025. An Outcast's Greeting
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━━ chapter 025
an outcast's greeting
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—¡ARRRGH! ¡Llevamos aquí horas y no hemos encontrado nada!
Hiccup le frunció el ceño a Snotlout.
—¡Llevamos aquí durante diez minutos! ¡Y tú no has hecho nada más que construir eso! —señaló un castillo hecho de palos y piedras en la orilla arenosa, y Snotlout jadeó.
—Eso es la Casa Solariega Snotlout —afirmó mientras caminaba hacia allí, colocando una mano orgullosa sobre las ramitas que la mantenían unida—. Y ahora sólo necesito una reina... —le sonrió a Astrid, y ella simplemente le dio un manotazo para tirarlo hacia la arena—. ¡Aghh!
Tuffnut de repente rugió de rabia y pisoteó con un poderoso pie la Casa Solariega Snotlout, destruyéndola y tirándola al suelo. Su gemela miró con alegría. Las manos de Snotlout volaron a sus mejillas.
—¿Qué... qué haces?
Tuff se detuvo para decir:
—Asolando el castillo —flexionó los músculos—. Nosotros, los vikingos, atacamos las casas solariegas de los demás. Garrrrrr —pisoteó un poco más y Snotlout gritó indignado, derribándolo. Aterrizaron en la arena, rodando sobre ella antes de detenerse frente a Asrifth. Levantó la nariz y pasó por encima de ellos, antes de volver a concentrarse en el Libro de los Dragones que, por alguna razón, había traído consigo.
Hiccup suspiró, molesto.
—Asrifth, pensé que querías ayudar a recuperar a tu dragón.
—Pues sí —murmuró Asrifth, decidiendo ser molesto y pateando arena en el dibujo de Hott. Miró a su hermano mayor—, pero aquí no encontrarás nada.
—¡Vamos, chicos! —el hijo del jefe se tiró del pelo.—. ¡Ya os lo dije, Mildew les tendió una trampa! ¡Vi unos pies de dragón en casa de Mildew y le vi tirándolos al océano!
Fishlegs avanzó arrastrando los pies, adoptando una postura incómoda entre Astrid y Valkyrie.
—No... no pretendo ser Norbert el Negativo, pero Asrifth tiene razón. El océano es muy, muy vasto. Y nuestras probabilidades de encontrarlos son las mismas que tiene Snotlout de que Astrid...
—No sigas por ahí —ella lo fulminó con la mirada.
Fishlegs se puso rosado.
—No sigo —dijo con una voz anormalmente aguda.
Astrid suspiró.
—Oye, tienen razón —le dijo a Hiccup suavemente—. Aunque Mildew los tirara al océano, no van a aparecer aquí en la playa...
—¡Lo encontré! —Snotlout levantó los brazos en señal de victoria al borde el agua e Hiccup sonrió.
—¡Genial! —le aclaró la garganta con aire de suficiencia a Astrid—. Ehm... ¿decías? —su sonrisa desapareció cuando vio lo que Snotlout realmente sostenía.
—¡No la veía desde que era un bebé! —Snotlout sonrió ante el garrote de madera; pequeño y con la madera pudriéndose, lo golpeó contra su casco con una risa feliz—. ¡Nunca se te olvida tu primera cachiporra!
Hiccup suspiró y agachó la cabeza.
—Seguid buscando... —les dijo a los demás.
Buscaron durante horas en la orilla acuosa tratando de encontrar esos pies de dragón que probaran el astuto plan de Midlew. Pero no encontraron nada. Al final, sólo quedaron Valkyrie e Hiccup en la orilla. Ella lo observó, mirando hacia el horizonte donde la Isla Dragón se asentaba entre la niebla y las rocas distantes. Frunció los labios.
Caminó hasta colocarse a su lado y también miró hacia mar adentro. Se preguntó si Zephyr la estaría mirando, sintiendo la misma desesperación y soledad. Sabía que, por su dragón, tenía que encontrar la forma de demostrar que Mildew estaba equivocado.
Hiccup soltó un suspiro.
—¿Por qué siempre acabo sintiéndome como el fracasado que era antes de conocer a Toothless?
Val lo miró y sintió que sus hombros se hundían.
—Nunca eres un fracasado, no de verdad —él le envió una burla divertida y ella sonrió—. Me refiero a que siempre has sido la persona que eres ahora. Siempre has sido molesto, testarudo y el vikingo más tonto de todos los tiempos.
Él le frunció el ceño.
—¿Gracias?
—Pero, Hiccup —se volvió hacia él, con el pelo ondeando suavemente en el viento marino—, esa es la persona que salvó a Toothless; que convenció a tu padre de que los dragones no eran malos a pesar de todo, y que nos convenció a todos. No dejes que Mildew te lo quite, especialmente cuando Toothless necesita esa parte de ti ahora más que nunca —ella extendió la mano y le apretó la suya—. Pero también necesitamos un descanso; no podemos seguir buscando aquí para siempre. Descansa y mañana intentaremos algo nuevo.
Él suspiró, pero la siguió de vuelta al acantilado y hacia la aldea. No se soltaron las manos. Valkyrie bajó la mirada tímidamente al sentir el calor de la palma de su mano contra el frío clima berkiano. Recordó el beso que se dieron en Snoggletog y sonrió para sus adentros. Con el revoloteo de su estómago, llegó el deseo de hacer travesuras, y Valkyrie se mordió el labio inferior para detener su sonrisa juguetona mientras caminaban por el acantilado, esperando el momento exacto para mover la cadera...
—¡Whoa! —Hiccup habría tropezado y caído por el borde del acantilado si no fuera porque Valkyrie tomó su mano para levantar su figura de palito. Ella se rió y él refunfuñó—. ¡Val!
—¡Tendrías que haberte visto la cara! —ella jadeó—. Estabas cómo... ¡whoa! —hizo su mejor impresión y él no pudo evitar la risa que escapó de sus labios con incredulidad.
—Oye, yo no muevo los brazos así —hizo un gesto salvaje y ella lo señaló.
—¡Acabas de hacerlo, bobo!
Hiccup se quedó boquiabierto, burlándose de su diversión.
—Vale, ya está, ¡ven aquí!
Valkyrie jadeó al ver que echaba a correr tras ella. Lanzó un gritito de alegría y arrancó a correr por el acantilado. Los dos adolescentes (dos buenos amigos que, en el fondo, sabían que un día, cuando estuvieran preparados y fueran lo bastante mayores, seguro que se convertirían en algo más) se persiguieron hasta la cima, sintiendo el viento correr por sus cabellos y túnicas. Val sonrió al ver cómo Hiccup se veía y se sentía mejor, distraído por unos fugaces momentos de la ausencia de su dragón, y Val del suyo, para disfrutar de la mutua compañía en el crepúsculo iluminado por la luna.
Al llegar a la cima, Hiccup la alcanzó y le rodeó la cintura con los brazos, logrando levantar a la niña. Ella gritó alarmada, sin esperarlo y los dos cayeron al suelo entre la hierba. Sentándose, Valkyrie intentó escapar, pero Hiccup se estiró con una exclamación de:
—¡Oh, no, no te escaparás tan fácilmente!
La tiró hacia abajo y comenzó a hacerle cosquillas en los costados, y Valkyrie no podía dejar de reír. Ella respiraba con dificultad mientras luchaba contra su agarre antes de finalmente agarrarle la mano y torcerla.
—¡Ay, ay! —gritó Hiccup—. ¡Vale, vale! Tú ganas, ¡tú ganas!
Ella se soltó y se quitó el polvo de los dedos, victoriosa.
—Nunca tuviste una oportunidad —sonrió, y él puso los ojos en blanco con buen humor.
Mirando de nuevo hacia el océano, Valkyrie fue a decir algo más cuando su ojo captó una sombra en la distancia. Se ocultaba tras una pila marina y no lo habría visto de no haber mirado hacia allí. Todas las risas y bromas desaparecieron, pronto frunció el ceño y se acercó al borde.
—Hiccup... —murmuró, y su atención cambió. Sus risitas se desvanecieron, notando el tono de su voz—, ¿por qué hay uno de nuestros barcos anclado ahí? —ella señaló.
Hiccup se puso a su lado y sacó su telescopio de la bolsa atada a su cinturón. Girando la lente, miró hacia donde ella señalaba y vio que sus hombros caían.
—No es ninguno de nuestros barcos —dio un sobresalto, sombrío y pálido—. Tengo que contárselo a papá. ¡Vamos!
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—¡QUE NO cunda el pánico!
La aldea estaba presa del pánico.
El barco que habían avistado no era uno cualquiera: era un barco de Renegados. Valkyrie era demasiado joven para haber vivido la Guerra de los Renegados, liderada por el infame Alvin el Traicionero, pero había oído las historias. Sangre y gore y destrucción, Berk casi cayendo arrodillada con traidores de por medio y barcos ardiendo en el puerto. Las historias de Alvin eran aún peores, decían que medía tres metros, con un hacha mucho más grande que cualquiera en todo el Archipiélago y un apetito por la sangre de los niños berkianos en lugar de vino.
¿Cómo iban a defender su hogar ahora sin armas y con los dragones varados en la isla? Eran blancos fáciles. Pues claro que había pánico.
Todo el Gran Salón estaba en refriega, gritando y maldiciendo unos a otros mientras Stoick intentaba mantener la calma y el silencio. Su voz bramó, resonando contra la madera y la piedra.
—¡Eso es lo que quieren los Renegados!
Las puertas del Salón se abrieron de golpe y entró corriendo Sven el Velocista. Corrió hacia Stoick sin aliento, agarrándose al respaldo de una silla.
—¡Stoick! —jadeó.
—¡Sven! —exclamó el jefe volviéndose hacia él—. ¿Los has contado?
—¡He visto a treinta hombres al menos! ¡Todos armados hasta los dientes!
—Sin nuestras armas —Gobber gruñó—, jamás podremos hacerles frente.
—¡Sin armas! —gimió Mildew desde donde se colocó al frente de la multitud—. ¡Y con los Renegados en nuestra costa! ¡Todo gracias a tu muchacho y sus dragones!
—¡No tengo tiempo para eso, Mildew! —le espetó Stoick al viejo malhumorado y entre el pánico y el miedo, Valkyrie sonrió, feliz—. ¡Mulch! —el jefe se volvió hacia el granjero—. Bucket y tú id a por los ancianos y los niños. Llevadlos a la Playa de Thor. Estarán a salvo en las cuevas.
Valkyrie avanzó desde el lado de su familia y se paró frente al jefe para decir:
—¡Nosotros podemos ayudar! —hizo un gesto hacia ella y los otros adolescentes. Snotlout, Astrid y los gemelos asintieron, decididos. Val estaba asustada: las historias de Alvin el Traicionero rechinaban en su cabeza, haciéndola querer huir hacia las colinas. Pero ella era una guerrera, una vikinga, no huirá hacia las colinas. Protegerá su hogar—. ¡Hemos sido entrenados para ser guerreros!
—A ella la habrán entrenado —declaró Snotlout—, pero yo nací guerrero.
Stoick apretó la mandíbula. No quería ponerlos en peligro, pero sabía tanto como Valkyrie que necesitaban todas las armas posibles. Así que, con una inclinación de cabeza reluctante, buscó su funda y le pasó a la niña una vieja hacha de guerra: pesada, abollada en las hojas y llena de astillas. Val la cogió, apretando los dientes con valentía.
—Era de Alvin. Pero vete con los demás. Puedes ayudar a protegerlos.
—Está bien —dijo—, lo haré, lo prometo —y caminó hacia donde Mulch y Bucket comenzaron a reunir a todos los niños y ancianos.
Al pasar junto a sus padres, su madre la detuvo agarrándola con fuerza del brazo. Encontró su mirada y vio que estaban llenos de preocupación.
—Ten cuidado —pidió su madre—. ¿Me lo prometes? Mantente a salvo.
Valkyrie frunció los labios y asintió. Miró a sus padres y luego dijo:
—Vosotros también... Os veré pronto —dejando a un lado por un segundo su apariencia de guerrera vikinga, Valkyrie los abrazó con fuerza. Su padre le dio un beso en la frente.
Dando un paso atrás, se volvió hacia sus hermanos.
—Vamos, chicos, quedaos cerca. Asrifth, eres el mayor después de mí, cuida de Hott, Mak y Erik.
—Lo haré —le dijo mientras Erik se molestaba.
—¿Por qué nos tienen que proteger? —se quejó mientras caminaban hacia el grupo de ancianos y niños—. ¡Podemos arreglárnoslas solos! ¡Somos vikingos!
Valkyrie no tenía tiempo para esto.
—Solo haz lo que digamos As y yo, por favor.
El Frode más joven refunfuñó pero lo siguió de todos modos.
—Papá —habló Hiccup, y el jefe se volvió hacia él—, déjame ir a por los dragones. Si al menos los tenemos a ellos, podremos defendernos.
Stoick suspiró, pero no tuvo más remedio que aceptar.
—Ve. Pero ten cuidado. No sabes de lo que es capaz Alvin.
Hiccup asintió brevemente y salió por las puertas. Valkyrie lo vio irse, sintiendo el mismo nudo de miedo en el estómago.
—¡El resto iremos al bosque! —anunció el jefe—. Nadie lo conoce como nosotros.
—Y cuando Alvin vaya ahí en nuestra búsqueda —añadió Gobber, lanzando su poderoso puño ganchudo al aire—, ¡caerá directo en nuestra trampa! —hubo una ovación colectiva entre los vikingos, todos ellos listos para defender su hogar contra el recibimiento sangriento de los Renegados sin importar el costo.
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EL CAMINO a la Cueva de Thor era una mezcla de silencio, a veces el lloriqueo de un niño, la queja de un anciano cantor o la historia de sus batallas de antaño, y Astrid intentando por todos los medios no empujar a Snotlout hacia el precipicio. Le espetaba que callara cada vez que le parecía bien alardear de que mantendría a salvo a cualquiera. El camino hacia su refugio era un estrecho y sinuoso acantilado, no entarimado de madera, sino cubierto de suciedad y mellado por los desprendimientos del pasado.
Valkyrie seguía mirando hacia atrás, hacia el océano y la cima de los acantilados, donde sería un buen lugar para organizar una emboscada. Deseó tener a Zephyr con ella; fácilmente podría explorar las áreas que ella no podía ver, eliminar a los Renegados que fueran lo suficientemente crueles como para aprovecharse de los ancianos y los niños, aquellos que no podían defenderse por sí mismos.
La vieja hacha de Alvin le pesaba en la muñeca, pero mantenía un agarre firme, lista para blandirla si era necesario. Asrifth tuvo que seguir avanzando arrastrando los pies junto a Mak y Erik delante de ella, que cuchicheaban entre sí sobre lo que podría ocurrir... ¡Quizá Alvin surja de las profundidades del océano! ¡¿Y si atraviesa el acantilado?! Hott ayudaba, adoptando un papel mucho más maduro por esta noche para auxiliar a sus hermanos mayores. La luna caía pesadamente sobre la cara del acantilado, iluminando el camino frente a ellos con chorros de luz brillante y bruma.
Valkyrie intentó controlar su miedo. Como vikinga, necesitaba ser fuerte; sería fuerte. Enfrentará este miedo y hará lo que se suponía que debía hacer: proteger su hogar y su aldea porque eso hacían los vikingos. Puede que sea joven e inexperta, pero ayudó a luchar contra la Red Death; Alvin no debería ser nada en comparación.
(Pero ahí estabas a lomos de un dragón.)
(¡Cierra el pico!)
El otro temor que la nublaba era la preocupación por la seguridad de Hiccup, y por si era capaz de llegar al muelle, así como por la desaparición de Fishlegs. Lo habían buscado por toda la aldea antes de partir, y no había aparecido por ninguna parte. Por favor, que los dos estén bien.
Confiaba en que Hiccup pudiera cuidar de sí mismo, pero eso no cambiaba su preocupación, ya que sólo quería asegurarse de que él pudiera manejarlo. Ya fuera mirando desde lejos o apoyándolo en la batalla, ella necesitaba esa tranquilidad, sin importar la confianza.
Volvió a mirar hacia el océano, con la esperanza de ver un Gamberro navegando hacia la Isla Dragón, pero todavía no había ninguno.
—Vamos, Hiccup... —murmuró para sí misma—. Vamos, puedes hacerlo...
—¡Daos prisa! —avisó Mulch desde el frente—. La cueva está ya cerca —se detuvo, mirándolos a todos con el ceño fruncido—. ¿Dónde está Bucket?
Una niña pequeña, de poco más de cinco años, se asomó detrás de la pierna de Astrid.
—Ha vuelto para traerme mi ovejita.
Mulch parecía listo para arrojarse del acantilado.
—Oh, por el amor de... vosotros —señaló a los jinetes—, haced que todos sigan adelante —suspiró molesto y comenzó a emprender el camino por donde habían venido. Mientras lo hacía, refunfuñó—: ¿Por qué siempre me toca buscar a Bucket...?
Los gemelos lo vieron marcharse durante unos segundos y, al unísono, se agacharon y recogieron unos palos caídos. Levantándolos, empezaron a hacer señas al grupo de vikingos para que avanzaran.
—¡Muy bien! —dijo Tuffnut—. Nada que ver aquí.... adelante, bestias molestas... ¡Ow! —Gothi le golpeó en la cabeza con su bastón al pasar.
Valkyrie se acercó a Astrid y miró el camino por el que Mulch se había marchado.
—No me da buena espina dejando que vaya solo a buscar a Bucket.
—Val —Astrid se cruzó de brazos—, es un hombre adulto que ha conseguido que él y Bucket sigan con vida, estoy segura de que estará bien.
Val frunció los labios, pero pronto suspiró.
—Sí, supongo que tienes razón... —y así, continuaron su camino.
Pronto descendieron cuesta abajo, rodeando el acantilado y saliendo a la Playa de Thor. El viento empujaba sus túnicas; las olas movían la arena de un lado a otro, aullando al compás de la brisa.
Era difícil mirar hacia arriba y ver si había algún Renegado ahora que la noche se hacía más oscura. Los gemelos y Snotlout ayudaron a reunir a todos para dirigirse a la cueva mientras Valkyrie vigilaba con Astrid, esperando a que Mulch y Bucket regresaran. Esperaron por lo menos treinta minutos y aún no habían aparecido.
Valkyrie compartió una mirada inquieta con Astrid.
—¿Deberíamos buscarlos? ¿Y si los han capturado los hombres de Alvin?
—Sólo tenemos un arma —dijo Astrid con la voz llena de preocupación—, no podemos correr el riesgo de dejar a todos aquí indefensos.
Era una decisión difícil, y Valkyrie no sabía cuál elegir. Se quedó pensativa mirando el hacha, dándole vueltas entre los dedos. No podía evitar preguntarse: ¿qué decisión tomaría Stoick en esta situación, qué decisión tomaría Hiccup? Uno guerrero, el otro mediador... y ambos nunca dejarían atrás a un hombre, pero tampoco a un grupo de niños y ancianos totalmente indefensos. A Valkyrie se le encomendó el papel de defenderlos, pero ¿cómo podría defender tanto a uno como a otro?
Tomó una decisión. Apretando los dientes, fue a entregarle el hacha a Astrid, planeando correr detrás de los otros dos con nada más que sus puños y resistencia, cuando una sombra se empezó a cernir sobre la entrada de la playa.
Astrid jadeó y pronto sonrió.
—¿Mulch? ¿Bucket?
Pero la risa que siguió la hizo vacilar. Crepitó como el acero contra las rocas, reduciendo a la nada el coraje de todos. La respiración de Valkyrie se entrecortó y ella y Astrid se apresuraron a volver con los demás. Intentaron llevarlos más rápido a la cueva, pero era inútil. Alvin el Traicionero y sus hombres aparecieron, rodeándolos con poderosas espadas y hachas. En las garras de dos de ellos, estaban Mulch y Bucket.
Val maldijo y rápidamente ocultó el hacha de la vista, guardándola entre las pieles de su abrigo de lana de invierno.
Alvin el Traicionero no medía tres metros, pero al menos podía tener la misma altura que Stoick el Vasto. Su piel era áspera como la roca, del mismo color que la arena en una mañana temprana e igual de áspera. Sus ojos eran oscuros como la obsidiana, al igual que su pelo, enmarañado con viejas trenzas, cuentas y huesos de dragón. Quizá no fuera tan alto como en los relatos, pero sin duda era igual de aterrador.
Sus hombres no eran mejores. Tal como había dicho Sven el Velocista, estaban armados hasta los dientes; con armaduras recubiertas de hierro cubiertas con púas de dientes de dragón, cascos con diseños amenazadores de cráneos humanos y armas que brillaban con hojas de aspecto afilado.
—¡Mirad lo que tenemos aquí! —Alvin sonrió, mostrando unos dientes amarillos y podridos—. Bien hecho, estúpido —le dio a Bucket un fuerte golpe en el hombro—, ¡nos llevaste a la mina de oro!
Valkyrie apretó los dientes. Ella y los otros jinetes de dragones inmediatamente se pararon frente a los niños y los ancianos; puños cerrados y listos para luchar. Al ver esto, Alvin volvió a reír.
—¿Esto es lo que Stoick ha dejado para defender Berk? ¿Un puñado de niñitos?
Snotlout fue a atacar ante esas palabras, pero Val extendió una mano para detenerlo. Todavía no. Esperaba haber recibido el mensaje.
Valkyrie dejó que los apiñaran como ganado, colocándolos en una larga fila a lo largo de la playa. Ella sabía que Alvin quería algo, deseaba un intercambio, o atraer a un individuo; era la única razón por la que los usaría como rehenes. Tal vez no podía hallar a Stoick, o tal vez, quería algo completamente diferente.
El hacha pesaba detrás de su abrigo de lana contra su espalda, fría contra su piel para hacerle saber que ansiaba ser utilizada, pero se contuvo, dejando que Alvin pensara que él tenía la ventaja; que creyera que estaban completamente indefensos.
Caminaba de un lado a otro a lo largo de la línea de rehenes, y Valkyrie, junto a sus hermanos y Astrid, contó el número de Renegados, al menos una quinta parte de lo que Sven había dicho, lo que significaba que los demás todavía estaban buscando al resto de la aldea, lo que significa que no, todavía no los habían encontrado.
—Para los que no se hayan dado cuenta —decía Alvin el Traicionero—, yo soy el incomparable Alvin el Traicionero —algunos niños sollozaron y se escondieron detrás de algunos ancianos cuando él se burló de ellos—. Y que quede claro que mi nombre es merecido.
Tuff se burló al lado de su hermana.
—¿Alvin? —repitió, y Astrid hizo una mueca como diciendo: ¿por qué nunca puede mantener la boca cerrada?—. Bah, ¿cómo se gana eso?
Alvin se volvió hacia él y escupió:
—¡Vuestro líder os ha abandonado! —Tuffnut se estremeció cuando le dio en la nariz y se la limpió con un silencioso «ew»—. Pero Stoick no me interesa —continuó caminando, mirando a cada uno de los aldeanos por turno—. No he venido a por él. Quiero al Conquistador de Dragones.
¿Conquistador de Dragones? Valkyrie repitió en su cabeza, confundida. ¿No se referirá a...?
Desde el otro lado de Astrid, Mildew se rió y se inclinó cerca de las chicas para susurrar:
—Despedíos de Hiccup... ¡Alvin! —levantó la mano, pero Astrid actuó rápidamente. Le dio un codazo en la cara, dejándolo inconsciente. Al atraparlo antes de que cayera al suelo, envió una sonrisa de disculpa a Alvin el Traicionero.
—Mi abuelo está muy mayor —dijo—. Necesita su sueñecito.
El líder de los Renegados entrecerró los ojos con suspicacia y Astrid le dio su mejor sonrisa inocente de niña. Apretó los dientes, pero siguió adelante.
—Como decía... decidme quién es el Conquistador de Dragones y todos quedaréis libres.
Astrid dejó caer a Midew al suelo con un suave sonido de disgusto.
—¿Conquistador? —rió Snotlout en voz baja—. ¡Vamos! —se volvió hacia los gemelos—. Yo le mostraré a Alvin quién es el conquistador —de la funda de su cinturón, donde normalmente estaría su maza, Snotlout blandió su cachiporra. Antes de que Valkyrie pudiera detenerlo, marchó detrás de Alvin con un valiente inflado de pecho. Echó a correr, levantó el arma de madera por encima de su cabeza y, por un segundo, Valkyrie pensó que Snotlout podría conseguir lo que se había propuesto... hasta que Alvin miró hacia atrás.
Snotlout se detuvo patinando y se rió débilmente.
—¡Para ti, mi señor! —rápidamente se inclinó y le entregó el garrote de madera. Astrid puso los ojos en blanco y murmuró un "genial." Tuffnut se palmeó la cara.
Con Alvin distraído, Valkyrie aprovechó la oportunidad. Asegurándose de que ningún otro soldado Renegado estuviera mirando, se alejó de sus hermanos para asegurarse de no golpearlos. Apuntó el hacha hacia Alvin el Traicionero mientras él se reía en la cara de Snotlout.
—Oh, deberías verte los pantalones, hijo. Creo que te lo has hecho encima...
—¡Yah! —Valkyrie arrojó el arma con una precisión mortal. Pensó que lo tenía, habría aterrizado justo en su espalda y lo habría hecho caer de rodillas. Estaba tan cerca...
Alvin la atrapó en el aire sin siquiera mirarla. La respiración de Valkyrie se entrecortó y su corazón dio un vuelco cuando se dio cuenta de que su única arma ya no estaba.
—¡Pero fíjate! —exclamó—. Mi vieja hacha. Ya me preguntaba cuándo la recuperaría.
Unas manos agarraron a Valkyrie por detrás y la levantaron. Pataleó y forcejeó, sus amigos y hermanos gritaron su nombre, pero ella les dijo "¡Quietos!" mientras el soldado Renegado la arrastraba hacia Alvin. La empujó hacia él, pero ella se detuvo antes de caer y miró su rostro amenazador con las tripas retorcidas. Se dio cuenta de que les había fallado. Les fallé... Ya está. He perdido.
—¿Intentando matar a Alvin el traicionero? —el vikingo se burló de ella, riéndose. Ella se negó a mostrar su miedo y le devolvió la mirada—. No eres tan lista como pareces —Alvin la rodeó y miró de reojo junto a su oreja derecha—. Dime, ¿quién es tu Conquistador de Dragones, eh?
Valkyrie apretó la mandíbula y las manos.
—Vete a comer estiércol de yak... ¡Agh! —él agarró su trenza y tiró hacia abajo. Valkyrie intentó mantenerse firme. Su cuero cabelludo ardía de dolor; sentía como si las raíces de su cabello se arrancaran de su cabeza.
—¡Dímelo! —gritó Alvin.
Ella tragó su bilis.
—No.
Una voz gritó en la oscuridad:
—¡Suéltala!
Desde detrás de una roca, Valkyrie vio a Hiccup pararse valientemente ante Alvin y los Renegados. Ella jadeó e inmediatamente luchó contra el agarre de Alvin.
—¡Hiccup! No... ¿qué estás haciendo?
Él la ignoró y miró fijamente al hombre que la mantenía cautiva. Saltando desde la roca, anunció:
—Yo soy el Conquistador de Dragones.
Alvin lo miró fijamente por un segundo, antes de estallar en carcajadas. Soltó el pelo de Valkyrie y ella tropezó hacia adelante, tratando de escapar, pero él la agarró del brazo.
—¿Tú? —señaló a Hiccup, dudoso—. ¿La pequeña deshonra de Stoick?
—Yo saqué a los dragones de Berk —Hiccup ni siquiera hizo una mueca, dando unos pasos más hacia adelante. Su pierna de metal hizo click en la piedra—. Mira a tu alrededor —señaló hacia el cielo y los acantilados—, no los verás en la isla, ¿no?
Valkyrie lo miró a los ojos, tratando de decirle que se detuviera, pero él solo asintió para tranquilizarla; un tranquila, confía en mí. Y así lo hizo.
—¡E-Es cierto! —dijo, mirando a Alvin—. Todos los dragones le temen. ¡Hasta conquistó un Night Fury!
Alvin entrecerró la mirada y Valkyrie supo que las palabras Night Fury tocaron una fibra sensible. Aunque eran un mito, nadie había visto uno, y el hecho de que Hiccup hubiera "conquistado" la especie de dragón más rara conocida hasta entonces, quizá el único Night Fury que quedaba, le hizo saber que tenía la atención de Alvin.
—Estás mintiendo —dijo, gruñéndole al hijo del jefe.
—¿Eso crees? —devolvió Hiccup—. Sólo hay una forma de saberlo. Llévame a la Isla Dragón.
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LA MAÑANA se alzaba sombría sobre las colinas de Berk. Alvin tenía a Hiccup, y no tenían dragones con los que traerlo de vuelta. Tenían que hacer el viaje a la Isla Dragón en barco y lo único que mantenía a Valkyrie en pie era que Alvin y los Renegados también tenían que desplazarse en barco, lo que significaba que estaban en la misma desventaja que ellos.
Stoick mantenía la vista en el horizonte. Valkyrie pudo ver en sus ojos que estaba sediento de sangre por lo que Alvin había hecho: secuestrar a su hijo. Un movimiento de cobardes, nada menos.
Se encontraba cerca del borde del barco, con las manos agarrando la madera y mirando a través de las rocas y la niebla. Aguanta, Hiccup, deseó que él pudiera oírla. Aguanta, ya vamos. Él se había entregado por ellos, por ella, y tenía que devolverle el favor. No podía dejarlo. Quería quemar a Alvin ella misma.
—Cuando lleguemos os cubriremos con estas catapultas —ordenó Stoick—. Valkyrie —ella volvió a mirar su nombre—, tú liderarás a los jinetes para conseguir los dragones.
—¡No! —Snotlout levantó los brazos con una sonrisa arrogante—. Cubra a los demás, señor. Yo me las apaño solo —se apoyó sobre la catapulta detrás de él, lanzando la roca al océano con un gran chapoteo. Snotlout se rió entre dientes, nervioso.
Gobber suspiró exasperado.
—Lanzaré algunas más para cubrir a ese.
Tuffnut y Ruffnut se acercaron al jefe, hinchando el pecho.
—¡Señor! —dijo Tuff—. Nos gustaría presentarnos voluntarios para darle un escarmiento a Alvin —se golpeó la palma con el puño y su hermana acentuó esto con sus propios movimientos en el aire.
—Lo importante no es Alvin —dijo Stoick, y Valkyrie se preguntó cuánto orgullo se necesitaba para decir eso cuando probablemente él quería escarmentar a Alvin aún más—. Es Hiccup. Hemos venido para traerlo a casa.
Valkyrie volvió la vista a la Isla Dragón que comenzó a aparecer en la distancia; el poderoso volcán que se alzaba sobre la costa rocosa. Respiró hondo y apretó los dientes.
—Te has metido con la tribu equivocada, Alvin.
Atracaron en el extremo más alejado de la isla, frente al barco de los Renegados, para que los Jinetes de Dragones desmontaran y buscaran sus poderosos corceles. Al posar los pies en el suelo rocoso, Valkyrie trató de estar lo más tranquila posible. Aunque estuvieran al otro lado de la isla, tenía miedo de atraer atención no deseada y arruinar toda la operación. Incluso Snotlout y los gemelos parecían darse cuenta de la gravedad del asunto, ya que no pronunciaron ni una sola palabra, aparte de las cuidadosas llamadas de los nombres de sus dragones.
—¿Zephyr? —llamó Valkyrie, arrastrándose sobre las rocas y caminando entre las cuevas de la Isla Dragón—. Zephyr, ¿estás por aquí?
Un par de ojos verdes la miraron a través de la oscuridad y Valkyrie se quedó helada. Su respiración se entrecortó y, en cuestión de segundos, un poderoso Windstriker saltó a la luz. Valkyrie cayó de espaldas y recibió una lluvia de cariñosos lametones por parte de su dragón.
—¡Zephyr! —exclamó feliz, rodeándole el cuello con los brazos—. Oh, sí, yo también te he echado de menos, te he echado tanto de menos...
Finalmente logrando levantarse y se limpió la baba de la cara. Por una vez, no odiaba estar cubierta por eso.
—¿Listo para rescatar a Hiccup, Zeph?
La pregunta ni siquiera era necesaria. Zephyr se agachó, ansioso por que su humana volviera a subir a su silla. A pesar de la situación, Valkyrie sonrió y saltó en un solo y rápido movimiento, acomodándose en su asiento como si nunca se hubiera ido. Fijando sus manos en las empuñaduras y apretando su cordón de seguridad, Valkyrie se inclinó cerca del cuello de su dragón y dijo:
—¡Vamos, chico!
Con una agazapada de sus patas traseras, Zephyr se lanzó fuera de la cueva, el viento golpeó la cara de Val y sintió que todo su estómago saltaba... oh, cómo lo echaba de menos. Giraron en el aire y Val sonrió al ver a Astrid abrazando a Stormfly, e incluso a Snotlout mostrando afecto a Hookfang que lo sostenía por el hocico. Los gemelos abrazaban a Barf y Belch por turnos, y Fishlegs sollozaba en el hombro de Meatlug. Al ver a los jinetes, Valkyrie vio que Spikemoth y Boulder se unían, buscando a sus jinetes ansiosamente, sólo para agachar la cabeza.
—No pasa nada, peques —Valkyrie acercó a Zephyr para darles un rascadito a cada uno. Spikemoth movió su cola de púas feliz al ver a Val—. Cuando resolvamos esto, Hott y Asrifth vendrán para llevaros de vuelta a Berk.
Volviéndose hacia los demás, Valkyrie respiró hondo.
—¡Vamos, chicos, ¡demostrémosle a Alvin de qué estamos hechos! ¡Hiyah! —dirigió el despegue hacia el cielo, y fue la señal para que los barcos de Berk recorrieran la corta distancia alrededor de la costa hasta donde se encontraban los Renegados. Valkyrie sonrió satisfecha y, con un poderoso batir de alas, Zephyr se elevó y sobrevoló la punta del volcán antes de lanzarse en picado hacia la nave de los Renegados que apuntaba con sus armas a Hiccup y Toothless en el aire.
—¡Ya está arriba, chicos! —Astrid llamó a los demás—. Ruff, Tuff, venid conmigo, cubriremos el tiroteo desde la izquierda; ¡acabad con esas catapultas! Snotlout, Fishlegs, encargaos de los arqueros, ¡cubrid a Valkyrie e Hiccup desde abajo!
—¡Oído!
—¡Dalo por hecho, hermana!
—Tuff —Astrid le lanzó una mirada—, no vuelvas a llamarme así en tu vida.
—Vale, perdón.
Valkyrie sentía el viento en el pelo, mordiéndole las mejillas y bajo su abrigo de vellón. Ella y Zephyr iban cada vez más rápido, utilizando el mejor atributo de un Windstriker contra los Renegados. Val golpeó su patrón habitual para que Zephyr se preparara para disparar, viendo que las flechas del arquero se dirigían directamente a Hiccup y Toothless en el aire, ni siquiera ellos serían capaces de escapar de eso.
—Aguanta... —murmuró mientras se acercaban más y más, envueltos en la niebla y el cielo azul—. Aguanta... ¡ahora!
Zephyr soltó una columna de fuego que quemó las flechas hasta dejarlas crujientes. Retrocediendo, Valkyrie mantuvo la mandíbula apretada mientras salían disparados y volaban. Vio a Hiccup mirándola con una brillante sonrisa en su rostro. Toothless rugió a modo de saludo.
—¡Ja ja! —exclamó Hiccup. Valkyrie y Zephyr se acercaron a su lado—. Hola, milady, ¿por qué has tardado tanto?
—Oh —Valkyrie se sentó en su silla, arqueando una ceja—, ¿por qué? ¿Me echabas de menos, Su Alteza?
Él sonrió. Juntos, los dos jinetes y sus dragones se zambulleron para encontrarse con los demás que estaban debajo. Esquivando las rocas enviadas por las catapultas, Valkyrie no pudo evitar la alegría que escapó de sus labios. Se detuvieron junto al resto de los jinetes.
—¡Tenemos que acercarnos más! —gritó Hiccup.
Valkyrie se crujió los nudillos.
—No hay problema. Aseguraos de cubrirme —esperó a que Stoick y sus hombres terminaran de arrancar pedazos del casco del barco con sus catapultas, enviando a los parias a la costa, antes de apuntar a uno de los arqueros—. Zephyr, busca.
Zephyr graznó feliz. Le encantaban Bucear y Buscar. Valkyrie sonrió para sus adentros, pues lo había echado mucho de menos. Se apoyó en la silla y, juntos, el dragón y la jinete se lanzaron en picado hacia los hombres que manejaban las ballestas. Demasiado ocupados en intentar devolver el barco al agua, y con el barco de Stock, Valkyrie y Zephyr tuvieron la oportunidad perfecta. Antes de que nadie se diera cuenta de que se acercaban, Zephyr atrapó a un Renegado con sus garras. El vikingo gritó alarmado antes de caer al agua. Volvieron a salir disparados y Astrid les cubrió las espaldas enseguida.
—¡Stormfly, dispara las espinas! —apuntó al arquero que tenía el arco hacia Val y Zephyr, que chilló lejos de las espinas que rodeaban la ballesta. Valkyrie y Zephyr esquivaron una segunda tanda y volvieron a abalanzarse para el segundo asalto. Gracias, vuelos matutinos y entrenamiento con Astrid. En cuestión de segundos, el siguiente vikingo proscrito fue arrebatado de nuevo, y Zephyr graznó mientras lo arrojaba al agua del océano.
—¡Buen chico! —Valkyrie vitoreó.
Alvin el Traicionero les gruñó mientras se alejaban a toda velocidad.
—¡Abatid ese dragón! —ordenó a sus hombres.
Valkyrie y Zephyr giraron para la tercera, lanzándose hacia abajo. Se dio cuenta demasiado tarde. Jadeando ante la catapulta que apuntaba hacia ella; la roca se dirigía directamente a su cabeza, se agachó desesperadamente con Zephyr detrás de las velas. La atravesó. Con un grito, intentó apartarse, pero su gancho de seguridad se desenganchó y, antes de que Valkyrie se diera cuenta, estaba cayendo. Su dragón graznó alarmado y fue a lanzarse tras ella, pero los Renegados estaban preparados. Dispararon una andanada de flechas contra Zephyr, que no tuvo más remedio que apartarse o ser abatido al igual que su jinete.
¡Wham! Ella chocó contra las cuerdas. Sin aliento, intentó agarrarse, pero sus dedos se resbalaron. Gritó, agitando los brazos para intentar amortiguar su caída.
—¡VALKYRIE! —escuchó a Hiccup gritar entre los demás mientras caía a cubierta.
Por un momento, estuvo aturdida, tratando de descubrir dónde estaba. Al ponerse de pie, tropezó. De repente, unas manos la agarraron por los hombros y la alejaron hacia atrás; ella luchó, pero Alvin tenía una mano de hierro.
—Bienvenida a bordo, Valkyrie —se rió cruelmente. Gritó a sus hombres que armaban las ballestas—. ¡No falléis esta vez!
Hipo se levantó y se alejó de las flechas.
—¡No disparéis! —llamó a los demás—. ¡Tiene a Val!
Snotlout desobedeció directamente. Valkyrie se protegió la cara cuando un chorro de llamas golpeó el agua, lanzando un siseo de vapor al aire.
Hiccup se puso pálido.
—¡¿Qué haces?!
—¿No has dicho que disparemos?
—¡He dicho no disparéis!
—¿Ves? ¡Lo has dicho otra vez!
Los ojos de Stoick se abrieron cuando se le ocurrió un plan.
—¡No! —le gritó a su hijo—. ¡Tiene razón!
Snotlout parpadeó sorprendido, pero rápidamente lo ocultó e hizo un gesto hacia su barco.
—¡Gracias!
—¡Disparad otra vez, Hiccup! —ordenó el jefe—. ¡Todos juntos!
Hiccup frunció el ceño, confundido. ¿Acababa de...? Y se dio cuenta. Vio el vapor que oscurecía la vista de los arqueros y las catapultas, dándoles a todos una oportunidad clara para atacar, lanzarse y agarrar a Valkyrie.
—¡Todo el mundo! —llamó—. ¡Disparad al agua!
Con gritos desafiantes, todos los jinetes y sus dragones dispararon al agua. Incluso Zephyr se unió, furioso y desesperado por salvar a su humana. Pronto, el aire que rodeaba el barco de los Renegados no era más que vapor, cubierto por el calor del fuego de los dragones. Valkyrie miró a su alrededor, buscando un arma improvisada para librarse del agarre de Alvin mientras gritaba:
—¡Disparad!
—¡¿A dónde?! —dijo uno de sus hombres.
—¡A TODO!
Los Renegados disparaban a ciegas ante cualquier sonido, jadeando y gimiendo. Temblaban con sus botas de lana. ¡Ja! Pensó Valkyrie. Ya no sois tan valientes, ¿verdad?
Un barco se dirigía hacia allí. Todos los Renegados jadearon de miedo, arrastrando los pies unos junto a otros y con los ojos clavados en el vapor.
—¿Qué es eso? —exclamó uno.
—¡¿Lo habéis oído?! —gritó otro.
A través del vapor, Alvin vio una proa de dragón. Valkyrie sonrió, sabiendo exactamente lo que estaba por venir. Se preparó y observó cómo él lanzaba su hacha pensando que era el hocico de un dragón real, solo para vacilar al verlo estrellarse contra la madera.
¡CRASH! El barco de los Gamberros chocó de frente, enviándolos a todos de espaldas sobre la cubierta. Al llegar al otro extremo, Valkyrie se liberó del agarre de Alvin. Aprovechando la oportunidad, cogió la escoba que había en la cubierta. Usó el mango y la hizo girar hacia Alvin el Traicionero, golpeándolo tan fuerte en el estómago que se dobló y Valkyrie hizo subir la madera, golpeándolo en la mandíbula.
Ahora libre, Valkyrie gritó:
—¡ZEPHYR! —corrió hacia el poste—. ¡ATRÁPAME! —esperando haber calculado bien el tiempo, saltó contra los tablones de madera de la popa. Con cuidadosa agilidad, saltó al poste, extendió los brazos y se lanzó hacia el vapor y el océano. Gritó, asustada por si se había adelantado demasiado, hasta que unas garras se aferraron suavemente a sus brazos y tiraron de ella hacia arriba—. ¡SÍ! —gritó—. ¡SÍ! ¡BUEN CHICO, ZEPH!
La miró y sonrió. Sus dientes agarraron el cuello de su túnica y la hicieron girar por encima de su cabeza. Valkyrie giró el cuerpo y alargó los brazos para agarrarse a la silla de montar. Al aterrizar, quizá un poco bruscamente (¡eso era algo en lo que había que trabajar!), se alegró de que desaparecieran de nuevo entre las nubes.
(Alvin se dio cuenta aquel día de que los vikingos de Berk eran más que una amenaza, más que un enemigo. Eran un medio para algo mucho mayor. Esta no sería la última vez que los jinetes verían a Alvin el Traicionero... eso estaba claro.)
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