𝐋𝐀 𝐏𝐀𝐑𝐂𝐀 𝐏𝐀𝐑𝐓𝐄 𝐈𝐈

Capítulo 60

El caballo del príncipe Valero arribó de nueva cuenta en Southlandy junto con él al ser informado de que  pudieron rescatar a su hija la princesa Arlette, y él obtuvo el permiso de su primo Valko para volver a Southlandy y corroborar el estado de su hija, después de todo en Lussox nadie sabía que ellos estaban merodeando el lugar esperando la llegada del rey Graner para atacar.

El castillo Worwick era fuertemente custodiado, ya que las mujeres estaban solas prácticamente y debían ser altamente protegidas, más que todo la princesa Diana y el heredero al trono, el recién nacido príncipe Valko. El príncipe Valero llevó buenas nuevas a las mujeres que esperaban con ansias a que sus esposos volvieran a salvo.

Por otro lado,  soldados de la casa Worwick y los de la casa Vikernes junto a los príncipes navegaron a Lussox cuidadosamente siguiendo un recorrido discreto según el plan acordado. Ellos sabían que los pocos guardias y soldados que quedaron vivos en Turquel llevarían a  Graner hasta Lussox junto a la reina Kathie y ellos los esperarían pacientemente, la pelea no había terminado aún, la cabeza de Graner debía rodar.

Aiseen y Arlette navegaron en un discreto barco hasta las costas de Southlandy dónde fueron recibidos por guardias y soldados del reino de Southlandy según lo acordado. Ambos fueron transportados debidamente hasta el castillo, pero algo no estaba bien. Aiseen estaba pálido, su piel estaba casi que amarilla y sus labios se notaban también muy pálidos, él estaba herido. Arlette se pudo percatar de que él tenía una herida en su costado cuando la carroza donde iban hizo un pequeño movimiento brusco y él se quejó estando recostado en la pared de la carroza con los ojos cerrados, como si le faltara energía.

La princesa retiró las vestiduras del príncipe y vio la herida que se veía muy mal, y no evitó asustarse por él y su vida.

—¡Dios mío Aiseen! —exclamó ella con miedo en sus ojos al ver lo largo de aquella cortada y su camisón empapado de sangre en la zona.

—Está bien. —Él colocó su mano sobre la mano de ella—. No es profunda, no moriré.

—Has perdido mucha sangre, estás de mal color, te ves sin fuerzas Aiseen —dijo desesperada.

—Ya estamos llegando, me atenderán y estaremos bien —él le sonrió para tranquilizarla.

Ella rasgó un poco su vestido y colocó aquella tela suave y delicada sobre la herida para hacer presión mientras Aiseen trataba de aguantar el dolor que causaba el tacto de la tela y la mano de ella contra la herida.

—Tienes ... Tienes unos hermosos ojos —dijo él mirándola de cerca.

Arlette le vio con la mirada triste y le dio un beso en los labios —. Resiste por favor —le rogó la princesa a Aiseen quien asintió que sí resistiría.

Al cabo  de unas horas ambos príncipes llegaron a Southlandy, las princesas y las reinas Ahela y Elizabeth salieron a recibir a la pareja. Arlette miró a Aiseen para comunicarle que ya habían llegado, pero él tenía los ojos cerrados y, aunque respiraba, su piel estaba fría, lo que alertó a la princesa al ver que él no abría los ojos.

Ella bajó de aquella carroza y no corrió a saludar a nadie, de lo contrario pidió ayuda para Aiseen y ordenó que fuera llevado a su habitación informando acerca de su herida y estado para que lo ayudaran.

Por orden de la reina Ahela Aiseen fue llevado a sus aposentos para que un encargado lo viera y tratara su herida que rogaban no estuviera demasiado grave, mientras tanto Arlette corrió a los brazos de sus padres para abrazarlos con una fuerte euforia, ellos estaban feliz de volver a ver sana y salva a su pequeña. Litta lloraba de felicidad y Valero no podía abrazar más a su hija sintiéndose dichoso por tenerla de vuelta.

El abrazo y cálido recibimiento de la princesa Tanya y la princesa Diana fue grato para ella, y también el de Merrie y Asenya que la abrazaron y se alegraron de que ella estuviera ahí y las preguntas no se hicieron esperar.

—¿Sabes de los demás? —preguntó Diana.

—Están bien, todos están bien, pero Aiseen está herido —dijo ella con miedo.

—Tranquila hija, él va a estar bien —comentó Ahela consolando a Arlette.

—Madre, él casi muere por salvarme —sollozó.

—Hija, él va a estar bien, no te preocupes, él ya tiene motivos para ser fuerte —habló la madre a su hija tratando de apaciguar sus miedos.

Arlette miró a su padre con algo de pena, ella ignoraba que ellos sabían de su relación con Aiseen y la princesa tomó fuerzas para hablar —Papá, yo …

—Ya lo sé Arlette —interrumpió Valero —Él nos lo dijo.

—¿Lo dijo?

—Sí, y nos advirtió que no te dejaría —comentó Litta a su hija con una sonrisa.

—¿Puedo ir con él?

—Ves, él te necesita —Valero le concedió el permiso a su hija de ir junto a Aiseen; después de todo, él parecía haber entendido que su hija quería estar con él y que eso le hacía feliz y si eso le producía alegría a su niña, entonces él entendería.

Arlette corrió a la habitación de Aiseen para estar con él, mientras era atendido por los encargados para curar su herida y tratar de que él se recuperara lo más pronto posible. Por suerte, la herida no era profunda ni peligrosa, pero sí era dolorosa. Él había perdido algo de sangre y sobre todo tenían en cuenta que la herida podría infectarse.

Ella se colocó junto a él en la cama, mientras veía cómo le curaban y estaba dormido. Su cabello blanco aún tenía sangre seca, lo que lo hacía tener una tonalidad algo rojiza y también tenía mancha de sangre en su rostro. Arlette empapó un pequeño pedazo de tela limpia en agua y comenzó a limpiar su rostro con cuidado, igual que su cuello, su pecho, brazos y manos.

Una vez el encargado terminó de curarlo, Arlette pidió que este le comunicara a su doncella que le llevara a la habitación un vestido limpio para darse un baño, a lo que el encargado no se negó y salió de la habitación.

Al cerrarse la puerta, ambos quedaron solos y Arlette plantó un beso en la frente de Aiseen esperando que todo estuviera bien.

HORAS MAS TARDE

La noche había caído sobre Southlandy y Arlette se encontraba en la habitación de Aiseen cuidando de él y de su sueño, el príncipe dormía gracias al efecto de las plantas que la reina Elizabeth recomendó que fueran suministradas al príncipe; aquellas fueron las mismas que ella usó alguna vez con el rey Valko cuando fue herido en isla Doskan.

Aquel té lo hacía dormir al mismo tiempo que le curaba internamente y apaciguaba las fiebres que pudiera tener.

Aiseen fue despertando de a poco de su sueño y vio a Arlette al lado de él acostada en la cama con su pequeña mano aferrada a la de él y no evitó sonreír al verla dormir y besó su mano con dulzura, ella sintió aquel tacto logrando despertarse. Una vez abrió los ojos y vio a Aiseen despierto ella se abalanzó sobre él olvidándose de que él estaba herido, lo que causó que el príncipe se quejara levemente por el dolor, las plantas apenas estaban empezando a dormir la herida para no sentir dolor a ningún tipo de movimiento, y debían esperar su completo efecto.

—Lo siento, disculpa —pidió ella excusas por su impulso de abrazarlo, dándole una risa al ver cómo él se quejó del dolor.

Aiseen sonrió inevitablemente al oír esa risita típica de ella que no escuchaba hace tiempo, lejos de molestarle le dio felicidad saber que su Arlette estaba junto a él.

—Está bien, no te preocupes —él se acomodó un poco sobre la cama luciendo algo adolorido aún, pero feliz de estar con ella.

—Me alegro de que estés bien —le sonrió—. Y me siento tranquila de saber que nada malo te pasará, estaba muy asustada, te veías peor que cuando tus hermanos te golpeaban. ¡Ay lo siento! —ella se sonrió de nuevo por lo último que dijo.

Aiseen le sonrió y se acercó a ella para darle un beso, ignorando el dolor que esto le producía al moverse de su posición.

—Ya no hay forma de que pueda morir. Lo único que me estaba matando era tu ausencia y ya estás aquí a mi lado —susurró el príncipe sobre los labios de su princesa.

—Pensé que jamás irías por mí.

Él se incorporó ligeramente sobre la cama. —Si hubiera sido por mí, te hubiera ido a buscar el mismo día, pero debíamos preparar todo para tener la delantera y que salieras de ese lugar sana y salva —acarició su mejilla para levantarse de la cama y acercarse lentamente a servirse algo de agua.

Aiseen notó una mirada de preocupación en los ojitos de su niña al voltear a verla mientras tomaba de su copa de agua y de inmediato indagó. —¿Qué pasa? ¿Por qué tienes esa mirada?

—¿Qué pasará con nosotros ahora? —ella se acercó a él.

—¿Por qué preguntas eso?

—Estoy casada con Graner —eso fue un balde agua fría para Aiseen quien no evitó sentir rabia ante sus palabras  «El maldito lo hizo» pensó Aiseen.

Pero cuando estuvo a punto de indagar más, alguien tocó la puerta interrumpiendo la conversación.

—Adelante —habló él cediendo el paso.

La puerta se abrió dejando ver al príncipe Valero, la princesa Litta junto a las reinas de Southlandy entrando a la habitación.

—¡Abuela! —Aiseen la abrazó—. Hola Elizabeth —ella le sonrió.

—¿Cómo te sientes hijo? —preguntó Ahela a su nieto.

—Mejor, ahora siento que no siento nada —dijo el extrañado mirándose la herida vendada.

—Elizabeth ordenó que te curaran con unas plantas especiales. La herida no es profunda, solo es una cortada larga. En unos días ya estará cicatrizada, y para mañana no sentirás nada.

Aiseen se acercó a Elizabeth y le dio un abrazo; era la primera vez que él mostraba un gesto de cariño hacia ella y después de tantas ofensas, maltratos verbales de su persona hacia ella, el fue capaz de mostrar algo de gratitud hacia la mujer que lo había criado. Elizabeth se sorprendió por el gesto, pero no preguntó nada, ella solo lo recibió en los brazos y lo abrazó de vuelta con alegría y citó: —Me alegro de que estés bien, hijo.

Aiseen le miró y dijo: —Gracias por considerarme tu hijo.

—Aiseen —se escuchó la voz de Valero.

—¡Valero! —él le miró.

Valero le extendió la mano. —Quería agradecerte personalmente el que me hayas traído a mi hija de vuelta sana y salva.

Aiseen le dio la mano. —No solo fue por mi esfuerzo, mis hermanos, Jaden y el príncipe Aleister me ayudaron, sin ellos no hubiera podido.

—Pero cumpliste tu palabra. Yo lo estuve hablando con Litta —Valero respiró profundo, lo que diría no sería fácil para él y su amor de padre—. Sabemos que Arlette está casada con Graner  ¿no es así hija?

—Sí —respondió ella.

—¿Hija, tú llegaste a consumar tu matrimonio? —preguntó Litta a su hija.

—¡No! Jamás dejé que me tocara —respondió Arlette.

Aiseen respiró en paz igual que Valero, Litta y las reinas presentes al saber que esa unión no había rendido sus frutos.

—Yo hablé con Valko antes de partir a Lussox —citó Valero—. Y le pedí que me permitirá hacer los preparativos para una boda tradicional de la casa Worwick para ustedes dos.

La sorpresa de Arlette era visible en su rostro, ella sonrió alegre al oír dicha noticia y no pudo contenerse. —¿Eso es cierto papá?

—Sí, hija —respondió él—. Sé que estás enamorada de Aiseen y que Aiseen está enamorado de ti —comentó Valero mirando a Aiseen—. Él se encargó no solo de gritármelo con prepotencia y groserías en mi cara, sino que también me lo demostró con este acto. Si él es capaz de protegerte, cuidarte y responderme por ti de esta forma, estaré en paz sabiendo que será capaz de hacerte feliz. ¿Estas de acuerdo, Worwick?

Aiseen miró a Arlette viéndola emocionada —Me casaría con ella una y mil veces y las que fueran necesarias para hacerla mi esposa.

—Bien, ordenaré que preparen todo para mañana temprano. A primera hora se celebrará la boda de Aiseen y Arlette —comunicó la reina con alegría y orgullo por su nieto.

—Gracias abuela, gracias Elizabeth y gracias Valero.

Ambos hombres se dieron la mano fuertemente de nueva cuenta y Valero miró a su hija, Litta pasó su mano por el brazo de su esposo, ya no tenía sentido mantener a Arlette lejos de Aiseen, ya todos sabían que ella era su mujer. —Vámonos esposo, hay que dejar que Aiseen descanse y darles privacidad.

Valero tragó en seco al saber que su niña ya era una mujer que había encontrado al hombre indicado para protegerla como ella se lo merecía y con el dolor de padre en su corazón tuvo que darse la vuelta e irse dejando a su hija en manos de otro hombre ahora.

Esa noche ambos príncipes durmieron plácidamente en la habitación entre besos y caricias que no pasaron de eso por más que querían hacerlo. Aiseen aún no estaba recuperado del todo y debía reposar más. Lo que sí hicieron ambos esa noche fue descansar como no habían podido hacer en meses, sin ayuda del alcohol por parte de él, y sin ayuda de las lágrimas por parte de ella.

La mañana llegó al castillo Worwick y consigo los preparativos de la boda tradicional de los príncipes Aiseen Worwick y Arlette Brandenhill.

Arlette se preparó para su gran día que jamás pensó que sería en esas condiciones y en medio de una guerra, pero ella estaba más que contenta porque no importaba como fuera, al fin se casaría con el hombre que amaba y eso era suficiente.

Un lindo y hermoso vestido blanco con hombros ligeramente descubiertos, mangas en tela semitransparente, ceñido a la cintura y una hermosa falda tupida, fue el vestido para Arlette en esta ocasión junto a un velo muy lindo que adornaba su cabeza haciendo juego con su hermosa y larga cabellera castaña rojiza.

El príncipe Aiseen usaba su traje militar de gala. Su padre, el rey Valko no pudo hacerlo personalmente, pero le dejó delegado a la reina Ahela y a la reina Elizabeth que se le entregará su capa dorada. Aiseen ya tenía rango militar y Valko quería que él se casara con los honores de un militar igual que lo hizo Veikan, Carsten y Valerio.

Aiseen se encontraba en el salón del trono con los encargados de la ceremonia, el matrimonio Brandenhill la reina Ahela, la reina Elizabeth, sus hermanas Diana y Tanya, junto a sus cuñadas Asenya y Merrie Y a su lado  Lady Vera, la madre de la última mencionada.

El momento había llegado y el príncipe vio entrar a Arlette con su vestido en el salón del trono y se sintió gratamente afortunado de que esa niña contestona e irritante iba a ser su esposa. Después de todos los líos en los que él se había metido y lo que los alejaban, él pudo recordar cada cosa vivida con ella y cómo ambas almas se fueron acercando y que a pesar de todo, lograron lo que querían, estar juntos.

Valero tomó el brazo de su hija a las puertas del salón del trono y la llevó hasta Aiseen para entregarla a él  con algo de resistencia y era más que obvio; él jamás se imaginó terminar entregando a su hija a Aiseen Worwick, Arlette miró a su padre y citó mirándolo a los ojos: “Gracias papá, por hacerme la niña y la hija más afortunada del mundo y ahora por hacerme la mujer más feliz y entenderme, te adoro”.

Valero abrazó a su hija y unas lágrimas corrieron por su rostro. Él le entregó la potestad de Arlette a Aiseen diciendo “confió en qué estoy haciendo lo correcto Worwick”.

—Gracias príncipe, prometo no fallarle —respondió Aiseen.

Ese día, la boda de Aiseen y Arlette se llevó a cabo por los encargados de estas celebraciones en la casa Worwick y ambos príncipes se unieron en matrimonio ante los dioses de la casa Worwick como lo habían soñado alguna vez, Aiseen tomó a Arlette como su esposa y Arlette aceptó a Aiseen como su esposo para siempre.

ISLAS BLONDI (PALACIO TURQUEL)

Mientras que la boda de Aiseen y Arlette era celebrada, el rey Graner fue socorrido por su madre, la reina Kathie quien todo el tiempo se resguardó en la sala privada del palacio para mantenerse a salvo ella misma. Kathie sabía que su hijo no la protegería.

Él se encontraba recuperándose de sus heridas mientras planeaba volver a Lussox dónde pretendía preparar su ejército para atacar a los Worwick en Southlandy dónde él creía que ellos estaban, y más desinformado no podía estar.

Graner ordenó que se arreglará todo, él partiría esa noche por mar hacia Lussox dónde esperaba llegar y organizar todo para sorprender a los Worwick, pero su madre no estuvo de acuerdo.

—No deberías ser tan apresurado —objetó Kathie al ver la impulsividad de su hijo.

—¡Cállate! No entiendo por qué demonios no te mataron, rogaba que al despertar estuvieras muerta.

Kathie le dio una bofetada a Graner en la cara, pero él se la devolvió mucho más fuerte —. ¡No vuelvas a golpearme, madre, porque no te lo permitiré! ¡Ahora lárgate de aquí si no te juro que ordenaré que te echen a los lobos!

Kathie salió indignada del salón dejando a Graner planeando su ataque, pero una vez más los Worwick estaban un paso adelante, Valko lo estaba esperando a él en Lussox.

La noche llegó sobre Southlandy y Arlette caminaba por los pasillos del castillo buscando ahora su habitación matrimonial que compartiría con Aiseen, la que concretamente era la habitación del príncipe.

Ella había estado con Diana, Merrie, Tanya y Asenya junto al pequeño Valko y caminaba imaginando y soñando como sería su vida de madre estando embarazada de Aiseen; ella era feliz, sonría y se sentía dichosa.

Arlette entró a la habitación y vio a Aiseen leyendo un pergamino. Él estaba sin su camisón, llevando consigo sus pantalones, botas y las vendas que cubrían su abdomen. Al sentirla entrar, la miró y procedió a cerrar rápidamente aquel pergamino para colocarlo sobre el sillón de la habitación.

—¿Qué es? —indagó ella.

—Instrucciones —respondió el príncipe—. Tu padre recibió uno igual —Él se acercó a ella mirándola con deseo y la besó.

—¿Sobre qué es?

—Viajaremos mañana cerca del medio día a Lussox, tenemos un plan para liberar el trono.

—¿Matarán a Graner?

—Yo lo mataré, jamás debió  haberse metido contigo, jamás debió haberte tocado y pagará por eso.

—Pero ya soy tu esposa.

—Lo sé, pero todo el sufrimiento y la angustia que nos hizo pasar no lo hemos olvidado y no queremos hacerlo. El plan está hecho, lo mataremos, yo lo mataré.

—Aiseen —un destello de temor se asomó en sus ojos—. Tengo miedo de que no vuelvas.

—Volveré mi amor, no te preocupes por eso. —La besó de vuelta apresándola en sus brazos y arrastrándola a la cama—. Y cuando vuelva, nos casaremos en una gran ceremonia, lo prometo.

—No quiero una gran ceremonia, solo quiero que vuelvas. Quiero tener una familia contigo y tener tus hijos.

—Arlette, mi amor, no es momento de pensar en eso.

—¿Por qué no?

—Por tu salud. No quiero que todo se complique para ti, mejor cuando estemos seguros de que no correrás peligro tendremos un hijo.

Ella sonrió. —Está bien. —Lo besó suavemente y él se adueñó de sus labios, igual que sus manos se adueñaron del lazo de su vestido que estaba situado en la espalda, el cual él comenzó a desatar y sus fuertes manos abrieron el vestido para retirarlo con delicadeza.

“Te extrañé tanto”, dijo él dándole besos cortos. “Yo también te extrañé”, le respondió ella deseosa.

Aiseen se despojó de sus ropas y despojó a Arlette de las suyas. Esa noche ambos hicieron el amor bajo la luz de las velas intensamente. Sus cuerpos se buscaron, se palparon, se desearon y se amaron profundamente con ternura, delicadeza, desespero y pasión. Él quería hacerla tocar el cielo con gran placer y ella quería arrastrarlo junto a ella a ese cielo sin pena ni vergüenza. La unión era totalmente válida, ambos príncipes no solo se casaron, sino que también consumaron su unión como esposos esa noche y ya no había vuelta atrás.

Los caballos y una gran caravana de soldados que habían llegado desde Thousands estaban listos para partir junto a los príncipes. Valero recibió un comunicado discreto de Valko donde se le informaba que soldados de otros reinos iban en camino a Lussox y que arribarían prontamente hasta el reino de los Mayores.

Aiseen habló con Diana en privado y ella felicitó a su hermano por haber encontrado a la mujer que le haría feliz y Aiseen le dejó saber a su hermana que la quería profundamente; no solo a ella sino también a Tanya y el mismo príncipe prometió traer no solo a Veikan sino también a sus hermanos y a Jaden de vuelta junto a su padre el rey Valko para que ellas estuvieran tranquilas.

La hora de partir había llegado, Arlette se notaba temerosa por su esposo y su padre, pero le reconfortaba saber que ambos eran excelentes guerreros sin miedo al manto negro de la parca que cubría los aires en esos días y los que faltaban.

Aiseen se acercó a Arlette y se despidió de ella con un beso, prometiéndole que volvería junto a ella. Antes de retirarse, él le preguntó a su esposa si había tomado el té; ella le dijo que sí lo había tomado, pero realmente no lo había hecho.

Las mujeres quedaban una vez más solas en el castillo, mientras veían a los dos hombres partir a una guerra sangrienta que dejaría marcas en esta historia.

Graner Brandenhill se encontraba llegando a Lussox y, por estrategia, Valko tenía guardias camuflados como civiles dentro de los muros del castillo, los cuales informaron de inmediato la llegada del usurpador. Las estrategias se colocaron sobre la mesa.

La cercanía de los príncipes se hacía más evidente, los ejércitos de otros reinos se movían más cerca en dirección a Lussox y su rey no tenía idea de lo que se le avecinaba.

Había llegado el momento de entregar el trono de Lussox a su heredero legítimo.

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