I | 𝕮𝖗𝖊𝖕ú𝖘𝖈𝖚𝖑𝖔
Venus en diecisiete años había recorrido una muy grande parte del mundo y Forks no se parecía a ninguno de ellos.
Había llegado al pueblo aproximadamente hace unos dos meses, antes vivía en Olimpia junto a su madre.
Sus padres se habían divorciado cuando apenas tenía ocho años, no tenían las mismas ideas, su padre quería formar una gran empresa en Italia y su madre quería viajar el mundo, ambos decidieron dejarse ir.
Su madre era doctora y se dedicaba a ayudar a minorías en peligro en otros países, personas que no tenían la atención médica que necesitaban.
Pasó la mayor parte de su infancia entre tribus y etnias de todo el mundo, aprendió muchas cosas: idiomas, culturas, expresiones, entre otras.
Pero lo que más la marcó siempre eran las historias que había aprendido, la forma de vivir que tenían esas personas, desde su respeto a los animales y la naturaleza, hasta sus fascinantes leyendas de criaturas míticas.
Aun así aquello no había sido siempre lindo, más de una vez se enfermó con enfermedades muy peligrosas por ayudar a su madre y más de una vez puso su vida en grave peligro, era una chica inquieta y por esa misma razón había terminado cara a cara con animales peligrosos en más de una ocasión.
Pero aquí estaba.
Su madre había dejado toda aquella vida por una simple razón, se había enamorado perdidamente del jefe de policía de Forks.
Charlie Swan había ayudado a la mujer hace años cuando había decidido explorar Washington y había terminado sin gasolina en Forks.
Venus la verdad adoraba al hombre, él tenía con quien ver partidos y comerse una buena hamburguesa, ya que la madre de la chica era vegetariana.
Forks se había vuelto su hogar, había hecho amigos y todo iba bien.
Solo que un cambio se acercaba, Isabella Swan era la única hija de Charlie, vivía con su madre en Arizona, pero ahora viviría con ellos.
Venus estaba emocionada, nunca había tenido una hermana y ahora tendría una, aunque era su hermanastra en realidad.
Así que con Charlie había hecho todo para hacer la llegada de la chica más cómoda, había ayudado a lavar su nueva camioneta junto a Jacob y había elegido nuevas sábanas junto a su madre.
Lorelai era un arcoíris en persona, la mujer era alegría pura y estaba demasiado emocionada por la llegada de bella.
[...]
Venus terminaba de pintar el techo de su habitación cuando un grito la interrumpió.
—¡Llegaron!— gritó su madre desde la cocina.
Venus se maldijo, quería estar presentable y ahora estaba llena de pintura.
Corrió hacia el piso de abajo para ayudar a Charlie con las maletas de la chica.
—¡Hola!— le sonrió acercándose a ambos— Soy Venus, pero puedes llamarme Vee.
Estiro su mano, pero luego la retiró nerviosa al ver esta llena de pintura.
—Isabella, llámame Bell— le sonrió algo incómoda.
—Picasso, tienes pintura en el cabello— la molesto Charlie, levantando una mano para mover este.
—¡Oye!— golpeó su mano— vamos, te ayudo con tus maletas Bella.
Y luego volvió a recordar sus manos.
—Mejor la ayudó yo, Picasso— le sonrió Charlie tomando las maletas de la chica.
Bella había escarchado a Charlie hablar de ella todo el cambio y tenía razón, era muy animada.
Los tres se encaminaron dentro de la casa donde Lorelai sonreía emocionada.
—¡Hola, Isabella!— se acercó la mujer— ¡Eres hermosa!— besó ambas mejillas de la chica dejándola algo aturdida.
Pero luego recordó que la mujer era italiana.
—Hola— bella le ofreció una tímida sonrisa antes de seguir a Charlie y Venus arriba.
—Tu habitación— sonrió el hombre dejando las maletas de la chica en el piso— Venus eligió las sábanas.
— Tu padre quería rosadas— le susurró— logré convencerlo a al menos morado.
Bella le sonrió agradecida.
—¡Escuche eso!— se quejó el hombre— y el rosado es un muy lindo color.
—¿Ósea que puedo pintar la cocina de rosado?
El hombre negó rápidamente.
—Entendí, está bien. Las dejaré para que hablen.
Salió de allí.
—Es emocionante que estés aquí, tu padre habla siempre la gran chica que eres— comenzó a decir la italiana— y cualquier cosa que necesites, estoy en la habitación de al lado.
—Pensé que serías engreída, ¿sabes?— rio la castaña— que eras de esas chicas que me diría que ahora este es tu lugar, algo así.
—Jamás diría eso, en todo caso este es tu lugar— le sonrió— es tu casa y tu familia, yo únicamente soy una nueva adición a esta y la verdad si quiero llevarme bien contigo.
—Supongo que ahora es nuestra familia, ¿no?
—Es solo raro, no me gusta el término hermanastras.
—A mí tampoco la verdad, por cierto deberías de darte una ducha— rio cuando vio que al pasarse una mano por la cara se había ensuciado más— ¿pintas?
—Si a ambas cosas, es mi pasatiempo favorito claro y la natación. Me daré una ducha y luego vuelvo ¿sí?
Bella solo asintió, comenzado a organizar algunas cosas.
[...]
—No jodas— reía bella al escuchar una de las anécdotas de viaje de Venus.
—Lo juro, fue muy divertido y mamá estaba en shock— reía también la chica— está tan emocionada de tener a alguien más vegetariano en esta casa, digamos que Charlie y yo comemos demasiadas hamburguesas para su gusto.
—Bueno, aquí estoy y me imagino que con tantos viajes debe de ser muy buena cocinera.
—Ni te imaginas, pero normalmente compramos comida o cocino yo— aclaro— mamá, a veces se queda hasta muy tarde en el hospital y Charlie en la comisaría, ahora tendré quien me haga compañía.
—Chicas, bajen por favor— gritaba la rubia desde el primer piso.
Venus sabía que era sobre el regalo de Bella así que tomó a la chica de la mano corriendo escaleras abajo.
Al salir de la casa Charlie estaba junto a Jacob y Billy Black.
—Bella, ¿recuerdas a Billy Black?— preguntó su padre.
—Sí, te ves bien— estiro su mano al hombre.
Venus aprovechó para correr y abrazar a Jacob.
—Jakey— gritó abrazado la espalda del chico.
—Vee— gritó este en respuesta.
Venus pasaba mucho de su tiempo en la reserva por el simple hecho de que desde la primera vez que fue, la amaron.
—Sigo bailando— le respondió el hombre a Bella con una sonrisa—Venus, hola para ti también— se burló el hombre, pues la chica lo había pasado de largo sin darse cuenta.
—Hola, Billy.
—Charlie no ha dejado de hablar de ti desde que lo llamaste, Bella— le dijo el hombre a la muchacha haciendo que Charlie negara.
—Sigue exagerando y te tiraré al lodo— molesto Charlie.
—Después de que te atropelle los tobillos— comenzó a perseguirlo en silla de ruedas.
—Bella, él es Jacob— los presento Venus.
—Sí, solíamos hacer pasteles de barro cuando éramos pequeños— le recordó a la castaña.
—Oh, sí, recuerdo— miro a los dos hombres—¿son siempre así?— pregunto a Venus que negó riendo.
—Se pone peor con la edad.
La castaña rio hasta que ambos hombres se acercaron.
—¿qué piensas de la camioneta?— preguntó su padre, Bella lo miró confundido.
—¿De qué?
—Tu regalo de bienvenida— señaló la camioneta el hombre, los ojos de bella se abrieron con emoción.
—¿Esto?—señaló el auto mientras Venus sonreía.
—Se lo compré a Billy.
—Entre Venus y yo le reconstruimos el motor y la lavamos— informó Jacob abrazando a la pelinegra.
—¿te gusta?— dijo esta con esperanza.
—¡Esto es perfecto!— gritó emocionada subiendo al auto junto a Jacob.
Venus la miraba feliz, de verdad esperaba que le gustara y lo había hecho.
Bella le sonrió y pensó un momento sus siguientes palabras.
—Es de ambas, Vee— se refirió a la camioneta— viviremos juntas, el auto es de ambas, eso hacen las hermanas comparten cosas ¿no?
Venus literalmente gritó de felicidad sacando a Jacob del auto a patadas, abrazó a Bella con todas sus fuerzas sonriente.
—¡Gracias, Gracias!
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