𝐌𝐈 𝐏𝐑𝐎𝐏𝐈𝐎 𝐑𝐄𝐅𝐋𝐄𝐉𝐎
Capítulo 9
SOUTHLANDY
Después de haber tomado el desayuno, el príncipe Veikan se presentó en la sala privada ante su padre, el rey Valko, quien se encontraba ahí como de costumbre.
El príncipe pidió el permiso debido para ingresar y este se le fue concebido, una vez dentro de la sala Veikan se reverenció ante su padre diciendo:
—Padre, gracias por recibirme.
—Veikan hijo. ¿Cómo has estado?
—Bien padre, gracias a los dioses.
—¿Solicitaste hablar conmigo, hijo?
—Sí, padre, Diana me ha pedido que la acompañe a montar a caballo, y me ha dicho que debo comunicárselo a usted.
—¿Cuándo te dijo eso? —preguntó el rey analizando detenidamente a su hijo.
—Hoy en la mañana, me la encontré en los pasillos cuando ella se dirigía a la torre blanca a leer un poco.
—¿Seguro?
—Sí, padre.
El silencio de Valko estaba empezando a colocar incómodo a Veikan quien siempre trató de mantener la postura, Valko esperaba que su hijo fuera sincero con él, pero ya que este no le comentó nada sobre su hermana, Valko no preguntó más.
—Está bien, puedes ir con ella a montar.
—Gracias padre —respondió Veikan para retirarse de la sala, pero su paso fue frenado por la voz de su padre —Veikan… ¿Dormiste anoche en tu habitación?
—No padre; dormí en la torre blanca anoche, fui a leer un poco para bajar mi mal humor y me quedé ahí.
El silencio volvió a reinar entre ambos mientras Valko solo se limitaba a analizar las respuestas que le daba su hijo y por razones muy propias que solo Valko conocía, no le creyó, pero sí dudó.
—Está bien hijo, puedes retirarte.
—Con su permiso, padre —Veikan se reverenció ante su rey y se retiró para ir por su hermana Diana.
ARMES NORTHLANDY (CASTILLO DUNNOTOR)
Aiseen tuvo una intensa lectura en la habitación que fue de su madre, descubriendo sus sentimientos y dolores en cada una de sus palabras. Si antes el odio que sentía por sus hermanos y por su prometida era considerable, ahora era mayor.
Las palabras de una delirante y obstinada princesa que nunca se había arrepentido de sus errores no había ayudado en nada, al contarse todo desde la perspectiva de la misma, y por obvias razones la princesa jamás se sintió culpable de sus errores, ella solo los justificó y culpo a alguien más.
Aiseen partió del castillo a lo alto del pueblo donde se había instalado su amante, Kamille lo estaría esperando ahí. Los planes de Aiseen siempre fueron llevarla al castillo junto a él, pero la presencia de su abuela, la reina Ahela Castelfeld se lo impedía, ya que ella llegaría pronto a Armes.
—No me gusta verte con rabia cariño —comentó kamille tratando de darle calma a Aiseen.
—¿Cómo no voy a tener rabia? Mi madre murió desquiciada de dolor por el rechazo de mi padre, él la condenó cuando la dejó por su hermana. ¡Esa maldita de Anya Worwick tiene la culpa! —exclamó Aiseen molesto casi que haciendo una rabieta, mientras Kamille solo se limitaba a mirar su comportamiento.
—Pero no fue eso lo que terminó de matar a tu madre, ¿o sí?
—No, fue ella, esa golfa de Elizabeth Thousands, él rechazó a mi madre para meterse con ella, el día que mi madre murió, él decidió no velar su nombre por ir en busca de su esposa porque Diana estaba a punto de nacer. ¡Maldita sea Diana siempre arruinando cada espacio de mi apellido y mi existencia! —exclamó Aiseen una vez más con tanto odio en sus palabras que Kamille se sorprendió.
—¿Qué harás entonces?
—No lo sé, de igual forma tengo que casarme con ella si queremos heredar Armes.
—Por lo menos ella será tu reina, yo no.
—Yo quiero que tú seas mi reina.
—Aiseen no, piénsalo bien, vamos a tener más libertad si seguimos así. Sabes que no me muero por esa posición, yo solo quiero estar contigo. La que se muere por opacarte y quitarte todo es ella —habló kamille sembrando una pequeña, pero explosiva semilla de odio en él.
—Te prometo que cuando ya esté casado con ella voy a dedicarme en cuerpo y alma a ti siempre, ya no tendré que fingir para tenerla a mi lado y te juro que ya no será un estorbo como también le prometí a mi madre que pagará todo el daño que hizo su estúpido nacimiento.
—Tranquilo, yo estoy bien, debes enfocarte en más que nada en la promesa hacia tu madre, pero recuerda no agredirla solo ponle mano firme; ahora ven, vamos, es hora de que te relajes un poco mi rey Aiseen —alardeó aquella mujer arrastrando al príncipe a su cama consiguiendo que este le siguiera y callera rendido ante ella. Kamille sabía cómo tenerlo siempre a sus pies.
En el castillo Dunnotor, Ahela había llegado después de salir del reino de Northros al reino de Armes, ella sabía que su nieto estaría ahí y llegó justamente para recibirlo y pasar un tiempo con él.
La madre de Valko ahora oscilaba entre los sesenta años, pero aún era una mujer fuerte a la que la vida la había golpeado de muchas formas con la pérdida de sus padres, sus hermanas, su esposo y dos de sus hijos, y para este punto de su vida sus nietos eran su soplo de esperanza y aire fresco.
La reina Ahela se encontró con Sr Harol cuando ella se adentraba al castillo, quien la recibió con cordialidad.
—Reina Ahela, bienvenida a Armes —el hombre se reverenció.
—Gracias Sr Harol, necesito por favor que traiga ante mí a mi nieto Aiseen.
—El príncipe Aiseen no se encuentra en el castillo.
—¿Dónde está?
—Salió a conocer los alrededores del lugar. El príncipe tenía mucho entusiasmo de conocer el sitio donde creció y vivió su madre.
—Entiendo... Por favor, cuando mi nieto vuelva llévelo ante mí, yo estaré en mis aposentos.
—Cómo usted diga mi reina.
Sr Harol se reverenció ante la reina Ahela para retirarse de su presencia.
SOUTHLANDY
Desde lo alto de la sala privada del rey, Valko se encontraba en el amplio balcón observando el panorama que desde ahí se dejaba ver. Él recorrió con su mirada el jardín principal, parte del patio de armas y las grandes puertas del castillo, las que lograban verse un poco desde ese punto, logrando ver a Veikan y a Diana partir en sus caballos.
Valko se adentró a la sala para tomar asiento frente a su escritorio mientras su mente corría en un laberinto infinito de pensamientos, los que fueron interrumpidos por Sr Leonel Hans, el soldado que aún era la espada jurada de la reina Elizabeth.
—Mi rey —se reverenció.
—Dígame Sr Hans.
—Sus sospechas sobre el príncipe Veikan eran ciertas mi rey, el príncipe no pasó la noche en sus aposentos, tampoco durmió en la torre blanca, ni tampoco salió del castillo ayer.
—¿Está seguro?
—Sí, mi rey, las fuentes son confiables y fiables.
—Está bien, retírese.
Sr Hans se retiró, dejando a Valko solo en la sala. Él ya se imaginaba dónde había dormido su heredero esa noche, dándole rienda suelta a sus recuerdos, esas memorias que nunca lo habían abandonado.
Flashback
27 AÑOS ANTES.
El joven y apuesto príncipe Valko se encontraba entrenando como de costumbre, logrando que a su edad fuera considerado todo un experto con la espada. Al finalizar su entrenamiento el príncipe se dispuso a ingresar a los pasillos del castillo y al alzar su mirada hacia el balcón se encontró con la figura de su hermana; ella había asistido a verlo entrenar como lo hacía en diversas ocasiones y él no evitó sonreír levemente para adentrarse por completo en los pasillos.
Al llegar a sus aposentos, el príncipe Valko se dio un baño y se volvió a vestir para dirigirse a la habitación de su hermana, la que lo esperaba pacientemente a que él llegara.
Anya ya estaba comprometida con el príncipe Molko, su hermano mayor, y la unión se había discutido desde que Anya tenía trece años, pero solo fue hasta sus quince años que el compromiso se anunció entre la familia Worwick, aun el consejo no estaba enterado de la unión de sangre y linaje para mantener en pie el poder del trono blanco.
Desde que el rey Vasko anunció la unión de ambos, Molko no había reaccionado bien para con su hermana, adoptando una actitud hostil, desagradable y despreciándola en todo momento.
El príncipe prefería a sus mujeres de la calle libre, mientras que la unión y hermandad entre Valko y Anya crecía a cada momento con cada detalle y cada gesto del peliblanco para con la rubia. Valko se dedicó a cuidar de ella, así como ella cuidó de él cuando perdió su ojo. Desde entonces ambos se acompañaban y Valko la protegía, haciéndola sentir importante y querida, pero al final el acercamiento tuvo repercusiones en las emociones de ambos hermanos.
Valko había desarrollado sentimientos carnales por su hermana y, aunque aún no había sido directo con ella, él era bastante especial con la rubia y ella lo notaba. Anya, por su parte, también había desarrollado este tipo de emociones por él y con cada acercamiento, cada gesto de cariño y cada momento de dedicación mutua no faltó mucho para que un romance se solidificara entre ambos.
Valko se desplazó esa noche hasta la habitación de su hermana y entró en ella encontrando a Anya tratando de desvestirse para colocar su ropa de dormir. Ella no se había percatado de su presencia ahí y al darse cuenta de que él estaba junto a la puerta, no evitó asustarse.
—¿Por qué no tocaste?
—Disculpa hermosa, no pensé que te molestaría, me retiro.
—No espera, quédate —pidió Anya.
—¿Te ayudo? —preguntó Valko.
—Sí, por favor.
Anya se colocó de espaldas a su hermano y él le ayudó a desamarrar fácilmente los cordones de su vestido, quedando con su espalda descubierta frente a él. La tentación de tocar la piel de la espalda de Anya con sus dedos fue intensa, pero al final, él no lo hizo y la respetó.
Anya pudo notar el impulso y el control del que gozaba su protector.
—Iré a cambiarme … ¿Te quedarás? —preguntó la princesa.
—Si quieres.
—Quédate —pidió Anya conectando con la mirada rígida y provocativa de su hermano.
—Aseguraré la puerta —dijo Valko.
Anya le sonrió a su hermano y fue a vestirse mientras Valko aseguró bien la puerta y comenzó a desabrochar las correas de su camisón de cuero. Ya habían sido varias noches en las que Valko se había quedado a cuidar a su hermana, pero últimamente él se quedaba más seguido a cuidar su sueño.
Ella no se sentía cómoda ni segura. Después de que su padre anunció el compromiso de ella con Molko el príncipe heredero la buscó en dos ocasiones borracho para insultarla acusándola de que había sido ella la que había propiciado la unión entre ambos. Inevitablemente, Valko intervino en la situación para cuidar a su hermana de los maltratos de Molko; solo junto a él ella se sentía tranquila y segura.
Anya salió del cuarto de baño lista para entrar en su cama, Valko sacó su camisón de cuero dejando su torso expuesto, el príncipe retiró sus botas también y Anya lo ayudó a retirar la liga que traía puesta sosteniendo parte de su largo cabello blanco.
—¿Quieres quitarlo o...? ¿No? —preguntó Anya hablando del parche.
—Lo retiraré más tarde —dijo Valko mirando a su inocencia
—¿Iremos a la cama enseguida o te quedarás leyendo?
—¿Qué prefieres tú?
El silencio de Anya se percibió junto a su mirada triste. Ella se quitó de en frente de su hermano y se acercó a su cama.
—¿Anya qué pasa? —preguntó el príncipe buscando la mirada de su hermana sentándose junto a ella sobre la cama.
—No quiero que pienses mal de mí pero… Ojalá pudieras rescatarme de Molko.
—¿Quieres que te rescate de Molko? —preguntó Valko conmovido.
—Lo deseo demasiado, pero al parecer no está en el destino —habló ella con los ojos empañados.
—¿Y qué importa el destino?, sabes que puedes pedirme cualquier cosa.
—¿Podrías pedirle a nuestro padre que no me case con él?
—No puedo hacer eso Anya, sabes que no puedo interferir en esos asuntos —contestó Valko con seriedad en su tono de voz.
—Entonces no puedes salvarme.
—Tal vez hay otras formas en las que podamos salvarnos a ambos.
—¿Otras formas? —preguntó Anya confundida.
Valko colocó suavemente su mano sobre la cintura de su hermana sujetándola con fuerza, el príncipe se acercó a ella delicadamente logrando que la rubia se dejara llevar por sus movimientos.
Con delicadeza, él se situó sobre Anya acercando su rostro al de ella, mientras sus respiraciones se sentían profundas y él preguntó “¿quieres saberlas?” Anya asintió que sí y como si se tratara de una atracción instantánea Valko y Anya se dieron su primer beso esa noche, un beso demasiado tierno y delicado que calentó el corazón de ambos.
Poco a poco, Valko tomó el control del momento y besó con más intensidad a su rubia, sintiendo cómo ella se rendía completamente ante sus besos, hasta que ambos fueron interrumpidos por unos golpes en la puerta. Valko saltó de la cama en estado de alerta y Anya se notaba asustada sin saber qué hacer.
Valko le hizo señas a Anya que abriera la puerta mientras él agarraba sus prendas y se escondía en el cuarto de baño de la princesa, mediante los golpes en la puerta, se seguían escuchando con insistencia. Finalmente, Anya se bajó de la cama y se dirigió a abrir la puerta para encontrarse con su madre, la reina Ahela.
—¿Te encuentras bien, hija?
—Sí, ya iba a dormir madre.
—¿Por qué estabas encerrada?
—Es que no quiero que nadie entre e interrumpa mi sueño y mucho menos Molko.
—Ya he hablado con él, no volverá a molestarte.
—Solo quiero estar segura madre.
—Está bien hija. Yo solo quería saber cómo estabas, descansa entonces.
—Descanse madre.
Anya cerró la puerta y volvió a echarle seguro para ver a su hermano salir del cuarto de baño y no evitó correr a sus brazos diciendo: “no te vayas” Valko la miró con detenimiento, el miedo en la mirada de ella era inminente, Anya no quería que aquel beso se desvaneciera o fuera un error “No lo haré mi amor” respondió Valko dando otro ligero beso en los labios de su inocencia.
Fin del Flashback
Veikan y Diana cabalgaban a gusto por las orillas del bosque y por seguridad el príncipe Veikan decidió no adentrarse. Él conocía muy bien a su hermana y sabía lo traviesa que era y él debía cuidarla, ya que cada vez que a ella se le ocurría cada cosa, lo colocaba a él en apuros.
—Está hermoso —dijo Diana encantada por el lugar.
—Que bueno que te guste, solo estamos en la orilla del bosque.
—¿Podemos entrar? —preguntó Diana con una sonrisa traviesa.
—¡No, Diana! No vamos a adentrarnos, te conozco, no vas a salir huyendo en tu caballo, nos podemos perder.
—Se supone que conoces estas tierras.
—Sí, pero estoy cuidando de ti ahora, y quiero que tengas un paseo agradable mi amor.
—Está bien —dijo sonriendo—. ¿Y si... vamos al campo de tiro?
—¿Quieres ir con Valerio?
—Sí, ¿podemos? —preguntó la princesa con mirada tierna.
—Claro que podemos mi vida.
Veikan y Diana se apresuraron en sus caballos para llegar a tiempo al campo de tiro donde si tenían suerte encontrarían a Valerio practicando como él solía hacerlo. Los caballos cabalgaron hasta el lugar donde por suerte vieron a Valerio empuñando su última flecha.
El príncipe disparó su flecha dando en el blanco y procedió a bajar su arco para entregarlo al encargado del campo y al girarse vio a sus hermanos en los caballos observando como el rubio se preparaba para retirarse y se acercó a ellos Preguntando:
—¿Qué hacen aquí?
—Quiso venir —dijo Veikan señalando a Diana.
Valerio sonrió. —¿Padre, te ha dado permiso, hermana?, porque si no es así, esta vez podemos ser víctimas de su espada.
—No —sonrió Diana por el comentario dramático de Valerio—. Él me dio permiso para ir a montar a caballo y vine hasta aquí a verte entrenar, lástima que ya terminaste.
—¡Te… adoro! —comentó Valerio dejando un beso en las pequeñas manos de su hermana menor. Seguidamente, el rubio tomó lugar en su caballo y sujetándose de las correas de su silla de montar, preguntó—: ¿volvemos por el pueblo?
Veikan sonrió al oír la idea del arquero, Volver por el pueblo era algo sumamente emocionante por la rapidez con la que tenían que ir, así que Veikan miró a Diana y preguntó:
—¿Quieres cruzar el pueblo, debemos ir rápido?
—¡Sí, quiero! —exclamó Diana emocionada.
—Vamos —habló Valerio para empezar a cabalgar en sus caballos hacia el pueblo en busca del castillo Worwick.
La travesía fue sumamente emocionante para Diana, ella jamás había atravesado el pueblo de esta forma. Cada vez que salía siempre volvía por el lado del bosque y aquello que estaba haciendo ahora junto a sus hermanos era muy divertido para ella.
Valerio iba delante abriendo camino a sus hermanos, Diana le seguía el paso al rubio y Veikan iba detrás de ella cubriendo a su hermana.
Las personas que transitaban por las calles del pueblo veían anonadados a los príncipes. Los habitantes de Southlandy siempre parecían impresionados cuando a un Worwick pasaba cerca a ellos. La risa de Diana era la que más llamaba la atención de las personas que le veían, la rubia no había interactuado casi con las personas del pueblo y las veces que lo hizo fue sumamente amable con todos, por esta razón cuando la vieron a caballo junto a sus hermanos las personas quedaban casi que hipnotizadas observándola.
Diana continuaba al paso de sus hermanos, hasta que algo hizo que ella disminuyera su velocidad y frenara el galope de su caballo, logrando que Veikan la pasara al no tener tiempo de detenerse por la velocidad que llevaba. Al ver que Diana se había frenado, él gritó: “Diana, ¿qué haces?” Diana no parecía atender la voz de su hermano "¡Diana!", volvió a llamar Veikan.
Valerio sintió los gritos de Veikan y frenó para mirar atrás “Valerio, Diana se detuvo” gritó Veikan a su hermano mientras la princesa se acomodó para bajarse del caballo, a lo que ambos príncipes reaccionaron inmediatamente.
“Diana, ¿qué estás haciendo?” “¡Súbete al caballo!”, gritó Valerio.
“¡Diana!”, volvió a llamar Veikan bajándose también del equino.
Seguidamente, Valerio también se bajó de su caballo haciéndose a un lado de Diana con sus manos sobre las empuñaduras de sus dagas mientras la rubia estaba tranquilamente hablando con una señora de mediana edad que tenía un puesto de joyas; justo eso fue lo que llamó la atención de la princesa.
Diana miraba encantada aquellas joyas de fantasía al tiempo que un grupo de personas se encontraban observando a los príncipes y ellos podían oír los susurros y comentarios sobre ellos y sobre Diana, comentarios que de por sí eran muy agradables.
Las personas no dejaban de susurrar lo hermosa, lo amable y lo tierna que era Diana.
—¿Este qué precio tiene? —preguntó Diana sosteniendo un brazalete de diamantes azules, semejantes a un zafiro.
—Ese solo cuesta dos piezas de plata, mi princesa.
—¡Es divino! —exclamó Diana encantada con aquel objeto de bajo valor.
—Me honra usted al decir eso princesa, pero me temo que estas joyas no son para usted —dijo la mujer.
—¿Por qué no?
—Usted es una princesa y supongo que usará los collares más finos y bellos del reino.
—Está hermoso... es lo que cuenta y si es hecho por usted entonces es valioso —habló Diana mirando a aquella señora que se sintió elogiada por la princesa Worwick.
Valerio observó un collar de diamantes rojos que llamó su atención y Diana notó como él fijaba su vista sobre aquella prenda. —¿Te gusta? Sería lindo para Asenya —comentó Diana sonriendo.
Valerio mostró sorpresa ante el comentario de Diana. Se suponía que nadie sabía lo que ambos tenían, pero al parecer Diana sí logró darse cuenta.
—¿Este qué valor tiene? —preguntó Diana por el collar.
—Cuatro piezas de plata, mi princesa —respondió la mujer.
—Me los llevo —Diana sonrió.
La mujer procedió a empacar muy bien las prendas y todo iba bien hasta que Veikan se acercó a su hermana y comentó: —Diana, no trajimos dinero con nosotros.
Diana se sintió apenada, pero afortunadamente el inconveniente no duró demasiado
—No es necesario el pago príncipe, pueden llevarlo —dijo la mujer.
—No, pero, es su trabajo, debemos pagarle —habló Diana.
—Tranquila mi princesa —intervino la mujer colocando las prendas empacadas en las manos de Diana—. Ahora todos sabrán que una princesa Worwick hija del rey Valko Worwick usa mis prendas y créame que eso es suficiente, acepte este regalo para usted su alteza.
La mujer se reverenció y besó las manos de la princesa, la que sin duda alguna agradeció extendiéndole un abrazo a aquella mujer que se sintió extraña a causa del noble gesto, mientras Veikan y Valerio sonrieron de medio labio ante aquel acto de su hermana; ella era todo un amor.
Los príncipes volvieron a sus caballos y regresaron al castillo sin complicaciones, en el corazón de Diana el pago que recibiría esta mujer sería grande y ella se encargaría de ello.
TURBIOS (PALACIO ESCANDINEVA)
El príncipe Carsten continuó su día después de haber hablado con Merrie sobre el compromiso matrimonial que se estaba acordando entre ambos. Al principio ella no estaba emocionada por la unión; su padre la estaba obligando a decir que sí, por conveniencias que ella consideraba tontas, pero que para su padre significaban poder.
Ella se imaginaba que estar casada con un Worwick era estar sometida por todo lo que se decía de ellos, pero las palabras dichas por Carsten se clavaron en su mente y en su corazón lo que la llevó a intentar considerar la propuesta del rubio, porque había algo más que tenía reacia a Merrie, ella creía que Carsten había pedido la negociación matrimonial con su padre, aunque por otro lado, en su mente rondaban muchos pensamientos: «Con él yo podría decidir que quiero y que no» pensó ella.
La cólera invadió a Lord Sergi al enterarse de que su hija no había aceptado el compromiso de inmediato y el hombre no dudó en amonestarla presionándola de nueva cuenta para que aceptara, y que dijera donde, cuando y como querían la boda y vivir junto a su esposo; todo dicho y planeado por él, Pero al final Carsten le había dado el poder a ella de decisión.
En el silencio de la biblioteca del palacio, se encontraba Carsten con un par de pergaminos en sus manos cuando un guardia le anunció la llegada de la joven y él ordenó que la dejaran pasar. Merrie entró a la biblioteca y Carsten ordenó que los dejaran solos.
—¿Querías hablar conmigo? —preguntó el príncipe.
—Sí, es que ya le tengo una respuesta, mi príncipe —dijo la joven con la mirada a gachas de pie frente al Worwick.
—Bien. —Carsten se acercó a ella y buscando su mirada preguntó—: ¿Cuál es?
Merrie miró a Carsten y observó aquellos ojos grises intensos que emanaban paz y tranquilidad, transmitiéndolo a ella misma. Era la primera vez que un hombre la miraba así, sin altivez, sin dominio, sin frialdad; ella estaba más que segura de que había tomado la decisión correcta.
El Flashback que Valko tuvo con su hermana Anya cuando él estaba joven lo pueden encontrar en el capitulo de VALKO: INOCENCIA llamado “primer beso” en ese capítulo todo se relata desde la Voz de Valko, por lo tanto, ahí encontraran más detalles explícitos que aquí no se mencionaron ✨
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top