III/III - Divina Rebelión
Mientras las notas del coro resonaban en la iglesia, Lee Heeseung, completamente ajeno a la tormenta que se gestaba en la vida de Jaeyun, continuaba entregándose con devoción tanto al coro como a su relación especial con Jaeyun. La armonía de su amor, que solía ser una melodía llena de alegría y complicidad, comenzaba a experimentar una disonancia imperceptible.
Los días seguían su curso, pero el cambio sutil en la actitud de Jaeyun no escapó a la atención de Heeseung. Cada mirada esquiva, cada pausa incómoda en las conversaciones, tejía una sombra silenciosa sobre su felicidad compartida. Aunque Jaeyun intentaba disimular sus preocupaciones, la conexión que compartían estaba empezando a mostrar grietas.
Fue durante un ensayo apasionado del coro, donde las voces se unían en una armonía celestial, que Heeseung notó un matiz de melancolía en la mirada de Jaeyun. Sus ojos, una vez llenos de luz y entusiasmo, ahora reflejaban una sombra de inquietud. La música, en lugar de ser una fuente de consuelo, se volvía testigo silente de la creciente discordia en sus corazones.
Jaeyun, con la mirada sombría, se acercó a Heeseung. —Necesitamos hablar—, dijo, llevándolo a un rincón apartado.
Las lágrimas en los ojos de Jaeyun rompieron el corazón de Heeseung mientras compartía la difícil realidad de la desaprobación de sus padres y la presión para renunciar a su amor. La noticia dejó a Heeseung aturdido y desgarrado entre el amor que sentía y el dolor que su pareja estaba experimentando.
Ante la creciente adversidad, Jaeyun tomó una decisión dolorosa, pero, a su parecer, necesaria para proteger a Heeseung. —Heeseung, estoy luchando contra las expectativas y la desaprobación de mis padres. No puedo soportar verte atrapado en este torbellino conmigo. Necesito que nos distanciemos por un tiempo—, confesó Jaeyun, su voz temblorosa reflejando la angustia interna.
Heeseung, sorprendido y apesadumbrado, buscó los ojos de Jaeyun en busca de alguna señal de que esto era solo temporal. —Jaeyun, no puedo simplemente alejarme. Estamos juntos en esto. Enfrentaremos las adversidades como pareja, ¿no es así?
Jaeyun, con el corazón roto, asintió. —Sé que es injusto para ti, pero necesito tiempo para encontrar una solución. Quiero que estemos juntos, pero ahora mismo, enfrentar a mis padres y a la comunidad solo nos lastimará a ambos.
En medio del drama y la adversidad, la iglesia, que una vez fue un refugio espiritual, se convirtió en el escenario de una lucha por el amor y la aceptación. El destino de Lee Heeseung y Sim Jaeyun estaba intrínsecamente ligado a la voluntad de seguir sus corazones y desafiar las expectativas impuestas por su comunidad.
Mientras la tormenta emocional de Jaeyun y Heeseung continuaba, un nuevo giro se avecinaba en su historia.
Yang Jungwon, un miembro de la comunidad que raramente era visto en la iglesia pero que Jaeyun y Heeseung reconocían de encuentros casuales en las calles, apareció de repente en medio de la congregación.
Jungwon, con su presencia tranquila pero decidida, cerró la puerta detrás de él. Sus ojos se encontraron con los de Jaeyun y Heeseung, quienes, desconcertados, lo observaban mientras avanzaba hacia ellos. —¿Podemos ir a un lugar más privado? Quiero hablarles sobre algo —anunció Jungwon, su voz resonando en la quietud de la iglesia.
Jaeyun, aunque sorprendido por la inesperada aparición de Jungwon, asintió y condujo a Heeseung hacia un cuarto oculto de la iglesia, un espacio alejado de las miradas indiscretas.
Una vez allí, Jungwon rompió el silencio. —Sé sobre ustedes dos, y no es por casualidad. Jongseong me contó todo.
Las miradas de Jaeyun y Heeseung se encontraron, mezclando sorpresa con temor. La noticia de su relación, hasta ahora un secreto compartido solo entre ellos, había llegado a oídos de otros.
Jungwon, notando la angustia en sus rostros, apresuró a tranquilizarlos. —No se preocupen, no estoy aquí para juzgarlos. Jongseong me habló de lo que notó en ustedes y, lo siento, pero escuché sobre la situación en tu casa Jaeyun.
El cuarto oculto de la iglesia se llenó de un silencio pesado, solo roto por el eco de las palabras de Jungwon.
—Entiendo lo difícil que debe ser para ustedes —continuó Jungwon—. Y quiero ofrecerles ayuda. Jongseong y yo hemos estado planeando algo, y creemos que podríamos ayudarlos a escapar de esta situación.
Heeseung, incrédulo, miró a Jaeyun en busca de alguna señal de qué pensar al respecto. Jaeyun, aunque cauteloso, asintió, deseando desesperadamente encontrar una salida de la opresión que los rodeaba.
Jungwon, con una expresión seria, prosiguió explicando su propuesta. —Tenemos una pequeña propiedad en las afueras del pueblo, un refugio donde podrían vivir sin la constante presión y desaprobación de esta comunidad. Además, les proporcionaremos algo de dinero para que puedan sobrevivir sin depender de sus padres hasta que consigan un empleo.
Heeseung, aún procesando la información, no pudo evitar preguntar: —¿Por qué estás haciendo esto? ¿Cuál es tu interés en ayudarnos?
Jungwon tomó un momento antes de responder, sus ojos reflejando una mezcla de determinación y comprensión. —Jongseong y yo estamos planeando hacer lo mismo en el futuro. Cuando yo alcance la mayoría de edad, podremos usar la herencia que dejó mi abuela, nos iremos de este conservador pueblo. Entendemos lo difícil que es vivir aquí, y queremos ofrecerles una oportunidad para que no tengan que enfrentar esto solos.
Las palabras de Jungwon resonaron en el pequeño cuarto, creando un silencio que solo se rompía con el susurro del viento en el exterior. Heeseung miró a Jaeyun, y en sus ojos se reflejaba la esperanza entremezclada con la incredulidad.
—No esperamos que tomen esta decisión de inmediato —añadió Jungwon—. Tómense el tiempo que necesiten para considerarlo. Pero queríamos que supieran que no están solos en esto. Si deciden aceptar nuestra ayuda, estaremos aquí para apoyarlos.
Con esas palabras, Jungwon dejó que la propuesta colgara en el aire, dándoles el espacio para procesar toda la información. Mientras tanto, la iglesia seguía envuelta en su propio silencio, ajena a la complejidad de la lucha interna que se desarrollaba en el pequeño cuarto oculto. El peso de la decisión se posó sobre los hombros de Heeseung y Jaeyun, y en ese instante, el cuarto pareció empequeñecerse ante la magnitud de las emociones que se desataban.
Jaeyun, con la voz temblorosa, finalmente rompió el silencio. —Jungwon, ¿cómo es posible que el pueblo no se haya enterado de tu relación con Jongseong? Digo, ¿Cómo lograron mantenerlo en secreto?
Jungwon suspiró, compartiendo una mirada significativa con Jaeyun antes de responder. — Aprendimos a ser discretos y a seleccionar cuidadosamente con quiénes compartíamos nuestra verdad. Entendimos que no todos en este pueblo son dignos de confianza, y preferimos evitar caer en el juego de Sunoo, quien parece disfrutar sembrando discordia y Riki cosechandola en la plaza central. Optamos por ser selectivos en nuestras relaciones y no dejar que nuestra vida privada se convirtiera en entretenimiento para otros.
Heeseung asintió, comprendiendo la necesidad de mantener la privacidad en un entorno tan intrusivo. Sin embargo, la intriga aún brillaba en sus ojos mientras esperaba más detalles.
Jungwon continuó, su tono revelando una mezcla de experiencia y determinación. —No queríamos terminar como Sunghoon, él no tuvo otra opción que seguir adelante con su mentira sobre estudiar, y ahora está atrapado en una red de engaños que solo lo hace más vulnerable. Nosotros, en cambio, decidimos ser más cautelosos y planificar nuestro escape de una manera que minimizara el daño a nuestras vidas.
Jaeyun y Heeseung asimilaron la información, reconociendo la sabiduría en la discreción de Jungwon y Jongseong. La conversación había destapado una realidad oculta en el pueblo, donde las apariencias engañaban y las verdades eran cuidadosamente resguardadas.
—Entendemos que esta decisión es abrumadora —añadió Jungwon—. Pero queremos ofrecerles una alternativa. Repito, no están solos, y hay una forma de escapar de la opresión de este lugar.
Heeseung, aun procesando todo, preguntó con sinceridad: —¿Por qué estás haciendo esto por nosotros? ¿Qué ganan ustedes al ayudarnos?
Jungwon sonrió con tristeza. —Porque sabemos lo que es enfrentar la intolerancia de este pueblo. Queremos ayudar a otros a liberarse de estas cadenas, y creemos que merecen una oportunidad de vivir sus vidas auténticamente. La herencia que tengo de mi abuela nos permitirá hacerlo, y queremos compartir esa libertad con aquellos que la buscan.
El cuarto oculto de la iglesia se llenó nuevamente de silencio, pero esta vez estaba impregnado de posibilidades. Las paredes que antes parecían cerrarse alrededor de Jaeyun y Heeseung ahora se abrían a una salida, a una oportunidad de vivir sus vidas sin el peso de la intolerancia y el juicio. La elección estaba frente a ellos, y cada palabra de Jungwon resonaba como un eco de esperanza en el oscuro rincón de la iglesia.
Jaeyun miró a Heeseung, y en sus ojos se reflejaba una mezcla de miedo y determinación. La idea de dejar todo atrás, incluso la familiaridad opresiva del pueblo era abrumadora. Pero al mismo tiempo, la perspectiva de una vida donde su amor pudiera florecer sin restricciones se volvía irresistiblemente atractiva.
Heeseung tomó la mano con quemaduras de Jaeyun, su dedo entrelazándose con el suyo en un gesto de solidaridad. —Jaeyun, hemos enfrentado la intolerancia juntos desde el principio. Esto... esto podría ser nuestra oportunidad de realmente vivir, de ser libres.
Jaeyun asintió lentamente, su corazón latiendo con fuerza. —Heeseung, estoy asustado, pero... creo que deberíamos hacerlo.
La decisión estaba tomada, y una sensación de liberación comenzó a filtrarse en sus corazones. Se enfrentarían a lo desconocido juntos, pero al menos lo harían como ellos mismos, sin las cadenas de la intolerancia que habían caracterizado su vida hasta ese momento.
Jungwon, observando la determinación en los ojos de Jaeyun y Heeseung, asintió con respeto. —Están tomando una decisión valiente. No será fácil, pero estaremos aquí para apoyarlos en cada paso del camino.
Con esa aceptación, el peso de la decisión se hizo más liviano. Las lágrimas en los ojos de Jaeyun y Heeseung ahora eran lágrimas de esperanza, y la oscuridad del cuarto oculto parecía disiparse ante la luz de una nueva posibilidad.
Jungwon, con una mirada llena de determinación, empezó explicando su plan detallado. — La clave está en la discreción. Verán, Jongseong conoce el comportamiento de los miembros de la iglesia, y sé cuál es el momento perfecto para su escape. La última misa del día es caótica; la gente está más ocupada hablando entre ellos que prestando atención a su entorno. Ese será el momento en que Jongseong y yo los encontraremos detrás de la iglesia.
Susurros de asombro se escaparon involuntariamente de los labios de Jaeyun y Heeseung. La idea de un plan meticuloso para su fuga les daba una sensación de seguridad en medio del caos que estaba desatándose en sus vidas.
Jungwon continuó con una sonrisa. —Estaremos esperándolos con las llaves de la propiedad y algunas indicaciones para llegar. Esta noche, después de la última misa, vengan con lo esencial en sus mochilas. No necesitarán mucho; queremos asegurarnos de que su partida sea lo más imperceptible posible.
Heeseung y Jaeyun asintieron, absorbidos por la esperanza que esta oferta representaba. Aunque el temor aún se aferraba a sus corazones, la posibilidad de una nueva vida fuera del pueblo los llenaba de determinación.
Jungwon concluyó con firmeza: — Estamos haciendo esto porque creemos que merecen una oportunidad de ser felices sin esconder su verdadero yo. Nadie debería vivir con miedo y opresión.
La conversación quedó suspendida en el aire, la realidad de la decisión que Jaeyun y Heeseung enfrentaban se hundió más profundamente en sus almas. Pero ahora, junto con el peso, también llevaban consigo la chispa de esperanza proporcionada por Jungwon y Jongseong.
El día avanzó y la jornada se desenvolvía como cualquier otro, aparentemente tranquila y rutinaria. Sin embargo, la tensión en el aire era palpable, como si la iglesia misma resonara con la disonancia que se filtraba en las armonías del coro.
En los momentos de ensayo, Jaeyun luchaba por mantener la compostura mientras Heeseung buscaba su mirada, anhelando la conexión que solían compartir. La música, que antes fluía naturalmente entre ellos, ahora era una barrera que reflejaba la brecha que se estaba formando. La armonía del coro se veía amenazada por la tormenta interna que se gestaba en el corazón de Jaeyun y Heeseung.
A medida que avanzaba el día, las miradas entre Jaeyun y Heeseung se volvían más cargadas de significado. La decisión pendiente sobre su futuro colgaba sobre ellos como una espada, amenazando con cortar la única constante que les había dado consuelo. Cada ensayo se volvía una batalla silenciosa, donde la música, en lugar de ser un refugio, se convertía en un recordatorio doloroso de lo que estaba en juego.
La tarde avanzaba, y la iglesia se llenaba de la luz dorada que filtraba a través de los vitrales. El sonido de los ensayos resonaba en las paredes, pero en la mente de Jaeyun y Heeseung, la melodía estaba fragmentada, desgarrada por la incertidumbre de su futuro.
Finalmente, llegó el momento de la última misa del día. Las campanas resonaron en la distancia, marcando el inicio de la ceremonia que, para Jaeyun y Heeseung, llevaba consigo la carga de una despedida. El coro, una vez símbolo de unidad, ahora se convertía en un testigo silencioso de su lucha interna.
Bajo la luz tenue de las velas, Jaeyun y Heeseung se encontraron en un rincón de la iglesia, alejados de las miradas indiscretas. El murmullo de la congregación y las oraciones se mezclaban con sus susurros apresurados, creando una sinfonía de despedida. Los rostros de ambos reflejaban la gravedad de la decisión que estaban a punto de tomar.
La última misa del día se acercaba, marcando el inicio de una nueva fase en la vida de Jaeyun y Heeseung. Mientras las notas finales del coro se desvanecían en el aire, los dos se miraron con determinación, recordándose mutuamente la razón por la que habían tomado esta difícil decisión.
Al llegar el momento acordado, Heeseung y Jaeyun se dirigieron hacia el rincón detrás de la iglesia. La congregación se disolvía, sumida en sus propias conversaciones y sin prestar atención a los dos jóvenes que se escabullían hacia la libertad.
En la penumbra, Jongseong y Jungwon los esperaban. Una sonrisa comprensiva jugaba en los labios de Jungwon mientras entregaba las llaves y proporcionaba las indicaciones necesarias. —Estamos aquí para ustedes. La casa no es lujosa, pero es un refugio donde podrán ser ustedes mismos.
Jaeyun y Heeseung agradecieron con la mirada, sintiendo la gratitud y la esperanza florecer en sus corazones.
—Recuerden, esto es solo el comienzo de su historia fuera de estas paredes restrictivas — dijo Jongseong, su voz resonando con la experiencia de quien también había enfrentado la intolerancia.
Así, entre la oscuridad de la noche y la promesa de un nuevo amanecer, Jaeyun y Heeseung tomaron las llaves que simbolizaban su libertad.
El pueblo y la iglesia quedaron atrás, pero la incertidumbre y la esperanza viajaban con ellos hacia el horizonte desconocido.
El sonido de la última misa se desvaneció mientras se adentraban en la noche, dejando atrás un capítulo de sus vidas y abrazando la posibilidad de un futuro donde su amor no estaría marcado por la condena.
La lluvia, como lágrimas del cielo, caía implacable sobre ellos mientras abandonaban el pueblo que los había condenado como pecadores. El sonido de las gotas golpeando sus cuerpos resonaba en la desierta calle, creando una sinfonía de despedida. Cada paso marcaba un desafío, una huella audaz en el camino hacia un destino incierto.
¿Qué aguardaba más allá de las sombras que dejaban atrás? La incertidumbre se cernía sobre ellos como una nube oscura en el horizonte.
Jaeyun miró hacia atrás, su mirada perdida en el rastro del pueblo que se desvanecía en la neblina de la lluvia.
¿Se arrepentirían de la decisión audaz que estaban tomando, o encontrarían la libertad que tanto ansiaban en el horizonte desconocido que se extendía ante ellos como un lienzo en blanco?
—Somos pecadores a los ojos de este lugar, pero prefiero ser un pecador contigo que vivir una mentira. —, declaró Jaeyun, su voz resonando con una mezcla de valentía y temor. Las palabras flotaban en el aire cargadas de significado, como un desafío a las cadenas que los habían atado durante tanto tiempo.
¿Serían capaces de construir un nuevo hogar donde su amor no fuera condenado, o serían perseguidos por las sombras del pasado?
Heeseung asintió, su mano sosteniendo la de Jaeyun con fuerza, como un lazo indestructible tejido con las promesas de un futuro incierto. —Somos pecadores, Jaeyun, pero nuestro amor no merece ser juzgado. Merecemos ser felices —, afirmó con determinación. Las palabras resonaron como un eco de esperanza en medio de la tormenta, desafiando las expectativas de un mundo que no entendía ni aceptaba su amor prohibido.
¿Podrían encontrar la felicidad en un universo que parecía estar en su contra?
Caminaron juntos, las gotas de lluvia entrelazándose con sus lágrimas. Cada paso era un desafío, una declaración de independencia contra las normas que los habían oprimido.
¿Podrían superar los desafíos que seguramente les aguardaban en su búsqueda de la libertad, o serían arrastrados por la tormenta que simbolizaba su escape?
Al llegar al límite del pueblo, la lluvia se intensificó, como si el universo mismo cuestionara su decisión audaz. Se detuvieron un momento, enfrentándose a la incertidumbre con miradas decididas.
¿Qué les depararía el futuro fuera de las fronteras conocidas?
La lluvia, ahora torrencial, los envolvía como una manta de interrogantes. —Listos para un nuevo comienzo, Jaeyun —, dijo Heeseung, su voz resonando con determinación en medio del diluvio.
Jaeyun tomó la mano de Heeseung, uniendo sus destinos en un pacto silencioso que trascendía las palabras.
Las palabras se perdían en el estruendo de la lluvia, pero la promesa que encerraban vibraba en el aire. La respuesta estaba tallada en las sombras del destino, y solo el tiempo develaría si el amor de Jaeyun y Heeseung podría sobrevivir en un mundo que, ciego ante su valentía, susurraba conspiraciones en cada rincón.
Cautivos en la red de su propio destino incierto, se adentraron en la noche como fugitivos de un amor maldito, llevando consigo el peso de una pregunta que resonaba en las sombras: ¿serían devorados por la oscuridad que les perseguía, o encontrarían un refugio en las penumbras que abrazaban su desafío?
"Que todo lo que hagan sea hecho con amor"
Corintios 16:14
Holaaaa jajsja, cuéntenme si le gusto esta pequeña historia ajsj leí más la biblia para escribir esto que para hacer mi comunión 🫦
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