𝐋𝐔𝐂𝐇𝐀𝐒 𝐈𝐍𝐓𝐄𝐑𝐍𝐀𝐒
Capítulo 19
SOUTHLANDY
Las risas traviesas que poco se dejaban oír de la princesa Tanya se oían por los pasillos del castillo Worwick, mientras la hija del rey corría por los mismos junto a Asenya, a quien llevaba de la mano incitándola a correr junto a ella.
El corazón de Valko solía ser en pocas y raras ocasiones muy tierna y juguetona, pero en otras ocasiones y la gran mayoría solía dar una impresión fría y rígida, igual que su padre.
Tanya corrió junto a Asenya hasta llegar a la habitación de su Hermano Carsten, el que había llegado al castillo ya hace unas horas. La peliblanca entró a los aposentos de su hermano sin tocar la puerta y corrió con alegría buscando a su hermano, y sin mucha demora lo encontró.
—¡Carsten! —Tanya gritó arrojándose a los brazos de su hermano.
—¡Oye tranquila! —exclamó Carsten recibiendo en sus brazos a su hermana.
—¡No puedo creer que ya estés aquí! ... Padre dijo que solo sería por una semana, pero te demoraste mucho más.
—Sí, bueno, es que tuve algunos inconvenientes, nada especial.
—Me alegro de que estés aquí. —Tanya abrazó a su hermano una vez más.
Después de aquel cálido abrazo, Carsten se percató de la presencia de Asenya, ella estaba de pie junto a la puerta de la habitación mirando tranquilamente la escena y él no tardó en acercarse a la joven para saludar. —Hola Asenya ¿cómo estás?
—Príncipe —dijo la joven reverenciándose—. Estoy bien, muchas gracias por preguntar, espero que usted esté bien.
—Sabes qué puedes decirme, Carsten, solamente no hay necesidad de formalidades. —El príncipe le dio un lindo abrazo a la joven y agregó—. Me alegro de que estés bien.
Carsten aún no sabía exactamente qué había entre Asenya y Valerio, él ignoraba muchas cosas aún, y aunque los veía siempre muy juntos, él no se imaginaba nada entre ellos como tal. Carsten era de alma noble y, aparte de todo eso, Asenya era la mejor amiga de su hermana. Eso era suficiente para que la tratara sin tanta formalidad y con mucho aprecio. Para los hijos del rey Valko Asenya no era de la servidumbre, ni la hija de Sr Francys, ella era una amiga.
—Gracias —contestó Asenya amablemente.
—Padre nos contó que ibas a hacer alianza matrimonial en Turbios con Lady Whitemount.
—Sí, es cierto —respondió Carsten recostándose a un librero cerca a la ventana de la habitación.
—¿Viniste con ella?
—No, aún no nos hemos casado, decidimos tomar esto con más calma y nos casaremos aquí en una boda real.
—Pensé que harían una boda tradicional —comentó Tanya con aparente confusión.
—Yo pensé lo mismo, pero después decidimos que no, así que prepárense porque pronto habrá banquete.
—Estoy segura de que Asenya se verá hermosa ese día del brazo de Valerio, de nuevo —habló Tanya, logrando que Asenya se sonrojara y bajara la mirada con cierta pena, captando la atención de Carsten, quien no tardó en analizar curiosamente la reacción de la joven.
—Pues eso espero —respondió el príncipe retirando su mirada de Asenya—. Y por cierto, Jaden estaba en Turbios, él traerá a Merrie a Southlandy.
—¿Él vendrá? —preguntó Tanya, dejándose ver sonrojada y casi que emocionada por la noticia.
—Sí, supongo que pronto habrá más de una boda en este lugar.
Las palabras del príncipe dejaron al descubierto los sentimientos que Tanya sentía por Jaden, su aparente prometido. La princesa de inmediato reaccionó con una falsa molestia, aunque realmente no era tan falsa, ya que la princesa pocas veces dejaba mostrar sus emociones y no tardó en reaccionar dándole un suave golpe a Carsten en el brazo diciendo: —Cállate Carsten...
Las risas de Asenya y de Carsten se hicieron evidentes en la habitación.
El Rey Valko aguardaba en su sala privada en total soledad. Después del confuso sueño que tuvo él había estado meditando la sensación que este le había producido, era casi que imposible sacarse de la mente los recuerdos de ese sueño que realmente no pareció un sueño después de todo.
Valko se encontraba sentado en su silla pensando y pensando, tratando de descifrar las palabras de Anya en su sueño, pero lo que más quería entender él es como su parche había llegado a la mesa donde soñó que ella lo había puesto, quién lo sabría, él no tenía respuesta para ello, hasta que la presencia de Elizabeth en la sala interrumpieron sus pensamientos.
—¿Pudiste dormir esposo? —preguntó la reina notando el semblante de Valko.
—Sí, algo —susurró él divagando en sus pensamientos.
—¿Seguro? Parece que no hubieras podido descansar.
—Soñé con Anya —respondió Valko tras un breve silencio que solo logro añadir más silencio a la conversación.
Elizabeth observó a Valko sin ningún tipo de expresión en su rostro, era más que obvio que oír lo que dijo su esposo fue un poco incómodo para ella.
—¿Soñaste con ella? —preguntó Elizabeth sin saber en sí que decir.
—Sí, fue extraño, desde el día que ella murió y que soñé con ella y sucedió lo del vestido, no había vuelto a tenerla en mis sueños.
—¿No has vuelto a soñar con ella? —volvió a preguntar Elizabeth algo incómoda
—No, hasta ahora ...
—¿Y qué soñaste?
—Ella quiso advertirme algo con mis hijos, especialmente con Veikan y Valerio —suspiró el rey—. Realmente no entiendo qué está pasando.
Elizabeth se quedó de pie observando la ventana sin nada más que añadir, cuando se hablaba de Anya ella prefería guardar silencio, puesto que no quería decir nada que no fuera al caso y Valko notó su incomodidad. El rey se levantó de su silla y se acercó a Elizabeth abrazándola, él sabía que parte de ella no estaría cómoda con hablar de Anya.
—Elizabeth, mi amor, no quiero que te sientas mal por mencionar a Anya.
—No me siento mal de verdad —dijo ella mirando a Valko a su ojo—. Solo que sabes que no me gusta opinar sobre ese tema.
—Te amo Elizabeth, y sabes que tú y Anya son distintas en muchas formas, nunca he buscado reemplazarla a ella contigo, de hecho jamás planee enamorarme de nuevo, tú eres única para mí, eres mi esposa, no existió nunca en mi vida nadie como tú y no existirá —comentó Valko tratando de subir los ánimos de Elizabeth.
—Lo sé, y sabes que yo también te amo —Valko y Elizabeth se dieron un beso tierno y así la reina volvió a retomar su ánimo—. ¿Te informaron que Carsten está en el castillo?, llegó esta mañana.
—Sí, y debo hablar con él.
—Llegó solo, pensé que vendría con su prometida.
—Eso me informaron, y es algo de lo que tengo que hablar con él.
—¿Crees que sería buena idea celebrar una boda en estos momentos cuando se está hablando del problema con los Brandenhill?
—Los Winder querrás decir; no los considero unos Brandenhill, y Kathie es solo una reina consorte que juega a ser reina madre —comentó Valko despectivamente.
—Yo también soy reina consorte.
—Es distinto, mujer, eres reina consorte porque eres mi tercera esposa, pero en la realidad le das la talla a una reina como tal y lo sabes. Kathie no le dio un heredero legítimo al trono de Lussox, ella no debería estar en la cabecera del consejo convenciendo a sus hijos que le arrebaten el privilegio a Valero o a Jaden, ella es solo una oportunista más sin sentido del deber.
—¿Sabes si Valero hará algo al respecto?
—No lo creo, hasta donde sé, Jaden se está haciendo cargo, Valero está pendiente de otras cosas.
—¿Qué cosas?
—Está intentando mantener a Litta y a Arlette tranquilas y a salvo, si no me equivoco ya deben estar viajando a Casteloduth.
—Es cierto, había olvidado que Arlette no debe exponerse al frío del norte.
—Si en dado caso él llega a pedir estancia aquí se la daré sin dudar, no importa si esa basura de los Winder se enteran, Kathie y sus hijos son un mal chiste para mí.
—Aun así, ¿crees que sería buena idea una boda ahora?
—Kathie y sus hijos no representan un peligro para mí Elizabeth, mis hijos celebrarán sus bodas, sinceramente espero que Veikan elija pronto.
—Valko tienes que tener paciencia con Veikan.
—Veikan debió haberse casado ya, a su edad, yo era padre de seis hijos y rey.
—No son lo mismo Valko, tú eres tú, él es él, dale su tiempo y no lo presiones, no es buena idea, si lo haces puede terminar haciendo una mala elección.
—En eso tienes razón —suspiró Valko tratando de relajarse un poco con el tema.
—Ves, ahora solo céntrate en hablar con Carsten y no le des tantas vueltas al asunto, cuando menos lo esperes Veikan te dará la noticia que desposara a una hermosa jovencita.
«En los reinos de Nordhia, las mujeres de sangre noble que se casaban con futuros reyes llevaban el título de reina, ya que eran las primeras esposas y las legítimas; a causa de que ellas engendraban al primogénito heredero al trono y por esto ellas contaban con el derecho a intervenir discretamente en asuntos políticos con cierta restricción. Las segundas y terceras esposas se consideraban reinas consorte, por ende estás no debían intervenir en asuntos privados o políticos bajo ningún motivo, por lo general las segundas reinas eran mujeres que no pertenecían a la nobleza y por esta razón se les daba aquel título, el que podían perder automáticamente si el rey con quien estuvieran casadas llegara a fallecer, mientras que las reinas legítimas conservaban su título y su estatus y pasaban a convertirse en reinas madres»
SEMANAS DESPUÉS.
Las semanas habían transcurrido en Southlandy y en el castillo Worwick, el príncipe Veikan había estado visitando diariamente a Minerva viviendo diversos momentos con ella, ambos jóvenes merodeaban el bosque, visitaban el lago donde habían estado nadando esa última vez y frecuentaban una pequeña cabaña que la joven le había enseñado al príncipe donde en una sola ocasión habían llegado a tener su primer encuentro íntimo, por alguna razón Minerva se negaba a visitar el castillo, quizás era miedo a no ser aceptada o alguna otra razón tendría la joven, pero Veikan lo estaba tomando con tranquilidad, el príncipe estaba resuelto a tomarla como su esposa, después de todo él se sentía bien con ella y la joven rojiza era de su gusto y encanto.
Dentro del castillo Worwick la princesa Tanya había solicitado a su padre un guardia de cuidado, el que fue sugerido por recomendación del príncipe Valerio para cuidar de Asenya a raíz de lo que había pasado con el guardia de bajo rango que intentó atacar a la joven; Tanya sabía que su padre no le negaba nada, y pidió ser cuidada por un guardia haciendo que su padre el rey Valko se lo concediera argumentando que la princesa debía estar protegida por la aparición de los Cangrinos. Valerio dio instrucciones directas al guardia para proteger a la joven Asenya de la misma forma en la que protegerían a la princesa Tanya, logrando que el guardia cumpliera todas sus exigencias, después de todo él era el hijo del rey.
Por otro lado, Carsten había sostenido una conversación con su padre, donde le informó las decisiones que él y Lady Merrie habían acordado sobre la alianza matrimonial, a las Valko no se opuso, pero debido a que los bosques estaban siendo custodiados por soldados para acabar con los Cangrinos, el viaje de Merrie tuvo que retrasarse unas semanas para que la joven viajará por tierra segura y así poder llegar a salvo a Southlandy.
ARMES NORTHLANDY (CASTILLO DUNNOTOR)
La princesa Diana había estado siguiéndole la pista a su hermano y prometido Aiseen Worwick durante las últimas semanas. Ella había estado pensando como frustrar las actividades de Aiseen sin hacer que él se tornará agresivo, aunque la presencia de la reina Ahela podría garantizar el buen comportamiento del príncipe era obvio que a él no le importaba y Diana había llegado a una conclusión: ella tenía la última palabra y únicamente bastaba que ella hablara con su padre para que se rompiera aquel compromiso y era obvio que esto a Aiseen no le convenía en lo absoluto y ella usaría eso a su favor.
La mañana en uno de los reinos del norte se sentía fría, pronto empezaría a nevar y el cambio de clima estaba fastidiando de a poco la salud de la princesa, una de las sirvientes que había estado al pendiente de ella entró a la habitación notando que la princesa se veía algo desencajada y preguntó dejando una tasa de té en una pequeña mesa ubicada en un rincón de la habitación.
—Princesa, ¿se encuentra bien? —preguntó la sirviente acercándose a la rubia con preocupación.
—No lo sé, me siento un poco agotada —comentó Diana con un tono de voz cansado mientras la sirviente tocaba su frente.
—¡Princesa! —exclamó la sirviente —. Tiene un poco de calentura, le prepararé un té especial para esto.
—Espera —habló Diana, logrando frenar el paso de la sirviente, antes de que saliera de la habitación—. ¿Sabes si el príncipe Aiseen está en el castillo?
—Sí princesa, el príncipe se encuentra alistándose, permiso.
—Espera... no traigas el té aún, ves y busca al príncipe, dile que lo necesito en la habitación porque estoy enferma y que la reina Ahela le manda a llamar también, y por supuesto dale aviso a mi abuela.
—Está bien princesa, como usted ordene —respondió la sirviente saliendo de la habitación.
La sirviente ordenó a un guardia que fuera en busca del príncipe argumentando que la princesa había amanecido enferma, mientras que ella misma fue en busca de la reina Ahela para informarle de la situación que se estaba presentando con Diana.
El príncipe Aiseen se encontraba alistándose para salir rumbo a la parte alta del pueblo para ver a Kamille como lo había estado haciendo desde que llegó a Armes, pero fue interrumpido por su espada jurada, quien le comunicó la situación.
—Mi príncipe.
—¿Qué? —sonó la voz de Aiseen en un tono grosero como normalmente solía oírse.
—Mi príncipe, la princesa Diana, ha solicitado su presencia.
—¿Qué? ... ¿Para qué? —preguntó Aiseen esta vez luciendo irritado y molesto.
—La princesa amaneció mal de salud y la reina lo ha enviado a llamar también.
—¡Maldita sea! —exclamó molesto—. Diana me va a agotar la paciencia, ve al pueblo y avísale a Kamille que no podré ir ahora, pero iré más tarde.
Aiseen salió hacia la habitación de Diana, mientras que la espada jurada del príncipe cumplía con la orden que el Worwick me había dado.
CASTELODUTH ( CASTILLO LARRIS)
—No sé si deba hacerlo rey Lexender —comentó Valero tomando asiento junto al rey de Casteloduth.
—Valero, sinceramente te digo que me siento tranquilo sabiendo que cuidas de Litta y de Arlette como un buen esposo y padre, sabes que tanto mi hija como mi nieta son importantes para mí —comentó Lexender.
—Lo sé, por esa razón me he mantenido al margen del problema con Lussox, pero creo que Kathie Winder está a la defensiva.
— ¿Qué piensas hacer?
—He pensado en ir a Southlandy, mi primo el rey Valko es crucial para este problema porque pueda que yo esté al margen, pero Los Winder no, y necesito protección, no solo para mí, si no para Litta y para Arlette, no sé por qué siento que esa mujer hará cualquier cosa para que su sangre siga ocupando el trono.
—Si tú consideras que es necesario ir a southlandy está bien Valero, puedes ir, yo no me opondré a ello.
—En el castillo Worwick estaremos seguros, eso es lo importante, y por supuesto Jaden seguramente estará en southlandy pronto y necesito hablar con él.
—Está bien, cuenta conmigo para lo que necesites, si los Winder intentan atacarte tienes mi respaldo, mis hombres, mi ejército y todo mi reino a tu disposición.
—Gracias rey Lexender —Valero agradeció el gesto de protección que le estaba brindando el rey de Casteloduth mientras él se levantó de su silla para retirarse del lugar.
—Por cierto —interrumpió el rey la ida de Valero—. Espero que aún no estés pensando en dar en matrimonio a Arlette, lo digo porque, ya que iras a southlandy he oído que algunos de los hijos del rey Valko aún están sin desposar.
—No pienso dar a Arlette en matrimonio a nadie, mi pequeña aún está muy joven y aún no he conocido el hombre que sea digno de ella.
—Arlette no puede casarse con cualquier Lord o príncipe, debe ser alguien que la acepte y la cuide igual que nosotros lo hacemos, entonces te pido que estés al pendiente de ella como lo has venido haciendo, es lo más delicado de este reino.
—No se preocupe, rey Lexender, es mi hija y siempre he cuidado y cuidaré de ella.
—Confío en ti Valero Brandenhill.
Ambos hombres se dieron la mano para culminar la conversación y Valero se retiró de la sala privada del rey Lexender.
ARMES NORTHLANDY (CASTILLO DUNNOTOR)
El príncipe Aiseen se desplazó hasta los aposentos de su hermana Diana como ella lo había pedido, pero él no iba con la intención de quedarse mucho tiempo, para él había cosas más importantes que ver a su hermana quejarse por un estúpido dolor o al menos eso fue lo que pensó Aiseen mientras caminaba hasta aquella habitación mientras maldecía en su mente todas las acciones de Diana las cuales le causaban molestia.
Aiseen llegó a la habitación y entró sin tocar pensando que la princesa estaría aún sola, pero para su sorpresa la reina Ahela estaba ahí.
—Hijo que bueno que viniste —Ahela se acercó a su nieto.
—Buenos días, abuela —comentó Aiseen disimulando un poco la molestia. Él se acercó a Diana y dijo, fingiendo preocupación—: Me informaron que estás enferma, ¿ya te sientes mejor?
—Aún me siento algo de calentura. —Tosió Diana tratando de parecer enferma.
—Bueno, ordenaré que te traigan algún té para eso —habló Aiseen tratando de darle solución al problema lo más rápido posible.
—Ya lo ordenaré hijo, ahora lo importante es que Diana esté tranquila, así que deberías quedarte con ella —dijo Ahela causando gran malestar en Aiseen.
—¿Qué?
—Sí, ella es tu prometida y deberías quedarte a cuidar de ella —La reacción de Aiseen fue un poco evidente para Ahela, la que se vio confusa por el accionar de su nieto.
—Quédate Aiseen —pidió Diana.
Aiseen suspiró estando de espaldas a su abuela y respondió colocando una sonrisa fingida. —Está bien, me quedaré.
—Perfecto, iré a ordenar que te preparen algo caliente hija, ahora vuelvo
La reina Ahela salió de la habitación junto a la sirviente de Diana, dejando a ambos príncipes solos. Al estar solo los dos, Aiseen se acercó a los pieseros de la cama de Diana y preguntó:
—¿De verdad te sientes mal o solo haces esto para molestarme?
—Sí, me siento mal, Aiseen, yo solamente quiero que estés conmigo, es lo que hacen los prometidos, ¿no?
Aiseen entre cerró sus ojos, mirándola. —Diana, tengo cosas que hacer, no puedo quedarme aquí —dijo él tratando de sonar amable.
—¿Qué es más importante que tu futura esposa? ¿Acaso hay algo o alguien que te importe más que yo? —preguntó Diana con malicia en su voz, ella sabía que esa respuesta era Afirmativa, pero solo quería ver la reacción de su hermano.
—Yo no dije eso, no lo desvíes. —La mirada gélida de Aiseen sentenció a Diana.
—Pensé que me querías, pero no te preocupes, si no soy lo suficientemente importante para ti, creo que lo mejor es que este compromiso sé dé por finalizado, hablaré con padre y...
—Ten cuidado y no me retes —interrumpió el príncipe casi que explotando de la rabia—. Me quedaré —suspiró—. Y sí, te quiero, pero no quiero llegar a pensar que quieres manipularme con eso.
—No te estoy manipulando, solo quiero que sepas que si no nos vamos a tratar como prometidos y esposos amorosos, entonces no tiene sentido esta unión y sé que mi padre entenderá.
—Ya, Diana —habló él apaciguando su tono de voz —. Me quedaré a cuidarte, lo haré, ¿está bien?
Diana asintió sonriendo. —Gracias por quedarte.
Aiseen se sentó en una silla que yacía al lado de la cama de la rubia y ella se acomodó de lado aprovechando el momento; Diana cerró los ojos y unió su mano a la de Aiseen entrelazando sus dedos con los de él mientras él Worwick la mirada con evidente molestia ante el aquel contacto físico en que ella propició. Él no estaba contento, pero si quería mantener su farsa para el trono, tenía que soportar.
SOUTHLANDY
Después de un fuerte entrenamiento, el príncipe Veikan abandonó el patio de Armas y se adentró en uno de los pasillos del castillo, encontrándose con un guardia que se le acercó al Worwick entregándole un papel.
—Mi príncipe —habló el guardia interrumpiendo el paso de Veikan—. La información que me envió a investigar.
Veikan agarró el papel y rápidamente lo ojeó
—Gracias —respondió el príncipe doblando la hoja y guardándola en uno de sus bolsillos mientras se daba la vuelta para dirigirse a la biblioteca del castillo, donde él sabía que se encontraba su hermano Carsten.
Al entrar, Veikan encontró al rubio leyendo un pergamino con mucha concentración.
—Aquí estás. —él cerró la puerta de la biblioteca—. Te estaba buscando.
—¿Todo bien? —preguntó Carsten bajando el pergamino que estaba leyendo.
—Sí, eso creo —respondió el mayor ojeando los libros en el escritorio.
—¿Eso crees?
—Sí, acabo de recibir información sobre las andanzas de Aiseen.
—¿Andanzas, de que hablas?
—Aiseen tiene una amante.
—¿Qué? ¿Cómo qué una amante? —Carsten se tornó serio.
—Sí, Carsten si te estoy diciendo esto es porque sé que no reaccionarás de mala forma, después de todo eres el más tranquilo de todos.
—¡Oye! Nuestra hermana se casará con él, que tenga una amante es un tema serio y puede que me haga actuar de una forma no tan tranquila —contestó Carsten rayando en un tono molesto.
—Sí, lo sé —dijo Veikan relajado.
—¿Lo sabes? Creo que deberías decírselo a padre.
—No lo haré, Diana lo sabe y no ha dicho nada, ¿por qué lo haría yo?
—¿Ella lo sabe? —frunció el ceño.
—Sí, pero ya sabes como es, está enamorada de Aiseen y le permitirá todo lo que él haga solo por eso, así que te aconsejo que no digamos nada, Diana puede acercarse a nuestro padre y hablar con él sobre el tema.
—Lo sé, pero debemos proteger a nuestra hermana.
—Carsten sé que debemos proteger a nuestra hermana, tienes razón en eso, pero lamentablemente ella es la única que puede detener esto, no pelearé como un estúpido por una persona que no quiere que peleen por ella, no lo haré —enfatizo Veikan estándose en uno de los sillones.
—¿Sabes quién es la amante?
—Sí, es una tal Kamille Bowlet, hija de una mujer que administra un burdel de la calle libre, ¿y sabes que es lo más sorprendente?
—¿Qué?
—Que es mayor que él, es un imbécil.
—Esto no va a terminar bien.
—Que importa —respondió el mayor despectivamente—. Esto es asunto de él y de Diana, las cosas de pareja son de pareja y hablando de parejas, quería comentarte que pronto traeré a alguien al castillo.
—¿A si? ¿A quién? —preguntó Carsten sorprendido.
—A una bella y hermosa damita de cabellera roja y ojos verdes.
Carsten sonrió alegremente y preguntó: —¿Cómo se llama?
—Minerva Mirth.
—¿Minerva?... no me suena
—Es normal que no te suene, no es una lady ni una princesa, es una joven campesina que me salvó de morir en una trampa para venados —comentó Veikan con orgullo.
—Qué interesante información, continúa.
—Ella es hija de unos campesinos y resulta que he pasado mucho tiempo con ella últimamente y ... Me gusta.
—¿Seguro? —preguntó Carsten con la misma sonrisa en su rostro, pero esta vez se notaba un poco más dudosa, aquello que Veikan le comentaba sonaba como un capricho del mayor.
—¿Vas a tomar la misma actitud de Valerio? —preguntó el mayor colocándose a la defensiva.
—¿Qué actitud tomó él?
—Valerio no está de acuerdo, piensa que estoy cometiendo un error por salir del paso y cumplir mi deber de casarme antes de ocupar el trono.
—Veikan no quiero sonar grosero pero ... Quizás sí estés actuando así.
—¡No puede ser! —exclamó Veikan notándose molesto.
—¡Oye!... sabes que no le damos importancia al tema, pero ¿de verdad crees que estás haciendo lo correcto? Y no lo digo por ti, lo digo por ella, tú eres el príncipe, el futuro rey, el día que te aburras de ella solo pedirás la anulación del matrimonio si llegas a casarte, pero si ella se enamora entonces le habrás roto el corazón y ella se llevará la peor parte de eso —argumentó Carsten sonando bastante razonable lo cual no hacía sentir cómodo a Veikan.
—Parece que estoy oyendo hablar a Valerio.
—Desde afuera todo se ve mejor hermano.
—Quiero que Minerva sea mi esposa y estoy dispuesto a tomarla como tal.
—Está bien, hazlo, pero recuerda que una vez lo hagas no hay vuelta atrás.
—Entendido hermano, la traeré pronto, ya hablé con madre y me dijo que la trajera para conocerla —comentó Veikan apoyándose sobre el espaldar del mueble con sus manos.
—Encantado conoceré y recibiré a Minerva hermano.
—Gracias Carsten, ahora me iré, te dejo para que sigas en lo tuyo.
El príncipe se retiró del lugar dejando a su hermano Carsten pensativo, definitivamente las decisiones de Veikan al parecer no estaban siendo las más razonables y todo podría terminar mal, no tanto para el príncipe sino para aquella jovencita enamorada de un príncipe que amaba a otra mujer.
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