asiento, mirando el timón—. Y entonces me siento viejo o es que pienso como uno. Pero, estoy seguro de que pareces querer despedirte de algo o alguien. Ese rostro que dice "Adiós", yo lo conozco.

Levi Ackerman termina sus estudios este año y luego, el mundo verá qué hacer con él. Ya no lo veré caminar con sus amigos en el campus, ni tampoco lo veré sentado, de espaldas, con su pincel acariciando una bella pintura de una mujer hermosa. Tampoco lo veré recostado en su auto, ni tampoco hablando con otros chicos del club, ni comiendo con Hanji y Erwin, porque ellos también no estarán. Ni tampoco Moblit estará allí cuando no pueda resolver alguna práctica de mi curso y pienso que quedaré sola con Petra y Gunther en la universidad. Y Nanaba  consolándome, porque ella lleva la carrera de medicina y por suerte es más larga que otras y me acompañará hasta terminar. A Farlan solo le queda un año... Pero ya no será lo mismo, porque poco a poco también me sentiré algo desolada, como si el conocer a Levi y todos los chicos hubiese sido solo un sueño que, quizás, duró más de lo debido.

No quiero que se vayan.
No quiero que Levi se vaya tampoco y otra vez me sentía como una niña pequeña sin saber que hacer.

—¿Tienes a alguien esperando por ti, una vez que esto termine?

Tras escucharle, vuelvo a mirarlo. Levi va a graduarse. Y yo tengo que graduarme de él. Suena gracioso, pero algo así me dijo Petra. Posiblemente lo voy a querer por siempre, pero eso dice todo aquel que se enamora de alguien.

Extrañaré más verlo de espaldas, ahora que sé que desde siempre era consciente de mi. Se siente como si fuese a despedir a un amigo de años, a quien no conozco tan bien, pero siento que lo acompañé toda la vida.

Duele demasiado.

—Te voy a extrañar. Voy a extrañarte de verdad, así como extraño todo lo que me hace feliz y que no volverá a suceder —dije al fin, mientras mis dedos secaban la primera lágrima que quería rodar por mi mejilla.


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⊰ 𝐍𝐎𝐓𝐀 𝐃𝐄 𝐀𝐔𝐓𝐎𝐑! ⊱

¡Hola, hola!

se me acumuló el trabajo, así que solo será esto por hoy y mañana dos capítulos <3, solo quedan cuatro capítulos + epílogo. Algunos diálogos los dejé sin corregir (perdonen por eso?) por los comentarios JABSBAJ. Los días de descanso se me acaban, así que trataré de finalizar las correcciones (es decir, la historia) entre esta y la próxima semana.

Gracias a todxs los que están siguiendo esta historia ! <3 me alegra que me estén acompañando por primera vez (o por tercera o segunda vez, si están releyendo) ! actualmente mi escritura es un poquito diferente, asi que estoy enfocándome en la escritura de otras obras y pensando en retomar las de snk <3

¡nos leemos mañana! cuídense mucho <3


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