𝐌𝐄𝐍𝐓𝐈𝐑𝐀𝐒 𝐏𝐈𝐀𝐃𝐎𝐒𝐀𝐒

Capítulo 44

ROSESKINGS (CASTILLO BLACKROSES)

En el reino Roseskings, un comunicado llegaba directamente desde el reino de Lussox firmado a puño y letra por el rey Graner Brandenhill y dirigido al rey Nargaroth Blackroses.

El consejero del rey se acercó hasta él para facilitarle el pequeño pergamino donde yacía escrita las palabras del joven rey. La sala del trono de Roseskings era tan distinta a las vistas hasta ahora. Un trono construido a partir de huesos humanos que pertenecieron a súbditos que en algún momento traicionaron su lealtad para con el reino de la rosa oscura.

El aire Gótico que se respiraba en este castillo era espléndido y tenebroso. Las paredes eran grisáceas y altas, candelabros enormes cubrían cada esquina del salón del trono y de los pasillos del castillo.

Todos sabían que los Blackroses no eran de fe a un dios o dioses, ellos eran paganos y tenían sus propios rituales y creencias dirigidas a una entidad que muchos murmuraban, era un ser de debajo astral. El rey Nargaroth tenía un carácter muy inflexible y difícil de lidiar, pero sabía hasta donde podía llegar y ni hablar de sus hijos, quienes despedían esa aura oscura que infundía temor de solo verlos; pocos se atrevían a sostenerles la mirada, y dirigirse a ellos debía ser un acto solemne de sumo cuidado y respeto.

El negro era el color predominante en esta casa, mientras que los Worwick tenían una bella cabellera blanca y dorada,  los Blackroses ostentaban una hermosa cabellera negra azabache  y grandes ojos azules claros más una piel blanca porcelana, y  un lunar distintivo a la altura de la nariz que también era de color negro.

Los hijos del rey Nargaroth se hicieron presentes en el salón del trono al enterarse de que un comunicado había llegado desde el sureste de Nordhia. Las puertas del salón del trono se abrieron y los hijos del rey ingresaron reverenciándose ante su padre.

—Mi señor —se pronunció el príncipe Burzum ante su padre—. Hemos oído que un comunicado llegó desde la casa escarlata hasta aquí.

—¿Se trata de algo grave mi señor? —indagó el príncipe Luciferiam.

—Este niño pelirrojo pretende que yo levante mi bandera negra a favor de su causa y me coloqué en contra de la cabeza de la orden de los trece tronos —dijo Nargaroth a modo de burla.

—¡Imposible! —exclamó Burzum hijo mayor de Nargaroth—. ¿Usted no hará algo como eso en contra de Valko Worwick, mi señor? —preguntó.

—¿Me has tomado por tonto muchacho? El verdadero y legítimo heredero al trono se encuentra en Southlandy cobijado por el rey sanguinario —aclaró Nargaroth.

—¿Qué hará al respecto mi señor padre? —preguntó la princesa Bathory a su padre, suavizando el ambiente con su femenina y  dulce voz.

—Creo que llegó el momento de viajar al sur para hablar con la cabeza de Nordhia —se refirió a Valko—. El rey Valko estará impresionado con las riquezas que Graner Brandenhill pretende darme a cambio de apoyar su causa —se burló—. Y de paso veamos si el príncipe Aiseen Worwick se encuentra disponible para desposar una hermosa y linda princesa. —Nargaroth miró a su hija—. ¿Quieres ir hija?

Bathory sonrió sabiendo quién era Aiseen Worwick. El príncipe siempre le había parecido atractivo a la vista. —Claro que sí, mi señor padre. —Se sonrojó.

—Entonces llegó el momento de partir a Southlandy.

SOUTHLANDY

—Arlette corazón, a nosotros nos puedes decir la verdad, sabes que no te vamos a regañar y puedes sincérate con todos y  puedes decirnos si Aiseen te hizo algo o no —habló Veikan observando fijamente a Arlette.

—Él no me hizo nada —respondió la joven princesa mirando a su primo, quien se encontraba hincado ante ella, mientras Arlette reposaba en un lindo sillón en la sala de los príncipes.

—Prima conozco el encanto de esa sonrisa y créeme, me engañó muchas veces. Él se las arreglaba para que le creyera todas sus mentiras una y otra vez y no quiero que paces por eso. Si Aiseen te está metiendo cosas en la cabeza nos puedes decir; Veikan y Carsten se encargarán de él si no quieres que Jaden o tu padre se enteren —sugirió Diana aconsejando a su prima.

—Les digo la verdad, él no me hizo nada. Aiseen jamás me ha hecho algo malo y sé que él no es muy querido por ustedes, pero de verdad él no me ha hecho nada —volvió a Insistir Arlette.

—Solo podemos decirte que te alejes de él lo más que puedas, tú no sabrías lidiar con su carácter. Talvez hoy puede ser esquivamente amable, pero mañana puede ser muy hostil, y nadie aquí permitirá que te trate de esa forma —respondió Tanya sonando más severa junto a su típica y fría voz.

—Bueno, sé cómo es Aiseen y todo lo que me han contado sobre él es cierto, pero hasta ahora él no me ha hecho nada malo, se los digo de verdad.

Tanya Veikan y Diana se miraron al oír las palabras de Arlette.  O ellos estaban siendo paranoicos o de verdad ella tenía razón y solo quedaba una opción, la cual era creerle a Arlette y es que en realidad Aiseen no había sido malo con ella como lo era con los demás.

Hasta el momento.

En el estudio que el rey Valko Worwick le designó al príncipe Valero Brandenhill para que llevara sus asuntos reales, yacía el hombre junto a su esposa, la princesa Litta y su hijo Jaden sosteniendo una fuerte discusión a raíz de lo que había pasado con Aiseen.

Valero estaba molesto.

—Te he advertido que no fomentes problemas en esta casa Jaden, puedes ser esposo de Tanya Worwick, pero Aiseen sigue siendo hijo de Valko.

—Padre, créame cuando te digo que él se trae algo con Arlette, ¡y no son buenas intenciones! Desde la boda de Veikan y Diana algo no me está dando buena espina con él y sabe bien que yo siempre he protegido a mi hermana y siempre lo haré.

—¿Tienes pruebas de lo que dices hijo? —preguntó Litta tratando de suavizar el momento.

—No madre, pero ...

—¡Pero nada! —intervino Valero—. El día que tengas pruebas en contra de Aiseen Worwick puedes venir ante mí y exponérmelas y yo hablaré con Valko, pero antes te voy a pedir que te alejes del Dunnotor —exigió Valero amenazante.

—¿No se supone que protegemos a Arlette? —alegó Jaden indignado ante su padre.

—Sí, se supone Jaden, pero entiende en la situación en la que estamos. Valko nos está dando refugio en su reino; nos está brindando su apoyo y protección y solo te estoy exigiendo que seas respetuoso. Si tienes pruebas  de que el Worwick se está metiendo con tu hermana, tráelas ante mí antes de hacer una estupidez, ya estás advertido —sentenció Valero a su hijo.

Valero salió del estudio dejando a su hijo y esposa solos en ese lugar y Jaden no podía ocultar su molestia. Estar en aquella situación no era agradable para él y sentía sus manos atadas siendo un príncipe sin reino sometido a las reglas de otro.

—Tranquilo, hijo, yo te entiendo —se dirigió Litta a su hijo arropándolo con su  suave voz.

—Madre, le juro que Aiseen no me da buena espina.

—Lo sé, mi amor, y a mí tampoco. Todo lo que se sabe de él no es bueno, pero ten en cuenta que tu hermana jamás nos ha mentido en cosas tan delicadas; ella no tiene ese alcance y si ella dijo que él no la estaba molestando, entonces es así.

—Iré con mi esposa —dijo un príncipe resignado.

—Solo haz lo que te pide tu padre, mi amor.

—Está bien madre —Jaden le dio un beso a su madre en la frente y salió del estudio alejándose del lugar.

Ahora Litta estaba preocupada por su hija. Sería lo último que ella podría tolerar si se llegaba a enterar  de que Arlette estaba enamorada o en algo extraño con Aiseen Worwick. Él era veneno puro y esto asustaba al corazón de aquella madre que solo quería lo mejor para su dulce niña.

Listo para volver a fastidiar la tranquilidad de su familia se encontraba el príncipe Aiseen quien permanecía aún en la esquina del pasillo que daba con la biblioteca donde estaba su hermano Carsten. Él esperaba que el rubio quedara a solas pronto para poder llevar a cabo su plan y tras algunos minutos, Merrie salió de la biblioteca dejando solo a Carsten.

Una vez la mujer se retiró, Aiseen se acercó a la biblioteca y entró sin pedir el pase. Carsten se percató de la presencia de Aiseen en la biblioteca, captando toda su atención instantáneamente.

—¿Qué haces aquí? —preguntó el rubio con el ceño fruncido.

—Hola primo —sonrió Aiseen con burla.

—¿Qué haces aquí, Aiseen? —volvió a preguntar Carsten aún más serio.

—¿Acaso la biblioteca es tuya para que no pueda yo venir a leer un poco?

Carsten arqueó una de sus cejas y sonrió con aparente burla. —¿Tú lees?

—Lo suficiente como para saber quiénes son mis antepasados y quiénes son los tuyos —dijo él caminando a paso lento delante de su hermano con claras intenciones de encaminar la conversación hacia los padres del rubio.

—Te dejo la biblioteca, me retiro.

Carsten no iba a pelear ni a darle tinta al asunto, ni mucho menos iba a caer en las privaciones de Aiseen y, cuando se estaba acercando a la puerta para retirarse, escuchó la voz de su hermano más burlona zumbar en sus oídos.

—Cobarde —agarró un libro de un estante.

Carsten se detuvo, endureció su rostro y volteó para verlo.

—¿Cómo  me dijiste?

—Dije que eres un cobarde, al fin y al cabo eres un Worwick rubio; todos al final del día son unos cobardes, pero no te sientas mal, eso se lleva en la sangre —dijo haciendo énfasis.

—Cállate Aiseen no me retes —amenazó el rubio.

—¿Qué vas a hacer? ¿Vas a golpearme con tus libros de mierda? Porque con una espada o daga no creo que lo hagas, al fin y al cabo eres igual a tu padre.

—¡Con mi padre no te metas! —le advirtió molesto señalándole con su dedo índice.

—¡Uy tranquilo! Cuidado se te escapan esos demonios que un día Molko Worwick dejo salir.

—¡Mi padre fue un príncipe y rey excepcional!

—¿Eso crees? Tanto que lees y aún no has leído las atrocidades que hizo tu progenitor.

—¿De qué estás hablando?

Aiseen suspiró profundamente, fingiendo agotamiento y miró a Carsten con una compasión fingida. —¿Acaso nadie se ha atrevido a decirte la verdad?

—¿De qué verdad estás hablando, Aiseen? ¡Déjate de rodeos y habla ya! ¡Sea cual sea la tontería que dirás, dilo de una vez! —exigió con rabia.

—No sabía que el que tu padre tomara a la fuerza a tu madre era una tontería, príncipe.

La burla de Aiseen sonaba como melodía en cada palabra que decía. La frase “tomar por la fuerza” sorprendió a Carsten dejándolo pasmado, y él no iba a tolerar eso.

—¡No te permito que hables así de mis padres!

—Solo te estoy diciendo la verdad. ¿Acaso no lo ves? ¿No te has preguntado porque Veikan y Tanya nacieron primero que tú, si tu padre y tu madre fueron prometidos desde el principio?

Carsten lo miraba con rabia y con duda al mismo tiempo.

—¡Lo sabía! —arrojó él un libro a un lado—. Tu padre y tu madre fueron dados en matrimonio desde jóvenes, pero tu madre siempre estuvo enamorada de mi padre. ¿Y adivina qué? Lo metía en sus aposentos todas las noches como una ramera en celo.

—¡Eso no es cierto! —gritó Carsten con mucha rabia.

—¡Sí, lo es!  Tu padre era un borracho que vivía en los burdeles de la calle libre con cuanta puta podía y cada vez que quería golpeaba a tu madre.

La rabia de Carsten era visible en sus ojos con cada palabra que decía Aiseen. El carácter manso y poco agresivo del príncipe se estaba empezando a alterar más de lo debido y Aiseen no debía subestimar a su hermano.

—El día de la boda, tu padre se casó borracho para poder soportar a tu madre, y estaba tan ebrio que no pudo responderle a tu madre, así que mi padre les hizo el favor, y de ese favor nacieron  Veikan y Tanya, y tu madre los hizo pasar como hijos de tu padre, ¡qué descarada! —se burló.

—¡Mi padre y mi madre se querían! —gritó más fuerte el rubio, mientras Aiseen disfrutaba verlo alterado.

—Sí, se querían, pero se querían matar cuando todo se descubrió, porque mi padre se iba a casar con mi madre y por eso tu madre decidió ventilarlo todo.  El consejo le pidió a tus padres un bebé por obligación, entonces tu madre se negó, pero tu padre prometió que le daría un bebé al reino para compensar lo de los gemelos y ahí fue cuando tu padre tomó a tu madre por la fuerza  y naciste tú Carsten —se volvió a burlar Aiseen mientras contaba la turbia historia.

—¡Detente o no respondo maldito! —exigió apretando sus puños.

—Los sirvientes decían que podían escuchar a tu madre gritar por ayuda, para después oírla gemir como una golfa cuando tu padre, el perfecto y borracho, bueno para nada, se la cogía duro en su habitación, ¡para que así nacieras!

El príncipe que no se alteraba se alteró más de la cuenta en ese momento, eso era lo último que podía tolerar y sin reparos se le fue encima a Aiseen golpeándolo con fuerza.

Los puños de Carsten pesaban demasiado dándole una dolorosa muestra a Aiseen de que no solo sus manos servían para tomar un libro en mano y así él comenzó a golpear una y otra vez entre rabia, odio y lágrimas a su hermano en la cara, mientras Aiseen se reía de lo que había provocado.

—¡Deja de reírte maldito! —se escuchó el grito más doloroso salir del alma del rubio mientras la intensidad de los golpes que Carsten le estaba dando a Aiseen eran más fuertes que él mismo y en medio de la adrenalina; Carsten agarró a Aiseen por el cuello y empezó a estrangularlo al tiempo que gritaba que lo mataría.

El príncipe no tenía intenciones de parar de la rabia que sentía y, por suerte, para Aiseen como siempre, la reina Ahela llegó a la biblioteca buscando a su nieto. La escena encarnizada de su nieto pasivo y tranquilo, sobresaltó a la mujer, quien gritó en horror al ver lo que estaba sucediendo.

—¡Carsten hijo no! —La mujer intentó removerlo de encima de Aiseen, pero su fuerza era nula en comparación con la fuerza que estaba ejerciendo Carsten. Unos guardias no tardaron en llegar al oír los gritos y ellos fueron quienes pudieron quitárselo de encima mientras Aiseen yacía en el suelo, tosiendo y tratando de respirar.

—¡Lléveselo o lo mato abuela, le juro que lo mato! —gritó Carsten airado entre lágrimas.

El rey Valko Worwick fue avisado de inmediato de la riña en la biblioteca y la reina Elizabeth llegó al lugar justo cuando Ahela intentaba calmar a su nieto, al tiempo que ordenaba que sacaran a Aiseen de ahí, y que fuera trasladado a su habitación. Los golpes de Aiseen dejaron grandes cantidades de sangre en el suelo y el mismo no daba para ponerse en pie aún. Los guardias lo levantaron para llevárselo, pero en ese momento Valko se hizo presente en la biblioteca y vio aquella brutal escena lo cual lo dejó confundido y de inmediato el monarca supo que Aiseen había hecho algo lo suficientemente grave como para enfadar a un carácter tan manso y tan dócil como el de Carsten.

—Suéltenlo —ordenó Valko a los guardias y Aiseen calló estrellándose con el suelo dejando salir un quejido de dolor.

—¡Valko por los dioses! Deja que se lo lleven para que un encargado lo revise ¡Míralo! —Aiseen se reía aún en el suelo.

Valko seguía mirando a Aiseen con rabia y decepción. «¿Qué fue lo que hice mal para que tú, hijo mío, todo el tiempo, me estés colmando la paciencia y causándome  problemas?» Se preguntó el rey.

 —Llévatelo  —dijo el rey a su esposa.

Aiseen fue sacado de la biblioteca, mientras que el único ojo del rey se posaba en su sobrino Carsten. Él pudo darse cuenta de la rabia y la impotencia que estaba experimentando su hijo, mientras que Ahela buscaba hablar con él, pero Carsten no decía ni una sola palabra, él solo lloraba en silencio recostando su frente al librero, dándole la espalda a su abuela.

—¿Hijo, estás bien? —preguntó Valko.

—Quiero estar solo.

—¿Mi amor, qué fue lo que pasó? —insistió Ahela 

—¡¿Acaso no entienden?! ¡Déjeme solo ahora, no quiero escucharlos si van a seguir mintiendo maldita sea!

—Carsten te permito que me levantes la voz solo porque sé que algo grave debió haberte dicho Aiseen para que te portes de esa forma. Sé que no eres de faltarme el respeto, ni de expresarte de mala manera, por eso te pido amablemente que nos permitas hablar contigo —pidió Valko gentilmente captando la atención de su hijo.

Esos ojos grises intensos de Carsten lo miraron dejándole ver a su padre como la rabia los estaba dominando por completo.

«¿Y por qué no salir de dudas?» Pensó.

—Claro. Saben, creo que es momento de hablar y que me digan la verdad. No quiero más mentiras, ¡quiero que  sean honestos conmigo!

—¿De qué verdad hablas, hijo? —preguntó Ahela.

—De la verdad de mi madre y de mi padre. —La preocupación invadió el rostro de Valko—. Quiero que me digan la maldita verdad, no quiero más mentiras piadosas solo para que yo no me sienta mal —exigió él con lágrimas de ira en su rostro.

—¿De qué verdad hablas, Carsten? —preguntó Valko.

—Aiseen me dijo que mi padre y mi madre no se querían, me dijo que fueron prometidos obligatoriamente, que mi padre era un borracho  y que ella estaba enamorada de usted padre y que por eso Veikan y Tanya nacieron primero; también me dijo que yo nací porque  los obligaron a procrear un heredero real para el trono, y que él la ... —A Carsten se le entrecortó la voz del dolor que sentía en ese momento—. Que él la golpeaba, la tomó por la fuerza y por eso nací yo.

Ahela cerró sus ojos con dolor y Valko tragó en seco sosteniéndole la mirada a su hijo. Esa era una verdad tan cierta, pero a la vez era una verdad mal contada.

—Las cosas no sucedieron así, Carsten —dijo Valko.

—¡No me mientan! ¡Ya no lo hagan! —gritó.

—Hijo, tu madre y tu padre...

—Valko —interrumpió Ahela—. Déjame esto a mí. Esto es algo que tengo que hacer yo misma.

—¿Qué? —preguntó Carsten con insistencia.

—Mi amor, ahora que eres todo un hombre, que estás casado y que pronto te convertirás en padre, puedes entender muchas cosas que tal vez cuando estabas más joven no entenderías. Todo lo que pasó es mi culpa.

—Madre… —intervino Valko.

—Déjame hablar, Valko. —Ahela miró a Carsten—. Cuando tu padre estaba joven, yo empecé a meterle en la cabeza que él sería el futuro rey de este reino y que debía deberse a su cargo hasta el punto de asfixiarlo con ese tema todo el tiempo. Yo siempre le decía que él debía ser un ejemplo y que todos se doblegarían ante él por ser el futuro rey, nunca dejé que tu padre fuera un niño normal, nunca dejé que él quemara esas etapas que todo niño debe quemar y lo único que logré fue crear a un joven con dependencia a la bebida que solo la usaba para escapar de su realidad. Él quería  escapar de tanto peso que tu abuelo y yo colocamos sobre él a tan corta edad. —Ahela caminó por la biblioteca—. Hasta que un día se me ocurrió que sería buena idea que tu madre y tu padre se casaran, y sí, es verdad, Carsten, ellos nunca se amaron, pero sí se quisieron.

—Aiseen me dijo que ella siempre estuvo enamorada de mi tío Valko —reclamó.

—Es cierto, Valko siempre tuvo esa tendencia a protegerla y a quererla y eso tan natural que nace en los miembros de la familia Worwick, se despertó en ellos dos, pero tu abuelo y yo nos empecinamos en tu padre y tu madre. Tu padre no quería casarse con tu madre ni ella con él, pero el deber estuvo primero.

—¡¿Por qué lo hicieron carajo?! —reclamó de nuevo Carsten con rabia. A él le costaba comprender el porqué decidieron obligar a ambos a casarse, si no se querían ni un poquito al menos.

—Porque estábamos equivocados y ciegos —respondió Ahela con angustia en su mirada—. Siempre ha sido así, Carsten, siempre se han pactado matrimonios entre reinos y familias; conmigo también pasó. A mí me presentaron a mi esposo para decirme que me casaría con él y yo no lo conocía hasta ese momento en que lo vi por primera vez. Por suerte, los dioses me dieron a un hombre que siempre me trató bien y que me enamoró con el tiempo. Estas cosas siempre sucedían de forma natural, por eso pensamos que sería igual con ellos, pero no fue así.

—¿Entonces si es verdad que él la tomó por la fuerza? ¿Por qué Veikan y Tanya nacieron primero? —aún había rabia en los ojos de Carsten.

—Porque en público tu madre era la futura y la esposa de tu padre, pero en secreto ella y yo nos amábamos demasiado —respondió Valko—. Tu padre jamás quiso tocar a tu madre de esa forma, él siempre se emborrachaba para poder hacerlo y yo siempre se lo impedía porque el vino transformaba a mi hermano en un monstruo.

Eso le dolió a Carsten en el corazón. —Entonces sí es cierto.

—No, Carsten —Valko suspiró—. Tu padre, en una ocasión, se embriagó tanto que quiso obligar a tu madre a estar con él y lo hizo. También es cierto que tu padre se equivocó muchas veces en cosas que no debía, pero de algo puedes estar seguro: él cambió y mejoró para bien.

—¿No me está mintiendo? —el desconsuelo se asomaba en los ojos del rubio mirando a Valko.

—No lo hago, no ganaría nada con hacerlo. Siempre he intentado que tengas una buena imagen de tu padre porque esa es la verdadera imagen de él; esa que te he mostrado, la misma imagen con la que murió. Tu padre se reivindicó, dejó el licor y comenzó a tomar responsabilidad con el reino y con su matrimonio. Si es cierto que el consejo exigió un bebé para el trono, pero para cuando ellos te procrearon, Molko ya estaba dando indicios de un cambio y el día que ellos decidieron darte la vida lo hicieron porque quisieron, él no tomó por la fuerza a tu madre para que tú nacieras, todo fue consentido por ellos dos.

Carsten rompió en llanto, sintiendo cómo el alma le volvía al cuerpo mientras Ahela lo consolaba en sus brazos. Valko se le acercó a su hijo y citó: —El día que naciste, ellos estaban felices con tu llegada al mundo, tu padre te cuidaba para que tu madre descansara y él estaba feliz de que tú hubieras llegado a su vida. Molko cuidó muchísimo a tu madre en su embarazo, y tanto era el amor que te tenía que, cuando murió, decidió no dejarte con la carga de un reino, solo eras un bebé hijo.

—Carsten escúchame. —Él miró a su abuela—. Él no quería que la historia se repitiera porque era consciente de lo mucho que sufrió teniendo que crecer siendo un futuro rey antes que un niño y él no quería cometer el error que tu abuelo y yo cometimos. Te pido perdón por eso mi amor, esa es la razón del porqué él le dejó todo a Valko para que tú pudieras crecer sin tantas demandas por un reino y sobre todo para que pudieras elegir a quien amar mi amor. Si hay alguien aquí que tiene la culpa de todo, soy yo hijo, ni tu padre, ni tú, ni tu tío, solo yo.

—Abuela —sollozó Carsten en un llanto ahogado buscando el pecho de su abuela y ella lo abrazó a él.

Valko se encontraba serio observando la escena, mientras una lágrima corría su único ojo. Él había intentado proteger a su hijo de tantas dolorosas verdades del pasado, pero al final, es mejor saber la verdad que vivir en mentiras por más lindas que puedan sonar.

—Gracias por quererme como un hijo papá —le agradeció Carsten a Valko.

El rey se acercó a su hijo y le abrazó diciendo: —Siempre serás mi hijo y nunca dejes de sentirte orgulloso de tus padres, ellos te amaron más que sus vidas mismas.

Lo que seguía  para el príncipe Aiseen sería mucho peor que la verdad de la que se enteró Carsten. Valko se encargaría de colocar su dedo en la herida más grande que él sabía que Aiseen tenía.

Su madre.

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