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✦ 》(🌙) Chapter 05; 𝐑𝐞𝐦𝐞𝐦𝐛𝐞𝐫 𝐖𝐨𝐫𝐝𝐬 𝐨𝐟 𝐂𝐡𝐚𝐫𝐥𝐢𝐞
❝ Charles siempre tuvo la razón, y es que desde la primera vez que te vi debí haber aceptado que todo dentro de mí había cambiado.❞
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31 de julio del 2022
📍Hungaroring, Mogyoród
Max soltó un pequeño suspiro mientras cerraba el cierre de su traje.
Se encontraba algo pensativo, y en su cabeza, no sólo abundaba la gran carrera. El nombre de aquella mujer que en tan solo unos días giró todo su mundo y lo convirtió de colores grises a cálidos en cuestión de segundos abundaba, y esa era: Alessia Piquet.
Esa mujer, que con tan solo un par de palabras llenas de ánimo y fé, levantaban a cualquier deprimido.
Esa mujer, tallada de pies y cabeza por el mejor artista en la historia.
Esa mujer, con aquella reluciente sonrisa sin importar cuál rota esté.
Esa mujer, que indescriptiblemente su nombre poco a poco se grababa en su mente y corazón.
Max no podía sentirse más tranquilo desde su llegada. Más aún, por las palabras motivadoras que horas antes de llegar al GP le había dedicado; él ganaría. A toda costa ganaría.
Lo haría por su novia, que si bien a pesar de no estar presente, lo apoyaba-o al menos, eso esperaba-, por su pequeña Penélope, y sobre todo, por Alessia, quien a pesar de no saber nada del deporte, posó toda su confianza.
—¿Y esa cara de ogro? Quítala que te vas a volver más horrendo de lo que ya estás, querido hermanito.
Max volteó su mirada algo confundido, reconocería esa voz donde fuera. Y al encontrar nada más ni nada menos que a una mujer de aproximadamente de uno setenta, de cabello pelirrojo portando la camiseta de la red bull, no pudo evitar aproximarse hacia ella y abrazarla con todas sus fuerzas.
—Lyds, ¿qué estás haciendo aquí?—musitó Max algo sorprendido. El volver a ver a su hermana después de un buen tiempo era algo que no se esperaba.
—Si no me querías por acá me hubieras dejado un mensajito por ahí. —bromeó la neerlandesa aún estando en los brazos de su hermano mayor.
Max sonrió ante su humor. No había cambiado nada desde el último verano antes de haberse desaparecido de todo mundo.
—Sé lo que vas a decir y mejor ahórratelo. Ya superé a Frenkie, no tengo motivos para estar aislada. —comentó, sin embargo, Max decide no replicarle. No le creía ni un poco, la conocía muy bien y era consciente del amor que sentía por uno de sus mejores amigos. Sabía que le afectaba y mucho, pero no era quién para meterse en las decisiones de su hermana sobre su vida —. No es sano para mí deprimirme más. El que perdió fue él, no yo. Y no voy a quedarme de brazos cruzados solo porque terminó nuestra relación. Además, soy muy linda como para perder mi trono por aquí.
Max tan solo suelta una pequeña carcajada ante su comentario y se separa del abrazo en el que se encontraban al escuchar como golpean la puerta de su cuarto; suelta un "siga" fuerte y claro, gesto que hace que la puerta se abra y aparezca el piloto monegasco de Ferrari en la entrada.
—Ajá yo se que es molestia venir así de la nada por lo gruñón que eres pero necesito hablar contigo urgent...—intento terminar de decir el Charles, sin embargo, al fijarse y darse cuenta que se encontraba nada más ni nada menos que el amor de su vida en el cuarto, no perdió tiempo en abalanzarse sobre ella—. ¡Lyds!
La pelirroja lo recibe con los brazos abiertos y se abrazan tan fuerte que Max siente que sobra en el lugar; si algo puede admitir el neerlandés, es que todo mundo que conoce a su hermana menor se encariña fácilmente.
Y Charles desde 2019, no fue la excepción.
—Las manitos donde las vea, Charlie. —bromeó después de un par de minutos el neerlandés al verlos aún abrazados.
—¡Max!—se quejó Lydia, provocando que este se riera al verla un poco enojada.
Era muy sobreprotector con su hermana, eso ha de reconocerlo. Sin embargo, las cosas con Charles cambiaban un poco a comparación con otros chicos que le insinuaban; Max sabía que jamás le haría daño. Desde luego que no, porque para el piloto de Ferrari, la menor de los Verstappen era su tesoro más valioso.
—¿Qué? Yo solo digo que esas manitas están como que muy abajito, eh. —bromeó nuevamente el neerlandés —. Cuidadito con darse un besito al frente mío, los estoy vigilando.
—¡Max!—se quejó nuevamente Lydia.
Max suelta una pequeña carcajada al ver las mejillas de su rival. Se encontraban tan enrojecidas que no sabía que estaba más de color rojo, si su camisa de Ferrari o su propio rostro; en cierto sentido le daba algo de penita. Ya llevaba sus buenos años detrás de su hermana y sigue siendo el número uno de los friendzoneados.
—Eso de mejores amigos no me la creo. —volvió a bromear sin importar los gestos del monegasco exigiéndole que parara de avergonzarlo frente a ella—. Mírale nada más la cara de imbecil que tiene Charlie, ustedes dos terminarán juntos.
Lydia se golpeó sobre su frente al escuchar a su hermano. La pelirroja sentía avergonzada, desde luego que eso nunca pasaría; mientras que Charles, también se sentía avergonzado, pero no por la misma razón de Lydia.
Estaba claro lo cual enamorado se encontraba, y claro, no era el momento para soltar aquel comentario después de tanto tiempo sin volver a verla.
—Hablamos después Charlie, que mi hermano está que inventa cosas que no sucederán. —rueda los ojos algo irritada Lydia —. Iré a saludar a Chequito. —aviso antes de tomar camino hacia este.
Charles se quedó observándola hasta que desapareció de su vista. Soltó un pequeño suspiro, gesto que hace que Max carcajeara un poco.
—Por lo que veo sigues no has podido declarar tus sentimientos con mi hermana, ¿verdad?—dice Max con un tono burlesco hacia el piloto de Ferrari. Charles soltó un pequeño bufido, provocando que este soltara una pequeña carcajada—. No entiendo como mi hermana no se da cuenta la cara de tarado que pones cada vez que la observas.
—No había necesidad de avergonzarme. —se quejó—. Es más que obvio que me sigue gustando tu hermana así ella no se de cuenta de ello. Pero bueno, tarde o temprano se darán las cosas. —suspiró—. No pierdo la fé.
—De verdad que estás jodido. —negó divertido el neerlandés al ver el positivismo de su amigo.
—La verdad sí —sonrió—. y por lo menos yo lo reconozco. —comentó el monegasco, gesto que hace que el neerlandés arquee una de sus cejas ante el comentario—. Estoy tan jodido como tú con tú revuelto de sentimientos, Max. — contraargumentó el monegasco, gesto que hace que el neerlandés borre la sonrisa que tenía en su rostro anteriormente—. Podré ser lento en mis cosas, pero no en las de los demás. No soy ciego para notar que algo está pasando desde que ella llegó, amigo. —termino de decir Charles, dejando a un Max completamente en silencio sin saber que responderle—. Nos vemos después de la carrera.
[...]
Si Alessia tuviera que describir todo lo que estaba sintiendo con tan solo una palabra por el resultado de la carrera, perfectamente diría: Felicidad.
A pesar de la dificultad de movilidad a causa de la cantidad de personas presentes, Alessia salió corriendo del box con Penélope en sus brazos con su maquillaje un poco regado al haber derramado una que otra lágrima al ver cruzar la línea de meta el monoplaza de su cuñado; lo había logrado, y no podía sentirse más orgullosa de lo que ya se encontraba.
Se ubicó como pudo en la primera fila de las personas expectantes a los tres pilotos que se encontraban quitándose sus respectivos casos; y como pudo, al ver a Max celebrar encima de su monoplaza, gritó muy fuerte en compañía de una eufórica Penélope siguiéndole el juego a su tía.
El joven campeón no pudo evitar fijarse sobre las personas con aquella leve esperanza de encontrar a su cuñada en ella; y al verla, no pudo evitar sentir como su corazón empezó a acelerar más rápido de lo normal.
Se aventuró a saludar rápidamente a su equipo, para luego, irse directo hacia ella.
Todos estaban observando al neerlandés, pero Max tan solo la observaba a ella; le importaba poco en estos momentos qué pensarán las demás personas, lo único que quería en esos momentos era abrazar con fuerza a Alessia por haber creído en él sin importar las dificultades que presentaba.
Ese apoyo incondicional, su presencia y palabras, era algo que Max deseaba que nunca desapareciera; y aunque ellos no lo sabían, se encontraba una Kelly a lo lejos con cara de pocos amigos hacia su hermana por llevarse toda la atención.
—Ganaste...—murmuró Alessia al tener su rostro tan cerca de ella. Se escuchaba tan entrecortada, que no sabía si se trataba de la emoción o de tenerlo a cuestión de poca distancia.
—Lo sé. —musitó Max sin dejar de observar fijamente. Llevó su mano izquierda hacia la mejilla de la brasileña y removió suavemente aquellos escombros de pestañina regada; Alessia le sonríe, y este le devuelve el gesto al tenerla tan cerca —. Gracias por no dejar de creer en mí, Ali.
Sus miradas se mantuvieron sobre el uno al otro. Azul y verde se encontraron. No era necesario el intercambio de palabras ni tampoco les importaba el ruido de las personas que se proporcionaba a su alrededor; solo existían Max y Alessia, nadie más.
El carraspeo de Lewis Hamilton hacia el neerlandés hizo que ambos volvieran en sí; el siete veces campeón los observaba con ternura. Y aunque fuera consciente que su compañero de equipo iba detrás de aquella chica, no podía evitar sentirse agusto al ver a su rival tan contento con alguien.
Algo pasaba ahí. Eso lo insinuaba Lewis, al igual que el hecho que Max no fuera consciente de ello.
—Yo... tengo que ir a recibir el premio. —murmuró aún sin despojar su mirada sobre aquellos ojos verdosos con juegos azules que brotaban una paz en ellos —. ¿Te molestaría si vas a verme? Porque si es así, puedes esperarme en el box si gustas. No quiero obligarte a nada, Ali.
Alessia asintió con tan solo un movimiento. Se encontraba apenada, y la risa de la pequeña Penélope al voltearse a verla con las mejillas totalmente enrojecidas la hizo sentirse aún más avergonzada de lo que ya se encontraba.
[...]
Lo siguiente pasa como una ráfaga de viento, demasiado rápido. Parece como si Max se hubiera dormido y el champagne en su cara lo hubiera despertado. El neerlandes no era de las que desperdician mucho la comida y ni hablar del alcohol, así que antes de rociarlo sobre George y Lewis prefiere darle un trago largo.
Parece agua bendita. Y sabe exactamente como la misma.
Posteriormente, Max choco botellas con los dos pilotos de mercedes y les regalo una sonrisa antes de volver a tomar. Y en el preciso momento en el que sus ojos bajan hacía las personas que los observaban se conectan con los de cierta brasileña que se encontraba sonriente.
Minutos después, al acabarse la ceremonia de premiación, Max se despide y se dirige lo más pronto posible hacía el box en donde supondría que se encontraría Alessia junto con Penélope esperando. Sin embargo, se llevó una gran sorpresa y fue encontrarlas con alguien más. Kelly estaba charlando algo "amistosamente" con su hermana; el neerlandés no sabía cuándo, ni en qué momento llegó.
O a lo mejor siempre estuvo allí y él no la denoto. Su atención, por primera vez, no estaba puesta sobre ella.
—Hola.—saludo Max sonriente a ambas mujeres.
—¡Amor mío, ganaste!—exclamó Kelly alegremente tirándose sobre él para depositarle un largo beso sobre sus labios antes que Alessia pudiera responderle el saludo; la menor de los piquet relamió sus labios algo inquieta, sin saber qué hacer.
Incómodo, pensó Alessia al sentirse que sobraba. Por lo cual, aún con Penélope en sus brazos se dirigió a dar una vuelta por el lugar para poder darles algo de espacio; ella no sabía el por qué, pero desde que empezó a compartir más tiempo con su cuñado le era algo difícil verlo con su hermana.
Inferia que se trataba por la confianza en el poco tiempo que llevaban. Era como su primer amigo.
Sí, a lo mejor debía de ser eso, pensó Alessia convenciendose a sí misma.
—Entonces... ¿me darás tu número por el P3 que acabo de conseguir?—una divertida voz con un exquisito acento britanico llegó a los oídos de Alessia provocando que voltee su mirada hacía su dirección.
George Russell, ahora cambiado, se encontraba observándola sonriente con su premio en la mano izquierda. Alessia se acerca hacía él y le agradeció a la vida que alguien viniera a distraer su mente de aquellos extraños pensamientos que se avecinaba al ver a su hermana junto a Max.
—Supongo que un trato es un trato, George. —respondió amigablemente Alessia hacia su dirección—. ¿Cuándo tienes tiempo para ir al café?
—Cuando gustes, castaña. —sonrió—. Siempre y cuando no dejes de sonreír de esa manera estaré más que disponible para tí.
La risa de Alessia llegó hasta los oídos de cierto neerlandés provocando que se separasen de su novia. Volteo su mirada y denoto que se encontraba animadamente charlando con George; Max frunce el ceño y por simple inercia se acerca hacía ellos.
Parecía que ambos no denotaban ahora la presencia del neerlandés y la mayor de los piquet. Tan solo eran George y Alessia, cosa que no le gustaba para nada al actual campeón.
Max tosio falsamente para llamar su atención, y al tenerla, no pudo evitar mirar algo mal al britanico.
—Perdón por interrumpir pero miren la hora, como que ya es tarde. —chasqueó su lengua con la mirada fija en Alessia, la cual, se encontraba algo apenada por su intensa mirada posada sobre ella—. ¿Qué tal si cuadran eso que tienen para otro día?
—Yo...
—Tranquila, no pasa nada si no establecemos fecha hoy. Los veo bastante apurados y no quiero ser molestia. Podremos cuadrar la salida en otro momento, castaña. —comentó el británico bastante tranquilo, gesto que hace que el neerlandés muerde su mejilla al ver a su cuñada sonreírle —. De todas formas, volveré a verlos en la noche para ir a la fiesta que Lando insiste en ir, ¿no es así, Max?
[...]
La noche recién comenzaba pero una alegre Alessia, Lando, Checo y Charles ya estaban un poco pasados de copas. La castaña se encontraba moviendo sus caderas con un George Russell bastante amigable y cariñoso acompañándola detrás.
Todo esto bajo la atenta mirada de Max Verstappen.
Las manos de George intentaban quedarse estáticas, sin embargo, no podían ya que tenía a aquella brasileña hermosa bailándole de esa manera.
—¿Por qué no nos devolvemos al hotel?—la voz de Kelly Piquet se asoma por los oídos del neerlandés, provocando que este voltee a verla.
—frunce el ceño confundido—. ¿Por qué te quieres devolver al hotel? Es muy temprano.
—Es un poco aburrido todo esto. Deberíamos irnos, amor. De verdad no tenemos nada para hacer aquí.
—¿Y dejar a tú hermana menor sola?— preguntó, y al ver a su novia asentir, no pudo evitar responderle rápidamente—. Ni hablar, amor. De verdad que no. No podemos dejarla sola, ella no conoce el lugar.
Max se dedicó a quedarse en silencio y seguir con la mirada cada movimiento que ejercía el inglés a lo lejos con su cuñada; deseaba ser él quien estuviera haciéndola sonreír.
Apretó sus puños, y tragó saliva.
Mientras tanto, George Russell se encontraba bastante alegre. Checo Pérez le había atinado a su comentario, y lo cierto, es que esa chica sí que era de su tipo.
—Si las miradas mataran, pues entonces ya estaría dos metros bajo tierra por tu querido cuñado. —susurró el inglés en el oído de la chica.
—¿Max? ¿Dónde está?—preguntó con voz alta y una sonrisa a causa del volumen de la música.
—Está... justo ahí. —George despega su mano derecha de la cintura de la mujer y la levanta para señalar la dirección en donde se encontraba Max, quien automáticamente desvía la mirada hacia otro lado y finge no estar al tanto de la situación.
—¿Dónde dices? Que no lo veo, castaño. A lo mejor te confundiste, eh.
El inglés niega y mantiene aquella reluciente sonrisa en su rostro, pero aprovecha el momento de distracción de la castaña para verla con más atención. Era hermosa, claro que lo era en todo el sentido de la palabra.
—Eres hermosa. —murmuró George audible, gesto que hace que las mejillas de la brasileña se enrojezcan.
—¿Qué dices?
—Que eres hermosa, Alessia Piquet. Y me sorprende como con tan solo una sonrisa tuya reluces como un sol en cualquier lugar en el que estés. —dice George sin pena, reluciendo lo caballero que es. Tomo aquel mechón rebelde que se colaba en el rostro de la brasileña y lo posó detrás de su oreja. —Luces un poco cansada—dice, y la mujer asiente—. Ven, no sueltes mi mano. No quiero que te pierdas.
Alessia asiente y toma la mano del inglés, el cual, pasa por la cantidad de personas hasta llegar a la mesa donde se encontraban ahora los demás y Max sentados.
—¡Ahí está mi brasileña favorita!—exclamo el mexicano contento al verla. Alessia sonrió un poco apenada, era consciente de la cantidad de copas que llevaba aquel hombre.
Checo había sido esa persona que en tan poco tiempo Alessia se había encariñado. Se sentía cómoda de compartir con él y no tener a decir cosas raras. George se hace a un lado y prefiere dejar a ambos chicos hablar solos, no quiere estorbar; el británico toma asiento a un lado del español y al sentarse, sus ojos no pueden evitar estar aún fijos en aquella chica que tanto le estaba atrayendo.
—Te entiendo hermano, que está guapísima. —dice Carlos Sainz al británico del equipo de mercedes, el cual, asiente sin quitar aquella sonrisa característica de su rostro.
—Lo está. —admite George.
Max los escucha, pero prefiere no meterse en la conversación. No sabe por qué, pero aquello que están diciendo sus amigos sobre Alessia le molesta. Es consciente que tiene a su novia a su lado y que no están haciendo ningún comentario hacia ella, pero de igual manera se siente molesto.
Un amargo sabor abunda en su boca. No le gustaba ni cinco que pensaran de esa manera sobre Alessia.
—¿En serio no te aburre está fiesta tan mala?
—En realidad no. No me aburre para nada. —responde sincero observandola.
Su novia rueda los ojos irritada, no le gustaba ni cinco que no le prestara atención ni mucho menos que no le hiciese caso a sus peticiones.
Max opto por apartar la mirada y evitar alguna pelea con ella. Lo menos que quería era crear y desatar un caos con ella.
La amaba, o eso creía.
Max no sabía que era el amor. Pero creía saberlo con lo que estaba sintiendo por Kelly, era lo más parecido a lo que pintaba ser aquel sentimiento y era por eso que estaba con ella.
Sus ojos viajaron una vez más hacia la pista de baile después de un par de minutos perdido en sus pensamientos encontrándose una vez más a Alessia pegada de George. Otra vez ese sentimiento amargo en su pecho se apodera, pero no sabe que es, ni tampoco como describirlo. Solo sabe que nunca lo ha sentido y que detestaba tenerlo.
—¡Ven a bailar conmigo!—una alegre Alessia aparece de repente y lo saca de sus pensamientos rápidamente; toma su mano, haciendo que suelte la de Kelly para obligarlo a ponerse de pie y bailar a su lado con los demás.
—¿Podemos hablar un momento? Lo necesito. —susurró Max suavemente en su oído, con la intención de poder mantener una conversación más larga minutos después.
—¡Anda Cuñadito! ¡Hay que celebrar bien tu victoria!
—Lo sé Ali, pero... necesito.
—¡Baila conmigo!—exclamó Alessia y jalo fuertemente su mano para dirigirlo a la pista de baile; el neerlandés no pudo detenerla al verla tan sonriente, no era capaz, y aunque quisiera mentirse a sí mismo, el estar con ella era lo único que deseaba esa noche.
A lo mejor Charles tenía la razón. Y es que, el brillo de su mirada le proporcionaba tantas cosas que en sus veinticuatro años no podía explicar ni expresar como desearía hacerlo.
DISCLAIMER
✦ Hola! Este es el sexto capítulo. ¿Qué tal les pareció? Espero que les haya gustado y sea de su agrado esta fanfic
¿Qué tal les pareció el capituló? ¿Comentarios sobre lo que podría llegar a pasar en el siguiente? Las leo 👀, me gusta que comenten.
Quería mencionarles algo y es que esta historia está conectada con la de Charles Leclerc con la hermana de Max, Lydia. Pueden pasarse si quieren, se llama "I'M YOURS"
Por otro lado, cómo les dije en el anterior cap, George va a ser muy relevante para la fanfic. En especial, para que Max se dé cuenta de lo que siente por Alessia poco a poco. ¡Créanme que no es malo! Es una masita en esta fanfic porque lo amo mucho 🤍🫶.
Sin más, nos vemos después 🤍.
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