𝟬𝟲. 𝖠𝗅𝗅 𝖨 𝖦𝖺𝗏𝖾 𝖸𝗈𝗎 𝖨𝗌 𝖦𝗈𝗇𝖾
—C A P Í T U L O S E I S—
Todo Lo Que Te Di Se Ha Ido.
EL DOLOR DE RECORDAR A QUIENES AMAMOS, Y NOS AMARON, DESPUÉS DE PERDERLOS, ES INSOPORTABLE. Los momentos compartidos —las risas, las bromas, la tristeza y los instantes de reflexión— se convierten en un arma de doble filo que bombardea el corazón y la mente, especialmente en la soledad. Shadow lo sabía demasiado bien, y mientras más avanzaba por aquella base olvidada, más sentía ese peso en su interior.
Cada rincón parecía estar lleno de ecos que solo él podía escuchar. Ecos de una vida que había quedado atrás, de un tiempo en el que aún tenía una razón para sonreír. Su semblante permanecía estoico, como una armadura para protegerse de los recuerdos que luchaban por salir, pero las grietas en esa armadura eran evidentes para quien supiera mirar. Y Willow, aunque no entendía del todo lo que sucedía, comenzaba a notarlo.
El eco de sus pasos resonaba en los pasillos destruidos, como si la misma estructura intentara recordar que alguna vez estuvo llena de vida. Pero ahora, ese lugar solo guardaba silencio y escombros, y para Shadow, también los fantasmas del pasado. Cada esquina parecía traer un destello de memoria y el peso en sus hombros era innegable.
Willow lo seguía de cerca, aunque sus ojos no estaban fijos en el camino, sino en él. Había algo extraño en la forma en que Shadow caminaba, un cambio sutil en su postura, como si el ambiente lo afectara de una manera que intentaba ocultar. Cada tanto, el erizo parecía perderse en pensamientos que ella no podía descifrar, pero que, de alguna manera, lograban transmitirse como un eco en su propia mente.
Entonces, algo llamó su atención: un destello en el suelo que le golpeó directamente los ojos. Parpadeando con rapidez, se cubrió la vista y se inclinó hacia el origen del reflejo. Allí, entre el polvo y los escombros, encontró un marco roto, el cristal hecho añicos pero aún protegiendo parcialmente una fotografía en su interior.
Willow tomó el objeto con cuidado y lo observó detenidamente. La imagen era vieja, descolorida, pero lo suficientemente clara como para distinguir a las dos figuras en ella. Uno era Shadow, con una pequeña sonrisa que parecía completamente ajena al carácter del erizo que conocía ahora. La otra figura era una niña de cabello rubio, con ojos llenos de vida y una sonrisa tan brillante que parecía iluminar la fotografía.
Un nudo se formó en la garganta de Willow mientras la imagen la absorbía. ¿Quién era esa niña? ¿Qué significaba para Shadow? Y lo más importante, ¿qué le había pasado? Todas estas preguntas le llenaron la cabeza de golpe, pero sabía que preguntarlas no era una opción. Había visto lo suficiente del temperamento del erizo como para saber que no sería bien recibida si intentaba ahondar en su pasado.
Con una respiración profunda, tomó una decisión rápida. Sacándose la mochila del hombro, la abrió y guardó la fotografía en su interior. "Esto puede ser importante para él," pensó, aunque una pequeña parte de ella también quería conservar esa pieza del rompecabezas que era Shadow.
—¿Te piensas quedar atrás? —La voz grave del erizo rompió el silencio, sobresaltándola.
Willow dio un pequeño salto, su corazón acelerándose al darse cuenta de que la había pillado distraída. Aun así, se recompuso rápidamente, ocultando cualquier signo de nerviosismo.
—Ya voy—respondió con calma, adelantándose a él y evitando cruzar su mirada.
Shadow la observó pasar, notando que algo en ella había cambiado. No era la misma chica habladora y sarcástica que lo había estado siguiendo todo el tiempo. Ahora parecía... contenida. Sin embargo, decidió no darle importancia. Ella era irrelevante para su objetivo.
Mientras seguían avanzando por el pasillo, Willow volvió a su posición habitual detrás de él. Shadow, sin detenerse, lanzó una mirada rápida hacia atrás, intrigado por la repentina quietud en ella, pero rápidamente apartó sus pensamientos. Había cosas más importantes en las que enfocarse... aunque, por un breve momento, una inquietud desconocida se instaló en su interior, como si algo hubiera cambiado entre ellos y él no pudiera definir qué era exactamente.
Adentrándose en una nueva zona de la base, un sonido peculiar capturó su atención. Era el crujido irregular de un tocadiscos rayado, un ruido que se repetía como un eco perdido en el tiempo. Shadow, que había estado liderando el camino con su usual determinación, era quien había permitido que el sonido se instalara al posar su mano sobre el viejo artefacto.
Su semblante, normalmente imperturbable, se suavizó levemente. Su cabeza se inclinó hacia abajo, y por un instante, pareció perderse en sus pensamientos. El sonido del tocadiscos, repetitivo y quebrado, llenaba el espacio como un recordatorio de algo que parecía inalcanzable, algo que hacía tiempo se había desvanecido.
Willow lo observaba en silencio desde unos pasos atrás. La forma en que Shadow permanecía quieto, casi inmóvil, era inquietante. No era el mismo erizo decidido y lleno de firmeza con el que había estado todo este tiempo. Había algo profundamente vulnerable en él en ese momento, algo que no había visto antes.
Quiso decir algo, romper el pesado silencio que se había instalado entre ambos, pero las palabras simplemente no salían. Algo en la atmósfera le impedía hablar, como si cualquier sonido pudiera romper la delicada burbuja que rodeaba a Shadow.
Y por primera vez, sintió miedo. Miedo no por el lugar oscuro y destrozado en el que se encontraban, sino por las respuestas que podrían surgir si preguntaba. ¿Qué significaba aquel tocadiscos para Shadow? ¿Qué memorias lo estaban atormentando en ese instante?
Las preguntas se agolparon en su mente, pero ninguna logró escapar de sus labios. Se limitó a quedarse quieta, observándolo, intentando entender un poco más al misterioso erizo que, por más frío que se mostrara, parecía estar cargando con un dolor más grande de lo que ella jamás habría imaginado.
Con el pasar de los minutos, Willow observó cómo Shadow se adentraba a una extensa habitación y se perdía en su radar de visión.
Willow se detuvo en el marco de la puerta, sus manos apoyadas en los costados mientras analizaba la habitación circular que se extendía ante ella. Las paredes estaban cubiertas de enormes máquinas y monitores apagados, algunos con el cristal roto, otros inclinados como si hubieran sido golpeados en un ataque o abandono repentino. Un aura de desolación lo envolvía todo.
En el centro, elevándose con solemnidad, estaba una cápsula de cristal, o más bien, lo que quedaba de ella. Solo una pequeña sección permanecía intacta, aunque las grietas serpenteaban por su superficie como cicatrices. Era como si ese cristal guardara recuerdos tan pesados que ya no podía sostenerlos.
Willow tragó saliva, sin atreverse a dar un paso más allá del marco. Desde donde estaba, podía ver cómo Shadow se acercaba lentamente a la cápsula. Su figura parecía más pequeña, más frágil, a pesar de su postura firme. Su mano enguantada se alzó y tocó con cuidado la superficie agrietada, como si temiera romper algo más que el cristal.
La chica no dijo nada. Sabía que había momentos en los que las palabras eran innecesarias, incluso intrusivas. Este era uno de ellos. Su presencia allí ya era suficiente, y lo último que quería era interrumpir lo que claramente era un momento importante para Shadow.
Mientras lo observaba, notó cómo su postura rígida parecía desmoronarse ligeramente. Su cabeza se inclinó hacia abajo y sus hombros se relajaron, casi imperceptiblemente. Willow sentía que no estaba viendo al Shadow desafiante y frío que había conocido, sino a alguien que estaba cargando con un dolor profundo.
Desde su lugar en el marco, Willow suspiró en silencio. No sabía qué era ese lugar, ni por qué parecía tan importante para él, pero podía sentir que estaba pisando terreno sagrado. Decidió quedarse allí, dándole el espacio que claramente necesitaba. Sus manos se aferraron al marco de la puerta mientras sus ojos recorrían la sala, tratando de entender las historias que el lugar podía contar.
"¿Quién eras antes de todo esto?", se preguntó en silencio, sin apartar la vista del erizo.
El ambiente cargado de tensión se quebró con un sonido proveniente de la puerta contraria a donde estaba Willow. La castaña se estremeció al escuchar el eco metálico, mientras que Shadow, instintivamente, emanó una energía eléctrica naranja que chisporroteaba alrededor de su cuerpo. Sus ojos rojos brillaban con furia mientras formaba un puño electrizante, girándose rápidamente hacia la fuente del ruido, listo para atacar.
Willow, por su parte, permaneció oculta detrás del marco de la pared. Sabía que no podía llamar la atención y mucho menos interferir, pero no pudo evitar que su curiosidad la obligara a asomarse ligeramente para observar lo que sucedía.
De la penumbra emergió una figura masculina que hizo que la chica sintiera un escalofrío. Era un hombre mayor, de complexión algo robusta, con un bigote largo completamente blanco. Su bata de laboratorio ondeaba levemente con cada paso, y en su rostro había una sonrisa... pero no era una sonrisa cualquiera. Era fría, calculadora, casi sombría, como si el hecho de estar allí le trajera un retorcido placer.
Willow sintió que algo estaba muy mal, pero antes de poder pensar en moverse, las palabras de Shadow rompieron el silencio.
—Profesor...—murmuró, y aunque su tono sonaba asombrado, también había un dejo de respeto.
—Qué gusto verte, Shadow—dijo con calma, observando al erizo—. Sabía que vendrías a casa.
"¿Casa? ¿A esto le llama casa? ¿Y quién es este tipo? ¿Es su padre, creador o algo así?", pensó Willow, sintiendo que cada vez tenía más preguntas y menos respuestas.
Shadow, bajando levemente la guardia, dejó que su mirada vagara por el suelo antes de hablar con una voz cargada de emociones reprimidas.
—No logro dejar de pensar en ella.
Esa declaración resonó en la mente de Willow. "¿Ella? ¿La niña de la foto? ¿Qué le pasó?". Se llevó una mano al pecho, como si el dolor ajeno de Shadow pudiera alcanzarla de alguna manera.
—El dolor... es demasiado—admitió el erizo, con un tono más bajo, como si estuviera revelando una herida que aún no había sanado.
El hombre asintió lentamente—. Y es por eso por lo que tenemos que castigarlos—dijo, con una determinación que heló la sangre de Willow.
"¿Castigar a quiénes? ¿Qué hicieron? ¿De qué está hablando?". La castaña sentía cómo la tensión aumentaba con cada palabra, y sus instintos le gritaban que algo muy malo estaba a punto de ocurrir.
Entonces, un estruendo resonó por toda la base. Era el sonido de las puerta cayendo a lo lejos, haciendo eco por los corredores y paredes. Willow tuvo que cubrirse la boca con ambas manos para no soltar un grito de sorpresa.
Shadow, por otro lado, reaccionó de inmediato. La energía naranja volvió a rodearlo, y su semblante cambió por completo. Sus ojos ardían con furia, y estaba listo para atacar a quienquiera que hubiera entrado. Sus puños se apretaron con tal fuerza que Willow podía escuchar cómo crujían sus guantes.
Pero antes de que pudiera dar un paso, el hombre extendió una mano hacia él, como si lo estuviera calmando.
—Calma, Shadow—ordenó, su voz más tranquila, casi paternal.
A pesar de su furia, el erizo obedeció. Willow sintió que algo estaba terriblemente mal con esa dinámica. ¿Qué clase de control tenía ese hombre sobre él?
—Son los visitantes que estaba esperando—continuó el Profesor, su tono impregnado de una calma perturbadora—. Démosles una calurosa bienvenida.
Willow observó desde las sombras, y aunque la penumbra cubría parcialmente el rostro del hombre, alcanzó a distinguir la curva maliciosa de su sonrisa. Esa expresión la hizo estremecerse.
"No, esto no está bien. Nada de esto está bien.... Bien. Él llegó. Yo puedo largarme. Hora de irme." Se dijo a sí misma mientras comenzaba a retroceder lentamente, cuidando cada paso que daba para no hacer ruido ni llamar la atención de ninguno de los dos.
Con cada paso hacia atrás, sentía que su corazón latía más rápido. Su única misión en ese momento era alejarse, salir de ese lugar y regresar a su vida cotidiana, por muy aburrida que fuera. "Ellos pueden encargarse de castigar a quienes sea que quieren castigar. Esto no tiene nada que ver conmigo."
Cuando sintió que había retrocedido lo suficiente, giró sobre sus talones y comenzó a acelerar sus pasos, susurrando en su mente una especie de mantra: "No me vieron. No saben que estoy aquí. Sólo sal de aquí, Willow."
Willow avanzaba rápidamente por los pasillos, intentando encontrar el camino de regreso. Pero la base era enorme, con múltiples bifurcaciones y corredores que parecían interminables. La poca luz que se filtraba desde las grietas en las paredes y techos no ayudaba, y cada paso que daba parecía llevarla más lejos de su objetivo.
"¿Por qué no puse atención al camino? ¡Esto es culpa mía!", pensó, sintiendo que el pánico comenzaba a invadirla.
Entonces, escuchó un ruido. Un golpeteo sordo, seguido de algo que parecía ser un murmullo distante. Sus ojos se abrieron como platos, y su respiración se aceleró. Instintivamente, se apoyó contra una pared, girando la cabeza de un lado a otro, tratando de identificar de dónde venía el sonido.
Cuando los murmullos se hicieron más cercanos, no lo pensó dos veces. Abrió la primera puerta que encontró a su lado y se metió rápidamente, cerrándola detrás de ella con cuidado para no hacer ruido. Apoyada contra la puerta, se quedó inmóvil, con el oído aguzado, esperando que el ruido cesara.
Después de unos segundos que le parecieron eternos, el silencio regresó. Willow dejó escapar un suspiro de alivio y se giró para inspeccionar el lugar donde había entrado.
La habitación era pequeña y estaba llena de paneles de control, monitores viejos y cables que colgaban de las paredes. Algunos botones parpadeaban débilmente, mientras que otros permanecían apagados, cubiertos por una gruesa capa de polvo.
"¿Qué es este lugar?", se preguntó, caminando con cautela hacia los monitores. Al acercarse a uno de ellos, notó que aún funcionaba, aunque la pantalla estaba llena de interferencia. Movida por la curiosidad, comenzó a tocar algunos botones, intentando activar algo.
De repente, uno de los monitores cobró vida, y en la pantalla apareció una grabación. Willow retrocedió un paso, sorprendida, pero no pudo apartar la mirada de lo que estaba viendo.
En la primer imagen se podía ver el encuentro de la niña con Shadow, le había dibujado una cara en el cristal de la cápsula que lo contenía mientras él la veía con cierto fastidio, aún así, el simbolismo del toque de sus manos a través de la estructura no impidió que se formara una conexión genuina entre ambos. La escena cambió.
En la imagen, una habitación aparecía. Allí estaba Shadow, mucho más pequeño, con un semblante distinto, más inocente. A su lado, una niña de cabellos rubios reía mientras hablaba con él y encendía un tocadiscos, el sonido de la música, seguido del ritmo bailarín de la rubia, poco a poco contagiaron al erizo. Ambos parecían felices.
La grabación cambió. Ahora, Shadow estaba rodeado por doctores, quienes tomaban notas y ajustaban equipo médico mientras lo examinaban. Entre ellos, Willow reconoció al Profesor, el hombre que había visto hace unos momentos.
Las imágenes continuaron cambiando mostrando diferentes escenas de convivencia entre el erizo y la niña. Ahora mostraban a la infante rubia con unos patines, una soga rodeaba a Shadow por la cintura, pues era el que transportaba a la niña por los pasillos con su velocidad. Ella reía sonoramente y el erizo parecía disfrutar de eso, incluso después de estrellarse con un vehículo que contenía múltiples panes, encontraron diversión en el momento dibujando "ángeles" en el suelo.
"Así que eran sus patines". Willow sonrió contagiada por el ánimo de la rubia.
Después la imagen cambió, Shadow corría junto a María y el Profesor por un largo pasillo mientras se escuchaban disparos y gritos. Un grupo de soldados con el logo de G.U.N. los perseguía, sus armas apuntando directamente a ellos.
Willow contuvo la respiración cuando vio cómo uno de los soldados disparaba y otro de su mismo grupo trataba de detenerlos. La bala alcanzó a la niña en el pecho, justo en el corazón.
La escena se tornó aún más caótica cuando una explosión sacudió la base. Unos tanques, que Willow reconoció como contenedores de una energía que se parecía a la del erizo, habían sido alcanzados por los disparos, liberando una explosión masiva que envolvió todo. Shadow, el Profesor y los soldados fueron lanzados por los aires, y la niña quedó atrapada en el centro de la explosión con alguno que otros escombros cubriéndola, y al final el par terminó siendo arrestado por los soldados.
Pero la imagen del rostro de Shadow después de ver el desenlace de la niña... Sin duda era algo que no olvidaría nunca y que le traería noches de insomnio.
Cuando la grabación terminó, la pantalla quedó en negro. Willow se quedó inmóvil, procesando todo lo que había visto. Ahora entendía por qué Shadow era como era. Todo lo que había vivido: la pérdida, el dolor, la traición, y la razón detrás de su deseo de venganza.
Conmovida, se llevó una mano al pecho. "Todo este tiempo pensé que era solo frío y distante por elección... pero él es un sobreviviente."
Se giró, decidida a salir del cuarto, pero al hacerlo, se encontró con la figura de Shadow de pie en la puerta.
Sus ojos brillaban con furia, y su semblante era sombrío.
—¿Qué estás haciendo aquí?—preguntó con voz baja, pero cargada de enojo.
Willow retrocedió un paso, su corazón latiendo con fuerza.
—Yo... no fue mi intención... solo...—intentó explicar, pero las palabras se le atoraban en la garganta.
—¡Esto no es asunto tuyo!—rugió Shadow, avanzando hacia ella, su energía comenzando a chisporrotear alrededor de su cuerpo.
Willow levantó ambas manos en un intento de calmarlo. Seguía procesando lo que acababa de ver. La grabación seguía repitiéndose en su mente, como una película imposible de pausar.
—No fue mi intención, Shadow—dijo rápidamente, su voz temblando—. Escuché ruidos y solo... me metí aquí por accidente.
—¿Por accidente?—repitió él con tono sarcástico, avanzando hacia ella. Sus puños se cerraron y una ligera chispa de energía caótica destelló alrededor de ellos—. ¿Qué viste?
Willow tragó saliva, tratando de calmarlo.
—Yo... vi una grabación. Pero te prometo que no diré nada. Esto no es asunto mío, Shadow. Déjame ir, no tienes que preocuparte.
El erizo no respondió de inmediato. La miró con intensidad, sus ojos oscuros y penetrantes buscando cualquier signo de mentira en su rostro.
—No confío en ti—dijo finalmente, su tono frío y cortante.
Willow sintió una presión en el pecho, como si el pequeño avance que había logrado con él se hubiera ido por la borda. Alzó la voz, desesperada.
—¡No voy a decir nada! Solo déjame salir de aquí, y nunca volveré a meterme en tu camino.
Shadow chasqueó la lengua y negó con la cabeza.
—No puedo arriesgarme.
Antes de que Willow pudiera reaccionar, él apareció a su lado en un destello, sujetándola firmemente por el brazo.
—¡Oye, suéltame!—protestó ella, forcejeando con todas sus fuerzas, pero era inútil. El agarre de Shadow era como hierro.
—Te lo advertí. No te metas en lo que no te incumbe—gruñó, arrastrándola fuera de la habitación con facilidad.
—¡No hice nada malo!—gritó Willow, luchando mientras él la llevaba por el pasillo—. ¡Solo fue un accidente! No tienes que hacer esto, Shadow.
Él no respondió. Su rostro estaba endurecido, y sus pasos resonaban con fuerza en el suelo mientras avanzaba con rapidez, ignorando sus intentos de zafarse.
—¡Por favor, suéltame!—insistió Willow, su voz quebrándose—. ¡No voy a decir nada! No tienes que hacer esto...
Shadow se detuvo de repente, girándose para mirarla directamente a los ojos.
—Eso no lo decides tú—dijo con frialdad, antes de teletransportarse con ella a otro lugar de la base.
El destello de energía los envolvió por un momento antes de que Willow sintiera el suelo bajo sus pies nuevamente. Miró alrededor, dándose cuenta de que estaban en otra sección de la base, un lugar oscuro y cerrado, con las paredes cubiertas de viejas tuberías.
—Quédate quieta—ordenó Shadow, soltándola finalmente pero bloqueando la única salida con su cuerpo.
Willow lo miró con una mezcla de miedo y frustración.
—¿Qué piensas hacer?—preguntó, intentando mantener su voz firme.
Shadow no respondió de inmediato. Simplemente la observó, su expresión un muro impenetrable. Después de unos segundos, dijo:
—Eso depende de ti. Pero mientras estés aquí, te aseguras de no convertirte en un problema.
Willow apretó las correas de su mochila, su mente buscando desesperadamente una forma de salir de esa situación. Sabía que discutir con él no la llevaría a ningún lado, pero tampoco podía quedarse allí sin hacer nada.
"Tengo que encontrar una manera de salir de esto.", pensó, su corazón latiendo con fuerza mientras planeaba su próximo movimiento.
Entre más avanzo en la historia, más canciones le meto a la playlist JAJAKAJA😭
Más de 3,000 palabras, no manchen 😫
El capítulo más largo hasta el momento🥴
Tengo que hacer que los demás duren más para que no se expanda a tantos apartados 🤧
Capítulo dedicado a @PinkRossi porque me ayudó a encontrar donde ver la película, y por ende, estar viendo los diálogos y escenas para poder seguirles actualizando ✨
No olviden votar y comentar :)
Me gusta leer sus ocurrencias, me animan y hacen saber que la historia es de su agrado✨
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©-MANDALORIANA76
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