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PRÓLOGO

—¡'AMA! ¡ALDO VA A VENIR para hacer un stream y conocerlos!—exclamó Osvaldo emocionado, antes de dirigirse al cuarto de su hermana melliza.—Rebe.—añadió mientras entraba sin llamar a la puerta.

Rebecca se enderezó de inmediato y agarró su almohada para lanzársela a su hermano por entrar sin avisar.

—Cuantas veces te he dicho que toques la puerta antes de entrar, ¡podría estar desnuda, pendejo!—le reprochó, arrojándole la almohada.

Pero, su hermano fue más rápido y usó sus brazos para protegerse, haciendo que la almohada terminara en el suelo.

—Por eso las puertas tienen seguro, estupida.—contestó Osvaldo, lanzándole de vuelta la almohada.—Te aviso que Aldo va venir.

—¿Con el que jugabas Garry's Mod?—preguntó la rubia, cruzando los brazos.

—Ese mero, así que necesito que seas amable con el.—dijo Osvaldo con precaución, esperando una reacción enérgica de su hermana.

—¿Piensas que no soy amable?—respondió ella ofendida.

—¡No es eso!—se apresuró a aclarar.—Es que... tienes un carácter de la verga y te enojas muy fácil con la gente.—explicó su hermano con temor, anticipando una reacción airada por parte de la rubia.

Sorprendentemente, esto no sucedió. Rebecca simplemente le pidió que saliera de su habitación y recogió su laptop del suelo para ponerla en sus piernas.

Osvaldo la observó por un momento antes de darse la vuelta, cerrar la puerta detrás de él y marcharse a su cuarto, confundido por la inusual reacción de su melliza.


















El timbre de la casa comenzó a sonar justo cuando Rebecca bajaba para servirse más papitas en su plato. Llevaba puesta una sudadera negra que le había robado a su mellizo, y unos shorts del mismo color. No le importaba estar en fachas porque sabía que, probablemente, no interactuaría mucho con Aldo.

Cuando la rubia escuchó un fuerte choque de manos, volteó por encima del hombro para ver a los amigos abrazándose y luego separándose. Apartó la mirada cuando ambos entraron en la cocina, donde su madre estaba preparando algo de comer.

—Rebe, ¿que vas a comer? Te vas llenar, cariño—, la regañó su madre.

Quería tener una comida con Aldo, así que cocinó una comida completa para todos.

—No es mucho, —, murmuró Rebecca, dejando al final su plato en el fregadero.

—¡Aldo! ¡Es un placer conocerte al fin!—saludó su madre con alegría.

Abrazó al chico y él le correspondió. La rubia se dio la vuelta, apoyándose en la encimera mientras se servía un vaso con agua.

—Ya conoces a Rebe—comenzó Osvaldo, señalando a su hermana—Rebe este es... espera, ¿esa es mi sudadera?—

—Es solo una sudadera, puedes comprarte otra—.

—Bueno, Rebecca, el es Aldo—.

Unos minutos después, sus padres y Beto habían salido por algunas cosas, por lo que ahora estaban los tres solos en la casa. Aldo saludó a Rebecca y ella le devolvió el saludo con una pequeña sonrisa.

—Ahorita vengo, voy a acomodar todo para el stream—, dijo el más alto, antes de salir corriendo a su cuarto.

Hubo un incómodo silencio, Rebecca y Aldo no hicieron contacto visual ni una sola vez.

—Así que, ¿como estuvo el viaje?—preguntó Rebe, cansada de la incomodidad.

—Estuvo bien, cansado, pero bien. ¿Haces streams?—, le preguntó Aldo.

Hasta aquí todo iba bien.

Osvaldo le había advertido a Aldo que tuviera cuidado con lo que dijera si quería que su hermana no lo tratara mal.

—Mhm—, asintió la rubia, apartando su vaso.

—Que chido.—respondió sorprendido, apoyando su mentón sobre su puño.—Oye, ¿por qué tú eres rubia pero Mariana y Beto son castaños?—preguntó Aldo, lamentando inmediatamente sus palabras cuando Rebecca inclinó la cabeza y entrecerró los ojos hacia él.

—¿Por qué eres tan idiota?—inquirió antes de alejarse del chico.

Aldo murmuró palabras de maldición en voz baja, frotándose la cara con ambas manos. Osvaldo vio cómo su hermana pasaba a su lado y se dirigía a su cuarto antes de acercarse a su amigo.

—¿Que le dijiste wey?—, suspiró Osvaldo, notando el remordimiento de su amigo.

—Solo le preguntó por qué ella es rubia y tú y Beto castaños.—dijo el chico después de apartar las manos de su rostro.

No mames, Aldo.—le reprochó su amigo.—Te dije que cuidarás lo que dijeras.

—No pensé que se enojaría.

—Oficialmente estas en el lado malo de Rebecca, felicidades.—le celebro falsamente Osvaldo, dándole unas palmadas en el hombro.—Tendrás que esforzarte para caerle bien.

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