𝐋𝐀 𝐎𝐑𝐃𝐄𝐍 𝐃𝐄 𝐋𝐎𝐒 𝟏𝟑

Capítulo 58

ISLA BLONDI (PALACIO TURQUEL)


La puerta de la habitación de Arlette en el palacio Turquel fue azotada con fuerza esa mañana, haciendo saltar de susto a la joven princesa, quien se encontraba en su cama, viendo a Graner  entrar en sus aposentos quien para ese momento ya era su esposo.

Ellos contrajeron matrimonio dos días después de que la princesa llegara al palacio. Arlette aceptó casarse a la fuerza y bajo amenazas, pero a pesar de ser esposos, el matrimonio se había consumado aún; simplemente Graner no había logrado que ella le respondiera como esposa y él no se atrevía someterla, puesto que cada vez que quería obligarla a estar con él algo no se lo permitía y terminaba dejándola en paz para acabar bebiendo vino en su sala privada y cogiéndose a una doncella que había estipulado para su esposa y quien se había convertido en su amante, pero por más que está mujer calmara los deseos carnales de Graner,  él quería estar con Arlette y ella nunca se lo dejó fácil hasta ese día.

Graner estaba fúrico esa mañana, e iba dispuesto a ignorar los llantos de su esposa por piedad.

Cuando la vio a un lado de la cama, corrió hasta ella gritándole que era hora de que cumpliera su deber como esposa y le diera un heredero al trono, pero ella huía de él con desesperación. Graner rompía todo lo que se encontraba a su paso, logrando asustar a Arlette, pero aun así ella no se rendía tan fácil.

—Solo te haré el amor, no es nada del otro mundo hermosa esposa —se oyó su voz con malicia—. Te prometo que no dolerá mucho y te gustará después —dijo sosteniéndola fuertemente por la cintura, asegurándose de que ella sintiera su erección haciendo presión contra su zona íntima.

Arlette lloraba y gritaba, pidiendo que la dejara en paz, dejándole saber que no quería estar con él, y le suplicaba que la dejara en paz porque ella aún no estaba lista para aquel acto con él, y Graner se negó argumentando: —¡Escúchame bien! Seré el primero y el último, aunque después de mi heredero tenga que matarte.

—¡No! —gritó ella.

—¿No qué? —preguntó Graner confundido.

—¡Nunca serás el primero; yo no soy virgen, porque  ya estuve con Aiseen; lo amo y es con él con quien quiero estar! —gritó ella, haciéndolo enojar terriblemente.

La ira de Graner se desató a más no poder al oír aquellas palabras y por primera vez él le dio una bofetada a Arlette arrojándola al suelo y gritó:

 —¡MALDITA PERRA HIJA DE PUTA! —rompió una copa de cristal que había sobre una mesa que estaba junto a él —. ¡TÚ ERES MÍA, Y NO ME IMPORTA SI ESE MALDITO WORWICK YA TE LLEVÓ A LA CAMA, AHORA LO HARÉ YO!

—Por favor Graner no, por favor  —rogó llorando y mirándole a los ojos. Él la observó detenidamente por un momento; su rostro, sus lágrimas y se sintió “terriblemente mal”

—¿Por qué me haces ser agresivo contigo, Arlette? Todo puede ser fácil, solo debes cumplir tu deber. Yo pondré el mundo a tus pies si lo haces, solo tienes que darme amor. ¿Qué tan difícil puede ser? —dijo él llevándola a la cama.

—Por favor Graner —rogó Arlette entre lágrimas desconsolada.

—Me vuelves loco, Arlette; tu aroma, tu cuerpo, lo quiero para mí. ¿No lo entiendes? Eres mi esposa y tengo derecho. —Graner arrojó bruscamente a Arlette sobre la cama, ella intentó levantarse, pero él la empujó de nuevo posándose sobre ella y arrancó sus vestidos, rasgándolo con desesperación.

Arlette decidió rendirse y mirar a otro lado, pensado en aquella vez que estuvo por primera vez con Aiseen y lo hermoso que fue. Su mente se inundó de recuerdos de esa noche, mientras lloraba desconsolada al saber que esas no eran sus manos, que ese no era su aliento, no eran esos sus besos, que no era su aroma, y ella sentía la diferencia a flor de piel. Una lágrima corrió por su rostro sin esperanzas y, como un acto oportuno, las puertas de la habitación se abrieron y alguien quitó a Graner de encima de ella, logrando que el alma le volviera al cuerpo.

—¿Qué crees que estas haciendo Graner Brandenhill? —gritó la reina enojada haciéndole frente a su hijo.

—¿Qué haces aquí, madre? ¡Lárgate ahora! —le exigió Graner a su madre.

Kathie le dio una fuerte bofetada a Graner. —No vuelvas a hablarme así; soy tu madre y soy la reina madre, te guste o no. Digas lo que digas, lo soy y ahora te ordeno que salgas de este cuarto, recuerda lo que hablamos —lo sentenció.

Graner extrañamente salió de la habitación enojado y sin protestar o agredir a su madre como de costumbre. Arlette miró a Kathie asustada diciendo:

—Gracias.

—No me des las gracias; lo menos que quiero es que mi hijo procree contigo, niña estúpida. He estado durante años tratando que la maldita sangre de tu padre no vuelva al trono y tú no arruinarás mis planes. Si no fueras tan necesaria para algunas cosas, ya te hubiera asesinado, así que ¡Agradece a alguien más y no a mí!

Kathie salió de la habitación ordenando que la encerraran bajo llave como siempre. La tristeza de Arlette la estaba consumiendo poco a poco, sin esperanzas de ser rescatada después de los meses que habían transcurrido, esperando que alguien fuera por ella.

SOUTHLANDY

Los Vikernes se habían colocado manos a la obra junto con los hijos de Valko Worwick para idear un plan de ataque, analizando los pro y los contras del mismo. La reunión en la sala de la guardia real estuvo intensa.

Carsten señaló todos los puntos por dónde podían entrar a la isla, pero el problema era tratar de llegar a tierra antes de ser masacrados por los arqueros de la isla; entonces el príncipe Aleister Vikernes opinó. Él señaló un punto que nadie más había visto entre el bosque que daba salida a la isla con el mar, un punto que él sabía que no tenía protección militar. Al parecer no era la primera vez que los Vikernes llegaban por esta isla o pasaban por ella navegando en sus grandes barcos.

Todos analizaron bien el área observando los mapas y concluyeron que a través de ese lugar podrían ingresar. Error de Graner al no colocar protección militar en esa zona, pero no lo hacía por dos  razones. La primera de ellas era que ese camino de entrada y salida estaba muy bien escondido y solo se usaba para que los Cangrinos entraran a la isla llevando y sacando esclavos de la misma de forma ilegal, por esta razón nunca se custodió esa parte de la isla. La segunda era que Graner no sabía que ese lugar existía y él ingenuamente creía que no había punto de entrada a la isla que no fuera peligroso para él y su estancia en la misma.

Grave error, Los Worwick iban un paso adelante esta vez.

Mientras las estrategias eran puestas sobre la mesa, el rey Valko Worwick recibió en su reino a los cuatro reyes que constituían la orden de los trece tronos.

Sentados en la mesa del consejo real se encontraba el rey Nargaroth de la casa Blackroses del reino de Roseskings. El rey Artnes de la casa Glanxe del reino de Antares. El rey Lefrast de la casa Dolton del reino de Dorfos  y el rey Angust de la casa Duler del reino de Moldan y en la cabecera de la mesa la cabeza de Nordhia el rey Valko de la casa Worwick de los reinos de Northlandy, Southlandy, Armes, Northros, Thousands, Isla de Mares Turbios e Isla Doskan.

A su lado la reina Priyenka Vikernes reina de Dunkelheit en Ficxia y el debate empezó

—Es un honor tenerlos aquí reunidos reyes. Mi casa se complace en recibirlos —comentó Valko tomando asiento junto a los demás, pero todos miraron a la mujer que se sentaba al lado del rey Valko—. Les presento a la reina Priyenka Vikernes del reino de Dunkelheit en Ficxia —aclaró Valko.

—Es un gusto, señores —expresó la mujer.

El rey Artnes miró confundido a la mujer y al rey por el nombramiento que está osaba tener. —¿Reina? —preguntó.

—Sí, rey Artnes —contestó Valko. El rey Angust río curioso tras la afirmación del rey de Southlandy—  Rey Valko por favor, esta  reunión es meramente política y los asuntos políticos...

—Son cuestiones de hombres ¿No? —interrumpió la mujer que no estaba dispuesta a ser humillada.

—Con el respeto que usted se merece reina, no sé qué tipos de leyes hay en su reino, pero aquí en Nordhia estos asuntos son enteramente llevados por los reyes —contestó el rey Angust con amabilidad en su tono de voz.

—Pues creo que debería preguntarle a su esposa que piensa más seguido; créame rey, dos cabezas piensan más que una —contesto la mujer sonriendo.

—¡Que insolente! —murmuró el rey Lefrast.

—No estoy siendo insolente. Sé que ustedes los hombres de Nordhia no están acostumbrados a ver a una mujer sentada en un trono gobernando un reino, pero créanme que podemos hacerlo también.

—Las reinas también tiene un deber muy importante en los reinos, dar herederos legítimos al trono —dijo el rey Artnes.

—Sabe algo, rey; ese trabajo es muy, pero muy importante y muy doloroso también. ¿Cuántas reinas  no han muerto dando a luz a un heredero al trono? Está más que demostrado que ustedes jamás podrán hacerlo, ni podrían ser capaces de llevar vida en sus entrañas, tenerla durante nueve meses y luego dar a luz con los dolores más desgarradores que puedan existir. Sin nosotras su sangre dejaría de existir. Traer vida al mundo no es sencillo, pero claro, es más sencillo estar sentado en un trono dando órdenes, ¿no?

—En la sociedad, cada quien tiene un rol, no quiera venir a crear un caos, Lady Priyenka —inquirió el rey Angust desacreditando las palabras de la reina junto a su título.

—No lo estoy creando, solo estoy respondiendo a estos alegatos aniñados de ustedes que al parecer les produce miedo ver a una mujer al mando.

—Reyes —intervino Valko—. He permitido que la reina Priyenka esté presente porque es la reina legítima de Dunkelheit en Ficxia; les guste o no, y porque su hermano, el príncipe Aleister está ayudando a dar una buena estrategia militar para atacar la isla. Él es un gran comandante y guerrero y sabemos que no apoyamos las leyes de Ficxia, pero hay que respetar las costumbres de cada reino, estén donde estén.

Los reyes se miraron entre sí y decidieron ceder a regaña dientes.

—¿Cuántas casas están a favor de los Brandenhill Larris? —preguntó Valko.

—La suficiente rey Valko —respondió el rey Artnes.

—Todos los reunidos aquí estamos a favor de esta causa, a favor de mi casa que protege y cobija al linaje de mi primo, el príncipe y heredero legítimo al trono de Lussox —informó Valko.

—Lo sabemos, rey —confirmó el rey Lefrast—. Sabemos quién es el real heredero y tiene razón. Los reinos están a su favor, pero hay algunos que no lo están.

—¿Cuáles? —preguntó Valko.

—El rey Naster de la casa Battenhurt de Holdterst —informó el rey de Antares—. Recuerde que en la conquista del reino de Northlandy usted, rey, asesinó a la reina Mirra Battenhurt y ellos jamás perdonaron aquella ofensa, aunque hayan decidido tener paz con usted y este reino.

—¿Alguien más? —preguntó de nuevo Valko dándole nula importancia al asunto.

—Los Katherburt no están muy convencidos. El rey Chastian no quiere tener problema con los Brandenhill Winder, pero le teme más usted rey Valko —informó el rey Angust.

—Está bien. Si se produce algún efecto colateral de esta guerra y alcanza al reino de Boldom yo mismo ordenaré que nadie socorra a ese reino —fulminó Valko para el que las cosas eran sí o no, pero nunca rayando en un tal vez.

—Toda Nordhia está a su favor rey Valko, nadie quiere al rey Graner llevando al mando a un reino tan grande y prestigioso como Lussox, todos le temen a sus dioses —comentó el rey Nargaroth que había estado escuchando atentamente cada alegato de los reyes presentes.

—Excelente. Según las estrategias que se han llevado a cabo, es necesario tener en cuenta que… —Valko fue interrumpido cuando el príncipe Carsten entró por las puertas del salón consejo.

Carsten se reverenció ante Valko y procedió diciendo: —Mil disculpas padre, me han informado de qué me necesita.

—Toma lugar hijo.

Carsten se sentó entre los miembros de la orden y Valko retomó la palabra.

—Hay que tener en cuenta que también hemos estudiado muy bien las leyes del reino de Lussox. Mi hijo, el príncipe Carsten es quien está al tanto de todo esto.

Valko le cedió la palabra a Carsten quien procedió a hablar. —Eh, sí. Los Winder intentarán argumentar que el siguiente en la línea sucesoria es el príncipe Liam Brandenhill quien abdicó al trono voluntariamente, y en su lugar quien le sigue es el príncipe Graner Brandenhill, pero hay algo que creo que los mismos Winder ignoran.

—¿Qué muchacho? —preguntó el rey Nargaroth.

—El reinado del rey Hasper ya era completamente ilegítimo, de hecho, el segundo matrimonio del rey Draccer era completamente ilegítimo, les explico —todos prestaban suma atención a las palabras de Carsten—. En algún punto en la historia, los Brandenhill estaban perdiendo el control de Lussox, y las calamidades más grandes estaban ocurriendo en el reino rojo y entonces el rey en turno en ese tiempo decidió hacer un pacto de sangre y muerte con los dioses Mayores del reino, bajo la promesa de que todo aquel que se sentara en trono debía ser hijo legítimo de un matrimonio entre un esposo noble y una esposa virgen y noble; si por alguna razón la esposa noble llegaba a fallecer y el rey quería tomar otra esposa esta no se le exigía ser virgen solo debía ser noble. El primer matrimonio debió haber dejado por lo menos un heredero, el cual sería el rey absoluto. El pacto incluía que no debía haber un matrimonio entre un rey noble y una mujer no noble; de ser así, sus hijos estarían malditos, y el reino no podía aceptarlos ni siquiera como príncipes.

—Pero el rey Draccer ordenó la nueva línea sucesoria y es un Brandenhill legítimo. ¿Cómo puede ignorar dichas reglas de los mayores? —preguntó el rey Angust confuso.

—Sí, pero el rey de Lussox no tiene autorización para eso, esa es una regla del pacto que se hizo para proteger el trono a toda costa. La sentencia de protección si un no legítimo llegaba a ser rey es que el trono mataría lentamente al que usurpó el lugar del legítimo, a través de enfermedades que este desarrollará poco a poco. Si un rey abdicaba a favor de su hijo ilegítimo de su segundo matrimonio, este sería sentenciado a muerte por traición a la misma corona —informó Carsten.

—¿Come es posible que el rey Draccer  hiciera esto existiendo estas reglas?  —indagó el rey Nargaroth.

—Todo depende del consejo y de la corte señores, al final ellos deciden y aprueban decisiones regidos por los Mayores —contestó el rubio.

—Podemos tener la confianza de que vamos a derribar los muros de un rey usurpador. Su sangre correrá sin problemas —celebro Valko con una sonrisa en su rostro.

—Cuenta con mis hombres Valko, mi ejército y todo lo que necesites —afirmó el rey Angust.

—Los míos también —habló el rey Artnes.

—Cuenta con todo. Cuenta con toda Nordhia —se pronunció el rey Nargaroth.

—Y Ficxia —afirmó la reina Priyenka.

“Según los Datos históricos en los manuscritos redactados por los daskalos de la siguiente generación; la guerra que hubo entre el reino de Lussox y los reinos de Nordhia a cabeza del rey Valko fue la más sangrienta registrada después de la caída de la casa Worwick en Northlandy, la muerte se paseó e hizo de las suyas entre los  guerreros y soldados ese día”

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