𝐈𝐈𝐈

Cubiculum Secretorum

La primera semana de clases luego del acontecimiento en la clase de Lockhart pasó rápido. El viernes en la noche, Adhara se había sentado en su sala común para hacer los deberes que ya varios profesores les habían dejado cuando su mejor amigo entró con una brillante sonrisa y una Nimbus 2001 en su mano.

La castaña dejó de lado sus deberes para correr a ver la escoba que sostenía su mejor amigo con emoción.

— ¡Una Nimbus 2001! ¡No me lo habías dicho, Dray!

— Quería esperar hasta que fuera oficial - sonrió el Malfoy — Estás frente al nuevo buscador del equipo de Slytherin.

Adhara se lanzó a abrazar a su mejor amigo sacándole una risa a este, aunque lo soltó rápidamente para tomar la Nimbus 2001 entre sus manos y admirarla. Escuchó atentamente a Draco contarle cómo su padre había comprado una para todo el equipo y la Black le hizo saber su molestia al no recibir una para ella también.

— No estás en el equipo, Adha.

Adhara solo se cruzó de brazos molesta hasta que Draco le prometió dejarle usar la suya cada vez que quisiera.

Sábado en la mañana, Draco había convencido a Adhara de acompañarlo a su primer entrenamiento de quidditch por lo que la castaña había empacado comida para su mejor amigo antes de dirigirse al campo con Theo. El castaño llevaba un libro sobre pociones curativas en su mano pues no era realmente amante del deporte. La Black observó el libro con interés.

— En ese hablan del Bálsamo de Asclepias Tuberosa, ¿no? La poción para aliviar dolor.

— ¿Sabes de pociones curativas?

Adhara sonrió de lado con superioridad, — Yo se de todo, Theo.

Nott sonrió observando por primera vez diferente a la castaña, siempre le había llamado la atención la manera en que respondía toda pregunta como si fuera obvia la respuesta, además que encontraba fascinante la lealtad que demostraba hacia Draco. No era alguien que demostrara muchos sentimientos pero cuando lo hacía normalmente era con sus ojos inusualmente claros, los cuales adquirían una suavidad sorprendente cuando miraban a Draco o a él. Pero ahora se había dado cuenta de algo más.

Adhara Black era realmente preciosa.

— Sabes, creo que tengo un libro sobre pociones curativas asiáticas en algún lugar, podría buscártelo y...¡GRYFFINDOR ESTA ENTRENANDO!

La mirada fría de la Black se suavizó de golpe y un brillo apareció en esta mientras observaba al buscador del equipo de los leones, haciendo a Theo sentir una opresión en su pecho.

Theodor Nott nunca sería como Harry Potter. Theo era callado y reservado, mantenía su nariz fuera de problemas; Harry era un extrovertido con muchas opiniones, y parecía que los problemas lo seguían. Sospechaba que esa era una de las razones que tenían a la Black tan encaprichada con el; Adhara Black adoraba los problemas. A la princesa de Slytherin le encantaba el peligro aunque siempre se mantuviera alejada de este, no era algo propio de una heredera buscar estos, después de todo; no importaba cuanto le llamaran la atención.

— Dray no me dijo que los de Gryffindor iban a entrenar hoy - se quejó la castaña — ¿Me miro bonita, Theo?

— Siempre te ves bonita, Adha.

Adhara sonrió hacia su amigo antes de voltear nuevamente hacia el campo aún más emocionada que antes. Vio a Harry platicar un rato con Ron y Hermione antes de volver al campo con un brillo en sus ojos. Su sonrisa se agrandó al ver al Gryffindor de primer año, Colin Creevey, sentado cerca de los otros dos leones mientras tomaba fotos.

— Espérame aquí, Theo.

Con rapidez, la castaña se encaminó hacia el menor con su habitual rostro serio aunque sus ojos destellaban curiosidad.

— Creevey, ¿verdad?

El niño asintió nervioso.

— Me gusta tu cámara. ¿Tomas fotos de Potter?

Nuevamente, Colin solo asintió. Adhara sintió ternura ante los nervios del menor pero no lo mostró.

— ¿Por qué tus fotos no se mueven?

— E-es una cámara muggle.

Adhara levantó sus cejas sorprendidas y se sentó rápidamente junto al Gryffindor, ignorando lo que sucedía en el campo.

— ¿Las fotografías muggle no se mueven?

Colin niega.

— Interesante. ¿Puedo ver?

Colin asiente y le pasa su cámara a la Slytherin. La castaña observando con interés el aparato antes de observar las fotos que el menor había tomado y tenía en sus manos. Le parecía curiosa la vida de los muggles, era muy sorprendente como se las empeñaban para vivir sin magia. Aveces leía a espaldas de su tío sobre ellos y sus aparatos, pero no era algo que podía hacer mucho por su familia.

— Son muy buenas fotos - lo halaga — ¿Podría tener una de las que tomes de Potter? Puedo pagarte por ella.

— No es necesario, te la puedo regalar - sonríe el menor — ¿Te gusta alguna de estas? 

Adhara iba a responderle cuando Ron y Hermione pasaron rápidamente frente a ella, haciéndola volver a fijar su vista en el campo encontrándose con el equipo de Gryffindor frente al de Slytherin con caras poco amigables.

La princesa de Slytherin le entrega sus cosas al de primer año antes de seguir el mismo camino de Weasley y Granger, llegando a tiempo para ver a todo el equipo de Slytherin reírse con burla de los leones.

— Al menos en el equipo de Gryffindor nadie compró su lugar - sentencio Hermione — Todos entraron por su talento y esfuerzo.

— Nadie pidió tu opinión, sangre sucia.

Adhara observó a Draco con sorpresa. Había escuchado ese insulto muchas veces en la Mansión Malfoy durante sus estadías en esta, pero siempre de Lucius y nunca de su mejor amigo. Ni siquiera su tío Elliot, que favorecía la sangre pura, concordaba con el uso de ese insulto.

La reacción de todos fue algo que la Black se esperó. Flint se puso rápidamente delante de Malfoy para evitar que Fred y George se lanzarán sobre el. Alicia gritó un "¡Como te atreves!", y Ron metió la mano en su túnica para sacar su varita mágica.

— ¡Pagarás por esto, Malfoy!

Adhara no estaba de acuerdo con Draco, estaba disgustada con el realmente, pero nunca dejaría que le hicieran algo al de cabello platinado. Así que sin dudarlo se posicionó delante de este cuando vio que Weasley había encontrado un hueco por el cual poder lanzarle el maleficio.

Un estruendo resonó en todo el campo y del extremo roto de la varita de Ron surgió un rayo de luz verde que, dándole en el estómago, derribó al pelirrojo sobre el césped.

— ¡Ron! - gritó Hermione.

Los Gryffindor corrieron hacia el pelirrojo que abrió la boca para decir algo. Pero no logro decir nada. Por el contrario, Ron emitió un tremendo eructo antes de escupir varias babosas en su regazo.

La joven Black ni siquiera pudo esconder su rostro de disgusto ante la escena. Los Slytherin detrás de ella reían fuertemente y Colin tomaba muchas fotos.

Con delicadeza, Adhara se acercó al Gryffindor de primer año y bajo su cámara.

— No creo que sea adecuado, Creevey.

La castaña no se dio cuenta de la mirada confusa de Harry hacia su acción, pues el azabache se había volteado en ese momento para gritarle a Colin que dejara de tomar fotos sin esperarse verla a ella ya deteniéndolo. Potter decidió no darle importancia a la acción de la Black, a su parecer siempre sería la contraparte de Malfoy, y junto a Hermione agarraron a Ron para llevarlo con Hagrid, esperando que este los pudiera ayudar.

Apenas se perdieron de vista, la princesa de Slytherin se volteó hacia las otras serpientes con sus ojos entrecerrados. Todos callaron de golpe, incluido Draco, para sorpresa de los Gryffindors.

— No puedo creer que dijeras eso - regaño a su mejor amigo antes de observar a los demás — Ni que ustedes se rieran. Hay límites, ¿saben?

Sin esperar respuesta, la castaña se dio media vuelta para dirigirse a donde Theo la esperaba.



La llegada de Octubre hizo que un frío húmedo se extendiera por los campos y penetrara el castillo, Adhara detestando la manera en que la humedad afectaba su cabello ondulado por lo que tenía que usar la Poción Alisadora de Sleekeazy diariamente para evitar que se viera como el de Hermione Granger. Cada vez que agregaba dos gotas a su cabello ondulado, sus ojos observaban el nombre del abuelo de Harry, Fleamont Potter, preguntándose si el Gryffindor sabría que su abuelo había creado esa poción y que eso lo hacía millonario. No creía que Harry tuviera la más mínima idea.

Adhara, como había hecho costumbre, se alistó antes de ir a la biblioteca donde se encontraría con Theo. En su camino observó a varios alumnos, luciendo extremadamente pálidos, que se dirigían a la enfermería.

La señora Pomfrey, la enfermera de Hogwarts, se sabía estaba atareadísima por una repentina epidemia de cátaro entre profesores y alumnos. Su poción Pepperup, que curaba el resfriado común y calentaba al receptor, tenía efectos instantáneos aunque dejaba al que la tomaba echando humo por las orejas por varias horas. La castaña debía admitir que era extremadamente gracioso ver tanto a estudiantes como profesores por el pasillo con humo saliendo de sus orejas.

— Theo - saludó con una sonrisa ladina la Slytherin antes de sentarse junto al chico.

Theo le sonrió levemente como saludo antes de continuar con su lectura de El Manual del Sanador. La Black observó con curiosidad al callado Slytherin antes de abrir su libro para continuar su lectura sobre la creación de mapas estelares.

Pocos sabían la adoración de la joven Black por las constelaciones, pero realmente era algo de esperarse debido a su familia. Todos sabían que era tradición de los Black llamarse como constelaciones y estrellas, demostrando el afán de estos por ellas. Habían rumores de que los Black podían leerlas pero ninguno había desmentido o verificado este rumor, lo mantenían un secreto solo para su conocimiento. La relación entre las bolas de fuego y ellos era algo preciado.

Ambos leyeron, como era costumbre ya, en silencio junto al otro antes de terminar su lectura y dirigirse a desayunar juntos, donde Draco ya los esperaba.

Aunque la joven Black se desvió antes para ir a donde Harry se encontraba con el trío de oro.

— Potter - saludó sonriente.

Harry se volteó con el ceño fruncido, mientras Hermione observaba con una mirada que demostraba que sabía más que los demás y Ron con disgusto.

— Black - saludó de vuelta.

— ¿Alguna vez te he dicho lo mucho que me fascinan tus ojos? - suspira de manera soñadora — Me recuerdan a las esmeraldas, preciosos.

— Gracias - respondió cortante el chico.

— Me preguntó si nuestros hijos tendrán tus ojos o los míos - Harry se atoró con su jugo de calabaza por sus palabras — Aunque no hay mucha diferencia, solo que los míos son demasiado claros así que aveces asustan. Preferiría que tuvieran los tuyos...

— ¿¡Hijos!?

— ¿Cuál es tu estrella favorita? - siguió hablando como si Harry no lo hubiera hecho — Me gusta Nova y Regulus. Aunque Lyra también me gusta. Sirius, Orión, Altair... hay muchas...

— ¿¡Hijos!?

— ¿Has pensado que quieres ser cuando crezcas? Yo no lo he pensado realmente aunque me atrae la idea de crear una poción - continúa la chica — Ya sabes, continuar el legado Potter. Digo, será mi apellido en un futuro...

— ¿¡Hijos!?

— Tal vez debería leer sobre eso - continuó pensativa Adhara, para luego sonreírle al elegido — Bueno, mis amigos me esperan. ¡Adiós, Potter!

La castaña dio media vuelta con una elegancia que solo los Black poseían y camino hacia la mesa de los Slytherin, donde Draco la esperaba de brazos cruzados.

En todo ese tiempo, Harry solo pudo observarla irse con incredulidad y horror.

— ¿¡Dijo hijos!?

Hermione soltó una gran carcajada ante la mirada de su mejor amigo. Le parecía muy gracioso como Adhara Black tenía cierta adoración por Harry, y este ni siquiera le daba la luz del día. Después de todo, Harry pensaba que Adhara era igual que Draco. Aunque Hermione sabía que eso no era cierto.

Hermione sabía que Adhara era fría y cerrada la mayoría del tiempo, pero también sabía que ella había sido la chica que se había acercado a ella el día después del insulto de Draco para pedirle perdón por lo dicho por su mejor amigo. Era la chica brillante a la que no le interesaba demostrar su conocimiento pues sabía que no debía probar nada; la cual su lealtad rebasaba su instinto de supervivencia, haciéndola nunca dudar en ponerse delante de la gente que amaba para protegerla; era a la que sus ojos le brillaban mientras sonreía sin poder evitarlo ante la presencia del joven Potter.

La de cabello alborotado tenía la leve impresión que lo que ahora era un enamoramiento infantil de parte de la Black, crecería para ser algo más con el tiempo. Que crecería para ser algo hermoso y puro.

Cuando los alumnos menos lo esperaron llegó Halloween y con ello la preparación para el festín. El Gran Comedor había sido decorado con murciélagos vivos; las enormes calabazas de Hagrid habían sido convertidas en lámparas tan grandes que tres hombres podrían sentarse dentro de ellas, y corrían rumores de que Dumbledore había contratado una compañía de esqueletos bailarines para entretenimiento.

Adhara había esperado con emoción el festín y al llegar a este había estado observando la entrada cada que podía con esperanzas de ver al Gryffindor de ojos verdes, aunque este nunca pareció llegar haciéndola resignarse. Así que con un suspiro se concentró en sus amigos y la comida que tenía frente a ella, sonriendo levemente con un brillo en su mirada cada vez que Draco buscaba hacerle cosquillas cuando la miraba distraída.

Realmente, Adhara no sabía cómo explicar la relación entre ella y Draco. Eran primos a segundo grado pero habían sido criados básicamente juntos, lo que los hacía verse más como hermanos aunque realmente no se consideraban ello. En ese momento la palabra Gaélica, Anam Cara, le llegó a su mente. Esta significaba alma gemela, amigo espiritual e íntimo. Es la persona con la que alguien puede abrir libremente su corazón, su mente, y su espíritu, en especial aquellos rincones más oscuros de su interior, con la plena confianza de sentirse protegido y comprendido. Viendo a Draco a su lado, Adhara no tenía ni una duda que esa era la palabra perfecta para describir lo que era el de cabello platinado para ella.

Draco Lucius Malfoy era su anam cara. En todos los años que se llevaban conociendo, en los años que habían sido moldeados por la sociedad purista como estos miraban correcto, ellos habían logrado quebrar las fortalezas del otro impuestas por los que los rodeaban a tan corta edad con solo pequeñas muestras de afecto. Ninguno de los dos había sido muy afectuoso o demostrativo creciendo a pesar de tener madres amorosas y familias que los adoraban, el mar de opiniones de los demás que los rodeaban y sus expectativas siempre haciéndolos sentir como si se ahogaran constantemente; el otro siempre había sido el salvavidas que necesitaban, hasta en las peores de las tormentas.

Adhara daría su vida por Draco, de eso estaba segura.

La castaña estaba agarrando pastel de calabaza mientras escuchaba atentamente a Pansy Parkinson hablar sobre sus planes para Navidad cuando su mano comenzó a temblarle. Por instinto, Adhara volteó a ver al profesor Dumbledore, haciendo que esté la observara, antes de ocultar su mano.

Ella estaba segura que había tomado la poción, no entendía por que esto estaba sucediendo. Una presión en su pecho se hizo presente con una migraña.

Is oriri conatur.

Ipse vult occidere.

Sus ojos se cierran con fuerza y, sin lograr sorprenderla, Draco se dio cuenta de su estado sin necesidad de voltear a verla. La mano del Slytherin colocándose en su hombro mientras la observaba con preocupación. Pero Adhara no pudo recibir calma de la acción porque la voz en su cabeza no dejaba de repetir esas dos frases sucesivamente, subiendo el volumen hasta lograr que todo el ruido en el Gran Comedor pareciera un simple y dulce susurro.

Lo único que Black estaba segura era que algo estaba mal. Algo estaba muy mal.

La castaña solo volvió a la realidad cuando un estruendo le hizo saber que el festín había terminado. Sus ojos abriéndose y cerrándose sucesivamente mientras intentaba recobrar sus sentidos, intentando recordar dónde estaba y con quien.

Pansy, Daphne, y Theo se levantaron sin dar un indicio que se habían dado cuenta de su estado; Draco, por otro lado, se mantuvo fielmente a su lado dándole una mirada que ella conocía muy bien.

El de cabello platinado era muy observador e inteligente, pese a lo que todos pensaban, aunque siempre mantenía para si mismo sus descubrimientos, y esto era gracias a que había sido criado sin muchas oportunidades para dar su opinión. Eso significaba que el Malfoy no era ignorante hacia ciertas ocurrencias alrededor de la Black. El siempre había notado como todos los adultos de las familias puristas miraban a la castaña con cierto respeto en sus ojos mezclado con malicia; había notado como su padre, Lucius, trataba siempre de emparejarlos como si hacerla parte de su familia fuera el deber de Draco; había notado como, cuando eran más pequeños y se escapaban para jugar en las afueras, toda la naturaleza parecía verse más brillante con la llegada de ella; también había notado la manera en que todo el ambiente se tornaba tenso cuando la joven Black perdía el control de sus emociones, como que si un suceso peligroso e irreversible se asomara.

Draco no era tonto, todo lo contrario, por lo que sabía que había algo más en la joven Black, algo que había sido domado pero que había vuelto a descontrolarse luego de su primer año en Hogwarts. Lo había notado en el cambio de actitud de su mejor amiga, la cual ahora se abstenía de hacer magia a menos que fuera completamente necesario, como si estuviera insegura de si misma. También sabía que lo que sea que le pasara a Adhara era algo que estaba en el conocimiento de Snape y Dumbledore.

Al joven Malfoy no le interesaba lo que eso fuera, el solo quería ver bien a su mejor amiga. Así que camino a su lado en silencio, demostrándole su apoyo sin presionarla. Si ella quería que el fuera ignorante ante lo que le sucedía, el sería ignorante, pero nunca la descuidaría.

Salieron del Gran Comedor junto a todos los estudiantes de las diferentes casas, tomando el corredor que los llevaría más rápido a las mazmorras entre charla sonora y alegre.

Y, de repente, la charla y bullicio cesó.

La señora Norris, la gata del conserje, estaba colgada por la cola en una argolla de las que usaban para sujetar antorchas. Estaba rígida como una tabla con los ojos bien abiertos y fijos. Y en el espacio entre dos ventanas, brillando a la luz que arrojaban las antorchas, había en el muro unas palabras pintadas de más de un palmo de altura.

LA CÁMARA DE LOS SECRETOS HA SIDO ABIERTA.
TEMAN, ENEMIGOS DEL HEREDERO.

Y, por si fuera poco, en el centro de todo se encontraba el famoso trío de oro.

Adhara, Theo, Pansy, y Daphne compartieron una mirada pues ellos sabían la historia de la Cámara. Sus familiares se habían asegurado de contárselas ese verano para la confusión de los menores, aunque ahora parecían entender.

Draco, como era de esperarse, decidió tomar el control de la situación. Todos los Slytherin sabían lo que eso significaría para ellos, pero no debían demostrarlo. No debían actuar como si supieran la gravedad del asunto, debían actuar como todos los veían. Debían actuar como los inconsiderados villanos de la historia como siempre habían sido pintados, solo así la situación parecería menos grave. Todos tendrían a alguien que culpar y eso, después de todo, siempre era mejor que el agrio sabor que dejaba lo desconocido.

— ¡Teman, enemigos del heredero! ¡Los primeros serán los sangre sucia!

A la castaña ni siquiera le molestó el insulto de su mejor amigo, sus ojos fijos en lo que estaba escrito en la pared.



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