- ͙۪۪̥˚┊❛ 𝐀𝐥𝐥𝐢𝐬𝐨𝐧 ❜┊˚͙۪۪̥◌
En cuanto le dije a papá, el me miró confuso.
—¿Estás segura que decía Allison?
—Si, ¿por qué?
—Por nada, solo es... alguien que solía conocer–Puso el auto en marcha y empezó a conducir hacia la veterinaria.
—¿Cuando me enseñarás a conducir?
—Cuando los lobos vuelen.
—Esa no es la frase–Lo mire con los ojos entrecerrados.
—No, y no aprenderás a conducir pronto.
—¿Por qué no?
—Porque aún no eres lo suficientemente responsable.
—Tu crees que no soy responsable para nada, ni siquiera me dejas usar mi katana. Podría necesitarla un día, ¿sabes? Ser la última esperanza de alguien, y como no la sé usar, ese alguien morirá porque "no soy lo suficientemente responsable"–Hice comillas con mis manos y después me hundí en el asiento. El suspiró.
—Cassi, no creo que sea el momento adecuado para enseñarte.
—Papá, todos mis amigos ya conducen, solo falto yo.
—Piénsalo así, eres única.
—No quiero ser única. Solo quiero aprender a conducir.
—¿Qué prefieres, katana o conducir?–Esa era la pregunta del millón, si me iba a dejar elegir solo una opción, sería difícil decidir.
Por un lado, podría conducir e irme yo solo a donde quisiera, aunque fuera con su auto.
Por otro lado, podría usar la katana que llevo años esperando para usarla, además podría aprender a defenderme con ella, lo cual es un sueño para mi.
Lo volví a mirar, el se veía un poco asustado por la incertidumbre de mi respuesta.
—Katana.
—No se que me resultaría peor–Admitió.
—Ni modo.–Le dije. Nos estacionamos frente a la veterinaria y yo me baje a abrir, detrás de nosotros venía la familia a la que papá había ayudado en la mañana, venían con su perro, por lo que los dejé pasar.
El perro me olisqueó la mano y yo acaricié su cabeza lentamente para tranquilizarlo, estuve muy tentada en rascarle la panza, pero sabía que no se vería profesional.
Yo no soy profesional, pero igual.
Papá y el tio Alan situaron al animal sobre la mesa para curar sus heridas, mientras que la niña dueña del perro, acariciaba su cabeza.
—Buen chico–Le dijo la niña.
Papá bajo al perro cuando estuvo listo y lo dejo en el piso.
—¿Sabes por qué Cooper mordió al teniente?
—¿Por qué estaba asustado?
—Tenía miedo por ti. Es lo bueno de los perros, luchan por nosotros. Recuerda, así ellos nos ven como su familia. Nos ven como si fuéramos de su manada.–La niña sonrió.
[...]
Estaba en la parte trasera de la veterinaria, donde teníamos a todos los animales, en la noche me tocaba darles comida a los perros, así que tenía que cargar grandes bolsas de alimento por mi misma.
Pero no sería tan malo.
Deje la bolsa en el piso, lejos de los animales y me acerqué a un estuche que tenía un papel que decía "No tocar hasta que cumplas veintiuno". Rodé los ojos y le quité el papel.
Saque el arma de dentro del estuche y la empecé a mover, sintiéndome como en una película de acción.
Papá mantenía el arma aquí porque sabía que en casa la encontraría, y que como no sabía conducir, no podría venir por ella.
Además aquí tenía cámaras y no sería fácil esconder que saque la katana.
Hice un par de movimientos más, de un lado para el otro, y después corté la bolsa por la mitad perfectamente.
—Wow...–Reí y tomé los platos de comida, empecé a servir y los perros ladraron, hasta que papá les grito un "callados". Termine de poner los platos en su lugar y cerré la bolsa como pude, además de arreglar mi estuche.
—¿En serio te dejo sacar la katana?–La voz del tío Alan me había sorprendido, como si estuviera haciendo algo ilegal, pero no, ya tenía el permiso para hacer esto y no lo iba a desaprovechar.
—Si, ya me dejó usarla por fin.–Sonreí.
—Debes recordar que esa es un arma, no un juguete.–Los perros empezaron a ladrar de nuevo, y yo me acerqué para acariciar a uno.
—¿Qué pasó amigo?
—¡Cielos!–Escuche a papá gritar y de inmediato fui hacia el con mi katana.
Con el estaba el abuelo. Los mire confundida. Papá lo abrazo y después me voltearon a ver.
—Vaya... has crecido bastante Cassi.
—Abuelo...–Fui a él y lo abracé.–¿Que haces aquí?
—Si, y ¿por qué no usaste la puerta principal?
—Nunca uso la puerta principal–Aseguró el abuelo.–Especialmente cuando no es seguro.
—¿Quien dice que no es seguro?–Cuestiono la voz del tío Alan, quien acaba de aparecer.
El abuelo miró a papá por un segundo, como tratando de descifrar algo.
—¿Tú también la has visto?
[...]
—He soñado con ella, y con los años he tenido recuerdos frente a mis ojos como...–Le serví un café–fotos borrosas, pero hace dos semanas algo cambio. Esas imágenes aleatorias que aparecían en mi cabeza se hicieron más claras, vi destellos de ella llorando, silenciosamente llorando de dolor, y de agonía, sufriendo.
—¿Allison?
—¿Quien es esa tal Allison de la que todos hablan?–Intervine en la conversación de papá.
—Ella era mi hija.
—Y mi... novia–Los mire confundidos.
—Entonces... ¿la hija del abuelo... era la novia de papá?
—No lo pienses mucho Cassi–Agregó el tío Alan, asentí.
—Yo... la veo cada vez más–Admitió el abuelo. Prepare la cafetera y me puse a hacer un segundo café, pero este era para mi–Luego comencé a escuchar su voz. Podía escuchar a alguien susurrándome.
—¿Susurrando que?–Cuestiono papá.
—Una palabra. Una, la escuchó cada vez que me voy a dormir y cada vez que despierto de las pesadillas.
—¿Qué palabra?–Interrogo el tío.
—Bardo–Apenas dijo eso papá, el abuelo se levantó de la silla, acercándose a él.–Yo estaba... hablando por teléfono con un cliente, pero en lugar de escribir el número, escribí una palabra, yo escribí eso.–Señaló el pizarrón que teníamos en la sala, el abuelo se acercó a él.
—Scott, ¿sabes que es el bardo?
—Un estado entre la vida y la muerte.
—Tu y yo, ambos la estamos viendo. Ambos dijimos la misma palabra.
—No solo nosotros, Cassi vio que alguien llamado "Alison" me llamó hace unas horas... yo no tengo a nadie más que se llame Allison en mi teléfono.
—No es solo un sueño, no es solo una palabra. Creo que Allison está atrapada entre la vida y la muerte.
—No es tan simple–Intervino el otro hombre.–Bardo es una palabra tibetana, es una manera de interpretar el espacio entre la vida y la muerte. Es el movimiento de la conciencia entre los estados físicos del ser. Es solo una palabra, es un concepto.
—¿Cómo un limbo?–Pregunte.
—Algo así.
—Sea lo que sea, esa palabra sigue despertándome en medio de la noche, diciéndome que mi hija está por ahí en alguna parte.
—Eso no puede ser–Aseguró papá–Ella murió en mis brazos, la sentí alejarse de mi.
—Se que todos morimos y no finjo saber lo que pasa después–Añadió el abuelo.–Pero si hay algo después de esta vida, un próximo paso, no creo que lo haya logrado. Creo que intenta decirnos que nunca cruzó
—Pero han pasado quince años.
—Digamos que creemos en todo esto.–Me entrometí–¿Que haríamos nosotros?
—Hay una... especie de ritual, conozco algunos detalles, pero tengo la sensación de que las respuestas están en Beacon Hills.–El abuelo explicó.
—Muy bien, ¿qué más sabes con certeza?–Cuestiono el tío Alan.
—Bien, se deberá hacer antes de la próxima luna llena, o sino no funcionará.
—No lo sé, y no voy a mentir, me asusta. Estamos hablando de peligrosos rituales de miles de años, estas cosas tienen repercusiones.
—Me podrían decir una cosa, ¿hacemos esto o no?–Interrogo ahora papá, esperando por una indicación, creo que todos aquí estábamos igual.
—El mensaje es para ti, Scott. Tu debes responder.
—Es más que un mensaje–El abuelo se acercó a una caja que había traído. Dentro estaba una espada, una katana.
—Oh por dios...–Intente tocarla, pero papá puso su brazo frente a mi para evitar que me acercara.–¿Que?
—Es la espada que la mató. Su sangre manchó la hoja.
—No he estado en Beacon Hills en mucho tiempo–Admitió papá nervioso.
—Ninguno de nosotros. Si sales mañana, puedo reunirme con ustedes mañana.
—Pero necesitarás más ayuda, ambos–Se levantó el tío Alan.
—No se si deba llevar a Cassi.–Papá me miró, estuve a punto de protestar, cuando alguien más lo hizo por mi.
—Debes. Ella podría ser de ayuda.
—Debo encontrar a algunos amigos.
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