005. the bouquet of roses
✧・゚: ✧・゚: ✧ :・゚✧:・゚✧
❝el ramo de rosas❞
chapter five
✧・゚: ✧・゚: ✧ :・゚✧:・゚✧
LAS COSAS ENTRE ODESSA Y EMILY DESPUÉS de su primera cita fueron solo mejorando. Ambas eran demasiado felices compartiendo los pequeños momentos que el trabajo les permitía, ya fuera en horas de comida o en las noches, cuando Odessa trataba de esperar siempre a la pelinegra para llevarla a casa.
Para Odessa, cada momento junto a Emily era una nueva oportunidad para encantarse aún más de ella. Cada risa contagiosa, cada mirada llena de complicidad, solo servía para alimentar todo ese mar de emociones que solo la pelinegra sabía crear, haciendo que sus sentimientos por ella se incrementaran con cada latido de su corazón.
Cuando estaban juntas, Odessa se sentía completa, como si finalmente hubiera encontrado la pieza que le faltaba en su vida. Se maravillaba ante la forma en que Emily iluminaba cada rincón de su mundo con su presencia, llenándolo de color y alegría con cada sonrisa y cada gesto de cariño.
Odessa se sentía más que feliz, por lo que no tardó en contarle a su mejor amiga (la cuál se encontraba viviendo temporalmente en Estados Unidos) tan maravillosas cosas que estaba experimentando en compañía de Emily.
Me: "Emily me hace feliz, más de lo que pude esperar ser en cualquier momento de mi vida"
Anabeth: "No sabes lo emocionada que me siento por ti. Mereces ser feliz después de todo lo que tuviste que pasar"
Odessa suspiró recordando todo a lo que Anabeth se refería. Momentos bastante dolorosos en su vida, pero que ahora prefería no traer de nueva cuenta a su memoria.
Todo ese tiempo que se había encargado de destruirla lentamente, hasta llegar al punto en donde sus ganas de vivir parecían ser inexistentes. En donde el dolor no le permitía sentirse tranquila, en donde las lágrimas no podían parar de salir de sus ojos...
Tiempos bastante desastrosos para que Odessa recordara en esos instantes.
En esos momentos solo quería ser feliz y disfrutar todo lo que estaba viviendo junto a Emily.
Me: "¿Y tú qué tal? ¿Cómo te trata Estados Unidos? ¿Ya te acostumbraste al cambio de horario?"
Anabeth: "Pues por el momento todo está bastante bien. Conseguí un mejor departamento, el cual me queda mas cerca de mi empleo y de la escuela de música"
"Este horario nuevo y yo no nos llevamos muy bien que digamos, pero espero acostumbrarme pronto antes de volverme loca por la falta de sueño"
"Lo único negativo en cuanto a lo del departamento nuevo es que tengo que volver a desempacar y organizar todo"
Me: "Al menos ya no gastarás tanto en transporte y elijo creer que vivirás en una mejor zona"
"Así si me dan ganas de irte a visitar en cuanto tenga oportunidad, te extraño"
Anabeth: "También te extraño, espero que pronto puedas venir"
"Aunque ahora que estás con Emily, se que ya no podremos salir a bares y no podré ofrecer tus besos para obtener tragos gratis"
Me: "Aún no puedo creer la cantidad de tragos que logramos obtener solo con eso. Sin duda eres la persona más extrovertida y convincente que conozco"
Anabeth: "Bueno, no es como si conocieras a muchas personas"
Me: "Recuérdame, ¿Por qué eres mi mejor amiga?"
Anabeth: "Porque soy maravillosa"
"En fin, hablamos después. Aquí ya son las siete y tengo que ir a darle lecciones de violín a una chica y ya sabes que no tomo metro, por lo que tengo que ir en autobús"
"Si pasa algo nuevo con Emily, me mandas mensaje y si es muy importante y no respondo, me marcas"
Me: "Suerte con eso, te quiero"
Odessa guardó su celular en su bolsillo, no sin antes observar la hora. Eran casi las 11 de las noche.
Se había quedado una hora extra para esperar a Emily y poder llevarla a casa, sin embargo no la había visto en las últimas cuatro horas. Cosa que no era del todo extraño si consideraban su carga de trabajo, sin embargo, lo que si era extraño era que las luces en la oficina de la pelinegra siguieran encendidas y que no respondiera los mensajes.
La castaña intentó no crear escenarios ficticios en su cabeza.
"Debe de estar en alguna junta y por eso no puede responder. Esas juntas siempre son demasiado largas, tú lo sabes" se repetía Odessa a si misma para no crear tragedias en su cabeza.
Odessa ya estaba cansada, por lo que decidió escribir una nota para desearle buenas noches y dejarla sobre el escritorio de Emily. Se iría a casa.
Tomó el ascensor y apretó el botón que la llevaría hasta el estacionamiento. Recargó su cabeza en uno de las cuatro paredes del elevador y se permitió cerrar los ojos por unos instantes.
Había pasado demasiadas horas frente a la computadora de su oficina y sus ojos se sentían cansados. Su espalda dolía por permanecer sentada.
No era muy fanática del trabajo de oficina, realmente prefería estar en las calles o viajando. Sin embargo al ser la jefa de los analistas de inteligencia criminal, sus funciones iban más a trabajo en un escritorio. No iba a quejarse, era el trabajo por el que tanto había luchado. Pasó años como detective, criminóloga e incluso como entrevistadora de victimas. Todo para llegar a este punto.
Recopilaba, analizaba e interpretaba toda la información sobre actividades delictivas que llegaba a sus manos para identificar tendencias, prevenir crímenes y apoyar investigaciones.
Su trabajo ayudaba a salvar la vida de cientos de personas. Y eso era lo que Odessa más deseaba.
El sonido de su celular sonando hizo que Odessa abriera los ojos de manera de inmediata. Justo a tiempo, ya que el elevador había llegado a su destino.
"Carajo" pensó Odessa al no encontrar su teléfono en su tan desorganizada bolsa.
Envolturas de dulces, su cajetilla de cigarrillos, las libretas donde tomaba notas de cosas que se le ocurrían cuando se encontraba fuera de la oficina, su maquillaje, etc. Solo cosas que en ese momento parecían ser un estorbo para intentar encontrar su celular.
Las manos de Odessa se llenaron de cosas inútiles para el momento, por lo que al salir del elevador trató de ubicar su auto con velocidad para poder dejar todo lo que sostenía.
"¿Dónde estacioné el auto en la mañana?" se preguntó Odessa mientras veía en todas direcciones
El teléfono continuaba sonando y Odessa comenzó a estresarse un poco al no poder encontrarlo y por tener las manos tan llenas.
Pero entonces, cuando estuvo apunto de rendirse, logró ver la luz de la pantalla al fondo de su ya casi vacía bolsa. Bingo.
Como pudo, Odessa sacó el celular, contestó y lo colocó entre su oreja y su hombro.
— Hola Emily— saludó Odessa con alegría al contestar y tratando de no tirar nada de lo que sostenía en las manos— ¿Qué tal tu día?
— Bastante agotador debo decir. ¿Y tú? Se que es tarde, pero dime por favor que aún no te vas de la oficina— respondió la chica del otro lado de la línea
— Estaba justo en eso... vengo en el estacionamiento, tratando de recordar donde estacioné mi auto en la mañana— decía Odessa guardando algunas cosas sin dejar de caminar
— En el E08, ahí lo vi en la mañana que llegué
— Me salvaste de caminar no se cuanto tiempo. Gracias— agradeció Odessa con una sonrisa y sintiéndose más aliviada— ¿Me necesitabas para algo o por qué preguntas si aún seguía aquí?
— Tengo algo para ti y quería dártelo antes de que te fueras...
— ¿Qué es?— preguntó Odessa curiosa
— No sé. Lo dejaron en mi oficina y dijeron que era para ti...
— Carajo. Dime que no se dieron cuenta que fui yo quien descompuso el microondas del tercer piso— exclamó Odessa preocupada— ¡Juro que no fue intencional! No me di cuenta que le quedaba algo de aluminio a lo que estaba calentando y...
— No creo que sea por eso— rio Emily— Pero al menos ya se porque suelo encontrar mas gente en el microondas de nuestro piso
— Es que...
La frase fue interrumpida por Odessa chocando con alguien.
La castaña maldijo en su interior. Ni siquiera sabía con quien había chocado, pero ahora gracias a esa persona, su botella de agua salió rodando hasta quedar abajo de un auto.
— Maldici...
Odessa levantó la mirada y el hecho de que la botella se perdiera en algún lugar del estacionamiento perdió su importancia. De hecho, para ese momento todo dejó de interesar, su botella, su auto, su bolsa hecha un desastre... lo único que importaba era lo que tenía frente a ella. Una imagen que hizo que el corazón de Odessa latiera como nunca antes lo había hecho.
Sus piernas temblaron de la emoción, sus manos comenzaron a sudar y por uno momento, creyó que se iba a soltar a llorar.
Emily se encontraba frente a ella con un ramo de rosas de color rosa.
La emoción era tanta, que Odessa olvidó que esas eran las flores que menos le gustaban y que de hecho tenía cierto conflicto con recibirlas.
Pero eso no importaba. Así de importante era Emily para ella. Al punto que cosas que antes no hubiera aceptado, se volvían las más especiales solo por el simple hecho de venir por parte de ella.
Y es que en ese momento, Odessa se dio cuenta de que la verdadera belleza no residía solo en las flores, sino en la persona que las había entregado con tanto amor y afecto.
Emily no sería como la aquella persona que la hizo odiar las rosas de ese color. Emily le estaba dando un nuevo significado a algo que ella no creía posible volver a disfrutar.
Fue cuando Odessa pudo jurar que no había cosa mas hermosa que la sonrisa de Emily detrás de la belleza de las flores.
Las flores... aquellas delicadas flores emanaban una fragancia suave y que parecía ser embriagadora. Sus ojos recorrían cada pétalo con admiración, maravillada por la perfección de su forma y el delicado matiz de su color.
Sin embargo, mientras admiraba el ramo, no pudo evitar comparar su belleza con la de Emily. Para Odessa, Emily era como una rosa entre las rosas, destacando entre la multitud con su gracia natural y su aura de encanto irresistible.
— ¿Serías mi novia?— soltó Emily— Quería hacerlo de una manera un poco mas especial... pero es difícil planear esta clase de cosas cuando no tenemos horarios fijos y todas esas cosas...
La sonrisa de Emily era tan radiante como los pétalos de las rosas, iluminando incluso los rincones más oscuros de su corazón con su calidez y su amor. Sus ojos, tan profundos como el color de las rosas, irradiaban una ternura y una compasión que la dejaban sin aliento.
Y al igual que las rosas, Emily era una fuente inagotable de belleza y alegría, llenando la vida de Odessa con un brillo que nunca se desvanecía.
— ¿Es en serio? ¿Esto es rea? ¿No es ninguna broma?
Odessa no podía creerlo. Sentía que debía pellizcar su brazo para asegurarse de que lo que estaba viviendo no era ningún sueño. Que esto era una realidad.
— Quiero que estemos juntas... de una manera oficial. Que seamos tú y yo por todo el tiempo que me permitas hacerte feliz— sonrió Emily extendiendo el ramo de flores
El corazón de Odessa dio un vuelco en su pecho mientras las palabras de Emily resonaban en su mente. Las lágrimas resbalaron por sus mejillas mientras asentía con fuerza, incapaz de contener la oleada de felicidad y gratitud que la invadía.
— ¡Por supuesto que acepto!— exclamó Odessa ignorando brevemente las flores para unir sus labios a los de su ahora novia
Lo había logrado. Odessa había conquistado el corazón de aquella que hizo latir el suyo desde el primer instante en donde sus miradas se cruzaron.
Sus emociones eran como un torbellino de alegría y éxtasis, muy apenas podía contener la sonrisa radiante que se había apoderado de su rostro desde que la pelinegra apareció en su campo de visión con aquel hermoso detalle. Cada vez que cerraba los ojos, podía revivir el momento una y otra vez en su mente, sintiendo la calidez reconfortante de las manos y los labios de Emily en los suyos y escuchando las dulces palabras que le había susurrado.
Se sentía abrumada por la magnitud de lo que acababa de suceder, maravillada por el hecho de que Emily la hubiera elegido para ser su novia. Nunca había sentido tanto amor y aceptación en su vida, y la idea de compartir cada momento con Emily la llenaba de una sensación de profunda gratitud y felicidad.
Era oficial. Odessa vivía exclusivamente por y para Emily Prentiss.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top