𝐋𝐀𝐑𝐆𝐀 𝐕𝐈𝐃𝐀 𝐀𝐋 𝐑𝐄𝐘
Capítulo 61
VALKO
Cada paso dado en pro de Lussox era con firmeza, determinación y valentía.
Cada hombre a mi lado estaba dispuesto a vivir o a morir, incluso yo mismo estaba dispuesto a hacerlo.
El galope de mi caballo se encontraba en primera fila. Siempre he querido dar el ejemplo a mis guerreros, mis soldados y mis aliados; no es de valientes ser un rey escondido tras sus soldados y estrategas, es una deshonra para mi casta y mi linaje como Worwick de casta blanca no dar la cara en mis batallas de cualquier índole, y eso mismo le he enseñado a mis hijos, que por sobre todas las cosas, siempre deben dar la cara.
Veikan se encontraba a mi derecha, pero a una distancia prudente de mí. Él era mi sucesor y yo no esperaría a morir para enseñarle el mundo real y la responsabilidad que conlleva ser un rey; no solo era el trono y el poder, sino también la responsabilidad y el peso que ejercía gobernar y ser el primer jefe comandante de la guardia real. Mi hijo Valerio era un orgullo para mí por ser un Worwick rubio y tener habilidades de un Worwick cabello blanco. Él iba a mi izquierda con su espada, su arco y flechas y su ejército de arqueros a sus espaldas.
Mi hijo Aiseen del cual me sentía orgulloso también me acompañaba. Estoy tranquilo de saber que ya es un militante y que está casado con una hermosa y digna jovencita como lo es Arlette; no me equivoqué al decirle la verdad aquella vez sobre su madre, a veces amar no se trata de consentir y dejar pasar las cosas, sino de corregir aunque duela por el bien de los seres amados y aunque me dolió verlo decepcionado de todo en ese momento; me sentí tranquilo de saber que tomé la mejor decisión por su paz interior y la mía. Mi hijo Carsten también estaba a mi izquierda, y digo mi hijo porque todos sabían que él era mi sobrino, pero yo lo amaba como un hijo sin distinción. Él era sumamente valioso para mí y me sentía orgulloso de él y de su sabiduría.
Cada paso que dábamos nos acercaba más al objetivo y a los muros del castillo.
Llegando cerca a esos muros vi a Graner en lo alto de la fortaleza y vi su rostro, fue fácil de leerlo, él tenía burla en su mirada, y se sentía seguro tras sus muros de piedra gruesa y soldados, ¿quién no se burlaría de su enemigo escondido tras las faldas de sus hombres y las faldas de su madre?, niño cobarde. Yo sabía que él me tomaba por estúpido al ir delante de mis soldados, pero no puedo esperar más de alguien que no sabe que es la verdadera honra de un guerrero. Graner no era un contrincante digno para mí, y sabía que una y otra vez buscaría a alguien que peleará por él y estaba seguro de eso.
El usurpador me miraba acercarme más a sus muros, y vi la madre del mencionado a su lado, ella me miró y después se giró, le susurró algo al oído y él se acercó a uno de los arqueros que estaban en posición de ataque empuñando sus arcos y ballestas y le susurró algo al oído también y el arquero miró a varios de los suyos haciéndole un par de señas, mientras yo avanzaba un poco más en mi caballo. Graner jamás dio la cara para hablar en pro de una tregua, y me imagine que eso pasaría. Yo estaba listo para que la pelea empezara, y al momento de pensar en eso un leve escalofrío recorrió mi espalda, era muy frío y por alguna razón recordé a Elizabeth y la vez que la conocí, sumado a los momentos que compartimos juntos.
Recordé a mi madre junto a todo el amor y protección que siempre me brindó. Recordé a mis hijas, mis valiosos tesoros intocables para mí. Recordé a mis hijos y a sus esposas y cómo ellos habían forjado sus destinos con ellas. Recordé a mi nieto que llevaba mi nombre y mi casta. Recordé a mi hermano Molko y todo lo que pasamos. Recordé a mi padre el honorable rey Vasko y la recordé a ella, a Anya, mi reina rubia.
Agarré la empuñadura de mi espada y la desenfundé; para ese momento Graner se había marchado de la fortaleza; estaba claro que no habría diálogo y estaba bien. El diálogo no era algo que yo compartiera, así que me impuse para dar la orden de ataque y terminé de desenfundar a hoja blanca llevando su empuñadura con fuerza hacia arriba para dar la señal, cuando de la nada sentí el impacto de múltiples fechas en mi pecho.
Cinco flechas seguidas se dispararon hacia mí impactándome en diversas partes de mi cuerpo, lo que instantáneamente rompió con la estrategia acordada. Si Graner creyó que al intentar matarme iba a derrotarme, se equivocaba; ese fue justamente su peor error.
Una turba horrorizada se desembocó hacia el castillo Brandenhill, los caballos relinchaban sosteniendo a sus guerreros, mientras los hijos de Valko miraban a su padre caer del caballo en medio de un trance que desvelaba en sus rostros la impresión y la impotencia que sintieron en ese momento al ver a su progenitor ser atacado. Un grito silencioso salió de la boca de Valero Brandenhill con horror al ver lo que le habían hecho a su primo, y ordenó a toda voz: “¡Mátenlos a todos, derriben sus muros y mátenlos a todos, no habrá piedad para nadie!”
Veikan se acercó a su padre y lo sostuvo en sus brazos mientras los otros hijos de Valko veían aquella escena casi que paralizados, mientras todo parecía ir en tiempo lento y Veikan rogaba entre sollozos a los dioses que su padre el rey no muriera, él lo llamaba con insistencia mientras Aiseen, Carsten y Valerio se acercaban a su padre revelándose la molestia en sus rostros al ver la ofensa cometida hacia su casa. El dolor en los ojos de Veikan fue evidente, mientras se negaba rotundamente a aceptar lo que estaba pasando ante sus ojos, y fue aún peor cuando Valko comenzó a expulsar sangre por su boca, y sus ojos se tornaron rojos como si estuvieran llenos de sangre. Las puntas de aquellas fechas estaban envenenadas justamente para el rey.
VALKO
Vi a mis hijos impotentes a mi alrededor mientras una cantidad enorme de soldados corrían ferozmente para derribar los muros de la fortaleza e intentar entrar al castillo Brandenhill; todo pasó muy rápido, pero yo sentí lento aquel momento.
Veikan lloraba mirándome expulsar sangre por mi boca mientras yo me tranquilizaba en sus brazos aceptando aquel destino. Quizás era lo que yo quería, o quizás los dioses así lo dispusieron. Sentía un ardor recorrer mi cuerpo, mi ojo se empañó, y comencé a sentir mi párpado pesado, mientras el aire se escapaba de mí a causa de la asfixia que producía la sangre salir por mi boca justo en mi garganta. No tuve miedo, miedo a la muerte es lo que un guerrero jamás debe tener.
Recordé brevemente las palabras de mi madre en ese momento, cuando sentía que me estaba yendo, ella dijo: “No te olvides del camino de regreso a casa, hijo”. En ese momento yo desvié mi ojo a un costado y entre la multitud la vi. Vi a la mujer más hermosa acercarse caminando como si fuera inmortal entre lanzas y flechas volando. Ella se acercó aún más a mí mientras yo contemplaba su cabello rubio dorado y esos ojos grises que me cautivaron siempre; aún está en el lecho de mi muerte, lo estaba haciendo, jamás dejaba de enamorarme de ella, en mis recuerdos, en mis sueños, en vida y una vez más, en mi muerte.
Ella se acercó y se arrodilló a mi lado, yo la miré maravillado. Ella me dio un beso en la frente y pude ver a mis hijos al rededor, pero también pude notar que Veikan miró hacia el frente como si la pudiera sentir, y sus palabras fueron “No tardes, te estaré esperando amor mío”
Ella se levantó de mi lado y se alejó perdiéndose en la multitud; yo quería ir tras ella, mi mano se alzó levemente extendiéndola hacia ella, pero ella se alejó de mí hasta que la perdí de vista entre las personas, di un suspiro y de mis labios salió la palabra “Anya” y vi a Veikan fijar su vista en mi ojo al decir el nombre de su madre, parpadeé lentamente mientras una sonrisa minúscula se dibujaba en mis labios al saber que ella me estaría esperando y mi único ojo quedo abierto mientras mi pupila se dilataba poco a poco y yo me levantaba de ahí para ir a casa. Sabía que ellos estarían bien, todo tiene su comienzo y todo tiene su final.
La confirmación de la muerte del rey Valko Worwick dejó a todos en un estado de ira que no pararía hasta acabar con los que propiciaron su muerte. Graner y la reina Kathie, debían pagar por sus ofensas y lo harían. Ya la guerra no era tanto por Lussox y su liberación, el enfrentamiento era por la muerte del Rey VALKO WORWICK.
Los soldados que entraron de civiles salieron de su escondite matando a los arqueros de la fortaleza. Dentro del castillo, una matanza se estaba produciendo por la cantidad de soldados infiltrados que había. Graner era tan incompetente junto a sus soldados y guardias que no se percataron de esto y se prepararon para ir a atacar, no para recibir un ataque; eso los dejó en total desventaja.
Varias sogas y escaleras se lanzaron desde lo alto de los muros del castillo. Valerio dio la orden a sus hombres y se precipitó junto con su ejército de arqueros. Él agarró una de las sogas y trepó rápidamente las paredes para subir a la fortaleza junto a sus arqueros, mientras que la turba de soldados empujaban las puertas junto a las catapultas fuera de la fortaleza, las cuales comenzaron a arrojar bolas en fuego hacia el interior del castillo.
Las puertas del castillo Lussox fueron derribadas con fuerza, dejando entrar a una airada cantidad de soldados de Dunkelheit, Southlandy y Thousands. A las espaldas se acercaban soldados de Casteloduth, Northlandy, Northros, Roseskings, Armes, Modan, Filhouse, Dorfos, Antares, Boldom y Ballertown; reinos que decidieron estar de lado de Valko Worwick, acompañados de sus gobernantes, nada salvaría a Lussox de la inminente derrota, ya no solo era una pelea por un trono, sino que también se pelearía por la muerte de un rey honorable.
El cuerpo del rey Valko fue resguardado y removido del lugar a manos de sus guardias y de Lord Francys Molton su consejero y leal servidor, que no evitó llorar amargamente viendo a su rey inmortal muerto en sus brazos.
Desde lo alto de la fortaleza, Valero observaba el desastre a su alrededor y un fuerte ruido blanco inundó su mente, mientras imágenes del recuerdo de su niñez tras los muros de ese mismo castillo le invadían. Él recordó su hogar, recordó su infancia, su madre, incluso su padre, y le dolió en el alma ver cómo todo se estaba destruyendo, soldados de la casa Lussox siendo decapitados, siendo masacrados a sangre fría por soldados de otras casas.
Valero recordó a su primo Valko y todo lo que hicieron juntos; las conquistas, los combates, los entrenamientos y mientras un dolor intenso le invadía y ante eso el príncipe no evitó derramar lágrimas de dolor y de impotencia.
Adentro, los hijos del rey Valko asesinaban brutalmente y a sangre fría peleando uno contra casi dos y tres soldados y prontamente estos eran asesinados. Valerio corría por la fortaleza empuñando su arco y disparando sus flechas a los capas rojas, como si estos fueran simples hormigas sin rumbo desde lo alto, mientras él parecía hacer una danza frenética con su arco y flechas en mano. Uno de sus hombres se acercó a él con el arquero que había dado la orden de disparar las fechas envenenadas al rey Valko.
El sueño que Asenya tuvo en una ocasión no solo fue una simple pesadilla; ella no vio la muerte de Valerio, ella vio la muerte que tendría el hombre que empuñó su arma para matar al rey a manos de su esposo. Valerio disparó una flecha en el pecho de aquel hombre a quema ropa, mientras este rogaba por su vida como un cobarde, el Príncipe se acercó a él y con su mano hundió más aquella flecha la cual amagaba para sacar, pero la volvía a hundir una y otra vez en su corazón, las puntas de estas flechas eran filosas y las de Valerio eran especiales, tenían pequeñas puntas al rededor para producir desgarre y gracias a eso, Valerio se encargaría que los músculos del corazón del hombre se perforaran a más no poder. Rápidamente, él sacó su daga, le cortó la garganta y dijo: «ya era hora».
Dentro del castillo, la reina Kathie y el rey Graner estaban solos. Sus hombres fueron derribados y un gran caos se liberaba ya por todo el castillo. Ellos buscaban cómo resguardarse y Kathie entró a la sala privada del rey, encerrándose en ella y dejando a su hijo afuera. Él le gritaba para que ella lo dejara entrar mientras forzaba la puerta. “Maldita hija de puta desgraciada, cuando esto acabe, yo mismo te voy a matar”, gritó él a su madre y, cuando no tuvo más remedio, corrió lejos de ahí buscando otro lugar para esconderse como el cobarde que era.
En su afán por esconderse, se encontró de frente con su hermano Valero Brandenhill y ambos empezaron a pelear. Graner usó su espada de tamaño mediano mientras que Valero usaba una espada de combate con honor y firmeza, pero Graner era un vil tramposo que sabía que pronto perdería su espada y rápidamente le arrojó arena de una planta del pasillo a su hermano en la cara y Valero intentaba limpiarse los ojos ocasionándole esto una leve distracción. Y justo cuando Graner miraba a su hermano con maldad y acomodaba su espalda para matar a Valero, se atravesó el príncipe Liam Brandenhill entre Valero y Graner. Ambos hermanos se miraron mutuamente mientras la espada era sostenida por Graner que en ningún momento demostró arrepentimiento. "¿Acaso nunca te vas a rendir?", habló Liam con dificultad. Los soldados corrían en dirección a ese pasillo para socorrer al príncipe Valero y Graner soltó la empuñadura de la espada para huir, dejando a su hermano caer en brazos de Valero con la espada hundida en su abdomen por completo.
El hombre gruñía del dolor mientras intentaba sacar la espada de su herida.
—¡No! Tú no tenías que estar aquí Liam —dijo Valero entre llantos sosteniendo a su hermano. Él apreciaba a Liam, era el único con el que pudo crear un vínculo genuino y parecía ser el único sensato de los Winder.
—Vine con ellos por ti hermano. Pelea por lo que te pertenece, nosotros debemos desaparecer.
Valero sostuvo a su hermano y colocó la mano sobre la herida, pero Liam la retiró diciendo:
—No, hermano, déjame morir, debes dejarme morir —esto le dolió aún más a Valero, el cual rompió en llanto con su hermano en brazos.
El príncipe Carsten merodeaba peleando por los pasillos del castillo con los soldados capas rojas que se tropezaban con él con desdicha; hasta que vio a alguien que estaba intentando esconderse entrando a la biblioteca del castillo. Carsten corrió a ese lugar y empujó la puerta de una patada, abriéndolas de par en par, encontrándose con Sergi Whitemount, el padre de Merrie y exesposo de Lady Vera Glasser. Ese hombre le debía muchas cosas, la traición que pretendía hacerle a su casa y a su padre, la traición de unirse al bando de los Winder y los maltratos a los que sometió a su hija y esposa. Carsten cerró las puertas y desenfundó su daga. El hombre tenía miedo en su rostro e intentó correr por la biblioteca desordenando los libros y haciendo un reguero por el lugar.
El sueño que tuvo Merrie no reveló la muerte de su esposo como ella creía. Merrie soñó con la muerte que su esposo le iba a dar a su padre. Carsten acorraló a aquel hombre, el cual se desplomó sobre el sillón del escritorio dándole Carsten un fuerte golpe en la cara “Vas a pagar por todo lo que jodiste a mi esposa y a su madre traidor” Carsten trató de hundir su daga de mediano tamaño en el pecho de Sergi, pero este forcejeó para evitarlo. El rubio agarró un trozo de tela negra del escritorio, el que en realidad era un limpión, y la amarró en el cuello del hombre para quedar a sus espaldas mientras ejercía un fuerte amarre, estrangulándolo con fuerza a más no poder. Justo cuando él sintió que el hombre estaba perdiendo la batalla, pasó su daga por su garganta y acto seguido la hundió en su pecho, justo en el corazón. Aquel trozo de tela negra fue enrollado en los ojos del hombre a modo de venda y Carsten susurró: «ya era hora».
El príncipe Veikan fue llevado ante el escondite de la reina Kathie a manos del concejero real del rey de Lussox que obviamente estaba a favor de su destrone. Esto ocurrió mientras Aiseen se tropezó con un desesperado Graner intentando esconderse y al tener al Worwick frente a él se acobardó e intentó abrir una de las puertas del pasillo sin poder hacerlo, mientras que el consejero del rey de Lussox abrió las puertas del salón privado con fuerza dejando entrar a Veikan quien sorprendió a la reina tratando de esconderse. La mujer al verlo, corrió hacia él con una pequeña daga gritando: “No son bienvenidos aquí, malditos Worwick”, pero Veikan la esquivó golpeándola en el rostro, logrando que ella callera al suelo.
Aiseen soltó su espada y se le fue encima a Graner jalándolo por el cuello de su traje para comenzar a pelear con él a puño limpio como dos hombres. Estaba más que claro que Graner ni eso sabía hacer bien cuando Aiseen lo derribó una y otra vez con sus fuertes puños. Él envolvió con su brazo el cuello de Graner ejerciendo asfixia sobre él, diciendo: “Te voy a matar, maldito”.
Veikan agarró a Kathie por los cabellos y la arrastró fuera de los pasillos hasta el jardín del mismo donde se encontraba una cantidad de soldados capas rojas peleando aún ferozmente contra los capas negras de la casa Vikernes y los capas doradas de la casa Worwick, el príncipe Aleister peleaba divertidamente arrojando hachas a las cabezas de los soldados enemigos como si de un juego se tratase, pero aquella sangrienta lucha se opacó cuando unos de los capas rojas vio como Veikan llevaba a rastras a la reina, eso significaba que ya estaban perdiendo, y para la mala suerte de los soldados de la casa de Lussox afuera de los muros del castillo aún había soldados de otras casas que estaban esperando órdenes para ingresar y seguir el acto sanguinario.
Kathie les ordenó a ellos atacar y un soldado intentó obedecer sus órdenes al gritar para alentar a los además a pelear, pero el príncipe Aleister le arrojó un hacha que le voló de inmediato la mitad de la cara al hombre, dejándole saber a los demás de que no debían meterse ni debían intervenir. Ella les gritaba que eran unos traidores por no ayudarla, mientras Veikan procedió a darle una bofetada a la mujer que ordenó la muerte de su padre diciendo “Nunca debiste haberte atrevido matar a mi padre el rey Valko Worwick que jamás morirá, él sigue vivo en mí y en todos los que repudian tu maldita sangre” Veikan empuñó su daga sobre el pecho de la mujer una y otra vez tumbándola en el suelo y ella seguía aún con vida, mientras él hacia fuertes cortes frenéticos sobre su pecho como si estuviera buscando algo mientras otros guardias sujetaban a la mujer.
El sueño que tuvo Diana en sí no se trataba de su hermano y esposo muerto con su corazón en la mano, sino de la muerte de la mujer que orquestó el asesinato del rey Valko y que llevó a Lussox a la guerra. Veikan oía los gritos de la mujer desesperada mientras lograba su cometido; su daga se removió con sadismo y frenesí en su pecho a más no poder hasta que su mano se introdujo en el mismo y a sangre fría le sacó el corazón a la mujer colocándolo en su mano, ese corazón seguía latiendo mientras Veikan musitaba “ya era hora”
Las fuertes peleas en las afueras de la parte trasera del castillo Lussox se estaban dando aún más fuertes. Esos soldados no querían rendirse.
Un grupo de Cangrinos se infiltraron para ir por alguien más, ya todo estaba más que dictado, Valero se encontraba luchando en el mismo lugar que su hijo Jaden batallando contra estos soldados que no se rendían y no tenían intenciones de hacerlo. Los Cangrinos se acercaron aprovechando la distracción del príncipe para arrojar una soga directo al cuello del príncipe Valero, jalando de ella para arrastrarlo hacia ellos, mientras él intentaba zafarse desesperadamente, pero no lo lograba. Los hombres seguían apretando con más fuerza la soga provocando asfixia en el hombre, hasta que uno de los Cangrinos pateó con fuerza la cara de Valero y de inmediato el otro sacó su espada y lo decapitó sin piedad alguna; seguido de esto una lluvia de flechas cayeron sobre estos hombres mientras Jaden se acercaba rápidamente junto a su primo Valerio para encontrarse con el cuerpo de su padre muerto, el grito desgarrador de Jaden fue hiriente y doloroso con tan solo oírlo.
Él agarró su hacha de doble filo y comenzó a matar a hachazos al hombre que decapitó a su padre que aún seguía vivo arrastrándose por las flechas en su cuerpo mientras Jaden cortaba una y otra vez sus extremidades, cara, piernas y brazos hasta que se cansó de descargar su ira y soltó el hacha dejando su cara ensangrentada cayendo de rodillas ante el cuerpo de su padre, y de inmediato pensó en Graner, quería ir por él y matarle, pero esto ya no era necesario.
Aiseen había herido a Graner y lo arrastró a las afueras del castillo, dando órdenes para que abrieran las puertas. Soldados de la casa Brandenhill al ver a su supuesto rey siendo arrastrado como un perro, se detuvieron, Jaden, Valerio, Carsten el príncipe Aleister y Veikan se acercaron al lugar observando atentamente que al fin Graner había sido atrapado.
“Este es su rey, el hombre por el que asesinaron y fueron asesinados”, gritó Aiseen escupiéndole el rostro mientras los soldados de la casa Brandenhill dejaban caer sus armas al suelo.
Graner se reía en el suelo intentando incorporarse, pero Veikan y Carsten se le fueron sobre él para detenerlo.
“Graner el usurpador, morirá hoy ante los dioses Mayores como tributo que le rendiré yo mismo a mi casa y a esta casa, entregando a esta escoria humana, hoy morirás.”
Al ver la mirada asesina de Aiseen, Graner sintió miedo y se leía en sus ojos.
El hombre fue encadenado de sus brazos con grandes grilletes para ser Alzado entre dos grandes árboles que se encontraban en las puertas del castillo. El sueño que tuvo Arlette con Aiseen viendo su muerte no significaba justamente eso; ella vio la muerte que Aiseen le daría a Graner.
Afuera, los soldados de las otras casas estaban viendo el espectáculo y dentro también, Graner pedía que lo soltaran con altanería, pero eso estaba lejos de ser posible. Un soldado de la casa Vikernes se acercó con una corona de oro servida en una charola de plata sobre un gran caldero caliente con carbones hirviendo, haciendo que las orillas de la corona estuvieran levemente derretidas.
“Hoy coronaremos al rey usurpador de Lussox como debe ser. Todo rey merece una corona, ¿no es así Graner?”, dijo Aiseen mirándolo.
Aiseen se colocó unos guantes negros y agarró las puntas de la corona con sus manos y la depositó sobre la cabeza de Graner quemándolo mientras el oro ligeramente derretido se escurría por la frente y los ojos del hombre haciendo que este soltara los más grandes alaridos de dolor que podían existir. Él comenzó a ser elevado de sus cadenas para quedar ligeramente colgado entre los dos árboles con ayuda de cuerdas y de las cadenas de sus grilletes. Aiseen pidió dos lanzas, la corona no fue suficiente para el torturador.
Aleister se reía de esta tortura casi que disfrutando de ella eso le gustaba al príncipe Vikernes, demostrando que el sadismo seguía intacto igual que los de sus antepasados.
Aiseen le lanzó una de las lanzas al príncipe Vikernes y dijo “Hazme los honores” El Worwick incrustó una de las lanzas en un costado del cuerpo de Graner atravesándolo hasta que está se hiciera visible del otro lado de su cuerpo mientras que Aleister hizo lo mismo con la otra lanza, los gritos de Graner ya no se oían, el hombre se estremecía en medio de convulsiones, pero pronto empezó a dejar de hacerlo. Graner murió siendo exhibido ante su gente, su reino y otros reinos como un usurpador de la forma honorífica posible, todo dependiendo de quién lo veía.
El cuerpo del rey Valko era custodiado por su consejero y el hombre aún lloraba a su rey que yacía sobre sus piernas en el suelo, mientras elevaba una plegaria a los dioses, pero unos Estenos se acercaron a él intentando matar a los guardias que le protegían para llevarse el cuerpo del rey y hacer bajezas con él, pero Lord Francys Molton, padre de Asenya, no lo permitió. Él peleó como pudo por su rey, que yacía muerto, y arriesgó la vida haciéndolo.
Al hombre lo asesinaron enterrándole una espada en su pecho, pero aun con aquella espada clavada en su cuerpo el hombre nunca dejo el cuerpo de su rey y por suerte rápidamente un grupo grande de soldados se acercaron y asesinaron a los Estenos cuidando el cuerpo del rey Valko y de Lord Francys acabando consigo con todo este día sangriento.
Ahora Lussox era del príncipe Jaden y los reinos de la casa Worwick pertenecían al príncipe Veikan Worwick.
REY VALKO WORWICK
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