6. La promesa del llorón

Voten, comenten y síganme para más.

Todos en ese pequeño momento, donde Hanagaki Takemichi un chico promedio, corriente, que lo único que lo destacaba era ese cabello claramente pintado de un rubio chillón, desafiaba a un combate a puño limpio a un pandillero que fácilmente pesaba 3 veces más que él.

Aun así, Hanagaki no retrocedió en ningún momento, pues en todo momento en sus pensamientos estaba la chica por la que viajo en el tiempo, esa chica de ojos rosados y cabello negro, la que siempre usaba sin falta un broche de mariposa.

Si, en todo momento Imaushi Kioko estaba en sus pensamientos.

-- Debo encontrar a los dos líderes de la Tokyo Manji... -- sus recuerdos lo llevaron a las dos fotos que le señalo Naoto -- A Sano y Kisaki.

Termino por bajar las escaleras hasta llegar a la arena donde Kiyomasa ya lo estaba esperando con una vena marcada por la osadía del más pequeño.

-- En verdad que es un idiota... -- murmuraba a la vez que fruncía más el ceño -- Si no hago algo lo mataran -- de su pantalón saca su teléfono enviando un mensaje corto hacia cierta persona -- será mejor que me lo agradezcas luego, Bakamichi.

En solo un click Kaigaku le había hecho una gran ayuda que, aunque llegaría un poco tarde, sería una gran diferencia.

Pues en este momento, el de ojos turquesas incluso sentía pena por el pequeño rubio que estaba siendo golpeado sin piedad mientras los demás le gritaban.

-- Ser el niñero de estos idiotas es muy molesto... -- bufo en voz baja -- pero prefiero esto a soportar el lloriqueo de mi hermanito.

En un momento se da cuenta que no estaban solos, al menos refiriéndose de pandilleros de poca monta como los que estaban gritando como animales hambrientos.

Su corazón incluso casi se detiene del susto al reconocer esas dos figuras que miraban la pelea en lo alto.

Chico alto, muy alto, de mirada afilada, cabello negro con mechas blancas, con un estilo casi antiguo de vestir, donde lo que más resaltaba era ese largo saco negro.

Una pequeña figura femenina, vestida con botas blancas, kimono de falda corta y mangas largas, el rostro parcialmente oculto bajo esa mascara de zorro que desde hace un tiempo se había vuelto identificable para cualquier pandillero.

Regresó su mirada a la pelea cuando vio que el más alto le regresaba la mirada con mala cara.

-- ¡¿Qué carajos hacen aquí esas personas?! -- sus manos que comenzaban a sudar delataban su terror -- ¡¿Acaso están planeado anunciar una guerra contra la Touman?!

Más arriba las dos figuras que observaban todo como si fueran seres omnipotentes se dieron cuenta que su presencia en ese lugar no sería un secreto por mucho tiempo.

Después de todo ambos eran dos seres extravagantes que se hicieron fama en ese mundo lleno de violencia.

-- Se han percatado de nuestra presencia Shima - san, ¿Interfiero o dejo que todo siga su curso? -- no recibió respuesta -- Si esta absurda pelea sigue me temo que ese chico no sobrevivirá mu...

-- ¿Podrías mantenerte callado? -- interrumpió con voz de ultratumba -- Llamaras la atención.

Las palabras quedaron en su garganta en solo un segundo, incluso trago saliva mostrando el miedo que lo había invadido por un momento en todo su cuerpo. Claro... solo ella lo lograba ponerlo tan nervioso solo usando palabras.

-- No te atrevas a decir que no sobrevivirá... no lo hagas -- murmuraba entre dientes apretando sus manos unidas.

Dentro de su mente, Kioko estaba en toda una encrucijada, quería saltar sin dudarlo y detener esa pelea para golpear sin piedad a ese mastodonte, pero a la vez sabía que eso sería una declaración de guerra directa a la Tokyo Manji y en ese momento seguía sin estar lista para ver de nuevo a esos tontos.

En especial a ciertos chicos, uno de cabello rubio y otro de cabello negro.

-- Debo detener esto...

Un golpe.

-- Pero si lo hago...

Otro golpe...

-- Ellos volverán a aparecer en mi vida...

Ante sus últimos pensamientos dos siluetas negras se clavan con fuego en su cabeza, una de esas dos figuras revelaba al chico con el que se había cruzado en la veteranía, en cambio el otro seguía oscuro.

Ella no quería... no quería volver a verlo, no después de lo que había hecho para alejarse.

Negó con la cabeza para borrarse esos malos recuerdos, no era tiempo de recordar el pasado, el presente estaba pasando frente a sus ojos, donde el hombre que ama está siendo golpeado sin parar por ese maldito.

-- ¡Tráiganme un bate!

Ese grito despertó algo en ella, esas tres palabras formadas rompieron algo dentro de ella, su mente comenzó a ralentizar las imágenes frente a ella, su amado lleno de golpes y con lágrimas gruesas cayendo por sus ojos.

-- ¿Cuánto tiempo estuve ida? -- se preguntó reprochándose.

-- Lo van a matar -- la fémina comenzó a avanzar -- ¡Shima - san!

En la arena, Kiyomasa miraba con una sonrisa al rubio, si su deseo era morir, con mucho gusto se lo cumpliría.

-- Te mataré -- aseguró mirando con cierto recelo interno esa mirada en el de ojos azules.

Es cierto que estaba hecho un desastre, que su cuerpo dolería a horrores más tarde y que se estaba comportando como un tremendo imbécil al estar en este momento enfrentándose al hombre que lo había torturado en el pasado donde estaba ahora.

Pero en su cabeza no había nada más importante como el pensamiento de esa chica que siempre volteaba a verlo con una sonrisa.

-- Yo voy a salvar a Kio - chan.

Era claro que no sabía que esa persona ya estaba ahí, adentrándose en el tumulto de pandilleros que comenzaban a murmurar entre ellos desde que Kiyomasa había pedido un bate para golpear al rubio.

No contaron con que el tipo que le iba a entregar el arma saliera volando a su dirección, en medio de ellos y con una clara marca de golpe en el rostro.

-- ¿Qué? -- murmuro Kiyomasa sin saber que más pronunciar.

Takemichi estaba de igual manera, ¿Quién había sido? ¿Acaso...?

Ambos combatientes giraron la cabeza casi al mismo tiempo, el rubio había pensado que se trataba del chico que había conocido antes, Kaigaku.

Estaba ahí, pero no como esperaba, el chico de ojos turquesa miraba aterrado a la verdadera causante del incidente del pobre chico en el suelo.

Y si era un ''ella'', una fémina que tenía oculto la mayor parte de su rostro bajo una máscara, vestida de manera demasiado extravagante, con una mirada que transmitía una gran ira, pero que, a la vez, por un momento, se le hicieron conocidos.

-- ¡¿Q-Quien es esa persona?! -- pero en poco tiempo dejo sus pensamientos de lado.

-- ¡¿Quién carajos eres, maldita fenómeno?! -- grito a la defensiva el más alto viendo como llevaba su bate en mano.

Sus labios se habían mantenido sellados por un rato, viendo de reojo a su alrededor, los que ya la habían reconocido comenzaron a retroceder, su acompañante estaba acercándose a grandes pasos, mientras imponía respeto con su gran estatura y por último... vio ese rostro magullado y sus ojos por un momento mostraron arrepentimiento, para luego volver a mostrar una gran cólera.

Sentimiento que hizo que en menos de un segundo destrozara ese pedazo de madera usando su rodilla y dos manos.

A su lado todos soltaron un grito en conjunto al ver esa imagen.

-- Sabía que los de la Touman... eran solo unos chiquillos -- comenzó a hablar con cierta pausa entre las palabras -- pero esto... ya es demasiado asqueroso.

Kiyomasa quiso replicar, quería replicar, pero cuando vio esa mirada oscura hacia su persona, por alguna razón cerro la boca como si su vida dependiera de ello, su instinto de supervivencia le gritaba que por ningún motivo abriera la boca, más aún cuando ese depredador, ahora estaba acompañado de otro más grande.

-- La Touman... no es más que un grupo de asquerosos...

Los tumultos de pandilleros comenzaron a murmurar entre ellos, los que no conocían o reconocían a la fémina preguntaban quién era esa persona, porque Kiyomasa se mostraba tan sumiso y asustado.

-- ¿Son idiotas? -- Kaigaku llamo su atención -- Que no sepan quien es ella es el colmo, es la sucesora de la Guepardo Ponzoñosa, ¡La Imparable Shima!

Los que reconocieron el primer nombre no tardaron el gritar, claro que recordaban la leyenda que fue esa pandillera, ahora sabiendo que esa persona que estaba frente a ellos era su sucesora, no dudaron en expresar su temor.

-- Me temo que debo corregirte en una cosa, no soy... la sucesora de nadie.

Kaigaku sintió como un viento glacial paso por todo su cuerpo, incluso sus piernas tambalearon por un segundo, ¿Era tan fuerte que incluso su voz lograba calar en él?

-- ¡Arrepiéntete de tu idiotez! -- el acompañante de la fémina no dudo en gritarle al chico -- ¡Shima - san no necesita estar bajo la sombra de nadie! ¡Ustedes son los que estarán bajo su sombra, maldita escoria!

-- No necesitas alterarte Ryunosuke, cualquiera puede cometer un error.

-- ¡Entendido!

Takemichi estaba totalmente confundido.

-- ¿Quiénes son...? ¿La Imparable Shima? Nunca he escuchado de ella y Takeru - san no me dijo nada tampoco...

Shima gira su rostro hasta mirar al de ojos azules, inclinando con elegancia su cuello dejando que su cabello callera con gracias, dándole un aspecto de realeza que no debería tener una pandillera.

-- ¿Estás bien, chico?

-- E-Eh... ¿Me está hablando a mí?

-- Shima - san te está haciendo una pregunta, responde.

Con el rostro magullado y con gotas de sudor cayendo, logro mover los labios siquiera un poco para responder.

-- S-Si... es-estoy bien.

La fémina no respondió, sin embargo, creyó ver que su postura se relajaba un poco.

-- Veo que hay gente interesante por aquí...

Una voz masculina y nueva se hace notar entre el grupo que seguía alterado por la aparición de esa pandillera.

-- El público se nota algo alterado.

Un tatuaje de dragón en la sien, una trenza rubia.

-- No sabía que este lugar era visitado por la cabeza de la Pandilla Cerbero.

-- ¡¿Y que si lo es?! -- gruño el perro leal de la mencionada.

-- No intentes pasarte de listo, imbécil.

Una vena se le formo al pelinegro e incluso quiso avanzar, pero fue detenido por la mano alzada de su Reina.

-- ¿Acaso escucho que intentan limitar mis caminatas? -- no le dirigió la mirada -- Pediría que no se dé falso dominio sobre mi... Subcomandante de la Tokyo Manji, Draken - kun.

-- Ne, ne, Kenchin.

La fémina apretó la mandíbula ante esa voz.

-- Ja~? No uses ese estúpido apodo aquí.

Se me acabaron los dorayakis.

¿Debería sentirse insultada porque su presencia fue ignorada?

[...] Tiempo después.

-- ¡¿Quién se cree ese maldito enano?! ¡Tuvo el descaro de pasar de largo a Shima - sama!

Ryunosuke no recuerda cuando fue la última vez que se sintió tan indignado como en aquel momento, quería enterrar al enano en el piso, molerlo a golpes y burlarse en el proceso, su Reina merecía respeto y ese teñido no se lo dio.

Si no fuera porque ella mismo lo detuvo, él no hubiera dudado en atacar al rubio.

-- Lo que menos deseo en estos momentos es tener que pelear con la Tokyo Manji, lo sabes Ryunosuke.

-- ¡Pero mi Reina! -- protesta -- ¡Una paliza es lo que menos que se merecen después de esta clara falta de respeto!

No lo contradice, en realidad él es capaz de percatarse de la mueca que tenía la chica.

-- La verdad es que Toman ya tendrán suficientes problemas con lo que he llegado a escuchar, tal vez más adelante les demos su escarmiento.

-- ¿Escuchar...? -- el chico hace un gesto pensativo -- ¿Los rumores con respecto a Moebius?

-- Exacto, parece ser que en poco tiempo veremos a ambas pandillas pelear entre sí, mientras tanto, veamos desde lejos el caos que genera.

-- ... ¿Despues podemos darles una paliza? -- pide como un niño pequeño a su madre.

Shima lo mira por un largo rato, antes de sonreírle sin mayor problema.

-- Con gusto te dejaré ser el primero en darles una paliza.

-- ¡Gracias!

La chica se permitió levantarse de donde había estado sentado todo ese rato.

-- Acompáñame, tenemos que ir a cobrar el dinero que nos deben.

-- A sus órdenes, mi Reina.

Por el momento dejaría el tema así, suficiente tenía con los recuerdos de su novio siendo golpeado como saco de boxeo. Iría a verlo con un botiquín más tarde.

Pensó que sería un día normal, cuando no tuvo ningún tipo de inconveniente al salir de su habitación y desayunar, su hermano mellizo ni siquiera estaba presente por lo que incluso fue un desayuno agradable.

-- Kioko, Katsuki llegó con heridas bastante desagradables...

Su paso se detiene, girándose a encarar a su hermano mayor.

-- Parece que tenías razón... Katsuki se ha metido a una pandilla...

-- Te lo dije.

Takeru suspira, esas palabras le recordaban a su padre cuando lo regañaba.

-- ¿Sabes... en que pandilla está?

Kioko mira hacia arriba, haciendo memoria, pero casi al instante gira con la cabeza.

-- Hay algunas pandillas por esta zona, aunque más fácil sería si tuviera alguna clase de uniforme.

-- ¿Qué pandillas?

-- Uhm~, empezando por la pandilla Cerbero que es el que tiene mayor poder dentro de esta zona, la Tokyo Manji, Moebius... podría ser alguna de estas dos últimas.

-- ¿Qué hay de Cerbero?

-- Créeme, si Katsuki fuera admitido en Cerbero, lo sabría.

Su respuesta fue tajante, tomándolo como un hecho.

-- Para alguien que supuestamente dejo las pandillas sabes demasiado... Kioko, ¿Algo que quieras contarme?

No hay amenaza, no hay segundas intenciones, ni siquiera regaño, solo una preocupación de un hermano mayor por su única hermana.

-- Te lo contare después de clases, estoy llegando tarde.

Le sonríe con esa sonrisa practicada antes de irse, mientras que en su mente se regañaba a sí misma, quería creer que estaría bien contarle la verdad a su hermano mayor de la realidad, su realidad.

Ella realmente quiso dejar ese mundo, por él, por Katsuki, por si misma, pero cuando entras a las pandillas... muy difícil es salir.

Más cuando eres como ella, que disfruta de las peleas y de sentirse como la más fuerte, porque para la sociedad normal la mujer debe ser siempre una espectadora, nunca una protagonista.

[...] Corto tiempo después.

-- No he tenido información de nuevos integrantes, Shima - san.

-- Me lo imaginaba, además que todos reconocen la cara de Katsuki, así que me lo habrían dicho de inmediato.

-- ¿Desea que averigüe de recientes reclutas en las demás pandillas?

-- Lo agradecería mucho.

-- Déjemelo en mis manos entonces, Shima - san, puede estar tranquila.

-- Gracias Ryunosuke, estaré a la espera de tu reporte.

-- Como ordene.

Se permite suspirar de alivio mientras colgaba la llamada, confiaba en que su tercer al mando pudiera ver por el pequeño problema que representaba su hermano mellizo.

-- Desde hace días que no recibo mensajes de Suguru... no importa, mientras esté con su hermana menor y su madre no hay problema.

Guarda su teléfono y sacude un poco de falda, volviendo a la imagen que siempre mostraba en la escuela.

-- ¿Ese no es...? ¿Takemichi - kun?

A unos pocos metros más adelante, se encontraba el rubio quien murmuraba sobre levantarse demasiado temprano.

-- Buenos días, Takemichi - kun.

El rubio giro su cabeza, encontrándose con su novia quien le sonreía.

-- ¡Kio - chan!

-- Estás llegando temprano a clases -- menciona, yendo a su lado -- me alegro -- ambos estaban mirándose el uno al otro -- Estaré ocupada estos días en la tarde -- confiesa -- ¿Te parece si tenemos una cita después de clases?

-- ¡¿U-una ci-cita?! -- piensa avergonzado -- C-claro... Aunque, ¿De verdad contará como una cita?

Las mejillas de Kioko se sonrojo un poco.

-- Incluso ir juntos a la escuela cuenta como una cita -- con algo de vergüenza, prefirió mirar adelante -- Si estuviéramos en la misma clase, podríamos estar más tiempo juntos.

Takemichi miro el perfil de su novia del pasado, viéndola tan linda como la recordaba e incluso tal vez más, mira al frente con una tonta sonrisa.

-- La escuela no está tan mal.

[...] Tiempo después.

Por lo general las clases para Kioko no eran mucho problema, en especial porque su amigo de rostro algo femenino le hacía repetir las cosas al menos unas 5 veces y siempre terminaba memorizando la clase antes que él.

Pero ahora tenía la mente divagando en los problemas que se le parecían avecinarse, desde su encuentro con su antiguo compañero en la Veterinaria, su novio siendo del interés de Mikey... todo indicaba que ya era hora de ponerse seria y darle un alto a todo el tiempo que estuvo evitando su reencuentro.

El timbre que daba aviso al receso fue lo que la sacó de sus pensamientos, aunque ahora tenía diferentes murmullos a su alrededor, siendo el primero en acercarse a ella, su preocupado amigo Tanjiro.

-- ¡Kioko, es terrible! -- grita -- ¡Tenemos que hacer algo!

Un signo de interrogación se forma en su cabeza.

-- ¿Qué sucede?

-- ¡Todos los pandilleros de la escuela fueron apaleado por un tal Draken!

-- ... ¿Qué?

-- Incluso dicen que han ido al aula de Takemichi - san y se lo ha llevado junto a otro chico que parece ser su amigo.

-- ¡¿Draken y Mikey están aquí?!

Levantandose de su asiento, las miradas van hacia ella por el sonido que generó su acción, llegando incluso a tirar el cuaderno que tenía en su carpeta.

-- ¿Kioko?

La chica pasa de largo, saliendo del aula, sabiendo que su amigo estaba siguiéndola.

-- Tanjiro, por favor mantén a Inosuke controlado.

-- ¡Espera, espera! ¡Vas a enfrentarte a ellos! ¡Te harán daño!

Kioko no le dirige la mirada, solo miraba hacia adelante, donde estaba segura que encontraría a los tres juntos.

-- Yo soy la más fuerte, no te preocupes.

Los estudiantes miraban como la popular de la escuela se dirigía a paso seguro hacia los pandilleros, Inosuke quiso adelantarse y atacar, pero sus amigos lograron detenerlo.

Detrás de la chica apareció Ume, intentando convencerla de no involucrarse con esas personas.

-- Deténganse.

La peliblanca termino escondiéndose con sus demás amigos pacifistas, idolatraba a Kioko, pero le daba miedo ese alto con tatuaje de dragón.

Girándose casi al mismo tiempo, observaron la misma escena de la chica de apariencia tranquila yendo a su dirección con un rostro bastante apático. Algo bastante inusual para Takemichi que siempre la veía con una bonita sonrisa.

-- Uhm? ¿Quién eres? -- preguntó el más bajo.

En sus adentros, Kioko no sabía si aliviarse o indignarse que el maldito no la reconociera, incluso giró su mirada hacia Draken que si pareció reconocerla casi al instante.

-- Eh! ¡¿Kio?!

-- Mi nombre es Kioko -- corta -- Imaushi Kioko por si no lo recordaban... pareja de idiotas.

-- ¡¿Eh?! ¡¿Kio - chan acaba de insultar a Sano Manjiro y a Draken?!

Al Hanagaki parecía que le iba a dar un ataque de pánico, nunca imagino ver a su novia con un ceño fruncido y mucho menos insultado a personas peligrosas.

Pero lo que le siguió fue incluso más sorprendente.

Con un aire de seguridad que, siendo sincero, le resulto tan cautivador y atractivo a la vez, la chica se puso sin miedo frente al que en el futuro sería el mayor criminal de Japón... y lo abofeteo.

Podía jurar haber escuchado chillidos de espanto a sus espaldas, uno de ellos perteneciendo a Zenitsu, pero eso no le importaba.

-- Vienen aquí a sus anchas y obligando a Takemichi - kun a acompañarlos como si fuera su mascota... -- Kioko escupía las palabras sin contener su frustración con el rubio más pequeño -- entras a otra escuela sin permiso, interrumpes clases que no son tuyas, golpeas a los estudiantes, causas alboroto y miedo entre mis compañeros... ¿Es que te crees el dueño del mundo?

Kioko se giró hacia su novio, intentando mostrar una pequeña sonrisa y toma su mano.

-- Vámonos Takemichi - kun. Tomemos el almuerzo juntos.

Llevándoselo de la mano, Takemichi la miraba tan shockeado que solo se dejaba llevar, hasta que se percató del temblor en su brazo.

Kioko en su mente, realmente no quería golpear a Mikey, pero la molestia que sentía por sus acciones y los recuerdos del pasado pudieron con ella, pero ya no había vuelta atrás, su única prioridad en esa situación era el bienestar de su pareja.

-- Oye, ¿De qué se trata todo esto, Kioko? -- Draken se había acercado a tomar con fuerza su brazo.

La nombrada gira parcialmente su rostro para poder observarlo de reojo.

-- Primero te desapareces de la faz de la tierra, luego reapareces como si nada, golpeas a Mikey... ¿Y quieres volverte a ir llevándote a Takemichi contigo?

El rubio teñido tuvo miedo al ver esa mirada muerte en el más alto, más cuando esa mirada era dirigida a su novia que no parecía inmutarse.

Su cabeza estaba llena de preguntas, todas enfocarse en la aparente relación que parecía tener su novia con Mikey y Draken, ¿De qué? ¿Por qué?

-- ¿Acaso quieres morir?

Pudo golpearlo, ella tenía la fuerza para hacerlo, pero no lo hizo, solo estaban mirándose unos a otros, o al menos era si hasta que Takemichi tomo del hombro al más alto, sorprendiéndolos por igual.

-- Suéltala...

Su mano tiembla, su cuerpo tiembla, pero no suelta al pandillero.

Tenía preguntas, muchas, pero en ese momento, lo único que importaba era su novia.

-- ¿Qué dijiste? No te escuché.

Recuerda las palabras de la chica que ama.

-- Yo protegeré a Takemichi - kun.

Prometió que la salvaría.

-- ¡Te dijo que la soltaras, imbécil! -- grita aun con el miedo latente -- ¡Me prometí que la protegería esta vez!

Kioko puede sentir como algo golpetea en su pecho, ese sentimiento de alguien protegiéndola de esa manera era algo que hace mucho no sentía, incluso su máscara perfecta cayó, mostrando después de mucho tiempo, sus verdaderos sentimientos, mirando estupefacta a su novio, defenderla de un tipo que le sacaba más de una cabeza. Desde atrás sus amigos estaban igual de sorprendidos, Ume estaba alzando el pulgar.

-- Has algo bien para variar Tontomichi, protege con tu vida a Kioko - sama si es necesario.

-- ¿Tienes alguna idea de con quién estás hablando? -- acercándose con amenaza a su rostro, viendo como una vena se formaba en el rostro ajeno.

Aun así, no hubo titubeo en su hablar.

-- ¡No pienso dejarla ir otra vez!

-- ¿Eh? -- esa última confesión parecía confundirlo -- ¿Otra vez?

De reojo, Draken mira a la chica que no veía desde hace años, sorprendiéndose al verla con un rostro tan... expresivo, incluso creyó notar un sonrojo en ese rostro de muñeca.

Mikey, quien había estado viendo toda la escena como espectador, tararea con una sonrisa.

-- Y yo que pensé que podríamos ser amigos... Dime, ¿Cómo quieres morir?

Una amenaza bastante clara y sin titubeos, el rubio teñido supo que no era una broma, de verdad lo estaba amenazando, acercándose para golpearlo con esos aterrados puños que desfiguraron a Kiyomasa.

-- Prométeme... ¡Prométeme una sola cosa!

Ya sea inconsciente o no, pero Takemichi se colocó frente a Kioko, como intentando alejarla de la vista de ambos peligrosos pandilleros, velando por ella, aun con las gotas de sudor corriendo por todo su rostro.

-- ¡Que no le pondrás ni un dedo encima a Kio - chan!

El apodo curioso hizo pensar a Draken, sabiendo que solo dos personas la habían llamado así en el pasado.

-- ¿Ja? ¿Crees que me importa? -- pregunta con el puño en alto antes de moverlo hacia adelante.

Cerro los ojos, no pudo evitarlo, esperando el primer puño del infierno... aunque nunca llego.

-- ¡Era broma!

Ahora sentía que quería llorar, lo sentía por como las lágrimas se acumulaban.

-- Qué tonto eres, Takemicchi -- el chico le estaba dando golpes amistosos en el hombro, queriendo probar su punto de la broma.

Lo deja tranquilo, camina un poco hacia la salida, antes de girarse y sonreírle a la pareja.

-- Yo jamás golpearía a una chica.

Takemichi se permite soltar el aire que no sabía que había acumulado dentro suyo.

-- Takemicchi, me amenazaste de verdad -- Draken coloca su brazo alrededor del chico que seguía algo perdido.

-- Perdón.

-- Tranquilo... A veces hay que hacerse respetar. No muchos protegerían a su chica como tú... Más tratándose de alguien como Kioko -- lo último había sido un pensamiento del más alto, conociendo la fuerza de la pelinegra -- Estás chapado a la antigua.

Al momento en que Draken lo libera, siente el ligero toque de alguien jalando de su camisa, mirando a su lado, ve a Kioko mirándolo con un sonrojo bastante notorio.

La chica seguía avergonzada por como lo había defendido.

-- Me protegiste... estuviste genial, Takemichi - kun.

Dios sabía que quería desmayarse ahí mismo debido a la ternura que era su novia con un sonrojo y una mirada avergonzada, debía ser un crimen ser así de adorable.

Aunque al salir le llega una noticia aún más impactante.

-- ¿¡Son amigos de la infancia!?

Takemichi estaba pálido cual fantasma cuando Mikey y su novia confirmaron una amistad de la infancia.

-- Nos conocemos desde niños, solíamos frecuentar los juegos de nuestro barrio.

En su mente, Takemichi cree tener la respuesta a la incógnita que Takeru buscaba con la relación que tenía su hermana con la Tokyo Manji del futuro.

-- Aunque no pensé que nuestro reencuentro seria de esta manera, tu fuerza no disminuyó en lo absoluto -- Mikey ríe sobando su mejilla, recordando el golpe.

-- Te lo merecías por entrar a una escuela ajena -- le responde sin pensar, mientras que anotaba su número en un pequeño papel -- Este es mi nuevo número -- con algo de pesar le da el papel al más alto -- Por el momento no me llamen, estoy muy ocupada con mis clases particulares.

Una pequeña mentira piados para no relacionarse tan rápido con esos dos.

-- Está bien, se lo recordare -- menciona Draken, conociendo como era el más pequeño.

-- Por favor -- pide antes se acercarse a su novio con una sonrisa -- Tienes cuidado, con estos dos nunca sabes cuándo iniciaran una pelea.

-- ¿Nos estas diciendo busca pleitos?

-- Pandilleros, lo que es mucho peor.

Takemichi se permite reír ante la interacción algo surrealista a sus ojos.

-- ¡E-Espera! ¡¿Y nuestra cita?!

Realmente había deseado una cita con la chica.

Kioko se dio la vuelta para regresar a clases.

-- Tendremos que postergarlo para otro día, vinieron para pasar tiempo contigo después de todo.

Una última despedida antes de que cada uno tomará su camino y Mikey soltará las siguientes palabras.

-- Kio - chan es una gran persona Takemicchi... cuídala mucho.

Él le dio la razón, pero una parte de él no dejaba de pensar que había algo más en esa frase.

¿Bueno? ¿Malo? No lo podía identificar.

Con bastante seguridad, podía decir que ese día había sido de bastante provecho, ya que no solo el local había estado lleno casi todo el día, sino que también había visto un gran avance en su pequeña aprendiz de cabello blanco.

Verla saltar y dar patadas como toda una profesional lo hacía sentirse orgulloso de sí mismo por ser un gran maestro, al menos hasta que su amigo le recordaba que no era el único que le enseñaba trucos a Senju.

-- Hoy Senju está que arde, ¿No Wakasa?

Asiente de acuerdo, era tal vez la quinta persona a la que la chica derrotaba y no veía agotada en lo absoluto, en realidad estaba pidiendo a otro oponente como si de un dulce se trataba.

-- Oe oe, si sigues así nos dejaras sin clientes -- bromea antes de acariciar su corta melena blanca, haciéndola reír.

Su risa lo hace sentir bien, casi como la risa de un ser querido que hace tiempo no ve.

La extraña, pero a la vez sabe que esa persona ya no volvería a lo que era antes.

-- Vaya, ¿Una nueva clienta? Nunca la había visto por aquí, aunque sigue sin entrar.

El comentario de Benkei lo confunde un poco, sacando su vista de la pequeña Senju, ve desde la puerta de entrada a una curiosa chica de cabello negro de mirada perdida.

-- Esos ojos...

Se equivocó, su mirada no estaba perdida, sino que terriblemente enfocada en él, una mirada cargada que lo hizo sentirse pequeño, como si estuviera cometiendo el peor acto de traición.

-- Kioko -- la reconoció rápido e intento acercarse -- ¡Kioko!

Sin embargo, ella no se quedó, corrió apenas lo vio avanzar hacia su ubicación, intentando alcanzarla, sale lo más rápido que puede del gimnasio y va hacia su misma dirección, quiere verla más de cerca, quiere hablar con ella, quiere abrazarla... decirle cuanto la había extrañado.

Pero todo fue en vano, pues apenas dio un giro a la calle, aquella chica termino desapareciendo entre toda la gente del lugar... y con el corazón destrozado.

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