3. Problemas en cuatro patas
Voten, comenten y síganme para más.
Un restaurante sumamente elegante, con candelabros gigantes iluminando el gran salón, con ventanas que daban vista a la hermosa luna plateada, los meseros listos para atender a las personas importantes que se habían reunido ese día donde el que alquilo el local completo, celebraba el cumpleaños de sus dos hijos.
Ambos niños estaban vestidos con las mejores telas del mercado, el niño con un traje formal azul con corbata celeste con bordados plateados, la niña llevaba un lindo conjunto de vestido rosa pastel, un suéter de lana blanco y zapatitos del mismo color junto a un lindo broche de flor en su cabello que fue puesto en una pequeña trenza al lado, el resto de su cabello permaneció con su laceado natural.
El tema del evento era claro y los invitados lo sabían pues tanto ellos como sus hijos y nietos vestían conforme a la invitación les había llegado.
Para el niño todo sería como siempre, el sería el centro de atención y todo lo que les dijera seria aceptado por los otros niños invitados.
Después de todo, él era el agasajado.
Claro que no se había esperado que esa noche el terminaría como una simple sombra que nadie observa.
Y la luz que había causado aquello, era su nueva hermana quien había comenzado a cantar, llevándose los elogios de todos los invitados, incluso su padre y madrasta estaban sumamente fascinados y orgullosos de la pequeña.
-- ¡Jojojojo! Es usted muy cruel, Shinomiya - san, pensar que tenía una hija tan talentosa y teniéndola oculta.
-- La verdad es que lo entiendo, una niña tan hermosa y talentosa debe ser ocultado de las miradas envidiosas.
-- He escuchado que también es muy inteligente, mi hijo tardaría todo un año en aprender un simple tema de matemática, que envidia.
-- Ha sido bendecido con una gran hija, yo no dudaría dos veces en volverla heredera de mi empresa si fuera mi hija.
-- Espero que mi hija pueda volverse una buena amiga de la suya, Shinomiya - san.
El día donde se supone que el seria el centro de atención, se volvía un día realmente agrio e insípido, pues en toda la velada, nadie lo miro, nadie lo elogio... fue solo la sombra de su hermana quien resplandecía con una luz demasiado brillante.
-- Una buena hierba compensa la mala, ¿Cierto?
-- ¿Por qué tener dos hijos cuando tener uno inteligente basta?
Las indirectas le dolían, pero también el resentimiento comenzaba a burbujear. Su hermana se veía tan brillante y deslumbrante, mirando todo como si ya lo hubiera tenido calculado ser el centro de atención de aquella fiesta.
Cuanto la estaba odiando en ese momento.
Todos le dieron la espalda para besarle los pies a su recién conocida hermana.
-- Quisiera... quisiera... ¡Quisiera que ella se fuera! ¡Quisiera que nunca hubiera aparecido en mi vida!
-- ¡Katsuki! ¡Baja en este instante!
Se despertó por el grito de furia de su hermano mayor, sacándolo de ese, ¿Sueño...? ¿Pesadilla?
Se inclinaba más por la segunda palabra.
Un dolor de cabeza se presentó cuando volvió a escuchar los gritos estridentes de su hermano mayor exigiéndole que bajara.
-- Desde temprano joden mi existencia -- gruño de mal humor mirando con una mueca su habitación entera.
En su antigua casa esto apenas era una cuarta parte de su habitación original, ¡¿Por qué tenía que estar en una casa tan pequeña?!
-- ¡Katsuki, no me hagas ir hasta tu cuarto!
Soltando otro par de insultos, finalmente se levanta con bastante pereza, intentar acomodar su cabello antes de enfrentarse a su hermano mayor y su mirada penetrante.
¿De dónde decían la gente que él era el hermano tranquilo? Estaba seguro de que su hermano mayor era de todo menos tranquilo.
Arrastrando sus pies por no querer llegar en realidad al comedor, termino tardándose un par de minutos en pararse frente a la cocina, donde ahí lo esperaban su hermano mayor. Pero cabe mencionar que, para su irritación, la hermana está desaparecida.
-- ¿Por qué me jodes la existencia desde tan temprano?
Un golpe mañanero para comenzar.
-- ¡Shinomiya Katsuki! -- la voz de su padre retumbo a través del teléfono.
-- Ghh, viejo -- mascullo por lo bajo.
-- ¡¿Qué hay con ese vocabulario tuyo?! ¡Eres un Shinomiya, debes darle honor a nuestro apellido! ¡¿Crees que no me he enterado de tus faltas y pésimas notas?! ¡La escuela me llamo diciendo que si no subes tus notas serás suspendido y luego expulsado! ¡¿Es que acaso no piensas en la deshonra que nos causaría esto?! ¡Mucho ya tengo con que me hayan mandado fotos con tu apariencia de pandillero! ¡¿Es que acaso todo el dinero que invertí en tutores se fue a la basura?!
Sabiendo que no saldría nada bueno sobre él de la boca de su padre giro su mirada en busca de su ''insoportable'' hermana menor.
Con solo recordarla ya tenía una furia hacia su persona, ella ni siquiera estaba presente, no... seguramente estaba escondida como la rata que era riéndose de su desgracia.
Para Katsuki la situación era de lo más injusto.
-- ¡Si tanto te molesta porque no me pones en el mismo colegio que el de tu hija predilecta y a ella la pones en mi lugar!
Un pequeño silencio se formó luego de eso.
-- ¡Katsuki...! -- Takeru estuvo por regañarlo cuando escucho un suspiro del teléfono.
-- ¿Y crees que no he pensado en esa posibilidad?
Incluso el primogénito de los dos se quedó callado ante esas palabras, no por lo que dijo, sino con la frialdad con la que lo dijo.
-- Es un desperdicio que una niña tan dotada como lo es Kioko pase desapercibida en una escuela corriente, incluso los tutores que envié en las vacaciones me confirmaron su gran capacidad e ingenio.
Ahora Katsuki tenía que escuchar como su padre comenzaba a soltar un millón de elogios sobre esa chica que es su hermana.
-- Pero no puedo ponerla en un buen colegio hasta que cumpla los 18 y pueda colocarle finalmente mi apellido, ese fue el acuerdo que hice con la madre de ustedes dos. Si la inscribo al Ouran antes de tiempo las otras familias hablaran sobre la falta del apellido Shinomiya en tu hermana...
-- Padre...
-- Además que comenzaran a hablar sobre ti si te cambio de la noche a la mañana en medio del periodo escolar...
Ni siquiera la voz de su primogénito lo sacaba de su línea de pensamiento donde buscaba ocultar la debilidad de su hijo varón para reemplazarlo con la habilidad de su hija mujer.
-- ¿Esto puede ponerse peor? -- pensó Katsuki apunto de golpear algo y salir de ahí, sintiendo como su rostro se calentaba por la furia y la vergüenza.
Su hermano mayor quien antes lo miraba con reproche, ahora lo miraba apenado.
-- Buenos días.
Katsuki se giró rápido, solo para ver con horror como su hermana se aparecía con la sonrisa asquerosa que siempre muestra.
-- ¡¿A qué has bajado?! ¡Lárgate a tu habitación, peste! -- le grito señalándola con la furia que tenía por culpa de su padre.
-- ¡KATSUKI! -- se encogió en su sitio al oír la voz de su padre amplificaba por la cólera -- ¡Que sea la última vez que oiga que te expresas así de tu hermana! ¡Takeru! ¡¿Por qué este niño se expresa de esa manera?! ¡Ponle más disciplina!
-- Si padre...
-- Ah... Katsuki, no quiero seguir oyendo que te estas convirtiendo en un pandillero, si me entero de algo más, juro... JURO... que te enviare a un internado en Alemania... ¿Entendiste?
Katsuki no contesto.
-- ¡¿Entendiste?!
-- Si... padre.
Un suspiro exasperado se escuchó a través del aparato.
-- Takeru, pásame con Kioko.
-- Si.
Katsuki con el rostro rojo, sabiendo que Kioko a diferencia de él solo recibiría halagos del viejo, tomo unas llaves y se largó usando la motocicleta que estaba en la cochera.
-- ¡Te odio, Kioko!
[...] Corto tiempo después.
-- ¡Takeru! ¡Katsuki se llevó mi motocicleta de nuevo!
El mayor corrió hacia la voz de su hermana, encontrándose que esta carecía de su sonrisa mientras señalaba el vacío del lugar.
-- ¿De nuevo?
-- ¡Lo hizo otra vez! -- piso el suelo un par de veces intento tranquilizarse.
-- Bueno, intenta entenderlo, padre está siendo demasiado dura con él.
-- Entenderlo no significa que le permita que me falte el respeto y que vaya sobre mi autoridad, soy su hermana, no su sirvienta o noviecita para permitirle que pase sobre mí.
Kioko no espero mucho en sacar su celular y comenzar a teclear.
-- ¿A quién llamas?
-- Esta es la tercera vez que Katsuki toma lo que no es suyo, y ya le había advertido -- habla con su ceño fruncido.
Takeru quiso comentar más, pero Kioko se fue de ahí entre refunfuños sobre hermanos idiotas y sobre alguna cita que tenía con el veterinario. Amaba mucho a sus hermanitos y sabía que su hermanita estaba haciendo todo lo posible para que la relación entre los tres hermanos funcionara, pero Katsuki estaba actuando de manera muy tosca e incluso de idiota.
Rogaba que Katsuki reflexionara antes de que Kioko terminara de perder los estribos.
[...] Tiempo después.
La mañana de Kioko se había arruinado por culpa de su hermano mellizo, su padre la había llenado de elogios y eso pareció cabrearlo.
¿Qué culpa tenía ella que él no se esforzara en los estudios?
Katsuki intentaba de todo para hacerla quedar mal o simplemente quería minimizarla intentando que hiciera su tarea y demás, pero eso le salió mal pues la última vez que intento que ella hiciera su tarea, ella termino dándoselo a Jiro y Michi que terminaron volviendo aquellas hojas como confeti.
Ahora se metía con su preciada moto, ya se lo dejo pasar dos veces, pero la tercera ya haría correr sangre, así que llamo a alguien de confianza para que le regrese sus cosas intactas.
Mientras eso pasaba por la cabeza de la pelinegra de mechas fucsias, sus mascotas estaban con un aura oscura alrededor de cada uno.
¡Maldita la hora que decidieron no irse en la madrugada!
Al parecer todo había sido fríamente calculado por su dueña, ahora estaban atrapados a merced de todo, Michi estaba en un maletero para mascotas mientras Jiro estaba con una correa, caminando hacia su cruel final, Kioko prefirió venir junto a un amigo de ella y su gato que también le esperaba el mismo destino, pero lo peor y lo que más les dio en su orgullo es que al parecer el gatito estaba disfrutando bastante de la desgracia ajena.
-- Vaya que has pasado por mucho estrés en tan solo una mañana, Kioko -- comenta Tanjiro con una sonrisa algo nerviosa al terminar de escuchar la historia -- Si quieres después del chequeo de tus mascotas y Mui - chan podemos ir a mi casa, mis hermanos estarán contentos de verte.
En lo que restaba del camino hacia el veterinario, ambos chicos hablaban con comodidad de dos amigos de la infancia, aunque el que más hablaba era el chico mientras que la contraria asentía.
El de cabellos burdeos en todo el rato que estuvieron en la conversación quiso saber sobre lo que había pasado cuando escapo después de saber del estado de su pareja luego de la golpiza que les dieron los matones de la Shibuya 3, pero ella siempre terminaba mirando hacia abajo con un rostro entristecido, terminando en él disculpándose apenado.
Kioko se preocupaba mucho por Takemichi, pues siempre lo veía con heridas, estaba segura que esos imbéciles de la Shibuya 3 los habían convertido en sus sirvientes, incluso llego a pensar en otra cosa que solo rogaba que no fuera, pero que era lo más probable.
Solo esperaba que todo se resolviera rápido.
-- Ahora que recuerdo... -- comienza a salir de sus labios -- Takemichi - kun... estuvo raro un día...
Su acompañante se mantuvo en silencio, esperando lo que estaba por decir.
-- Se puso a llorar... y dijo que solo quería ver mi rostro... -- un ligero carmín se posa en sus mejillas.
Jiro sube la mirada hacia su dueña al no escuchar la voz de su dueña, se sorprende al ver esa cara de vergüenza, era la primera vez que lo veía. Su amigo la observa, sonrió con cariño como su amiga mostraba otra faceta que no había visto.
-- Te pusiste nerviosa, ¿Cierto? -- ese comentario solo logro que humo comenzara a salir de su cabeza mientras su rostro tomaba un color rojo tomate.
La caminata termino con risas del chico y refunfuños bajos de la chica quien maldecía en su mente.
-- Bienvenidos -- los saludo una ayudante del Veterinario, seguramente una practicante.
Ambos saludan, o, mejor dicho, Tanjiro saluda mientras que Kioko da un pequeño asentimiento, la chica que ya los conocía toma al gato de la chica, alegando que el Veterinario ya había preparado el agua y el champú para él.
Michi quiso escapar por su vida, pero por alguna razón esa chica siempre lograba volverlo un malvavisco y dejarse hacer. Mientras tanto ambos chicos se sentaron en los asientos de espera, el gato de Tanjiro no dudo en ir al regazo de la chica.
-- Mui - chan te quiere mucho -- comento el chico sin molestia alguna.
Mui - chan era un gato negro con algunas mechas turquesas, en principio pensaron que un anterior dueño le había pintado parte de su pelo, pero resultó que era parte de su genética.
Tanjiro había nombrado al gato así debido a un niño que lo seguía a todas partes junto a su hermano gemelo.
En eso la puerta del lugar volvió a abrirse, ambos por inercia dirigen su mirada a la entrada, Kioko no pudo evitar abrir sus ojos de par en par, reconocería ese cabello negro, esos ojos cafés y esos colmillos donde sea.
Lo mismo pasaba con ese chico, reconocería donde fuera esa diadema de mariposa, esos ojos purpura y esa sonrisa claramente practicada.
[...] Minutos después.
¿Cómo habían terminado así?
Ambos azabaches estaban sentados uno al lado del otro en un incómodo silencio mientras que sus respectivos acompañantes estaban jugando con sus gatos en el suelo.
-- Tanjiro/Chifuyu traidor... -- pensaron sin saberlo a la vez.
Los solecitos estaban tan felices de la vida mientras sin quererlo comenzaron a hablar entre ellos, como si fueran amigos de toda la vida.
-- La verdad es que traje a Mui - chan para que lo revisaran y de paso le dieran un baño.
-- Bueno, Baji - san y yo siempre venimos aquí cuando Peke J se desaparece por unos días, no sabemos si viene con alguna enfermedad.
-- ¿Se pierde? -- pregunta sorprendido -- Mui - chan no suele separarse de mí -- mira a su gatito -- incluso Mamá dice que cuando no estoy esta con sus juguetes o durmiendo en su cama.
-- Peke J es lo contrario -- suelta un suspiro -- una vez se desapareció una semana, Baji - san estaba por llamar a la policía cuando descubrí que se habia escondido en mi canasta de ropa -- cuenta con algo de vergüenza en lo último.
La risa de Tanjiro no tarda en escucharse para luego seguirle Chifuyu, su risa era contagiosa. Kioko maldice en su mente por no tener el carisma de Tanjiro, pues lo único que quería hacer en ese momento era irse corriendo hasta su casa, encerrarse como un ermitaño hasta que su hermano la comprara con comida para que saliera.
-- Ha pasado tiempo...
El llamado ''Baji - san'' fue el primero en hablar, pero no recibió ninguna respuesta, lo que solo logro que apretara la quijada, cuando sus orbes cafés la observaron de reojo la vieron con la mirada al frente, con esa estúpida, pero bonita, sonrisa falsa plasmada en su cara.
POV Baji Keisuke
Chifuyu, no sé si debo estar molesto o agradecido por haberte acompañado al Veterinario para que revisaran a Peke J, pero te aseguro que por tu culpa ahora estoy en los momentos más incomodos de mi vida.
¿Hace cuánto tiempo llevo buscando a esta chica?
Vuelvo a verla de reojo, no ha cambiado nada, bueno, ha crecido creo siquiera un centímetro y su cabello está más largo que la última vez, pero en cuanto lo demás pareciera que los años no pasaron sobre ella... sigue igual de bonita.
En eso me percato de la bola de pelo que tiene agarrado de una correa ¿Por qué carajos me recuerda a alguien? Para una mota de pelos.
Creo que sintió mi mirada pues al poco tiempo me miro y comenzó a gruñirme, quise reírme, pero solo sonreí al verlo realmente dispuesto a saltarme encima si tocaba a Kioko, quien seguía sin dirigirme la mirada.
Mierda Kioko, ¿Qué debo decir para que voltees a verme?
-- ¿Hace cuánto que no nos vemos...? -- de inmediato me golpeo a mí mismo en mi mente -- Baji Keisuke realmente no puedes ser más idiota.
No dejo de reprenderme y ahora estaba a merced de esa mirada oscura que había comenzado a mandarme Kioko, soy más que idiota, soy un completo imbécil.
Ahora me está mirando con tanto odio que mi instinto me dice, ''¡Carajo, corre por tu puta vida!'' y de verdad quería hacerle caso, pero solo generaría preguntas de Chifuyu que sinceramente quiero evitar a toda costa.
-- Y está listo -- contengo el suspiro de alivio al escuchar la voz del Veterinario -- bañado y chequeado, Kioko - chan.
Observo como se acerca y toma a su gato. Kioko se fue como alma que lleva al diablo luego de pagarle al hombre, intente tomarla del brazo.
-- ¡Kioko! -- grite su nombre cuando salió, pero era obvio que no me voltearía a ver.
Me merezco todo tu desprecio, lo admito.
-- ¿Baji - san? -- habla Chifuyu detrás de mí -- ¿Qué paso?
-- Lo siento -- creo que se trata del acompañante de Kioko -- También me voy, ¡Fujioka - san, sepáreme otra cita para la otra semana por favor!
Él se fue con su gato, seguramente para hablar con ella. Me siento tan impotente, Kioko... necesito hablar contigo... necesito intentar que vuelvas a verme como hace unos años.
-- ¿Baji - san?
-- Kioko.... espero que nos volvamos a encontrar.
POV Narrador
Baji Keisuke e Imaushi Kioko no estaban destinados originalmente a encontrarse en ese momento, mejor dicho, no estaban destinados a siquiera verse nuevamente hasta que llegaran al mundo de los muertos.
¿Entonces como paso? Muy simple, el fino hilo del destino fue cambiado cuando cierto hombre de ojos azules viajo por primera vez en el tiempo, esa pequeña acción ya había comenzado a generar cambios que tal vez para él no sean muy significativos, pero si para su amada, quien, en ese momento, hubiera deseado nunca haber ido al centro de mascotas.
[...] Tiempo después.
Se sabe, o mejor dicho según dicen las personas que lo han vivido, los animales tienen la capacidad de sentir las emociones humanas, ya sea de una u otra manera, se ha sabido de perros ayudando a sus dueños que tienen problemas de ansiedad o depresión, gatos que visitan los hospitales y se dejan ser acariciados por los pacientes que estaban a poco tiempo de dejar este mundo.
En este caso, el gato Michi y el perro Jiro habían sentido como su dueña estaba siendo absorbida por un manto oscuro realmente aterrador, como si un demonio hubiera aparecido abrazándola por la espalda, aferrándose con sus largas garras y susurrándole palabras hirientes al oído.
Kioko sentía que en cualquier momento golpearía algo o a alguien para liberar el remolino de sentimiento que se estaba acumulando en su corazón que de por si estaba demasiado cargado. Quería culpar a alguien por ese desagradable reencuentro, pero ningún nombre salía de su boca, pues en realidad.
¿A quién podría culpar?
¿A quién debería maldecir ese reencuentro?
Solo podía reprocharse a sí misma por haberse quedado de más, sabía que ese idiota sería capaz de buscarla casa por casa, escuela por escuela hasta dar con ella, o peor aún... contarle a él, que la había visto.
En un acto inconsciente debido al estrés y ansiedad comenzó a afirmar con mayor fuerza el agarre que mantenía sobre su gato, primero siendo algo incómodo para el felino hasta luego generarle dolor por la cantidad de fuerza que estaba ejerciendo en él, maullaba con fuerza, pero no reaccionaba, incluso el pequeño Jiro intentaba hacerla entrar en razón, golpeando una y otra vez su pierna con sus patitas.
Seguramente te preguntaras, ¿No había alguna persona alrededor?
Lo más preocupante en toda esta escena, es en realidad eso mismo, había personas alrededor, tanto adultos, como adolescentes, pero nadie era capaz de ayudar a esa pobre alma que gritaba por ayuda, estaban tan enfocados en sus propios problemas que no se daban cuenta de lo demás.
Qué triste debe ser que no te des cuenta de que por varios momentos tuviste la oportunidad de salvar una vida, si tan solo hubieras girado la vista, si tan solo te dieras cuenta de lo que pasa a tu alrededor, si tan solo ampliaras tu panorama, si tan solo el ser humano no fuera tan egoísta y egocentrista, quizás en la actualidad, la tasa de suicidios de menores por causa de estrés y depresión no fuera tan alta.
Michi no resistió más y mordió el brazo de Kioko, la chica chillo de dolor y termino soltándola, el gato ejerció tal fuerza que dejo el brazo marcado, tal vez incluso con una futura cicatriz temporal, mientras maldecía en voz baja vio como el felino corría sin mirar atrás por lo que no tardo en seguirlo.
-- ¡Michi...! ¡Michi...! -- comenzó a gritar cuando perdió de vista a su gata.
Por momentos comenzó a sentir que el aire le faltaba por la preocupación y el miedo de que su mascota no regresara, pero por suerte aun contaba con la compañía de Jiro quien a veces soltaba ladridos para llamar su atención para distraerla por un momento de la ansiedad del momento.
-- ¡¿Kio - chan?!
Al reconocer esa voz no pudo evitar girarse por completo, no pensó verlo en ese lugar, con varias heridas, moretones y mucho menos sosteniendo a su gato escurridizo.
-- Takemichi - kun...
[...] Momentos antes.
Las heridas le dolían como el demonio, la paliza que recibió de Kiyomasa por perder la pelea realmente había sido brutal, por suerte no termino usando el bate de beisbol.
Quería salir de ese infierno en el que se habían metido él y sus amigos, aunque no recordara con claridad la pelea y como había terminado ahí en primer lugar, pero bueno, eso eran simples detalles.
Tuvo que evitar a su novia por más que le doliera, tenía miedo que Kiyomasa o alguno de sus seguidores la vieran junto con él y terminaran haciéndole algo, nunca se lo perdonaría.
Después de todo, Kioko no merecía sufrir y entrar en ese mundo.
Unos maullidos sacan a Takemichi de sus pensamientos sobre su pareja, se trataba de un gatito que parecía querer decirle algo pues lo veía fijamente mientras seguía maullando.
-- ¿Qué pasa? -- como puede carga al gato quien para su sorpresa no se muestra agresivo -- ¿Te perdiste?
Es en ese momento que se percata de la placa que tenía alrededor del cuello.
-- ¿Michi? -- lee el nombre e intenta hacer memoria -- ¿Dónde escuche ese nombre antes?
Sin pensarlo mucho comienza a caminar hacia la dirección donde el gato había huido, para variar aria una buena acción y regresaría el animal a su respectivo dueño.
Aun así, ese sentimiento de conocer al felino no deja su pecho.
-- ¡Michi...!
Pero no se esperaba encontrar a su novia buscando al mismo animal.
-- ¡¿Kio - chan?!
[...] Tiempo después.
Takemichi sentía que todo le salía al revés, se supone que no debía encontrarse con su novia para mantenerla alejada y a salvo de sus problemas, pero ahí estaban.
Ella estaba curando sus heridas con gasa y alcohol que acababa de comprar de una farmacia cercana, mientras el gato que había causado el encuentro estaba tranquilo, siendo sostenido por él, para rematar todo, tenía un curioso perro en su regazo que más que mirarlo a él, miraba a su novia.
-- No tienes que hacerlo... -- le dice mientras intenta no hacer contacto visual con ella.
La cercanía de ambos lo ponía nervioso, pero no se daba cuenta que ella también estaba nerviosa con la cercanía que ambos tenían.
-- Quiero hacerlo... -- respondió de inmediato controlando el sonrojo que estaba por aparecer en sus mejillas -- ¿Me dirás...?
-- No -- la interrumpió siendo más cortante de lo que debería.
El Hanagaki se dio cuenta que hizo mal pues se percató como el toque del algodón se detenía por un momento.
-- Lo siento -- se disculpó -- no quise...
-- Tranquilo... lo entiendo... -- soltó un corto suspiro.
Era frustrante para ella que su novio no confiara lo suficiente en ella, podía ayudarla, tenía la manera y el poder para hacerlo... ¿Pero cómo ayudas a alguien que no quiere recibir esa ayuda?
-- Solo quiero ayudar... ¿Lo sabes, cierto? -- le pregunta alzando su mirada para verlo.
Por un momento el purpura y el azul se enfrentaron, uno dispuesta a descubrir la verdad mientras el otro reacio a dejarlo entrar.
-- Hmm -- es lo único que articulo junto a un asentimiento.
Claro que quiere librarse de Kiyomasa, quiere volver a sentirse libre y que sus amigos también sean libres, pero no era tan idiota y sádico como para dejar que su novia se expusiera a que fuera atrapada por ese matón.
La evitaba porque quería protegerla, más aún cuando la noche anterior tuvo una de sus tantas pesadillas luego de que los volvieran esclavos, pero esta vez con Kioko incluida, el solo recordar como en sus sueños ella gritaba por ayuda mientras Kiyomasa la toqueteaba y golpeaba, simplemente horrible y no estaba dispuesto a que ese sueño se hiciera realidad.
Aun si para eso debía evitarla.
Lo que no se espero es recibir un abrazo sorpresa. Ahora quiere llorar, lo sabe por las lágrimas que se estaban acumulando, no puede evitar regresarle el abrazo, ¿Por qué Kioko lo hacía tan difícil...? ¿Cómo alejarse si ella hacia cosas como estas?
Kioko no es como los que la ignoraron hace unos momentos, ella vio que su pareja estaba mal, por lo que estaba más que dispuesta a ayudarlo, aun si este no quería la ayuda.
-- Solo espera Takemichi - kun... prometo que te ayudare...
Llorando por Baji
-- ¿Qué tiene esta loca? -- pregunta Baji viéndome raro por estarlo abrazando por las piernas sin intensiones de soltarme.
Estaba llorando como cataratas, aferrándome a Baji como si mi estado emocional dependiera de ello, y en realidad así es.
-- ¡Porque carajos te moriste en el anime! -- lloriqueaba -- ¡Estúpido! ¡Estúpido! ¡Estúpido!
Kioko llego a mi lado y me sostuvo de la cintura.
-- ¡Levántense, malditos vagos! -- grita -- ¡Debemos separarlo si queremos seguir grabando!
Retomando escena Tanjiro y Kioko
Antes de siquiera decir su línea, Michi se lanza contra Tanjiro y comienza a rasguñarle la cara, Kioko intenta separarlo pero sin querer chocan contra las luces y luego contra la escenografía, creando un tremendo quilombo.
-- ¡Corten! ¡Corten! ¡CORTEN! -- gritaba yo toda agotada -- Ni modo, busquemos otra gata.
Cuando dije eso la gata del demonio se me lanzo hacia mí.
-- ¡AAAHHHHHH QUITENMELO QUITENMELO! ¡POR ESO PREFIERO A LOS PERROS!
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