𝐕𝐄𝐑𝐃𝐀𝐃𝐄𝐒 𝐀𝐌𝐀𝐑𝐆𝐀𝐒

Capítulo 21

La joven rojiza se notaba ansiosa y nerviosa. Veikan iba junto a Minerva de camino al castillo Worwick en Southlandy, y al llegar, él se bajó de su caballo y posteriormente bajó a Minerva.

La joven se maravilló mientras yacía de pie a las puertas del castillo por la imponencia del que este gozaba, ella jamás había estado cerca del castillo Worwick en Southlandy y verlo ante sus ojos le parecía casi que irreal.

Minerva observaba la entrada al castillo rodeada de guardias con sus armaduras y banderas de la casa Worwick colgando desde lo alto de la fortaleza, las palabras no le salían, ella solo observaba maravillada el panorama.

Veikan observaba a Minerva esperando alguna reacción de ella; pero la joven aún seguía sumergida en sus pensamientos, por esta razón, Veikan agarró el brazo de Minerva y le dijo "bienvenida a mi humilde hogar"

—¿Humilde? —preguntó Minerva confusa mientras ella y Veikan cruzaban las puertas del castillo y la joven observaba todo a detalle—. Esto parece todo menos humilde.

—Cuando seas mi esposa, este será tu hogar.

—¿Qué? —preguntó ella sorprendida y confusa observando Veikan con el ceño fruncido.

Veikan sonrió. —Y también serás reina y señora de todo esto.

—¿Qué? ¡No! —exclamó Minerva entrando en pánico, aquello era algo demasiado grande de comprender para ella.

—Es broma —dijo Veikan mientras le sonreía a su rojiza. El joven príncipe y heredero había ido muy lejos con su declaración, era más que obvio que la jovencita no estaba preparada para algo así.

La pareja se paseó primeramente por el patio de armas del castillo mientras observaban a un par de guardias luchar entre sí junto al patio de entrenamiento y Veikan le iba explicando a Minerva que lugar era el que estaban observando y que se hacía ahí mientras ella miraba detenidamente a las personas observando el espectáculo.

Posteriormente, ingresaron en sí al castillo, donde Minerva divisó el gran tamaño el escudo de la casa Worwick, el mismo que había visto colgando de una cadena en el cuello de Veikan y posando sus ojos sobre el dijo: "Es hermoso"

El príncipe y la joven siguieron su camino y entraron por un pasillo que dio salida con el jardín delantero del castillo, donde se encontraba una linda fuente y mucha vegetación acompañada de rosas y flores coloridas.

—¡Es divino este lugar! —la joven se acercó a las flores para observarlas mejor.

Veikan se acercó a una de las flores color rosa que estaban en el jardín y arrancó una de ellas, seguidamente se le acercó a Minerva y colocó aquella rosa delante de su rostro mientras la joven estaba inclinada sintiendo el aroma de las flores, aquella rosa llamó la atención de Minerva la cual al verla sonrió coloreando sus mejillas, ella agarró aquella rosa en sus manos mientras observaban a Veikan.

Aquel acto romántico endulzó el corazón de la joven pelirroja, la cual se lanzó a los brazos del príncipe mientras él le daba un beso apasionado.

La reina Elizabeth Thousands salía  por uno de los pasillos principales del castillo hacia el jardín, ella había sido avisada de la presencia de Veikan y de una jovencita que venía con él y no tardó en ir  en busca de los jóvenes encontrándose con aquella escena de ambos dándose un beso en el jardín. Pero Elizabeth no era la única que los estaba viendo, la princesa Tanya y la señorita Asenya junto a Valerio los estaban observando desde el balcón de la sala de los príncipes.

—¿Tú lo sabías? —se dirigió Tanya con seriedad a su hermano Valerio.

—Sí —respondió Valerio entrando en la sala por las puertas del balcón—. Lo acompañé hace un par de días a cazar un par de venados para Minerva.

—¿Minerva? —Tanya Arqueó una de sus cejas al ver la confianza que tenía de llamarla por su nombre.

—Sí, así se llama, ¿qué quieres que haga? No tengo la culpa de que se llame Minerva.

—¡Deja las bromas Valerio no es momento!

—¡Está bien, ya! —comentó Valerio tratando de apaciguar la molestia de Tanya—. La verdad es que la jovencita es bastante modesta y es educada, aunque sea una campesina.

—¿Y eso qué, con qué sea educada?

—Bueno, creo que tu hermano Valerio está profundamente enamorado de una jovencita que tampoco es noble —Valerio sonrió con orgullo mirando a Asenya  mientras la mencionada solo se limitó a escuchar la conversación de ambos hermanos sin intervenir.

—Es distinto, Asenya conoce los pro y los contra de esta vida de nobleza y deber, esa niña no, y sabes muy bien que no me refiero a eso.

—¿Diana? —preguntó Valerio apoyando su cuerpo en el marco de las puertas del Balcón mientras miraba a su hermana de reojo.

—Sí, Diana. —Tanya miró a su gemelo a la distancia mientras afirmaba sus razones, para ella nada de eso estaba bien justamente por Diana.

Abajo en el jardín, la reina Elizabeth interrumpió las muestras de cariño que ambos jóvenes estaban teniendo llamando a Veikan, quien volteó de inmediato al escuchar la voz de su madre.

—¡Madre! —Veikan guardó la postura ante Elizabeth—. Madre íbamos en camino a su presencia, pero Minerva se quedó observando las flores del jardín.

Elizabeth observó a Minerva, quien se encontraba escondida en las espaldas de Veikan con notable pena.

—Me informaron que habían llegado y quise venir a recibirlos, Hola Minerva —saludo Elizabeth refiriéndose a la joven pelirroja.

—Hola ... ¡Lo siento, Lo siento! —se disculpó por saludar a la reina como si estuviera viendo a cualquiera otra persona—. A sus órdenes, mi reina —dijo ella tratando de reverenciarse, acción que le produjo un aire de ternura a Elizabeth causándole curiosidad.

—No te preocupes Minerva, ambos pueden venir conmigo. —Elizabeth se dio la vuelta para que ambos jóvenes la siguieran.

La mano de Veikan sostuvo la mano de Minerva para darle seguridad, ella lo miró encontrándose con los ojos azules del príncipe y él dijo: —Vamos.

ARMES NORTHLANDY (CASTILLO DUNNOTOR)

El príncipe Aiseen se encontraba empezando el día con algo de mal humor, como era común en el carácter del hijo de Valko Worwick. Se decía que los hombres Dunnotor por lo general poseían mal carácter y quizás esta era una de las tantas razones por las cuales Aiseen a veces era como era, fuera de su ego, arrogancia y narcisismo.

Aiseen aguardaba en su habitación esperando su desayuno para salir como lo hacía a diario e ir en busca de su amada Kamille. Él esperaba que este día fuera diferente al anterior, ya que por culpa de su hermana Diana no pudo ver a su amada amante en todo el día, pero eso estaba lejos de ser posible.

Las puertas de la habitación se abrieron y unos sirvientes entraron con dos bandejas de desayunar, lo que confundió al príncipe, quien no tardó en preguntar: —¿De quién es ese otro plato?

—Mi príncipe, la princesa Diana, ordenó que le trajeran su desayuno aquí para tomarlo con usted.

—¿Qué? ¿Pero por qué? —preguntó el príncipe molesto.

—¿Retiramos la bandeja príncipe? —indagó la servidumbre al ver el eventual enojo de Aiseen.

—No, déjenlo ahí y Lárguese ya de mi habitación —gritó él haciendo que las jóvenes sirvientes salieran de inmediato de sus aposentos.

Aiseen tenía mucha rabia para este momento y, sin pensarlo dos veces, agarró una de las copas que estaban sobre la mesa  del té y la estrelló fuertemente contra la pared, descargando toda su rabia.

De nuevo Diana frustrando sus planes.

SOUTHLANDY

La reina Elizabeth entró junto a Veikan y Minerva a la sala privada del rey en el castillo para hablar formalmente con los dos jóvenes, pero este no era el plan real de Veikan y la reina. Ambos habían acordado que Elizabeth hablaría a solas con Minerva.

Veikan no tardó en excusarse usando como pretexto alguna tontería que iría a hacer y dejó a Minerva junto a su madre, lo que terminó por asustar horriblemente a la joven que no sabía ni siquiera que decir delante de la reina de Southlandy.

—¿Quieres algo de tomar Minerva?

—No gracias reina, así estoy bien.

—¿Estás segura?

—Sí —sonrió tímidamente.

—Está bien, cuéntame, ¿cómo te sientes? —preguntó la reina con una sonrisa amable en su rostro para lograr crear confianza en la joven.

—Bueno ... Me siento bien —respondió la joven apenada.

—Conmigo puedes ser sincera, no te preocupes.

—Mi reina, yo soy una joven campesina y jamás había estado en un lugar como este ... Solo sé que estoy muy nerviosa.

—Te entiendo.

—¿sí?

—Sí, hace veinte años llegué a este castillo cumpliendo el rol de niñera de los pequeños príncipes hijos del rey y después de muchos sucesos terminé siendo la esposa del rey de southlandy y la madre de una de sus hijas, la princesa Diana Worwick. Igual que tú, yo nací en una pequeña aldea pobre del este, por esa razón comprendo bien tu nerviosismo pequeña.

—¿Cómo se acostumbró?

—A medida que te vas rodeando de este ambiente te vas acostumbrando y por supuesto la ayuda del rey Valko y de la reina madre, Ahela fue fundamental para mí.

Minerva suspiró de alivio. —¡Que bien!

—Me ha contado Veikan que quiere desposarte.

—¿Sí? … Bueno, sí, él me ha dicho lo mismo.

—¿Y sabes toda la responsabilidad que eso conllevará?

—¿Ah?... no —respondió Minerva sincerándose ante Elizabeth, la reina logró crear aquella conexión.

—No solo serás su esposa, también serás princesa.

—¿Princesa?

—Sí, al casarte con él automáticamente serás princesa, él es el hijo del rey y es un príncipe y no solo eso, sino que también es el heredero a la corona, lo que significa que al casarte con él te convertirás en la posible futura reina de southlandy Northlandy islas Doskan e islas de Mares Turbios y Thousands.

—Correcto, eso me dio miedo —a la joven se le notó la confusión en sus ojos.

—No tienes que temer Minerva, sé que puede sonar algo abrumador, pero no te preocupes, no estás sola, algún día cuando los dioses decidan que mi esposo parta de este mundo, Veikan se convertirá en rey y tú serás su reina legítima, se puede decir que tendrás mi posición.

—No lo quiero —aclaró

—No es cuestión de querer cariño, serás esposa del futuro rey, es un papel que te tocará, así como Veikan no eligió ser futuro rey, es un papel que le tocó por qué así lo quisieron los dioses —Elizabeth sujetó las manos de Minerva—. No estarás sola.

—Gracias —sonrió Minerva amablemente.

Ambas mujeres salieron de la sala y caminaron un largo pasillo para dar de nuevo con el jardín delantero donde aguardaba Veikan.

—Hijo.

—Madre, ¿cómo les fue? —preguntó Veikan curioso.

—bien hijo, estoy segura de que Minerva quedo encantada con el recorrido que le diste, ¿no?

—sí, este castillo es muy lindo y grande … —respondió Minerva mirando el lugar.

—El castillo en Northlandy es mucho más grande, sé que te va a encantar cuando vayas.

—¿Iré? —preguntó Minerva recibiendo otra sorpresa más, sus nervios estaban que explotaban.

—Claro, cuando llegue el momento —respondió Veikan tratando de apaciguar la confusión en el rostro de Minerva.

—La próxima visita podrás conocer a Valko.

—¿Qué? —los nervios de Minerva estaban a tope.

—Tranquila, será en la próxima visita —respondió Veikan a la joven que al parecer le daba algo de miedo conocer al rey de esas tierras.

El momento fue ligeramente interrumpido por la presencia de Carsten en el jardín. El príncipe se acercaba por uno de los pasillos del castillo hacia el punto donde se encontraba su hermano junto a Minerva y la reina Elizabeth.

—Hijo, que bueno que estás aquí, te presento a Minerva, la novia de tu hermano.

Carsten miró a Minerva con amabilidad, pero con la misma postura que adoptó Valerio el día que la conoció, actitud que a Minerva se le hizo familiar.

—Hola Minerva —saludó Carsten.

—Príncipe —respondió Minerva reverenciándose ante el rubio.

—Es un gusto conocer a la novia de mi hermano —comentó Carsten con amabilidad ante la joven—. Bienvenida a la familia Worwick.

Las últimas palabras de Carsten se sintieron muy agradables a los oídos de Minerva y gratas a los de Veikan.

Carsten era menos esquivo que Valerio, pero aun así el joven príncipe analizaba la situación detenidamente.

—Bueno, madre, nosotros nos retiramos, llevaré a Minerva a su hogar.

—Está bien hijo, ve con cuidado y cuida mucho a Minerva.

La reina se despidió amablemente de Minerva y Carsten hizo lo mismo con la joven para posteriormente ver partir del castillo a la pareja.

—¿Qué tal? —preguntó Carsten viendo aún a su hermano partir.

—Me recuerda mucho a mí hace veinte años cuando conocí a tu padre, frágil, inocente, y con mucho miedo —Elizabeth sonrió con nostalgia.

—Espero que todo salga bien para ella.

—Yo espero lo mismo.

Todos ahí temían más por Minerva que por cualquier otra cosa.

LUSSOX (CASTILLO BRANDENHILL)

—Madre —se pronunció Liam entrando al salón privado del rey, donde se encontraba Kathie. 

—Liam, hijo, ¿sucedió algo?

—Madre, debes parar, Graner y tú deben parar —pidió Liam de nueva cuenta tratando de hacer entrar en razón a Kathie.

—Salgan —ordenó la reina a la servidumbre que estaba en el salón para más privacidad. Una vez solos, Kathie tomó la palabra dirigiéndose a su hijo—. Liam, ese tema ya no tiene discusión.

—Madre es un error lo que están haciendo, Graner no puede ser el nuevo rey de Lussox será la perdición de todos.

—De verdad me estoy cansando de que insistas en eso Liam, si no quieres que tu hermano sea el nuevo rey, puedes tomar el mando y ascender tú al trono —dijo la reina sirviéndose una taza de té.

—No lo haré.

—Entonces lo hará tu hermano, está dicho. —La reina dejó la tasa de té con molestia sobre la mesa, su irritabilidad se estaba haciendo presente.

—¿Hasper sabe esto?

—Tu hermano está enfermo, no está en condiciones de discutir estos temas.

—Él aún es el rey, aún está vivo.

—Lo siento Liam, pero no puedo hacer más nada por ti y por favor no interfieras. Ojalá tu lealtad para con tus hermanos y conmigo fuera sincera, serías tú el gobernante, pero si no quieres hacerlo está bien, solo no te entrometas por lo menos.

La reina salió del salón dándole la espalda total a su hijo.

Liam quiso contarle a su madre los planes que tenía Graner y explicarle lo grave que esos serían, pero al final él no le dijo nada porque sabía que  sería algo inútil al final.

Lo mejor sería ir en busca de una solución en un lugar más sensato, su hermano Hasper que aún no había muerto y tenía aún la autoridad de rey.

SOUTHLANDY

Veikan y Minerva se encontraban juntos en la misma cabaña que solían frecuentar, donde obtenían soledad y privacidad de pareja. Ambos estaban enredados en las sábanas de la pequeña cama que había en la cabaña, con sus cuerpos totalmente desnudos.

Minerva le dio un beso a Veikan en los labios mientras se encontraba sobre él.

—Dime la verdad, ¿te sentiste bien en el castillo?

—Pues… me gusto mucho, tu hogar tiene un lindo jardín.

—Me refiero a mi madre y a mi hermano, a él lo viste poco, pero alguna impresión te debió de dar.

—Está bien, fue lindo... —respondió esquivamente.

—Minerva —insistió el príncipe.

—¿Por qué quieres saber?

—Sabes que es importante para mí, quiero que te sientas bien, ya sabes por qué.

—Tu madre fue muy amable y linda, ella dijo que ... Me entendía y tu hermano bueno. Él... él me dio un aire muy amable como el de tu hermano, el arquero, Valerio.

—Carsten es mucho más apacible que Valerio.

—¿Él también es soldado o algo así?

—No, él no es ningún tipo de soldado. Carsten es más un cerebro de biblioteca, es un Worwick rubio amor. Ya sabes cómo son.

—Sí, pero … Valerio es un arquero y es rubio.

—Sí, pero su espíritu es más libre … Carsten es un poco más tranquilo y prefiere la biblioteca; su arma más poderosa está aquí. —Veikan señaló con un dedo a su cabeza.

Minerva sonrió con alegría logrando que Veikan también lo hiciera —¿Ya quieres que nos vayamos?

Veikan negó con su cabeza dándole una respuesta a la joven, a lo que Minerva le dio un beso tierno y cariñoso a su príncipe para ambos quedarse en la pequeña cabaña por un tiempo más.

El anochecer en southlandy se tornó bello con un firmamento lleno de estrellas. Estrellas que la señorita Asenya contemplaba cuando fue interrumpida por su príncipe que llegó a la cita que ambos tenían casi a diario, ellos aún mantenían su relación en secreto, por lo tanto, sus encuentros eran en el completo anonimato.

Asenya se encontraba en la habitación de costura, el que tenía un pasadizo secreto interno que conectaba con la bodega de la cocina del castillo y que era tapado por un gran cuadro que nadie sospecharía que era un pasadizo que no solo llevaba al salón de costura sino a distintas partes del castillo.

Pero en ese momento Valerio iría por ese pasadizo para encontrarse con Asenya en aquel cuarto que ya estaba cerrado, así que nadie entraría ni por equivocación a ese lugar.

Valerio besó a Asenya apenas la vio, las pocas veces que podían estar juntos era en acompañamiento de Tanya y aun así no podían levantar muchas sospechas, por esta razón puntual cuando podían estar a solas se demostraban todo ese amor que no podían al estar expuestos a los demás.

—Pensé que no vendrías —expresó Asenya sintiéndose feliz en los brazos de Valerio, quien la tenía abrazada de espaldas a él envolviéndola en sus brazos.

—Te dije que lo haría, ¿te encuentras bien?

—Sí, ¿cómo le terminó de ir a tu hermano? —preguntó Asenya girándose para ver mejor a su príncipe.

—Bien, supongo, no he hablado con él desde que llegó.

—Creo que haces bien en querer hacerlo entrar en razón.

—¿Ah si?

—Sí, por ella, se nota que es una pobre niña ingenua, este mundo se la comería viva —Asenya se sentó en una de las sillas de la sala.

—Hablas como si fuera lo peor.

—No es lo peor, pero los nobles a veces suelen ser unos buitres despiadados cuando se trata de personas sin sangre real —las palabras de Asenya iban cargadas de molestia, ella tenía razones para expresarse así.

—Lo sé, Veikan debe protegerla demasiado si quiere que la chanza le dure.

—¿La chanza?

—Sí, es obvio. Estoy más que seguro que él es quien la está presionando para aceptar —contestó Valerio.

—Bueno, si tú lo dices, ustedes son hermanos, tendrán las mismas mañas.

—¿Cómo dices?

—¿Sabes por qué estoy a favor de ella? Porque es justo lo que yo veo, ella saldrá herida y lastimada, si algo sale mal, él solo cambiará de candidata.

—No me gusta por donde estás llevando esto Asenya —el tono de voz de Valerio se tornó más serio, las bromas se habían ido.

—Yo solo digo lo que veo y lo que tú también ves, ¿o no es eso lo que estás intentando que él entienda? —respondió la joven levantándose de la silla situándose frente a él.

—Sí, pero es distinto.

—No lo es.

—Sí, lo es ... Él es el futuro rey, tiene mucho peso en sus hombros, yo no seré rey.

—Pero estás en las filas del ejército de tu padre, eres importante para la corona, no eres un comodín.

—Ningún consejo se opondrá si te tomo por esposa.

—Sabes que sí, no soy hija legítima de Sr Francys.

Valerio se notó irritado cuando Asenya mencionó el tema. —¡Deja de repetirlo siempre maldita sea!

—Es mi realidad —alegó ella.

—¡Me importa una mierda Asenya! ¿Siempre tienes que formar un problema por esto? Estoy jodidamente aburrido, no me importa quienes sean tus padres reales, no me interesa nada de esas formalidades, ¡yo te amo! —reclamó Valerio viéndose frustrado. Él ya estaba molesto en este punto de la conversación

—No es suficiente entenderlo, ¿cuándo vas a comprender que no todo lo puedes lograr con tu título de príncipe?, no siempre tenemos el control de todo —reclamó ella también exaltada.

—¡Yo sí! —habló su arrogancia.

—¡Tú no!, ¡no lo tienes!, no puedes, tú también tienes reglas que cumplir.

—¡A la mierda las reglas!, eso es lo único que te importa, a veces siento que yo no te importo, ni lo que estoy dispuesto hacer por ti.

—¡Sí me importas Valerio, yo te amo! —exclamó ella tratando de hacerle entender a él su punto.

—¡Entonces déjame hablar maldita sea! —exclamó él con rabia —. No lo he hecho porque no me lo permites, puedo hablar con mi padre y si no me aceptan me voy de este maldito lugar contigo.

—¿Ves? Siempre es igual, siempre se trata solo de ti.

—Estoy hablando de los dos, ¿o qué es lo que quieres que tenga en cuenta? —El tranquilo Valerio estaba muy exaltado para este punto.

—Solo quiero que seas sensato Valerio.

—¿Qué sea sensato o que siga calleándome para ayudarte a seguir en las faldas de tu padre?

Un silencio se apoderó de la habitación después de lo mencionado por un Valerio enojado, el cual cayó en cuenta que había tocado parte sensible de la mujer que amaba

—Lo siento Asenya, yo...  De verdad …

—Retírate

—Asenya, no siempre tenemos que terminar peleados por este tema.

—¡Vete Valerio, déjame sola! —exclamó Asenya herida por lo que Valerio había dicho.

Valerio intentó remediar lo que sus palabras habían ocasionado; pero fue imposible, Asenya quería estar sola y él debía respetar su espacio, como siempre sucedía cuando terminaban hablando de la bastardía de la joven.

El príncipe se dirigió a la pequeña puerta del pasadizo y antes de irse dijo: —Me tienes a tus pies Asenya, lo sabes mujer ... Te amo.

Valerio se retiró cerrando la puerta, dejando a una melancólica y triste Asenya que se lamentaba de no haber nacido en el lugar correcto para él, podía sonar egoísta, pero ella solo pensaba en el cargo de su padre como consejero del rey y sobre todo en él, en su príncipe Arquero.

Ella sentía que sería ella la que saldría perdiendo.

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