024. Goodbye For Now
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━━ chapter 024
goodbye for now
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A VECES, Valkyrie pensaba si debería haber nacido con alas. Extendiendo los brazos y permitiendo que el viento pasara por ellos, no dejaba de desear tener sus propias alas. Tenía a Zephyr, por supuesto, él era su par de alas, pero seguía preguntándose cómo se sentiría siendo un dragón ella misma; ver el mundo desde los ojos de Zephyr en lugar de hacerlo sobre su lomo. Desde su lado. Pero era humana. Siempre sería humana y tenía que vivir con el hecho de que caía en picado hacia el suelo y no podía escapar volando.
Pero cerró los ojos y dejó que su confianza recayera en Zephyr para atraparla antes de que cayera al agua, y cuando sintió un par de garras agarrar su pie, sus ojos se abrieron de golpe. Le sonrió a Zephyr y él inclinó la cabeza hacia ella, logrando una retorcida sonrisa de dragón. La subió y la puso de vuelta en su silla, y Valkyrie le dio un abrazo alrededor del cuello.
—Bien hecho, chico...
Se acercaron a los demás y Valkyrie se quitó la trenza del hombro como diciendo, intenta superar eso. Hiccup sacudió la cabeza, divertido.
—Buen trabajo —él dijo mientras ella volvía a acelerar a su lado.
Valkyrie lanzó una rápida mirada engreída hacia Astrid, quien puso los ojos en blanco. (Ya sabes, lo de siempre). Snotlout se burló.
—Oh, por favor, haces que parezca muy difícil caerse y dejar que tu dragón te atrape. Eres muy dramática.
Val arqueó una ceja e inclinó la cabeza al unísono con su dragón, un conjunto de miradas penetrantes a juego.
—Ah, ¿y tú sabes hacerlo mejor, Snotlout?
Hiccup hizo una mueca.
—Uh... yo pensaba que probara Fishlegs...
Snotlout se inclinó hacia Hookfang y dijo:
—Sé que podría hacerlo mejor. ¡Así!
Y así, se deslizó de la silla. Los demás observaron, incrédulos, mientras
Hookfang seguía volando sin siquiera darse cuenta. Los gemelos compartieron miradas nerviosa.
—¿Le decimos algo a Hookfang o...? —comenzó Tuffnut.
—Lo consultaré con la almohada —murmuró Ruff.
Astrid puso los ojos en blanco.
—¡Eh! —le chasqueó los dedos al dragón y él la miró. Señalando hacia abajo, dijo—: ¡Hookfang, a por él!
Los ojos del dragón se abrieron y dejó escapar un graznido de comprensión. Chilló al ver a su jinete y Hookfang se lanzó hacia Snotlout, quien gritaba:
—¡No estoy muy confiado!
A tiempo, Hookfang atrapó a su jinete, cogiéndolo con la cabeza, y Snotlout se aferró a sus cuernos. Valkyrie se estremeció mientras seguían cayendo, y oyó sus gritos:
—¡Agh! Nos la vamos a pegar.... ¡AAAAAAAAHHHHHHH! —y aterrizaron de emergencia justo en el tejado de una casa... La casa de Mildew.
—Maravilloso... —refunfuñó Valkyrie.
Hiccup hizo una mueca.
—Algo me dice que esto no se va a quedar aquí...
Se enteraron. Mildew no perdió absolutamente nada de tiempo en contarle a Stoick todo sobre el dragón y su odioso jinete que se estrellaron contra su tejado. ¡No sólo una vez, sino dos! Valkyrie pensaba de nuevo que quizá debería haber dejado que Snotlout y los gemelos tiraran a Mildew por los acantilados por accidente.
Al regresar a casa silenciosamente por la puerta trasera, Valkyrie hizo todo lo posible para escabullirse antes de que su padre y su madre se dieran cuenta. Hizo callar a Zephyr y lo condujo con cuidado a la habitación, y casi lo logró hasta que...
—¡Ahí estás, Valkyrie!
Cerró los ojos con un suspiro molesto.
—Por las bermudas de Odín —dándose la vuelta, le dedicó a su padre una sonrisa tensa—. ¡Hola, papá!
—Me alegra ver que has vuelto del entrenamiento —dijo, y Valkyrie contuvo la respiración al saber lo que se avecinaba—. ¡Justo a tiempo para tu turno! Es noche de botas —señaló sus botas y las de su madre que esperaban junto a la puerta.
Los hombros de Val cayeron y se quejó:
—¿Por qué no lo hace Asrifth esta vez? O Hott, o Mak, o Erik... ¡Erik se salió con la suya la última vez! Debería hacerlo... —él arqueó una ceja hacia ella, y ella dejó escapar un molesto "Uf, ¡vale!" y se dirigió furiosamente hacia las botas apestosas en la puerta.
Las recogió con la mano, se tapó la nariz, ignoró las burlas de sus hermanos y abrió la puerta de una patada. El aire fresco de Berk la golpeó por unos momentos mientras tiraba las botas por delante para ventilarlas. Mientras lo hacía, vio a muchos otros niños de Berk haciendo la tarea; se encontró con la mirada de Ruff y Tuff a través de la pendiente, y todos compartieron una broma de disgusto antes de desaparecer de regreso a sus casas.
Nevó durante la noche y Valkyrie le dio la bienvenida al cuello de Zephyr que caía sobre su pecho, saludando el calor que le brindaba. Eso fue hasta que decidió dejarse caer en su cama, y su peso hizo que Valkyrie se despertara bruscamente con un " Oof." Al verlo, suspiró.
—Zephyr...
Él se limitó a contemplarla con sus ojillos y le dedicó su mejor sonrisa, una amplia sonrisa que le llegaba hasta las diminutas orejas. El sol matutino se colaba por las rendijas de la madera de la ventana, y Valkyrie se frotó los ojos.
—Es muy temprano, Zeph... —se dispuso a volver a dormir, pero él se limitó a acercarle la lengua por un lado de la cara. Su nariz se contorsionó y soltó un—: ¡Ack, Zephyr! Zephyr... no, no, no... oh, bien, ¡estoy despierta! ¡Ya me levanto!
Feliz, Zephyr saltó de la cama y ella se preguntó si ese era el plan desde el principio. Sentándose, entrecerró los ojos y trató de limpiarse toda la baba de dragón de sus mejillas. Ella le arrojó el residuo y él echó la cabeza hacia atrás.
—Oh, lo siento —se burló—. ¿Te da asquito? Bienvenido a mi mundo, bestia babosa.
Sacó las piernas de la cama y dijo:
—Vamos, mandón. Preparémonos para el vuelo matutino.
Valkyrie se vistió y agarró las coronas de flores para ella y Zephyr. Estaba a punto de salir para colocarle la silla cuando escuchó:
—¡Valkyrie! ¡¿Qué has hechos con nuestras botas?!
Ella se detuvo, frunciendo. Las palabras de su padre la confundieron y se dio la vuelta.
—¡Si ya lo viste! ¡Las dejé afuera, como siempre hacemos en noche de botas!
—¡Pues no están!
Esto sólo la hizo fruncir aún más. Se alejó de Zephyr y se dirigió a la sala principal.
—¿Cómo que no están? Yo las puse ahí... —se le escaparon las palabras en cuanto salió al exterior, donde su padre y su madre permanecían descalzos sobre la nieve. Buscó las botas que había puesto allí la noche anterior, pero no las encontró—. ¿Qué? ¡Estaban ahí! —señaló el lugar donde las había puesto.
En los alrededores de la aldea, los demás vikingos salieron de las casas y sufrieron un momento de confusión al ver que sus botas habían desaparecido. Valkyrie bajó los escalones y pisó la nieve recién descongelada por la mañana. Se preguntó si sería cosa de los gemelos, pero también se dio cuenta de que Ruff y Tuff eran demasiado perezosos para quedarse despiertos toda la noche y quitarle las botas a todo el mundo, por muy gracioso que fuera.
Vio a Fishlegs de pie sobre un hueco en la nieve, y Valkyrie se apresuró a acercarse. Al llegar a su lado, su estómago se sacudió al ver lo que fácilmente podría ser una huella de Zippleback. El resto de los adolescentes se apiñaron a su alrededor, e incluso Ruff y Tuff se mostraron confundidos y ella conocía de sobra su cara de "hicimos algo, pero lo estamos ocultando", y sin duda no formaban parte de esto.
—¿Qué...? —murmuró Astrid, perdida en sus pensamientos.
—¡Nos las han robado! —Gobber le gritó a Stoick al pie de su puerta, donde él también se sorprendió al no ver sus botas por ningún lado—. ¡A todo el mundo!
—¡Oh! —Bucket se miró los dedos de los pies descalzos—. Eso explica por qué tengo los pies tan fríos.
—¡¿Quién ha podido hacer algo así?! —agregó Mulch; bastante dramático, según había aprendido Valkyrie.
Hiccup siguió a su padre fuera de la casa, con el ceño fruncido. Parecía algo muy extraño por lo que preocuparse, pero sin sus zapatos en el duro clima de Berk, el entumecimiento y la congelación no eran lo que necesitaban; especialmente ahora mismo.
Un nudoso bastón resonó en la nieve que se descongelaba, y Valkyrie alzó la mirada al cielo para preguntar a los dioses por qué pensaban que era conveniente crear a Mildew. (¿Qué hacía aquí? Vive al otro lado de la aldea, de la isla. ¿Tenía que andar todo este camino sin sus botas...?)
—Yo solo sé —empezó, sorbiéndose la nariz larga y torcida en el aire frío— que han dejado unas huellas gigantescas —señaló la huella en la nieve alrededor de la cual estaban todos los adolescentes.
Zephyr, que había seguido a Valkyrie desde casa, le gruñó y ella tuvo que levantar la mano para calmarlo.
—Eso no explica nada, Mildew —le dijo al anciano—. La aldea se cubrió de nieve por la noche, podría ser de cualquier dragón, no significa que ellos sean los culpa...
—¡Oh! —Fishlegs la interrumpió, saltando de emoción al reconocer las huellas. Valkyrie giró hacia él con una mirada dura—. Son las huellas de Hideous Zipplebacks. Se nota por los arcos en forma de media luna. Pero es un dato muy básico, no quiero aburriros dándoos detalles —vio las miradas que le enviaron Val, Astrid, Snotlot y los gemelos, y vaciló—. ¿Qué?
Hiccup frunció los labios. Miró a Toothless, que miraba por encima de su hombro, el dragón y el jinete compartieron un momento de exasperación.
—Val tiene razón —señaló a la chica—. Así que un dragón pasó por aquí; un Zippleback, según mi amigo Fishlegs. Pero eso no significa que se llevara todas las botas.
—Solo hay una forma de averiguarlo —la voz de Mildew era tan viscosa como el aceite de pescado, e igual de repugnante—. Sigamos las huellas.
Asrifth se unió a ellos, tarde a la fiesta. Pero pronto se puso al día, y no pudo evitar mofarse él mismo.
—No encontraréis nada. Es más probable que un Terrible Terror robe tus botas que un Zippleback; los oirías en la noche.
Valkyrie le hizo un gesto a su hermano para decirle: ¡sí! ¡Escúchalo!
Mildew se burló de él.
—Pues si estás tan seguro, no hará ningún daño comprobarlo.
Dicho esto, partió. Los adolescentes lo observaron irse por unos momentos. Astrid frunció el ceño.
—Podríamos no seguirlo...
Pero los demás aldeanos tenían otras ideas; siguieron al viejo desagradable con entusiastas quejas. Snotlout suspiró ruidosamente.
—Lo odio tanto.
Lo siguieron de todos modos.
Las huellas llevaban a la Academia de Entrenamiento de Dragones, lo que no sentó bien en el estómago de Valkyrie. Quiso decir, mientras pisaban el interior y veían una montaña de botas junto a Barf y Belch durmiendo, que aquello parecía encajar con demasiada facilidad, pero estaba segura de ser parcial. Nadie la creería y aunque Mildew era odiado, era un astuto desgraciado. Torcería sus palabras hasta el punto en que ni siquiera Valkyrie se lo creería. Pero cuando vio a las gemelas mirar a su dragón con absoluta incredulidad, se enfureció tanto que tuvo que averiguarlo. Algo le olía mal; y no, no era el mal aliento de dragón de Zephyr. ( Tenía que llevarlo a que Gobber le revisara los dientes, eso le recordó...)
Al escuchar el suspiro enojado de su padre, Hiccup extendió las manos.
—Vale, hay una montaña de botas junto a un Zippleback —ya estaba desesperado al ver la expresión del rostro de Stoick—. Eso no significa... —le puso una bota en la cara, mostrando marcas de dientes por todas partes—. Venga, vale, se las llevó él...
Ruff apoyó las manos en las caderas y miró a Barf con la desaprobación de una madre, lo cual era extraño de ver; era una mirada muy madura en una persona muy inmadura. Especialmente en comparación con su hermano, quien se rió en su mano y elogió a Belch por una broma tan bien pensada. Ruff pronto le golpearía en la cabeza por ello.
Asrifth frunció el ceño.
—No tiene sentido... —murmuró a Val y Astrid. Las chicas lo miraron con curiosidad—. Sí, lo sé, son Barf y Belch, son demasiado parecidos a Ruff y Tuff como para que sean útiles para alguien, pero esto va en contra de la naturaleza de un Zippleback. Son traviesos, pero es más probable que prendan fuego a un gallinero por diversión que quitarle las botas a todo el mundo.
—Cada dragón es diferente —dijo Astrid con tristeza—. No siempre encajan en la categoría que los pones, Asrifth.
—¡Esto es un atropello! —declaró un vikingo, y Valkyrie se pellizcó el puente de la nariz.
—¡¿Cómo vamos a hacer nuestro trabajo con este tiempo sin nuestras botas?! —gritó otro.
—¿Cuánto más vas a esperar para castigar a estas criaturas, Stoick? —Mildew estaba disfrutando; la alegría en su mirada era exasperante—. ¿Cuánto más podemos soportar?
La aldea vitoreó de acuerdo, alzando sus puños. Valkyrie buscó a sus padres, esperando que no estuvieran de acuerdo con la multitud; se sintió aliviada al ver que no. De hecho, su padre dio un paso adelante y se burló tan fuerte que sonó más como una tos. De cualquier manera, hizo que todos se quedaran en silencio. Mallory Frode hizo fila con Stoick y Gobber para decir:
—¡Escucháos! ¡Sonáis como un puñado de debiluchos! ¿Tenéis los pies resfriados? ¡Superadlo, somos vikingos! Crecemos en el frío. Gobber y los sastres arreglarán vuestras estúpidas botas. Dioses. Volveremos a trabajar enseguida.
Stoick puso una mano en la espalda de Mallory para darle las gracias, mientras Gobber asentía, aceptando este arreglo.
—Ya habéis oído a Mallory. Os devolverán las botas en perfecto estado.
Todavía hubo algunas quejas murmuradas, pero esto pareció calmarlos a todos. Valkyrie rápidamente murmuró un agradecimiento a su padre y a Odín. Mildew gruñó, molesto.
—¿Ya está? —apuntó a Stoick con su bastón—. ¿No vas a castigar a estos dragones?
El Jefe hizo todo lo posible por no suspirar de molestia hacia el anciano.
—Se han llevado nuestras botas, Mildew. ¡El mundo no se acaba ahí!
—Yo no estaría tan seguro. Los dragones son unas bestias salvajes. Nunca se sabe lo que pueden hacer mientras dormimos.
Hiccup lo fulminó con la mirada.
—¡No destruyen cosas a propósito!
—¡Bah! —Mildew levantó los brazos, burlándose del joven que simplemente se apartó del camino del bastón que pasó por su lado.
—Aunque... —Hiccup hizo una mueca ante sus siguientes palabras—, sí que tienes razón, Mildew.
Esto congeló al viejo. Valkyrie sintió una sensación de satisfacción al verlo tan desconcertado.
—Uh... ¿qué?
—Son animales salvajes —el hijo del jefe alzó la voz para dirigirse a la multitud—. Y tenemos que vigilarlos. ¡Y tened por seguro que eso es lo que vamos a hacer! —volviéndose hacia Barf y Belch, susurró muy bajito—: ¿Quieres apartarte? —el Zippleback se alejó rápidamente, e Hiccup frunció el ceño: las huellas eran de un tamaño completamente diferente a las que habían encontrado. Apretó la mandíbula.
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—HAREMOS una patrulla nocturna.
Astrid arqueó una ceja rubia. Se cruzó de brazos al lado de Valkyrie y las dos chicas le fruncieron el ceño. Si este era su plan, no estaban precisamente emocionadas por ello. Pero, por supuesto, Val lo seguiría y creería en él; siempre lo hará, incluso si el plan fuera aburrido.
Tuffnut pensaba lo contrario.
—¿Una patrulla nocturna? —golpeó su puño contra la palma de su mano, sonriendo—. ¡Me encanta ! ¿Qué es eso?
(Pues claro...)
—Pues salir a patrullar por la noche... —dijo Hiccup. Tuffnut frunció el ceño, todavía confundido. (Oh, estarían así todo el día a estas alturas). Compartió una mirada con su hermana, pero ella también negó con la cabeza y se encogió de hombros—. Para vigilar a los dragones. Y asegurarnos de que no les reprochen nada más.
Los gemelos se dieron cuenta con un lento "Oh..."
—Um... —Fishlegs levantó un dedo nervioso en cuestión—. ¿Lo has hablado con nuestros padres? —juntó sus pulgares juntos, poniéndose rojo brillante en las mejillas—. Porque a algunos de nosotros puede que no les dejen salir a ciertas horas.
Snotlout lo miró fijamente, sonriendo.
—¿No les dejan? —se burló—. ¿O tienen miedo?
Fishlegs lo fulminó con la mirada.
—¡Eh! —espetó en un áspero susurro—. Pasan cosas al anochecer.
—¡Chicos! —Hiccup les chasqueó los dedos para recuperar su atención—. Tenemos que hacerlo. Ya habéis oído a Mildew. Quiere desterrar a los dragones.
Ruff asintió, decidido. Cruzándose de brazos y apoyándose en la madera de la catapulta junto a su hermano, levantó la mano.
—¿Permiso para disparar y preguntar luego?
Tuff apartó su brazo de una palmada.
—¿Permiso para saltarnos la pregunta?
—¡Es una patrulla! —Hiccup exclamó—. ¡Nadie va a disparar a nadie!
—Tengo una pregunta —Tuffnut entrecerró los ojos—. ¿Dónde está la diversión?
—No debería ser divertido —dijo Astrid, poniendo los ojos en blanco—. Es una idea de Hiccup.
—¡Exacto! —el hijo del jefe sonrió, feliz de que alguien estuviera de acuerdo con él, solo para darse cuenta exactamente de lo que ella había dicho. Le frunció el ceño—. Espera, ¿qué?
Valkyrie suspiró.
—Vale, pues vamos, chicos. Patrulla Nocturna allá vamos.
—¡Puaj! —Ruffnut se quejó—. ¿Permiso para preguntar y disparar luego?
—¡No! —Val la empujó.
Y así, cuando la noche cayó sobre la isla de Berk, los adolescentes, con sus elegantes fajines que Hiccup les hizo en el último minuto, salieron a las calles para patrullar en busca de dragones traviesos. Valkyrie se tocó el fajín con la nariz respingona, leyendo el acrónimo. Eran la Ley En Reforma Dragonil Oficial.
(Y sí... eso tenía las siglas de L.E.R.D.O.)
Andando por las calles iluminadas por la luna con Zephyr, Valkyrie recogía flores a su paso. Encontró una onagra en el jardín de alguien y la arrancó con disimulo, ¡eran una especie invasora! (Aunque fueran bonitas y le quedaran muy bien en el pelo... no, no las cogió por eso, ¡claro que no!) Su madre le decía que una prímula significaba no puedo vivir sin ti, y a ella le parecía una de las flores más bellas que existen. En cambio, la onagra simbolizaba una promesa de amor que no se podía cumplir. Un amor infantil, preliminar, que desaparecía antes de empezar; inconstancia. Valkyrie nunca le regalaría a alguien una onagra, pero aún así la guardaba muy cerca. Porque el amor preliminar... el amor que no perdura hasta la edad adulta seguía siendo hermoso a su manera. Fugaz, pero lleno de pasión.
Quizá esa era una de las razones por las que Valkyrie dudaba tanto en ir más allá con Hiccup a su edad. Lo besó, pero prometer algo a los quince años era como una onagra. Parecía estar condenada a fracasar, a marchitarse. No quería prometerle una onagra. Quería esperar a que floreciera la flor adecuada, el momento adecuado para prometérselo para siempre. Era demasiado joven para hacerle tal promesa.
Zephyr miró la flor que tenía entre los dedos y ella le sonrió. Dejó que la oliera, soltó un estornudo y ella apartó la cabeza.
—Estornudas en casi todas las flores, Zeph, puede que necesites que Gothi te revise. O mamá. Espero que no tengas algún tipo de piojo o pulga...
Estornudó de nuevo. Valkyrie arrugó la nariz.
—Sí, qué estúpido. Probablemente no tengas piojos ni pulgas, si no ya lo tendríamos toda la familia. Ugh, menos mal que no estabas en la isla cuando hubo esa plaga de piojos cuando yo era pequeña; o tal vez sí, quién sabe... pero toda la aldea tuvo picazón durante días... sí, lo sé, es un asco.
Val siguió recogiendo entre la tierra y las raíces y continuó su caminata. Al pasar por la ciudad, vio lo que esperaba: dragones durmiendo toda la noche como cualquier otro vikingo.
—Menuda estupidez —refunfuñó—. No deberíamos hacer esto, Zeph. ¿Por qué Mildew no puede simplemente quedarse en su lado de la isla?
Permanecieron despiertos hasta la mañana. Valkyrie estaba más que cansada y, al final, había enviado a Zeph de regreso a casa para dormir; no iba a obligarlo a quedarse despierto tanto tiempo con ella. Lo único bueno que salió de esto fue que ella hizo montones de coronas de flores y se puso al día con el material que debía encontrar y recoger para su madre.
Al encontrarse con los gemelos, escuchó la historia de cómo asustaron a Fishlegs, y luego la discusión de quién realmente lo asustó más cuando se escuchó un grito de "LERDO" desde el Gran Salón.
La mirada de Valkyrie se quedó en blanco.
—Necesitamos un nombre mejor.
Pero comenzaron la caminata cuesta arriba. El grupo de adolescentes se reunió afuera de las grandes puertas dobles de roble, compartiendo una mirada ansiosa sobre lo que podrían encontrar antes de entrar.
Estaba destrozado.
Los tapices, de generaciones antiguas, colgaban como si fueran lágrimas o en el suelo. La madera de las principales tallas estaba rayada y derribada con marcas de garras cinco veces más grandes que la palma de Valkyrie, La mitad de la aldea ya había llegado, frunciendo el ceño ante los daños y refunfuñando para sí mismos. Stoick el Vasto estaba entre todos ellos, y tan pronto como vio a su hijo liderando su grupo de jinetes, irrumpió con un explosivo:
—¡¿Quién ha podido hacer algo así?!
Fishlegs se acercó tambaleante a las marcas y examinó la forma de las garras.
—¡Oh, yo creo que ha sido un dragón! —afirmó.
Hiccup hizo una mueca. Volviéndose hacia su buen amigo, intentó decirle que se quedara callado con una lengua afilada.
—Eso no lo sabemos, Fishlegs...
El significado pasó por encima de su cabeza.
—¡Claro que sí! —dijo Fishlegs. Astrid y Valkyrie se golpearon la frente con las manos en señal de molestia—. Mira estos arañazos. Está claro que son de un Monstrous Nightmare. La distancia entre garras es exacta.
Detrás de Tuff, Snotlout se encogió y sus mejillas se sonrojaron al darse cuenta. La nariz de Hiccup se torció.
—Una vez más, ¡gracias, Fishlegs!
El sarcasmo también pasó volando por delante de Fishlegs, porque sonrió y habló efusivamente.
—Oh, son sólo conocimientos básicos.
El rostro de Hiccup decayó, frustrado.
—¿Cómo ha podido pasar? —Astrid dio un paso adelante, sus manos volando en su exasperación—. ¡Hemos tenido vigilados a todos los dragones a todas horas! ¿Verdad, chicos?
Los demás asintieron, excepto Snotlout. Hizo una mueca y jugó con los dedos. Valkyrie entrecerró los ojos hacia él.
—Snotlout —comenzó—, ¿qué has hecho?
Él dedicó una sonrisa nerviosa.
—Cuando dices 'a todas horas' —citó las palabras con los dedos— y 'todos los dragones', ¿a qué te refieres exactamente?
Hiccup se dio con la palma en la cara al lado de su padre. Respiró hondo para controlar su ira y dijo suavemente:
—De acuerdo. ¿Qué ha pasado, Snotlout?
—A ver —comenzó Snotlout—, estaba deteniendo a un sospechoso que no mostró suficiente respeto por la banda —señalando con el pulgar la tela de cuero que le cubría los hombros, lanzó una mirada dura hacia Gobber.
El herrero se burló.
—Creo que he mostrado suficiente respecto a una banda que se llama L.E.R.D.O.
Valkyrie volvió a pellizcar el puente de su nariz.
—¡Tenemos que cambiar ese nombre!
—El caso es —Snotlout se cruzó de brazos, molesto—, que cuando estaba interrogando a dicho sospechoso —otra mirada fulminante en dirección a Gobber—, es posible que Hookfang, y no digo que lo hiciera, pero es posible que desapareciera durante...
—¿Segundos? —ofreció Ruffnut.
—¿Minutos? —Tuff hizo una mueca ante la expresión del rostro de Snotlout.
Él se rió tensamente.
—Horas...
—Oh —Tuffnut frunció el ceño—, eso es mucho más que minutos.
Valkyrie suspiró.
—¡Snotlout!
Él se quedó boquiabierto.
—¡¿Qué?! No es culpa mía. ¡Es de Hookfang!
—¡Eres su dueño! —le gruñó Astrid.
Las puertas se abrieron con un portazo al viento de la mañana. Con ellas estaba Mildew (llegando en el momento menos perfecto, como siempre). Entró cojeando y la mirada de Valkyrie se endureció. Percibió el daño y jadeó:
—¡Oh, no, es cierto! ¡El Gran Salón! Tantos recuerdos... —su dramática miseria hizo que Astrid frunciera el ceño con disgusto—. Mis tres bodas, sus tres funerales. ¡Ay, los funerales!
Gobber apretó los dientes. Se volvió hacia Stoick.
—Parece que un dragón está desatado. Lamento decirlo, Stoick, pero tendrás que...
—Sé lo que hay que hacer, Gobber —suspiró el jefe. Un aire incómodo se posó sobre los hombros de los adolescentes. Todos compartieron una mirada; tenían la sensación de que sabían exactamente lo que querían decir.
Mildew se rió con alegría, apuntándoles con su bastón.
—¡Yo también!
—A partir de hoy —anunció el jefe—, todas las noches quiero que dejes a los dragones en la Academia encerrados bajo llave.
(Mildew no se lo esperaba.)
—¡¿Y ya está?! —se quejó—. ¡Mira lo que han hecho!
—Esto no tiene ningún sentido —argumentó Hiccup mientras todos sus amigos jadeaban de horror. Valkyrie no podía encerrar a Zephyr por la noche. ¿Quién se suponía que debía despertarla por las mañanas? ¿Quién se suponía que debía molestarla cuando intentaba dormir?—. Un dragón no vendría aquí a destruir esto. En fin, ¡ni siquiera ha tocado la comida!
—No sé lo que los dragones hacen o dejan de hacer —dijo Stoick con voz severa—, pero no permitiré que causen más daños.
Hiccup tragó enojado, pero no dijo nada más. Su padre había tomado una decisión y todos los vikingos tenían sus problemas de terquedad. Se volvió hacia sus amigos y los hombros de Valkyrie cayeron al darse cuenta de que habían perdido otra vez.
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—VAMOS —Valkyrie instó a los Terribles Terrors de su hermano hacia una esquina de la arena que ella había hecho para ellos. Se quejaban, pero escucharon—. Bien, eso es... —suspirando, se recostó y observó a Asrifth arreglar un montón de rocas para su Gronckle, Boulder—. Lo lamento.
—¿Por qué? —Asrifth le rascó debajo de la barbilla—. No es culpa tuya... —le lanzó una mirada furiosa a Snotlout, quien se burló.
—¡Cuidado, Asrifth! —apretó los puños junto al hocico de Hookfang—. ¡Al menos mi dragón no necesita unas roquitas que le hagan compañía!
Hott lo miró entrecerrando los ojos. Spikemoth meneó la cabeza hacia Stormfly con tristeza, y Astrid tuvo que mirar hacia otro lado y volver a donde afilaba la hoja de su hacha en el suelo.
—Tiene razón —dijo el hermano menor de Valkyrie—. Es culpa tuya.
—Uh, pues no —argumentó Snotlout—. En todo caso, es culpa de Valkyrie.
Sorprendida, se giró para mirarlo.
—¿Disculpa?
Él la señaló con el dedo.
—Sí, ya me has oído. No habría pasado nada de esto si no nos hubieras retado a Hookfang y a mí a hacer ese ejercicio de confianza, así no habríamos aterrizado de golpe en casa de Mildew para que empezara todo este lío.
Valkyrie se enfureció.
—Espera, ¿cómo es que...? —señaló enfadada a Hookfang—. Snotlout, ¡tu dragón destruyó el Gran Salón! Chocar contra la casa de Mildew no lo empezó.
—Tranquila... —Hiccup le tendió una mano para calmarla. Ella refunfuñó, pero se dio la vuelta, cruzándose de brazos y mirando ceñuda a la pared. Zephyr le gruñó a Hookfang para demostrar su punto; él apretó la mandíbula de vuelta.
—De hecho, tú tienes la culpa de que nuestros dragones tengan que dormir en la cárcel —le dijo Ruffnut a Snotlout, y éste se burló, sacudiendo la cabeza.
—Sí —estuvo de acuerdo Tuff—. Nuestro dragón no va por ahí destruyéndolo todo —detrás de él y su hermana, su dragón le gruñó a Hookfang, dando un paso adelante amenazadoramente y aplastando un cubo de agua bajo sus pies—. Bueno... —Tuff retrocedió—, no cosas valiosas.
Hiccup frunció los labios. Se volvió hacia Valkyrie.
—No creo que fuera un dragón quien entrara en la Gran Sala, ni quién robó las botas.
Astrid suspiró.
—Ninguno queremos creérnoslo, Hiccup, pero ya viste las pruebas.
—¿Qué pruebas? —él le dio una breve mirada—. Tú también viste las huellas. Se suponía que eran de un Zippleback, pero no eran más profundas que las mías. ¡Mirad! —señaló una huella que Barf y Belch dejaron en la nieve—. ¡Podría tumbarme dentro!
Valkyrie frunció el ceño mientras pensaba, su ira disminuyó por un momento para asimilar lo que Hiccup estaba diciendo. Fishlegs dejó de cantarle una nana a Meatlug y le dijo:
—Bueno, podría haber varias explicaciones por las que sus huellas no eran tan profundas.
—¿Como cuáles? —Ruff agitó los brazos—. ¿Quería ir a hurtadillas?
—Los Zipplebacks no pueden ir a hurtadillas —murmuró Asrifth—. Intenté decirlo, ¿pero alguien me hizo caso? —se burló—. Nooo...
—De acuerdo —Astrid dejó su hacha a un lado—. ¿Y cómo explicas lo del Gran Salón?
Hiccup quedó perplejo ante eso. Valkyrie puso una mano sobre su hombro para decirle que le creía y que lo ayudaría. La evidencia los miraba de frente, pero Val recordó la sensación de la mañana después de que les robaron todas las botas; la sensación de que todo terminó demasiado bien, y tal vez ella había tenido razón...
Salió de sus pensamientos ante el fuerte rugido que Hookfang envió a Barf y Belch. Todo su cuerpo estalló en llamas, chirriando desafiante contra el Zippleback. Hiccup no estaba de humor para ver al dragón de Snotlout. Le hizo un gesto, molesto.
—Snotlout, ¿podrías controlarlo? Estamos intentando pensar.
—Sí, yo ya paso de pensar —Tuffnut se burló—. Nunca he sido más feliz.
—Eso tiene sentido —murmuró Asrifth.
Hookfang se levantó e Hiccup apretó los puños.
—¡Snotlout!
—¡Yo no le mando! —argumentó él—. ¡Siempre hace eso cuando se enfada!
Hookfang gruñó y trotó hacia donde Snotlout le había preparado una cesta de pescado, dejando una huella chamuscada en la piedra. Los ojos de Hiccup se abrieron como platos.
—O cuando se desata... —Valkyrie vio los engranajes girar en su cabeza y chasqueó los dedos. Corriendo de regreso hacia Toothless, saltó sobre su silla—. ¡Eso explica lo del Gran Salón! ¡Tengo que decírselo a mi padre!
Antes de que cualquiera de ellos pudiera seguirlo, él y Toothless alzaron el vuelo.
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A VALKYRIE se le había olvidado lo largo que era el camino de vuelta desde la arena hasta la aldea sin tener un dragón que montar. Se preguntó si, de haber podido llevar a Zephyr, habría podido evitar el desastre. Pero incluso cuando vieron las llamas estallar en el cielo nocturno y el grupo corrió tan rápido como pudo ladera arriba, llegaron demasiado tarde.
—¡Fuego! —gritaban los vikingos de la aldea—. ¡Fuego!
—¡El arsenal! —oyó a Stoick bramar—. ¡Más cubos!
—Por el todopoderoso Odín —maldijo Astrid, y siguieron adelante. ¿El arsenal estaba en llamas? ¿Cómo? No había necesidad de destruir un arsenal. Lo último que necesitaban era estar indefensos.
Los adolescentes cogieron cubos de agua al pasar, corriendo hacia las llamas. Asrifth se quedó boquiabierto mirando el arsenal en llamas.
—¿Cómo ha podido pasar esto? —no pudo evitar preguntar, y Valkyrie no tuvo respuesta. Se limitó a empujar el cubo hacia las llamas, y el agua sólo las roció unos segundos antes de volver a prender.
Pero otro vikingo respondió por él. En medio del caos, señaló al solitario Night Fury junto a las escaleras que conducían a la casa del jefe, observando con los ojos muy abiertos.
—¡Ha sido él! —declaró el vikingo—. ¡Él ha incendiado la armería!
Hiccup frunció el ceño y dejó caer su cubo de agua para mirar a su dragón en shock.
—¿Toothless...?
Tomó mucho tiempo apagar el fuego; cubos y cubos de agua sólo para encontrar todas las armas derretidas y destruidas. Hiccup estaba absolutamente incrédulo, mirando a su dragón que gemía y bajaba la cabeza. No tenía sentido. Toothless nunca haría esto a propósito; sabía que no debía disparar en un espacio de madera tan cerrado. Y, sin embargo, aquí estaban.
Valkyrie no sabía qué decir o hacer. Estaba a su lado, mirando el edificio carbonizado con el estómago lleno de miedo. Quedaron completamente indefensos.
—¡Todas nuestras armas destruidas! —gritó Stoick, pateando algunos escombros en su frustración.
Gobber tal vez estaba en más ruinas que el arsenal, sollozando sobre sus armas rotas y derretidas gritando cada uno de sus nombres:
—¡Prudence! Pobrecita mía, lo siento mucho. ¡Con la sanguinaria vida que tenías por delante!
—No tenía por qué morir, Gobber —Mildew apareció y Valkyrie le lanzó una mirada dura. Siempre la plaga—. ¡El dragón de Hiccup nos ha dejado totalmente indefensos!
Hubo un murmullo de aprobación entre los vikingos, y Val se sintió frustrada. Quería gritarles: Es Mildew, ¡¿por qué os importa lo que diga?! Pero no podía ignorar lo obvio; tanto si Toothless lo había hecho como si no, tenía razón, estaban indefensos.
—Papá —Hiccup se volvió hacia su padre suplicante—, tú sabes que Toothless no haría esto.
—Claro —se burló Mildew detrás de ellos. Oh, dioses ¿no puede ella darle un puñetazo y ya está?—. Escucha a tu hijo, Stoick. ¡Por eso hemos acabado así! —miró de reojo junto a Hiccup y murmuró—: ¿Ves lo que pasa cuando dejas a tu dragón solito esperándote fuera?
Hiccup parpadeó y lo vio alejarse cojeando en sorpresa.
—¿Qué acabas de decir...?
—¡Sadie! —gimió Gobber, apretando una daga contra su pecho—. Oh, supongo que tus días de cortar gaznates se acabaron.
Stoick tuvo que tomar una decisión. Ante las crecientes quejas de los aldeanos, no tuvo más remedio que recurrir a su hijo y decirle con dolor:
—Estos dragones han causado demasiado daño. Ya no es seguro tenerlos en Berk —respiró hondo, vacilante. Colocó una mano suave sobre el hombro de su hijo, ya viendo la traición nublando sus ojos—. Quiero que se vayan.
—¡¿QUÉ?! —exclamaron todos los jinetes de dragones, mirando a su jefe en absoluto shock. Valkyrie no podía creer que esto estuviera pasando. ¿A qué se refería con "que se vayan"? ¿Que se vayan a la arena o que se vayan... para siempre fuera de la isla?
—Ve a por ellos —dijo Stoick con tristeza—, y llévate a todos a la Isla Dragón —levantó la voz para dirigirse al resto de los aldeanos—. ¡Mañana al atardecer no habrá más dragones en Berk!
Una ola colectiva de jadeos resonó entre la multitud. Valkyrie vio a sus dos hermanos menores fruncir el ceño y mirar a sus padres para preguntar:
—Espera, ¿qué?
—¿A qué se refiere?
—¿Se marchan los dragones?
Valkyrie sintió como si un puño le hubiera llegado al pecho, le hubiera arrancado el corazón y lo hubiera aplastado contra la nieve. Sus dragones... fuera de la isla para siempre...
—No —murmuró, sacudiendo la cabeza—. No, él... él no puede hacer eso.
Mientras la mayor parte de la aldea estaba consternada, Mildew levantó las manos para celebrar.
—¡Oh! ¡Qué día glorioso ese! ¡Fiesta en mi casa! —todos lo ignoraron y se dispersaron con figuras miserables de regreso a sus hogares. Valkyrie se volvió hacia Hiccup, queriendo que no fuera cierto, pero él estaba tan derrotado como el resto de ellos. Mildew se rió y volvió cojeando para decir—: No te olvides, muchacho. Después de llevarte a tú dragón, repararás mi tejado.
Se fue, e Hiccup miró fijamente su espalda. Con los dientes apretados, le dijo a Valkyrie:
—Esto no me gusta.
—Lo sé —gimió, sintiendo la repentina necesidad de llorar, lo cual no era muy propio de ella—. Es horrible. Este es el peor día de mi vida...
—No, Val —la tomó del brazo para que ella lo mirara a los ojos—. Me refiero a que aquí pasa algo raro.
—Yo sólo sé que me quedo sin dragón —murmuró Fishlegs con dolor, y alejó al grupo de adolescentes del arsenal.
Hiccup los vio alejarse con el rostro decaído.
—De momento, sí —trató de responder—. Vale, pero necesito tiempo para arreglarlo.
—¿De qué estás hablando? —Snotlout le frunció el ceño al pasar—. Se acabó.
—Olvídalo —coincidió Ruff—, se acabó.
—Sí —añadió su hermano—. Olvídalo.
Astrid fue la última en seguirlos, deteniéndose por un segundo para suspirar tristemente a Hiccup.
—Tienen razón, Hiccup... no queda nada más que hacer...
Valkyrie contuvo las lágrimas y emprendió el camino de regreso a casa, dejando a Hiccup solo afuera del oscuro arsenal ceniciento.
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JAMÁS PENSÓ que tendría que despedirse así de Zephyr. Se sentía ingenua y tonta al pensar que los vikingos y los dragones podían vivir en paz después de todo lo que había pasado, de toda su historia. Pero aquí estaba... de pie en la fresca orilla de guijarros de la Isla Dragón y tratando de explicarle a Zephyr que tenía que irse y no volver. Esto no era sólo tener que enjaularlo, o encerrarlo, o mantenerlo adentro por la noche... esto era para siempre. Un adiós para siempre.
Intentó bloquear a los demás, concentrándose únicamente en ella y en el dragón al que llamaba su amigo más cercano. Solía querer ser la mejor cazadora de dragones que existía, hasta que Hiccup le mostró otra forma de mirar a estas criaturas; hasta que Zephyr se la mostró. Le mostró que eran amables e inteligentes, una ventana a tu propia alma.
—No sé qué voy a hacer sin ti —susurró Valkyrie, su voz quedó atrapada detrás del nudo en el fondo de su garganta.
Zephyr comprendía que estaba disgustada y se preguntaba si, en el fondo, él sabía exactamente por qué. Acercó la cabeza por encima de su hombro y la estrechó contra su cuello. Valkyrie la rodeó con los brazos, sollozando en el cálido vientre de su piel.
—Lo siento —le dijo—. Siento no haberme esforzado más. Lo siento...
Hizo un sonido gutural en el fondo de su garganta, como si fuera una disculpa propia. Ella lo sintió acomodar su cabeza en la curva de sus hombros, y por su nariz, exhaló un triste suspiro de aire caliente que solo la hizo temblar más entre lágrimas.
Sabía que no podía quedarse aquí para siempre, por mucho que lo deseara. Con una respiración profunda y valiente, Valkyrie asintió para sí misma y trató de alejarse, pero Zephyr se aferró y no la dejó.
—No —murmuró entre lágrimas—. No, Zeph, suéltame.
Valkyrie logró liberarse y agarró el hocico de su dragón.
—Tengo que irme —le dijo—. Tú tienes que quedarte aquí.
Dio un paso atrás. Valkyrie se dio la vuelta y trató de ignorar sus gemidos y el movimiento inseguro de sus pies mientras iba a seguirla, pero se detuvo. Al subir al barco con los demás para el viaje de regreso, todavía no podía mirar atrás. Soy fuerte, se dijo. No miraré atrás.
Pero incluso los vikingos más fuertes tenían personas (o reptiles) en sus vidas sin las cuales no podían vivir.
Se sentó en silencio contra el mástil, mirando hacia el horizonte, hacia Berk, y siguió respirando profundamente por la nariz para evitar llorar. Este era el peor día de su vida.
Alguien se sentó a su lado. No necesitaba mirar para saber que era Hiccup. Por unos segundos, simplemente se quedaron allí, ambos en un silencio sombrío hasta que Hiccup apretó la mandíbula y dijo:
—Hay algo que dijo Mildew en lo que no puedo dejar de pensar —Val frunció el ceño. Encontró su mirada y vio la determinación parpadeando en sus tonos verdes—. Dijo: ¿ves lo que pasa cuando dejas a tu dragón esperando fuera? Él sabía que Toothless no estaba conmigo antes de que el arsenal ardiera.
Valkyrie no sabía a dónde iba con esto.
—¿O sea...?
—O sea que... vive al otro lado de la isla —hizo un amplio gesto hacia su izquierda con sus manos—. ¿Qué hacía él en la aldea? ¿Y cómo sabía dónde estábamos antes del incendio?
Poco a poco empezó a comprender y sintió que se le revolvía el estómago.
—Hiccup —murmuró—, si crees que Mildew provocó el incendio...
—Creo que lo hizo él —le dijo Hiccup, de repente muy enojado. Miró hacia la costa—. Y creo que lo hizo para que mi padre echara a todos los dragones.
Valkyrie lo pensó. No quería que su odio hacia Mildew se interpusiera en su deseo de creer que era verdad, o en su desesperación por recuperar a su dragón, pero... había una forma extraña en la que todo tenía sentido. Entonces, respirando profundamente, ella asintió.
—Está bien, te creo —le frunció el ceño a Hiccup—. ¿Pero demostrarlo? Mildew es molesto, pero es inteligente, encontrar pruebas de que lo hizo será difícil.
—No me importa —espetó Hiccup—. Ha incriminado a nuestros dragones; le echó la culpa a Toothless y no voy a permitir que se salga con la suya.
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