𝐄𝐋 𝐁𝐀𝐍𝐐𝐔𝐄𝐓𝐄 𝐏𝐎𝐑 𝐀𝐙𝐙𝐄𝐗

Capítulo 3

La Hora del banquete había llegado con éxito, todo estaba previamente organizado y nada podría salir mal, o al menos eso creían los anfitriones.

El rey Valko y la reina Elizabeth se encontraban reunidos en el salón del trono donde se estaba llevando a cabo la ceremonia de regocijo por los veintiún años de la conquista total de Hillcaster, pero de primera estancia ninguno de los hijos de Valko estaba presente en el salón.

Dentro de los invitados había princesas y Ladies esperando por los atractivos y apuestos príncipes, y entre ellas se encontraba un príncipe que esperaba por la única princesa Worwick que aún gozaba de su soltería.

Frente a la puerta de los aposentos de la señorita Asenya aguardaba el príncipe Valerio, en espera de su pareja para el banquete. Valerio portaba vestiduras negras y azules oscuras con adornos dorados y claro, no podía faltar su prendedor con el escudo de la familia Worwick a un costado sosteniendo el nacimiento de su capa dorada que colgaba de su hombro derecho.

El rubio había sido nombrado por su padre como el primer jefe comandante del ejército Arquero, por esta razón usaba capa dorada, la que convenientemente hacía juego con sus ojos grises y con su larga cabellera rubia dorada.

El príncipe tomó aire antes de entrar sin tocar la puerta de la doncella, a la que sorprendió tratando de acomodar los hilos de su vestido en la espalda, Asenya se asustó cuando lo vio entrar sin avisar.

—¡Valerio! —exclamó Asenya asustada.

—Tranquila soy yo —dijo Valerio colocándole el seguro a la puerta.

—¿Nadie te vio entrar?

—No, ¿te dije que cuando pequeño casi no nazco porque estaba jugando a las escondidas en el vientre de mi madre y gracias a eso soy hábil para esconderme y que no me vean? —dijo el príncipe dándole una sonrisa a Asenya logrando que la joven se sintiera aliviada.

—¡Deja de decir esas cosas, Valerio! —habló Asenya sonriendo ante las palabras de su príncipe—. ¿La historia que contó tu hermano es real, casi no naces?

—Sí, yo me sentía muy cómodo ahí dentro,  no sé por qué me querían sacar.

—¡Por los dioses Valerio! —la risa de Asenya volvió a sonar en la habitación.

—Ven te ayudo con esto —comentó Valerio notando que ella no había terminado aún de sujetar los hilos de un hermoso vestido azul turquesa con adornos dorados; que  llevaba un escote de corazón con una capa sujeta del cuello a modo de gargantilla.

Valerio terminó de amarrar los hilos y ayudó a la joven a acomodar aquella capa. Asenya ya estaba peinada y lista para salir, pero también se encontraba nerviosa y Valerio pudo percibirlo. Él clavó su mirada en ella a través del espejo y, una vez terminó, él colocó sus manos sobre la pequeña cintura de la joven, apretándola contra él.

—¿Por qué tiemblas?

—Es la primera vez que nos van a ver muy juntos, no sé si vamos a disimular bien Valerio.

—Tranquila, aquí todo el mundo está metido en sus propios asuntos, y seguramente padre estará ocupado atendiendo a ese montón de idiotas nobles que están en el salón.

—Supongo que hoy tendrás que ver a alguna princesa.

—No lo haré, voy contigo.

—No me refiero a eso —Valerio sintió la inseguridad en el tono de voz de Asenya y sujetándola aún más fuerte de la cintura la giró para verla a los ojos.

—No me importa cuantas Princesas hallan en ese salón, yo solo tengo ojos para ti, y hoy no será la excepción.

Una vez dicha estas palabras,  Valerio le dio un cálido beso en los labios a la joven y un te quiero  salió de los labios del príncipe reconfortando a su Asenya.

—¡Lárgate!

Fueron estas las palabras de Aiseen hacia un guardia que custodiaba la puerta de los aposentos de Diana, una vez el hombre se retiró Aiseen tocó para avisar que estaba fuera esperando.

En esta ocasión, el príncipe Aiseen llevaba vestiduras totalmente negras con adornos color plata y con unos guantes oscuros, sin faltar el prendedor del escudo de la casa Worwick sosteniendo el nacimiento de su capa color rojo que colgaba de su espalda haciendo contraste con su largo cabello color blanco y sus ojos azules intensos.

Aiseen no tenía ningún nombramiento militar por parte de su padre al no haber hecho ningún tipo de mérito para merecerlo, por lo tanto, no portaba la característica capa dorada de la guardia real, a Aiseen nunca le interesó el entrenamiento militar, creyendo erróneamente que jamás lo necesitaría,  él no consideró jamás que debía usar la espada para fuertes batallas por ser el hijo del rey y gozar de un ejército de soldados que podían pelear por él.

Y aunque el príncipe sí portaba su propia espada, sabía solo lo básico sobre su manejo, por esta razón la capa roja se le fue dada, él era un príncipe más siendo príncipe.

Aiseen acomodó bien su cinturón junto a la funda de su espada, dejando a la vista un prendedor de la casa Dunnotor colgando del mismo. La demora de Diana lo estaba empezando a exasperar,  hasta que la princesa se asomó por la puerta de la habitación portando un hermoso vestido totalmente negro con pequeños toques rojos. Diana brillaba, ella se veía hermosa y sonriente, pero era más que obvio que él no soportaba verla así.

—¿Negro, Diana? ¿Tantos malditos colores y vas a escoger uno negro?

La sonrisa se borró del rostro de la princesa al instante, ella esperaba un alago por parte de su prometido, pero esto no ocurrió.

—No importa —bufó—. Está bonito el vestido de igual forma —dijo Aiseen extendiéndole el brazo a su hermana mientras le guiñaba un ojo, pero esto antes de hacer sentir bien a la princesa solo logró que Diana entrara en un trance mental donde trataba de entender que había hecho mal esta vez para que él no estuviera contento con su vestido, y recalcarle que el vestido estaba hermoso fue peor aún, ya que él se refirió al vestido y no a ella y esto le provocaba una horrible inseguridad a Diana, pero una vez más, ella lo dejó pasar al no saber qué decir.

Valerio, junto a Asenya y Aiseen junto a Diana, llegaron al mismo tiempo a las puertas del salón del trono y una hermosa sonrisa se dibujó en el rostro de Diana al ver a Asenya con su hermoso vestido.

—¡Asenya estás hermosa! —exclamó la rubia alegre.

—Gracias princesa —respondió la joven tímida.

—Te ves hermosa hermana —comentó Valerio refiriéndose a Diana con mucho cariño y de inmediato clavó sus ojos amenazantes en Aiseen persuadiéndolo para que no dijera nada que pudiera arruinarle el cumplido a su hermana y borrar su sonrisa.

—¿Ella viene contigo, hermano? —preguntó Aiseen despectivamente.

—Sí, ¿cuál es el problema? —indagó Valerio colocándose a la defensiva.

—No, ninguno hermano no te preocupes, espero que te sientas princesa por un día Asenya, es bueno que escapes por un momento de tu realidad de plebe —habló Aiseen sonando despectivo y burlón con Asenya.

Sin dar aviso, Valerio se le fue encima a Aiseen agarrándolo por sus vestiduras mientras lo estrellaba contra la pared con ira y fuerza, colocando su brazo sobre el cuello del príncipe, provocando asfixia sobre él. —Otro comentario como ese y juro que te rompo la cara, ¡con Asenya no te metas!

Asenya corrió hacia Valerio para separarlo de Aiseen y Diana hizo lo mismo interponiéndose entre ambos.

—¡Ya basta! ¡Aquí no!, ¡es la reunión de nuestros padres, no es momento de peleas, así que compórtense ambos! —exigió Diana cansada de los enfrentamientos.

Las miradas que se compartieron ambos hermanos demostraban la fuerte rencilla que había entre ellos, hasta que Diana ordenó a los guardias abrir las puertas del salón.

Desde adentro la multitud que estaba esperando a los príncipes Worwick, miraron atentos hacia las puertas y entonces todos se colocaron de pie para recibir a las parejas de príncipes, Aiseen Worwick y Diana Worwick, entraron caminando cordialmente.

Detrás de ellos entraron El príncipe Valerio Worwick y Asenya Molton, Valerio la llevaba del brazo con orgullo, él no miró a ningún otro lado mientras caminaba junto a ella, mientras que  Sr Francys el consejero del rey, pareció sorprendido al ver a su hija colgando del brazo del príncipe, ella le sonrió levemente cuando lo vio, ambas parejas tomaron su lugar junto al trono donde se encontraban los reyes como si nada hubiera sucedido a las afueras de aquel salón.

El príncipe Veikan y el príncipe Carsten llegaron hasta la puerta de los aposentos de la princesa Tanya.

Veikan no había querido invitar a ninguna de las hijas de los Lores que conformaban el consejo de su padre y Carsten no le dio importancia al tema.

Ambos hermanos decidieron que llevarían a su hermana del brazo ese día, y para esa ocasión el príncipe Veikan portaba un traje militar en color negro con adornos plateados, junto al prendedor del escudo de la casa Worwick el cual sostenía el nacimiento de su capa blanca.

Veikan aún no había sido nombrado por su padre el rey como el primer jefe comandante de la guardia real, ese puesto lo ocuparía cuando el vástago  mayor ascendiera al trono, pero el príncipe estaba haciendo méritos en sus entrenamientos, y en su trabajo para la corona, por esta razón su padre le permitió ese día usar una capa similar a la del rey que en su defecto era blanca plata.

El peliblanco recogió su cabello usando una cola de caballo con largos mechones de cabellos que salían de los lados de su frente, su larga cabellera le dejaba ostentar una coleta pronunciada y hermosa que hacía juego con sus ojos azules intensos.

Mientras que ese día el príncipe Carsten ostentaba vestiduras Blancas y negras con adornos dorados portando una capa roja de bordes Dorados y el prendedor del escudo de la casa Worwick que no podía faltar.

Sus ropas hacían juego con sus ojos grises intensos y su largo cabello rubio dorado, el que ese día decidió llevar con un peinado similar al que usa su padre, el rey Valko. Ambos hombres aún aguardaban a las afueras de los aposentos de su hermana, pero la princesa aún no salía.

—Tanya sal ya, nos están esperando —dijo Veikan tras la puerta.

Carsten parecía más calmado que Veikan ante la espera, él siempre había sido el más paciente y calmado de los seis hermanos con una paciencia casi imposible de colmar. Unos segundos después del llamado de Veikan, se abrió la puerta de la habitación de su gemela y ante de asomarse dijo: —No quiero ningún comentario al respecto.

Una vez abierta la puerta, ella se asomó con la mirada fría y en alto, pero inmediatamente se devolvió a su habitación e intentó cerrar la puerta para que no la vieran bien.

Ambos príncipes detuvieron la puerta antes que ella lograra cerrarla por completo y Veikan sacó a su gemela de sus aposentos mientras Carsten cerraba la puerta cortándole  el pase de regreso a su hermana. A leguas se notaba que ella no estaba cómoda con su vestido.

—Te ves hermosa Tanya —dijo Carsten ante la inquietud de su hermana.

—Parezco un maldito centro de mesa de los que se colocan en los bailes —comentó Tanya luciendo aburrida.

Ambos príncipes rompieron en risas al oír lo dicho por su hermana, y lo cierto es que Tanya se veía hermosa ese día portando un vestido rojo sangre de hombros descubiertos junto a un peinado bien elaborado, dejando lucir su radiante cabellera blanca, ambos hermanos extendieron sus brazos para que ella se sujetara de ellos y empezaron a caminar hacia el salón del trono.

Las puertas del salón se abrieron y todos los presentes volvieron a colocarse de pie, recibiendo al príncipe Veikan, a la princesa Tanya y al príncipe Carsten. Las princesas que hacían presencia en el lugar miraban atentamente al príncipe Veikan, sabían que el heredero al trono debía buscar esposa y quizás alguna de ellas podría ser la afortunada ese día. Finalmente, los príncipes tomaron su lugar junto a sus hermanos y padres, toda la familia Worwick estaba completa.

Valko giró su rostro para analizar atentamente a sus hijos y vio la forma en la que Valerio platicaba con Asenya, pero no centró su atención en ellos, mientras que Elizabeth sí logró percibir los gestos y las miradas de los jóvenes, La mirada de Valko se posó sobre su hijo mayor, notando algo extraño en ella, Veikan miraba a su hermana Diana con insistencia y Diana lo miraba él de vuelta más que todo buscando a toda costa evadirle.

Esa peculiar forma en la que Veikan miraba a Diana, se le hacía familiar al rey, llevándole a su mente los recuerdos de la forma en que él miraba a su fallecida esposa, la reina Anya, y no evitó tener la misma sensación abriéndose a una posibilidad.

Veikan parecía estar enamorado de Diana, Y Diana se casaría con Aiseen. Parecía que la historia estaba condenada a repetirse de nuevo, algo que le dio escalofríos al rey Valko de solo pensarlo.

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