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─────̥⤷📓꒦꒷🩸°•
Spencer en realidad no podía estar más tiempo dentro de la oficina y escuchar como sus compañeros de trabajo hablaba con sus antiguos compañeros de secundaria, a quienes le estaban pidiendo una reunión de emergencia y les tenían que mentir solo un poco para que accedieran a presentarse.
Por eso mismo, se había prestado para ir por cafés para todos, ya que Blake había hecho mención del mal café que tenían en la estación de policías.
Manejo sin prisa hasta la cafetería más cercana, la cual recordaba desde que era un niño y en su regreso a la estación de policías, solo recordaba una y otra vez las palabras de Mason.
¿Es que acaso así es como el UnSub dejaría de matar?
La respuesta era simple y esa era no.
Estaba seguro de que las disculpas no arreglarían el traer de regreso a las cinco personas que ya han muerto, pero quizá, esas disculpas podrían atraer una reacción ante uno de sus compañeros y, ese sería nada más y nada menos que el UnSub.
Pero después, estaba esta idea en Spencer: ¿qué si el UnSub no forma parte de su grupo de química? Recordaba bien que la secundaria en la que estudio había un total de 335 alumnos mientras el cursaba su último año.
¿Qué si tenían que expandir su búsqueda a esos 335 alumnos y le daban más tiempo al asesino a que continuara matando?
Tan solo pensar aquello le provocaba nervios.
Estacionó la camioneta y bajo con cuidado cargando las dos pequeña charolas portavasos, apretó sus labios intentando maniobrar y continuó con su camino a la puerta de cristal para poder entrar a la estación.
Sin embargo, nunca noto que mientras el intentaba abrirla para entrar, del otro lado, alguien se encontraba saliendo sin mirar siquiera que Spencer se encontraba ahí.
Hubo un desastre de bebidas y quemaduras debido a la temperatura tan alta en la que se encontraba el café.
—¡Mierda! —exclamó Spencer dando un brinco y sosteniendo una charola que tambaleó.
Si bien logró salvar cuatro cafés, tres no tuvieron la misma suerte.
Se escuchó la exclamación por parte de la mujer que había provocado aquello.
—¡Cuánto lo siento! Dios, ¡que estúpida!
Spencer quiera darle la razón en eso, pero al reconocer aquella voz alzó su mirada y dejó de limpiar su camisa.
Frente a él, se encontraba nada más y nada menos que Harper Hills.
La recordaba con adorable sonrisa y mirada encantadora a sus quince años; ahora con sus treinta cinco años lucia completamente bella.
Seguía teniendo esa chispa de alegría en sus ojos olivo y sus dientes lucían aún más perfectos de lo que Spencer recordaba; su piel se luce suave y su cabello dorado tenía ligeros destellos castaños.
—S-Spencer —tartamudeó algo nerviosa, al reconocerlo.
—Harper —le llamo algo sorprendido.
Ella lo recordaba.
—Oh por Dios, cuanto lo siento, no era mi intensión tirarte todo el café —confeso realmente apenada, mientras sus mejillas se tornaban ligeramente rosadas.
—Ah, n-no, de-descuida y-yo debí, debí notar que salías —respondió tartamudeando sin poder evitarlo.
En algunas ocasiones era complicado para Spencer tener un contacto con las mujeres, pero con Harper todo era simplemente más difícil: ella era su crush de secundaria y después de casi veinte años estaba volviéndola a ver.
¿Cómo se supone que tenía que hablar con ella?
—No, yo debí ver que tu entrabas —le corrigió Harper.
La vio tomar los envases ya vacíos de café que se encontraban en el suelo y ladeo una mueca.
—Lo compensare, lo juro —susurró—. ¿Eran americanos? Iré a comprarlos ahora...
—Harper —le interrumpió—. Descuida, fue, fue un accidente —murmuró.
Harper ladeo una mueca y tiro los envases de café (ahora vacíos) y la charola portavasos de cartón en el basurero más cercano.
Ambos se miraron por unos segundos, hasta que Spencer no logro resistir aquella mirada tan curiosa que portaba la mujer.
—Y, ¿Qué te trae de nuevo a Las Vegas? —curioseó Harper, acariciando su brazo.
—Oh, trabajo —aclaró ladeando una mueca.
Harper pareció recordar algo—: Claro, eres agente del FBI, ¿no?
Spencer parpadeo dos veces continuas al escucharle decir eso.
—Mi hermanito se muere por ser agente del FBI —comentó rodando los ojos con una pequeña sonrisa—. Ha leído todos los libros del Agente Rossi y también algunos de tus ensayos, es un gran admirador tuyo —comentó ladeando una sonrisa.
A Spencer le sorprendió aquello.
El no suele tener admiradores normales y quizá, eso le preocupo un poco.
—¿Qué edad tiene? —curioseó de forma inocente.
—Trece años —respondió suspirando—. Sí, dice que si no es agente del FBI entonces trabajará en un McDonalds.
Spencer no pudo evitar mostrar una pequeña sonrisa ladina, inclinó su cabeza algo tímido.
—Yo... de nuevo, lo siento por lo del café —susurró Harper, carraspeando un poco.
—No hay cuidado, Harper —murmuró.
—Y... bueno, yo... debo irme —apretó sus labios mientras señalaba el carro. Un Mercedes clásico del año se encontraba aparcado a unos cuantos metros—. Pero, me dio gusto verte... en serio —confesó ladeando una sonrisa tímida.
Antes de que ella se dirigiera a su carro, Spencer le detuvo—: Espera, Harper.
La rubia se giró sobre sus talones y con curiosidad observó a Spencer ladear sus labios.
—¿Ya te enteraste? Lo que...
Se vio interrumpido por Harper.
—Sí —susurró. Spencer pudo ver cómo su mirada se entristecía—. Mason me comentó —explicó cruzándose de brazos, ligeramente temerosa—. Yo, vine a entregarle su medicamento y, me dijo que fuera con cuidado —dijo inclinando su cabeza.
Spencer achinó una poco sus ojos y asintió lentamente su cabeza.
—Sí, ten cuidado y, cualquier cosa... sólo márcanos —pidió en voz baja.
Antes de que subiera al cuarto, se detuvo y caminó hacia él algo apurada.
—Y, Spencer... lo siento —se disculpo juntando sus manos—. Sé... sé que lo que viviste en la secundaria no debería vivirlo nadie —murmuró—. Perdón por no hacer algo que detuviera todo eso.
—Descuida —susurró Spencer ligeramente perplejo.
Dos personas ya se habían disculpado con él por todo el daño que había sufrido en su etapa de secundaria y en realidad no sabía cómo sentirse al respecto.
Harper asintió con su cabeza, inclinó su cabeza y la alzó una vez más dedicándole una hermosa sonrisa a Spencer.
—Bien, entonces... nos vemos, Spencer —él asintió con su cabeza y ondeó su mano algo tímido mientras la observaba subir al carro.
Al ver como ella salía de ahí, no pudo evitar pensar en el perfil que habían dado sus compañeros y notar las grandes similitudes que había entre Harper y ese perfil.
Pero, por otra parte, era incapaz de creer que Harper hiciera algo así. La recordaba en la secundaria y era una niña relativamente normal, común y corriente. Tenía amigos, mostraba pasión por las clases y no mostraba el perfil de algún psicópata.
Incluso el podía ser considerado el asesino, ¿pero Harper? No, ella simplemente no.
—Spencer —se giró sobre sus talones y Derek alzó una ceja—. ¿Decidiste darte un baño en café? A Blake le dará un infarto si no consume cafeína...
—Tuve un pequeño accidente —confesó caminando hacia él—. Pero aquí están, cuatro cafés americanos —le tendió la charola a Derek quien lo miró curioso.
—¿Todo bien, niño bonito?
—Sí, ¿ya dieron el perfil?
—No, te estamos esperando. ¿Estás listo?
Asintió con su cabeza y siguió a Derek para entrar a la estación de policías, donde el resto de policías esperaban al equipo de la UAC para que dieran el perfil del asesino y atraparan de una vez por todas al UnSub.
Nota de autora:
¿Qué onda raza cómo andan? Yo deseando ser Margot Robbie, por?
Espero les haya gustado el capítulo, nos leemos pronto 💖
Lots of love, Cici x
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