𝐌𝐈 𝐇𝐄𝐑𝐌𝐎𝐒𝐀 𝐃𝐈𝐀𝐍𝐀
Capítulo 29
VEIKAN
Cerré la puerta de la cabaña y me quedé por unos segundos tras la misma sintiendo un gran dolor en mi pecho mientras alcanzaba a oír los lamentos de minerva que se hicieron más audibles tras mi ida partiéndome el corazón. Irme de ahí sin ella fue algo que hice en contra de mi voluntad; el bosque era peligroso y dejarla ahí sola me causaba mucho temor, yo me sentía responsable de ella, pero ella me pidió que me fuera y la dejara tranquila.
No pude refutarle a Minerva el hecho de que amaba a Diana y a ella, no porque simplemente ella tenía razón; yo estaba enamorado de Diana, y mis deseos más profundos eran con ella; que Minerva me dejara y me diera la opción de irme fue en parte liberador para mí, y no quiero que suene mal. Yo quería mucho a Minerva, su ternura y su cariño me cautivaron, pero mi corazón ya le pertenecía a Diana y si no me fui antes del lado de Minerva fue por la simple razón de saber que no podía romperle el corazón solo porque Diana decidió ya no casarse con Aiseen después de haberse ido tras él dejándome a mí a un lado. Pero para este punto no pude continuar negando mi amor por Diana. Minerva no merecía un cariño a medias ni mentiras y por eso me fui sin insistir.
En ese momento acepté que mis hermanos tenían razón al decirme que estaba cometiendo un error, intentar introducir a Minerva en este mundo solo por cumplir mi deber era el acto más egoísta de mi parte y por eso también decidí no insistir, no pude seguir siendo egoísta con una increíble persona que no pensó egoístamente al dejarme ir en contra de su voluntad y de sus deseos.
Mientras cabalgaba de camino al castillo recordé el sueño que tuve con mi madre mientras estuve en Azzex y cada una de sus palabras, mismas que caí en cuenta en ese momento estaban cobrando sentido “vuelve a casa y escucha lo que tiene que decir” también pensé en las palabras de Minerva «ve con ella y escúchala» quizás ellas tenían razón. Yo debía escuchar y me estaba negando hacerlo, darme cuenta de esto me hizo sentir una extraña sensación en el corazón como si supiera que todo podría cambiar de un momento al otro con tan solo escuchar.
Finalmente, llegué al castillo y me adentré en los pasillos para ir en dirección hacia la sala de los príncipes, donde me informaron que ellos estaban. Abrí la puerta y, para mi gran sorpresa, estaban todos ahí. Valerio, Carsten, Tanya, Merrie y Asenya. Mi presencia en el lugar fue casi que inesperada para ellos, lo vi en sus rostros al hacerme presente en la sala.
—¡Veikan, qué sorpresa! —comentó Valerio al verme, mientras yacía cómodamente sentado al lado de Asenya.
—¿Qué les sorprende? —pregunté confundido.
—Es que estábamos hablando mal de ti y no te esperábamos —dijo Valerio con una actitud seria, pero obviamente era una chanza más de él y los presentes en la sala no tardaron en reír.
Sin alargar tanto el asunto me pronuncié rápidamente: —Necesito hablar con ustedes.
—¿Vas a hablar con padre como acordamos? —preguntó Carsten—. Te recuerdo que te di un ultimátum hermano, si aún no he hablado con padre es porque Merrie me ha estado deteniendo.
—No tienes que hacer eso —suspiré con desánimo—. Todo acabó entre Minerva y yo, ella me dijo que me fuera y yo no me opuse —comenté con los ánimos bajos.
—¿Entonces se dio cuanta de como es esto? —preguntó mi gemela volcando su mirada más fría en mí.
—Sí, ella no estuvo dispuesta a estar conmigo sabiendo que amo a… —hice una pausa y cerré los ojos—. A Diana.
—Ya lo veía venir —comentó Tanya.
—¿Lo veías venir? —pregunté confuso, necesitaba saber qué punto la llevó a pensar que eso pasaría.
—Minerva es una buena mujer, se le nota, y eso era justo lo que te intentábamos hacer ver, ella no merece estar con alguien que ama a otra persona, ¿Crees que ella no se dio cuenta de tus miradas con Diana? —Me sorprendí al oír eso de Tanya, por su actitud con Minerva, pensé que a ella no le agradaba, pero todo se trataba de mí y de lo mal que yo estaba llevando esto, ella ya me lo había advertido, pero como siempre yo no quise oír a nadie.
—Todos nosotros pensamos igual Veikan, nadie debe ser usado para cumplir con algún deber, y tú estabas cayendo en eso —habló Carsten haciéndome sentir mal.
—No la estaba usando, de verdad le tomé cariño y me sentía bien con ella.
—No hagas cosas buenas que parezcan malas hermano —eso fue lo más prudente que dijo Valerio en ese momento.
—Está bien, lo admito, no debí precipitarme, pero sea ella o no en algún momento debo casarme.
—¿Hablarás con Diana? —preguntó Carsten.
—De hecho, sí, quisiera hacerlo.
—Hazlo, habla con ella, creo que hay muchas cosas que aclarar entre ustedes. —La mirada fulminante de Carsten había bajado su intensidad sobre mí para este punto.
—Claro, lo haré solo para que me repita que ella me quiere, pero Aiseen... —suspiré con cansancio—. Lo de siempre.
—Yo no lo creo —intervino Carsten nuevamente—. Si tantas dudas tienes sobre lo que te orilla a pensar que ella quería estar lejos de ti, pregúntaselo a ella misma, pero hablen.
—Solo quiero aclararte algo Veikan —dijo Valerio levantándose de su silla acercándose a mí—. El día que Diana se fue a Armes, cuando enviaron a un sirviente de Aiseen por ella, yo hablé con mi hermana antes de que se fuera y ella me dijo que te dijera que hablaras con padre, en ningún momento me dio indicios de querer alejarse de ti, solo lo digo para que sepas que nosotros nos basamos en la realidad de los hechos de Diana y no solo por ser ella nuestra hermana.
—¿Dijiste sirviente de Aiseen? —pregunté perplejo, aquello me dio mala espina.
—Sí, fue el que enviaron —contestó Valerio.
—Eso no me da buena espina, en todo caso iré a verla.
—Justo cuando iba a salir de la sala, la voz de Merrie me detuvo.
—¿Puedo decir algo?
Yo me volteé para verle y me incliné ante ella, Merrie estaba sentada y necesitaba verle mejor. —Sí Merrie, claro.
—Independientemente de lo que haya pasado, puedo asegurar que si ella te ama, seguramente solo fue cuestión de rabia cualquier cosa que haya dicho para orillarte a buscar a alguien más, no es justificable, pero habla con ella, Diana es muy tierna y se puede estar sintiendo muy presionada entre el matrimonio, el maltrato de Aiseen y su traición, eso le pudo haber quebrado su autoestima, solo escúchala y trata de entenderla.
Sonreí ante las palabras de Merrie, apenas la estaba empezando a conocer y después de esto pude darme cuenta de que Carsten había hecho una excelente elección, sin más respondí: —Gracias Merrie, lo haré.
Abrí la puerta de la sala y me dirigí primeramente a mis aposentos para buscar la muestra de mis razones, de inmediato salí de ahí y fui directo a la habitación de mi hermana, esperaba encontrarla despierta y poder hablar bien con ella, para este punto sentía un fuerte impulso en hacerlo más que nunca, y esperaba que lo que fuera que saliera de esa conversación nos devolviera el alma a ambos.
Al llegar a la habitación me encontré con una de las doncellas de mi hermana, abandonando sus aposentos con notable preocupación y no tardé en preguntar qué estaba sucediendo. Entonces ella me comunicó que Diana no había querido comer y estaba intentando alentarla a hacerlo, pero había sido en vano. Le pedí a la doncella que me dejara eso a mí y que se retirara, pero que por ningún motivo dijera que yo me encontraba en la habitación de ella y que si le preguntaban por la princesa dijera que ella ya estaba durmiendo; yo necesitaba privacidad con Diana para aclarar todo este asunto de una buena vez.
Al entrar a la habitación y vi a mi hermana acostaba sobre la cama y de inmediato su voz se hizo audible a mis oídos.
—Raisa te dije que iba a comer más tard….—habló ella con la voz llorosa mientras volteaba a ver hacia la puerta para encontrarse conmigo de pie frente a ella—. ¿Veikan?
—¿Podemos hablar?
Diana se levantó de la cama y se acercó a mí diciendo: —Si vienes a pedirme que respete la relación que tienes con tu novia y que la acepte, no pierdas más tu tiempo, me resigno, Veikan —sus palabras iban cargadas de dolor—. Estoy cansada de sentir esto y ya no quiero más. Quédate con ella, yo me iré a Northlandy, hablaré con padre.
Los ojos de Diana se veían rojos, ella había estado llorando, y la tristeza en su mirada era demasiado profunda.
—Diana —me acerqué a ella—. Solo quiero que hablemos sobre lo que pasó en Thousands.
—¿Hablar? —Me miró molesta—. ¿Después de todo lo que pasó?
—Sí, necesito que me aclares por qué me pediste que me olvidara de ti.
—¡Jamás te pedí eso Veikan!
—¡Lo hiciste! —afirmé—. Cuando volví de cazar, lo primero que me encontré fue con la noticia de que te habías ido a Armes, así que me dispuse a buscar a Valerio porque Lord Foul me dijo que él fue la última persona que habló contigo, y entonces me dio tu mensaje.
—¿Qué mensaje? ¿De qué estás hablando? —el desconcierto de Diana era tan real que pude verlo claramente en su mirada y eso hizo que empezara a sentirme extraño al acusarla.
En ese momento, mi mirada se desvió hacia una mesa pequeña que Diana tenía en la habitación, donde había un par de papeles con una pluma y tinta, lo cual captó mi atención.
—¿Tú has escrito sobre ese papel? —señalé.
—Sí, he estado pasando el tiempo escribiendo junto a Merrie, ella está aprendiendo y Carsten me la encargó.
Me acerqué hasta la mesa y agarré el papel para verlo.
—¿Cuál de estas es tu letra? —pregunté y ella me señaló de inmediato, dándome cuenta de que la letra no era igual a la letra de la carta que me habían entregado en su nombre.
—¿Qué pasa Veikan?
—Lord Foul me entregó una carta Diana, una carta que según él tú me habías dejado antes de irte.
—¿Una carta? Yo no te dejé ninguna carta —afirmó mi hermana.
Saqué la carta del bolsillo de mi pantalón y se la entregué a ella diciendo: —Es esta.
Diana la agarró, la abrió y la comenzó a leer detenidamente y a medida que su lectura avanzaba pude ver en su rostro el horror que cada palabra escrita en ese papel le causaba. Ella me miró con lágrimas en sus ojos y pude notar genuina confusión en ellos y entonces me di cuenta de que en realidad no estaba enterada de nada. En ese momento sentí mi corazón latir aceleradamente, por un lado, me causaba alivio que nada de lo que decía esa carta fuera real, pero, por otro lado, me sentí realmente mal porque esas palabras habían causado mucha confusión y mucho dolor entre nosotros.
—Veikan yo no escribí esto, te juro que yo no lo hice —sollozó —. Yo jamás te pediría que te fueras con alguien más, yo te amo.
Me acerqué a ella para tratar de tranquilizarla tomándola de las manos y las palabras comenzaron a brotar de ella en un intento por esclarecer las cosas.
—Cuando me desperté y no te vi conmigo quise ir a hablar contigo y arreglar todo, pero no lo hice porque tenía miedo de que aún estuvieras muy molesto y se empeorará el problema y de repente tocaron a mi puerta, yo pensé que eras tú, pero al abrirla me encontré con Lord Foul, él me avisó que tú no estabas y que un sirviente de Aiseen había llegado por mí por órdenes de mi padre. ¡Tú no estabas, Veikan! —ella rompió en llanto—. Eras el único que podías impedir que yo me fuera, eres el único que podía quebrantar la orden de nuestro padre en ese momento y lugar. Sabes muy bien que Valerio no podía hacerlo, así que él solo habló conmigo mientras yo estaba esperando que el sirviente de Aiseen hablara con Lord Foul.
Eso último que Diana mencionó, captó mi atención. —¿El sirviente de Aiseen habló con Lord Foul?
—Sí, él, él me dijo que debía darle un mensaje antes de irnos.
—Espera... Si tú no le diste la carta a Lord Foul entonces…
—¿Fue el sirviente de Aiseen? —comentó Diana y su argumento era descabellado, pero sonaba muy coherente.
—Pero es imposible... ¿Cómo Aiseen sabría? —indagué pensando que sería imposible que él supiera sobre mi relación con Diana, la carta era muy explícita.
—Espera ... Cuando llegué a Armes él pidió hablar conmigo, y me dijo que sabía lo que teníamos porque dejó a alguien aquí vigilándome.
En ese momento entendí todo y exploté.
—¡Maldito Aiseen! —Golpeé la mesa bruscamente con mis puños cerrados—. ¡Él hizo esto! —grité molesto—. ¡Esa era la única forma de tenerte segura porque sabía que si seguías a mi lado todo su plan se vendría al suelo!
—¡Pues su plan no va a funcionar!, porque no me importa si estás o no con Minerva, yo no me casaré con Aiseen y vine dispuesta a pedirle a padre que disuelva el compromiso, todo el tiempo que estuve en Armes solo trate de ignorarlo y después solo quise fastidiarlo, pero ya no pude soportar más su descaro y lo atrapé con su amante.
—¿Él ya sabe que tú lo sabes?
—Sí, y se lo dije a la abuela Ahela.
—¿Se lo dijiste? —me sorprendió oír aquello, eso me dio reales indicios de que Diana en serio ya no quería estar con Aiseen.
—Sí, el poco cariño que sentía por Aiseen se ha ido. Lo quiero como un hermano, pero ya no siento nada por él como hombre.
—Diana —dije acercándome a ella—. Hablaremos con padre, yo te acompañaré.
—No tienes que hacerlo, ya no es necesario.
A pesar de saber la verdad, Diana no intentó pedirme que me quedara. Su resignación a perderme era dolorosa, pero era genuina y entonces me di cuenta en ese momento de que había ido demasiado lejos con mi actitud de resistencia a escucharla y a querer reprimir mis sentimientos por ella. Mis actitudes y mi empeño por cumplir mi deber a toda costa la había herido demasiado, y entonces hablé.
—Mi relación con Minerva se terminó.
—¿Qué?
—Lo que oyes, ella nos escuchó hablar y lo supo; supo que tú me amas y que yo te amo, así que ella me dijo que me fuera y yo no pude negarme más a esto que siento por ti. —Respiré profundo—. Desde que te vi cuando volví de Thousands y llegaste a mi habitación, supe que nada había cambiado. Yo sé que me mostré distante y cortante, pero solo hacía eso para contener las horribles ganas que tenía de abrazarte, darte un beso, decirte lo hermosa que estabas y tenerte entre mis brazos. Todo el tiempo que evitaba encontrarme contigo lo hacía solo porque intentaba alejarme, estar cerca de ti y fingir que nada estaba pasando, solo me estaba torturando más. Minerva me dejó libre porque sabía que jamás la iba a amar como te amo a ti, y yo me fui porque el cariño que le tengo no es suficiente para amarrarme a ella por más que lo quise intentar.
—¿Ella te pidió que volvieras hablar conmigo? —preguntó Diana sorprendida.
—Sí, primero fue mi madre, después ella.
—¿Tu madre?
—En Thousands tuve un sueño, un sueño que sentí muy real. Ese día yo estuve ocupado entre el entrenamiento y la reunión con el consejo que solo quise ir a mi habitación a descansar porque me sentía muy exhausto. Si te soy sincero, todo el día desde que desperté solo pensé en ti. —Miré a diana fijamente a los ojos, necesitaba que ella me creyera, y necesitaba decir lo que realmente estaba sintiendo—. Minerva estaba conmigo en el castillo, pero yo solo pensaba en ti y me sentí tan cansado de luchar contra mis pensamientos que quise estar solo; entonces llegué a mi habitación y me acosté un breve momento y fue ahí cuando tuve ese sueño donde mi madre se apareció ante mí y me pidió que volviera a casa y que escuchara lo que tenía que decirme. Estoy seguro de que si tú hubieras estado ahí conmigo no me fuera sentido tan cansado.
—Estoy aquí —las palabras de Diana me hicieron volcar mi vista decaída en ella de nueva cuenta.
Diana se lanzó a mis brazos y yo la recibí en ellos abrazándola como hace tiempo no lo hacía. Ella era tan pequeña, tan frágil, tan tierna y yo me sentí afortunado de tenerla. Ahí supe que todos mis pensamientos tormentosos desaparecerían y mi cansancio se acabaría. Yo amaba a esa mujer y ella tenía el poder de trasformar cualquier sentimiento de dolor y cansancio en mi interior, dándome paz y descanso.
Ella separó su cuerpo del mío y la miré fijamente a sus bellos ojos que yacían rojos de tanto llorar; sequé suavemente sus lágrimas y dije con calidez en mi voz: —Ven, es hora de que comas algo antes de dormir.
La tomé de la mano y la llevé hasta la mesa del té donde se encontraba la comida que esperaba por ella y Diana se sentó para comerla; yo me senté a su lado mientras ella probaba con ligereza lo que había en el plato y mirándome preguntó: —¿Te podrías quedar hoy?
—Hoy y siempre Diana —le sonreí.
Para este punto sentía como el alma me había vuelto al cuerpo y seguramente ella sentía lo mismo que yo.
Llegada la hora de descansar, Merrie se encontraba en su habitación alistándose para dormir. Desde que la joven había llegado al castillo se había sentido cómoda y muy acogida por la familia y todos se habían encargado de darle la mayor confianza posible; después de todo, ella iba a ser la esposa del único heredero del fallecido rey Molko Worwick.
Una vez lista para entrar en la cama, Merrie sintió a sus espaldas cómo se abrió la puerta de la habitación y de inmediato volteó para ver quién había abierto sin tocar, encontrándose con Carsten cerrando la puerta con sumo cuidado.
—Carsten ¿qué haces aquí? —preguntó ella confusa.
—¡Tranquila!, solo quise venir y estar a solas contigo, desde que llegaste no hemos podido hacerlo.
—¿Y si nos atrapan?
—No nos atraparán, no te preocupes —él besó a Merrie en los labios y ella le dio una sonrisa cómplice.
Carsten se separó de Merrie y aseguró la puerta para seguidamente comenzar a desabrochar su camisón y retirarlo dejando su torso expuesto, creando gran confusión en su Lady. Ella no se esperaba eso. —¿Qué?, ¿qué estás haciendo?
—Me quedaré esta noche aquí, así como nos quedábamos a solas en turbios, lo extraño. —La ternura en los ojos de Carsten envolvían a Merrie y ella amaba esa faceta delicada y tierna de su prometido.
—Sí, yo también lo extraño, pero en turbios era diferente, aquí hay mucha gente, nos pueden ver.
—No lo harán y si lo hacen que importa, pronto serás mi esposa, a menos que ya no quieras casarte conmigo —comentó Carsten envolviendo a Merrie en sus brazos, sabiendo que en el fondo ella quería estar junto a él.
—Claro que quiero casarme contigo —ella le dio un beso enrollando sus brazos en el cuello de Carsten.
—Ya es hora de dormir —el príncipe rubio cargó a Merrie en sus brazos y la llevó hasta la cama donde la acostó sobre las sábanas y él se posó a su lado. Merrie se aferró a él sabiendo que Carsten era su lugar seguro y que importaba si los descubrían; ella prácticamente ya era su esposa, el compromiso no se rompería por nada y mucho menos porque ambos jóvenes quisieran descansar juntos.
La soleada mañana se hizo presente en el castillo Worwick y los rayos del sol se filtraban por las ventanas de la habitación de mi hermana Diana despertándome con su resplandor sobre mi rostro.
Al abrir mis ojos lo primero que hice fue voltear a ver a Diana, encontrándose plácidamente metida en mi costado. Yo rozaba suavemente la yema de mis dedos sobre la piel del brazo que me tenía apresado en un abrazo y poco a poco mis ojos comenzaron a contemplar la hermosa silueta que se dejaba ver a través de su ligera bata de dormir. Ambos habíamos pasado la noche juntos como hacía mucho tiempo no pasaba, yo pensé que eso jamás volvería a suceder, pero ahí estábamos otra vez enredados entre las sábanas.
Dormí tranquilo.
Debo admitir que antes de conciliar el sueño Minerva se vino a mi mente; a pesar de todo yo sentía tristeza por ella, no evité pensar si habría llegado bien a su hogar o si esa noche había dormido bien, me imaginé que ella podría estar muy decaída y está bien, pero aunque eso me hizo sentir mal es mejor así; en ese momento ella podía estar sufriendo por nuestro adiós, pero tenía la certeza de que ella se sentiría bien más adelante y lo superaría, y sobre todo estaría mucho mejor, yo estaba seguro de que ella encontraría algún día a alguien que de verdad la amara como ella merecía.
Miré a Diana dormir y me envolvió la ternura que me producía verla así. Al parecer, ella tenía mucho sueño porque se quedó profunda antes que yo, sintiéndose segura y tranquila, metida en mi costado mientras cuidaba su sueño hasta que yo también me quedé dormido.
Pero así como yo empecé a despertar, ella también comenzó a hacerlo y no evité mirarla con una sonrisa al tiempo que ella trataba de ubicarse mientras frotaba sus ojos, dándome cuenta de que durmió muy bien anoche. Al verme a su lado, ella también sonrió y se volvió a acomodar de nueva cuenta en mi costado.
—¿Dormiste bien? —pregunté.
—Sí —habló ella acomodándose aún más en mi costado—. Tenía días sin dormir así.
—¿Así cómo?
—Así, bien.
Al oír su suave y tierna voz que tanto me gustaba, le planté un beso en la coronilla de su cabeza mientras la sostenía entre mis brazos. Para este punto, ninguno de los dos había hablado de un regreso, pero a decir verdad una aclaración sobre ese tema sobraba.
—Yo también logré descansar como hace mucho no lo hacía —dije.
—Sé que no dormiste casi, me estuviste mirando —comento ella con una sonrisa traviesa.
—No importa si no dormí mucho, lo importante era que estaba a tu lado y eso fue suficiente para mí —respondí mientras ambos sonreíamos como unos tontos.
—¿No te llegaste a sentir así con ella? —preguntó Diana mirándome a los ojos, su pregunta me desconcertó y no me pareció apropiada para el momento.
—Diana…
—Solo quiero saber Veikan —insistió ella—. Estuviste en Azzex con ella, y no creo que durmieron en habitaciones separadas, incluso creo que estuvieron.
Diana se levantó de la cama sonando y notándose desanimada, ahora era el turno de lidiar con este tema, ya me lo veía venir.
Me levanté de la cama y me acerqué a ella para tratar de lidiar con esto ahora y buscando su rostro dije: —Solo estuve dos días en Azzex y uno de esos días dormí solo en mi habitación.
—¿Y el otro día?, estuviste con ella y sabes a qué me refiero.
Me quedé mirando a Diana fijamente, no quería decirle abiertamente que yo sí había estado con Minerva en ese viaje a Azzex.
—Diana, eso no importa —insistí tratando de terminar el tema.
—A mi sí, y quiero saber Veikan.
Suspiré al darme cuenta de que no iba a poder finalizar con el tema. —Diana, lo que hice o no hice con Minerva no es importante ahora, dejemos este tema, pequeña —Seguí intentando desviar el tema de Minerva, ya que no creí prudente hablar de eso con Diana, pero al final su mirada triste me hizo caer, ella sabía muy bien que era mi debilidad—. Diana, hay cosas que es mejor que no hablemos, no nos servirá de nada.
—¿Por qué con ella estuviste y conmigo no has querido estar? —reclamó ella molesta, y para ser sincero no me esperaba eso.
—¡Mi amor no es eso! Claro que sí quiero estar contigo y lo he deseado mucho, pero cuando se trata de ti todo es diferente.
—¿Diferente?, ¿por qué diferente?
Ante el reclamo de Diana, me acerqué a ella sosteniéndola entre mis brazos suavemente mientras trataba de conectar mi mirada con la suya. Yo le daría mis razones y no solo quería que las escuchara, sino que también quería que viera la veracidad de ellas en mi mirada—. Porque te amo y eres muy especial para mí, y quiero que cuando estemos juntos sea especial para ti. Eres sagrada para mí, Diana, y todo lo que hagamos debe ser igual.
Una vez dichas mis palabras, busqué los labios de Diana, plasmando un beso suave y tierno en ellos. Probar de nuevo sus labios fue sumamente gratificante y mis deseos de besarla con fuerza se apoderaron de mí. Después de ese suave beso, ambos nos miramos fijamente y aquel impulso salvaje y apasionado de besar a Diana se desenfrenó en mi interior, dándole rienda suelta a un apasionado beso entre los dos. Yo coloqué mis manos en la pequeña cintura de ella y la presioné contra mi cuerpo, envolviéndolo entre mis brazos. Yo extrañaba sentirla mía y tenerla contra mi piel que se encontraba desnuda en ese momento.
Una vez nos separamos, cargué a Diana en mis brazos y la llevé a la cama acostándola con delicadeza sobre las sábanas, me posé sobre ella y sonriendo le dije:
—Hablaremos con padre, le diremos sobre la anulación de tu compromiso con Aiseen, y yo le pediré tu mano para mí, nos casaremos mi amor, serás mi esposa.
Con una bella sonrisa, ella asintió emocionada y volvimos a besarnos en aquella cama donde nos perdimos esa mañana, recuperando el tiempo que habíamos perdido, peleando contra mentiras que ya habíamos empezado a dejar atrás.
La tarde había llegado a Southlandy y junto a ella arribó una carroza custodiada por soldados de la guardia real de Casteloduth.
En aquella carroza llegaban al castillo Worwick la familia Brandenhill Larris, Valero Brandenhill llegó como se esperaba al castillo junto a su esposa, la princesa Litta y su hija Menor, la delicada y hermosa princesa Arlette Brandenhill.
El rey Valko se encontraba junto a la reina Elizabeth a las afueras del castillo para recibir a los invitados y junto a ellos se unió el príncipe Jaden, quien se preocupó más que todo por su hermana menor, él la protegía demasiado por su condición.
Simultáneo a este evento, en el reino de Lussox, el príncipe Liam Brandenhill se encontraba saliendo del reino escondido bajo una capucha negra para no ser reconocido. Él llevaba días escondiéndose para tratar de salir de ahí con vida, ya que su hermano, el rey Graner quería su cabeza alegando traición y él debía escapar antes de que su hermano pudiera atraparlo y matarlo.
Liam tenía un destino claro, él iría primeramente a Dersia el pequeño continente antes de poder trasladarse a Ficxia llamado el primer continente, pero antes de llegar hasta ahí el príncipe debía ir a Southlandy.
Él rogaba a los Mayores por encontrar al rey en el reino, Liam debía decirle Valko todo lo que Graner estaba pensando hacer y lo que ya se encontraba haciendo antes de que esta bomba de tiempo a punto de estallar detonara.
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