I. Little Viper
(Pequeña Víbora)
DBY 16, mes 12-Día 30
Una mañana como esa, oscura, fría y lluviosa, ocho años atrás, después de que su madre los abandonara. Un misterioso hombre de piel color negro azabache, llegó a la nave en la que estaba con su padre.
De inmediato sintió que tenía una conexión con él, era una díada. Él fue a buscarla para entrenarla en la academia de Moraband.
Justo quería ser su maestro. Su padre no tardó en aceptar, lo que sea para alejarla de Snoke, que la iba a utilizar y luego desechar.
Ella, con solo cinco meses, llegó a Moraband, junto a dos niños más. Uno pelirrojo de casi dos años, y el nieto del general Prokófiev, un pelinegro de ocho años.
Desde la muerte de Palpatine, empezó el tiempo de la segunda profecía del segundo Sith'ari. Los Lord Sith más poderosos volvieron a la vida con el propósito de ayudar a formar a la próxima persona que gobernara a los Sith y lo más probable era que gobernara la galaxia entera con ayuda de los seis Jen'ari, el problema era que solo sabían que eran disturbios en la fuerza.
Pero esquivando toda esa parte de la historia. Ese día que para ella era solo muerte, empezaría a significar algo bueno, porque admitieron públicamente que ella era el Sith'ari de la segunda profecía.
Ese día habría como una especie de coronación, donde sería declarada el nuevo Lord de los Sith. Nadie se sorprendía de eso, se notaba que ella no era como un aprendiz normal.
Solo faltaban unas horas para que fuera literalmente co-reina de Moraband. La coronaban como la emperatriz y Lord de los Sith. En ese punto, todo lo que le habían dicho y hecho no valía nada para ella, pues ninguno de ellos sería mayor que ella.
La niña de nombre extraño, piel pálida y ojos grises despertó horas antes del amanecer.
Desde los tres años fue entrenada en el lado oscuro de la fuerza, y mostró habilidades más fuertes incluso que las de un Sith Sangre Pura, la especie de la que venía gran parte de su familia.
No tenía forma de parecer normal.
— Alteza, su maestro la llama, ha llegado su padre.- luego de que la sirvienta tocara la puerta, no pudo seguir observando el lugar, tenía que prepararse para salir de inmediato.
— Me prepararé para salir, dile al maestro Nihilus que ya iré después.- habló la vocecita desde dentro de la habitación.
No había descansado nada y se sentía mal.
No podía parar de pensar en la horrible revelación que había tenido.
Un hombre pelirrojo arrodillado en lo que parecía ser su oficina, que se traspasaba el pecho con un sable púrpura.
El hombre parecía estar sufriendo incluso antes de suicidarse. Mientras estuvo en el "sueño", pudo ver varias cosas, como una foto en el escritorio del hombre, estaba puesta boca abajo, había una mujer pelinegra sin rostro que tenía a una bebé en sus brazos, que parecía tener días de haber nacido.
En las paredes no había nada más que una foto donde salía la pelinegra sin rostro vestida con un uniforme militar, sabía que era la misma porque el resto en la foto si tenía sus rostros.
En un estante habían muchas fotos más puestas boca abajo, levantó todas las que pudo, en casi todas estaba esa extraña mujer.
Con él, con su pequeña hija, o con ambos. Pero en la última, solo estaba el pelirrojo sin rostro con su pequeña niña, quien sí tenía rostro. Y en la parte de atrás, estaba la huella de la mano de la bebé.
Una bella niña de ojos verde oliva y cabello negro muy oscuro, como máximo le daba...un año de edad, como mínimo, cinco meses.
¿Sería esa la familia del hombre? ¿Quién era ese hombre? ¿Por qué se quitaba la vida si estaban con él las que parecían ser su esposa y su hija?
Otra cosa que notaba era la alianza de matrimonio que llevaba la mujer, era la misma que llevaba el hombre. Y además, ella la llevaba en la mano izquierda, eso solo la dejaba con dos opciones, o venía de algún planeta del sistema Sith, era una Miraluka o era descendiente de un Miraluka.
Quiso seguir investigando, pero en cuanto quiso observar el rostro del hombre que yacía muerto en el suelo, despertó.
Tenía la esperanza de poder volver a esa visión y poder descubrir más.
Cuando dijo que quería prepararse no era más que una forma para detenerse a pensar un rato más antes de salir al salón del consejo oscuro en la cúspide de la pirámide que era ese gran templo.
Abrió la puerta, encontrándose con su amiga de la servidumbre que solía ayudarla.
— Madame...
— Dime, pequeña.
— ¿Qué día es hoy para que venga mi padre? - La joven la observó con duda en su mirada, sin saber si debería contarle.- Lady ¿Podrías decirme?
— Está bien, igual irás allá en un momento. Tu padre llegó con Phasma y unas mellizas.- la más pequeña intentó seguir como si nada, pero la desilución plasmada en su rostro era más fuerte que cualquier intento por ocultarla.
· Fui bastante tonta, él obviamente no sacaría tiempo para mí.·
La doncella la cargó para subir todas las escaleras y la dejó frente a la puerta inmensa que abrió para que ella entrara.
Shadi se colocó en pie al verla entrar, sonriendo o intentando lucir feliz por verla. Phasma estuvo a punto de ir por ella y llevársela a casa de la felicidad de verla otra vez. Ella salió de la sala junto a los maestros.
— Had...-- la niña lo interrumpió.
— Shaghrahzahd.
— Hija...- la pequeña rodó los ojos.- Es bueno volver a verte.
— Tengo cosas que hacer más importantes que escucharte.
— Quería felicitarte por esto de ser el Lord de los Sith.- volvió a utilizar ese tono suave que la fastidiaba.
— ...
Herido era poca palabra para cómo se sentía en ese momento
— Yo...solo quiero lo mejor para ti. No quiero que vayas con Snoke.
— Te vendiste, te vendiste a él.
— Tú también tendrás que hacer un trato con ellos.
— Pero yo nunca aceptaría un trato tan bajo para alguien como yo.
El hombre asintió suspirando, y le hizo señas a unas niñas, las pequeñas se acercaron a ella.
— Ellas son Lya y Lea, tus hermanas. Lea es mayor por algunos minutos.- la mayor de las niñas asintió y le sonrió, haciendo que ella también le sonriera e ignorara por completo a Shadi, su padre. La mayor de las pequeñas le habló primero.
—Hola.
— Hola, soy...Hadassa ¿Quién es quién?
— Lea.- contestó la mayor.
— Y supongo que tú eres Lya.- la más pequeña de las niñas asintió.- Es un gusto conocerlas.
— ¿Me dejarás quedarme?- como siempre, Shadi lo intentó. La niña se lo pensó un poco, pero terminó aceptando.
— Hasta la proclamación, y solo por ellas.
Al salir de la sala se encontró con Phasma, no engañaba a nadie, todos sabían lo que le pasaba con el nieto del general Yaroslay.
— ¡Hola hermanita!- Hadassa sonrió.
— Hola Phas ¿Buscas al amor de tu vida?- Phasma se quedó en completo silencio.- Aleksander Prokofiév, ¿A él es a quien buscas?- Phasma asintió.- Está entrenando con Bane en este momento.
— No se puede hacer nada. Además, me encontré con tu abuelo por aquí, te recomiendo ir a esa reunión a la que él se dirigía, no creo que te aburras, hay un aprendiz de Traya allí.
La reunión en ese lugar era interesante, un "fantasma" de piel negra, una maestra de cabello blanco, un ex-conde, un hombre con múltiples heridas en el cuerpo, un Sith Sangre Pura, más bien, el rey del planeta, y su tataranieta, una niña de ocho años que acababa de entrar al gran salón.
¿Alguien recuerda a los senadores de la antigua República? Esto era lo más cercano a ellos. Había una gran diferencia entre el Consejo Sith y el Consejo Oscuro. Era imposible ir a una reunión del Consejo Sith sin ser poderoso, y salir de allí sin sentir satisfacción por la calidad de aquellas reuniones. Pero el Consejo Oscuro gracias a un par de personas, solía parecer una pelea de gatos y perros.
La mayoría criticando que una niña sería superior a ellos. El resto muy leal, como siempre
El ex-conde miró a la niña sentada junto a él, que estaba ocupada observando al alumno de Darth Traya.
— ¿No vas a decir nada?-preguntó con suma curiosidad. La niño negó con la cabeza.
— No vale la pena hablarle a los sordos.
— Adivino, cuando puedas les arrancarás las cabezas.
— A cada uno de ellos.-respondía con una sonrisa de lado. El ex-conde sonrió también, ni su propio hijo se parecía tanto a él.
Darth Nihilus, el fantasma, se sentó junto a ellos, mientras escuchaba el resto las miles de quejas de los representantes.
— Ahora no sé si sea el momento correcto para eso ¿Qué opina usted? Conde Iram.
— Maestro Nihilus, yo solo sé que ella no cometerá el mismo error que yo, no ver la dimensión del problema y acabar con las personas incorrectas.
— Escuchen lo que tienen que decir los consejeros, para poder repetir sus incoherencias en el día de su muerte.
Hablaban cosas que no tenían sentido, muchos expresaban su molestia correctamente, sin embargo, había un grupo que solo insultaba sin decir absolutamente nada coherente.
— ¡Silencio todo el mundo!
Habló fuertemente el rey de Moraband.
— Ella es el Sith'ari quieran o no, nadie más puede ser el Lord de los Sith. Este puesto lleva vacío desde la muerte de Palpatine, es hora de que la persona correcta lleve el título ¿No ven que además es conveniente que sea la heredera del trono del planeta?
— Ustedes son simplemente representantes, tengan cuidado de creerse senadores.-el ex-conde comentó, haciendo al resto reaccionar.
— Conde ¿Cree que nos sabemos que la sabandija esa es su nieta? El abuelo al rescate, y la niña nunca habla. Queremos escuchar qué tiene que decir.
— Todo lo que quieren oír ya se ha dicho, no sé qué quieren oír de mí más que eso.
Todos los ojos fueron a parar en la niña otra vez, y se formó un silencio inquebrantable que ella misma rompió al levantarse de sus silla y salir de la sala. Bajo la atenta mirada de cierto pelirrojo que no había parado de observarla desde que llegó.
La reunión había terminado allí. Y Darth Traya lo llamó junto al otro alumno favorito, Dorian, para que fueran ambos con ella.
En el camino decidió preguntar sobre aquella niña, ya sabía que él se llevaba bien con la niña.
— Dorian ¿Por qué no la vemos seguido? Si ella también es una alumna.
— No te refieras a ella de esa manera- lo regañó. Armitage puso los ojos en blanco.- Es Shaghrahzahd Shahjeem Vishwokumar-Jadha, es alumna de Nihilus y futura reina de Moraband.
—¿La conoces?
— Por supuesto.- alardeó.- Somos amigos y muy pronto será mi novia.
— Pero...ella solo tiene como ocho años.
— Si no fuera en ese año asegurarías que tiene más edad. Y además, no es humana, eso la hace más atractiva e inteligente. Pero ni se te ocurra mirarla, es mía, yo la noté primero.- el más pequeño se quedó en silencio y al poco tiempo lo miró de forma burlona.
— Antes de que "Sea Tuya" deberías aprender a pronunciar bien su nombre, en Alto Sith todas las "H" no son mudas.- lo miró por última vez y se dedicó a seguir a su maestra, Darth Traya, por toda la academia.
"Interesante" pensó la niña. Midiclorianos inestables, alumno de Darth Traya, sabía las reglas de pronunciación de la lengua en la que estaba su idioma.
Apostaba a que no le iría bien al pobre chico a partir de allí, se encargaría de que no le hicieran como a ella nunca más, se lo juraba a sí misma.
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