1. El deseo de volverte a ver

Voten, comenten y síganme para más.

Quien hubiera pensado que ese bonito amanecer que tenía frente a ella, con esos colores tan bonitos y llenos de vida, sería el último panorama digno de fotografía que vería.

Sus cabellos azabaches se mecían con el viento mañanero mientras estiraba sus brazos en una pose de relajo, intentando quitarse todo ese estrés acumulado, aunque sería imposible.

Se dirigió a su apartamento, recuerdo lo mucho que le había costado decidí el lugar, pues siempre terminaba hallando algo que no le gustaba y yéndose a otro lugar, sino mal recordaba ya iban a ser 6 meses desde que se mudó a ese edificio.

Tomo su teléfono y marco un número, decidida a terminar lo que había empezado.

-- Si... sé que vendrán en unos minutos... no te preocupes por mí, ya sabía que esto pasaría, lo tengo todo calculado.

Poco después aquella llamada fue cortada, la mujer soltó un suspiro, volteando a ver por última vez el cielo a través de su ventana. Se puso nostálgica al ver ese hermoso cielo despejado, sin quererlo los recuerdos de la mejor etapa de su vida llegaron a su mente.

Se ve así misma con una apariencia más aniñada, inocente y feliz, acompañada por sus amigos, seguidores y... el amor de su vida.

En secundaria tuvo su primer y único novio, un chico que no tenía nada destacable, pero que aun así supo llevarse su corazón como nadie en su vida, con su sonrisa brillante y ese pensamiento hasta su punto de vista infantil. Pero así había llegado a amarlo mucho y no hubiera cambiado nada de él.

Cuando sintió algo cálido pasando por sus mejillas se dio cuenta que había empezado a llorar, no había sido su intención, pero parece ser que su vida actual era tan patética que cualquier recuerdo de su época feliz la hacía llorar.

Desearía ser nuevamente esa pequeña niña que era seguida por muchas personas, viéndola como una líder, unos como una amiga, o como ese ser que les había entregado un motivo por el cual vivir.

Imaushi Kioko estaba sola después de haber sido seguida por muchas personas, muchas siguieron su camino... mientras que otras se les fueron arrebatadas por la muerte.

Ella daría cualquier cosa para regresar al pasado y volver a sentir esas emociones cálidas en su pecho, no como en el presente que solo lloraba y gritaba, toda la alegría se le había escapado como arena entre los dedos.

Quito su vista de la ventana y entro a su recamara, de entre los cajones de escritorio encontró lo que estaba buscando. Primero saco un pequeño frasco con un líquido purpura brillante en su interior.

-- Hace 12 años te entregaron en mis manos... y finalmente servirás para algo...

Sacando más cosas, se encontró con un pequeño y algo degastado broche de mariposa, el tamaño delataba que era un accesorio para una niña pequeña, delineaba lentamente el patrón interior con las yemas de sus dedos, recordando con nostalgia y melancolía el cómo lo había recibido.

-- Tu sonrisa es muy bonita... ¡Me gusta!

-- Maldición... justo en estos momentos recuerdo el pasado.

Ya no había marcha atrás, tenía las horas contadas, ni siquiera eso, le quedaba menos de media hora antes de que recibiera su visita ''inesperada''.

Marco su teléfono mientras veía el líquido purpura de la pequeña botellita.

Al primer timbre su llamada fue recibida.

-- Imaushi - sa...

-- Ahórrate los saludos -- corto y luego tomo el líquido de un solo trago -- He sido descubierta, me queda menos de una hora... dile a tus superiores que toda la información están en el libro... tienen que buscar ese libro antes de que esos malditos lo sepan.

-- ¡¿Eh?! ¡E-Entendido! ¡Se lo comunicare de inmediato a los superiores!

-- Te lo encargo.

Con la llamada terminada, lanzo su celular hacia cualquier lado y se lanzó a su cama quedando bocarriba, su largo cabello se esparció por todo el colchón mientras su mirada se quedaba fijo en el techo blanco.

Los minutos pasaban con lentitud, sus ojos poco a poco los sentía más pesado, una sonrisa se formó en sus labios al saber el porqué de esto, no era porque tenía sueño.

Su mente comenzó a divagar nuevamente en el pasado, le hubiera gustado disculparse con su hermano mayor por lo que estaba a punto de hacer, pero esperaba que al leer su carta entendiera o al menos no se sintiera culpable, le hubiera gustado verlo por última vez, pero sabía que apenas hicieran contacto visual se lanzaría a sus brazos en un mar de lágrimas.

-- No había tomado en cuenta la rapidez del efecto -- piensa sin borrar esa sonrisa ahora vacía -- Hermano... lo siento, pero simplemente ya no puedo seguir viva... no sabiendo que la última persona que me queda podría morir por mi culpa.

Kioko esperaba que la imagen de su amado hermano mayor apareciera en su mente y en realidad lo hizo, pero no estaba solo, todas las personas que había amado en toda su vida estaban viéndola, seguramente para acompañarla a dar su último respiro. Pero entre todos esos personajes, lo que se había llevado su atención eran esos cabellos amarillos teñidos y esos ojos azules que muchas veces ella había comparado con el océano.

Lo recordaba con tanta lucidez, que, si tuviera fuerzas, unas cuantas lágrimas hubieran salido, pero claro, el único novio que había tenido, el mismo que ella había amado aun después de su separación, pues ese chico era el amor de su vida.

-- Hanagaki - kun... ¿Qué estarás haciendo ahora?

El fin llego a ella, quien acepto su final sin ningún tapujo, le dio la mano a la muerte con una elegancia que hasta ella misma no sabía que tenía y de la mano ese ser encapuchado e intimidante se la llevó al otro mundo.

[...] Tiempo después.

Poco menos de una hora había pasado en esa casa antes de que dos hombres bien vestidos entraran por la puerta principal que estaba sospechosamente abierta, como si su visita ya hubiera sido prevista por la dueña del lugar.

Ambas entidades no se dirigieron la mirada, pero aun así habían coordinado para irse por direcciones opuestas en busca del mismo objetivo, que en esta ocasión era una mujer de largo cabello negro y ojos hipnotizantes.

El primero entro en el despacho donde la chica solía trabajar, encontrando cientos y cientos de papeles desparramados por toda la habitación, era obvio que había estado buscando las evidencias para desaparecerlas o llevárselas a la policía.

-- Hasta el final querías hacer las cosas difíciles, eh~ -- acomodo sus lentes antes de marcar un número en específico -- Bueno, es un fastidio ordenar un gran desastre.

Antes de pronunciar las primeras palabras, escucho el inconfundible sonido de objetos de vidrio y cerámica romperse, por lo que era obvio que lo que sea que encontró su ''compañero'' no había sido nada de su agrado.

Se dirigió a pasos firmes hasta el origen del sonido, tomando en cuenta las habitaciones que había cruzado, suponía que donde estaba su compañero era el cuarto de su antigua molestia, ¿Y cómo sabía que era antigua?

Muy simple, el cadáver de la que en su momento su mayor amenaza estaba siendo abrazada con gran posesividad por ese hombre luego de haber causado todo un desastre en la habitación.

Arrugo la nariz al ver todo el desastre, vidrios rotos, piezas de cerámica esparcidas junto a algunos papeles sin importancia.

Fue fácil darse cuenta del motivo de la reacción agresiva de su compañero, abrazando el cadáver de la mujer supo que habían perdido una importante informante de la policía, pero a la vez soltó un suspiro por el otro significado de esa muerte.

Su razón de todo había desaparecido.

Imaushi Kioko había preferido quitarse la vida a entregarse a sus brazos.

-- Bueno... ya no importa -- pensó con crueldad viendo como su compañero seguía aferrado a esa mujer -- solo me queda encargarme de mi último objetivo.

A paso pausado y precavido debido a la bomba de tiempo que tenía como compañero, volvió a apoyarse en el marco de la puerta.

-- 45 minutos -- dijo dándole la espalda -- utilízalos sabiamente.

''Tienes 45 minutos antes de que venga la policía''

Apretó su quijada con molestia, por él, no dudaría en llevarse el cadáver para conservarlo para siempre, pero sabía que era imposible y que, si se lo llevaba, ''esa persona'' no dudaría en buscarla por cielo, mar y tierra hasta tener el cadáver en sus manos.

Miro el perfil de la mujer, estaba con un rostro tan pacífico y sonriente que le costaba creer que se había sido capaz de quitarse la vida por sí misma, sin pensar en nada mas... sin pensar en él, que la necesitaba a su lado.

¿Qué si era egoísta?

Pues si debía ser egoísta para tenerla a su lado, la hubiera encerrado en su habitación para que se mantuviera viva.

-- ¿Por qué hiciste esto? -- pregunto con la mirada perdida -- ¿Por qué...? -- volvió a murmurar, sintiendo como la oscuridad volvía a entrar en su cabeza -- ¿Cómo te atreviste... a dejarme?

Todo a su alrededor se distorsionaba, la tristeza estaba siendo reemplazada por la furia debido al ''abandono'' de la mujer que ama.

Las Deidades bien sabían cuánto se sacrificó la mujer por esa persona que estaba ya demasiado hundido como para ser salvado por la luz. Claro es que él nunca lo vera o se dará cuenta, no se había enterado en vida que por su culpa ella había entrado en un estado de depresión y locura, mucho menos se enterará ahora que ella está muerta y libre de este mundo lleno de crueldad.

Ah~, dios que todo lo ves, salva a esa pobre alma del infierno en vida que está sufriendo, salva a tu siervo de esta jungla ardiente, pues ya no hay nadie que apacigüe los ardores de este lugar, la última esperanza que tuvo ese hombre desapareció de sus dedos como arena del desierto.

Las sirenas de las policías lo alertaron y tuvo que desaparecer antes de que intentaran dar con él, sabía que lo culparían en algún momento pues encontrarían sus huellas dactilares, pero no podía importarle menos, así que tomo cierto objeto preciado y con su chaqueta cubriéndole la mayor parte del cuerpo, desapareció entre el alboroto para así llegar a un auto que su compañero había llamado para llevarlo.

-- Llévame a la próxima reunión -- sin recibir respuesta el vehículo de vidrios polarizados comenzó a avanzar.

El de hebras rubias quería fumar un puto cigarrillo para poder apaciguar la ansiedad que comenzaba a recorrerlo, tantos años matando a personas... hace tantos años que había estado solo, por querer aferrarse a esa pequeña luz ahora estaba más alejado de llegar a un punto donde pudiera sentir paz. Miro sus manos y ahí estaba el único objeto que se permitió llevar de esa casa, mejor dicho, se lo había quitado a la dueña original, el amado broche de mariposa que ella solía usar cuando eran jóvenes.

-- Al parecer hasta esto tenías planeado Kioko -- piensa mientras envolvía el broche en una pañoleta blanca y lo guardaba en su bolsillo.

[...] Mientras tanto.

La policía registró la casa de Imaushi Kioko, una joven de 26 años quien aún tenía mucho por vivir, con un buen trabajo, una carrera prospera como escritora y quien aún no había experimentado el amor adulto.

Según las pistas que reunieron y las investigaciones que realizaron poco después, llegaron a la conclusión que fue envenenada por un salda de cuentas contra la Tokyo Manji y en manos de uno de los líderes de esa terrible organización, para los que se preguntan cómo habían llegado a ese punto, fue no solo por el hallazgo de veneno en pedazos de vidrio que creyeron se trataba de una pequeña botella, sino también por comparar las huellas dactilares que coincidían con los hallados en diferentes zonas de la habitación destruida.

Una historia reciente e interesante, un tema que haría burbujear el morbo y el interés de las personas, perfecto para sacarlo en televisión, esos eran los asquerosos pensamientos de varios periodistas que estaban pensando sacar mil y una maneras de sacar el mejor provecho a esa triste historia que termino con su hermosa protagonista, envenenada.

[...] Al día siguiente.

Tal y como se esperaba, los periodistas vendieron con gran velocidad el morbo de esta triste historia, los canales de televisión encontraron una mina de oro televisivo. Ya podían oler el rating subir como espuma y sus bolsillos llenarse de un jugoso extra, aunque claramente tenían que hacerse los sínicos y colocarse su mejor cara de póker.

Aquí es cuando dejamos de centrarnos en lo anterior y nos dedicamos a detallar la otra cara de la moneda, pues tal vez algunos quedaron confusos con el último susurro de la suicida.

Para esto debemos cambiar lo que era el ambiente de una persona que lo habia logrado todo en la vida, que hubiera logrado ser alguien de renombre, a un tipo común y corriente que no llegaba a aspirar nada en la vida más que para hacer una persona desapercibida.

Un pequeño y barato departamento, de delgadas paredes que se podía escuchar hasta el mínimo estornudo de tu vecino, en una de estas pequeñas habitaciones, estaba realmente mal cuidado, pues a su alrededor no se veía más que platos y utensilios, paquetes de comida a domicilio abiertas, revistas para adultos regadas y varios paquetes de frituras vacíos, el cuarto de un completo bueno para nada.

-- Con el inicio de Julio, las temperaturas han subido en China -- se reconocía la voz de una reportera joven dando las típicas noticias aburridas del clima -- Con los cambios resultantes en la presión atmosférica, Japón muestra temperaturas más elevadas este año. A las regiones de Kanto- Koshinetsu y Tokai les esperan días soleados y despejados. Las temperaturas subirán en el interior, así que podría haber tormentas en las zonas más montañosas.

La simpática reportera del clima fue cambiada por la imagen de un apático y seguramente aburrido reportera de noticias y por lo que mostraba al otro lado de la pantalla, estaría hablando de crímenes.

El hombre de 26 años normalmente cambiaría el canal, pero estaba tan aburrido y sin ganas de moverse que decidió seguir mirando lo que fuera a decir ese hombre de traje.

¿Qué podía perder además de más oxigeno por seguir vivo?

-- Siguiente noticia.

Al lado del hombre aparecía la imagen de lo que parecía ser una edificación de departamentos mucho mejor de donde vivía él, se veía que eran de mucho mayor nivel, casi podía asegurar que las personas residentes comían de lo mejor.

''Joven envenenada en su propia casa por salda de cuentas''

-- Imaushi Kioko, de 26 años, fue encontrada en su casa envenenada pocos días después de la muerte de su hermano gemelo, Shinomiya Katsuki, la policía asegura que fue envenenada por la Tokyo Manji debido a una venganza contra la familia en general.

Sus ojos se abrieron por completo, todo signo de relajo y desinterés se esfumaron, la incredulidad pinto todo el rostro mientras repetía en su mente ese nombre.

-- Imaushi... Kioko... -- saboreo el nombre lentamente entre sus labios.

Hanagaki Takemichi se tragó por completo aquel cuento que más de la mitad era inventado por los morbosos periodistas que buscaban sacarle todo el jugo posible a la historia. Y eso que aun faltaba a que los medios sacaran su última carta.

-- Hemos logrado encontrar al hermano mayor de ambos hermanos, Shinomiya Takeru, estamos en espera de algunas palabras.

Era increíble lo lejos que llevaban las personas por el morbo, el sentimiento de que otra persona sufre de alguna manera los estimulaba, no les importaba que ese hombre estaba de luto luego de perder no solo a uno, sino que ahora perdió a dos hermanos.

-- ¡Aléjense de mí, malditas aves de rapiña! -- gruño rabioso ese hombre que se notaba a lejos sus pronunciadas orejas y piel demasiado blanca debido a la falta de sueño -- ¡No se atrevan a manchar el nombre de mis hermanos o yo mismo los matare! -- golpeo con su puño la cámara causando que esta se caiga y por consiguiente ya no se viera su imagen.

Takemichi sintió pena por el hermano mayor, pero a la vez pensó en sí mismo y en la mujer que resulta, era su ex-pareja de la secundaria, con el corazón roto nuevamente, como hace 12 años, giro su mirada hacia la única ventana que tenía hacia el exterior, solo para ver como una mariposa que se había posado allí se iba con el viento.

La única novia que tuve, con quien salía en la secundaria, Imaushi Kioko, está muerta.

Unos golpes constantes en la puerta hacen que el chico salga de sus pensamientos y sin quererlo frunce el ceño, pues ya sabía de quien se trataba como también sabía que lo mejor era no salir, al menos si apreciaba su paciencia y cordura.

-- ¡Oye! ¡Sé que estás allí! -- una voz molesta, chillona y ruidosa se oía al otro lado de la puerta del pequeño cuarto.

Él salió sin muchos ánimos realmente de ver a esa vieja y escandalosa señora regañándolo por cualquier cosa, era incluso peor que su madre.

-- ¡¿Cuántas veces te dije que le bajes el volumen a tu tele?!

-- Lo siento...

-- ¡Demonios! Estos niños de hoy en día... -- la señora comenzó a irse, haciendo que suelte un pequeño suspiro de alivio.

Aunque esa señora no era el mayor de sus problemas, ya que debemos recordar que él es un adulto, estaba en la etapa de la vida donde todo era difícil, donde debía pensar a futuro, donde tenía que pagar para subsistir.

Ojalá la niñez durara más tiempo, seguramente es el pensamiento de muchos adultos en la actualidad, pero por el momento regresemos con el patético Hanagaki.

-- ¿Cuántas veces debo repetírtelo, Takemichi Hanagaki? -- le reprende con aburrimiento su jefa acomodando un DVD -- Hay que poner los DVD en las estanterías apenas lleguen, ¿Cuántas veces van? -- cuando formula la pregunta frunce lentamente el ceño.

La mujer parecía ya harta de la presencia del hombre inútil que ni siquiera podía hacer algo tan simple como acomodar simples DVD.

-- ¡Lo sien...! -- su disculpa es interrumpida por la contraria.

-- Menos disculpas y más acción.

Y aun no terminaba, pues faltaba mucha más tortura en su vida como un adulto patético. Él pasaba sin problemas por las calles cuando sin querer llama la atención de uno de los tres pequeños niños diablillos que lo vio como un blanco fácil a pesar de ser un adulto.

-- Jajajajaja, ¡Qué patético! -- comenta el niño que estaba de espaldas.

Finalmente, los tres voltean y ven lo patético que era.

-- Oye, anciano -- le habla el que tenía una gorra amarilla.

-- ¡¿Eh?!

-- ¿Algún problema? -- le pregunta el tercer niño que hasta hace un momento le había dado la espalda.

-- No... Lo siento.

Este intento pasar, pero esos pequeños problemáticos lo rodearon con sonrisas juguetonas, el que parecía el líder de ellos saco una moneda y comenzó a rayar un auto negro en el que ellos se habían recostado en un principio.

-- ¿Uh?

Ante su confusión los niños no pueden evitar reírse de lo que le sucedería, ellos se dieron a la fuga no sin antes insultarlo.

-- ¡Idiota~! -- corearon dejándolo más confundido.

Tal vez lo mejor hubiera sido que él se escapara como esos niños, pero sus neuronas habían tardado en reaccionar y al final tuvo otro problema que agregar a ese día de desdicha.

-- ¡Oye! ¡¿Qué crees que haces?! -- de una tienda salió el que parecía ser el dueño del auto y parecía enojado.

Fue en ese momento donde termina reaccionando y corre antes de ser inculpado, aun así, el señor quedo enojado pues su preciado auto estaba arruinado.

Pero oigan, finalmente el patético y desdichado adulto había llegado a su parada, la Estación de Shinjuku.

-- Nunca imaginé que mi vida acabaría así -- comienza a pensar en espera del tren que lo llevaría -- En un apartamento mugroso con muros delgados. Mi jefa me trata como a un idiota, aunque soy mayor. Unos mocosos buscaban pelea y acabé disculpándome. Y la única novia que tuve fue en la secundaria. Y, por si fuera poco, sigo siendo virgen.

Como pasa en muchos casos, muchos comienzan a recordar sus errores pasados, ya sean los más cercanos hasta los que pasaron hace ya muchos años, la mayoría pedía poder cambiarlos, pero era algo imposible pues luego de elegir, no había vuelta atrás.

-- ¿En qué momento perdí el rumbo? -- se pregunta dándose cuenta de lo patético que era ahora en el presente.

Tan ensimismado estaba en el pasado y en sus propios errores que no noto una respiración pesada y agitada que se dirigía a su dirección, tampoco noto como la mano de esa persona se acercaba a su nuca, hasta que fue empujado hacia las vías del tren.

Las personas a su alrededor comenzaron a escandalizarse y gritarle que se moviera, que intentara subir, pero estaba tan confundido que todo para él eran murmullos. No fue hasta que la luz del tren lo sacó de toda esa confusión, pero ahora estaba a tan solo unos pocos minutos de perder la vida y de una forma muy dolorosa.

-- No puede ser.

Bien dicen que cuando uno está a punto de morir, su vida entera pasa frente a sus ojos, pues eso estaba viviendo en sus últimos segundos de vida, todo pasaba como una cámara lenta.

Con la muerte ante mí, no recordé a mis padres ni a mis amigos... sino a Imaushi Kioko.

Quién sabe si fue obra del destino que ambos en sus últimos momentos pensaran en el contrario, puede que verdaderamente hayan sido hechos el uno para el otro, pero parece ser que esta historia era otra trágica de amor donde en la otra vida se reencontrarían y estarían juntos...

¡Pero no, este amor era más fuerte de lo que parecía y no dejarían que la muerte los alejara más de lo que había estado en vida!

La prueba viviente de este hecho será descubierta cuando finalmente Hanagaki Takemichi se dé cuenta que puede volver a empezar, arreglar los errores del pasado y estar nuevamente con el amor de su vida.

Con su muy amada Imaushi Kioko.

Pócima de mal sabor

Kioko tomaba el contenido del frasco cuando sin querer lo escupe todo en la cámara frente a ella.

-- ¡Puag! ¡Sabe horrible! -- se quejó la adulta Kioko -- ¡¿Cómo quieren que tome esto?! ¡No logro acostumbrarme al sabor!

Yo y el staff suspiramos por casi ciento aba vez, ya estábamos cansados de repetir la misma escena una y otra vez, pero... ¡La actriz se ve tan adorable haciendo muecas y pucheros!

-- ¡Maquillistas, hagan su trabajo! -- grito a través del megáfono y en un parpadeo tres señoritas comienzan ha arreglar a la joven que seguía lloriqueando por el mal sabor de la bebida -- ¡Takemicchi adulto pronto será tu turno, a mi lado!

-- Voy... -- murmuro el adorable Takemichi adulto alzado tímidamente su mano.

-- Esto es el cielo, ni me despierten.

Mikey vs el maquillaje

-- ¡Pero me pica!

-- ¡Pues te aguantas, es parte del contrato! -- me quejo dándole un golpe con un periódico.

Las maquillistas habían venido a mi debido a que el niño con cuerpo de adulto Manjiro Sano no se dejaba delinear los ojos y mucho menos dejarse dibujar el tatuaje de Dragón en el cuello.

-- ¡Ni siquiera me van a ver la cara, es injusto!

-- ¡Nunca dije que este trabajo iba a ser justo, quédate quieto! -- replique jalando de su brazo mientras que una maquillista lo sostenia del otro brazo.

Al final tuvimos que sostenerlo entre cuatro para que se dejara maquillar en paz y eso que al final tuve que darle un Taiyaki por su ''esfuerzo''.

-- ¿Cómo haces Draken? ¿Yoga, ejercicio... terapia?

El altote se me queda mirando por un momento y luego volteo a ver al enano que tenía como mejor amigo.

-- A veces me pregunto exactamente lo mismo.

Regreso a clases

Mikey, Draken y Takemichi estaban de los más tranquilos hasta que sin querer pasan por mi oficina y se dan cuenta de que estaba en posición fetal en una esquina de la habitación.

-- Clases... exámenes... tesis... docentes... estoy muerta...

-- ¿Q-Que le pasa? -- temblaba el pobre Michi detrás de Draken.

-- ¿Are? ¿No lo sabían? -- pregunta una sonriente Kioko que pasaba por ahí -- Nozomi - chan esta por empezar sus clases de la universidad.

Al decir la palabra con U.

-- ¡NOOOOOOOOOOOOOO!

Me hacen tener pesadillas.

Primer capítulo editado.

¡Hola a todos y a todas que me han esperado por mucho tiempo!

Como ven ya he empezado con la edición y he cambiado algunas cosas que he considerado que harán que la historia se maneje de mejor manera y con mayor gusto (para mi).

Seguramente ya tendrán sus preguntas debido a los apellidos y demás, pero créanme que al final todo tendrá su explicación.

Por cierto, ¿Han visto el capítulo del manga?

Si antes amaba a Takemicchi ahora le rezo, en este capitulo grite hasta que mis vecinas lo escucharon.

Hermana, muérete de la envidia, nunca me creíste y ahora hasta tu dudaste de tu favoritismo hacia Mikey.

Bueno chicas, espero sus comentarios que me encanta leerlos.

Hasta luego.

Bye bye.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top