💚𝟎𝟏||𝐄𝐥 𝐕𝐮𝐞𝐥𝐨💚
¿Un hecho ampliamente conocido sobre mí? No me gustan las sorpresas.
Y no, no lo digo en un intento de sonar interesante o una simple forma de expresarme, es más bien como realmente odio las sorpresas. Bueno, técnicamente no las odio. Odiar es un sentimiento demasiado intenso y oscuro para persistir en el alma de las personas, pero, definitivamente no me catalogaría como una fan de ellas... o de todo aquello que no puedo controlar siendo más específica.
¿Qué? Es simplemente algo que no puedo evitar, quiero decir, quizás suene demasiado obsesivo, pero soy la clase de chica que organiza hasta el más pequeño detalle y tanto los cambios -sobre todo los de último momento- como las sorpresas no son situaciones con las que me sienta especialmente cómoda, de hecho, enfrentarme a ello me hace sentir fuera de mi elemento y no me gusta.
No cuando estoy acostumbrada a tener todo perfectamente controlado.
Me gustan los horarios. Me gustan los planes previamente organizados. Me gusta saber que hay al otro lado de la puerta antes de atravesarla. Me gusta planificar mi vida y saber a qué me voy a enfrentar incluso antes de vivirlo.
Lo sé, lo sé, suena demasiado mal, incluso sé que estás pensando que soy una loca obsesiva o demasiado aburrida por vivir de ese modo, pero, por más extraño que parezca, mantener un orden en mi vida y tener en claro mis planes a futuro me da una cierta sensación de placer y tranquilidad porque además de tener mis objetivos claros, tengo el poder de controlar las cosas que suceden a mi alrededor. Sé que suena horrible, pero sorprendentemente me hace sentir bien, créeme, estuve mucho tiempo dejándome llevar por la corriente, dejando todo en manos del destino y aprendí a las malas que no fue la mejor decisión. Y antes de que digas algo, también entiendo perfectamente que estar constantemente planeando tu vida o lo que sucede tu día a día no es lo más sano, pero al menos así puedo vigilar todo de cerca y evitar sufrir demás. Confía en mí, sé por qué lo digo.
Ahora, regresando al tema inicial, soy una chica que está acostumbrada a seguir sus planes al pie de la letra y evidentemente esta vez ha sido la excepción, por ende, una reacción común en un caso así sería que entrase en pánico.
Y antes que me llames exagerada, tengo dos buenas razones para hacerlo. Primero, mi día no acabó siendo ni un tercio de lo que planee inicialmente y segundo, a raíz del desastre, mi vuelo se retrasó y ahora estoy en un vuelo diferente sin tener una completa certeza de que llegaré a mi destino como lo habían prometido. Pero, aquí está la cuestión, extrañamente el sentimiento abrumador y la angustia que estaba experimentando antes con todo el desastre, se ha disipado, quiero decir, sí tengo una leve sensación de nervios, pero no estoy queriendo bajarme ahora mismo del avión o correteando por el mismo como si fuese un pollo sin cabeza, por lo que he llegado a dos conclusiones, la primera es que estoy en estado de shock y aún no he terminado de asimilar toda la situación, por ende, no ha llegado la fase de perder la cordura y la segunda es Oscar.
Sí, el dulce y atractivo chico que conocí aproximadamente hace una o dos horas y cuyo asiento está sorprendentemente junto al mío.
Es extraño, pero desde que chocamos no he podido dejar de sentirme extremadamente tranquila. No soy muy creyente de las auras y todo eso, pero si existen, puedo apostar a que la de Oscar está cargada de amabilidad, empatía, dulzura, positivismo, entusiasmo excesivo y es definitivamente alguien que genera confianza, del tipo que puedes contarle lo que sea sin temor a ser juzgado o a que lo difunda después.
Recién lo conozco, es cierto, pero no necesito mucho más para saberlo. Tiene esa clase de vibra que con tan solo verlo sabes que es alguien en quien puedes confiar y charlar sin ningún problema.
―Entonces ¿Sería demasiado imprudente preguntar la razón por la que viajas a París? ―pregunto, incapaz de contener mi curiosidad―. No tienes que contestar si no quieres...
―No es ningún problema. ―Me interrumpe, esbozando una pequeña sonrisa, sin embargo, a diferencia de las otras esta luce algo diferente, incluso me atrevería a decir que algo... ¿tensa? ―. Iré a visitar a un amigo antes de incorporarme al trabajo ―contesta, pero su voz suena ligeramente debutativa. Seguramente está cansado y por eso su voz suena de ese modo.― ¿Y tú? ¿París también es otra parada del trabajo?
―Algo así ―contesto y ante su expresión confundida, añado―: Tengo una reunión con uno de mis patrocinadores, así que sí hay un motivo de trabajo, pero la razón principal del viaje es una exposición de arte alias cena de caridad a la que fui invitada.
―Eso es genial. Las exposiciones de arte quiero decir, y, bueno, también me parece fantástico el hecho que utilicen el evento para ayudar a quienes más lo necesitan.
―Estoy de acuerdo, además el evento es precioso.
―Nunca he asistido a un evento de esos, pero por la expresión en tu rostro, asumo que lo es.
―No sabía que eras un fan del arte.
―Y no lo soy ―admite―. Pero me gusta y estoy tratando de aprender sobre él.
―Eso es suficiente para mí ―confieso y antes de que pueda arrepentirme, pregunto―: ¿Te gustaría venir conmigo? A la exposición quiero decir, así tal vez podría enseñarte algo ―agrego, sorprendiéndome ante la timidez que ha adquirido mi tono de voz y el calor inusual en mis mejillas.
Por todos los dioses, ¿Qué demonios me pasa? Hace tiempo que no me sonrojo tanto como hoy y mucho menos a causa de un chico. Necesito recomponerme.
―Me encantaría ―responde y su mirada irradia una implacable e inexplicable calidez y algo más que no logro descifrar.
Ignoro el aleteo en mi pecho ante su confesión y la sensación que me embarga. Probablemente solo accedió para no hacerme pasar pena. Oscar parece ser esa clase de chico y lo más sano es no hacerme falsas ilusiones.
»Pero mi estadía en París es realmente corta. Mañana temprano debo estar en las oficinas de mi nuevo trabajo ―añade.
―Oh, entiendo. ―musito, tratando de no parecer o sonar decepcionada. No debería estarlo, pero, el bendito sentimiento está allí―. Por cierto, felicidades por ese nuevo trabajo.
―Gracias, Alice y realmente lo siento ―Se disculpa, mirándome avergonzado―. Enserio me habría gustado ir contigo ―admite y le lanzo una mirada sorprendida―. Quiero decir, no siempre conoces a una bonita tenista que te invite a una exposición de arte con ella ―comienza diciendo y debe haber visto algo en mi expresión, porque rápidamente agrega―: No quise decir eso... bueno sí, es innegable que eres muy bonita y simpática, pero, no quiero que pienses que soy un idiota o...
―Oye, oye, tranquilo, Oscar, entendí perfectamente lo que querías decir. ―Lo interrumpo, esbozando una sonrisa divertida―. Y te agradezco por el cumplido.
―No digo nada que no sea cierto ―murmura con las mejillas sonrojadas―. Pero volviendo a lo anterior, si no fuese por mi trabajo, estaría encantado de haber ido contigo a esa exposición. Supongo que será para la próxima vez.
―Supongo que sí ―asiento, regalándole una pequeña sonrisa.
Dudo mucho que siquiera volvamos a coincidir. No me malinterpretes, sí me gustaría volver a verlo, después de todo es alguien bastante agradable, sin embargo, no sé de qué trata su trabajo y por muy curiosa que sea, no me siento cómoda indagando más allá de lo que está dispuesto a darme, después de todo acabamos de conocernos. Pero si viaja demasiado, es poco probable que coincidamos de nuevo, porque yo también viajo mucho, sí, pero no perduro demasiado en los mismos lugares y cuando no estoy de viaje, estoy con la nariz metida en los libros, las clases, entrenando o pasando tiempo con mi familia y amigos y eso no me deja demasiado tiempo de salir constantemente como suelen hacer los chicos de mi edad.
―Así que, además de tenista, ¿También eres una fan del arte? ―inquiere y yo asiento―. Eres una caja llena de sorpresas.
―Y aún no has visto nada ―bromeo y él se ríe―. Y respondiendo a tu pregunta de manera verbal, honestamente no me considero una fan o amante al 100% del arte, quiero decir, sí disfruto de asistir a exposiciones, visitar museos y adoro perderme por horas en las creaciones de los artistas, así como también amo pintar para despejar mi mente, pero definitivamente no estoy al nivel de mi mejor amiga, Ava, ella sí es una verdadera amante/fan empedernida del arte. Creo que incluso lo ama tanto o más de lo que ama a su novio ―agrego y él me mira divertido―. Entonces sí, amo el arte, pero amo aún más el tenis. Ha sido mi primer amor desde que tengo uso de razón. Vivo y respiro por él.
―Me doy cuenta ―coincide sin perder esa encantadora sonrisa, a la que secretamente estoy volviéndome fan―. Cada vez que lo mencionas, tus ojos se iluminan.
―No puedo evitarlo. Practico tenis desde que tengo cinco años aproximadamente y antes de ello, pasaba horas pegada al televisor viendo partidos o en su defecto, asistiendo con mis papás a los torneos de mi tía.
―Eso explica lo talentosa que eres.
―Gracias ―murmuro, sintiendo como mis mejillas vuelven a calentarse. Me cuesta mucho todavía aceptar cumplidos de las personas―, sin embargo, soy consciente de que aún queda mucho por mejorar.
―Estoy bastante seguro que llegarás aún más lejos, tienes mucho talento y tus logros a una edad tan corta lo confirman ―asegura―. Y ya que estamos hablando del tema... pensé que tu viaje a París era parte del siguiente torneo. Según tenía entendido el WTA ya había comenzado ¿no? ―menciona y tan pronto como las palabras escapan de su boca, una pequeña mueca se apodera de su rostro como si se arrepintiera―. Lo siento, no tienes que responder eso, no...
―Para no ser un fan del tenis estás muy bien informado ―Lo interrumpo, mirándolo con diversión―. No te preocupes, Oscar, no hay nada que disculpar. Y sí, estás en lo correcto, el WTA inició el mes pasado, de hecho, mañana en la noche parto a Hua Hin para el siguiente torneo que me corresponde ―agrego.
―No mentí cuando te dije que uno de mis mejores amigos frecuenta mucho este deporte y gracias a él estoy bastante bien informado ―Se defiende, un ligero sonrojo cubriendo sus mejillas―. Y respecto a lo segundo, es bastante admirable lo que haces. Luces bastante satisfecha a pesar de que básicamente estás recorriendo el mundo de un extremo al otro en menos de veinticuatro horas. Ha de ser muy agotador.
―Supongo que cuando amas lo que haces, el cansancio y todo lo demás pasa a un segundo plano ―menciono vagamente, regalándole una pequeña sonrisa agradecida por sus palabras―. Ahora, destacando lo primero que mencionaste, sí te creo ―asiento sin dejar de sonreír―. Por mucho que pegue con tu personalidad o lo que he conocido de ella, no mentí cuando dije que no pareces ser la clase de chico que ama el tenis.
―Ah, ¿No? ―inquiere, mirándome con curiosidad y yo niego con la cabeza―. Y según tú ¿Cuál es mi deporte favorito?
―Si me guiase por lo poco que he conocido de ti, diría que es el tenis, el golf o en su defecto el polo, pero dada tu expresión ante las últimas dos menciones y lo que me dijiste sobre el tenis, entonces me queda la opción extra.
―¿Y esa es...?
―Fútbol. Es un deporte muy conocido a nivel mundial y el 90% de la población, sino es que toda, lo ama, entonces si no te gusta el tenis, el golf o el polo, apuesto por ese.
―¿Te sorprendería mucho si te digo que estás equivocada? ―pregunta al cabo de unos segundos en silencio y yo enarco ambas cejas, completamente sorprendida.
―¿No te gusta el fútbol?
―Yo no diría que no me gusta ―aclara rápidamente―. Es más bien algo similar a lo que me pasa con el tenis, no soy un aficionado al deporte, pero disfruto viéndolo cuando se da la oportunidad.
―Entonces si no es el fútbol, el tenis, el polo o el golf, ¿Cuál es tu deporte favorito? ―inquiero.
―Me encanta todo lo relacionado con el Motorsport, pero, sobre todo, la Fórmula 1.
―¿Estás hablando enserio? ―cuestiono, incapaz de creerle. Asiente y yo suelto un pequeño resoplido―. Luego dices que la caja de sorpresas soy yo.
―¿Es demasiado difícil de creer?
―No es que sea difícil, es... no lo tomes a mal, simplemente es raro, no sé cómo explicarlo, pero no me diste las "vibes" de un chico al que le gusta el Motorsport, es todo.
―No sé cómo sentirme al respecto luego de ese comentario.
―No es malo, lo prometo, solo... inusual.
―Lo tomaré como un cumplido ―alega y yo suelto una risita.
―De acuerdo.
Antes que alguno de los dos pueda decir o hacer algo más, la voz de uno de los pilotos, asumo que el principal, se filtra a través de los parlantes informándonos que tenemos permiso para despegar. Todos nos abrochamos los cinturones, sucumbiendo a las instrucciones proporcionadas, mismas que son previamente verificadas por las azafatas antes de retomar sus posiciones.
A medida que el protocolo avanza, los nervios y la ansiedad comienzan a hacerse más notorios y se me aprieta el estómago sabiendo que voy a tener que enfrentarme a esto... sola.
Es la primera vez, en mucho tiempo y, sobre todo, en los últimos meses luego del accidente que viajo completamente sola, más que nada, es por las secuelas que este dejó, que tanto mis amigos, familia, mi equipo y seres queridos se negaron a dejarme sola y, aun así, aquí estaba. Inicialmente, iba a viajar con mi manager y mi otra entrenadora, pero Georgette necesitaba adelantarse a París para tener todo listo para mí y mi otra entrenadora, tuvo una emergencia familiar que solicitaba su presencia urgentemente y cuando me lo dijo, no tuve corazón para negarme. No cuando sabía lo mucho que su abuela significaba para ella.
Así que, estaba completamente sola, asustada y nerviosa, pero a punto de enfrentar, luego de varios meses, uno de mis mayores temores.
Sabía que, si Georgette se enteraba que había viajado sola, le iba a dar un paro cardíaco, sobre todo porque fue muy clara con Ana, pidiéndole que no me dejara sola en ningún momento. Incluso ella dudó demasiado para marcharse de mi lado porque si existía en este planeta, otra persona que me amaba y cuidaba tanto como mis padres, esa sin dudas era Georgette. Yo era como su hija o una sobrina más, me cuidaba, aconsejaba y mimaba tanto como podía y yo la adoraba, porque además de ser vital en mi vida, era uno de los pocos recuerdos vivientes que me quedaban de mi tía. Pero no podía culpar a Ana por dejarme, su abuela y su familia la necesitaban y no iba a exigirle que se quedara conmigo. Simplemente no podía, aún cuando sabía lo difícil que era para mí viajar de nuevo en un avión luego de ese accidente.
Sí, leíste bien, hace un año y cinco meses atrás que pasé uno de los diez peores sustos a mis veinte años de vida. Me dirigía a una clasificación del WTA con destino a Dubái en compañía de mi jefa de prensa, éramos las últimas del equipo en viajar porque las entrevistas que tuve ese día se prolongaron más de la cuenta y perdimos el vuelo inicial, así que tuvimos que viajar en un vuelo comercial que Georgette organizó rápidamente, pero me arrepiento demasiado de no haberla escuchado y haber tomado el avión privado de mi papá como sugirieron en un inicio porque el piloto principal enfermó durante el vuelo y estuvimos a cargo del segundo piloto, que no tenía mucha experiencia y de no haber sido por el primer piloto, todos los pasajeros hubiésemos muerto ese día. A veces desearía poder olvidar el suceso, pero al igual que el otro, se negaba a desaparecer de mi mente. Estuve en terapia durante muchos meses y sí, ha sido un avance que pueda volver a subirme en un avión, teniendo en cuenta que los dos primeros meses, cuando tenía que viajar, me negaba a hacerlo a menos que fuese en un auto y aún así, todavía enfrentaba ataques de pánico y una ansiedad gigantesca, que, según mi terapeuta, desaparecería eventualmente.
Aun así, con los pocos avances que estaba teniendo, no iba a negar que estaba aterrada, pero tenía que hacer esto. Exhalando profundamente, observo ansiosamente por la ventanilla como las ruedas del avión van despegándose del asfalto. Inevitablemente, siento como mi pecho se aprieta, mis manos empiezan a sudar y mi cuerpo se tensa completamente, una terrible sensación de malestar apoderándose de mí. Trago saliva, mirando a mi acompañante de reojo.
Mierda. ¿Tiene que suceder justo ahora, cuando estoy sola junto a un completo desconocido? Pensé que estaba teniendo mejorías.
―¿Alice? ¿Está todo bien?
―Sí ―miento, esbozando una sonrisa tensa que más bien parece una mueca. Mi voz es apenas un murmullo y se escucha demasiado baja y quebradiza como para ser convincente, pero a estas alturas no me importa mucho.
El miedo circula por mis venas, mi corazón se acelera y una sensación espantosa, pero que reconozco muy bien, se apodera de mis extremidades.
No, no puede estar sucediendo ahora.
Mis pulmones arden y mi garganta se obstruye.
―No lo parece, te has puesto pálida y estás temblando ―señala.
―No... puedo respirar.
―Está bien, Alice, tranquila.
―Yo no... ―Mis ojos se nublan y mi voz es apenas perceptible. Odio esto, que alguien más, sobre todo alguien desconocido me vea en esta situación, pero no puedo detenerlo―. Tengo tanto miedo, no puedo respirar y el avión... me produce un ataque de pánico.
―Si, lo sospeché ―Me interrumpe, su voz es baja y suave―. Pero trata de tranquilizarte, esto va a pasar pronto, lo prometo.
―Tengo mucho miedo ―repito, mi voz quebrada. No debería estar admitiéndole algo así por muchas razones, pero estoy tan aterrorizada que nada de eso me importa ahora.
―Estoy aquí, contigo, Alice. Va a pasar, te lo aseguro.
―No lo entiendes, yo... tengo mucho miedo y no puedo respirar.
―Sí puedes hacerlo, solo debes tranquilizarte. Esto va a pasar pronto.
―No, Oscar, yo...
―No suelo hacer esto y no estoy seguro si funcionará, pero apuesto a que lo necesitas ―musita y a través de mis pestañas húmedas, lo observo con confusión.
El aire se atasca en mi garganta cuando se acerca y estira uno de sus brazos por encima de mis hombros, atrayéndome hacia la calidez de su cuerpo. Los latidos de mi corazón se disparan el doble y finalmente consigo apartar la mirada de la ventanilla para centrarme en los ojos avellana del chico a mi lado. Un extraño escalofrío recorre mi espina dorsal y no sabría explicar con palabras la avalancha de emociones que estaba experimentando en ese momento, estaba conmocionada, confundida, asustada, pero a la vez tranquila y me sentía ¿Segura? Sí eso era, pero ¿Cómo? ¿Por qué? Nunca había experimentado algo como esto y me parecía una completa locura, quiero decir, estaba permitiendo que alguien me tocara y se acercara demasiado a mí. No, espera, tacha eso, estaba dejando que un chico, un desconocido, increíblemente apuesto y dulce, estuviese cerca de mí, tocándome como si fuésemos viejos amigos y eso era lo que más me confundía.
Yo nunca dejaba que nadie se acercara demasiado, mucho menos los hombres y por supuesto no un desconocido ¿Entonces por qué no tenía la necesidad de huir o separarme de él? ¿Por qué me sentía tan segura en su agarre?
―¿Está mejor si hago eso? ―pregunta suavemente, pero algo en la calidez de su mirada me indica que sabe la respuesta. Parpadeo y apenas logro emitir un sonido afirmativo, todavía demasiado aturdida―. Bien, ahora, cierra los ojos y respira conmigo, Alice. Vamos, inhala y exhala ―pide en voz baja y cedo ante la petición, sintiendo como mi cuerpo tiembla―. Ahora piensa en algo que te guste mucho ¿Te gustan los días cálidos o los fríos?
―Disfruto de los días cálidos, me... me gusta ir a la playa de vez en cuando ―confieso en voz baja y entrecortada, mis ojos aún cerrados―. Pero soy amante de los días de lluvia y la nieve.
―Está bien, perfecto, entonces ¿Has visto como las gotas de lluvia caen suavemente hasta perderse en el piso? ¿O como los copos de nieve se deslizan con gracia y sutileza para reunirse con el resto?
―Si, de hecho... es algo que disfruto ver.
―Entonces piensa en ello, Alice. Imagina como esas gotas de lluvia o los copos de nieve caen con gracia hasta perderse o unirse con el resto, ¿Lo estás viendo?
―Sí.
―Muy bien, ahora, por cada gota o copo que caiga, toma una respiración profunda y exhala suavemente, manteniendo el ritmo que mejor te asiente, ¿De acuerdo? —Emito un sonido afirmativo y aún entre su agarre, mantengo mis ojos cerrados, centrándome en el sonido de su voz e imaginando lo que me ha pedido.
Mientras más lo hago, la presión en mi pecho se afloja, mis músculos se relajan y mis latidos erráticos comienzan a normalizarse. No sé exactamente cuánto tiempo pasa hasta que el ataque de pánico, o el comienzo de él, se va calmando, hasta que me siento un poco más tranquila.
Abro los ojos con lentitud y me fijo en Oscar, que me observa fijamente, su rostro suavizado, pero aun reflejando preocupación. Mis mejillas se calientan y siento un extraño cosquilleo en mi estómago.
»¿Te sientes mejor? ―inquiere.
―Sí, gracias por ayudarme, yo... lamento que tuvieses que presenciar eso, soy una pésima compañera de viaje y...
―No tengo nada que disculparte, Alice. Los ataques de pánico no son un tema que se deba tomar a la ligera, entiendo que es algo delicado y, bueno, me alegra podido ayudar ―murmura, aún sin soltar su agarre―. En todo caso, te pido disculpas, probablemente tocarte no fue una opción acertada o no es algo de tu agrado, quiero decir, apenas nos conocemos, pero fue lo que se me ocurrió y creo que funcionó.
―No te disculpes, en todo caso quien debe hacerlo soy yo ―expreso y él menea la cabeza, no queriendo iniciar una discusión, agrego―: De todos modos, gracias, yo... en realidad no sé qué más decirte. Estoy tan avergonzada en estos momentos.
―No hace falta que digas nada y tampoco debes avergonzarte, no era algo que tú pediste que sucediera, pero pasó y me alegra que estés mucho mejor ahora.
―Sí, lo sé, pero eso no evita que me sienta mortificada por toda la situación ―declaro y tras tomar otra respiración profunda, añado―: No me gustan los despegues ―admito―, no tiene nada que ver con aerofobia² o algo así, de hecho, según mi terapeuta es algo más como un trauma por un evento que experimenté hace un año y unos meses atrás, y sí, sé que suena demasiado surrealista para alguien que prácticamente vive dentro de un avión y que es mi forma más "confiable" y rápida de movilizarme de un extremo del mundo al otro, pero no puedo evitarlo. Estoy trabajando en ello, pero aún sigue siendo un problema, sobre todo, porque bueno, es la primera vez que viajo completamente sola ―explico apresuradamente―. Normalmente estoy con mis amigos, mis padres o alguien de mi equipo, casi siempre es mi manager quien me acompaña, pero esta vez me tocó venir sola a Italia porque Georgette se quedó en París organizando todo para mi reunión mañana y mi otra entrenadora tuvo una emergencia familiar...
―Oye, enserio, no tienes que decirme nada más sino quieres. Aprecio que confíes en mí, pero no me debes explicaciones. Nunca te presionaría a que hagas o digas algo que no quieres.
―Gracias ―susurro―. Realmente lo aprecio y agradezco, pero hablarte de la razón por la que suelo experimentar reacciones como la de antes es más que necesario, sobre todo porque estás atrapado conmigo hasta que lleguemos a París y, bueno, después de todo, me ayudaste.
―En primer lugar, "estar atrapado contigo" hasta París no es malo, de hecho, es todo lo contrario, quiero decir, bueno, eres agradable y todo eso ―balbucea, sus mejillas sonrojándose ligeramente―, y bueno, con respecto a lo segundo, realmente no tienes nada que agradecer, me alegra poder ayudar.
―Aún así, gracias Oscar, de verdad, estoy segura que nadie más habría hecho lo que hiciste.
―No podemos estar seguros de eso, pero, de igual forma me alegra haber sido yo y por supuesto, que el ejercicio funcionara.
―Sí, yo... ahora que lo mencionas ¿Cómo supiste qué hacer?
―Una de mis hermanas sufría ataques de pánico de pequeña. No sabíamos muy bien la razón, pero cada vez que mis papás y ellas me acompañaban a algún viaje, ella tenía esa clase de reacciones y en una de sus visitas al psicólogo, el hombre nos recomendó que hiciéramos ese ejercicio de visualización, nos dio resultados y eventualmente los ataques cesaron cuando creció ―comenta―. Honestamente no estaba seguro que funcionase, quiero decir, el psicólogo dijo algo, como...
―Los ejercicios de visualización son una buena técnica para enfrentar momentos de ansiedad, sobre todo si están acompañados por ejercicios de relajación o de controlar la respiración.
―Sí, algo muy similar a eso, por segunda vez, ¿Cómo sabes eso?
―Soy estudiante de Psicología, no te asustes ―contesto, encogiéndome de hombros―. Y sí, lo sé, seguro debes estar pensando ¿Cómo es que sabiendo eso no lo puso en práctica? Pues la respuesta es simple, a pesar de que estoy trabajando en ello, todavía me cuesta desviar mi atención de no poder respirar para centrarla en algo más, al menos no por mi propia cuenta.
―En realidad no me preguntaba eso, quiero decir, no he experimentado un ataque de pánico nunca, pero estoy seguro que lo último que piensas es algún escenario ficticio que pueda ayudar a calmarte. Y, con respecto a ser una estudiante de Psicología, de nuevo, eres una caja de sorpresas.
―Sí, bueno, además del tenis y el arte, la psicología era algo que siempre me había llamado la atención, el tema de cómo funcionan nuestras mentes y el comportamiento humano en general es interesante.
―Lo es ―acepta, esbozando una media sonrisa—. De todos modos, ¿Ya elegiste una especialización?
―Sí, aún es muy pronto, pero tengo en claro que va a ser Psicología deportiva. Es una rama maravillosa e interesante, además, estando dentro del mercado, sobre todo en el ámbito profesional, me he dado cuenta de cuan necesarios son estos profesionales.
―Guau, eso es fantástico y, sorprendente, ni siquiera dudaste ―murmura, entre fascinado y sorprendido―. Tienes muy claros tus objetivos, para solo tener ¿diecinueve?
―Veinte, tengo veinte años.
―¿Recién cumplidos?
―No, cumplo veintiuno en diciembre.
―¿Enserio? Pareces más joven.
―Sí, mucha gente me lo dice ―admito, sintiendo como mis mejillas se calientan.
―Es que lo parece, no lo tomes a mal, pero sí ―expresa―. Cambiando de tema, yo, uh... ¿Te gustaría que viésemos una película? Puede terminar de ayudarte a distraerte y, bueno, aún nos quedan un par de horas largas antes de llegar a nuestro destino ―sugiere, la duda resonando claramente en su tono de voz―: No pasa nada sino quieres, es...
Me río suavemente, entre enternecida y divertida por su timidez. ―Me encantaría, Oscar.
―Genial, bueno, ¿Qué te gustaría ver?
―No estoy muy al corriente de las novedades este año, así que, deberíamos revisar primero.
―Tienes razón ―murmura mientras empieza a buscar en la pantalla frente a él―. ¿Hay algún género o trama en específico que no te agrade?
―No en realidad, veo y leo de todo ―contesto―. ¿Y tú?
―Tampoco tengo problema con ningún género o subgénero, pero siempre prefiero las películas de acción o ficción, en especial si tienen autos involucrados.
―Seguro que sí ―asiento, esbozando una leve sonrisa―. Bueno, siempre hay algo por encima de lo demás por lo que uno siempre se inclina ―añado, encogiéndome de hombros, Oscar asiente con lentitud y regresa a la tarea de buscar alguna película o películas que sean del agrado a los dos.
―¿Has visto Morbius? No es tan nueva, se estrenó en abril del año pasado, pero, yo no la he visto y, según la pequeña introducción, es buena.
―Escuché de ella, pero tampoco la he visto. ¿Qué género es?
―Terror ―contesta―. Pero es parte del universo de Marvel, del Spider-verso para ser más preciso.
―Oh, Dios, si es parte del universo de Marvel, definitivamente tenemos que verla. Si estás de acuerdo, por supuesto.
―Claro, las pelis de Marvel son estupendas, pero no sabías que eras fan.
―Es culpa de mi mejor amigo. Antes ni siquiera me interesaba el universo de Marvel y ahora gracias a él no pierdo sus películas o secuelas. Son estupendas. Quiero decir, no estamos obsesionados o algo así, de hecho, él es mucho más fan que yo, pero no voy a negarlo, me encantan.
―Entonces está decidido, es la película que veremos.
―Pero si no es del todo tu agrado, podemos ver otra cosa, es...
―Tampoco soy un completo fan de Marvel, pero no miento, disfruto de sus películas, además, no la he visto y como dije, la pequeña introducción que tiene ha sido lo suficientemente buena como para atraerme, así que no tengo problema alguno en verla ―explica.
―Genial, entonces veámosla y juzguemos que tan buena es —declaro, regalándole una pequeña sonrisa que es correspondida justo antes que una de las azafatas se acerca hacia nosotros.
―¿Quieren algo de comer o tomar?
―Jugo de naranja, si es posible.
―Por supuesto señorita ―La chica, Jessica -como lo señala su identificador- asiente, sacando un vaso y rellenándolo con el jugo antes de entregármelo y fijar su atención en mi acompañante―. ¿Qué hay de usted?
―Una botella de agua sería suficiente por ahora ―dice y ella le entrega la botella antes de continuar con su camino, arrastrando un carrito―. ¿Lista? ―pregunta y yo asiento, ambos nos acomodamos y no mucho después, estamos con los auriculares puestos y las miradas puestas en la pantalla para disfrutar de la película.
════ ⋆★⋆ ════
―Bien, de acuerdo, es mi turno de preguntar, pero te advierto que no va a ser tan sencillo como al inicio.
Enarco una ceja y niego, todavía intentando averiguar cómo llegamos a esto.
Hacia menos de media hora que la película había acabado y tan pronto como lo hizo, Oscar comentó algo sobre el final de la película, yo le repliqué y de una u otra forma, acabamos haciéndonos preguntas al azar para conocernos mejor. Gracias a eso, descubrí entonces que el adorable chico a mi lado es, de alguna manera, un chico fascinante y que, su segundo nombre es Jack, que sus padres son italianos, que nació y vivió gran parte en Melbourne, Australia, que tiene tres hermanas, le gusta leer de vez en cuando, ver fútbol y ama todo lo relacionado a la adrenalina y el Motorsport, le gustan los videojuegos y los juegos de mesa, su estación favorita del año es el verano, su canción motivacional es House Music, le encantan las canciones de Coldplay, sus colores favoritos son el verde, el rojo y el azul, su comida favorita es la pasta y ama las galletas de naranja y el pay de queso con mermelada de mango.
―Estoy más que preparada ―comento con una pequeña sonrisa―, así que adelante, dispara.
―De acuerdo, entonces, ¿Cuál es tu pasatiempo favorito y por qué te gusta tanto?
―¿Tan rápido nos pusimos profundos? ―rebato con otra pregunta, mirándolo con diversión.
―Hay que conocer todos los ámbitos. ―responde, esbozando una sonrisa.
―Touché ―admito, soltando una risita mientras meneo la cabeza, mirándolo con ligera diversión―. Respondiendo a tu pregunta, mi pasatiempo favorito es leer y me gusta mucho porque me permite sumergirme en historias emocionantes y preciosas aventuras desde la comodidad de mi casa, además, leer me permite aprender libremente sobre diferentes temas y expandir mi conocimiento, pero, aquí está el truco, lo creas o no, aprendo más leyendo otra clase de libros que los designados por la universidad, ya sabes, esos largos libros de texto que quieren que aprenda algo alimentado por las exigencia de otros libros iguales o en su defecto, por expertos, suena loquísimo pero es así. Y como bonus final, amo leer porque es mi escape de la realidad, me permite relajarme y desconectarme del mundo exterior siempre que lo necesito ―añado, sintiéndome algo cohibida ante la intensidad de su mirada―. Te quedaste callado, ¿Dije algo malo?
―No, no, nada de eso, es solo que, bueno, me sorprendiste.
―¿Lo hice? ―pregunto y él asiente―. Vaya, ¿Y eso es bueno o malo?
―Es bueno, muy bueno, en realidad.
―Me alegra escuchar eso, entonces ―declaro, esbozando una sonrisita divertida―. Ahora es mi turno.
―Por supuesto, adelante.
―¿Cuál es tu recuerdo favorito de la infancia y por qué están especial para ti?
―Quién se puso profunda ahora ―broma, negando con una sonrisa.
―Al parecer es contagioso ―expreso en el tono más serio que puedo y él se ríe.
―Eso parece ―murmura y luego un pequeño destello de algo, quizás nostalgia, se apodera de su mirada―. Respondiendo a tu pregunta, bueno, tengo muchos recuerdos gratos de mi infancia, desde las competencias con autos de control remoto hasta las vacaciones familiares cada año, pero, si tuviese que escoger entre todos ellos sería todas aquellas fiestas de cumpleaños que mis padres organizaban con las temáticas de mis películas o series favoritas, casi siempre escogía alguna de autos, por cierto, pero no es precisamente eso lo que las hace especiales para mí.
―Ah, ¿No?
―No, bueno, quiero decir, los autos han sido uno de mis temas favoritos desde que soy un bebé, pero, aunque quizás suene demasiado cliché, lo que realmente hace especial ese recuerdo para mí es el hecho de que veía a toda mi familia. Como te dije, mis padres son italianos y gran parte de sus familias se quedaron allí en Italia, por lo que era muy poco común que nos viéramos con frecuencia, sin embargo, no importaba que tan ocupados estuvieran, desde que tengo uso de razón, ningún miembro de mi familia dejó de asistir a mi cumpleaños y amaba esos momentos porque nos reuníamos todos juntos y eran horas interminables de risas, juegos, bromas y un ambiente increíble. Creo que, por eso, con el paso del tiempo, sobre todo, se convirtió en mi momento favorito, porque ahora los veo aún menos que antes.
―Vaya, eso es... muy bonito, Oscar.
―Gracias, y, ¿Qué hay de ti? ¿Tienes algún recuerdo favorito de tu infancia?
―Si te los cuento todos, no acabamos nunca ―contesto, juguetonamente y él se ríe―, porque me pasa igual que a ti, tengo recuerdos maravillosos de mi infancia, desde las navidades en casa de mis abuelos, las vacaciones familiares hasta las excursiones a diversos lugares de la naturaleza. Honestamente no recuerdo algún momento de mi infancia que fuese malo o "trágico", todo lo contrario, de hecho, me atrevo a decir que tuve una infancia normal y feliz, pero a pesar de que amé cada momento, si tuviese que elegir, sin dudas serían las actividades que hacía con mi tía, desde los extensos y divertidos partidos amistosos de tenis hasta las pijamadas improvisadas en su casa cada fin de semana ―puntualizo, e inevitablemente una pequeña sonrisa triste y nostálgica se apodera de mis labios.
Él debe notar perfectamente lo que la expresión de mi rostro refleja, porque su bonito rostro se frunce en un gesto de comprensión y melancolía.
―¿Ella...?
―Ella falleció hace cuatro años y medio, sí ―asiento, sintiendo como el pequeño nudo que se había formado en mi garganta al mencionar algunos de nuestros hermosos momentos juntas, se intensifica―. Un desafortunado accidente me la robó para siempre.
―Oh, Alice, yo no quise...
―Está bien, no lo sabías. ―Lo interrumpo, regalándole una diminuta sonrisa.
―Lo siento mucho ―dice y la sinceridad de sus palabras, extrañamente reconforta mi corazón.
―Gracias ―murmuro―. Ella es una de las razones por las que amo tanto el tenis. Fue la primera persona en apoyarme cuando le dije que quería dedicarme a lo mismo que ella, y, bueno, de alguna forma, jugarlo me hace sentir un poco más cerca de ella ―confieso―. Me habría gustado que estuviese aquí para que disfrutara de mis logros y me levantara el ánimo cada vez que me va mal en un partido, como solía hacer cuando de pequeña me raspaba las rodillas o sacaba una calificación menor a la esperada en la escuela.
―Sé que la extrañas, eso es comprensible, sobre todo porque eran cercanas y nadie puede culparte por sentirte de esa manera, pero, aunque no la conocí, puedo asegurarte que está muy orgullosa de ti y ¿Ese sentimiento de fortaleza al final de algún mal día? Tómalo como una señal clara de que, aunque no físicamente, ella sigue dándote ánimos.
―Eso ha sido muy lindo de tu parte y yo... realmente lo necesitaba. Gracias, Oscar.
―No hay de que, Alice ―Me guiña un ojo, sin dejar de sonreír cálidamente―. ¿Seguimos con las preguntas o quieres parar?
―¿Justo cuando todo se puso más intenso? ¿Bromeas? Definitivamente debemos continuar.
―De acuerdo, entonces, mmm, ¿Tienes algún libro o película que te haya impactado profundamente?
―Esa es buena ―expreso y él asiente, satisfecho―. Vaya, quizás sonará cliché, pero, siento que el libro y la película que más me ha impactado hasta ahora ha sido "Bajo la misma estrella". He visto unas quince veces o más esa película desde que salió y siempre termino llorando como la primera vez, en lo personal, creo que ha sido una muy buena adaptación, además tanto en el libro como en la película, la emotiva historia de amor junto los momentos de vida y la muerte junto a la importancia de vivir cada momento al máximo y en el caso de la película, las actuaciones conmovedoras y el mensaje esperanzador, pues me ha tocado bastante profundo —admito―. ¿Y a ti?
―Honestamente no he llegado a ese punto, al menos no todavía.
―¿De verdad?
―De verdad ―contesta con simpleza―. Pero sí, concuerdo contigo, no soy mucho de frecuentar novelas de romance, no porque tenga algo en contra ―aclara rápidamente y yo asiento, soltando una pequeña risita―, sino más bien porque como te dije, prefiero películas de acción o ficción, pero, uh, bueno, recuerdo haberla visto cuando recién había salido y en definitiva, los actores hicieron un buen trabajo. La historia me pareció hermosa y también creo que estuvo muy bien adaptada, aunque no puedo asegurarlo del todo porque no he leído el libro, pero, si solo hablamos de la película, entonces sí, concuerdo completamente contigo.
―¡¿Cómo que no has leído el libro?! ―exclamo, horrorizada―. Dios mío, eso es una blasfemia.
―Lo siento, es que no había tenido la motivación suficiente para hacerlo...
―¿Y ahora sí?
―Por supuesto, tú lo leíste y ambos compartimos gustos similares, definitivamente lo haré.
―Sabia decisión ―comento, esbozando una sonrisa―. Estaré esperando tu opinión la próxima vez que nos veamos. ―bromeo.
―Seguro que sí ―asegura con una pequeña sonrisa.
―Mi turno otra vez, mmm, ¿Cuál ha sido el viaje más memorable que has hecho y qué lo hizo especial? ―pregunto y es así como pasamos el resto del vuelo, haciéndonos otra interesante ronda de preguntas hasta que el piloto anuncia que finalmente hemos llegado a París.
¡He vuelto mis Corazones Reales!
Sé que ha pasado un tiempo desde la última actualización y les pido disculpas por todo el tiempo que tenía sin subir cap, pero en mi defensa, este semestre ha sido mucho más pesado que los anteriores, sobre todo por la cantidad de materias que tengo y el montón de trabajos, exámenes, exposiciones, etc, etc. Esta semana todavía tengo un par de evaluaciones por presentar pero tuve el día "libre" así que me tomé un momento para subirles cap.
No sé cuantas veces lo reescribí, pero definitivamente me siento mucho más cómoda con esta versión, sé que no es perfecto, pero me gustó el resultado y honestamente espero que a ustedes también les guste.
Nada que decir con respecto a esos dos. Alice y Oscar son una ternurita y no se imaginan lo mucho que disfruto escribirlos🥹.
Bueno, es el fin del comunicado. Espero sus votos y comentarios, me gusta saber lo que piensan al respecto e interactuar con ustedes❤️.
Nos leemos en el próximo cap. Reina de corazones, fuera😉.
Besitos, bye🌞.
★・・・・・・・★・・・・・・・・★
2: Aerofobia, también conocida como el miedo a volar o fobia a los aviones, es un tipo de fobia específica caracterizada por un temor intenso y persistente a viajar en avión. Las o la causa puede variar dependiendo de la persona, puede estar relacionada con experiencias pasadas negativas, la falta de control percibido durante el vuelo, la claustrofobia o preocupaciones sobre la seguridad y los accidentes aéreos.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top