𝟑: 𝐋𝐢𝐬𝐭
Al día siguiente, Jisung volvió al mundo mortal para buscar a Renjun. Esta vez estaba en una mansión que dedujo que era su hogar, y teniendo en cuenta que traspasó muchas habitaciones para encontrarlo puede decir que esa casa era excesivamente grande.
—Tú —dijo nada más encontrarlo sentado en el suelo de esa amplia y ordenada habitación que estaba al final del pasillo. Notó como Renjun había dado un gran brinco del susto—. Cada vez que me ves te asustas, estoy empezando a tomármelo a personal.
—Buenos días señor Yeomna. Disculpe que su repentina presencia me asuste, no esperaba que saliera de la absoluta nada.
Ignorando las palabras del castaño, Jisung fue directamente al punto—. Dos días.
—¿Dos días?
—Sí, ese estúpido trato de ser pareja, lo haré durante solo dos días, luego te suicidas y dejas de dar el coñazo en la sede.
—Mmmh, con eso no me da tiempo a hacer todo lo que quiero, ¿puede ser una semana?
—Dije dos días.
—Bueno, yo soy quien decide cuándo suicidarme y te estoy diciendo que no lo haré hasta completar todo, así que una semana o seguiré molestando en esa sede de la que hablas.
—¿Me estás chantajeando?
—Tal vez.
Los ojos de Jisung empezaron a brillar mientras una sonrisa burlona se formaba en sus labios. No sabía si estaba enojado o entusiasmado, probablemente una mezcla de ambos.
—Eres el primer mortal que se atreve a tanto. ¿No temes que cuando te lleve al mundo espiritual te haga pagar por todo dándote el peor momento de tu vida?
—Me da igual, sería solo durante el trayecto, ¿no? Y ya estaré muerto de todas formas.
El rubio soltó una risa socarrona—. Una semana empezando desde hoy, cuando pasen estos 7 días te suicidas.
El castaño se levantó del suelo para quedar frente al rubio y alzar la mano derecha—. Trato —al ver que Jisung no le daba la mano para zanjar el asunto, soltó una risita nerviosa y bajó la mano—. Como dije, usted no tiene que hacer gran cosa, ni siquiera actuar que me ama o algo así, solo cumplir mis simples peticiones.
—Vale, pues empieza a pedir.
Renjun rió bajo y tomó su mochila—. Ahora mismo no va a poder ser, señor Yeomna, tengo que ir a la Universidad.
Jisung rodó los ojos con molestia—. ¿Si te vas a matar de qué sirve gastar tu poco tiempo de vida en responsabilidades?
—Intentar hacer vida normal también es parte de mis planes antes de morir.
—Sí que se complican los humanos.
—Jeje~, así somos. Volveré en unas horas, puede acomodarse y esperar aquí —Renjun abrió la puerta—. Hasta luego —dijo con una gran sonrisa antes de salir.
Aprovechando la soledad, Jisung se tomó la libertad de acostarse en la gigantesca cama cuidadosamente hecha.
Yo, un dios, esperando por un mortal para cumplir sus caprichos, qué bajo he caído.
Aunque estaba irritado por eso, sentía una extraña sensación de tranquilidad. La cama era muy cómoda y notaba como sus párpados empezaban a pesar.
¿Cuándo fue la última vez que pude descansar correctamente? No lo recuerda. Como dios tiene mucho trabajo y apenas tenía algo de tiempo para relajarse. Pensando un poco en ello podría tomarse esa semana como unas pequeñas vacaciones, al menos así no sería todo tan malo como cree.
Se había quedado dormido sin darse cuenta, fue al cabo de unas horas cuando despertó abruptamente al sentir algo peludo pasar por su cara.
—¿Qué diablos? —al ver que se trataba de un gato, lo maldijo en su mente de todas las maneras posibles—. ¡Joder!
Unas delicadas manos tomaron con cuidado al animal—. Disculpe señor Yeomna, intenté que no le molestara pero me cuesta un poco controlarlo. Hace una hora, usted se veía tan tranquilo que no quise molestarle.
Jisung frunció el ceño—. Renjun, aunque todo esto es muy molesto para mí, siempre cumplo lo que prometo satisfactoriamente. Ahora somos pareja, ¿no? Deja de hablar tan formal, es incómodo, pareces mi secretario.
—Lo siento, señor Yeomna, es algo que me sale solo.
—Al menos llámame Jisung.
—¿Jisung?
—Yeomna es mi nombre como deidad, Park Jisung es mi nombre real.
—Park Jisung... ¿Te puedo decir Sungie?
—No, solo Jisung, y ni se te ocurra llamarme así una vez mueras, es solo por esa maldita semana.
—Está bien —Renjun se dirigió a un pequeño sofá de terciopelo para dejar al gato ahí acostado.
El que Renjun se mantuviera en silencio extrañó un poco al rubio.
—¿Y ya está? ¿No me vas a pedir nada? Nunca hago peticiones, aprovecha un poco, hombre.
—Lo siento, hay tantas cosas que no se me ocurre por dónde empezar.
Jisung se rascó la nuca con molestia, y sin permiso alguno tomó cualquier libreta y bolígrafo de la mochila de Renjun para entregárselo.
—Haz una lista de todo, lo cumpliré rápido a ver si con suerte no hace falta ocupar la semana entera —dijo con notoria irritación en su tono de voz.
Renjun no siguió la conversación, simplemente se dirigió a su escritorio para empezar a escribir obedientemente.
Mientras esperaba a que terminara, Jisung se fijó más en la habitación. Era muy espaciosa y minimalista, lo único llamativo serían unos pocos peluches en la cama. Por lo demás se sentía un lugar frío pero bastante acogedor, lleno de electrodomésticos modernos, baño propio y lo que parecía ser la puerta a un gran vestidor.
—No logro comprender cómo es que te quieres morir aún viviendo en un lugar tan impresionante como éste —pensó en voz alta—. ¿Es por tu padre? Su actitud de mierda es soportable si te deja un lugar así.
Renjun dejó de escribir y bajó un poco la cabeza con incomodidad. Desde la perspectiva de Jisung solo podía ver su espalda estrecha.
—Odio cada centímetro de este lugar —dijo para luego girarse en su silla y entregarle la lista a Jisung—. Esto es todo.
El rubio la tomó y empezó a leerla a lo rápido, habían menos cosas de las que esperaba.
"Cosas que quiero hacer con mi pareja:
-Abrazarnos
-Tomarnos de la mano
-Ir a los recreativos
-Jugar videojuegos juntos
-Dar un agradable paseo por el parque
-Dormir juntos
-Besarnos
-Bañarnos juntos
-Compartir auriculares
-Ver películas y hablar de estas
-Tener accesorios de pareja".
Se sintió asqueado, e intentaría evitar hacer algunas de ellas.
Ajeno a lo odiosamente cursi que era todo, Jisung no pudo evitar pensar que la letra de Renjun es hermosa, no como la suya, que a veces parecía de doctor.
—Realmente hay más, pero las descarté porque tampoco quiero pasarme.
Jisung alzó la mirada de la hoja—. ¿Por qué yo? Este tipo de cosas es mejor que lo hagas con un mortal.
—También lo pensé, pero no encuentro personas capaces de ayudarme, y si la llego a encontrar me parecería cruel tener momentos lindos para luego suicidarme y que todo termine, siento que sería jugar con los sentimientos de la otra persona, y como usted es el dios de la muerte ya es consciente de como acabará todo.
—Debería importarte una mierda los demas, son tus últimos días, piensa únicamente en ti, no seas idiota.
—Lo siento, no puedo hacer eso, me cuesta pensar solo en mi.
—Como sea, empecemos ya a completar la maldita lista —Jisung chasqueó los dedos y en unos segundos su extravagante apariencia de deidad fue transformada en la de un chico normal, aunque aún mantenía los ojos rojos—. Vamos al parque.
—Ahora no puedo salir, de hecho no se me permite salir a no ser que sea a la Universidad o hasta que padre lo diga. Aunque a veces me escapo sin que se den cuenta, pero hoy no puedo.
—¿Qué eres? ¿Rapunzel?
Renjun rió—. Es un buen ejemplo, solo que soy hombre, mi pelo no es kilométrico y no hay ningún príncipe que venga a salvarme.
—¿Y jugar videojuegos se puede, señorito Rapunzel? ¿O tampoco te dejan?
Renjun se levantó de la silla algo emocionado—. ¡Eso sí que puedo! Tengo algo que estaba guardando para jugarlo con alguien.
El castaño se dirigió hacia la zona donde estaba la gran televisión de plasma y un sillón largo ajeno al pequeño donde había dejado al felino. Más que una habitación parecía un apartamento propio.
Se agachó y encendió un aparato blanco que Jisung jamás había visto.
—¿Qué es eso?
—La Wii, es una consola un poco vieja aunque es perfecta para jugar en compañía —Renjun le entregó uno de los mandos a Jisung y este se había quedado algo confundido mirando las luces que tenía—. De pequeño jugaba al Wii Sports Resort pero es muy aburrido si estoy solito.
—¿Wii Sports Resort?
—Mini-juegos de deportes pero todo se hace moviendo el mando —viendo que lo sujetaba al revés, Renjun le colocó bien el mando a Jisung y también aprovechó para atarle la liga de seguridad en la muñeca.
—Oh, sirve para eso —el rubio jugueteó con el mando, soltándolo y viendo como este no se caía al suelo por tenerlo atado—. Qué práctico.
—No sabes cuanto. Hay miles de vídeos de gente rompiendo cosas por lanzar el mando sin querer —Renjun soltó una risita al recordarlo y luego abrió el juego en el menú de la Wii—. ¿Por cuál quieres empezar?
Jisung se había acercado a la gran pantalla para observar de cerca cada miniatura de los deportes que se mostraban. Tras analizar un poco, eligió el que le llamaba más la atención.
—Los bolos.
El castaño lo seleccionó al momento y empezaron a jugar, siendo el primer turno de Renjun y haciendo un inesperado pleno.
—¡Sí! —exclamó entusiasmado.
Cuándo llegó el turno de Jisung estaba un poco perdido, movió el mando como lo había hecho Renjun pero el personaje no caminaba hacia delante como lo hizo el del castaño.
Repitió la misma acción varias veces, sintiéndose algo frustrado porque no funcionaba.
—Debes apretar este botón —le dijo Renjun mostrando el botón en cuestión desde su propio mando—. ¿Nunca has jugado a la Wii? —preguntó divertido. La escena del rubio frustrado le hacía especial gracia, pero se aguantó las ganas de reír.
—No, y no te burles o el poder de un dios caerá sobre ti —amenazó, aunque realmente bromeaba, y por suerte Renjun lo notó a pesar del tono neutro en su voz.
—Qué miedito~
Ahora sí, Jisung pudo completar su ronda con éxito, tirando la mitad de bolos en la primera tirada y los restantes en la segunda.
La partida siguió con normalidad entre risas, frustraciones y burlas por parte de ambos. A veces Jisung soltaba el botón antes de lo que debía y su personaje tiraba la bola hacia atrás, lo cual causaba que la escandalosa risa de Renjun se escuchara por el lugar. También hubo algún momento dónde Renjun no tiraba ni un bolo y Jisung empezaba a burlarse de él.
En algún punto se pusieron súper competitivos, y a pesar del esfuerzo del rubio, Renjun fue quien salió victorioso.
—El juego está defectuoso, devuélvelo —Jisung cruzó los brazos y se dejó caer en el sofá.
—¿Quieres la revancha pero con otro de los mini-juegos?
El rubio volvió a posicionarse con una sonrisa maliciosa en sus labios por la maravillosa idea del castaño. No tenía pensado perder fácilmente.
—Ya estás tardando en poner el de esgrima.
Y aunque se veía con bastante confianza mientras se daba la partida, la realidad es que perdió como unas nueve veces contra el castaño. Viendo la frustración ante sus desafortunadas derrotas, Renjun le dejó ganar en la décima ronda.
—¡Ajá! Dios de la muerte 1, chico Rapunzel 0 —alardeó como si de un niño se tratara.
Renjun rodó los ojos por su infantil reacción, pero el rubio se veía tan emocionado por su victoria que prefirió no recordarle que él ganó todas las partidas anteriores.
Luego siguieron jugando, ahora menos competitivos y disfrutando más del momento. Se divirtieron tanto con simplemente una consola que el tiempo pasó más rápido de lo que parecía. Renjun finalmente pudo vivir lo que era tener a alguien con quien poder jugar a la empolvada Wii que llevaba tiempo esperando a ser encendida de nuevo para un momento así, y estaba extremadamente feliz por ello. Definitivamente es más divertido en compañía.
—Dale otra vez al de Golf, te pienso ganar —Jisung apuntó a Renjun con el mando como si fuera un arma.
Por instinto, Renjun levantó las manos—. Alto ahí, criminal, ya es muy tarde, tengo sueño.
Confundido por sus palabras, Jisung volteó a mirar el reloj digital que había en uno de los muebles, el cual indicaba que era la una de la mañana. ¿En qué momento? ¿Cuántas horas llevamos? Se preguntaba en su mente. Cuando estaba en el mundo mortal el tiempo se le hacía muy lento, así que era inusual.
—Por hoy te salvas de la humillación de la derrota, pero mañana no tendré piedad —avisó entregándole el mando a Renjun una vez se quitó torpemente la liga de seguridad.
Renjun, feliz de saber que Jisung estaba dispuesto a repetir esa larga sesión de juegos, apagó la Wii y guardó los mandos para poder ir al vestidor y ponerse su lindo pijama peludito.
Nada más salir se encontró a Jisung cómodamente acostado en el sillón, dispuesto a dormir ahí. Aunque en la lista ponía dormir juntos, esa era una de las cosas que quería evitar, su ego no le permitiría dormir junto a un mortal.
El castaño se metió en su inmensa cama y al acomodarse apagó las luces.
—Por la noche hace frío, ¿estás seguro de que no quieres venir a la camita? —preguntó inocente en un intento de no dormir solo.
—No, gracias.
Aunque se había negado, a los pocos minutos se metió en la cama después de sentir el frío del mundo mortal. Procuró colocarse lo más alejado posible, incluso puso uno de los peluches de Renjun en medio de ambos para que este no se atreviera a acercarse.
—Supongo que incluso así cuenta —dijo Renjun con una leve sonrisa imperceptible debido a la oscuridad—. Me lo pasé muy bien hoy, gracias por jugar conmigo —murmuró. Al no recibir respuesta, simplemente cerró los ojos—. Buenas noches, Jisung, que duermas bien —fue lo último que dijo antes de caer dormido.
Por otro lado, Jisung, quien le estaba dando completamente la espalda, sintió una agradable e inexplicable sensación en su interior. Era probablemente la primera vez que un mortal le agradece algo, no sabía qué pensar, solo podía sentir como su subconsciente le regañaba por reaccionar ante las palabras de un simple mortal, algo que nunca antes le había ocurrido. ¿Realmente la simple interacción trivial con un mortal podría haber hecho que su frío corazón se ablandara un poquito?
—Buenas noches, Renjun... —respondió unos minutos después aún sabiendo que el contrario ya estaba durmiendo.
La respuesta era sí, pero hay una cosa de la que Jisung no era consciente en ese momento, y es que la existencia Renjun se trataba de algo mucho más complejo que un simple mortal.
Jugar videojuegos y dormir juntos: hecho ✓
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