𝐕𝐄𝐈𝐊𝐀𝐍

Capítulo 63

Las eventualidades acontecidas en los reinos de Nordhia habían dado un giro inesperado en la historia de dicho continente.

El reino de Lussox sepultó al rey Valero Brandenhill como un rey legítimo y aunque jamás llegó a sentarse en el trono, para todos los reinos él y su causa eran dignas.

La coronación del príncipe Jaden Brandenhill se llevó a cabo junto a su esposa, la princesa Tanya Worwick. Jaden dejó de ser príncipe para convertirse en el rey Jaden Brandenhill de Lussox junto a su esposa, la reina legítima Tanya Worwick.

La princesa Litta Larris también fue coronada por su hijo, quien le otorgó el título de Reina Madre, convirtiéndose en la reina madre Litta Larris como correspondía por ser la primera, única y legítima esposa del rey Valero Brandenhill.

En Southlandy, el rey Valko Worwick fue sepultado bajo la tradición de la casa Worwick junto a su hermano, el rey Molko Worwick. A petición del príncipe Veikan el luto por su padre se extendió más de lo que normalmente se consideraba para rendirle los debidos respetos al fallecido rey guerrero, y con dicho acto los hermanos honraron la memoria irremplazable de su padre.

SEMANAS DESPUÉS.

 

SOUTHLANDY

El príncipe Veikan se encontraba en la sala privada del rey que pasó a pertenecerle, pero él aún se reusaba a ocupar la silla de su padre en la mesa del rey.

En la soledad del lugar; Veikan meditaba sobre todo lo que se le estaba yendo en encima y el deber de ser rey. Él estaba empezando a sentir el peso que esta responsabilidad conllevaba, pero al final del día era un Worwick portador de la casta blanca del rey Aiseen el conquistador y Veikan sabía exactamente como proceder.

Anya lo sabía muy bien, y lo dijo cuando le hizo saber a Valko que él sabría qué hacer, y cuánta razón tenía. Veikan tuvo la capacidad para pensar con la mente fría sobre qué decisiones se iban a tomar a partir de ese momento; tarde o temprano lo coronarían y los reinos lo estaban exigiendo por ser un Worwick la cabeza de la orden y porque era justo, después de mucho, el momento había llegado.

—Mi rey —interrumpió Sr Leonel Hans.

—Príncipe, Sr —enfatizó Veikan.

El hombre se reverenció. —Ante el consejo y el reino, usted es el nuevo rey.

—Aún no me coronan.

—Justamente por eso me encuentro interrumpiéndole.  El consejo está listo para hablar con usted, ellos solicitan su presencia en la sala majestad.

Veikan se levantó de su silla y miró al hombre, avanzó unos pasos para salir de la sala, pero al final se detuvo para hacerle una pregunta al Sr que, por obvias razones, tenía más experiencia que él. —¿Debería finiquitar esto hoy?

—Confío en su responsabilidad para con el deber, rey. Confíe en usted mismo majestad y sabrá qué hacer.

Ambos hombres salieron del lugar y se trasladaron al salón del consejo donde se encontraban reunidos los miembros que le conformaban; la reina madre Ahela estaba en la mesa junto a Elizabeth que para este momento había perdido su título de reina por ser la tercera esposa del rey Valko y al morir él, ella perdió su titulación de forma automática.

Los hermanos también estaban sentados en la mesa del consejo y a un lado se encontraba la reina Diana Worwick la que miró a su esposo con orgullo y amor y él hizo lo mismo con ella, mientras tomaba lugar en la cabecera de la mesa al lado de su esposa.

—Gracias a todos por asistir —se pronunció Veikan tragando en seco—. Esta reunión es definitiva para iniciar el nuevo reinado de la casa Worwick. —Todos le miraban atentamente, él respiró y prosiguió—. Mi padre, el rey Valko vivió y llevó este reino con honor y justicia, y yo deseo hacer lo mismo. Él siempre hizo lo correcto y, aunque los demás no estuvieran de acuerdo con sus decisiones, él siempre trató de ser justo y yo seguiré sus pasos—. Veikan hizo un breve silencio y miró en dirección a la mesa donde reposaban sus brazos, respiró y alzó su mirada—. Quiero anunciarles que tomaré mi nombramiento oficial como rey en estos días en el templo de Crowncave, mismo lugar en que  el rey Molko y el rey Valko recibieron sus coronas. Usaré la corona de mi padre y tomaré sus vestiduras junto con su espada hoja blanca; también quiero anunciar que Sr Leonel Hans es ahora oficialmente el consejero del rey, en este caso mi consejero bajo el título de Lord Leonel Hans.

El ahora Lord Leonel Hans miró con asombro aquel nombramiento que él no se esperaba se le fuera otorgado, conmoviéndolo enormemente.

—Él fue la espada jurada de mi madre, la reina Elizabeth, fue un honorable guardia real y un leal servidor de la casa Worwick. —Todos en la mesa asintieron en total acuerdo sobre las palabras de Veikan—. Es justo que él ocupe dicho lugar.

—Rey —habló un miembro—. ¿Usted llegó a algún acuerdo con los Vikernes?

—Sí, Lord. He estado estudiando el tratado de Ficxia minuciosamente.

—¿Creé usted que es conveniente? —preguntó otro miembro.

—He estado leyendo minuciosamente cada letra de ese tratado y mi hermano Carsten me ha ayudado en ello. Si buscamos algo siempre para este reino y esta casa es conquistar, como lo hizo el rey Aiseen y como lo hizo mi padre en sus días de juventud.

—¿Es consiente de que si usted llega a firmar ese tratado puede llegarse a convertir en rey en Ficxia? —preguntó otro miembro que al parecer pensaba que Veikan desconocía las dimensiones del tema.

—Lo sé, Lord, y soy consiente. Los Vikernes fueron muy generosos al cedernos poder sobre el reino de Ateckdra que más adelante podremos deslindar de los poderes políticos de Dunkelheit.

—¿Qué tan conveniente es eso hijo? —preguntó Ahela.

—Mucho, abuela. Si llegamos a eso y liberamos a Ateckdra de la invasión Zeana, los Worwick no solo serán la cabeza de Nordhia, sino que también estaremos en Ficxia nuestro lugar de origen. Estudiaré más a fondo el tratado y les tendré noticia después de mi coronación; de todas formas, cualquier tratado que firme deberá ser después de la ceremonia.

—Gracias rey —asintió uno de los miembros del consejo.

—Antes de levantar la reunión quería dejar algunas cosas en claro. He decidido hacer algunos cambios y confío que han sido los correctos. —Todos le miraban atentamente—. Por reglas estipuladas en los reinos de Nordhia, Elizabeth ha sido despojada de su título de reina por ser reina consorte y tercera esposa del rey Valko Worwick, pero yo quisiera hoy otorgarle el título de reina madre. —Los presentes se miraron confundidos ante las palabras de Veikan incluso la misma Elizabeth; quien no se esperaba aquello, mientras que la reina Ahela sonreía discretamente con los ojos cerrados como si supiera que las decisiones de Veikan eran las correctas, y le pareciera estar escuchando a su hijo a través de él.

—¿Quiere nombrar a Lady Elizabeth reina madre? —indagó un miembro extrañado por esta decisión.

—Sí, quiero y puedo. Madre. —Ella lo miró—.  Permíteme honrarte con esto. Sabemos de ante mano que eras la tercera esposa de nuestro padre, pero al final fuiste su compañera de vida hasta el día de su muerte, y fuiste nuestra madre desde que éramos unos niños, jamás olvidaré —Veikan respiró—. Cuando era un niño y todas las veces que lloré porque tenía miedo y usted estuvo ahí para hacerme sentir protegido, o las veces que enfermé y dormía noches enteras al pie de mi cama, cuidándome; los mimos, los besos, los abrazos, las canciones de cuna y hasta los regaños —Veikan sonrió.

Elizabeth sonrió también con lágrimas en sus ojos, observando la sonrisa agradecida de Veikan ante sus ojos.

—Para mí siempre fue usted una madre en toda la extensión de la palabra —recalcó Veikan.

—Yo estoy de acuerdo —intervino Valerio—. A mí tampoco se me olvidará la vez que dure hora sin dormir tratando de memorizar el emblema de nuestros dioses y cuando el daskalo me los preguntó, quedé en blanco porque todo se me había olvidado —sonrió—. Pero madre me lo tarareó a las espaldas del daskalo mientras yo la seguía, ella sabía que me había esforzado por aprenderlas y, sobre todo, jamás se me olvidará todo el apoyo  incondicional que me brindó con Asenya.

—Madre siempre estaba al pendiente de que no me quedara dormido en la biblioteca cuando era un niño, y mi empeño por leer libros crecía —Elizabeth rompió más en llanto mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro—. Ella sabía que no saldría de ahí jamás si no me lo decían, enseñándome que todo tiene su momento y lugar, ya que podría durar días en esa gran habitación perdido en los libros de historia envuelto en relatos fascinantes.

Todos sonrieron ante las palabras de Carsten por la veracidad de las mismas.

—Yo también te apoyo, Veikan —se pronunció Aiseen—. Porque a pesar de que no fui agradecido, reconozco hoy que sin Elizabeth no hubiéramos tenido la infancia que tuvimos. Quizás soy el menos indicado para decirlo, pero… —Aiseen la miró a los ojos —. Te agradezco por darme una segunda oportunidad después de todo. —Ambos se sonrieron cálidamente.

—Hay algo más que quiero agradecerle a la reina madre Elizabeth —habló Veikan—. Gracias por darme a Diana, a mi esposa, y la madre de mi hijo. Por esa razón, desde hoy te otorgo el título de reina madre de la casa Worwick.

Diana le sonrió a Veikan, mientras Elizabeth guardaba la postura, pero aun así su emocionalidad le ganó y rompió el silencio entre un llanto ahogado, diciendo: —Los amo a todos, siempre lo haré y siempre serán mis hijos.

—Una última cosa… Aiseen.

—¿Sí? —Aiseen miró a Veikan.

—Después de mi coronación me complacerá hacer  la firma oficial del tratado de Armes. Tú ocuparás el trono ahí.

—¿Qué? —preguntó el príncipe confundido—. Pero padre…

—Padre hizo lo correcto en su momento. Tú estabas haciendo muy mal las cosas, él tuvo que ejercer ciertos correctivos que, al parecer, dieron frutos. Armes seguirá siendo de los Worwick, seguirá perteneciendo a Northlandy, pero a la vez puede ser un reino independiente conservando su cultura y su pueblo, costumbres y sus dioses. Tú ocuparás el trono ahí bajo mi mando; te daré tu propio consejo real para que lleves el control de los asuntos medianos, pero a la hora de tratar los asuntos mayores, yo seré quien lleve las riendas de tu consejo. Arlette y tú serán coronados como los reyes regentes de Armes.

—Gracias Veikan, pero no hice esto para obtener el trono y lo sabes.

—Lo sé, y por eso te lo doy. Ustedes, hermanos míos, pueden tomar disposición de los castillos según quieran hacerlo, pueden vivir aquí o vivir en cualquiera de los palacios o castillos de la familia Worwick como dispongan,  yo los apoyaré siempre.

Las puertas del salón del consejo se abrieron en ese momento y un guardia interrumpió la reunión diciendo:

—Príncipe Aiseen debe venir  de inmediato, es la princesa Arlette.

En los aposentos de la Princesa Arlette, su vida corría peligro, estando encerrada bajo seguro y amenazada de muerte con un cuchillo apuntando hacia ella por parte de Kamille, la mujer que alguna vez fue la amante del que ahora era su esposo. Ella había logrado entrar al castillo pidiendo trabajo de ayudante de la cocina y al descubrir que Aiseen se había casado con la princesa, la mujer llena de odio procedió a querer asesinarla.

—Déjame ir, no ganas nada con esto —habló Arlette asustada.

—¿No gano nada? ¡Cállate, niña estúpida! Gano mucho con esto. Talvez perdí a Aiseen, y quizás  no vuelva a recuperarlo, pero tú no lo tendrás tampoco y estarás muerta, que es lo que más deseo en estos momentos por todo lo que me hiciste.

—Si sigues insistiendo en esto, te matarán —advirtió Arlette con lágrimas en sus ojos.

Kamille empuñaba más su cuchillo contra la indefensa Arlette. —Pues que me maten, ¡pero primero te mato yo a ti! —gritó la mujer rayando en un estado de locura—. No sé qué te vio él, mírate; no te acercas siquiera a ser una mujer completa como yo lo era para él, tú eres solo una mocosa llorona, pero lo que sea que haya visto él hoy se acabará porque yo acabaré contigo.

Kamille se le fue encima a Arlette con el cuchillo, y ella cubrió su rostro con sus brazos, mientras gritaba por ayuda, pero por fortuna la puerta de la habitación fue derribada por un grupo de guardias ocasionando que la mujer atrapara a Arlette en sus brazos colocando aquel cuchillo en su vientre y su mano sobre su garganta. Aiseen se hizo presente en la habitación junto a sus hermanos y la reina Elizabeth, reconociendo a aquella mujer que se notaba desaliñada y con histeria en su mirada.

—Kamille, Kamille suelta ese cuchillo —pidió Aiseen mirando fríamente a la mujer.

—No lo haré.

—Kamille, suéltalo y hablamos.

—¡No! No quiero hablar. Me traicionaste y me abandonaste por esta niña insignificante ¿Crees que voy a perdonar le lo que te obligó hacer? Aiseen mírame como terminé por culpa de ella, mi madre murió por culpa de ella ¡Porque ella te alejó de mí!

—A mí nadie me obligó a nada, entiéndelo. Ahora suéltala y ven conmigo, si accedes no te pasará nada.

—¡Lo haré si nos vamos juntos de aquí! —exigió Kamille.

—¡Aiseen! —exclamó Arlette entre llantos.

—¡Cállate niña! No vas a arruinarme esto —le amenazó apretando más el amarre de su garganta.

Pero Arlette, a su manera, buscó defenderse del amarre de Kamille y le dio un fuerte codazo a la mujer en el vientre, aprovechando que su brazo daba justo a esa altura, logrando que ella la soltará.

La mujer se quejó del dolor, pero aun así eso no le impidió alzar su cuchillo para clavarlo en la espalda de la princesa, pero Aiseen fue más rápido y se le acercó a Kamille hundiéndole su daga de mediano tamaño en el pecho y, mientras ella le miraba a los ojos, él dijo: —Con mi esposa no, Kamille. Te lo advertí.

Kamille arrojó una lágrima por su ojo y calló de inmediato al suelo, arrojando su cuchillo, el cual cayó junto con ella. Aiseen sacó la daga de su herida para que de esa forma ella se desangrara y de inmediato se acercó hacia Arlette, le abrió los brazos y ella corrió hacia él arrojándose a ellos, mientras Kamille aún estaba consiente en el suelo viendo como Aiseen besaba y abrazaba a Arlette procurando de que ella estuviera bien, al tiempo que ella se desangraba en el suelo producto de la defensa de Aiseen.

Ahora “ya no quedaban cabos sueltos” para los príncipes en general y prontamente todo volvería a la normalidad.

CROWNCAVE SOUTHLANDY

La guardia real marchaba con sus capas doradas, adornando los hombros de los soldados que caminaban hacia Crowncave, mientras Veikan iba en primera fila junto a ellos en su caballo blanco, portando las vestiduras que usó su padre el día de su coronación.

Al llegar a Crowncave, los soldados y guardias custodiaron la marcha del príncipe hacia la cima del templo donde se encontraban las dos reinas madres de Southlandy, los príncipes junto a sus esposas, el consejero del rey y el encargado de la ceremonia.

Veikan observó el pueblo de Southlandy reclamarlo como rey, mientras los tratados llegaban a los reinos, confirmando que la coronación del nuevo rey de Southlandy y Northlandy se había llevado a cabo.

La reina Ahela sonreía orgullosa al ver a su nieto listo para recibir la corona, la reina Elizabeth observó a su hija orgullosamente. Los príncipes compartían alegremente este momento mientras los dioses de la casa Worwick respaldaban el asenso.

El encargado de la ceremonia se acercó hasta Veikan y colocó en su hombro una capa blanca, citando:

“Hago entrega honorífica de la capa blanca al rey Veikan Worwick, junto a la espada hoja blanca que fue forjada por el rey Aiseen el conquistador y perteneció al rey Valko Worwick”

El encargado agarró en sus manos la corona y citó a toda voz declarando ante el pueblo de Southlandy:

“Declaró al Rey Veikan Worwick ante las masas del reino y ante toda Nordhia, que sea él coronado como rey absoluto de Southlandy Northlandy, Northros, islas de mares turbios, islas Doskan y Thousands. Hoy es nombrado primer jefe comandante de la guardia real del reino y protector de los mares y ríos y de las fronteras del reino. Él es quien gobernará con sabiduría, temple y justicia, coronado con la corona del rey Aiseen el conquistador y de del rey Valko Worwick también un rey conquistador. Él es quien decidirá la nueva orden real hasta la próxima generación”.

La corona fue colocada sobre la cabeza de Veikan y él le extendió la mano a su esposa Diana llevándola  a su lado. La reina Elizabeth se acercó a su hija colocando la corona de la reina Anya Worwick sobre su cabeza, y el encargado de la ceremonia citó:

“Reina legitima Diana Worwick, madre del reino y del trono”

Los brazos del encargado se extendieron en lo alto y este proclamó a toda voz mientras las masas le seguían con euforia.

¡VIVA EL REY VEIKAN WORWICK!

Fin

†La reina Ahela Castelfeld murió días después de la coronación de su nieto, mientras dormía tranquilamente en sus aposentos.†

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